Cómo perseguir la verdad (26)

Recientemente, hemos hablado sobre el tema del Dios encarnado. Este tema guarda relación con la práctica de “desprenderse” en el marco de “Cómo perseguir la verdad”, y hemos hablado sobre el hecho de “desprenderse de las nociones e imaginaciones de uno respecto a Dios” como parte del tema de “desprenderse de las barreras entre uno mismo y Dios y de la propia hostilidad hacia Él”. Hemos hablado varias veces sobre este aspecto, en el que hemos discutido principalmente cómo tratar al Dios encarnado. Dividimos este contenido en dos temas. ¿Podéis decirme cuáles son esos dos temas? (Respecto al Dios encarnado, Dios nos ha dado dos principios de práctica correctos: el primero es no comparar al Dios encarnado con el Dios del cielo, y el segundo es no equipararlo a la humanidad corrupta). Hemos compartido algunos detalles de estos dos temas que están relacionados con algunas manifestaciones de la normalidad y practicidad del Dios encarnado. Entre los detalles que compartimos se incluyó qué principios específicos observa el Dios encarnado y a cuáles se atiene al vivir, existir, comportarse y obrar entre los hombres. La enseñanza sobre estos temas tiene como fin que la gente entienda y conozca qué manifestaciones exhibe el Dios encarnado, esta persona con una identidad especial, mientras vive entre los hombres. Principalmente hablamos sobre el tema de la normalidad y practicidad del Dios encarnado y compartimos muchos detalles específicos. ¿Qué efecto tuvo en vosotros después de escucharlo? ¿Tenéis menos nociones y figuraciones sobre el Dios encarnado o se os han ocurrido algunas nociones nuevas? (Tenemos menos nociones y figuraciones sobre el Dios encarnado). Entonces, ¿es útil hablar sobre este tema para que la gente llegue a conocer al Dios encarnado? (Sí). Eso está bastante bien.

Nuestra enseñanza sobre el tema del Dios encarnado gira principalmente en torno a las revelaciones y prácticas específicas relativas a la normalidad y practicidad del Dios encarnado, con el fin de proporcionar a la gente un entendimiento más concreto del Dios encarnado, esta persona con una identidad especial. Entonces, ¿os parece que, cuanto más entendéis la normalidad y practicidad del Dios encarnado, más sentís que Él es solo una persona normal, nada destacable, y que, cuanto más entendéis Su normalidad y practicidad, menos percibís Su aura divina? ¿Tenéis esos pensamientos? (No. Al escuchar algunos de los ejemplos que Dios dio sobre ciertos aspectos prácticos de la vida y revelaciones del Dios encarnado, siento que simplemente la imagen externa de Dios es ordinaria y normal, pero que las revelaciones de Su humanidad normal superan con creces las de nosotros, los humanos; son cosas que no podemos alcanzar. La humanidad normal de Dios no contiene actitudes corruptas, arrogancia o falsedad, ni orgullo o indulgencia humanos. Aunque el Dios encarnado parece ordinario y normal por fuera, se puede ver Su grandeza en Su humildad. Esta es mi sensación). Por lo general, cuando las personas famosas, las grandes personalidades o las figuras importantes y consumadas de la humanidad se presentan a sí mismas en relación con diversos aspectos, ¿hablan de su normalidad y practicidad y de lo ordinario y común de sí mismas? (No). Si un miembro de la humanidad corrupta se presenta para que otros lo conozcan, de ningún modo describirá lo ordinario, común y normal que es. Al contrario, a través de su presentación y sus descripciones, intentará hacer que la gente sienta que es distinto a los demás, extraordinario, grande y que posee capacidades sobrehumanas. Si alguien pudiera incluso percibirlo como una persona excepcional, sería más feliz. Fijaos en cómo se presentan a sí mismos los humanos corruptos. Primero, describirán lo perfectos que son, sin ningún defecto ni fallo. También alardearán de lo ilustre que es su trasfondo familiar, de lo noble que es su posición, de qué títulos académicos tienen y de lo excepcional de su apariencia. Incluso si tienen un lunar en la cara, tienen que encontrar una forma única de describirlo, diciendo: “Mira, hasta la ubicación de este lunar es inusual; se dice que las personas con lunares en este sitio están destinadas a la riqueza o la nobleza”. En lo que respecta a su apariencia, proclamarán ostentosamente cuán único es cada rasgo de su rostro y qué interpretaciones positivas existen en la fisonomía para cada uno de ellos, como estar destinado a la riqueza o la nobleza, o poder alcanzar la prominencia, y que, entre la gente, son un pez demasiado grande para el estanque donde residen. Además, disfrutan especialmente de alardear de sus dones y puntos fuertes en ciertas áreas, de lo extraordinarios y distintos que son su pensamiento y sus ideas, y de presumir de los logros que han conseguido en cada grupo, de cómo figuras eminentes los elogian, los tienen en alta estima, los envidian y los admiran, o de las grandes contribuciones que han hecho en cada industria y de cuánto los aprecian sus jefes. Independientemente de si lo que dicen es verdad, en cada aspecto de su autopresentación, intentan hacer que la gente sienta que son distintos a los demás, que entre las personas son únicos, sin par, que superan a toda la gente ordinaria. Miran a todo el mundo con condescendencia; ven a todos los demás como gente inferior y viles plebeyos, mientras que solo ellos mismos son los más grandes, los más nobles y los más singulares. Si les preguntas por sus títulos académicos, dirán que se graduaron en una universidad de prestigio, que tienen un posgrado o un doctorado, cuando en realidad solo asistieron a una universidad corriente. Nunca hablan de sus propios defectos, fallos, actitudes corruptas, de los aspectos de su baja calidad humana ni de las cosas incorrectas que han hecho. Siempre que se trate de presentarse para que otros los conozcan, intentarán por todos los medios alardear, elogiarse y adornarse, describiéndose a sí mismos como muy grandes, extraordinarios e inusuales. Incluso si se enferman, dirán que es una “enfermedad de ricos”, lo que hace que la gente sienta que son delicados, mimados y distintos a los demás. Pase lo que pase, de ningún modo permitirán que la gente sienta que son solo una persona ordinaria y común. En lugar de eso, intentan por todos los medios que la gente los admire, los tenga en alta estima y los respete. Si la gente puede seguirlos y guardarles un lugar en su corazón, se sienten aún más complacidos consigo mismos. Si dices que son ordinarios y normales, un miembro de la masa común, sienten que han perdido por completo la dignidad y que realmente has herido su orgullo; es incluso como si eso pudiera llegar a matarlos. Durante toda su vida, buscan ser únicos y extraordinarios. Debido a sus actitudes corruptas y a tales deseos, muchas personas a menudo cultivan una imagen externa para parecer muy elevadas, con clase y nobles, y el comportamiento externo que adoptan, sus palabras y sus acciones muestran en gran medida el aire de una gran figura. En cualquier grupo, si alguien les dice: “Te distinguí a primera vista entre esta multitud; por tu mirada, tus rasgos faciales y tu presencia, puedo decir que no eres una persona ordinaria”, se ponen muy contentas. Exagerarán este asunto hasta el infinito y, por el resto de sus vidas, repetirán esas palabras hasta la saciedad, presumiendo por todas partes: “¡Entre una multitud, la gente puede reconocerme a primera vista y ver que soy un líder, un pez demasiado grande para el estanque donde reside, no una persona ordinaria!”. Les gusta especialmente ser este tipo de persona y posicionarse como un individuo extraordinario, inusual, distinto a los demás e incluso único en su especie. Muchos otros se interesan de manera especial en las personas famosas, las grandes personalidades y aquellos con estatus y posición en la sociedad, prestando atención a cualquier noticia sobre ellos, a sus palabras y acciones y a su vida cotidiana. El propósito de esta atención no es el entretenimiento, sino imitarlos y seguirlos. Imitan todo lo que estas personas comen y visten, todo lo que es popular entre ellas. Cualesquiera que sean los temas que estas personas discutan, ellos también los discuten. Los siguen muy de cerca, con miedo a quedar fuera de la tendencia general, temerosos de quedarse atrás y que los menosprecien. Solo quieren ser alguien destacado y una persona extraordinaria entre la multitud, y en absoluto están dispuestos a ser una persona normal y ordinaria. Algunas personas, a pesar de tener un calibre promedio, carecer de puntos fuertes y dones y poseer unas condiciones innatas que son muy ordinarias y comunes en todos los aspectos, no están dispuestas a ser una persona ordinaria, a ser un don nadie. En lugar de eso, se visten para parecer muy elevadas y con clase o se describen a sí mismas como muy inusuales, no como un don nadie. Algunos incluso se esfuerzan por imitar a grandes figuras, a personas capaces y competentes y a aquellos con habilidades soberbias. Observan lo que estas personas hacen, dicen y discuten, y las imitan, esforzándose por convertirse en grandes figuras extraordinarias como ellas, para no ser ya personas ordinarias y comunes. Por tanto, cuando hablamos sobre la normalidad y practicidad del Dios encarnado, algunas personas inevitablemente piensan: “Los humanos se elogian y se adornan a sí mismos y se jactan enérgicamente de ser muy distintos a los demás, muy extraordinarios y grandes, y sin embargo, Tú siempre te describes a Ti mismo como muy normal y práctico. ¿No es esto un poco irrazonable? ¿No es un poco necio? Tú eres el Cristo encarnado, con una identidad tan noble, con un halo tan grande y una corona tan inmensa sobre Tu cabeza. ¿Cómo puedes describirte a Ti mismo como una persona ordinaria, normal y práctica? Y, por temor a que la gente no lo crea, incluso das muchísimos ejemplos para demostrar lo normal, práctico y ordinario que eres. Esto es, como es natural, un tanto desconcertante”. Aunque no se conformen a las nociones humanas, los hechos son ciertamente así. Las revelaciones específicas de la normalidad, la practicidad y lo ordinario del Dios encarnado son justo así; esto es un hecho, no puedo inventármelo. Algunos dicen: “¿No deberías al menos mencionar algunos ejemplos que hagan que la gente sienta que eres distinto a los demás y extraordinario, y que Tu identidad e imagen son particularmente elevadas e imponentes?”. Pues bien, lamento decepcionaros, pero realmente no existen tales ejemplos. De hecho, Mis descripciones de las maneras en que me comporto y actúo en la vida y en el trabajo son las verdaderas revelaciones del Dios encarnado; es así de objetivo. Todo es tal como es en realidad; no hay ejemplos que hagan que la gente me vea como distinto a los demás, extraordinario, grande o como si poseyera una imagen elevada e imponente. Algunos dicen: “¿No puedes inventarte algo? Eso dejaría una mejor impresión en el corazón de la gente y no la decepcionaría. Te describes a Ti mismo como muy normal y práctico, solo una persona ordinaria; ¡Tu imagen no es para nada elevada! ¿Quién va a seguir idolatrándote y teniéndote en alta estima? Si la gente no te tiene en alta estima ni te idolatra, ¿pueden aún tener un lugar para Ti en su corazón?”. Yo digo que, en verdad, no busco eso. Está bastante bien si no me tienes en alta estima ni me idolatras; estoy bastante a gusto con eso. Algunos dicen: “Si la gente no te tiene en alta estima ni te idolatra, ¿a eso se le sigue llamando seguir a Dios?”. El hecho de que me tengas en alta estima o me idolatres no es importante; en verdad no me importa. Si no me tienes en alta estima ni me idolatras, pero puedes meditar con el corazón cada palabra que digo, cada aspecto de la verdad que comparto, aceptarlas como palabras de Dios y comportarte, actuar y ver a las personas y las cosas basándote en estas palabras, con eso es suficiente; Mis palabras no habrán sido pronunciadas en vano. Digamos que no me tienes en alta estima ni me idolatras, pero las palabras que pronuncio y los sermones que predico te llevan ante Dios, lo que te permite saber cómo perseguir la verdad y actuar de acuerdo con los principios-verdad al enfrentarte a cada asunto, aprender a comportarte y actuar, a hacer el deber de un ser creado, a ser leal a Dios y hacer tu deber de una manera que cumpla con el estándar, a someterte a Dios, a temerlo y evitar el mal y, en última instancia, despojarte de tus actitudes corruptas y ser ganado por Dios. Entonces, Mis palabras no habrán sido pronunciadas en vano y su propósito se habrá alcanzado. En cuanto a Mí, es suficiente con que puedas tratarme correctamente, de manera justa y razonable, conforme a los principios. Mis requisitos para vosotros no son altos. He mencionado anteriormente los tres principios para nuestras interacciones: ser franco con Cristo, respetarlo y obedecer Sus palabras. Basta con que podáis practicar de acuerdo con estos tres principios. No necesito que la gente me idolatre, ni necesito la admiración ni la alta estima de las personas. No necesito que la gente tenga una imagen de Mí en su corazón. No estoy interesado en estas cosas. Muchas personas idolatran en especial a figuras de imagen elevada, distintas a los demás, extraordinariamente capaces y sobresalientes, creyendo que el Dios encarnado no puede ser un Hijo del hombre normal, práctico y ordinario. Aquellos que nunca se han encontrado Conmigo asumen de manera natural que Mi imagen es más elevada que la de la gente ordinaria, particularmente imponente. De ninguna manera debes pensar así. No soy imponente en absoluto; soy de talla bastante pequeña y de poca altura. En la vida diaria, Mis palabras y acciones son particularmente normales y prácticas. Todos los aspectos de Mi vida cotidiana —cómo visto, Mi ropa, comida, alojamiento y transporte— son especialmente ordinarios. Nunca busco ser único ni pretendo jamás ser singular. Solo busco hacer las cosas de una manera que se atenga a las reglas, comportarme según la posición que me corresponde, hacer bien Mi trabajo, cumplir con Mi ministerio y decir con claridad y a fondo lo que se necesita decir. Estos son Mis principios para comportarme y actuar. No tengo la búsqueda humana de ser distinto, de ser extraordinario y grande, ni busco jamás ser reconocido a primera vista entre una multitud. Incluso si no me reconoces entre una multitud, no estaré triste ni molesto en absoluto, ni sentiré jamás que he perdido la dignidad y, por supuesto, ciertamente no diré que me estás ofendiendo.

Cuando hablo, obro y tengo contacto con vosotros, ya hable sobre cualquier aspecto de la verdad, comparta para resolver problemas relacionados con cualquier aspecto o simplemente charle de cosas cotidianas o converse sobre algo, siempre me esfuerzo por hacerme entender por vosotros y, no importa de qué hable, lo hago para beneficiar a la gente. Por supuesto, si la enseñanza trata sobre cuestiones que involucran la verdad, entonces es aún más esencial que la charla permita a la gente obtener principios para practicar la verdad y encontrar sendas para resolver esas cuestiones. Si consiste solo en charlar de cosas cotidianas, eso es aún más normal, porque es una necesidad de la humanidad normal. ¿A qué se refiere esta necesidad de la humanidad normal? Significa que a veces la gente necesita comunicar y compartir lo que ve y oye en su vida diaria. Hablar de cosas cotidianas, charlar y compartir con otros son todas necesidades de la conciencia y la racionalidad de la humanidad normal. Para Mí, la finalidad de compartir cosas suele ser ayudarte a entender más sobre este mundo, esta sociedad y esta humanidad, y también decirte cómo deberías ver algunas de las cosas que suceden en esta sociedad y entre esta humanidad y cómo entender las tendencias malvadas, las diversas cosas y los diversos tipos de personas. Incluso al charlar o hablar de asuntos cotidianos, de vez en cuando, o brevemente, discutiré algunas cuestiones esenciales relativas a personas, acontecimientos y cosas. Por tanto, sin importar la ocasión, cuando la gente tiene contacto Conmigo, lo que ve, oye y comprende de Mí es que no soy para nada extraordinario, sino del todo normal, práctico y ordinario. Viviendo con tal apariencia humana, me siento particularmente libre y a gusto cuando vivo con la gente. Si piensas que tengo alguna acción que sea extraordinaria y distinta a las de los demás, o que alguna parte de Mis rasgos faciales externos o algún otro aspecto de Mí es distinto a los de los demás o particularmente extraordinario, si piensas de esa manera, entonces me sentiré muy inquieto e incómodo. Realmente me disgusta que la gente diga tales cosas y también me desagrada mucho que la gente me mire de esa manera. Especialmente algunas personas, cuando me conocen por primera vez, me observan, escudriñando Mi mirada, Mis rasgos faciales, escuchando atentamente cada palabra que uso y el tono de Mi voz, para ver si soy tan extraordinario y distinto a los demás como imaginaban. Yo digo que no hay necesidad de eso; no hay necesidad de observarme ni de escrutarme. Soy una persona muy ordinaria y normal. Cuando interactúes conmigo, deberías estar relajado, libre y a gusto. Si siempre observas y escrutas, cuanto más escrutes, más cansado estarás y más confundido te quedarás. Si me escrutas y observas, sentiré cada vez más disgusto y repulsión hacia ti. No importa cómo me escrutes, si no entiendes lo que digo y no sabes a qué se refieren realmente Mis palabras ni cuáles son los principios-verdad que deberían entenderse en este caso, entonces, ¿de qué sirve tu escrutinio? Tu escrutinio es aún más repugnante. Una vez, alguien —no sé si había estado observando durante mucho tiempo o lo vio sin querer— dijo que Mis ojos tenían un punto brillante y que una sola mirada bastaba para demostrar que Yo era Dios. Le dije: “¿Qué más has visto? ¿Has visto al Espíritu de Dios descender sobre Mí como una paloma? ¿Has visto una espada de dos filos salir de Mi boca? ¿Has visto todo Mi cuerpo como una columna de luz? ¿Has visto una vara de hierro en Mi mano? Dices que has visto un punto brillante en Mis ojos, pero lo que dices es incorrecto. La Biblia dice: ‘Sus ojos eran como llama de fuego’. Según tu entendimiento, deberías haber visto Mis dos ojos como llamas para percibir algo del aura divina de Dios, pero solo has visto un punto brillante, así que eso significa que estás denigrando a Dios”. Decidme, ¿no hizo el ridículo esta persona? ¿No es esto una manifestación de escasa estatura? (Sí). Te digo que no necesitas observar ni escrutar estas cosas. Solo con escuchar estas palabras que expreso es suficiente para permitirte entrar en la realidad-verdad y embarcarte en la senda de la salvación. Si insistes en observar, ¿qué problemas surgirán? No solo no habrá resultados, sino que tampoco serás capaz de conocer a Dios en lo más mínimo y tus nociones sobre Él serán cada vez más fuertes. El Dios encarnado no está en absoluto relacionado con la persona de Dios, con el verdadero cuerpo de Dios del que Él habla, con la imagen de Dios que Dios profetizó en el Apocalipsis ni con la imagen de Dios que la humanidad ha visto a través de los relatos de tiempos pasados. Por tanto, no importa cómo observes al Dios encarnado, Él es siempre normal y práctico, una persona ordinaria; no te mostrará un lado que sea extraordinario o distinto a los demás. Entonces, ¿qué quiero decir con estas palabras? Simplemente te estoy diciendo que no debes observar ni escrutar al Dios encarnado. Cuanto más lo escrutes, más lejos estará Dios de ti. Si no lo escrutas, sino que te sometes puramente y eres capaz de aceptar la verdad, el Espíritu Santo te esclarecerá e iluminará, guiándote para que entiendas la verdad. Si siempre lo observas y lo escrutas, el Espíritu Santo te abandonará. Una vez que el Espíritu Santo te abandone, será como si toda tu visión se volviera negra y no pudieras distinguir nada. No entenderás las palabras de Dios cuando las leas; cuando te suceda algo, no serás capaz de desentrañarlo ni sabrás qué hacer, y cuando compartas con otros, no sabrás por dónde empezar. Te sentirás muy torpe y perdido incluso al hacer la cosa más simple que antes podías hacer. Ahí es cuando las cosas van completamente mal. ¿Son estas buenas señales? (No). Por tanto, cuando aparezcan estas señales, debes dar marcha atrás rápidamente y dejar de observar y escrutar a Dios. Y tampoco lo hagas cuando estas señales no aparezcan. ¿Por qué no deberías hacerlo? Esa senda no lleva a ninguna parte; esa no es la senda que deberías tomar. La senda que deberías tomar al seguir a Dios es aceptar la verdad y someterte a Él, no observarlo, escrutarlo ni someterlo a prueba. Especialmente en el caso del Dios encarnado, si nunca lo has visto y no sabes qué aspecto tiene, es normal examinarlo cuidadosamente cuando lo conoces por primera vez. Después de examinarlo, tienes una cierta impresión de Él y puedes asociar Su voz con la voz que habla en las grabaciones de los sermones: “Así que este es el aspecto del Dios encarnado, esta es Su altura, así es como viste. Es verdaderamente normal, práctico y ordinario; todo es cierto, tal como se describe en las palabras de Dios”. Con esto es suficiente; detente ahí. No sigas esforzándote en escrutar este asunto en tu corazón. A continuación, debes escuchar atentamente lo que Dios está compartiendo, meditar sobre qué aspecto de la verdad implica el asunto del que Él está hablando, anotarlo rápidamente, luego usar tu corazón para contemplarlo y, después de entenderlo, ponerlo en práctica. Esta es la manera correcta de tratar a Cristo, el Dios encarnado. No importa cómo comparta Yo ni qué contenido comparta, cuando se trata del Dios encarnado, siempre intento que conozcáis la normalidad, la practicidad y lo ordinario de Dios, en lugar de que lo asociéis con ser extraordinario, grande, único o distinto a los demás o lo conozcáis como alguien así. Cada asunto del que hablo, cada ejemplo que doy, está relacionado con este tema de la normalidad, la practicidad y lo ordinario del Dios encarnado. De ningún modo inventaré nada para hacerte pensar erróneamente que soy distinto a los demás, extraordinario o grande, que tengo el porte de un líder, la magnanimidad de un gran hombre o la amplitud de mente y el nivel propios de este. Déjame decirte que nunca entiendo lo que significan “nivel” o “amplitud de mente”, ni medito sobre esos aspectos ni pongo Mi corazón en ellos. ¿Sobre qué medito? Medito sobre qué temas compartir con vosotros que puedan llevaros a la realidad-verdad, qué temas os pueden instar, dirigir, ayudar y guiar, para que tengáis la voluntad y la determinación de sufrir y pagar un precio, y seáis capaces de perseguir la verdad, hacer bien vuestro deber y alcanzar la salvación. Siempre medito sobre qué temas hablar y qué sermones predicar para que la gente pueda embarcarse en la senda de la salvación, cumplir con su deber de una manera que cumpla con el estándar y convertirse en verdaderos seres creados. No importa de qué tema hable, siempre me esfuerzo por ayudaros a convertiros en seres creados que cumplan con el estándar, a aprender a someteros a Dios y a desarrollar un corazón temeroso de Dios. Nunca medito sobre qué palabras decir que os hagan tenerme en alta estima o qué cosas hacer para que me admiréis, de modo que en vuestro corazón sintáis que soy tan insondable como una persona famosa o un gran hombre; no tengo ninguna de estas cosas en Mi corazón. Nunca he pensado en cómo debería hablar, en Mi manera de expresarme o en cómo debería presentarme para haceros sentir que soy muy elevado, para hacer que seáis incapaces de comprenderme o alcanzarme y para haceros parecer muy insignificantes e ignorantes. Nunca pienso en estas cosas en Mi corazón y nunca hablo ni actúo para proteger Mi propio estatus, imagen o identidad; solo cumplo de todo corazón con Mi ministerio.

A veces, cuando estoy cansado, voy adonde viven los hermanos y hermanas para dar una vuelta y echar un vistazo. A veces también paseo por la granja, miro los huertos, los cerdos y las ovejas. Cuando veo un gatito, también lo acaricio, lo abrazo y hablo con él. Cuando veo un perrito adorable, también lo abrazo. Había una perra que dio a luz a más de diez cachorros. Estaba muy contenta delante de la gente, como si se hubiera apuntado un gran logro. La elogié, diciendo: “Ahora estás satisfecha contigo misma, ¿verdad? Mira, has dado a luz a tantos cachorros, realmente has hecho un gran trabajo. ¡Muy bien, te felicito!”. La acaricié y la abracé por el cuello. También visito las perreras, las tierras de cultivo y los huertos, miro por todas partes; es muy agradable. Dime, ¿van esas grandes figuras a estos lugares sucios, malolientes y desordenados? No van. Especialmente a lugares como las perreras y las pocilgas, con olores desagradables; la mayoría de la gente no está dispuesta a ir allí. A Mí tampoco me gustan los malos olores ni los olores desagradables, pero el ligero olor de un cachorro es tolerable. A veces, los cachorros se frotan contra Mí, me besan y me lamen la cara, y Yo los abrazo. Los animales son muy simples; confían en sus amos y no necesitan estar en guardia, así que pueden jugar e interactuar con ellos a placer. Su vida es así de sencilla. Algunas personas siempre dicen que les gustan los perros, los animales pequeños, y que cuidan de estos, pero cuando les pides que abracen a un cachorro, no están dispuestas a ello. Dicen: “¡Los perros son sucios y malolientes, y hasta podrían tener virus!”. Yo digo: “Eres muy tiquismiquis. ¿No te gustan los animales pequeños? Eso no es que te gusten de verdad”. ¿No son esas personas bastante hipócritas? (Sí). No se consideran a sí mismas gente corriente; creen que son nobles, que tienen una posición y que son grandes figuras, así que ¿cómo podrían interactuar con estos pequeños animales que la gente considera insignificantes? Incluso si los tocan con las manos, tienen que lavárselas y desinfectárselas rápidamente, e incluso se cambian de ropa y, al llegar a casa, se bañan de inmediato. Llevan la limpieza hasta ese extremo. Dime, ¿no son extrañas esas personas? Si de verdad no te gustan los animales pequeños, no finjas. Cuando la gente ve que finges, sabe que eres demasiado hipócrita y falso, siente náuseas con solo verte y se lleva una mala impresión de ti. Si no te gustan los animales, no finjas en absoluto ni intentes quedar bien. Cuanto más intentes quedar bien, más feo e inferior pensará la gente que eres. ¡Es mucho mejor ser honesto y auténtico! Si no puedes ser honesto y auténtico, eso demuestra que hay un problema con tu humanidad. En cualquier caso, la normalidad y practicidad del Dios encarnado es un hecho, y Su condición ordinaria también lo es. Mucha gente ha visto estas cosas al estar en contacto con Él y sabe que son hechos. Estos son los hechos que vosotros más deberíais entender y conocer. El Dios encarnado es una persona tan corriente y normal, y esto va en contra de las nociones de la gente. Si Él actuara como la humanidad corrupta, presumiendo de lo distinto que es de los demás, independientemente de si hiciera algo importante o insignificante, e intentando distinguirse, eso podría ser conforme a las nociones de la gente. Por un lado, están las diversas manifestaciones de la humanidad corrupta y, por otro, el Dios encarnado que, a pesar de expresar tanta verdad, sigue mostrando manifestaciones tan normales como las de una persona corriente. ¿Cuál de estas clases de manifestaciones es algo positivo que beneficia a la gente? ¿Cuál es algo negativo que la gente detesta y rechaza? ¿Sois capaces de discernirlo hasta cierto punto ahora? (Sí). Entonces no necesitamos entrar en más detalles; continuemos con el tema de la vez anterior.

En la reunión anterior, hablamos de otro tema sobre el hecho de desprenderse de las nociones y figuraciones acerca del Dios encarnado: no poner al Dios encarnado y a la humanidad corrupta al mismo nivel, ¿verdad? (Sí). Sobre este tema, enumeré algunas manifestaciones específicas del Dios encarnado en relación a cómo se comporta y actúa desde la perspectiva de Su humanidad, así como algunas manifestaciones de Su esencia-carácter: no engañar, no contender, no batallar, no urdir intrigas, no menospreciar a otros, no tomar represalias, no seducir, etc. De estas, en la ocasión anterior hablamos un poco sobre no engañar, no contender y no batallar. ¿Sobre qué manifestación deberíamos hablar esta vez? (No urdir intrigas). No urdir intrigas, al igual que no engañar, no contender y no batallar, es también un principio según el cual el Dios encarnado, esta persona corriente, se comporta y actúa. Por supuesto, este principio también está relacionado con Su esencia-humanidad y Su carácter. No urdir intrigas es también una manifestación específica de la esencia-carácter del Dios encarnado, esta persona corriente, o un aspecto de Su conducta propia ¿Es fácil de entender la expresión “no urdir intrigas”? ¿La entendéis todos? (Sí). El entendimiento más básico de no urdir intrigas es no tramar y no recurrir a tácticas ni a ardides astutos. Es decir, cuando tengo contacto y me relaciono con vosotros, ya sea en el trabajo o en la vida diaria, soy siempre honesto y auténtico. No recurro a tácticas, no me involucro en ardides astutos ni tramo. En lugar de eso, hablo con sinceridad, digo lo que tengo en Mi corazón y os cuento las cosas tal como son. No urdo intrigas contra vosotros ni os engaño. No usaré palabras floridas para ganarme vuestra confianza y luego hacer que estéis dispuestos a entregaros, sufrir y pagar un precio. ¿Me habéis visto hacer tales cosas? (No). Cuando os pregunto, sin duda diréis que no, pero ¿podéis dar un ejemplo para ilustrar esto? Si cada uno de vosotros puede dar un ejemplo, entonces este hecho quedará irrefutablemente probado y de verdad tendréis algún entendimiento de este punto: no urdir intrigas. Por ejemplo, alguien dice que en el mundo aprendió algunas habilidades y entiende cierta profesión. Da la casualidad de que la casa de Dios tiene un trabajo o una tarea que guarda relación con esa profesión que aprendió. Hablo con esa persona y le digo: “Entiendes un poco de esta profesión y da la casualidad de que la casa de Dios tiene trabajo en este ámbito. ¿Puedes, basándote en tu conocimiento profesional y de acuerdo con las reglas o principios de tu sector, hacer bien este trabajo? Si estás dispuesto, entonces este trabajo es tuyo”. ¿Hay en esto alguna palabra intrigante o de explotación? ¿Hay alguna palabra que oculte una trama? (No). ¿Estás seguro de que no? (Sí). Puesto que te has recomendado a ti mismo y presentado como alguien que entiende esta profesión, y Yo me he enterado de tu situación, te he asignado este trabajo. Si estás dispuesto a hacerlo y dices: “Acepto esto de parte de Dios; asumo este trabajo, este deber”, es decir, te ofreces voluntario para hacerlo, entonces deberías hacerlo bien. Si no estás dispuesto, puedes decirme a la cara que no quieres hacer este deber. ¿Acaso Yo te forzaría? (No). De acuerdo con Mis principios para tratar a las personas, no te forzaría. De ningún modo forzaré a un caballo a beber si no quiere, ni te obligaré a hacer las cosas según Mi voluntad personal. No te haré hacer cosas si no quieres hacerlas, ni actuaré como si, por tener esta identidad, Mis palabras debieran tener peso o ser como las de un emperador en su condición definitiva e inalterable. Trato a las personas con tolerancia; te doy la libertad de elegir por ti mismo. Siempre dispongo el trabajo basándome en las necesidades del trabajo de la casa de Dios. Si hay personas con experiencia en el área o expertas en el campo que estén dispuestas a hacer el trabajo y puedan hacerlo mejor, eso es ciertamente genial. Si nadie lo entiende, entonces, con las capacidades que tenemos, hacemos todo lo que podemos y hasta donde podemos. Ese es Mi principio. Si se te asigna cierto trabajo, pero dices: “No quiero hacerlo. No me gusta que la gente me explote ni que la casa de Dios me dirija; yo tomo mis propias decisiones”, entonces, de acuerdo, la casa de Dios no te usará. Hacer el deber de uno es algo que se hace de buen grado y voluntariamente. La iglesia solo puede disponer trabajo para la gente cuando esta está dispuesta a hacer su deber después de creer en Dios. Si no estás dispuesto a hacer tu deber, la casa de Dios no te obligará, y menos aún usaré Yo Mi identidad o estatus para obligarte a hacer el trabajo de la iglesia. El pueblo escogido de Dios hace su deber y su trabajo enteramente por medio del entendimiento de la verdad. Cuando la gente no entiende la verdad, la casa de Dios no la obligará ni le exigirá que haga su deber, y menos aún haré Yo que la gente actúe enteramente de acuerdo con Mi voluntad. Por tanto, si quiero que hagas algo, lo diré directamente. De ningún modo recurriré a tácticas, lanzaré indirectas ni usaré un lenguaje velado para que averigües el significado de Mis palabras. No haré eso. Si tienes la estatura y el sentido de la carga para hacer algún trabajo para la casa de Dios, te preguntaré directamente: “¿Estás dispuesto a asumir este trabajo?”. O diré aún más directamente: “Simplemente, asume este trabajo”. Hablo sin rodeos, todo en un lenguaje llano. Mientras seas humano, puedes entenderlo. No necesitas desperdiciar neuronas reflexionando y tratando de captar lo que Mis palabras significan en realidad o por qué las he dicho. No haré que te devanes los sesos para captar el significado de Mis palabras; te lo diré directamente. Sea cual sea el significado literal de Mis palabras, eso es lo que significan. Además, ¿por qué te pido que hagas este trabajo? Porque eres una persona que hace su deber en la casa de Dios y estás dispuesto a hacerlo en ella. Entonces, tienes la obligación de asumir cualquier trabajo en la casa de Dios que requiera que pongas de tu parte. Cualquier trabajo o tarea que te encomiende, te lo encomiendo enteramente porque te considero un creyente en Dios. Deberías aceptarlos como tu responsabilidad, obligación y deber; hacerlo es lo correcto. Todo ello, ya sea mediante la encomienda de un trabajo o la asignación de tareas, es para que cumplas el deber de un ser creado, y también para que busques la verdad y la obtengas al hacer tu deber. Aquí no hay ninguna relación transaccional, ni te estoy engatusando ni engañando. Todas estas palabras pronunciadas y tareas asignadas son positivas y francas; no hay secretos. No hay relaciones basadas en dinero, cosas materiales o intereses involucrados, ni tampoco una relación de explotación o de ser explotado. De ningún modo se trata de usar tus puntos fuertes, habilidades o conocimiento profesional para que la casa de Dios se beneficie de ello; la casa de Dios no hará eso en absoluto. Hacer el deber de uno surge enteramente de la buena disposición y la voluntariedad; la casa de Dios nunca obliga a nadie. Aceptar este deber es lo que tú, como ser creado, deberías hacer. Hacer este deber es también la senda para que experimentes la obra de Dios y alcances la salvación. Al hacer tu deber, aprendes a someterte a Dios, obtienes la verdad y, así, recibes la aceptación, el recuerdo y el reconocimiento de Dios. Esta es la cosecha que deberías recoger por lo que has entregado. Por tanto, deberías aceptar este trabajo como tu deber, sin recelos ni sospechas. Cualquier cosa que quiera que hagas, te la diré con sinceridad. Me gusta hablar llanamente. No necesito engatusarte como a un niño de tres años, andándome con rodeos, hablando en círculos y diciéndote cosas bonitas. No haré eso. Si sabes cantar o bailar y posees estas condiciones innatas, entonces, cuando se disponga que hagas este deber, deberías aceptarlo. Si dices: “Basándome en mis condiciones innatas, no estoy del todo cualificado para este deber. ¿Está bien si no lo hago?”. Está bien. Es tu libertad; no te obligaré.

Sea lo que sea lo que Yo diga u os pida hacer, no hay intrigas de por medio. Cuando hablo con líderes y obreros, les pregunto: “¿Cómo ha ido la vida de iglesia últimamente? Los recién llegados han empezado a vivir la vida de iglesia. ¿Qué problemas tienen todavía? ¿Se han resuelto? ¿Qué piensan después de ver las películas o los testimonios vivenciales de la casa de Dios?”. Algunos líderes y obreros no pueden responder. Reflexionan en su corazón: “¿Estás intentando engañarme para que revele mi verdadera situación? ¿Estás comprobando si he hecho algún trabajo real? ¡Debo responder con cautela y no ser descuidado! Puedo hablar del trabajo que se ha hecho bien, pero si algún trabajo no se ha hecho o se ha hecho de manera incorrecta, no debo mencionarlo en absoluto. ¡En cuanto lo mencione, quedará en evidencia el problema!”. Por eso, cuando informan sobre su trabajo, siempre son reacios a decir una palabra de más y tienen mucho miedo de dejar en evidencia los problemas. Esas personas tienen una mente complicada. Cuando les pregunto algo, en realidad tienen las palabras en la punta de la lengua, pero no las dicen directamente. Tienen que reflexionar y procesarlo en su mente: “¿Por qué preguntas esto? ¿Cómo puedo responder apropiadamente para que, por un lado, no conozcas la situación real y, por otro, quedes satisfecho?”. De hecho, ni una sola palabra de las que digo pasa por un filtro mental. ¿Cuál es Mi estado cuando hago preguntas? Cuando veo a alguien y sé de qué trabajo es responsable, pienso inmediatamente en qué tareas concretas puede hacer, qué problemas es propenso a encontrar en su trabajo y qué dificultades podría afrontar. Pensando en esto, le pregunto directamente: “¿Cómo ha ido la vida de iglesia últimamente en las iglesias de las que eres responsable? ¿Son adecuados todos los líderes y diáconos de la iglesia? ¿Saben los hermanos y hermanas cómo comer y beber las palabras de Dios? ¿Practica la mayoría de ellos la devoción espiritual? ¿Aprenden himnos y danzas en su tiempo libre? ¿Cómo progresa el trabajo evangélico?”. Cada pregunta que hago es directa y sin rodeos, sin poner a prueba a nadie ni tener motivos ocultos. Solo estoy considerando el trabajo y la entrada en la vida de las personas. Respondas como respondas, no te verás sometido a prueba ni aprovecharé nada de lo que me digas para usarlo en tu contra; no existe el problema de que te delates o de que se aproveche algo de lo que digas para usarlo en tu contra. Simplemente, estoy tratando de informarme sobre el trabajo, no estoy indagando deliberadamente sobre la situación de nadie ni tengo en el punto de mira a nadie para ocuparme de él o destituirlo. La iglesia no se involucra en luchas de clases ni en disputas entre facciones; hace trabajo real. A veces, cuando veo a hermanos y hermanas o a líderes y obreros, solo quiero charlar de manera informal, decir algunas palabras sinceras y hablar de cosas cotidianas. A veces también pregunto qué problemas existen todavía en el trabajo de la iglesia. Todo lo que digo es lenguaje cotidiano, son palabras sinceras. Por ejemplo, os pregunto: “¿Cómo ha ido la vida de iglesia últimamente? ¿Pueden los hermanos y hermanas beneficiarse de cada reunión? ¿Puede el hecho de vivir la vida de iglesia ayudar a resolver problemas reales?”. Algunas personas responden: “La vida de iglesia no ha ido bien últimamente. Aunque nos reunimos, no hay grandes ganancias y no se pueden resolver los problemas fundamentales”. Entonces pregunto: “¿Dónde radica el problema?”. La mayoría de la gente no sabe responder. Dime, ¿hay alguna trampa en Mi pregunta? ¿Hay alguna trama detrás? En absoluto. Solo pregunto para informarme sobre el trabajo y captar la situación, a fin de poder compartir la verdad con vosotros y resolver problemas. Respondáis como respondáis, no os veréis sometidos a prueba. Algunas personas relativamente simples pueden hablar con sinceridad. Dicen: “Los hermanos y hermanas acaban de aceptar la obra de Dios y todavía no tienen mucha experiencia. No tienen nada que decir durante las reuniones. Si leen demasiadas palabras de Dios, no pueden comprenderlas, y además les entra sueño y no pueden asimilarlas. No sabemos cómo resolver esto”. Yo digo: “Esto es fácil de resolver. Todos pueden cantar primero un himno, luego bailar un poco y después leer algunas palabras de Dios. Los que tengan entendimiento pueden hablar de su entendimiento, y los que tengan experiencia pueden hablar de su experiencia. Los que no tengan entendimiento ni experiencia también pueden plantear sus dificultades reales y dejar que los hermanos y hermanas con experiencia los ayuden a resolverlas. ¿No serán así fructíferas las reuniones? Los de pequeña estatura también pueden ser edificados”. ¿Ves? ¿Acaso no resuelve eso el problema? Cuando charlo con la gente, a veces haciendo algunas preguntas, ciertas personas con una mente complicada reflexionan: “Tu pregunta es bastante directa. No sé qué quieres decir con ella. ¡Debo tener cuidado con mi respuesta!”. Yo digo que te equivocas. No importa con quién charle o qué preguntas haga, el objetivo final es siempre descubrir y resolver problemas, asistirte y guiarte, y ayudarte a resolver problemas. Primero, no es para dejarte en evidencia y hacerte quedar como un necio. Segundo, no es para verificar si dices la verdad o si eres una persona ingenua. Tercero, no es para engañarte a fin de que reveles tu verdadera situación. Cuarto, menos aún es para verificar si eres competente para el trabajo o si puedes hacer trabajo real. De hecho, no importa cómo charle contigo, todo es para ayudarte y guiarte a cumplir tu deber, hacer bien el trabajo y resolver problemas. Algunas personas piensan demasiado en Mis simples preguntas, con mucho miedo de que haya algún significado oculto. Algunos incluso sospechan que estoy urdiendo intrigas contra ellos. Claramente quiero ayudarte a resolver problemas, pero tú piensas erróneamente que estoy urdiendo intrigas contra ti. ¿No es esto agraviarme? (Sí). Entonces, ¿cuál es el problema aquí? ¡El corazón humano es falso! Aunque la gente pueda decir en voz alta: “Tú eres Dios, debo decirte la verdad y ser franco Contigo. ¡Te sigo, creo en Ti!”, en el fondo no piensan así. Por muy corrientes y simples que sean Mis preguntas, la gente a menudo las interpreta de una manera demasiado susceptible. A través de sus conjeturas y luego de su escrutinio, les dan muchas vueltas y parece que encuentran la respuesta final, pero en realidad, está muy lejos de la intención original de Mis palabras. Es claramente una pregunta muy simple, pero ellos le dan demasiadas vueltas. ¿No son esas personas demasiado susceptibles? No importa lo que pregunte, el corazón se les agita después de oírlo: “¿Por qué preguntas eso? ¿Cómo puedo responder de una manera que te satisfaga y no revele ningún defecto? ¿Qué debo decir primero y qué después?”. En tres o cinco segundos, les salen las palabras, sin demora alguna. Su mente es más rápida que una computadora. ¿Por qué es tan rápida? De hecho, este proceso ya es un hábito para ellas; es su truco y estilo habitual al tratar con la gente y manejar los asuntos. Urden intrigas contra todo el mundo. Por eso, por muy simples que sean Mis preguntas, ellas les dan demasiadas vueltas, creyendo que tengo algún motivo u objetivo. Reflexionan en su corazón: “Si respondo con sinceridad, ¿no dejaré en evidencia mi verdadera situación? Eso equivale a venderme. No puedo dejar que conozcas mi verdadera situación. Entonces, ¿cómo debo responder apropiadamente? ¿Cómo puedo hacer que estés contento y satisfecho, que tengas una buena impresión de mí y que sigas usándome?”. ¡Mirad qué falsas son estas personas! Su mente es demasiado complicada. No importa cómo les hable, dudarán y escrutarán. ¿Pueden tales personas practicar la verdad? ¿Pueden ser aptas para que Dios las use? En absoluto. Esto se debe a que la mente de tales personas es demasiado compleja y nada simple; cualquiera que esté en contacto con ellas durante mucho tiempo puede verlo. La gente es particularmente buena urdiendo intrigas, pero ¿he urdido Yo alguna vez intrigas contra vosotros cuando hablo y me comunico con vosotros? (No). Ya sea que esté tratando de informarme sobre tu estado personal o sobre la situación de tu trabajo, siempre es para ayudarte, para resolver problemas en el trabajo. Incluso si cometes errores y te sobreviene la poda o la destitución, no urdiré intrigas contra ti ni te atormentaré. Una vez que el problema se resuelva, todo habrá acabado. La casa de Dios no urdirá intrigas contra ti ni te atormentará, y menos aún me aferraré Yo a tus faltas para usarlas en tu contra y me negaré a soltarlas, o pensaré en formas de desacreditarte y hacer que todos te aíslen y te rechacen, para hacerte sentir sin esperanza y que renuncies por tu cuenta. No haré eso en absoluto. Si no eres adecuado para ser un líder u obrero, como mucho diré: “Tu calibre es demasiado escaso y careces de entendimiento espiritual. No eres adecuado para ser un líder u obrero. Incluso si fueras elegido como líder u obrero, no podrías hacer trabajo real”. La casa de Dios no te atormentará ni urdirá intrigas contra ti en absoluto por esto.

Existen principios sobre a qué tipo de personas asciende y utiliza la casa de Dios y a cuáles no, y sobre a quiénes cultiva y a quiénes no; todo se basa en las necesidades del trabajo de la casa de Dios. No importa a quién se ascienda y utilice, el objetivo es cultivarlas para que puedan hacer bien su deber y sepan cómo experimentar la obra de Dios, y para que sean capaces de asumir el trabajo y actuar conforme a los principios-verdad. No importa qué problema se esté resolviendo, el objetivo es permitirles entender más de la verdad y aprender a extraer lecciones y obtener discernimiento de las diversas personas, acontecimientos y cosas con los que se encuentren. De esta manera, les es más fácil entrar en la realidad-verdad en todos los aspectos. No se trata de aprovecharse de ti para que rindas servicio, y mucho menos de hacerlo para cubrir un puesto vacante porque no pueda encontrarse a nadie adecuado, solo para echarte cuando aparezca alguien que sí lo sea. No es así. De hecho, ese trata de darte la oportunidad de formarte. Si persigues la verdad, te mantendrás firme; si no la persigues, seguirás sin poder mantenerte firme. No es en absoluto que, porque a la casa de Dios le resultes desagradable, vaya a buscar un asidero contra ti y una oportunidad para descartarte. Cuando la casa de Dios dice que te cultivará y te ascenderá, es que te cultivará de verdad. Lo que importa es cómo te esfuerces por la verdad. Si no aceptas la verdad en lo más mínimo, entonces la casa de Dios renunciará a ti y ya no te cultivará. Algunas personas, tras un período de cultivo, son destituidas porque su calibre es escaso y no pueden hacer un trabajo real. Algunas, durante su período de cultivo, no aceptan la verdad en lo más mínimo, actúan a su antojo y trastornan y perturban el trabajo de la casa de Dios, y son destituidas. Otras no persiguen la verdad en absoluto, recorren la senda de los anticristos, siempre trabajan por la fama, el provecho y el estatus, y son destituidas y descartadas. Todas estas situaciones se gestionan de acuerdo con los principios de la casa de Dios para utilizar a las personas. La casa de Dios seguirá cultivando a aquellos que pueden aceptar la verdad y esforzarse por ella, incluso si cometen transgresiones al equivocarse en algo. Si no se trata de alguien que pueda aceptar la verdad y no la acepta cuando le sobreviene la poda, entonces se le debe destituir y descartar directamente. Algunos dicen: “¿No es esto como exprimir a alguien hasta dejarlo seco y luego desecharlo? ¿No es esto aprovecharse de la gente?”. Decidme, ¿alguna vez la casa de Dios ha destituido, descartado o dejado de cultivar a alguien porque a esa persona ya no le quedaba valor del que aprovecharse? ¿Ha ocurrido algo así? (No). Entonces, ¿en qué circunstancias la casa de Dios destituye o descarta a las personas? (La casa de Dios solo destituye o descarta a alguien cuando esa persona no puede asumir el trabajo o cuando causa trastornos y perturbaciones y comete maldad). A nadie se le destituye sin una razón. Algunos tienen un calibre escaso y no pueden hacer un trabajo concreto. Algunos poseen cierto calibre, pero no hacen un trabajo concreto ni salvaguardan los intereses de la casa de Dios; no hacen el trabajo que son capaces de hacer, no están dispuestos a ocuparse del trabajo de la iglesia y a cansarse haciéndolo, como tampoco a sufrir, pagar un precio y ofender a la gente. Tales personas no pueden hacer un trabajo real, por lo que deben ser descartadas; ya no es apropiado que ocupen ese puesto. No solo obstaculizan el trabajo de la iglesia, sino que también afectan a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios. En tal situación, deben tener autoconciencia y dimitir rápidamente, para dejar que aquellos que pueden hacer un trabajo real asuman esta labor. Algunos no hacen un trabajo real, pero disfrutan de los beneficios del estatus e incluso causan perturbaciones y trastornos. Siempre les preocupa que lo Alto descubra sus problemas y los destituya, así que, cuando llega el momento de informar sobre su trabajo, fingen plantear algunas preguntas para buscar la verdad y se muestran especialmente proactivos, con la intención de dar una buena impresión a lo Alto y demostrar que son personas que buscan la verdad y pueden hacer un trabajo real. Lo Alto asciende y utiliza a las personas no en función de si saben hablar bien, si son expertas en plantear preguntas o si son de mente ágil, sino que las selecciona y cultiva en función de si aman y persiguen la verdad y si pueden hacer su deber devotamente. También hay algunos que no solo no hacen un trabajo concreto ni salvaguardan los intereses de la casa de Dios, sino que además causan trastornos y perturbaciones y traicionan los intereses de la casa de Dios. Los arreglos del trabajo de la casa de Dios estipulan claramente lo que no está permitido hacer y lo que se debe hacer, pero ellos no implementan ni un solo punto e incluso cometen fechorías de manera imprudente. Ha habido muchas personas así y todas han sido destituidas. Sea cual sea la situación, cuando la casa de Dios asciende a estas personas, siempre lo hace para cultivarlas y guiarlas a la realidad-verdad, con la esperanza de que puedan hacer bien el trabajo de la iglesia y cumplir con los deberes que les corresponden. Aun cuando no sepas cómo hacer algún trabajo por ser necio y carecer de perspectiva o porque tu calibre es escaso, mientras te esfuerces por los principios-verdad, tengas ese sentido de la responsabilidad, estés dispuesto a hacer bien ese trabajo y puedas salvaguardar el trabajo de la iglesia, la casa de Dios te seguirá cultivando aunque hayas hecho algunas tonterías en el pasado. Algunos, a pesar de tener un calibre algo escaso, pueden hacer algún trabajo sencillo. Aunque su charla sobre la verdad para resolver problemas no pueda dar buenos resultados, pueden salvaguardar el trabajo de la iglesia. Sea cual sea el aspecto de la verdad que se comparta en cada reunión, son capaces de aceptarlo y de ser obedientes y sumisos. Si algún trabajo no se hace bien, pueden extraer lecciones de ello. Aunque su calibre es algo escaso, su corazón puede esforzarse por la verdad. Después de trabajar durante un tiempo, progresan y sus resultados son cada vez mejores. A Mis ojos, tales personas tienen esperanza de obtener la salvación. La mayoría de la gente cree que los que poseen buen calibre tienen probabilidades de obtener la salvación. A Mi juicio, no es necesariamente así. La clave es que las personas tienen que perseguir la verdad para poder obtener la obra del Espíritu Santo, despojarse de su carácter corrupto y obtener la salvación. Algunos tienen un calibre promedio y los resultados de su deber también son promedio, pero tras años de riego y provisión por parte de la casa de Dios, empiezan a poner su corazón en la verdad y, de hecho, llegan a entender algunas verdades. También obtienen algunas experiencias prácticas, pueden desentrañar ciertas cosas y resolver algunos problemas, con lo que progresan cada vez más en el trabajo de la iglesia. Esto es bastante bueno; merece la pena cultivar a tales personas. Aunque puede que no seas del todo competente para este trabajo, como mínimo lo Alto te ha dado cierta afirmación al confiártelo. Decidme, ¿disponer que la gente realice un deber es aprovecharse de ella? (No). No importa cuánto trabajo seas capaz de hacer o cómo sea tu calibre, ascenderte y utilizarte no es aprovecharse de ti. Más bien, la intención es usar esta oportunidad para permitirte formarte en la realización del trabajo y para perfeccionarte por medio de tu búsqueda de la verdad y a través del trabajo duro y la asunción de cargas pesadas. Por un lado, esto te perfecciona personalmente; por otro, también cumple con la obra de la casa de Dios. Has preparado buenas obras y, a la vez, has obtenido ganancias en tu entrada personal en la vida. ¡Qué bueno es eso! Son dos buenos resultados en una sola acción. Algunos de aquellos a los que se reveló y descartó dijeron una vez: “¿Pretendéis aprovecharos de mí para que rinda servicio para la casa de Dios? ¡Ni hablar! ¡No soy tan tonto!”. Son capaces incluso de pronunciar tales palabras. ¿Creen de veras en Dios? ¿Entienden la verdad tales personas? ¿Cómo va a equivaler disponer que la gente haga algún deber a aprovecharse de ella? Si de veras eres alguien que entiende la verdad, deberías entender las intenciones del Creador y cumplir con el deber de un ser creado. Esto es cumplir con la propia responsabilidad y obligación como ser humano. Si ni siquiera tienes esta mínima conciencia y razón, ¿eres digno de ser llamado un ser creado? Si de veras tienes conciencia y razón, deberías tratar tu deber correctamente. Si posees el calibre para ello, deberías esforzarte por la verdad. Si estás dispuesto a poner proactivamente de tu parte, la casa de Dios dispondrá que hagas cierto trabajo, que asumas una carga. Esto no es urdir intrigas contra ti ni aprovecharse de ti, sino ascenderte, cultivarte, permitir que te formes y guiarte a la realidad-verdad. Es así de simple. Algunos dicen: “Ya soy viejo, mi motivación es insuficiente y mis fuerzas físicas flaquean. No quiero seguir asumiendo esta carga. ¿Puedo dimitir?”. Yo digo que está bien, pero antes de dimitir, debes pensarlo detenidamente. Si tu decisión no se debe realmente a razones físicas, sino a que tus pensamientos personales han cambiado, te lo has pensado mejor, temes sufrir, cansarte, subir más alto para luego caer con más fuerza, y siempre tienes el pensamiento y el punto de vista de que en la cima se está solo, entonces debes ser cauto. No rechaces este encargo, este deber especial; debes considerarlo detenidamente. Tales oportunidades son pocas y poco frecuentes; son raras, ¿verdad? Quizá insistas, diciendo: “No hace falta que me convenzas. Lo he pensado durante mucho tiempo y ya he tomado una decisión. No puedes convencerme; simplemente, ya no quiero soportar este cansancio. Todos los demás están cómodos, ¿por qué debería ser yo el único que está tan cansado? ¿Estoy destinado a sufrir? ¡No estoy dispuesto a soportar tal adversidad! ¡No estoy dispuesto a resignarme al porvenir! ¡La iglesia no debería urdir intrigas contra mí; no soy su esclavo ni me he vendido a ella!”. No deberías seguir pronunciando estas palabras desagradables; decir más te llevará a cometer demasiados pecados, y tienes que responsabilizarte de las palabras que has dicho y de las decisiones que has tomado. En primer lugar, crees en Dios para obtener bendiciones; no te has vendido a la casa de Dios. En segundo lugar, si quisieras venderte a la casa de Dios, esta todavía tendría que considerar detenidamente si tienes ese valor, si sería útil comprarte. Así que, si piensas que la casa de Dios está urdiendo intrigas contra ti y que quiere aprovecharse de ti para que rindas servicio, piensas erróneamente, porque los estándares por los que la casa de Dios examina a las personas son si estas creen sinceramente en Dios, si aman la verdad y si pueden obedecer las palabras de Dios y someterse a Él. La casa de Dios selecciona y cultiva a las personas basándose en estos estándares. Si piensas tan mal de la casa de Dios, entonces no tienes conciencia ni razón y no vales absolutamente nada. La casa de Dios no solo no te utilizará para que hagas tu deber, sino que además tendrá que descartarte rápidamente, a ti, un incrédulo. Si no eres un creyente sincero en Dios, deberías abandonar sin demora la casa de Dios; no vayas dando tumbos por ella. No perteneces a la casa de Dios; la casa de Dios no necesita a gente así. Vete rápido.

Ya esté charlando o compartiendo y predicando formalmente, Mi propósito en cada palabra que digo, cada asunto del que hablo y cada aspecto de la verdad que comparto es permitiros conocer vuestros propios estados corruptos, reconocer vuestros defectos, deficiencias, carencias y dificultades y, lo más importante, conocer vuestro propio carácter corrupto y las revelaciones de vuestra corrupción en diversos trasfondos y entornos. Una vez que conozcáis vuestro carácter corrupto, tendréis un entendimiento más profundo de vosotros mismos, conoceréis vuestra propia medida y seréis un poco más razonables. También os compararéis con las palabras de Dios y encontraréis en ellas los principios y sendas de práctica relevantes para resolver vuestras propias dificultades, ya sea resolviendo el carácter corrupto que reveláis en la vida diaria o vuestras deficiencias en humanidad. Poco a poco, os despojaréis de ese carácter corrupto y de los diversos pensamientos y puntos de vista satánicos que Dios detesta y, al aceptar la verdad, lograréis cambios verdaderos en vuestros puntos de vista sobre las cosas y en vuestro carácter-vida. Esta es la única manera que es conforme a las intenciones de Dios. En todas estas palabras que digo, ya sea charlando con vosotros en la vida diaria o compartiendo y predicando formalmente, cada palabra se pronuncia basándose en vuestras situaciones reales. Digo estas palabras porque he visto vuestras necesidades. Aunque puede que los hechos que enumero se hayan sometido a un simple procesamiento, estos ejemplos son casos representativos seleccionados a partir de los hechos de vuestras revelaciones de corrupción y vuestras acciones. Al usar estos hechos y ejemplos, Yo desenmascaro el carácter corrupto y la esencia-naturaleza de la humanidad para que la gente pueda reflexionar sobre sí misma, y esto dará buenos resultados. Por tanto, no importa sobre qué tema hable, en primer lugar, no hay trampas; en segundo lugar, no hay conspiraciones; y en tercer lugar, no hay pruebas. Todo es para permitiros entender mejor las intenciones y los requerimientos de Dios, para que logréis contemplar a las personas y las cosas y comportaros y actuar conforme a los principios-verdad y, en último término, para que acudáis ante Dios y tengáis sumisión y temor hacia Él. Todos estos son hechos. Así que, cuando me comunico o charlo con vosotros sobre algunos asuntos que ocurren en la vida diaria o participo en intercambios y consultas formales relacionados con el trabajo, no importa cuántos años pasen, al echar la vista atrás, ¿ves alguna conspiración o trampa en Mis palabras? (No). ¿Hay alguna intención de aprovecharme de vosotros? ¿Hay alguna intención de extorsionaros? (No). ¿Estáis seguros? (Sí). Por ejemplo, alguien es responsable de la ganadería en una granja. Le pregunto cuántos días tarda una gallina en poner un huevo y él reflexiona: “¿Qué quieres decir al preguntar esto? ¿Estás intentando ver si alimento bien a las gallinas? Entonces, ¿cómo debería responder adecuadamente? Si digo que ponen un huevo al día, en realidad no es factible; eso sería mentir. Si digo que ponen un huevo cada dos o tres días, ¿pensarás que no he alimentado bien a las gallinas y que no les he dado pienso nutritivo? Entonces, ¿cómo debería responder adecuadamente?”. Sigue reflexionando en su corazón y nunca da una respuesta. En realidad, no tengo ninguna otra intención al preguntar esto; solo quiero obtener algo de información sobre cómo se crían las gallinas. Pero, en cuanto pregunto, él le da demasiadas vueltas y sigue intentando adivinar qué quiero decir con mi pregunta. Decidme, ¿es difícil tratar con gente así? ¿Es siquiera posible comunicarse con normalidad al estar en contacto con tales personas? Se vuelve imposible la comunicación. Tengo una costumbre: siempre me gusta dar una vuelta y ver cómo van las cosas. A veces descubro algunos problemas. Si se trata de una cuestión de limpieza del entorno, entonces hay que limpiar. Si es un tema relacionado con el personal, entonces hay que hacer ajustes. Si se trata de un asunto relativo a las habilidades profesionales, entonces debemos consultar y aprender. Cuando se descubren problemas, estos deben corregirse. Muchos problemas se han descubierto sin querer y resuelto durante las charlas cotidianas; algunos problemas reales se resolvieron fácilmente. Por tanto, no hay necesidad de que la gente esté tan nerviosa al entrar en contacto y relacionarse conmigo. Muchos problemas se descubren a través del contacto con la gente y se resuelven fácilmente. Estar en contacto con las personas y charlar con ellas es muy necesario; no se trata solo de enterarse de la situación y descubrir problemas, sino también de resolverlos al mismo tiempo. ¿No es esto una ganancia? (Sí). Cuando charlo con la gente, algunos hablan con sinceridad, mientras que otros piensan de manera muy complicada y no se atreven a hablar con franqueza, siempre preguntándose si Mis palabras tienen un significado oculto o si estoy intentando urdir intrigas contra alguien. Así que, en cuanto les pregunto algo, se ponen nerviosos y empieza a sudarles la frente. Les digo: “No hace calor, ¿por qué sudas?”. Ellos dicen: “¡Puede que tú no sientas calor, pero yo sí! Lo que dijiste me asustó tanto que el corazón casi se me sale del pecho. Ahora me sudan las palmas de las manos y las plantas de los pies, el corazón me late con fuerza y no sé qué hacer”. Les digo: “No hace falta que te pongas nervioso. Solo estoy hablando de manera informal, solamente estoy charlando. Si de verdad hay un problema, simplemente lo resolveremos. No pienses que soy tan aterrador, como si descubrir cualquier problema significara que fuera a ejecutar a toda tu familia. Yo no ‘resuelvo’ a las personas; resuelvo los problemas. Resolver los problemas es la clave”. ¿Qué clase de fe deberías tener? Por un lado, Yo actúo sin duda conforme a los principios, con absoluta justicia. No actuaré con emoción, obstinación o arbitrariedad: no te encontraré desagradable para luego buscarte defectos, criticarte por nimiedades o buscar fallos, y después echarte y encontrar a alguien que me agrade para hacer el trabajo. Por otro lado, trato con todo el mundo basándome en la situación y el problema reales; hay principios. A las personas se les permite cometer errores, se les permite ser necias, débiles y negativas. Pero una cosa no está permitida: si eres problemático y trastornas y perturbas intencionadamente el trabajo de la iglesia, deberías reflexionar sobre ti mismo. Si no salvaguardas los intereses de la casa de Dios, si siempre los traicionas, entonces la iglesia no te necesita para que hagas tu deber; la casa de Dios tendrá que encontrar a una persona adecuada para reemplazarte. Esto es actuar conforme a los principios. Cómo resuelvo los problemas, cómo manejo los asuntos, cómo trato a las personas; todo se hace conforme a los principios. No tienes que preocuparte de que vaya a encargarme de ti si descubro algún problema en ti; depende de qué problema sea, y la situación se manejará de acuerdo con la naturaleza del problema. Si la naturaleza de tu problema no es muy grave, si no lo causaste intencionadamente, sino por un descuido momentáneo o por necedad, entonces se resolverá mediante la charla sobre la verdad. Aprende la lección y no vuelvas a cometer el error. A veces el problema se debe a que la gente carece de conocimiento y experiencia y no entiende ciertas habilidades profesionales; en ese caso, aprende rápidamente las habilidades profesionales y no seas perezoso. Pero si es deliberado e intencionado, si no estás dispuesto a realizar este deber e incluso dañas adrede los bienes de la casa de Dios, entonces esto debe manejarse con seriedad. Los que deban ser destituidos, serán destituidos, y los que deban ser expulsados, serán expulsados; de nada sirve tener miedo. Si tenéis esta fe, entonces, cuando Yo hable y maneje asuntos con vosotros, os sentiréis mucho más tranquilos. Cuando hable contigo o discuta asuntos laborales o profesionales, debes saber relajarte, saber que Dios no urdirá intrigas contra nadie ni tampoco contra ti; puedes estar tranquilo. Si careces incluso de esta fe, si no crees que Dios es bueno y justo, entonces, cuando dices que crees en Dios, que sigues al Dios encarnado, que sigues a Cristo, ¿dónde está tu fe? ¿Cómo puedes llegar a ser sincero con Él? Si a cada paso te guardas de Él, especulas sobre Él, sospechas de Él y lo escrutas, es que no tienes una fe verdadera en Él. Si no tienes una confianza verdadera, una fe verdadera en esta persona, ¿hasta qué punto puedes creer en Mis palabras? ¿Hay alguna declaración que puedas creer de verdad, aceptar de verdad? Casi no hay ninguna, ¿verdad? (Sí).

Una vez, fui a una iglesia a ver cómo estaban las cosas. Al entrar en la estancia, primero saludé a todos. Algunas personas se acercaron, me ofrecieron enseguida una silla para que me sentara y luego dijeron que estaban discutiendo un asunto. Mientras hablaban, de pronto advertí que hacía un momento había cuatro o cinco personas en la estancia, pero ahora solo quedaban dos. Pensé que tal vez habían vuelto a sus habitaciones para peinarse y arreglarse y que saldrían en breve, pero permanecí allí un buen rato y no salieron. Entonces lo comprendí: no era bienvenido; había llegado en un mal momento. Era un huésped inesperado. Mi llegada los hizo sentir constreñidos e incómodos. Pensaron: “¿Tendrá algún propósito Tu visita?”. Temían caer en una trampa, ser engañados o que hubiera algún complot, así que se negaron a verme cara a cara y a comunicarse o interactuar Conmigo. No es una exageración ni le he añadido florituras. No estoy contando un cuento; esto ocurrió de verdad. Quizá solo cuando abrí la puerta y me fui, respiraron por fin aliviados y dijeron: “¡Por fin se ha ido! ¡Casi me muero del susto!”. Pensé para Mí: “¿Tengo Yo tanto ‘encanto’ como para asustar a la gente hasta tal punto?”. Decidme, cuando la gente exhibe estas manifestaciones, ¿qué problema denota? De verdad que nunca he visto a nadie creer en Dios de esta manera. A esta clase de persona le gusta vivir en rincones oscuros; no le gusta vivir a la luz ni de una manera abierta y transparente. Decidme, cuando estoy en contacto con vosotros, ¿os sentís incómodos y nerviosos, sin ganas de comunicaros Conmigo? ¿O estáis dispuestos a tener contacto Conmigo, deseando obtener algo de la verdad, y no os importa siquiera que eso os haga sentir un poco nerviosos? ¿Cuál es vuestro estado de ánimo? (Aunque nos sintamos un poco nerviosos, está bien mientras podamos entender la verdad y obtener algún beneficio). La mayoría de la gente, después de estar en contacto y comunicarse Conmigo durante dos o tres horas, considera que muchas de las palabras de Mi enseñanza son muy importantes, que son cosas que nunca antes habían oído, por lo que sienten que escuchar esas palabras ese día valió muchísimo la pena y empiezan a estar especialmente dispuestos a escuchar Mi enseñanza. Si de vez en cuando mantengo una charla informal, se sienten un poco decepcionados y solo se quedan satisfechos si pueden obtener algo de Mis palabras. Con esa clase de personas, estoy dispuesto a compartir algunas verdades, incorporando asuntos de la vida real, para que todos puedan beneficiarse. Algunas personas, cuando me ven, siempre temen que les pregunte sobre ciertas situaciones y que no sepan cómo responder y parezcan muy incómodas. La mente de esas personas es demasiado complicada; no son sencillas. Otras están dispuestas a buscar la verdad y comparten abiertamente cualquier dificultad que tengan, sin temor a que se rían de ellas; ese es el enfoque correcto. El principio de nuestra comunicación y diálogo es abrir el corazón y decir cualquier cosa que haya en nuestra mente, hablar con sinceridad. Yo me relaciono e interactúo con vosotros en el marco de la humanidad normal. Debido a Mi identidad y estatus, sé más que vosotros, así que, por supuesto, debo hablar más. Si estáis dispuestos a escuchar, podréis obtener algo; si no estáis dispuestos, no os obligaré. Sobre los temas que discutimos, si tenéis perspectivas, ideas, experiencias, comprensión o conocimiento, también podéis compartirlos. A esto se le llama interacción; esto es la humanidad normal. Si te parece que lo que digo es muy importante, entonces deberías escuchar con atención. Si no puedes asimilar lo que digo, me callaré y te dejaré hablar a ti. Si no tienes nada que decir, te haré preguntas y te guiaré. Por ejemplo, podría preguntar: “¿Cómo ha sido tu vida de iglesia últimamente? ¿Tienes alguna dificultad para hacer tu deber?”. Si tienes dificultades, deberías hablar de ellas con sinceridad y Yo te ayudaré a resolverlas. A esto se le llama interacción, y es algo que debería existir en el marco de la humanidad normal. ¿No es esto algo que a todo el mundo le gusta? (Sí). Si tienes conciencia y razón, tu humanidad será normal, y nuestras conversaciones y charlas podrán construirse sobre una base de sinceridad, confianza y respeto, lo que nos permitirá abrirnos y expresar lo que hay en nuestro corazón. Si no posees conciencia ni razón y no quieres buscar la verdad, entonces solo hay una senda de práctica para ti: a partir de ahora, aprende a no escrutar, a no tratar de leer Mi mente a partir de Mis palabras y expresiones, a no sentirte constreñido y a no decir palabras para someterme a examen. Hay quien podría decir: “No puedo lograr estas cosas”. En ese caso, limítate a mantener la boca cerrada. Si se te dice que guardes silencio, pero piensas que estoy urdiendo intrigas contra ti y constriñéndote, eso también es fácil de solucionar: puedes, simplemente, marcharte. No exijo nada a nadie con quien me encuentre y nunca constriño a las personas. Si alguien siempre busca defectos en Mí y, tanto si le hablo como si no, nunca le parece bien, solo puedo alejarme de esa persona y evitar el contacto con ella. Si algunas personas siempre temen estar en contacto Conmigo, pensando constantemente que urdiré intrigas contra ellas, pero aun así quieren tener contacto Conmigo para obtener algo de la verdad, Yo digo que con tal mentalidad no puedes obtener la verdad; no eres una persona que ame la verdad. Siempre piensas lo peor de la gente, creyendo que nadie es tan bueno como tú. Diga lo que te diga, en todo momento piensas que debo de estar urdiendo intrigas contra ti. No me crees y no tienes la más mínima confianza en Mí. En ese caso, es imposible que vivamos en armonía; como mínimo, no estamos en sintonía en el plano de la humanidad. No tenemos aficiones ni intereses comunes, ni metas compartidas que perseguir o a las que aspirar. En el plano de la humanidad, la senda que recorres, tu felicidad, ira, tristeza y alegría, y tus gustos e intereses son diferentes de los Míos. Todo lo que a ti te gusta es negativo, mientras que todos los temas de los que Yo quiero hablar están relacionados con cosas positivas. Siempre estás tratando de escrutarme. No importa qué verdad comparta, siempre meditas si hay un complot en ella, si estoy urdiendo intrigas y si podrías sufrir alguna pérdida o engaño. Si siempre estás meditando estas cosas, ¿qué tipo de ambiente se produciría entonces cuando habláramos y nos relacionáramos el otro con el otro? (De incomodidad). En esa situación, Yo me sentiría incómodo contigo y tú te sentirías incómodo Conmigo; ambos nos sentiríamos incómodos. ¿Acaso estar juntos así no sería un tormento mutuo? ¿Habría felicidad en ello? No habría ninguna felicidad. Si te gustara oír lo que digo, si estuvieras dispuesto a escuchar, si los temas de los que hablo fueran a lo que aspiras, lo que atesoras en tu corazón, lo que persigues y pudieran satisfacer las necesidades de tu humanidad, no habría aversión ni resistencia en nuestro corazón aunque nos quedáramos simplemente sentados en silencio. Podríamos interactuar y, al vivir juntos, podríamos alcanzar la armonía. Pero supongamos que te disgusta oír las palabras que digo e incluso sientes aversión y resistencia en tu corazón, a pesar de que todas son muy prácticas y beneficiosas para las personas. Si de verdad no puedes asimilar las cosas positivas de las que hablo ni las palabras de la enseñanza sobre la verdad que expreso para resolver problemas, en especial los temas sobre cómo resolver el carácter corrupto, e incluso sientes que te estoy lavando el cerebro, engañándote, tratando de usarte para predicar el evangelio y ganar a más gente para expandir la influencia de la casa de Dios, en ese caso, el que está equivocado eres tú. Siempre piensas de una manera distorsionada, en todo momento quieres tergiversar los hechos, llamar a lo blanco negro e incluso describir las cosas positivas que son conformes a la verdad como cosas negativas y perversas que no se ajustan a las tendencias sociales. Diga lo que diga, no crees que sea la verdad, que sea algo positivo. Entonces no podemos comunicarnos; como no hay un lenguaje común, no podemos vivir en armonía. No podemos comer en la misma mesa; no podemos alcanzar la unidad de corazón y mente. Entonces, ¿qué clase de persona eres? Para ser precisos, no formas parte de la casa de Dios; eres un no creyente. No importa cuán apropiados sean los temas de los que hablo o cuán adecuados sean las sendas y los principios de práctica, siempre les buscas otro sentido. Siempre los contemplas, entiendes e interpretas a través de una lente perversa y desde una postura y un punto de vista perversos; no aceptas las sendas ni los principios de práctica correctos de los que hablo. Por eso, escucharme hablar te resulta incómodo. ¿Por qué te resulta incómodo? Porque esas no son las necesidades de tu humanidad. ¿Qué necesitas tú? Perseguir la libertad, ganar una fortuna, comer, beber y divertirte. Tus lemas de vida son “La vida no es más que comer y beber” y “Disfruta mientras puedas”. ¿Qué te gusta? Te gustan las tendencias perversas, la ropa estrafalaria, los personajes famosos y lo extraordinario y grandioso del hombre. Siendo así, no eres un creyente sincero en Dios, no formas parte de la casa de Dios; tu humanidad no tiene necesidad de cosas positivas. Cuando me relaciono contigo, no importa lo que diga, lo que haga o cómo lo haga, para aquellos que no tienen la conciencia, la razón ni las necesidades de la humanidad normal, todo es solo teoría, un dicho, un método. Algunos incluso piensan: “Cuando hablas, entras en mucho detalle e incluso pones ejemplos. ¿No es esto solo un intento de implantar profundamente Tus pensamientos y puntos de vista en el corazón de las personas? ¿No es solo un intento de hacer que la gente acepte Tus pensamientos y puntos de vista, de lavarles el cerebro y, con el tiempo, adormecerlos con Tus diversos pensamientos y puntos de vista?”. Si de verdad te sientes así, si crees que estas palabras no son la verdad, que no son el camino verdadero que las personas deberían aceptar y practicar ni los principios a los que deberían atenerse, entonces puedes negarte a aceptarlas; esa es tu libertad. También puedes abandonar la iglesia. Tienes derecho a elegir por ti mismo y también a negarte a aceptar la verdad. Pero no tergiverses los hechos ni llames a lo blanco negro. La verdad es verdad en todo momento; no puede dejar de serlo porque unos cuantos diablos y satanases la nieguen y condenen, y mucho menos porque a muchas personas no les guste o no puedan aceptarla. La verdad existe para siempre; es eternamente inmutable. No importa cuántas personas puedan aceptarla, la verdad es siempre la verdad. Mis charlas, comunicaciones e interacciones con vosotros se basan por completo en el fundamento de vuestra confianza en Mí; este es uno de los principios más básicos. Para lograr la confianza, lo más importante es que todos debéis confirmar en vuestro corazón que, en cada palabra que digo, cada pregunta que hago o cada asunto del que hablo, no hay intrigas, complot ni trampa y, desde luego, no os estoy sometiendo a ningún examen. Así que podéis estar tranquilos: cuando me relacione con vosotros, deberíais sentiros completamente libres y relajados. Si sentís que relacionaros Conmigo no os libera ni os relaja, que os sentís constreñidos o muy incómodos, o bien que siempre estáis en guardia en vuestro corazón, entonces digo que verdaderamente no es Mi problema, sino el vuestro. ¿En qué aspecto radica vuestro problema? Vosotros mismos deberíais tener claro qué problemas tenéis y qué estáis pensando en vuestro corazón; luego, resolved los problemas concretos de manera concreta. Resolved cualquier problema que podáis descubrir. Si descubrís muchos problemas, anotadlos y luego resolvedlos uno por uno. Si no es posible resolver todos los problemas a la vez, resolvedlos de uno en uno, poco a poco. Cuando ocurran estas cosas, deberías examinar y reflexionar, ver qué estabas pensando realmente en ese momento, sobre qué asuntos piensas de esa manera y qué puntos de vista desarrollas sobre cada cuestión; luego, resuelve los problemas gradualmente. Un día, cuando te desprendas de estos pensamientos y puntos de vista en tu corazón, todos estos problemas se resuelvan y de verdad entiendas la verdad y veas su valor, confiarás en Mí. Creerás que puedo tratar a cualquier persona y cualquier problema de acuerdo con los principios-verdad y que en absoluto urdiré intrigas contra ti. En consecuencia, nuestras interacciones podrán ser relajadas y alegres, podremos vivir en armonía y, de esta armonía nuestra, podrá nacer la felicidad. Tener felicidad, deleite, paz y alegría, ¿no es eso bueno? (Sí).

A veces, cuando entro en contacto con la gente, les pregunto cuántos años llevan creyendo en Dios. Alguien dice que solo lleva tres años y se siente avergonzado. En su corazón, piensa que lleva poco tiempo creyendo en Dios y que su estatura es pequeña, así que, cuando se compara con los que llevan diez, veinte o treinta años, siempre se siente inferior, un escalón por debajo de ellos. Medita: “¿Preguntas esto para recordarme que llevo poco tiempo creyendo en Dios, que mi estatura es pequeña y que la casa de Dios hizo una excepción al ascenderme, y para hacerme sentir profundamente agradecido a esta?”. ¿Por qué una pregunta así hace que se sienta tan incómodo? Porque complica demasiado Mi pregunta, pensando que hay un complot en Mis palabras y que estoy tratando de urdir intrigas contra él. Interpreta varias capas de significado en una pregunta tan simple. Después de decir que lleva tres años creyendo, siente que está en un aprieto. ¿Acaso no está insatisfecho en su corazón con Mi pregunta? En realidad, hago esta pregunta sin ninguna intención particular, y no esperaría que te pusiera en un aprieto. Entonces, ¿por qué te sientes como si estuvieras en un aprieto? Porque tu mente es demasiado complicada. ¿Hay algo de malo en Mi pregunta? (No). Solo la hago de manera informal. Si te preguntara cuántas parejas sentimentales has tenido, eso podría ser inapropiado, ya que sería husmear en tus asuntos privados. Pero lo que pregunto es algo relacionado con tu fe en Dios; te pregunto cuántos años llevas creyendo en Él. ¿No es eso apropiado? (Sí). Entonces, ¿por qué no te atreves a responder? Esto realmente no es Mi problema; es el tuyo. Tu mente es demasiado complicada. ¿Cuál es el problema de esa mente complicada tuya? ¿No es que tu carácter es perverso y falso? (Sí). ¿Por qué te pregunto cuántos años llevas creyendo en Dios? Lo pregunto para averiguar cuál es tu estatura, qué verdades entiendes, si has establecido una base, qué dificultades tienes, si puedes realizar un deber y si has experimentado alguna prueba. En función de estas cosas, determino sobre qué hablar contigo, qué indicaciones darte, y eso es todo. Malinterpretas un pensamiento Mío tan simple como si Yo tuviera segundas intenciones, lo que te hace sentir aversión hacia Mí. Dime, ¿no es esto crearme problemas a cambio de Mis buenas intenciones? (Sí). Cuando te pregunto cuántos años llevas creyendo en Dios, ¿hay alguna parte de Mí que busque menospreciarte? (No). ¿Hay alguna malicia? ¿Hay alguna intención de hacerte sentir incómodo y quedar mal? (No). Ya lleves creyendo en Dios unos meses o uno o dos años, Mi intención es solo ayudarte. Al ver que eres bastante serio en tu búsqueda, bastante entusiasta, al ver que sufres tanto, pagas un precio tan alto y renuncias a tanto, quiero charlar contigo para que puedas obtener algo que normalmente no obtendrías. La pregunta de cuántos años llevas creyendo surge, por un lado, de la preocupación por ti y, por otro, del aprecio que te tengo. ¿Hay alguna malicia en esto? (No). Es una pregunta tan apropiada y, sin embargo, ¿cómo la ha tergiversado esa persona? “Quieres que todo el mundo sepa que no llevo mucho tiempo creyendo en Dios, que mi estatura es pequeña y no entiendo ninguna verdad, que soy peor que los demás, que soy inferior, y quieres avergonzarme”. Si piensas de esa manera, ¿podemos seguir interactuando? (No). Por lo tanto, para que logremos la interacción y vivamos en armonía, lo primero es que vosotros debéis confiar en Mí y no dudar ni especular sobre Mí. Si no hay interacción entre nosotros, ¿dónde radica el problema? Radica en las personas; es decir, la gente tiene toda clase de dificultades. ¿Y de dónde surgen estas diversas dificultades? Surgen de los diversos pensamientos y puntos de vista erróneos de las personas. Entonces, ¿qué pensamientos y puntos de vista erróneos tiene el individuo que acabo de mencionar? Piensa que llevar tres años creyendo en Dios lo convierte en un nuevo creyente dentro de la iglesia, que llevar poco tiempo creyendo es algo vergonzoso que lo hace inferior y que entiende demasiado poco de la verdad y todavía no puede compartir testimonios vivenciales. Por lo tanto, se ve a sí mismo como un “ciudadano de segunda clase”, menospreciado por los demás, y le resulta embarazoso y humillante hablar de ello. Por otro lado, otros llevan creyendo en Dios diez o veinte años, mientras que esta persona solo lleva tres, por lo que le preocupa que los demás le digan: “¿Qué estuviste haciendo todos esos años? ¿Por qué no lo aceptaste antes? ¿Tienes algún pasado vergonzoso?”. A los ojos de la gente del mundo, se da gran importancia a las cualificaciones, la experiencia y los antecedentes, y los usan para clasificar a las personas en diferentes rangos. Entonces, ¿cuál es el punto de vista de este individuo? También da gran importancia a los antecedentes y la experiencia de la gente, por lo que en su corazón hay diferentes rangos dependiendo de si uno lleva creyendo en Dios tres, cinco, diez, veinte o treinta años. Esta clasificación le hace sentir que sus tres años de fe son en cierto modo algo deshonroso en la iglesia, como ser un “ciudadano de segunda clase”. Para esta persona, esto es una marca de vergüenza, una humillación. Considera muy importante el número de años que uno lleva creyendo en Dios, y da la casualidad de que ella solo lleva tres. Si se añadiera un cero después del tres, para convertirlo en treinta años de fe, entonces sentiría que eso es glorioso. Diría: “Yo fui uno de los primeros en aceptar la obra de Dios. Seguí a Dios cuando Él apenas comenzaba a aparecer y a obrar. ¡Todos estos años he estado predicando el evangelio y dando testimonio de Dios por todas partes, luchando junto a Él para construir Su reino! Soy un veterano en la casa de Dios, ¡una figura fundadora!”. Sentiría que eso es particularmente glorioso. Algunas personas que acaban de aceptar la obra de Dios ven que Él ha expresado muchas verdades y que hay numerosos testimonios vivenciales en la casa de Dios, y sienten que empezaron a creer en Él demasiado tarde. Si dicen que llevan creyendo entre uno y tres años, les resulta difícil hablar, y meditan en su corazón: “¿Por qué no creí todos esos años? Dios expresó tantas verdades, ¿por qué no investigué? ¿Quién me impidió creer en Dios? ¿Quién me causó un sufrimiento tan amargo? Son esos pastores religiosos; en verdad, esas personas son diablos y satanases que devoran las almas de la gente. ¡Si no puedo entrar en el reino de los cielos, tendré que ajustar cuentas con ellos!”. Luego vuelven a pensar: “Uf, se trata solo de mi amargo porvenir; no tengo esa bendición”. Pero entonces piensan: “No, eso no está bien. Dios es todopoderoso; ¿por qué no me trajo antes a mí, esta ovejita perdida, de vuelta a Su casa?”. Y así le echan la culpa a Dios. En realidad, no importa lo que piensen; en primer lugar, su punto de vista sobre creer durante tres años en lugar de treinta es incorrecto. Usan el número de años de fe para clasificar a las personas, creyendo que un corto período de fe convierte a uno en inferior. Como han desarrollado este punto de vista, cuando les pregunto cuántos años llevan creyendo, les da vergüenza hablar. Decir “tres años” las hace sentir muy incómodas, muy avergonzadas, muy abochornadas, como si su valía y su rango quedaran expuestos al instante. Consideran esto muy importante; es este punto de vista lo que influye en su actitud hacia Mi pregunta. ¿No es así? (Sí). Si su punto de vista fuera: “Es un hecho que llevo tres años creyendo en Dios y, con solo tres años de fe, mi estatura es ciertamente pequeña. En lo que respecta a muchas verdades, ni siquiera puedo explicar las doctrinas con claridad. Como Dios me pregunta cuántos años llevo creyendo, simplemente diré la verdad. No hay nada de qué avergonzarse. Ante Dios, todo es transparente, todo está al descubierto. Responderé a lo que Él pregunte”. Si pensaran de esta manera, sería sencillo. No implicaría ninguna identidad, estatus, valía ni rango. No se verían restringidas, influenciadas, controladas ni manipuladas por ningún pensamiento o punto de vista erróneo y, al final, podrían decir con facilidad y honestidad: “Llevo tres años creyendo en Dios”. Entonces Yo continuaría preguntando: “Llevas tres años creyendo en Dios; ¿tienes claras las verdades relativas a las visiones?”. Si se tratara de una persona con una mente complicada, pensaría: “Si digo que no las tengo claras, ¿no querría decir eso que no he estado ocupándome del trabajo que me corresponde en mi fe? El hecho de que lleve creyendo tres años y siga sin tener claras las verdades relativas a las visiones, ¿no significa que no he estado comiendo y bebiendo diligentemente las palabras de Dios? Pero si digo que las tengo claras, entonces Dios no hablará sobre este tema y perderé esta oportunidad. Si digo que no las tengo claras, ¿podría Él compartir un poco más conmigo, añadir un poco más? Si digo que las tengo claras, no añadirá nada más para mí, pero ¿quizá me tendrá en alta estima?”. Como ves, está pensando de manera retorcida de nuevo, ¿no es así? ¿No es la mente de tal persona demasiado complicada? (Sí). Esas personas son ciertamente problemáticas. No importa con quién hablen, siempre están calculando cómo responder sin dañar su imagen ni sufrir ningún perjuicio para sus intereses. Además, siempre están observando las actitudes de los demás hacia ellas, calculando en todo momento cómo hacer que los demás las tengan en alta estima y cómo elevar su propio estatus. Siempre están calculando estas cosas, por lo que no les es fácil abrirse en la enseñanza y decir lo que tienen en el corazón. Cuando les pregunto: “En tu fe en Dios, ¿tienes claras las verdades relativas a las visiones?”, ¿hay una segunda capa de significado en esta pregunta? (No). ¿Por qué hago esta pregunta directamente? Por lo general, aquellos que llevan creyendo entre uno y tres años todavía necesitan enseñanza sobre las verdades relativas a las visiones; esto es algo habitual. Si tienen claras las verdades relativas a las visiones, entonces no hay necesidad de hablar sobre ellas y podemos compartir otros temas. Si dicen: “Todavía no tengo muy claras las verdades relativas a las visiones, especialmente la verdad sobre la obra de juicio de Dios para salvar al hombre, que es demasiado profunda y todavía no la entiendo. ¿Podrías hablar sobre ello?”, entonces habremos encontrado un tema en común y Yo hablaré sobre ello. Si todos lo oyen de nuevo, ganarán un poco más, ¿verdad? (Sí). Algunas personas no entienden y, sin embargo, fingen que sí. ¿Para qué finges? Sigues fingiendo, lo que sugiere que lo entiendes todo y que, si dijera más, sería superfluo. En ese caso, no diré nada y no ganarás nada. Por lo tanto, no importa cuál sea la situación, si puedes hablar con sinceridad, sin recelo y sin sobreinterpretar Mis palabras, nuestras conversaciones y nuestra comunicación pueden alcanzar el nivel de una interacción animada. Podemos comunicarnos, relacionarnos e interactuar en el marco de la humanidad normal, tratando temas que a todos nos encantan. ¿No es eso bueno? (Sí). De esta manera, vosotros obtendréis ganancias. Algunas personas son muy calculadoras. Cuando les pregunto si tienen claras las verdades relativas a las visiones, meditan en su corazón: “¿Qué quieres decir con esta pregunta? ¿Intentas ver si tengo certeza sobre el camino verdadero, si he establecido una base, averiguar cómo es mi calibre y someterlo a examen? Entonces debo decir que las tengo claras”. Así que dicen: “Estos tres años he estado comiendo y bebiendo constantemente las palabras de Dios, he visto muchas películas de la casa de Dios, a menudo escucho sermones y enseñanzas y con frecuencia comparto mi propio entendimiento vivencial en las reuniones. Tengo claras todas estas verdades relativas a las visiones”. ¿Cuál es su propósito al decir esto? Quieren darme una buena impresión y hacer que piense que su calibre es muy bueno y que los tenga en alta estima. ¿Crees que los tendría en alta estima solo porque digan estas pocas palabras? (No). ¿Tendría Yo en alta estima a alguien tan fácilmente? En absoluto; juzgaron mal este asunto. Si dices que tienes claras todas las verdades relativas a las visiones, entonces déjame someterte a examen. Te someteré a examen acerca de las verdades relativas a las visiones sobre las que lees a menudo. ¿Por qué hace Dios la obra de castigo y juicio? ¿Cuál es el principal efecto que se pretende lograr con el castigo y el juicio? Durante tus tres años de fe, ¿has tenido alguna experiencia de la obra de castigo y juicio? ¿Has experimentado el castigo y el juicio siquiera una sola vez? Al experimentar el castigo y el juicio, ¿captaste los principios-verdad? ¿Sabías cuáles eran las intenciones de Dios? ¿Puedes compartir una experiencia concreta? La mayoría de la gente se limitará a recitar algunas doctrinas y no podrá compartir ningún entendimiento vivencial práctico. La gente carece de demasiadas cosas, así que, cuando charlamos, hay muchos temas que tratar. Pero, independientemente del tipo de tema que se trate, comparte todo lo que sepas. Si no sabes algo, simplemente di que no lo sabes. No pienses de manera distorsionada. A cualquier pregunta que se te plantee, simplemente respóndela. Di lo que pienses en tu corazón en ese momento. Sea cual sea la situación real, simplemente háblala con sinceridad. No te andes con rodeos, no la adornes, no digas cosas que creen una falsa impresión solo para quedar mejor y presentarte de otra manera, no mientas ni engañes. Todas estas son cosas que no deberías hacer. Por lo tanto, no importa qué pregunta te haga o sobre qué tipo de tema hable contigo, di todo lo que sepas. Si descubro que no entiendes cierto aspecto de la verdad, que tu entendimiento es doctrinal o que tu comprensión está distorsionada y que tienes pensamientos y puntos de vista erróneos, te corregiré, guiaré y ayudaré sin demora, para que puedas entender ese aspecto de la verdad y tengas una comprensión pura y una senda de práctica adecuada. De esta manera, nuestra enseñanza será efectiva. Así pues, el principio de compartir un tema se construye sobre la base de hablar con sinceridad, sobre el fundamento de una enseñanza conjunta y de debates o intercambios sobre la verdad y las cosas positivas, para que la gente pueda tener más claro el tema positivo que se está compartiendo, lo entienda con más precisión y tenga una senda de práctica más clara. No debe construirse sobre la base del recelo, las intrigas y el engaño.

¿Creéis que es bueno hablar sobre temas como la normalidad y la practicidad del Dios encarnado? (Sí). ¿Y en qué sentido es bueno? (Creemos que puede resolver nuestras nociones y figuraciones sobre el Dios encarnado). Hay quien dice: “Nos has puesto al descubierto Tu verdadero ser y ahora sabemos qué clase de persona eres. ¡Eres demasiado ingenuo al hablar con la pura verdad! Tienes estas manifestaciones de ser normal y práctico, pero ¿cómo puedes hablar con la pura verdad? Tienes que hacer que la gente sienta que eres misterioso, insondable, elevado e impenetrable. Aunque no urdas intrigas contra la gente, tienes que decir que puedes hacerlo. Tienes que afirmar que posees el arte de manipular a las personas y de utilizarlas, que conoces las Treinta y seis estratagemas y que eres capaz de aprovecharte de toda clase de personas para que te rindan servicio. Solo si hablas así te idolatrará la gente; no puedes hablar con la pura verdad. Mediante Tu forma de hablar con la pura verdad, ¿cómo es que siento que no eres en absoluto misterioso ni insondable, que no te pareces a Dios? Fíjate en esos grandes personajes del mundo, los que se dedican a los asuntos militares o a la política y los monarcas de épocas pasadas. ¿Cuál de esos grandes personajes, de esas personas excepcionales, habló alguna vez con la pura verdad? ¿Ha dicho jamás alguno de ellos que fuese normal, práctico y corriente, simplemente una persona común? Están desesperados porque la gente piense que son diferentes al resto, que fueron enviados del cielo y que, aunque ahora se hayan convertido en personas corrientes, siguen siendo misteriosos e insondables, y que son impenetrables para la gente normal. ¡Solo así es fácil gobernar a la gente!”. Todos esos monarcas poseían las artes del régimen imperial, y sus ministros y la gente corriente no podían desentrañar qué clase de personas eran. ¿Cómo es ese dicho? “La voluntad del emperador es difícil de comprender y sus órdenes no pueden desobedecerse”. Todos los funcionarios del mundo no creyente tienen esta clase de mentalidad; incluso un jefe de una división secundaria, un responsable de sección o un gerente la tienen. No quieren que la gente desentrañe su verdadera medida, qué defectos tiene su humanidad, qué errores han cometido o qué fallos hay en sus acciones. Una vez que se descubren sus defectos, hacen todo lo posible por disfrazarlos y ocultarlos, y si sus malas acciones quedan al descubierto y salen a la luz, buscan un chivo expiatorio. Su propósito al hacerlo es encubrir la verdad del asunto para que la gente siga admirándolos e idolatrándolos. No importa lo que hagan las personas que son así, lo hacen con premeditación y planificación para lograr sus propios fines, de modo que todos sientan que no son personas corrientes, que pueden controlar la situación, que son quienes mueven los hilos. Nunca permitirían, bajo ningún concepto, que la gente supiera que son personas normales, prácticas y corrientes. En realidad, no son más que humanos corruptos corrientes, con muchos más ardides astutos que una persona promedio, y se les da bien participar en conspiraciones e intrigas. ¿Cómo podrían permitir jamás que la gente supiera lo siniestra y malévola que es su humanidad? ¿No empañaría eso su imagen? Todos los humanos corruptos tienen esta clase de mentalidad y todos son tan hipócritas como los fariseos, con un corazón siniestro y malévolo. Aunque en su corazón reconozcan que Dios puede hacerse carne, ¿cómo van a creer que el Dios encarnado sea una persona corriente y normal? En su fuero interno creen que, si Dios se hiciera carne de verdad, como mínimo la gente debería poder ver en Su carne Su aura divina y diversas señales de la identidad y la esencia de Dios. También creen firmemente: “Al contemplar a todas las personas, el Dios encarnado debe tener la perspectiva y la actitud de mirar por encima del hombro a la multitud abarrotada, pero yo no puedo ver estas cosas en Ti. También dices siempre que te comportas de manera conforme a las reglas y que haces las cosas de acuerdo con la posición que te corresponde. ¿Acaso esto no deja completamente al descubierto que en realidad eres es una persona corriente? ¿No quedaría completamente destruida la imagen elevada, misteriosa e insondable del Dios encarnado en el corazón de las personas?”. ¿Creéis que esta destrucción es buena? (Sí. Destruye nuestras nociones y figuraciones). Digo estas palabras precisamente para destruir vuestros sueños y vuestras nociones y figuraciones, para que ya no viváis en un sueño, sino en la realidad. Esto concuerda por completo con los principios-verdad que os exijo que acatéis: que os comportéis de manera conforme a las reglas, que hagáis las cosas de acuerdo con la posición que os corresponde y que seáis personas corrientes que ocupan el lugar de los seres creados, porque Yo Mismo actúo de esa manera. Al relacionarme con vosotros y en Mi vida personal, nunca hablo de manera jactanciosa o vacía, ni tampoco presumo ni hago alarde de Mí Mismo jamás. Esto es algo que todos podéis ver y sentir. Además, nunca urdo intrigas contra nadie, cuando hago las cosas jamás soy escurridizo ni holgazaneo, y me comporto de manera conforme a las reglas. Este estándar mínimo de conciencia debe respetarse. Hay quienes recurren a ardides cuando hablan y actúan, dicen palabras agradables a los demás y luego intentan por todos los medios que caigan en sus trampas, para que les sirvan y les rindan servicio. Yo no hago tales cosas. Si quiero que alguien me ayude con algo, se lo pido directamente. Algunos dicen: “Tú tienes esta identidad y este estatus, así que, para conseguir que alguien haga algo, ¿no tienes simplemente que pedirlo?”. Aunque simplemente tenga que pedirlo, debo hacerlo de manera conforme a las reglas, no puedo obligar a la gente y mucho menos forzarla a hacer lo que no quiere. Si estás dispuesto, hazlo; si no lo estás, puedes negarte. Sin embargo, si te pido que hagas algo, siempre hablaré con la pura verdad. De ningún modo me iré por las ramas ni me andaré con rodeos para engañarte, ni te atraeré para que muerdas el anzuelo y, luego, hacer que me sirvas y me rindas servicio voluntariamente; y, tras haber urdido intrigas contra ti, conseguir que incluso digas que lo hiciste por voluntad propia y que sientas como si Yo no te debiera nada. De ningún modo haría eso nunca. Ya se trate de lo que la gente llama el arte de utilizar a los demás, las reglas del juego, tácticas para jugar con la gente o estrategias imperiales para manipular a los demás, ninguna de estas prácticas existe en Mí. Yo no juego con la gente; puede que otros lo hagan, pero Yo no lo haré, ni los imitaré ni aprenderé de ellos. Nunca he leído cosas como El arte de la guerra o Las treinta y seis estratagemas, y de ningún modo recurriré a fintas ni llamaré a lo blanco negro cuando hable. Cuando hablo y actúo, uno es uno y dos son dos. La única excepción es cuando, debido a circunstancias especiales, puede que exprese las cosas con sabiduría, pero esto es meramente por consideración a las debilidades y dificultades de las personas y a su pequeña estatura. Es para protegerlas y apreciarlas, y no hay malicia en ello, así que esto tampoco es urdir intrigas. Quizá algunos se sientan muy decepcionados y piensen: “Resulta que Tu corazón y Tu mente no albergan las diversas intrigas de los personajes famosos y las grandes personalidades del mundo. ¡Resulta que eres así de simple!”. ¿No es bueno ser así de simple? No urdir intrigas no significa que no pueda desentrañar a las personas; no significa que no pueda desentrañar la sustancia y la esencia de las cosas; no significa que no sepa cómo ocuparme de toda clase de personas, acontecimientos y cosas. Sin urdir intrigas, todavía puedo aplicar los principios para ocuparme de todo tipo de personas, acontecimientos y cosas de manera apropiada y precisa según el entorno y el trasfondo, para hacer que desempeñen su papel con naturalidad y que vivan en el marco de sus reglas y leyes bajo la soberanía y los arreglos de Dios, en lugar de usar tácticas, recurrir al engaño o jugar con la gente para engañarla. Los principios conforme a los cuales hago las cosas, abordo los diversos problemas y trato a toda clase de personas, acontecimientos y cosas han sido objeto de Mis enseñanzas y sermones a lo largo de los años. Cuando hablo de estas cosas, no estoy proclamando consignas; provienen de Mis pensamientos y de Mi esencia-humanidad, y también aplico Mis pensamientos y puntos de vista para ocuparme de toda clase de personas, acontecimientos y cosas. Así pues, cuando aplico Mis pensamientos y puntos de vista para ocuparme de toda clase de personas, acontecimientos y cosas o me ocupo de ellos según estos principios, ¿diríais que el resultado final es seguir el camino de Dios o rebelarse contra él? (Seguir el camino de Dios). Por tanto, por muy normal, práctico y corriente —nada misterioso— que Yo, el Dios encarnado, pueda parecerle a la gente, eso no afectará en absoluto a vuestra comprensión de la verdad, ni tampoco os llevaré por el mal camino. Al contrario, precisamente porque Yo Mismo tengo principios en Mi forma de comportarme y actuar, si podéis perseguir la verdad, podéis comportaros y actuar de manera obediente y conforme a las reglas según los principios de los que hablo y practicáis de acuerdo con la dirección y las metas que señalo, tarde o temprano alcanzaréis la salvación, lograréis la sumisión a Dios y os convertiréis en personas que temen a Dios y evitan el mal. Esto es una certeza. Poder alcanzar la salvación, ¿no es esta la meta que persiguen quienes creen sinceramente en Dios? ¿Qué más buscáis, entonces? En cuanto a si soy misterioso e insondable, elevado o diferente al resto, o si tengo algunas capacidades especiales que no podéis imaginar o no poseéis, eso no es importante. Además, tampoco es importante si pensáis que soy normal y práctico e indigno de vuestra idolatría o admiración. ¿Qué es lo importante? Es que las palabras que Yo, esta persona insignificante, normal y corriente, pronuncio os garantizan que seréis llevados ante Dios y que podréis alcanzar la salvación. Hay otra cosa que es segura: si practicáis y experimentáis de acuerdo con estas palabras que he dicho, está garantizado que un día todos vuestros pensamientos y puntos de vista y vuestro carácter-vida se transformarán y os convertiréis en seres humanos nuevos. Puedes llegar a ser un miembro de la nueva humanidad; de eso puedo estar seguro. ¿Estáis seguros vosotros? (Sí).

¿Tenéis ahora un nuevo entendimiento de las manifestaciones de la normalidad y la practicidad del Dios encarnado? (Sí). Si veis que tanto Mi forma de comportarme y actuar como todos Mis pensamientos y puntos de vista se hallan en el ámbito de la normalidad y la practicidad, y si Mis principios para actuar y Mis pensamientos y puntos de vista pueden influir en vosotros en cualquier momento y los aceptáis de buen grado, entonces diré algo con certeza: puesto que amáis la verdad de esta manera, sois capaces de buscar la verdad a partir de las manifestaciones normales y prácticas del Dios encarnado y podéis aceptar también los principios conforme a los cuales el Dios encarnado se comporta, así como Sus pensamientos y puntos de vista en diversos aspectos, entonces vuestras búsquedas y el rumbo de vuestra conducta propia avanzarán por naturaleza en una dirección positiva. Es decir, a medida que sigáis creyendo, cada vez poseeréis más humanidad normal y viviréis más una semejanza humana, y también os iréis acercando progresivamente a los requisitos de Dios, para finalmente alcanzar la salvación. El hecho de que logréis tales ganancias está directamente relacionado con el riego y la provisión del Dios encarnado, esta persona normal y corriente. Si podéis aceptar y también amar estas esencias y manifestaciones de la normalidad y la practicidad del Dios encarnado, así como la forma en que Él se comporta y Sus creencias para hacerlo, vuestras manifestaciones y vuestra humanidad serán cada vez mejores. ¿Qué significa que serán cada vez mejores? Decir que irás convirtiéndote gradualmente en una buena persona puede sonar un poco vacío. “Ser cada vez mejores” significa que tu conciencia y tu racionalidad se desarrollarán en una dirección positiva. Sin embargo, si desprecias o sientes repulsión por la normalidad, la practicidad y lo corriente del Dios encarnado, o incluso los discriminas, no los aceptas, te resistes a ellos y te burlas de ellos, entonces te será muy difícil aceptar todas las verdades que Él expresa y te resultará complicado entender el significado y la influencia prácticos de la humanidad normal que Él posee. Al contrario, incluso sentirás aversión por todas las verdades expresadas por Dios en Su humanidad normal y las odiarás. De esta manera, te será muy difícil vivir la semejanza de una persona normal y convertirte en alguien que agrade a Dios, porque las cosas que adoras no son positivas, sino negativas. Las celebridades y las estrellas de la sociedad, así como las tendencias sociales, son lo que anhelas y adoras. En ese caso, la senda que recorres es equivocada; y en cuanto al rumbo de tu búsqueda y desarrollo, una cosa es segura: no avanzarás en una dirección positiva, sino en una maligna. Por ejemplo, Yo digo que no urdo intrigas contra la gente, y algunos dicen: “Si no urdes intrigas contra la gente, ¿cómo puedes hacer una obra tan grande? Cuando te relacionas y tratas con la gente, tienes que urdir intrigas. Si no sabes urdirlas, no puedes jugar con la gente y no estarás a la altura del trabajo”. Yo digo que si puedes decir tales cosas, estás acabado. Tus pensamientos y puntos de vista no solo están distorsionados, sino que, es más, son perversos. Es imposible que te embarques en la senda correcta, porque tu humanidad carece de amor por la verdad y por las cosas positivas. Es imposible que te embarques en la senda de la salvación.

Cuando converso con la gente en el marco de la humanidad normal, a menudo surge el problema de que la conversación no fluye con naturalidad. ¿Qué quiero decir con que no fluye con naturalidad? A veces, cuando me relaciono y charlo con alguien de una manera perfectamente normal, esa persona complica demasiado las cosas o le da demasiadas vueltas al tema, y la conversación no puede continuar, sin más. Si no puede continuar, ¿qué hago? Simplemente dejo de relacionarme con esa persona; busco a alguien que sepa relacionarse con los demás, que sepa comunicarse y charlar, que tenga el pensamiento de la humanidad normal, y entonces charlo y me relaciono con esa persona en lugar de con la otra. En Mi contacto con vosotros, la situación más común que veo es que la gente siente: “Tu identidad y estatus tienen una influencia demasiado grande cuando hablas y te comunicas con la gente. Eres el Dios encarnado y nosotros somos seres creados. Si decimos algo equivocado, es probable que nos pongamos en pie de igualdad y ofendamos el carácter de Dios. Además, como Dios encarnado, Tu obra es salvar a la humanidad y Tú representas a Dios Mismo, así que Tu responsabilidad o la obra que emprendes solo puede ser la de expresar la verdad para resolver el problema de la salvación de la humanidad corrupta. Solo deberías hablar de la obra o de temas que provengan de la divinidad. No puedes hablar de la vida humana normal —asuntos relacionados con la comida, la ropa, el alojamiento y el transporte— ni de cómo es tal o cual persona. Si hablas de cómo es, la estás juzgando o tienes motivos ocultos”. Como la gente tiene estas nociones, clasifican al Dios encarnado como un ser no humano. Así que, cuando me relaciono con personas que carecen de un pensamiento y una humanidad normales y hablo un poco de asuntos cotidianos o de las necesidades diarias, algunos levantan una barrera mental y piensan: “¿Qué sentido tiene hablar de esto? ¡No es espiritual! Además, ¿tienes motivos ocultos para sacar este tema?”. Si hablo de la situación de un individuo, algunos se preguntan: “¿Es esto juzgar o urdir intrigas contra la gente a sus espaldas? ¿Tienes algo reservado para ellos? ¿Vas a ascenderlos o a descartarlos? ¿Vas a seguir usándolos o a destituirlos?”. Si hablo de los problemas de alguien, algunos piensan: “¿Te desagrada esa persona o sientes repulsión por ella? ¿Hizo algo para herirte? ¿Dijo o hizo algo para ofenderte?”. Especialmente al tratar temas delicados relacionados con líderes y obreros, algunos tienen aún más miedo de participar y dicen: “Tú hablas de esto por el trabajo, pero nosotros no lo discutiremos Contigo. Son temas delicados. En cuanto digamos algo impreciso, nos dejarás en evidencia y nos podarás, verás la revelación de nuestra corrupción y te quedarás con una mala impresión de nosotros, lo cual sería inapropiado”. También hay veces que saco ciertos temas, como cuando pregunto: “¿Quién de vuestra familia cree en Dios?”. Este tema es delicado en la China continental. Sin embargo, en el continente no se considera delicado preguntárselo a ciertas personas con las que has tratado durante un tiempo relativamente largo y a las que conoces bastante bien; en el extranjero, menos aún. Pero si pregunto esto, algunas personas ni siquiera se atreven a responder. Reflexionan: “Al preguntar quién de mi familia cree, ¿estás tratando de indagar en mi pasado?”. Si pregunto: “¿Cuántas personas hay en vuestra iglesia local? ¿Quién es el líder de la iglesia?”, piensan: “Oh, no, ¿estás tratando de averiguar cosas de la iglesia? No puedo hablar de esto Contigo. Si digo algo y el líder de la iglesia se entera, habrá problemas”. ¿Ves? Están a la defensiva incluso cuando hablan de asuntos de la iglesia y tienen miedo a decir lo que sea. Mucha gente no se atreve a hablar de temas relacionados con los líderes y obreros de la iglesia ni a expresar lo que piensa con libertad. Una de las razones principales es por miedo a dejar en evidencia la situación de la iglesia y a ofender a los líderes y obreros y, al mismo tiempo, por temor a revelar sin querer sus propios pensamientos y puntos de vista y a que los poden o desenmascaren. Esto es algo que no quieren que ocurra. Por eso, cuando me relaciono con muchas personas, ni siquiera la comunicación normal puede fluir con naturalidad. Cuando me relaciono y trato asuntos con no creyentes cuyas mentes y trasfondos son complicados, una vez que he terminado de tratar los asuntos, me marcho rápidamente; no puedo establecer relaciones profundas ni acercarme demasiado. Pero cuando me relaciono con los hermanos y hermanas, descubro que la mayoría de la gente también es así: no puedo acercarme demasiado ni entablar relaciones profundas. No es que Yo me considere superior y no esté dispuesto a relacionarme con la mayoría de la gente; más bien, cuando trato de acercarme a ellos o de tener contacto con ellos, inconscientemente se apartan o me evitan. ¿Por qué me evitas? Si dices algo incorrecto, no te condenaré ni le daré demasiada importancia. Si eres un líder u obrero, podemos compartir la verdad y charlar sobre cualquier aspecto que no entiendas. Si eres un hermano o hermana corriente y realmente dices algo incorrecto o tienes algunos pensamientos y puntos de vista erróneos, dependerá de si estoy dispuesto a hablar contigo sobre ello. Si veo que tu calibre es escaso, que careces de capacidad de comprensión y que no puedes desentrañar nada, entonces no quiero charlar contigo, e incluso si lo hiciéramos, no daría ningún resultado. Sin embargo, si tu calibre es bueno, tienes capacidad de comprensión y puedes desentrañar algunas cosas, en ese caso, charlar contigo puede dar resultados y no será una pérdida de saliva. No importa con quién charle informalmente o qué problemas descubra; en Mi corazón, primero, no condenaré a tal persona; segundo, no la maldeciré; y tercero, no determinaré su desenlace. Actuar de esa manera no tendría ninguna base, y Yo no hago tonterías. En términos de humanidad normal, a veces, cuando me encuentro con un conocido, solo quiero hablar un poco y charlar. Si estás dispuesto, hablaré contigo. Si no, no te forzaré. Algunas personas tienen miedo de charlar Conmigo. Diga lo que diga, se muestran a la defensiva Conmigo y no expresan sus puntos de vista, por temor a decir algo equivocado y darme alguna cosa que usar en su contra. Si veo que no estás dispuesto a decir lo que tienes en el corazón, me detendré en el momento oportuno. Si permanentemente te muestras a la defensiva Conmigo, siempre con miedo de que Yo esté urdiendo intrigas contra ti, entonces no me sentiré inclinado a hablar contigo. Dime, ¿es normal esta racionalidad Mía? (Sí). Cuando hablo y me comunico con alguien, siempre hay algún tipo de contexto. Por ejemplo, si eres responsable de la cría de animales en una granja, hablaremos sobre la cría de animales. Si eres líder de iglesia, hablaremos de asuntos de la iglesia, de cuestiones relacionadas con los hermanos y hermanas, de cómo son sus estados actuales o de cómo es la vida de iglesia. Si eres predicador del evangelio, entonces hablaremos del trabajo evangélico. Esto es relacionarse con la gente dentro del ámbito de la humanidad normal, y esto también es parte de Mi obra. Algunos temas no tienen que ver con el trabajo de la iglesia, pero siguen siendo los asuntos generales de la casa de Dios. Es normal charlar sobre estas cosas cuando nos encontramos. Estás gestionando asuntos y haciendo tu deber en la casa de Dios, así que, cuando nos encontremos, debería saludarte, charlar contigo y ver si tienes alguna dificultad. A veces, durante charlas informales, pregunto cosas como: “Estas dos últimas noches la temperatura ha bajado. ¿Ha hecho frío en vuestra casa?”. Algunos no quieren oír hablar de esto y piensan: “Somos adultos, ¿acaso necesitamos que te preocupes por nosotros?”. Las buenas intenciones no se valoran, ¿verdad? Otras veces, cuando voy a la cocina, pregunto: “¿Cómo están las verduras de este año? ¿Hay suficientes para comer? ¿Qué verduras o alimentos os gustan?”. Estas son cosas muy normales, ¿no es así? (Sí). Pero el corazón de la gente es demasiado complicado y, en algunos casos, la conversación no fluye con naturalidad ni siquiera cuando me relaciono y comunico con ellos de manera normal. ¿Por qué? Esto sucede porque la gente siempre tiene miedo de dejar en evidencia sus problemas y su verdadera situación. ¿Y de qué tienen miedo otros? Temen que: “Si revelo mi verdadera situación, me desenmascararás en Tus sermones pronunciados en las reuniones, usándome como blanco”. ¿Por qué no puedes ser un blanco? Cuando comparto la verdad sobre tus problemas, eso los resuelve. ¿Acaso eso no es una ganancia adicional para ti? ¿No es esa tu suerte? Es algo bueno. Demuestra que te tomo en serio y que te tengo cierta consideración. ¿No es así? Si no te prestara atención y no estuvieras en Mi corazón, y si descubriera algún problema en ti, pero no le hiciera caso y no te proporcionara guía ni enseñanza alguna, ¿podrías entender la verdad y resolver tus problemas? ¿Estarías contento con eso? Si te sintieras satisfecho con eso y pensaras: “Ninguno de los problemas que Dios deja en evidencia tiene que ver conmigo, así que eso demuestra que no tengo problemas”, al experimentar la obra de Dios de esta manera, no serías alguien que persigue la verdad. Algunas personas, tras años de fe, nunca han experimentado la poda en absoluto, nunca han servido de contraste ni una sola vez y, sin embargo, se sienten orgullosas y afortunadas, piensan que son muy buenas, que no tienen problemas y que sin duda se salvarán. ¿No es esto muy problemático? Una persona así de ningún modo puede alcanzar la salvación.

Las personas con el pensamiento de la humanidad normal, al comunicarse y relacionarse con los demás en el marco de esta, seguirán el sentido de la conciencia y la razón de la humanidad normal. Con este sentido, tienen un estándar mínimo y principios en su trato con los demás. Cuando hablas y te relacionas con personas en el marco del pensamiento de la humanidad normal, por un lado, la gente puede percibir que tienes conocimiento de la conciencia de la humanidad. Por otro lado, actúas con sentido del decoro para no resultar desagradable a los demás. Y otro punto importante es que, cuando te comunicas e interactúas con otras personas, estas se beneficiarán de las palabras que comunicas y obtendrán algunas cosas que la humanidad necesita. A esto lo llamamos relacionarse y comunicarse con la gente. ¿Qué significa comunicarse? En lenguaje llano, es tener una charla informal. La mayoría de la gente no sabe tener una charla informal; en cuanto hablan, son propensos a las discusiones y a las peleas verbales, o se exhiben y sermonean a los demás para que los obedezcan. Aquellos con un poco de elocuencia quieren predicar al resto y actuar como sus maestros en cuanto abren la boca. Todas estas manifestaciones son revelaciones de un carácter corrupto. Las personas con un carácter corrupto no pueden tener charlas informales con los demás con normalidad. Aunque hablen con normalidad durante un rato, es algo que no puede durar. En algún momento, empezarán a discutir, se les pondrá la cara roja y se enfrascarán por completo en ello. Esto no es una charla informal normal. Una charla informal normal no es en absoluto un debate sobre lo correcto y lo incorrecto, ni una riña o disputa, y mucho menos un juicio o una condena a las personas. Definamos lo que es una charla informal. Es el intercambio y la puesta en común de información; a esto lo llamamos una charla informal. ¿Es correcta esta definición? (Sí). ¿En qué sentido es correcta? El intercambio y la puesta en común de información se construyen sobre la base de la conciencia y la racionalidad de la humanidad normal. Fijaos, ¿cómo charlan y se comunican las personas con conciencia y razón? No discuten y son capaces de respetarse mutuamente, con lo que ambas salen beneficiadas. Tras oír lo que la otra ha compartido, obtienen información nueva. Entonces, a su vez, le cuentan a la otra persona alguna información que ellas saben, para que también se beneficie y que, dentro del marco de su humanidad, adquiera experiencia, percepción y conocimiento. ¿Acaso el hecho de compartir con el otro la información que uno sabe, basándonos en los principios de respetar a ese individuo y de relacionarnos armoniosamente y en un plano de igualdad, para luego recibir la información que esa persona comparte con uno no implica una ayuda mutua? Esto se construye sobre la base de la igualdad, la ayuda mutua, la armonía y la equidad. Esto es lo que significa la comunicación y la charla informal. Decidme, ¿es correcta Mi definición? (Sí). Practicar la charla y la comunicación basándose en este principio es lo correcto. Si la comunicación y las charlas están llenas de intrigas, discusiones, luchas, complots, trucos, trampas y pruebas, y si lo único que se revela es un carácter corrupto, si todo es represión mutua y cada persona se exhibe, compite con las demás y rivaliza por ver quién habla de forma más elevada o dice más, entonces no se trata de una comunicación normal. No es una comunicación dentro del ámbito de la conciencia y la racionalidad de la humanidad normal. Esta comunicación no es un intercambio ni una puesta en común de información, sino más bien una lucha abierta y encubierta y una pelea verbal. ¿No es así? (Sí).

Para lograr una comunicación con los demás sin intrigas, debes aprender a comunicarte dentro del ámbito de la conciencia y la racionalidad de la humanidad normal. El propósito de la comunicación es ayudar a los demás y también recibir ayuda y beneficios de ellos. En eso consiste la comunicación normal y de esa manera puedes lograr una comunicación sin intrigas. Fijaos en la forma en que se comunican y charlan los no creyentes; ¿pueden lograr el efecto de la comunicación normal? (No). Cuando las personas corruptas se comunican y charlan, ¿son normales el contenido, los motivos y el tono de su comunicación? (No). Su comunicación es simplemente como una pelea de gallos o de perros. ¿Puede su comunicación desarrollarse con fluidez? (No). Ni siquiera son capaces de evitar urdir intrigas contra los demás o discutir con ellos. Para que la comunicación fluya sin problemas, se requiere un corazón de amor, el deseo de ayudarse mutuamente y la voluntad de aprender de las fortalezas de los demás para compensar las debilidades propias. Cuando me comunico y charlo con vosotros, no basta con que Yo sea el único que no urde intrigas; vosotros también tenéis que practicar de acuerdo con este principio, sin urdir intrigas ni sospechar. Si Yo no urdo intrigas, pero vosotros estáis constantemente urdiéndolas y encima sospecháis que Yo lo hago, entonces nuestra comunicación no puede fluir sin problemas, como tampoco podemos lograr una interacción verdadera y beneficiosa ni relacionarnos armoniosamente. Algunas personas, cuando me ven venir, buscan rápidamente un lugar donde esconderse. Si de verdad no pueden evitarme, me saludan a regañadientes, pero en el fondo no quieren encontrarse Conmigo y piensan: “Qué fastidio. Ya estás aquí otra vez para enterarte de nuestra situación real. Después de hacerlo, volverás a compartir principios-verdad y nos avergonzarás. ¿Qué vamos a hacer?”. Si no estás dispuesto a encontrarte o relacionarte Conmigo, te sientes agotado por dentro cuando interactúas Conmigo y siempre sientes que estoy tratando de urdir intrigas contra ti, puedes evitarme cuando veas que me acerco. Si sientes que, cuando te relacionas Conmigo, no urdo intrigas y lo que te aporto es tranquilidad, alegría, libertad y relajación, entonces encontrémonos, charlemos y pongámonos al día sobre cómo han ido las cosas últimamente. Si me preguntas: “¿Cómo te ha ido últimamente?”, te responderé con honestidad. Si te pregunto: “¿Cómo te han ido las cosas últimamente? ¿Has hecho algún progreso en la vida? ¿Has obtenido alguna ganancia al hacer tu deber?”, y también puedes responder con honestidad, eso está muy bien. Cada encuentro puede transcurrir en una atmósfera agradable. Si no está bien que la gente se esconda siempre de Mí cuando me ve, ¿está bien recurrir siempre a la adulación falsa para ganarse Mi favor intencionadamente? (No). ¿Por qué no está bien? (El afán por ganarse el favor intencionadamente equivale a falsedad y engaño. Es mejor que hablemos con más autenticidad y solo tenemos que tratar a Dios con una mentalidad normal. Por un lado, debemos ser sinceros con Él. Por otro, no debemos ganarnos Su favor intencionadamente, intentar congraciarnos deliberadamente con Dios ni tratar de quedar bien con Él a propósito). Conmigo, solo hay un requisito: cuando te vea, no te escondas de Mí, y cuando no te esté buscando, no me molestes. Haz lo que debas hacer y que todo sea normal. Yo no afectaré al cumplimiento de vuestro deber y vosotros no debéis afectarme a Mí. Tanto esconderse de Mí como molestarme no son principios que la gente deba seguir al estar en contacto y relacionarse Conmigo. Entonces, ¿cuál es el principio? Es comunicarse dentro del ámbito de la conciencia y la razón de la humanidad normal y ser capaz de hablar con franqueza y con la pura verdad; debes responder con sinceridad a cualquier cosa que Yo pregunte. ¿Por qué la gente no es capaz de hablar con la pura verdad? Por ejemplo, supongamos que te pregunto: “¿A cuántas personas ganaste al predicar el evangelio este mes?”, y no quieres responder. Si veo que te sientes incómodo, no insistiré más. No quiero poner a la gente en una situación difícil y nunca obligo a nadie a hablar. Algunas personas, sin importar lo que otros les pregunten, siempre reflexionan: “¿Qué quieren decir con esta pregunta?”. No quieren responder directamente, tienen mucho miedo de responder de manera incorrecta y causarse problemas. Si siempre estás especulando y urdiendo intrigas así, no podremos comunicarnos. No necesitas escrutar siempre el significado de Mis preguntas ni debes urdir intrigas contra Mí. Si puedes ser sencillo y abrirte para hablar de lo que hay en tu corazón, podremos comunicarnos mutuamente. ¿Es esto fácil o no? (Lo es). Es fácil decirlo, pero puede que sea un poco difícil ponerlo en práctica. No es tan fácil como parece. Por ejemplo, podría ser que una vez te hiciera una pregunta y en ese momento no dijeras la verdad, que mintieras. Ese contacto y esa comunicación fracasaron. Tras dicho fracaso, ¿qué debes hacer? Esfuérzate por ser lo suficientemente valiente como para admitirlo la próxima vez que nos encontremos: “Mentí la última vez. De ahora en adelante, hablaré con la pura verdad”. Entonces te animaré, te aplaudiré y te daré Mi visto bueno: has logrado practicar la verdad y ser una persona honesta. ¿No es genial? (Sí).

En cuanto a la charla sobre el tema de no urdir intrigas, no importa cuántos ejemplos se den, lo que se os está diciendo es un único principio. ¿Sabéis cuál es? (No uses la perspectiva de la humanidad corrupta para medir a Dios o sospechar de Él). Correcto. No trates a Dios con la perspectiva de la humanidad corrupta. Entonces, ¿qué principio se debe seguir? (Trata a Dios como a Dios). ¿No está bien tratarlo como a un ser humano? ¿No está bien tratarlo como a una persona normal y corriente? Independientemente de si lo tratas como a Dios o como a un ser humano, el principio más importante en el trato entre personas es ser sinceros los unos con los otros. Cuando hablo y hago cosas contigo, no urdo intrigas contra ti y tú también deberías ser sincero Conmigo. Entonces, si alguien urde intrigas contra ti, ¿deberías tú también urdir intrigas contra él? (No). Si alguien urde intrigas contra ti, también debes tratarlo de acuerdo con los principios. Esa es la manera correcta. No se trata solo de que, como Yo no urdo intrigas contra ti, tú seas sincero Conmigo, sin urdir intrigas ni sospechar, sino de que, aunque otros urdan intrigas contra ti, tú puedas actuar y manejar los asuntos de acuerdo con los principios-verdad. Esto es atenerse a los principios. Algunas personas dicen: “Urdieron intrigas contra mí. ¿Cómo no voy a tomar represalias? Si no les doy su merecido y simplemente dejo que me intimiden así, ¿no saldré perdiendo? ¿Acaso soy tan fácil de avasallar?”. Decidme, ¿tiene sentido su razonamiento? Ojo por ojo, diente por diente; este dicho tiene sentido entre la gente del mundo. Pero si se mide por la verdad, esta afirmación es errónea. Que urdan intrigas contra ti es una acción malvada. Si, a su vez, tú tomas represalias usando el mismo método para urdir intrigas contra ellos, a los ojos de Dios, la esencia es la misma; ambas son acciones malvadas. Dios no dirá que, porque urdieron intrigas contra ti, tu contraataque está completamente justificado, es conforme a los principios y no constituye una acción malvada. Dios no se fija en por qué urdiste intrigas contra ellos, sino en si tu acto en sí es una intriga y constituye una acción malvada y en si tratas este asunto midiéndolo según la verdad o según los puntos de vista morales humanos. Si el asunto se midiera según los puntos de vista morales humanos, entonces el principio de “ojo por ojo, diente por diente” se consideraría apropiado. Ellos urdieron intrigas contra ti primero, por lo que es razonable que tomes represalias y urdas intrigas contra ellos usando los mismos medios, y ellos deberían aceptar tales consecuencias. Si el asunto se mide desde una perspectiva humana, usando los puntos de vista morales humanos, no está mal. Y si se mide por la ley, quizás no sea ilegal. Pero a los ojos de Dios, esto contraviene la verdad. Cualquier cosa que contravenga la verdad es una acción malvada y está condenada a los ojos de Dios. Aunque tu contraataque sea legítimo, Dios no se abstendrá de condenarte solo porque tus represalias sean razonables y estén moralmente justificadas. Dios se fijará en cómo los tratas después de que urdan intrigas contra ti. Si los tratas igual que ellos a ti, Dios te condenará. Pero si los tratas de acuerdo con los principios-verdad y de manera justa y recta como Dios te enseñó, entonces, aunque moralmente la gente pueda tener nociones y condenarte y legalmente puedas ser declarado culpable, a los ojos de Dios, Él dice que en este asunto actuaste de acuerdo con los principios y que no es una acción malvada; Él no te condenará. Si puedes tratar a la gente de acuerdo con los principios-verdad, eso es practicar la verdad. No debes tratar a Cristo de acuerdo con tus nociones y figuraciones o basándote en tus actitudes corruptas ni usar tramas y trucos contra Él. Lo mismo debería suceder en tu trato con la gente. Si puedes tratar correctamente a Cristo, esta persona corriente, entonces de la misma manera también puedes tratar correctamente a los demás. No importa quién sea una persona, debes adoptar la actitud correcta en la forma en que la tratas. De esta manera, tus principios y métodos para tratar a la gente serán correctos. Si cometes un error en tu actitud hacia la gente o en tus pensamientos y puntos de vista sobre cómo tratarla, reflexionarás rápidamente sobre ti mismo de acuerdo con las palabras de Dios y corregirás tus pensamientos y puntos de vista, al tiempo que regularás constantemente tu comportamiento. Y poco a poco tus pensamientos y puntos de vista sobre cómo tratar a la gente y tus principios para comportarte y actuar se conformarán cada vez más a la verdad. Cuando los principios-verdad se conviertan en tu vida, se habrá desechado y transformado tu carácter corrupto y serás capaz de tratar a la gente de manera justa y recta, así como conforme a las intenciones de Dios. Si no urden intrigas contra ti, piensas que es correcto que no urdas intrigas contra ellos. Pero si lo hacen y puedes abstenerte de hacerles lo mismo a ellos y, en lugar de eso, buscar la verdad y tratarlos de acuerdo con los principios-verdad, ¿no será un progreso? ¿No será una transformación? (Sí). Si urden intrigas contra ti y tú también urdes intrigas contra ellos, ¿no estarás recorriendo la misma senda que el que urde intrigas contra ti? En ese caso, ¿cuál es la diferencia entre tú y la gente del mundo? Tus puntos de vista sobre las personas y las cosas y sobre cómo comportarte y actuar no han cambiado. No se basan en las palabras de Dios ni en los principios-verdad, sino en los principios de la gente del mundo: si alguien urde intrigas contra ti, tú urdes intrigas contra él; ojo por ojo, diente por diente. No eres diferente de la gente del mundo, de los no creyentes. Si, independientemente de que alguien urda intrigas contra ti o no, tú nunca urdes intrigas contra él, sino que lo tratas de acuerdo con las palabras de Dios y conforme a los principios-verdad, entonces esta postura y perspectiva son correctas; esto es practicar la verdad. En la Era de la Gracia, ¿qué les dijo el Señor Jesús a las personas? Si alguien te golpea en la mejilla derecha, ¿qué debes hacer? (El Señor Jesús dijo: “A cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” [Mateo 5:39]). Algunas personas dicen: “¡Si me pegan, les devolveré el golpe! Si me pegan en la mejilla izquierda, les pegaré en la mejilla izquierda. Si me pegan en la mejilla derecha, les pegaré en la mejilla derecha. Eso no está condenado ni moral ni legalmente”. Dios dice: “Mal. Si te pegan en la mejilla izquierda, ponles también la mejilla derecha. No devuelvas el golpe”. ¿Eres capaz de hacer eso? Independientemente de si el requerimiento de Dios es aceptable a ojos humanos —quizás para algunas personas esto sea una necedad, una práctica tonta—, este es el requerimiento de Dios para ti. ¿Puedes hacerlo? Dices: “No puedo. Si me pegan en la mejilla izquierda, debo devolverles el golpe; de lo contrario, mi orgullo y dignidad desaparecerán y habré echado completamente por tierra mi imagen”. No importa si esta afirmación tuya se sostiene entre la humanidad corrupta; si a los ojos de Dios tu afirmación, tu punto de vista y tu comportamiento son erróneos, entonces tu comportamiento está condenado a Sus ojos. ¿Y por qué está condenado? Porque no escuchaste las palabras de Dios, no seguiste Su camino. Dios te dijo que, si alguien te golpea en la mejilla izquierda, le vuelvas también la derecha. ¿Lo hiciste? Dios simplemente te pregunta: ¿Escuchaste las palabras de Dios? ¿Practicaste de acuerdo con las instrucciones que Él te dio? Si no practicaste así, entonces no seguiste el camino de Dios y eres una persona que se rebela contra Él; no eres una persona que practica la verdad ni alguien que ve las cosas y se comporta de acuerdo con las palabras de Dios. En ese caso, no eres del agrado de Dios, no eres una persona a la que Él acepta y, a Sus ojos, esa bofetada que devolviste es una acción malvada. Quizás siempre pienses que está completamente justificado, que es un medio necesario para proteger tu dignidad y tus derechos. Sin embargo, a los ojos de Dios, esa bofetada significa que no has seguido el camino de Dios ni quieres hacerlo, que no escuchas Sus palabras y que, a tus ojos, Sus palabras son solo doctrina, palabras vacías. Solo predicas las palabras de Dios, pero nunca las practicas. Dios te calificará como una persona que no sigue Su camino. Entonces, ¿puedes aun así obtener la aceptación de Dios? Si no sigues el camino de Dios, Sus palabras nunca podrán convertirse en tu vida. Por mucho que argumentes tu propio razonamiento con Dios, Él no te escuchará. No dirá: “Alguien te pegó en la mejilla izquierda sin motivo y eres bastante digno de lástima. Para proteger tu dignidad, puedes devolver el golpe. Después de devolverlo, puedes orar y confesar tu pecado, y Dios te perdonará y no te condenará”. Dios no dijo eso. Él dijo que, si alguien te golpea en la mejilla izquierda, le vuelvas también la derecha. Si puedes hacer eso, eres una persona que sigue el camino de Dios. Si no puedes, a los ojos de Dios, eres una persona que se rebela contra Él, una persona que no practica Sus palabras ni sigue Su camino, una persona malvada. ¿Cuál es la actitud de Dios hacia las personas malvadas? Dios dice: “¡Apartaos de Mí! No os conozco”. Dios no quiere a tales personas. ¿Entendido? (Entendido). Sucede lo mismo con el tema de urdir intrigas. Dices: “Urdieron intrigas contra mí. ¿Qué hay de malo en que yo urda intrigas contra ellos?”. Que urdas intrigas contra la gente está simplemente mal. ¿En qué sentido está mal? Está mal porque urdir intrigas es en sí una acción malvada, no una buena. Por lo tanto, cuando ellos urden intrigas contra la gente, Dios los condena. Si tú haces lo mismo, Dios te condenará de la misma manera. Debes actuar sin urdir intrigas, de una manera que Dios acepte. Tu deber es practicar de acuerdo con la senda y los principios de práctica que Dios te ha transmitido, no argumentar tu propio razonamiento ni proteger tu dignidad o imagen personal. Tu imagen, estatus y dignidad personales no son importantes. ¿Qué es importante? Lo importante es si has asimilado las palabras de Dios, si Sus palabras se han convertido en tu vida, si las has vivido y si se han cumplido en ti. ¿Entendido? (Entendido). Algunas personas dicen: “Me insultaron, así que les devolveré el insulto”. ¿Es correcto decir esto? (No). Otros dicen: “Siempre son mezquinos conmigo, ¿por qué no puedo ser yo mezquino con ellos? Si no lo soy, ¿no pareceré tonto?”. ¿Es importante cómo te vean los demás? (No). La gente siempre se preocupa por su imagen, siempre teme que los demás los vean como tontos y estúpidos. En realidad, cómo te vean los demás no importa. ¿Qué importa? Cuando te ven como tonto, como estúpido, cuando se burlan de ti, ¿cómo reaccionas? ¿Reaccionas con impetuosidad, con métodos y medios humanos, o de acuerdo con los principios que Dios te ha transmitido? ¿Has practicado conforme a las palabras de Dios? ¿Te has mantenido firme en tu deber? Solo porque se ríen de ti y te llaman tonto, tienes una rabieta y abandonas tu trabajo: “¡Me veis como un tonto, así que ya no lo haré más!”. No estás haciendo tu deber para ellos. Si lo abandonaras, ¿qué diría Dios? “Porque alguien te llamó tonto, abandonaste el deber que te encomendé. ¡No tienes lealtad!”. Dios lo verá de esta manera. Si realmente llevas a Dios en tu corazón, si realmente tienes lealtad hacia Él, entonces, si alguien se ríe de ti y te llama tonto, primero deberías reflexionar: “Dices que soy tonto, dices que soy estúpido y te ríes de mí a mis espaldas. No discutiré contigo ni te lo echaré en cara. Soy necio y mi calibre es escaso, pero Dios me ha exaltado y no me desdeña. Este deber no me lo diste tú, me lo dio Dios: es la comisión que Dios me ha encargado. No importa si me tienes en alta estima o no. No estoy haciendo mi deber para que tú lo veas. Hacer mi deber es mi vocación. Debo hacerlo bien y ser leal a Dios. Debo apreciar este deber y estar a la altura de la exaltación y la confianza que Dios ha depositado en mí. Debo ser devoto a mi deber. No puedo abandonar mi deber y defraudar a Dios porque me llamaste tonto. Eso me haría verdaderamente tonto”. ¿No es pensar de esta manera conforme a los principios? ¿No es esto dejar de lado la impetuosidad? Esto es no reaccionar con impetuosidad. Cuando podáis actuar de esta manera, habréis cambiado de verdad y tendréis estatura. No os limitarán las personas, los acontecimientos ni las cosas. Sin importar las circunstancias, tendréis bien presentes en vuestra mente las palabras de Dios y los principios-verdad y no trataréis ningún asunto con impetuosidad ni según vuestras emociones, estados de ánimo, preferencias, deseos o ambiciones personales. Las palabras de Dios serán lo más alto y grande en vuestro corazón, y cuando suceda algo, primero buscaréis en las palabras de Dios: “Las palabras de Dios dicen esto, así que me aferraré a ellas. No importa si los demás me ven como un tonto. Lo que importa es cómo me ve Dios. Aunque soy necio y mi calibre es escaso, Dios me ha encomendado un deber que hacer. ¡Qué gran exaltación de Dios he disfrutado! ¡Esto es una bendición!”. Si puedes tratar las cosas con las que te encuentres de acuerdo con las palabras de Dios, sabrás cómo practicar de acuerdo con los principios-verdad.

Continuemos hablando sobre la cuestión de no urdir intrigas. En la vida diaria, la gente a menudo es objeto de las intrigas de los demás en las diversas cosas que les suceden. Unos compiten contigo por la fama y el provecho, otros debaten contigo acerca de lo correcto y lo incorrecto, algunos incluso discuten contigo sobre una sola palabra, hay quienes te juzgan y te socavan a tus espaldas y otros te ponen la zancadilla y se comportan contigo de manera irrazonable. Al enfrentarte a las intrigas de diversas personas, ¿cómo lidias con ellas? Debes atenerte con firmeza a un principio: “Da igual cómo urdan intrigas los demás contra mí, yo no urdiré intrigas contra ellos; ¡me mantendré alejado! Debo entender cuáles son las intenciones de Dios y qué lección quiere que aprenda. Debo mantenerme firme en mi posición, practicar las palabras de Dios y cumplir con mi deber. Actuar de acuerdo con los principios de las palabras de Dios nunca será un error ni supondrá una pérdida. Por muy buena opinión que los demás tengan de mí, eso no es una corona ni una recompensa; ¡es una calamidad!”. Atenerte a tal principio puede guardarte de hacer el mal y de ser condenado por Dios. Si, a lo largo de tu vida, puedes mantenerte firme en la posición de un ser creado, cumplir el deber de un ser creado y llevar a cabo la obra que Dios te ha encomendado con todo tu corazón y mente, y dedicas todos tus pensamientos a hacer tu deber —independientemente de si estás tan absorto en ello que te olvidas de comer y de dormir o te agotas mentalmente—, haces bien la obra que Dios te ha encomendado y logras realizar tu deber de una manera que cumple con el estándar, entonces vivirás una vida de valor. En esta vida, no deberíamos buscar hacer grandes cosas, llevar a cabo ningún proyecto ni realizar algún milagro. Solo somos personas insignificantes y deberíamos leer más las palabras de Dios, buscar entender la verdad en las cosas que nos acontecen, cumplir con nuestras responsabilidades y hacer bien lo que nos corresponde. Debemos asegurarnos de poder ajustarnos a los principios-verdad en cada asunto, de que el deber que hacemos se conforma a los principios que exigen los arreglos del trabajo, de que, cuando examinemos cuidadosamente la motivación, el propósito y los principios de cada cosa que hacemos, todo ello se ajuste a los requerimientos de las palabras de Dios, y de poder soportar el escrutinio y el examen de Dios. Cada día, haces tu deber con normalidad, con paz y alegría, viviendo siempre ante Dios. Cuando tienes algo que decirle a Dios en tu corazón, le oras; cuando no tienes palabras para orar, aun así puedes acercarte a Él en tu corazón, y cuando oras, recibes Su esclarecimiento y guía y Él te conmueve. También puedes ser leal a Dios al hacer tu deber y comportarte de manera sincera y recta. ¡Qué maravilloso es eso! Al tratar a las personas y al relacionarte y comunicarte con ellas, por lo general tienes cada vez menos defectos y transgresiones. Por mucho que los demás urdan intrigas contra ti, no reaccionas con impetuosidad. Cada vez que sientes que no puedes superar tu impetuosidad, oras a Dios; cuando estás débil, también le oras. Cuando el Espíritu Santo te conmueva un poco, obtendrás la fuerza para superar tu impetuosidad y salvarás el obstáculo. Cada vez que te enfrentas a las intrigas, los ataques, las represalias, etc., de la gente es como cruzar un obstáculo, como superar una dificultad. Al final, puedes superar todas estas intrigas, los ataques de la gente, las represalias y las luchas en tu contra, no reaccionando a partir de la impetuosidad ni de las actitudes corruptas, sino siendo capaz de atenerte a los principios. Entonces, eres verdaderamente un vencedor. ¡Qué maravilloso es eso! Sin embargo, supongamos que vives todo el día basándote en la impetuosidad y en las actitudes corruptas. Cuando alguien urde intrigas en tu contra o dice algo desagradable, te lo tomas a pecho, te molesta sobremanera, te agitas, tus ojos arden de ira y montas en cólera. O, después de oír palabras desagradables, te sientes intranquilo en el corazón, te salen llagas en la boca, pierdes las ganas de comer y de beber y no puedes dormir por la noche. Entonces, te distancias de Dios. Vives basándote en la impetuosidad o en las emociones, pasas cada día en la miseria, incapaz de comer y beber las palabras de Dios con normalidad, incapaz de hacer tu deber con normalidad, con el corazón preocupado y envuelto en estos asuntos de lo correcto y lo incorrecto. Una vez que te ves envuelto, te resulta muy difícil liberarte y, a veces, no puedes hacerlo durante varios meses. Si se trata de un asunto importante, como el matrimonio o un pleito, entonces las intrigas son aún más graves y, una vez que te ves envuelto en estas cosas, los meses —o incluso los años— simplemente se escapan, con lo malgastas los mejores años de tu vida. Al final, toda tu vida se desperdicia; no habrás hecho bien tu deber ni habrás obtenido la verdad. ¿No significa eso que estás completamente arruinado? Si vives constantemente entre disputas, intrigas, luchas y mezquindades, ¿puedes aun así hacer bien tu deber? No solo no harás bien tu deber, sino que, al urdir intrigas y luchar, también acumularás muchas acciones malvadas. Al vivir entre las intrigas y luchas de las personas, ¿cuántas cosas malas harás? ¿Cuántas palabras presuntuosas, rebeldes, que vulneran la verdad y que se resisten a Dios dirás? Todas ellas se consideran palabras de diablos. Aunque algunas palabras no se digan en voz alta, se procesan en tu mente; odias, maltratas y maldices a la gente en tu corazón. Todas estas cosas son tan claras como el día a los ojos de Dios. Él ve cuáles son tus designios, cómo planeas y cómo practicas cuando te acontecen las cosas. Al vivir entre estas intrigas y luchas, nunca reflexionas sobre ti mismo, te arrepientes ni confiesas tus pecados a Dios, como tampoco buscas la verdad en estos asuntos, sino que los “disfrutas” ciegamente. Aunque estás física y mentalmente agotado, nunca reflexionas sobre ti mismo, oras a Dios ni aceptas Su disciplina y guía, como tampoco aceptas Sus palabras en tu corazón ni dejas que Él reine. Nunca te decides a practicar las palabras de Dios. Esto demuestra que no eres una persona que cree sinceramente en Dios y persigue la verdad. Aquellos que creen sinceramente en Dios y persiguen la verdad se centran de corazón en cómo practicar la verdad y vivir una semejanza humana, valorando la aprobación de Dios por encima de todo. Esto les permite evitar las luchas y las intrigas; así, su corazón puede acercarse a Dios a menudo y pueden vivir ante Él. Como resultado, sus deberes dan cada vez mayores frutos y sienten que vivir de esta manera tiene valor y aporta alguna contribución a la especie humana, por lo que sienten verdadera paz y alegría en el corazón. Como pueden cumplir el deber de un ser creado, cada día que viven tiene verdadero valor y significado. Pero si vives entre diversos tipos de luchas e intrigas, entonces acumulas pecados cada día en el que estás vivo. No solo no logras vivir el valor y el significado que un ser humano creado debería tener, sino que también acumulas pecados para tu futuro. En Su corazón, Dios cada vez te desdeña más y se siente más decepcionado contigo. Si Dios ve que Su preocupación y Sus expectativas en relación contigo están a punto de reducirse a la nada, ¿cómo se sentiría con respecto a ti? Si las cosas que haces decepcionan a Dios cada vez más, lo van descorazonando gradualmente, hasta que llega un día en el que de verdad no te vuelves y Dios quiere abandonarte, dime, ¿qué valor y significado tienen tu vida y tu fe en Dios? ¿Qué esperanza queda en tu vida? Solo porque otros urden intrigas en tu contra y te juzgan, para luchar por tu orgullo y para recuperar tu imagen y dignidad, te ves envuelto en luchas contra la gente y retrasas las responsabilidades que te corresponden. A veces, solo porque alguien dice algo desagradable o te lanza cierta mirada que te ofende, lo que hace que pierdas tu imagen y te hiere la autoestima, llegas a sentir resentimiento en el corazón y te enredas en disputas interminables con ellos. ¿Y qué sucede al final? Desperdicias todo tu precioso tiempo en estas cosas, con lo que arruinas tu oportunidad de lograr la salvación y no obtienes verdad alguna. Como resultado, Dios te desdeña, ya no te presta atención y estás completamente arruinado. Entonces, ¿qué estoy tratando de deciros al compartir estas cosas? Elegir cómo comportarse, elegir de qué manera hacerlo, es muy importante. Al vivir entre la gente, cada persona a menudo se enfrentará a intrigas, luchas, ganancias y pérdidas en cuanto a intereses personales y a diversas voces de alabanza, crítica, juicio y condena; todo el mundo se enfrentará a estas cosas. Yo también he vivido en este mundo hasta el día de hoy y tampoco vivo en la nada. También me enfrento a estas cosas, pero Mi corazón no urdirá intrigas. Fijaos en Mí, ¿cómo he vivido? Estas cosas no afectan en lo más mínimo a Mi vida ni a Mi obra. Cada día, solo me centro en hacer Mi obra. En Mi vida hasta la fecha, no me ha afectado el entorno externo. Mi identidad y estatus, Mi valor a los ojos de la gente, nada de esto se ha visto afectado. No solo eso, sino que incluso me preocupa que penséis erróneamente que soy muy elevado, muy extraordinario y muy distinto de los demás, así que tengo que dar algunos ejemplos reales de Mi normalidad y practicidad y de lo ordinario que hay en Mí de una manera más específica para que no me idolatréis y no tengáis algunas figuraciones y nociones poco realistas sobre Mí. Solo después de haber dado tales ejemplos, algunas personas ven que solo soy una persona ordinaria y normal, y entonces se vuelven indiferentes hacia Mí. No me importan estas cosas. Mientras puedas aceptar estas palabras que digo, es suficiente; no tengo otros requerimientos. Si pasarais todo el día mirándome fijamente, escrutándome, leyendo Mi expresión, me sentiría incómodo. No me gusta que la gente me idolatre ni que me adule, y mucho menos que siempre se apiñe a Mi alrededor. Me gusta la tranquilidad. Como veis, ¿no he vivido bastante bien estos años? Entonces, ¿por qué no intentáis vivir de la misma manera? Prueba a ver si puedes sobrevivir sin competir por la fama y el provecho, sin luchar por el estatus, sin proteger tu propia dignidad, sin contender por ninguna autoridad con palabras. Si actúas, vives, te comportas, haces las cosas y realizas tu deber de acuerdo con las palabras de Dios y Sus requerimientos, mira cómo será tu vida; mira si obtendrás alegría y si tendrás paz en tu corazón. Prueba una forma diferente de vivir, practica de acuerdo con los principios-verdad y ten objetivos claros, y entonces verás un futuro brillante y prometedor por delante. Si siempre estás pendiente de quién urde intrigas en tu contra, quién afecta a tu estatus, quién tiene mejor reputación que tú, quién habla de ti a tus espaldas, etc., si siempre vives entre estas cosas, entonces no tendrás senda alguna por delante, solo oscuridad. Siempre estarás perdido y pensarás: “¡Mi vida es agotadora, no hay felicidad, no tengo bendiciones!”. No disfrutas de las bendiciones que Dios te da, sino que sigues hundiéndote en el infierno. Dime, ¿puedes tener bendiciones? ¿Puedes tener alegría y paz?

¿Qué os parece hablar sobre estos temas? (Bien). ¿En qué sentido está bien? (Sentimos que puede resolver las dificultades que encontramos en la vida real y las actitudes corruptas que revelamos. Dios también nos ha señalado algunas sendas específicas: cómo evitar luchar y urdir intrigas contra los demás y cómo liberarnos de las limitaciones de las personas, los acontecimientos y las cosas y vivir en la luz). ¿Cuál es el propósito principal de compartir estos principios? No es solo ayudarte a escapar de una vida de lucha contra los demás; la clave es permitirte vivir en el marco de la humanidad normal y llevar una vida de humanidad normal. Si actúas de acuerdo con las palabras de Dios, puedes lograr la sumisión a Él, hacer que Sus palabras y la verdad sean tu vida, lograr la salvación y temer a Dios y apartarte del mal. Puedes convertirte en una persona así. ¿Entendido? (Sí). No es solo para escapar de una vida de intrigas y luchas contra los demás; si fuera solo para eso, no obtendrías la verdad. Dime, sin obtener la verdad, ¿cuál es el objetivo de la práctica de una persona? ¿No seguiría siendo en vano? Al vivir en esta sociedad, entre la gente, siempre tendrás tus propios pensamientos y opiniones cuando te sucedan cosas; es imposible no tener pensamientos ni opiniones en absoluto, como si vivieras en la nada. Tal situación no existe. Cuando nadie urde intrigas en tu contra ni lucha contra ti, puedes arreglártelas para no urdir intrigas ni luchar contra los demás. Pero cuando alguien urde intrigas en tu contra o lucha contra ti, ¿qué haces? ¿Acaso simplemente gritar consignas como “No lucharé contra ellos, no urdiré intrigas contra ellos” resuelve el problema? (No). Entonces, ¿cómo debería resolverse el problema? Algunas personas gritan consignas, diciendo: “¿No soy demasiado viejo para seguir urdiendo intrigas? La obra de Dios ha progresado hasta este punto, ¿y yo sigo urdiendo intrigas? ¿De qué sirve urdir intrigas sobre esas cosas?”. ¿Pueden estas palabras resolver el problema? (No). La mayoría de las personas, cuando les suceden cosas, todavía no pueden desprenderse de ellas en su corazón y siguen urdiendo intrigas y luchando contra los demás. Entonces, ¿cómo debería resolverse este problema? Resolviendo los problemas de los pensamientos y opiniones de la gente y sus actitudes corruptas, de acuerdo con las palabras de Dios y los principios-verdad. Después de recibir un pensamiento o punto de vista correcto, tu perspectiva, actitud y postura sobre tales asuntos cambian. Tus sentimientos en relación con tales asuntos serán diferentes; sentirás que luchar contra los demás no tiene sentido: desperdicia tu energía, impide el trabajo, causa malestar interior y no hay alegría ni paz en ello. Entonces, cuando leas la condena de tales asuntos en las palabras de Dios, la opinión que tienes sobre ellos en tu corazón cambiará por completo, tu estado emocional será diferente, tu impulso de luchar contra los demás disminuirá, tu ira se reducirá y tu impetuosidad desaparecerá. El hecho de que otros luchen contra ti, provocándote implacablemente, no te afectará, sentirás que no es para tanto y que no hay necesidad de luchar contra ellos. Incluso los espectadores no podrían soportar mirar y dirían: “Te tratan así, ¿cómo puedes no sentir nada? ¿Eres tonto?”. Tú dices: “Solía tomarme tales asuntos muy en serio; en el pasado habría sentido como si el cielo se estuviera cayendo. Si no les dejaba las cosas claras o si no me daban una explicación, sin duda no lo dejaba pasar fácilmente. Pero ahora es diferente. Ya no urdo intrigas ni lucho contra los demás, no porque sea más viejo, sino porque en las palabras de Dios he desentrañado la esencia corrupta de la especie humana. Su comportamiento constituye las revelaciones y manifestaciones típicas de una persona malvada, un anticristo, un satanás, como se expone en las palabras de Dios. Yo también solía tener estas manifestaciones, pero ahora veo en las palabras de Dios que este tipo de verdadero rostro, esta clase de carácter, es demasiado feo y repugnante; ¡Dios lo detesta! Ahora yo mismo lo detesto y, en mi corazón, no estoy dispuesto a vivir con ese carácter corrupto. Así que, cuando vuelven a luchar contra mí, simplemente me siento hastiado y asqueado de ellos y no tengo interés ni deseo por luchar. En las palabras de Dios, también he encontrado los principios de práctica y sé cómo tratar a tales personas”. ¿Qué dicen las palabras de Dios? Por un lado, las palabras de Dios exponen y califican a tales personas; por otro lado, Dios le dice a la gente que el principio para tratar a los demás es tratarlos justamente. Si son verdaderos hermanos y hermanas y revelan actitudes corruptas, debemos tratarlos con amor, compartiendo la verdad para resolver sus transgresiones y actitudes corruptas, de modo que ya no se resistan a Dios ni transgredan. Quizás sus problemas no se resuelvan a través de la ayuda. Si no aceptan ayuda, no pueden aceptar la verdad, pero pueden realizar su deber y no perturban el trabajo de la iglesia, entonces se les debe permitir permanecer en la iglesia haciendo su deber. Si no hacen su deber adecuadamente y, sin embargo, luchan y urden intrigas contra otros, con lo que causan perturbación, deben ser depurados de acuerdo con los decretos administrativos de la casa de Dios y los principios de la casa de Dios para tratar a las personas. ¿No tendríamos entonces el corazón en paz? La casa de Dios tiene principios y sendas para lidiar con las manzanas podridas. Cómo discernir a estas personas y ocuparse de ellas, cómo tratarlas; hay principios y sendas en las palabras de Dios para todo esto. Si la gente practica de acuerdo con las palabras de Dios, la situación se manejará de manera sencilla y alegre, no les parecerá que sea un asunto difícil, su corazón no se perturbará en absoluto y se resolverá de manera muy natural. Si se hubieran encontrado con tales asuntos hace unos años, no habrían podido superarlos, no habrían sabido cómo resolverlos. Pero ahora, con unos pocos años de experiencia de vida, este asunto ya no es una dificultad para ellos; pueden resolverlo. De repente, descubren que su estatura ha aumentado y que realmente han cambiado. ¿Cómo se sienten la mayoría de estas personas entonces? “Antes, siempre pensaba que mi calibre era escaso y a menudo me rebelaba contra Dios y me resistía a Él, como si la salvación no estuviera a mi alcance. Ahora, al manejar este asunto, siento que no tengo dificultades, que puedo resolver problemas y que tengo esperanza”. ¿Qué esperanza? (La esperanza de lograr la salvación). Cuando ves la esperanza de lograr la salvación, ¿ves luz u oscuridad por delante? (Luz). Eso convierte en realidad ese dicho: la luz me hace señas. ¿Verdad? (Sí). Cuando tu estatura pueda alcanzar este nivel, sentirás de verdad que, para practicar la verdad, en realidad no es necesario gritar consignas; es así de sencillo y alegre. Siempre y cuando aceptes las palabras de Dios, aceptes los principios-verdad que provienen de Él, practicar la verdad es así de fácil y tu estatura aumenta sin que te des cuenta. En el momento en que sientas que tu estatura ha aumentado, que has cambiado, que tus años de fe en Dios han dado fruto y no han sido en vano, si alguien pronuncia palabras presuntuosas, diciendo: “¿Qué he ganado yo creyendo en Dios? En los veinte años que llevo creyendo en Dios, lo único que he hecho ha sido sufrir y esforzarme; he renunciado y me he entregado mucho, pero no he disfrutado ni de una sola bendición, ¡solo de un agotamiento sin fin!”, lo despreciarás en tu corazón: “¡Esta persona no tiene conciencia y solo dice palabras endiabladas! A juzgar por lo patético que parece, realmente no ha ganado nada; lo único que sabe hacer es ser irrazonable y poner trabas, ¡y lo único que sabe decir son palabras presuntuosas!”. Este tipo de personas siempre dicen: “¿Qué he ganado yo creyendo en Dios?”. Entonces, ¿qué esperas ganar exactamente creyendo en Dios? ¿Esperas recibir gracia y bendiciones materiales, o esperas obtener la verdad y lograr la salvación? Esta es la senda que uno debe elegir al creer en Dios. ¿Qué senda estás recorriendo realmente? Si eres una persona que persigue la verdad, pones en práctica todas las verdades que entiendes y las conviertes en tu realidad, entonces habrás ganado la vida eterna y, tras haber experimentado la obra de Dios en los últimos días, no habrás creído en vano. Si solo te centras en disfrutar de la gracia, pero no ganas la verdad ni la vida, y te quejas de Dios, diciendo: “¿Qué he ganado yo?”, esto demuestra que no eres una persona que persigue la verdad. No importa de cuánta gracia disfrutes, si no has ganado ni un ápice de verdad, entonces tu fe es demasiado lamentable; demuestra que eres una persona ciega. Ahora, Dios expresa la verdad para proveer de vida a las personas, diciendo palabras nuevas cada día, tantas que la gente puede comerlas, beberlas y disfrutarlas hasta la eternidad. Hay demasiadas verdades que deberían practicarse y en las que se debería entrar; muchas verdades no pueden experimentarse plenamente ni en toda una vida. Aquellos que llevan muchos años creyendo en Dios y persiguen la verdad han ganado tanto y en tal abundancia. Sin embargo, si la gente no persigue la verdad, no la ama ni la practica, siempre sentirá que no ha ganado nada. Quienes disfrutan de la verdad se sienten verdaderamente colmados con estas palabras. Ahora, ya sea en términos de verdad o de bendiciones materiales, lo que Dios otorga a las personas es abundante; se puede decir que la casa de Dios es una tierra que mana leche y miel. Las palabras de Dios que se comen y beben en las reuniones son muy abundantes; testimonios vivenciales, películas, himnos, danzas… todo está ahí, en abundancia. Las cosas materiales —comida, ropa y artículos de uso diario— también son abundantes. Además, el servicio prestado por el gran dragón rojo que Dios ha dispuesto, las actuaciones de los anticristos y los falsos líderes y la exhibición de diversas clases de cosas negativas que tienen lugar ante la gente cada día permiten a las personas aprender lecciones y crecer en discernimiento. Si no puedes extraer una lección completa a la primera, Dios continuará disponiendo entornos, personas, acontecimientos y cosas para ti, y solo los retirará cuando hayas aprendido lo suficiente. Por lo tanto, si puedes aceptar la obra de Dios, si eres una persona que ama la verdad, estás asistiendo a un banquete generoso. Unos pocos años de fe te aportarán un gran progreso y un cambio real. Dios ha pastoreado, regado y guiado personalmente a Su pueblo escogido durante estos años. Todos los que son capaces de aceptar la verdad pueden sentir que han ganado mucho y han experimentado algunos cambios verdaderos. En particular, aquellos que hacen su deber a tiempo completo han cambiado aún más. Puedes sentir que, al seguir a Dios, la senda se vuelve cada vez más brillante, y tienes verdadera fe en lograr la salvación y entrar en el reino de los cielos. Pero si siempre te niegas a aceptar la verdad y no estás dispuesto a practicarla en tu corazón, no podrás sentir que tengas esperanza alguna de salvación. Seguirás preguntando a los que te rodean: “¿Crees que tengo entendimiento espiritual?”. Si alguien dice: “No parece que tengas entendimiento espiritual”, pensarás: “¡Se acabó, no tengo esperanza!”. En realidad, no es que no tengas esperanza; es que no persigues la verdad. Si entiendes la verdad y también puedes practicarla, poco a poco irás adquiriendo entendimiento espiritual. Una vez que tengas entendimiento espiritual, entenderás cada vez más verdades y podrás compartir algunos testimonios vivenciales en relación con cada aspecto. Te sentirás enriquecido y muy realizado por dentro y te parecerá que has ganado mucho al seguir a Dios. ¿Verdad? (Sí). Si una persona no practica la verdad ni la acepta como su vida, en su corazón siempre se sentirá perdida y sin rumbo, sin verdadera fe. Siempre preguntará a los que la rodean si tiene alguna esperanza de lograr la salvación. Algunos también preguntan constantemente a otros si tienen entendimiento espiritual, y consideran el hecho de tenerlo o no como prueba de si existe esperanza para ellos. Decidme, ¿son necias tales personas? (Sí). Tengas o no entendimiento espiritual, debes esforzarte por la verdad; y no solo esforzarte por entenderla, sino también por practicarla. Una vez que puedas entender la verdad y practicarla, ¿no habrá esperanza de lograr la salvación? ¿Acaso no es así? (Sí). Deberíais reflexionar sobre esta cuestión.

Hasta aquí nuestra charla de hoy. ¡Adiós!

7 septembrie 2024

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