14. Una elección en medio de la persecución y la tribulación
Dios Todopoderoso dice: “Ya sea que las palabras pronunciadas por Dios sean sencillas o profundas en apariencia, todas ellas son verdades indispensables para la entrada en la vida del hombre; son la fuente de aguas vivas que le permiten sobrevivir tanto en el espíritu como en la carne. Proveen lo que el hombre necesita para seguir vivo; los principios y el credo para conducir su vida cotidiana; la senda que debe tomar hacia la salvación, así como su meta y dirección; cada verdad que él debería poseer como un ser creado delante de Dios y toda verdad sobre cómo se somete y adora el hombre a Dios. Son la garantía que asegura la supervivencia del hombre, el pan diario del hombre, y también el apoyo firme que le permite ser fuerte y mantenerse en pie” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Prefacio). En el pasado, cuando leí este pasaje de las palabras de Dios, no tuve un entendimiento práctico de él ni capté de veras el significado de Sus palabras. Luego, cuando la iglesia se enfrentó a una represión a gran escala, vivía con cobardía y temor y no tuve el valor de hacer mi deber. Fueron las palabras de Dios las que me concedieron fe y me llevaron a salir de la negatividad y la debilidad. Ya no temía a las fuerzas malvadas de Satanás y, al confiar en Dios, lidié bien con el trabajo pendiente posterior. Por medio de esta experiencia, obtuve algo de entendimiento práctico de la autoridad de Dios.
Fue a principios de agosto de 2019. Al diácono de asuntos generales lo estaban siguiendo y no podía continuar haciendo su deber, así que los líderes de distrito me pidieron que me ocupara del trabajo de asuntos generales. El día 19 me di cuenta de que los líderes de distrito no habían contactado con las iglesias desde hacía dos días y ya hacía varios que no paraba de oír que habían arrestado a más de diez hermanos y hermanas. Estas personas habían estado en contacto frecuente con los líderes de distrito antes de su arresto. Cuando pensé que la policía a menudo rastreaba y monitoreaba a los creyentes durante un largo periodo a fin de recabar información antes de llevar a cabo la represión coordinada, me dio mala sensación, pensé: “¿Es posible que también hayan arrestado a los líderes de distrito?”. Fui a toda prisa a casa de la hermana Yuan Ling. En cuanto la vi, me dijo muy nerviosa: “¡Ha sucedido algo! Han arrestado a tres líderes de distrito y al personal de asuntos generales”. Me dio un vuelco el corazón: “¡De veras ha sucedido! Conocen a demasiadas personas y sus casas. Tenemos que decirles de inmediato a los hermanos y hermanas que se escondan y se reubiquen”. Cuando terminé de avisarlos, me sentí nerviosa y asustada de camino a casa, pensé: “Han arrestado a muchos hermanos y hermanas seguidos, la policía debe haberlos monitoreado desde hace mucho tiempo como paso previo a arrestarlos. Antes de que esto ocurriera, me reunía todos los días con los líderes de distrito. Hay cámaras de vigilancia por todas partes, y siempre estoy corriendo de un lado a otro, así que es muy probable que la policía me esté monitoreando también a mí. Tal vez sea la siguiente a la que arresten”. Pensé en los hermanos y hermanas a los que habían torturado después de su arresto, algunos murieron de manera miserable en las garras del gran dragón rojo y, mientras más lo pensaba, más me asustaba. Pensé: “¿Y si me arrestan y la policía me obliga a delatar a mis hermanos y hermanas? ¿Y si no puedo soportar la tortura y me convierto en una judas? ¿Acaso no será ese el fin de mi viaje de fe? No, tengo que dejar de hacer mi deber y esconderme un tiempo”. Me sentía culpable mientras pensaba esto. Al haber arrestado a los líderes de distrito y al personal de asuntos generales, se había perdido el contacto con varias iglesias, los hermanos y hermanas no podían comer ni beber las palabras más recientes de Dios y a los que estaban en riesgo había que reubicarlos de inmediato. No podía parar ahora. Sin embargo, cuando pensé que era posible que yo también estuviera bajo vigilancia, me sentí conflictuada. Así que oré a Dios: “Oh, Dios, me siento cohibida en esta situación, pero sé que no puedo retroceder. Por favor, guíame para desechar el miedo en mi corazón”. Después de orar, pensé en algunas de las palabras de Dios: “De todo lo que acontece en el universo, no hay nada en lo que Yo no tenga la última palabra. ¿Hay algo que no esté en Mis manos? Todo lo que Yo digo se hace, y ¿quién entre los seres humanos puede hacerme cambiar de opinión?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 1). En el pasado, compartía a menudo con los hermanos y hermanas, decía que Dios es soberano sobre todo y que, pase lo que pase, debemos confiar en Él. Pero ahora que el peligro recaía sobre mí, me daba miedo y quería echarme atrás. Me di cuenta de que todo lo que había dicho antes no eran más que palabras y doctrinas. ¿Acaso tenía verdadera fe? Las palabras de Dios son muy claras. Todo se halla bajo la soberanía de Dios y es Él quien tiene la última palabra en todas las cosas. Aunque estaba en contacto diario con los líderes, ya no dependía de la policía que me arrestaran o no. Incluso si eso sucedía, solo sería con el permiso de Dios. Con esto en mente, ya no me sentí tan cohibida ni tan temerosa.
Después de eso, la hermana con la que cooperaba y yo confiamos en Dios para mover los libros de Sus palabras. Durante esta época, siempre fuimos cautas y nos hacíamos la una a la otra constantes recordatorios. Nos cambiábamos de ropa y de peinado a diario, y evitábamos lo mejor posible las cámaras de vigilancia cuando salíamos. No mucho después, recibí constantes noticias sobre arrestos de hermanos y hermanas y me sentí realmente tensa y asustada, como si ningún lugar fuera seguro. Dos días después, la hermana Song Yang, la responsable del trabajo, dispuso que nos reuniéramos. Decía necesitar con urgencia encontrar una casa segura para que pudieran continuar sus deberes con normalidad. Me puse muy nerviosa, pensé: “Ahora que han arrestado a los líderes de distrito, hay que reubicar a muchos hermanos y hermanas. ¿Dónde se supone que voy a encontrar tantas casas seguras?”. Además, pensé que había cámaras de vigilancia por todas partes y arrestaban a cada vez más hermanos y hermanas. No tenía ni idea de dónde estaría la policía monitoreando en secreto. Si seguía saliendo a buscar gente y casas, me podrían arrestar en cualquier momento, una vez que me convirtiera en un objetivo. Al pensar sobre todo esto, me sentí muy conflictuada, así que compartí mis preocupaciones con Song Yang. Song Yang y yo leímos juntas un pasaje de las palabras de Dios: “Es perfectamente natural y está justificado que los seres humanos deban completar cualquier comisión que Dios les confíe. Esa es la responsabilidad suprema del hombre, y es tan importante como sus propias vidas. Si no te tomas en serio las comisiones de Dios, lo estás traicionando de la forma más grave. En esto eres más lamentable que Judas y debes ser maldecido. La gente debe entender bien cómo tratar lo que Dios les confía y, al menos, debe comprender que las comisiones que Él confía a la humanidad son exaltaciones y favores especiales de Dios, y son las cosas más gloriosas. Todo lo demás puede abandonarse. Aunque una persona tenga que sacrificar su propia vida, debe seguir cumpliendo la comisión de Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre). Después de leer las palabras de Dios, me conmoví profundamente. Con las iglesias enfrentadas a una situación tan peligrosa y todos los líderes de distrito arrestados, nadie conocía la situación de las iglesias mejor que yo. Si me convertía en una desertora en este momento crítico, sin pensar en la seguridad de mis hermanos y hermanas y sin lograr lidiar rápido con el trabajo pendiente posterior, ¡esta sería una grave traición a Dios! Era mi responsabilidad proteger a los hermanos y hermanas y garantizar que no se viera impedido el trabajo de la iglesia. Sin embargo, ante los arrestos del PCCh, en lugar de salvaguardar el trabajo de la iglesia, me preocupó más mi posible arresto. En ese momento crucial, quise retraerme como una tortuga que se mete en su caparazón. ¡Era muy egoísta y despreciable! Debía rebelarme contra mis motivos despreciables y ocuparme enseguida de las consecuencias. Inmediatamente después de esto, Liu Na, la hermana con la que colaboraba, y yo confiamos en Dios para cooperar. A la noche siguiente ya habíamos trasladado a Song Yang y los demás a una casa segura, y me quedé mucho más tranquila.
Unos días después, llegó una carta de la iglesia de donde provenía Wang Juan, una líder de distrito a la que habían arrestado. Decía que la madre de Wang Juan se había enterado por la policía que hacía mucho que monitoreaban a su hija y sabían de todas las casas que Wang Juan había visitado. La policía dijo también que no soltarían tan fácilmente a los creyentes que habían arrestado y que, de no confesar, se los condenaría. Me dio un vuelco el corazón y pensé: “Es posible que hayan arrestado a todos esos hermanos y hermanas, uno tras otro, porque la policía estaba rastreando a Wang Juan. Desde que empecé a hacer mi deber ocupándome de asuntos generales, me había reunido con ella a diario para discutir el trabajo. El día antes de que la arrestaran, incluso nos habíamos separado en una intersección. Puede que ahora mismo ya fuera un objetivo principal al que seguía la policía y me podían arrestar en cualquier momento. ¿Y si me detienen y la policía me obliga a delatar a mis hermanos y hermanas? Las prisiones del PCCh son como el infierno en la tierra y el gran dragón rojo es muy siniestro y malévolo. Si guardaba silencio, aunque no me mataran a golpes, me quedaría tullida…”. No me atreví a pensar más al respecto y me invadió una oleada de miedo inexplicable. ¿Debía parar un poco, esconderme un tiempo y permitir que, de momento, se ocuparan del trabajo otras hermanas? Sin embargo, pensé que las demás no estaban familiarizadas con la situación de las iglesias y sabía que, de parar yo, los diversos aspectos del trabajo de la iglesia no avanzarían con normalidad y se demorarían. No obstante, me preocupaba que me arrestaran si no paraba. Vivía en un estado de miedo y pánico. A partir de entonces, de camino a hacer mis deberes miraba de manera inconsciente a mis espaldas, comprobaba mi entorno y me ponía nerviosa al ver todas las cámaras de vigilancia a lo largo de la carretera. A veces, cuando leía las palabras de Dios en casa y oía a los perros ladrar con frecuencia en el patio, me latía fuerte el corazón y pensaba: “¿Será la policía?”, y escondía rápidamente los libros de las palabras de Dios. Pasados unos días, me di cuenta de que yo no estaba del todo bien, así que me arrodillé enseguida y oré a Dios, le pedí que me guiara para corregir mi estado.
Luego recordé algunas de Sus palabras: “Independientemente de lo ‘poderoso’, lo audaz y ambicioso que sea Satanás, de lo grande que sea su capacidad de infligir daño, del amplio espectro de las técnicas con las que corrompe y atrae al hombre, lo ingeniosos que sean los trucos y las artimañas con las que intimida al hombre y de lo cambiante que sea la forma en la que existe, nunca ha sido capaz de crear una simple cosa viva ni de establecer leyes o normas para la existencia de todas las cosas, ni de gobernar y controlar ningún objeto, animado o inanimado. En el cosmos y el firmamento no existe una sola persona u objeto que haya nacido de él o que exista por él; no hay una sola persona u objeto gobernados o controlados por él. Por el contrario, no solo tiene que vivir bajo el dominio de Dios, sino que, además, debe someterse a todas Sus órdenes y Sus mandatos. Sin el permiso de Dios, le resulta difícil incluso tocar una gota de agua o un grano de arena sobre la tierra; ni siquiera es libre para mover a las hormigas sobre la tierra, y mucho menos a la humanidad creada por Dios. A los ojos de Dios, Satanás es inferior a los lirios del campo, a las aves que vuelan en el aire, a los peces del mar y a los gusanos de la tierra. Su papel, entre todas las cosas, es servir a todas las cosas, a la especie humana y a la obra de Dios y a Su plan de gestión. Independientemente de lo malévola que es su naturaleza y lo malvado de su esencia, lo único que puede hacer es respetar sumisamente su función: estar al servicio de Dios, y ser un contraste para Él. Tales son la sustancia y la posición de Satanás. Su esencia está desconectada de la vida, del poder, de la autoridad; ¡es un simple juguete en las manos de Dios, tan solo una máquina a Su servicio!” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I). A partir de las palabras de Dios, llegué a entender que todos los acontecimientos y las cosas están bajo Su control y que, por muy desenfrenado y cruel que sea el gran dragón rojo, no puede exceder los límites impuestos por Dios sin Su permiso. Mi vida está en manos de Dios y la policía no puede hacerme nada sin Su permiso. Es igual que cuando Dios permitió a Satanás tentar a Job: aunque Satanás afligió el cuerpo de Job, Dios no le permitió quitarle la vida, así que Satanás no se atrevió a sobrepasar ese límite. La fe de Job se perfeccionó por medio de sus pruebas. Ahora Dios también permite la persecución y detención frenéticas de cristianos por parte del gran dragón rojo. Aquellos que persiguen la verdad han visto perfeccionada su fe al experimentar este entorno y han dado testimonio de Dios. Aquellos que no persiguen la verdad se han retirado por miedo y cobardía y se los ha revelado y descartado. Dios usa al gran dragón rojo como herramienta de servicio para revelar en la iglesia a quiénes creen de veras y a quiénes no. Sin saberlo, a la gente se la ha clasificado según su clase. Pensé en lo cohibida y temerosa que me volví en cuanto oí que rastreaban a Wang Juan desde hacía tiempo, y en que quise esconderme rápidamente para proteger mi seguridad. Me di cuenta de que tenía poca fe y que no entendía de veras la soberanía de Dios. De hecho, aunque me reuniera con Wang Juan todos los días, la policía no podría arrestarme sin el permiso de Dios; pero si Él permitía que me arrestaran, no habría escapatoria. Además, pensé en los muchos hermanos y hermanas que habían arrestado y torturado. Aunque experimentaron negatividad y debilidad bajo las amenazas y golpizas de la policía, al orar y confiar en Dios y con la guía de Sus palabras, no cedieron ante el gran dragón rojo y, al final, se mantuvieron firmes en su testimonio. Experimentaron de veras la omnipotencia y soberanía de Dios y Su milagrosa protección. Además, vieron claramente el malvado y feo rostro de Satanás. Estas eran ganancias valiosas. Vi que Dios es soberano sobre todas las cosas, y que por muy desenfrenado que sea el gran dragón rojo, es meramente una herramienta que rinde servicio para la obra de Dios. Dios se sirve de él para perfeccionar nuestra fe y sumisión. Al pensar en ello, me decidí. “Si Dios permite que me arresten, estaré dispuesta a someterme a Sus instrumentaciones y arreglos y a mantenerme firme en mi testimonio”.
Después leí otro pasaje de las palabras de Dios y obtuve un mayor entendimiento de Sus intenciones. Dios Todopoderoso dice: “Dios perfecciona a aquellos que verdaderamente le aman, y a todos aquellos que persiguen la verdad en una variedad de entornos diferentes. Él permite que la gente experimente Sus palabras a través de diferentes entornos o pruebas, para que así consigan un entendimiento de la verdad, un auténtico conocimiento de Él, y que en última instancia, alcancen la verdad. Si experimentas la obra de Dios de esta manera, el carácter-vida cambiará y serás capaz de alcanzar la verdad y la vida. ¿Cuánto habéis conseguido en todos estos años de experiencia? (Mucho). Por lo tanto, ¿no merece la pena soportar un poco de sufrimiento y pagar un pequeño precio cuando cumples con tu deber? ¿Qué es lo que has conseguido a cambio? Has entendido mucho de la verdad. ¡Este es un tesoro incalculable! ¿Qué quiere conseguir la gente al creer en Dios? ¿No se trata de alcanzar la verdad y la vida? ¿Crees que puedes alcanzar la verdad sin experimentar estos entornos? De ninguna manera. Si cuando te encuentras con algunas dificultades especiales o te hallas ante entornos especiales, tu actitud consiste siempre en evitarlos o huir de ellos para intentar desesperadamente rechazarlos y librarte de ellos; si no quieres ponerte a merced de las instrumentaciones de Dios, te resistes a someterte a Sus instrumentaciones y disposiciones y no quieres dejar que la verdad se ocupe de ti; si siempre quieres tener la sartén por el mango y controlar todo lo relativo a ti de acuerdo con tu carácter satánico, entonces, las consecuencias serán que, con seguridad, Dios te dejará a un lado o te entregará a Satanás y que solo será cuestión de tiempo antes de que esto ocurra. Si la gente entiende este tema, debe dar la vuelta rápidamente y seguir su camino en la vida de acuerdo con la senda correcta que Dios exige; este camino es el correcto y, cuando el camino es el correcto, esto quiere decir que la dirección es la correcta” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Las palabras de Dios me hicieron darme cuenta de que, para perfeccionar y ganar a las personas, Él dispone diversas persecuciones, tribulaciones, pruebas y refinamientos para verificarlas. Aquellos que de veras creen en Dios y lo siguen pueden considerar Sus intenciones, y por muy peligrosas que sean las cosas, pueden confiar en Dios para experimentarlas, con lo que se garantiza el progreso fluido del trabajo de la iglesia. Pero yo, al ver el peligro de la situación, tuve miedo de que me arrestaran y me torturaran, de perder la vida o bien de no lograr mantenerme firme en mi testimonio, de traicionar los intereses de la casa de Dios y así perder la oportunidad de salvarme, por eso quise ocultarme y dejar de hacer mi deber, sin considerar los intereses de la iglesia en absoluto. ¡Era realmente egoísta y despreciable, sin ninguna conciencia o razón! Pensé en la situación actual. Debido a los arrestos del PCCh, los hermanos y hermanas habían perdido el contacto, no podían vivir la vida de iglesia y se habían paralizado diversos aspectos del trabajo de esta. ¡Qué afligido y angustiado debía de estar el corazón de Dios! En un momento tan crítico, alguien debería alzarse y asumir esta responsabilidad, de modo que el trabajo de la iglesia pudiera avanzar con normalidad. Pero, por mi seguridad, yo quería retraerme como una tortuga que se esconde en su caparazón, sin considerar el trabajo de la iglesia ni la entrada en la vida de los hermanos y hermanas. ¡Era sumamente egoísta y despreciable! También pensé en las palabras del Señor Jesús: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:25). Medité las palabras de Dios y reflexioné sobre mí misma. ¿Por qué siempre me quería esconder y proteger cuando me enfrentaba a la persecución y los arrestos del PCCh? Porque valoraba demasiado mi vida. Le daba demasiada importancia a mi vida carnal y no entendía del todo el significado de la vida y la muerte. Si una persona está dispuesta a renunciar a su vida para seguir el camino de Dios, Él le concede Su aprobación. Es el mismo caso de los santos a lo largo de la historia que, en aras de difundir el evangelio de Dios, también experimentaron la persecución por parte de aquellos en el poder y a algunos incluso los torturaron hasta la muerte. Aunque puede que pareciera que sus cuerpos morían, fueron mártires en aras de la justicia, se mantuvieron firmes en su testimonio y Dios tenía otros planes para su alma. Sus muertes fueron valiosas y Dios las recuerda. Sin embargo, si renunciaba a mi deber para conservar de manera egoísta mi vida carnal y arrastrar una existencia innoble, aunque pudiera parecer que me mantenía a salvo a mí misma temporalmente, dado que no practicaba la verdad ni protegía el trabajo de la iglesia, Dios me detestaría, y yo me limitaría a seguir viviendo como un cadáver andante. Al entender esto, me arrodillé y oré a Dios: “¡Dios! Tú lo ordenas todo. Que me arresten o no también está bajo Tu soberanía e instrumentaciones. Tal vez seré yo a la que arresten mañana, pero eso también sería con Tu permiso. Pase lo que pase mañana, mientras no me arresten hoy, estoy dispuesta a hacer bien el trabajo de la iglesia y te pido que fortalezcas mi fe”. Más adelante, los hermanos, las hermanas y yo trabajamos juntos en armonía y trasladamos a todos aquellos en riesgo a ubicaciones seguras. Los hermanos y hermanas pudieron reanudar su vida de iglesia y sentí una indescriptible sensación de alegría y liberación en el corazón.
Después de atravesar esta situación, obtuve algo de fe. Cada vez que terminaba mi deber y caminaba a casa, tarareaba inconscientemente un himno. Deseo ver el día en que Dios gane la gloria:
[…]
2 Llevo la encomienda de Dios en el corazón y nunca me arrodillaré ante Satanás. Aunque nos corten la cabeza y corra la sangre, el pueblo de Dios no perderá el coraje. Daré un rotundo testimonio de Dios y humillaré a los diablos y a Satanás. Dios predestina el dolor y las adversidades. Le seré fiel y me someteré a Él hasta la muerte. Nunca más haré que Dios llore ni se preocupe. Ofrendaré mi amor y lealtad a Dios y completaré mi misión para glorificarlo.
3 Las palabras de Dios me dan fe y seguiré a Dios con una voluntad de hierro hasta el final. Mientras tenga aliento, continuaré predicando el evangelio y dando testimonio de Dios con férrea determinación. […]
Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos
Una noche de noviembre de 2020, recibí una carta que decía que había habido arrestos en otra iglesia y que habían detenido a una hermana responsable de custodiar los libros de las palabras de Dios. Los líderes de la iglesia, arriesgando su vida, habían trasladado los libros a otro lugar, pero debido a los múltiples arrestos a gran escala en la zona, ya no había ninguna casa segura en la que almacenarlos y necesitaban que nosotros los trasladáramos deprisa a una ubicación más segura. Después de leer la carta, me vi superada por el pánico y el miedo, pensé: “Acaban de arrestar a la hermana que custodiaba los libros y, aunque los líderes de la iglesia arriesgaran la vida para moverlos, ¿los estaría monitoreando la policía? Si los están rastreando, ¿nos seguirían y arrestarían a mis hermanos y hermanas y a mí cuando fuéramos a trasladar los libros? Tal vez no debería ir”. Me di cuenta de que estaba intentando protegerme de nuevo, así que dije una oración silenciosa a Dios, le pedí que protegiera mi corazón y me ayudara a calmarme y no vivir con miedo. Después de orar, pensé en un pasaje de las palabras de Dios: “A menudo dicen ‘Dios tiene soberanía sobre todas las cosas’ y ‘todo está en manos de Dios’, pero cuando se encuentran en alguna situación, piensan: ‘¿Puede realmente Dios tener soberanía sobre esto? ¿Se puede confiar de verdad en Él? Mejor será que confíe en otras personas y, si eso no funciona, ya se me ocurrirá algo por mi cuenta’. Reparan entonces en lo inmaduros, ridículos y pequeños de estatura que son. Se dan la vuelta, con intención de volver a depender de Dios, pero descubren que sigue sin haber senda. En el fondo, sin embargo, saben que Dios es fiel y se puede confiar en Él. Lo que sucede es que tienen muy poca fe y son siempre muy escépticos. ¿Cómo resuelves este problema? Tienes que confiar en tu experiencia y en perseguir y entender la verdad, solo entonces puedes generar verdadera fe. Cuanto más experimentes y dependas de Dios, más te parecerá que se puede confiar en Él. A medida que experimentes más asuntos, al observar cómo Dios te protege una y otra vez, ayudándote a superar dificultades y a evitar el peligro, desarrollarás inconscientemente auténtica fe y confianza en Él. Te parecerá que Dios es fiable y digno de confianza. Primero hace falta que tengas en tu corazón semejante fe” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Para tener verdadera fe en Dios, debemos realmente experimentar las cosas y solo después de pasar por tales experiencias podemos apreciar la omnipotencia y soberanía de Dios. Pensé en los arrestos en masa que habían tenido lugar el año anterior. Nos enfrentamos a una situación muy peligrosa, pero al confiar en Dios, la guía de Sus palabras y la oración, la superamos y fuimos testigos de la protección, omnipotencia y soberanía de Dios. En ese momento, debía tener fe en Él y trasladar rápidamente los libros de las palabras de Dios. Al día siguiente, mis hermanos y hermanas y yo llegamos al punto de reunión. Y mientras movíamos los libros, vimos a la policía registrando coches, así que oramos a Dios y nos escondimos durante un rato en una pequeña senda y, al final, trasladamos los libros con éxito a una casa segura.
Gracias a haber experimentado las persecuciones y tribulaciones, llegué a entender mi naturaleza egoísta y despreciable. También comprendí la sabiduría que hay en que Dios se sirva del gran dragón rojo para que le rinda servicio y obtuve un entendimiento más auténtico de la omnipotencia y soberanía de Dios. Mi fe para seguir a Dios se fortaleció aún más.