56. Ya no me quejo de mi poca aptitud

Por Chen Ling, China

En la escuela primaria, sacaba malas notas, pero era joven, así que no me sentía avergonzada. Pero en la escuela secundaria, cuando empecé a notar que mis profesores y compañeros respetaban y elogiaban a los estudiantes con buenas notas, me dio envidia. Yo también quería que me fuese mejor en mis estudios para que todos me elogiasen, pero, por más que lo intentaba, no lograba sacar mejores notas. Me culpaba a mí misma y me decía: “¿Cómo puedo ser tan tonta? ¡Qué vergüenza!”. Así que terminé dejando la escuela. Cuando empecé a buscar trabajo, solo conseguía trabajos manuales, ya que me faltaban educación y habilidades. Cuando vi que las personas inteligentes y educadas podían ganar más dinero sin tener que hacer trabajo físico, volví a culparme a mí misma por mi poca inteligencia y me sentí muy abatida. Después de aceptar la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días, vi que los líderes de la iglesia podían renunciar a las cosas, entregarse, sufrir, pagar un precio y resolver las dificultades de los hermanos y hermanas hablando sobre las palabras de Dios. Todos los admiraban y respetaban, por lo que me dieron mucha envidia. Esperaba con ansias el día en que yo también pudiera convertirme en una líder de la iglesia. Nunca imaginé que solo dos años después, me elegirían líder de la iglesia. Renunciaba a las cosas con entusiasmo, me entregaba y cooperaba activamente en el trabajo que se necesitaba arreglar e implementar. Nunca me quejaba, independientemente de cuán difícil o agotadora fuera la labor. Daba todo para ayudar a quienes tuvieran problemas y los hermanos y hermanas me elogiaban por mi capacidad de soportar el sufrimiento y mi actitud cariñosa. Pero el trabajo de la iglesia nunca mostró signos de mejoría, ya que solo repetía algunas palabras y doctrinas, seguía preceptos y no era capaz de usar la verdad para resolver problemas reales. A fin de cuentas, no servía para el trabajo y me destituyeron, lo que me dejó profundamente frustrada y negativa. Sentí que, si mis hermanos y hermanas se daban cuenta de que tenía poca aptitud, me menospreciarían y entonces tendría aún menos posibilidades de que me notasen. No pude evitar quejarme contra Dios: ¿por qué tenía tan poca aptitud mientras que otras personas tenían tanta? Más tarde, el líder de la iglesia me asignó un deber relacionado con asuntos generales. Siempre que pensaba en que solo podía hacer trabajos manuales porque tenía poca aptitud y no podía ganarme el respeto de los demás, me sentía un poco negativa y no tenía motivación para hacer mi deber. Después de eso, el líder me asignó la labor de cuidar las propiedades de la iglesia. Por cuestiones de seguridad, solo podía interactuar con otro hermano. Pensé para mí misma: “Debido a mi poca aptitud, solo puedo hacer estas tareas entre bastidores”. Al pensar en eso, perdí la motivación para hacer mi deber. No repasaba las desviaciones o problemas que surgían ni, mucho menos, buscaba la verdad para resolverlos.

Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios que me despertó un poco. Dios Todopoderoso dice: “La mayoría de aquellos a los que salva Dios no ocupan puestos altos en el mundo o entre las personas en la sociedad. Dado que su calibre y capacidades son promedio o incluso escasos y les cuesta encontrar la popularidad o el éxito en el mundo y siempre les parece que este es sombrío e injusto, tienen necesidad de fe y, al final, acuden ante Dios y entran en Su casa. Esta es una condición básica que Dios les concede a las personas al escogerlas. Solo con esta necesidad puedes tener el deseo de aceptar la salvación de Dios. Si tus condiciones en todos los aspectos son muy buenas y aceptables para esforzarte en el mundo y siempre quieres hacerte un nombre, entonces no tienes el deseo de aceptar la salvación de Dios ni tendrás siquiera la oportunidad de recibirla. Aunque puede que tengas un calibre promedio o escaso, todavía estás mucho más bendecido que los no creyentes en cuanto a tener la oportunidad de que Dios te salve. Por tanto, tener escaso calibre no es tu defecto ni un obstáculo para que te despojes de actitudes corruptas y alcances la salvación. En el análisis final, Dios fue el que te concedió este calibre. Tienes tanto como Dios te concede. Si Dios te otorga buen calibre, entonces tienes buen calibre. Si Dios te da un calibre promedio, tu calibre es promedio. Si Dios te da escaso calibre, ese es el que tienes. Una vez que entiendes esto, debes aceptarlo de parte de Dios y ser capaz de someterte a Su soberanía y disposiciones. ¿Cuál es la verdad que constituye la base para someterse? Esas disposiciones de Dios contienen Sus buenas intenciones; Él es concienzudo y reflexivo y la gente no debe quejarse ni malinterpretar el corazón de Dios. Él no te tendrá en alta estima por tu buen calibre ni tampoco sentirá desdén hacia ti ni te detestará a causa de tu escaso calibre. ¿Qué es lo que detesta Dios? Él detesta a la gente que no ama ni acepta la verdad, a la que la entiende pero no la practica, a la que no hace aquello de lo que es capaz, a los que no lo dan todo en sus deberes y siempre albergan deseos extravagantes, deseando siempre estatus, compitiendo siempre por la posición y haciéndole siempre exigencias a Dios. Esto es lo que a Él le parece repugnante y detestable(La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (7)). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, me sentí profundamente conmovida. Me di cuenta de que Dios había preestablecido que tendría poca aptitud y que Su buena intención estaba detrás de todo eso. Deseaba profundamente tener reputación y estatus, y había buscado distinguirme desde una edad temprana. Si hubiera tenido buena aptitud y buenas condiciones, y hubiera alcanzado un alto estatus en el mundo y sido respetada y admirada, nunca habría llegado ante Dios y habría vivido bajo la asolación de Satanás, disfrutando de los placeres del pecado. Me di cuenta de que mi poca aptitud me había ayudado a alcanzar la protección de Dios y me había traído ante Él. Esa fue la salvación de Dios. Debido a mi poca aptitud, la iglesia me asignó trabajos relacionados con asuntos generales, un deber que era bastante adecuado para mí. Si me hubiera esforzado un poco, podría haberlo hecho bien, pero, en cambio, me quejaba porque el deber no me permitía distinguirme y que me notasen. Incluso fui superficial y hacía mi deber por inercia. Al ver que no cumplía bien mi papel, me di cuenta de que era muy arrogante e irracional.

Entonces, encontré otro pasaje de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “En cuanto a su capacidad de innovación, las manifestaciones específicas de la gente de calibre escaso son que no saben cómo aplicar los fundamentos y principios a un trabajo específico y real; solo son capaces de repetir como loros, aprender doctrinas y memorizar preceptos. La mera memorización de doctrinas y preceptos es inútil y no indica que tengas capacidad de innovación. Si uno tiene o no capacidad de innovación, resulta evidente en el hecho de que pueda o no poner en marcha estos fundamentos, principios y reglas en la vida real, así como hacer bien el trabajo relacionado con esos fundamentos y principios, de modo que no se queden en palabras y doctrinas, preceptos y fórmulas, sino que se implementen en la vida de las personas y se apliquen en ellas, y así se les permita usarlos y extraigan un beneficio y asistencia de estos, haciendo que se conviertan en una senda para practicar en la vida o en una guía, una orientación y un objetivo para vivir. Si a una persona le falta esta capacidad de innovación y solo sabe soltar palabras y doctrinas y gritar consignas, y es incapaz de darle uso a estos principios y fundamentos cuando llega el momento de realizar su deber, aquellos que siguen a tal líder o supervisor no obtendrán principios de práctica en este aspecto de la verdad. Tales líderes o supervisores son personas de calibre escaso, incapaces de trabajar, y una vez que se las identifique se las debe denunciar y retirar. […] Así pues, la capacidad de innovación es crucial para un líder u obrero o supervisor. Si careces de la capacidad y el calibre básicos para hacer el trabajo, has de ser muy cauto y no solo lanzarte hacia adelante por puro entusiasmo, y no debes querer siempre destacar y ser líder o supervisor. Hacerlo no solo te obstaculiza a ti mismo, sino que también impide a otros alcanzar la salvación. Si solo te obstaculizas a ti mismo, solo habrás causado tu propia muerte, pero si obstaculizas a los hermanos y hermanas, ¿acaso no estás perjudicando a mucha gente? Puede que no te importe tu propia vida, pero a los demás les importa la suya. Asimismo, obstaculizar tu propia vida cotidiana o tu propio éxito financiero no es para tanto, pero suponer un obstáculo para la obra de la iglesia no es un asunto menor. ¿Puedes cargar con semejante responsabilidad? Si de verdad eres alguien con conciencia y sientes que esta cuestión conlleva una responsabilidad significativa, que no puedes asumir la carga de obstaculizar el trabajo de la iglesia, entonces no debes en absoluto recurrir a ningún medio necesario para alardear y competir por liderazgo. Si careces de calibre y estatura, no te esfuerces siempre por destacar. No obstaculices el trabajo de la iglesia o que el pueblo escogido de Dios entre en la verdad y obtenga un buen destino solo para satisfacer tu ansia de autoridad, ¡esto es iniquidad! Deberías tener algo de autoconciencia. Haz aquello de lo que eres capaz y no aspires siempre a ser líder. Aparte de ser líder, hay muchos otros deberes que puedes llevar a cabo. Ser líder no es tu derecho exclusivo ni debería ser tu búsqueda. Si tienes el calibre y la estatura para ser líder y además tienes sentido de la carga, lo mejor es dejar que sean otros los que te elijan. Esta práctica beneficia a la obra de la iglesia y a todo aquel que esté involucrado. Si careces de calibre para ser líder, deberías demostrar algo de amabilidad y responsabilizarte del futuro de los demás. No compitas siempre por ser líder ni obstaculices a los demás. Querer ser líder y ocuparte de la obra de la iglesia a pesar de tener calibre escaso muestra falta de razón. Si careces de calibre y estatura, limítate a hacer bien tus propios deberes. Cumplir realmente con tus deberes de forma adecuada demuestra que posees algo de razón. Haz cualquier trabajo que se adecúe a tu capacidad, no albergues ambiciones ni deseos. No busques solo satisfacer tus deseos personales al tiempo que eres negligente con la obra de la iglesia; esto te perjudica tanto a ti mismo como a la iglesia. Esta es la manifestación de las personas de escaso calibre en lo relativo a la capacidad de innovación(La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (7)). Lo que Dios expuso fue precisamente mi propio comportamiento. Tenía poca aptitud, carecía de creatividad, solo entendía algunos conocimientos doctrinales y cumplía con mi deber siguiendo ciertos preceptos, pero no podía resolver problemas reales, por lo que no estaba capacitada para servir como líder. Después de que me eligiesen líder, serví con entusiasmo, me entregué, estaba motivada y podía realizar algunos trabajos relacionados con asuntos generales, pero, debido a mi poca aptitud, solo podía seguir preceptos y hacer todo al pie de la letra. No podía captar los problemas reales en el trabajo ni resolverlos, por lo que, al final, me destituyeron, ya que no podía hacer trabajo real. Hay ciertos principios que podemos seguir para determinar si alguien está capacitado para ser líder. Como mínimo, debe tener buena humanidad, una aptitud promedio y ser capaz de resolver problemas reales. En cuanto a mí, no tenía la aptitud de un líder y, si continuaba desempeñando esa función, solo estorbaría el trabajo de la iglesia y retrasaría la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas. ¡Eso sería una enorme transgresión! Era correcto que el líder me reasignara, dado que tenía poca aptitud y era incapaz de hacer el trabajo de la iglesia. Eso no solo me protegía a mí, sino que también era actuar con responsabilidad para con el trabajo de la iglesia. Pero yo no me conocía a mí misma. Aunque tenía poca aptitud, sentía un fuerte deseo de tener estatus y reputación, y siempre quería distinguirme para servir como líder u obrera. ¡Qué irracional era! Oré a Dios y le dije: “Dios mío, es todo gracias a Ti. Impediste que caminase por una senda malvada justo a tiempo a través de mi destitución. También me ayudaste a entender mi estado a través del desenmascaramiento de Tus palabras. Ahora acepto completamente que fui reasignada por tener poca aptitud. Oh, Dios, estoy dispuesta a arrepentirme y a dejar de quejarme por mi poca aptitud. Deseo buscar la verdad para resolver mi carácter corrupto y tener la actitud correcta sobre mi aptitud”.

Seguí reflexionando y buscando las razones por las que siempre me quejaba de mi poca aptitud. Más tarde, me di cuenta de que tenía un problema con mi estado después de leer un pasaje de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “El aprecio de los anticristos por su reputación y estatus va más allá del de la gente normal y forma parte de su esencia-carácter; no es un interés temporal ni un efecto transitorio de su entorno, sino algo que está dentro de su vida, de sus huesos y, por lo tanto, es su esencia. Es decir, en todo lo que hacen los anticristos, lo primero en lo que piensan es en su reputación y su estatus, nada más. Para los anticristos, la reputación y el estatus son su vida y su objetivo durante toda su existencia. En todo lo que hacen, su primera consideración es: ‘¿Qué pasará con mi estatus? ¿Y con mi reputación? ¿Me dará una buena reputación hacer esto? ¿Elevará mi estatus en la opinión de la gente?’. Eso es lo primero que piensan, lo cual es prueba fehaciente de que tienen el carácter y la esencia de los anticristos; por eso consideran las cosas de esta manera. Se puede decir que, para los anticristos, la reputación y el estatus no son un requisito añadido y, ni mucho menos cosas que son externas a ellos de las que podrían prescindir. Forman parte de la naturaleza de los anticristos, los llevan en los huesos, en la sangre, son innatos en ellos. Los anticristos no son indiferentes a la posesión de reputación y estatus; su actitud no es esa. Entonces, ¿cuál es? La reputación y el estatus están íntimamente relacionados con su vida diaria, con su estado diario, con aquello que buscan día tras día. Por eso, para los anticristos el estatus y la reputación son su vida. Sin importar cómo vivan, el entorno en que vivan, el trabajo que realicen, lo que busquen, los objetivos que tengan y su rumbo en la vida, todo gira en torno a tener una buena reputación y un estatus alto. Y este objetivo no cambia, nunca pueden dejar de lado tales cosas(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). Dios pone al descubierto cómo los anticristos, independientemente de lo que hagan, siempre piensan primero en su propia reputación y estatus. En todas las cosas, se esfuerzan por satisfacer sus ambiciones y deseos. Pude haber tenido poca aptitud, pero el carácter que revelé fue el de un anticristo. Cuando cumplía mi deber, buscaba que las personas me respetasen y que siempre me notasen. Cuando me reasignaron, no reflexioné sobre mis deficiencias; en cambio, me comporté de forma irrazonable, me quejé de Dios por darme poca aptitud y me volví negativa y holgazana. Vi que, a pesar de estar en la fe durante años y disfrutar tanto del riego y la provisión de las palabras de Dios, mi carácter-vida no había cambiado en absoluto y valoraba la reputación y el estatus tanto como mi propia vida. ¡Eso era realmente peligroso! Pensé en mi anterior compañera, Yang Jing. Ella tenía cierta aptitud y capacidad de trabajo, pero era arrogante, autoritaria y le obsesionaba el estatus. Presumía de su deber siempre que podía para ganarse el respeto de las personas y hacía cosas que trastornaban y perturbaban el trabajo de la iglesia. Nuestro líder la desenmascaró y podó muchas veces, pero ella no se arrepentía. Al final, la desenmascararon como un anticristo y la expulsaron. Yo siempre estaba persiguiendo el estatus, la fama y la ganancia, así que, si hubiera tenido buena aptitud, en cuanto hubiera ganado el estatus y el respeto de las personas, seguro que habría seguido la misma senda que Yang Jing. Oré en silencio a Dios y le dije: “Oh, Dios, Satanás me ha corrompido muy profundamente y me obsesiona tanto el estatus, la fama y la ganancia. Si no fuera por el juicio y el desenmascaramiento de Tus palabras, habría ignorado completamente el carácter de anticristo que he revelado. ¡He sido tan insensible y torpe! Oh, Dios, te agradezco el esclarecimiento y la guía de Tus palabras. Estoy dispuesta a arrepentirme, perseguir la verdad y cumplir mi deber lo mejor que pueda dada mi aptitud”.

Durante las prácticas devocionales, encontré algunos pasajes más que me ayudaron a entender cómo pensar sobre mi aptitud. Dios Todopoderoso dice: “De acuerdo con tu calibre, solo puedes hacer algunos trabajos que requieren de esfuerzo físico y son invisibles, que la gente infravalora y no recuerda; si esta es tu situación, deberías aceptarla de parte de Dios y no albergar quejas, y aún más no deberías elegir tus deberes en función de tus propios deseos. Haz cualquier cosa que la casa de Dios disponga para ti y, mientras esté al alcance de tu calibre, deberías llevarla a cabo adecuadamente. […] Aunque no puedas hacer otro trabajo, aunque no puedas desempeñar un papel crucial y decisivo en la obra de la iglesia ni hagas contribuciones significativas, si puedes dedicar por completo tu esfuerzo y lealtad a un trabajo ordinario y buscar solo satisfacer a Dios, ya es suficiente. Eso no supone fallarle a la exaltación que Dios hace de ti. No seas quisquilloso respecto a si las tareas son sucias o cansadas, a si otros van a verte haciéndolas o a elogiarte o menospreciarte por ello. No pienses en estas cosas; solo busca aceptarlas de parte de Dios, someterte y cumplir bien con los deberes que te corresponden(La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (7)). “Discernir las diversas manifestaciones de personas de calibres diferentes y proporcionar estos ejemplos específicos tiene como intención ayudarte a establecer una correspondencia con ellos. Es para que puedas identificar con exactitud tu propia posición, abordar con racionalidad tu propio calibre y tus diversas condiciones, así como la exposición, el juicio y la poda que Dios lleva a cabo en ti o la obra que dispone para ti, de modo que seas capaz de someterte y de ser agradecido desde el fondo del corazón, en lugar de mostrar resistencia y repulsión. Las personas logran la satisfacción de Dios cuando son capaces de abordar con racionalidad su propio calibre y luego identificar con exactitud su propia posición, actuar como los seres creados que Dios quiere, con los pies en el suelo, hacer lo que les corresponde de manera adecuada, según su calibre innato, y dedicar su lealtad y todo su esfuerzo(La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (7)). Las palabras de Dios me dieron una senda de práctica. A pesar de mi poca aptitud, Dios no me había tratado mal. Custodiar la propiedad de la iglesia requiere responsabilidad y atención al detalle. Tenía que revisar y mantener las propiedades con frecuencia. Si trabajaba a conciencia, era capaz de hacer eso y el deber era el adecuado para mí. Debo saber cuál es mi lugar y cumplir mi deber lo mejor que pueda y con lealtad. Pensé en las palabras de Dios, que dicen: “Las funciones no son las mismas. Solo hay un cuerpo. Cada cual cumple con su deber, cada uno en su lugar y haciendo su mejor esfuerzo, por cada chispa hay un destello de luz, y buscando la madurez en la vida. Así estaré satisfecho(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 21). Las palabras de Dios me dieron grandes ánimos y, en el fondo, quería valorar este deber. Más tarde, mientras cumplía mi deber de custodiar las propiedades, resumía siempre mis errores y defectos, identificaba dónde había vulnerado los principios y corregía rápidamente mis problemas después de identificarlos. Cuando no podía identificar los problemas por mí misma, oraba a Dios y le pedía que me los revelara. Lo daba todo para hacer lo que fuera necesario para beneficiar mi trabajo. Lograr este entendimiento y transformación se debió solo a la guía de las palabras de Dios. ¡Gracias a Dios!

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