24. Una reflexión sobre exaltarme a mí misma y alardear
En abril de 2023 reanudé mi deber como actriz. Sobre todo, me dedicaba a rodar videos de testimonios vivenciales y estaba muy feliz y agradecida por la gracia de Dios. Sin embargo, también tenía algunas preocupaciones en el corazón y pensaba: “No he hecho mi deber como actriz desde hace más de un año y no estoy segura de poder hacerlo bien en mi estado actual”. Estaba muy ansiosa y no pude dormir bien durante días. De manera inesperada, el estado de la protagonista en el primer artículo de testimonio vivencial que estaba a punto de narrar era muy similar al mío, y los fragmentos de las palabras de Dios en él me conmovieron profundamente. Meditar sobre las palabras de Dios y comparar la mentalidad de la protagonista con la mía de veras caló hondo en mí. Después de que la hermana confiara en Dios y aprendiera lecciones, se sintió liberada y yo también percibí que había encontrado un camino hacia delante. Sin siquiera darme cuenta, me sentí menos angustiada y preocupada y pronto completé el rodaje. Le estaba muy agradecida a Dios por Su guía, poco a poco gané confianza y no estuve tan nerviosa en los siguientes rodajes. Justo después, rodé dos videos más y me di cuenta de que, mientras tuviera las intenciones correctas y me dedicara a mi deber, Dios me proveería de esclarecimiento y guía. Sin embargo, no podía evitar pensar: “Ya he rodado tres videos de testimonios vivenciales muy rápidamente, así que parece que soy bastante capaz”.
Algunos de los hermanos y hermanas repararon en que estuve en algunas películas, obras de teatro, presentaciones unipersonales y obras corales antes, y me consideraban una actriz veterana, así que empezaron a hacerme preguntas sobre actuación, lo que me hizo sentir bastante complacida conmigo misma. Sabía que tenía muchos defectos, pero otros no sabían que incluso una “actriz veterana” como yo vivía a veces en dificultades. Por ejemplo, cuando narré mi primer artículo de testimonio vivencial, estaba nerviosa y ansiosa. Sin embargo, pensé que, dado que me acababan de conocer, no debía arruinar la buena impresión que tenían todos de mí. Así que decidí no mencionar mis defectos. Empecé a hablar animadamente y sin parar, haciendo gestos mientras lo hacía. Cuando empecé a hablar en concreto sobre el rodaje de la obra coral a gran escala Himno del reino: El reino ha descendido al mundo, dije con orgullo: “A todos los actores para el coro los seleccionaron cuidadosamente y pasaron por una formación rigurosa a lo largo de meses de calor abrasador y frío helado”. Después de oír esto, todos los hermanos y hermanas rebosaban de admiración. Además, me jacté: “¡Yo era la mayor de entre los más de 300 actores!”. Saboreé las miradas de admiración de los hermanos y hermanas y disfruté de ellas. En una ocasión, un actor estaba teniendo dificultades durante un rodaje y me pidió ayuda para dirigir su interpretación. Pensé para mis adentros: “Daré un pequeño espectáculo. Después de todo, no puedo permitir que me menosprecien”. Entonces, se me ocurrió una escena y empezaron a brotar de mí las emociones. Todos me miraron con admiración y dijeron: “¡De veras sabes actuar! ¡Es increíble!”. Aunque dije que era la guía de Dios, por dentro no podía evitar sentirme orgullosa de mí misma y pensaba que era mejor y más experimentada que los demás. En otra ocasión, el director estaba instruyendo a la hermana Teri sobre cómo narrar un artículo de testimonio vivencial y me pidió ayuda. Pensé para mis adentros: “Debo detectar algunos problemas para que vean que tengo algo que ofrecer”. En cuanto la hermana terminó de hablar, sin esperar siquiera a que el director dijera algo, salté sin más a hacer mi crítica. Al ver que la hermana asentía en señal de acuerdo, me sentí capaz de identificar problemas. No obstante, la verdad era que quería decirle a la hermana que yo también había tenido muchos defectos antes y fue el director quien me ayudó repetidas veces a analizar y entender poco a poco las emociones y los estados del personaje hasta que finalmente pude expresar estas cosas con precisión. Sin embargo, entonces pensé: “Ya me tienen en alta consideración, así que, si digo eso y averiguan que tengo muchos defectos, ¿qué pensarán de mí? Ni hablar. Mejor no decir nada”. También había una hermana cuyo uso del mandarín no era normativo y yo insistía en corregirla. Pensé: “Si mejora rápido, ¿acaso no demostrará eso que soy una buena instructora?”. Así que la corregí constantemente, sin considerar la ocasión, lo que provocó que la hermana se sintiera limitada y con miedo a hablar delante de mí. A veces, tomaba conciencia de mí misma y pensaba: “¿Estaré alardeando? ¿No será un poco inapropiado?”. Pero luego pensaba: “Lo que estoy diciendo es cierto, así que seguro que está bien, ¿no?”. Y, por tanto, solo salía del paso. Sin embargo, mientras me pavoneaba y alardeaba continuamente, Dios dispuso circunstancias para revelarme.
Una vez, recibí un artículo de testimonio vivencial que era bastante largo y tenía mucho diálogo. Pero, debido al plan de rodaje acelerado, solo tuve poco tiempo para prepararme. Me dije: “Se me da muy bien el diálogo, así que mientras narre vívidamente el argumento, me luciré y mi interpretación llamará la atención de la gente. Además, los últimos videos que rodé fueron bastante bien, por lo que no tener mucha preparación no debería ser un problema”. Así que memoricé mi texto y practiqué un poco la forma de hablar, luego ensayé con los hermanos y hermanas un solo día y me dispuse a rodar. En realidad, no estaba del todo preparada y quería sugerirle al director que pospusiera el rodaje un par de días, pero me preocupaba que la gente pudiera decir: “¿Sigue tardando todo eso en prepararse, incluso al haber sido actriz durante tanto tiempo?”. Y temía que otros me menospreciaran, así que acudí a toda prisa al plató. Después del rodaje, había muchas partes que necesitaban revisiones. Al ver el video, me quedé anonadada. Había transmitido vivamente el estado y el comportamiento de la protagonista cuando revelaba corrupciones, lo que hacía que pareciera un personaje negativo. Me quedé estupefacta y se me encogió el corazón. Me pregunté: “¿Cómo ha podido surgir un problema tan grave? Si no se puede arreglar, tendremos que volverlo a rodar, y esto retrasará el plan de filmación. ¿Acaso no he causado trastorno y perturbación?”. Me asusté y oré a Dios de inmediato: “Dios, he cometido un enorme error. Por favor, repréndeme. Estoy dispuesta a arrepentirme y hacer mi mejor esfuerzo para arreglarlo”. Luego, trabajé con todos para repasar y revisar el video hasta cinco veces antes de que por fin se corrigiera el problema. Más tarde, reflexioné y me pregunté a mí misma: “¿Por qué me ocurrió un problema tan grave? ¿Qué lo causó exactamente?”. Además, oré y le pedí a Dios que me esclareciera y guiara para conocerme a mí misma.
Durante mis devocionales espirituales, leí un pasaje de las palabras de Dios: “La humanidad corrupta es capaz de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma, de pavonearse, de intentar que la tengan en gran estima y la idolatren. Así reacciona instintivamente la gente cuando la gobierna su naturaleza satánica, lo cual es común a toda la humanidad corrupta. Normalmente, ¿cómo se enaltece y da testimonio sobre sí misma la gente? ¿Cómo logra el objetivo de hacer que la tengan en gran estima y la idolatren? Da testimonio de cuánto trabajo ha realizado, de cuánto ha sufrido, de cuánto se ha esforzado y el precio que ha pagado. Se enaltece hablando sobre su capital, lo cual le da un lugar superior, más firme y más seguro en la mente de las personas, de modo que son más las que la aprecian, la tienen en alta estima, la admiran y hasta la adoran, la respetan y la siguen. Para lograr este objetivo, la gente hace muchas cosas que en apariencia dan testimonio de Dios, pero en esencia se enaltece y da testimonio sobre sí misma. ¿Es razonable actuar así? Se sale del ámbito de la racionalidad y no tiene vergüenza, es decir, da testimonio descaradamente de lo que ha hecho por Dios y de cuánto ha sufrido por Él. Incluso presume de sus dones, talentos, experiencias, habilidades especiales, de sus métodos inteligentes para las cosas mundanas, de los medios por los que juega con las personas, etcétera. Se enaltece y da testimonio sobre sí misma alardeando y menospreciando a otras personas. Además, se camufla y disimula para ocultar sus debilidades, defectos y deficiencias a los demás y que estos solo lleguen a ver su brillantez. Ni siquiera se atreve a contárselo a otras personas cuando se siente negativa; le falta valor para abrirse y hablar con ellas, y cuando hace algo mal, se esfuerza al máximo por ocultarlo y encubrirlo. Nunca habla del daño que ha ocasionado al trabajo de la iglesia en el cumplimiento del deber. Ahora bien, cuando ha hecho una contribución mínima o conseguido un pequeño éxito, se apresura a exhibirlo. No ve la hora de que el mundo entero sepa lo capaz que es, el alto calibre que tiene, lo excepcional que es y hasta qué punto es mucho mejor que las personas normales. ¿No es esta una manera de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma? ¿Es enaltecerse y dar testimonio sobre uno mismo algo que haría alguien con conciencia y razón? No. Así pues, cuando la gente hace esto, ¿qué carácter revela normalmente? La arrogancia. Es uno de los que principalmente revela, seguido de la falsedad, lo que implica hacer todo lo posible para que otras personas la tengan en gran estima. Sus palabras son completamente herméticas y es evidente que entrañan unas motivaciones y tramas, hacen alarde de sí, pero quieren ocultarlo. A resultas de lo que dicen, hacen creer a los demás que son mejores que nadie, que no hay nadie igual, que el resto es inferior a ellas” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). Dios deja en evidencia que la intención y el propósito detrás de que las personas se exalten a sí mismas y se exhiban es que los demás las admiren y veneren, así como obtener un lugar en el corazón de la gente. Mi reciente conducta se ajustaba exactamente a lo que Dios describía. No exaltaba a Dios ni daba testimonio de Él en mi deber, sino que alardeaba constantemente para obtener la admiración de los demás. Cuando compartía con todo el mundo, a veces me tenía por una “actriz veterana”, me elevaba a mí misma, me jactaba de que en los rodajes anteriores había hallado maneras de superar las dificultades y soportado adversidades durante la práctica, cuántas obras había rodado y lo efectivas que eran, y demás. Cuando hablé en concreto sobre rodar la producción coral a gran escala “Himno del reino: El reino ha descendido al mundo”, le di gran énfasis al hecho de que yo era la mayor, al tiempo que pretendía afianzarme a mí misma, que me admiraran y obtener un lugar en los corazones de las personas. Cuando vi a otros actores con dificultades durante el rodaje, no ayudé a analizar el estado de los personajes a fin de guiar a los actores a expresar emociones auténticas, sino que, en cambio, solo alardeé de que mis dotes interpretativas eran mejores que las suyas. Al interactuar con los demás, siempre hablaba de mi entrada positiva y temía que, si hablaba demasiado sobre la corrupción que revelaba, otros me menospreciarían. Así que me limité a resumir en pocas palabras mi negatividad y mi corrupción. En realidad, solo me empecé a formar en mi deber como actriz después de salir de China. Cuando empecé a rodar, me enfrenté a muchas dificultades y no sabía cómo resolverlas. A menudo no podía captar las emociones de los personajes y, o bien actuaba de manera exagerada, inadecuada, o bien no lograba expresar las emociones. Tenía mucho dolor en el corazón y lloré incontables veces. Igual que esta vez rodando un video de testimonio vivencial. No había rodado desde hacía mucho y, cuando recibí el primer artículo de testimonio vivencial, estaba tan nerviosa que no pude dormir durante varias noches y vivía en un estado de ansiedad y angustia. Solo resolví esto poco a poco al orar y leer las palabras de Dios. Sin embargo, oculté y me refrené deliberadamente a la hora de mencionar esto por miedo a perder mi buena imagen en el corazón de los demás. En cambio, solo alardeé de mi lado bueno, para hacer que los hermanos y hermanas me admiraran. No daba testimonio de Dios al hacer esto, sino que me glorificaba a mí misma y colocaba un halo sobre mi propia cabeza. Con unas intenciones despreciables en mi interior, alardeaba y me elevaba a mí misma y quería un lugar en el corazón de las personas. ¡Era realmente desvergonzada!
Entonces, leí más palabras de Dios: “Algunas personas idolatran de manera particular a Pablo: les gusta salir a pronunciar discursos y hacer obra, les gusta reunirse y predicar; les gusta que los demás las escuchen, que las adoren y las rodeen. Les gusta ocupar un lugar en el corazón de los demás y aprecian que otros valoren la imagen que muestran. Diseccionemos su naturaleza a partir de estos comportamientos. ¿Cuál es su naturaleza? Si de verdad se comportan así, entonces basta para mostrar que son arrogantes y vanidosos. No adoran a Dios en absoluto; buscan estatus elevado y desean tener autoridad sobre otros, poseerlos, y ocupar un lugar en sus corazones. Esta es la imagen clásica de Satanás. Los aspectos de su naturaleza que más destacan son la arrogancia y el engreimiento, la negativa a adorar a Dios, y un deseo de ser adorados por los demás. Tales comportamientos pueden darte una visión muy clara de su naturaleza” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre). Por medio de la exposición de las palabras de Dios, llegué a entender que mi constante alarde y exaltación de mí misma surgía de mi naturaleza arrogante, que buscaba usurpar el puesto de Dios en los corazones de la gente. Al hacerlo, caminaba por la senda de Pablo de resistencia a Dios. Reflexioné sobre cómo había estado haciendo mi deber como actriz desde que dejé China. Después de rodar algunos videos y obtener algunos resultados en mi deber, tomé estas cosas como mi capital y, a menudo, alardeaba ante otros y me exhibía con desvergüenza. Me di cuenta de que ya caminaba por la senda de Pablo. En el pasado, pensaba que era normal que alguien alardeara de sus logros y que los demás lo elogiaran. Pero, a la luz de las palabras de Dios, llegué a ver que esto mostraba una naturaleza arrogante y un deseo de ocupar un lugar en el corazón de las personas y ser admirada y valorada. Pablo era especialmente arrogante en su carácter y, aunque Dios le concedió dones, nunca exaltó ni dio testimonio del Señor Jesús en su trabajo y, en cambio, se exaltaba constantemente a sí mismo y alardeaba con el fin de ganarse a las personas para que lo admiraran y veneraran. Al final, buscó con arrogancia convertirse en cristo y ocupar el lugar de Dios en el corazón de las personas, caminó por la senda de un anticristo que se resiste a Dios y sufrió Su castigo. En realidad, hacer el propio deber en la casa de Dios no se puede separar de la guía de Dios. Para nosotros, hacer deberes es meramente cumplir nuestras responsabilidades y obligaciones, y deberíamos dar testimonio y glorificar a Dios sin albergar ningunas intenciones o deseos personales. Sin embargo, motivada por mi naturaleza arrogante, ignoraba el lugar que me correspondía y pensaba que, dado que había rodado unos cuantos videos y obtenido algo de experiencia, podría usar tales cosas como capital para alardear y jactarme, así como para robarle gloria a Dios. Al hacer esto, caminaba por la senda de resistirme a Dios. ¿De qué manera tenía un corazón temeroso de Dios?
Luego, leí que Sus palabras dicen: “Porque tú no comprendes la obra de Dios, tendrás nociones sobre Él, y no tendrás un corazón temeroso. Tu tono de voz cambiará, tu carácter se volverá arrogante y, al final, comenzarás gradualmente a exaltarte y dar testimonio para ti mismo. Este es el proceso del declive del hombre, y se genera por completo porque este no persigue la verdad. Todos los que recorren la senda de anticristos se exaltan y dan testimonio para sí mismos, se promueven a sí mismos, se lucen en cada oportunidad y no se preocupan por Dios en absoluto. ¿Habéis experimentado vosotros estas cosas de las que hablo? Muchas personas dan testimonio de sí mismas persistentemente, hablan de que han sufrido esto y lo otro, de cuánto trabajan, cuánto Dios las valora y les confía tal trabajo, y cómo son; usan tonos particulares al hablar y emplean ciertos modos, hasta que, al final, otros probablemente comiencen a pensar que son Dios. El Espíritu Santo hace mucho que ha abandonado a quienes alcanzan este nivel, y aunque tal vez no hayan sido descartados o expulsados, sino que se los deja para que presten servicio, su porvenir ya está sellado y solo están esperando su castigo” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios). Leer las palabras de Dios me hizo darme cuenta de que, cuando las personas carecen de un lugar para Él en su corazón y alardean y se exaltan a sí mismas constantemente, se hallan en una senda que va cuesta abajo, que esto es algo que Dios detesta y que solo puede llevar a un eventual castigo. Al reflexionar sobre mi comportamiento, me invadió el miedo. El gran error que cometí mientras rodaba este video de testimonio vivencial provenía de mis intenciones inadecuadas en mi deber durante este periodo. Mi arrogancia y vanidad me llevaron a estar ansiosa por alardear, y siempre pensaba en cómo destacar para que la gente me admirara, lo que causaba que dejara de lado los principios. En mi corazón ya no había lugar para Dios. Alardeaba constantemente para ganarme la admiración de los demás, lo que en apariencia satisfacía mi vanidad, pero, en realidad, mi corazón se distanciaba cada vez más de Dios y ya no sentía Su guía. Mi desempeño en mis deberes estaba plagado de errores, lo que llevaba a demoras en el trabajo. Si seguía así, sin duda Dios me detestaría y descartaría. Por medio de este error, se me reveló y se me impidió a tiempo seguir por esta senda cuesta abajo. Esto era el amor de Dios y Su manera de salvarme. Decidí no volver a alardear nunca más.
Durante mis devocionales espirituales, leí un pasaje de las palabras de Dios. “Dios se hace carne como una persona corriente, lo que significa que se humilla desde su elevada imagen, identidad y posición sobre todas las cosas para convertirse en una persona completamente normal. Cuando se convierte en una persona ordinaria, Él no elige nacer en una familia rica ni distinguida; el contexto de Su nacimiento es muy corriente, incluso mísero. Si nos fijamos en este asunto desde la perspectiva de una persona común, alguien con conciencia, racionalidad y humanidad, todo lo que Dios hace merece la veneración y el amor de las personas. ¿Cómo debería tratarlo la gente? (Con veneración). Una persona ordinaria y normal que sigue a Dios debería elogiar Su belleza por el hecho de que se humilla para ser una persona extraordinariamente corriente y renuncia a su elevado estatus. ¡La humildad y ocultación de Dios es demasiado hermosa! Esto es algo que no puede lograr ninguna persona corrupta, tampoco los diablos y Satanás. […] Dios mismo se hace carne y soporta que la humanidad lo malinterprete, además de que lo ridiculice, lo calumnie y blasfeme contra Él. Se humilla y se convierte en una persona corriente, nada elevada en apariencia, sin talentos especiales y, desde luego, sin conocimientos profundos ni erudición. ¿Con qué propósito? El de aproximarse a las personas que ha escogido y pretende salvar con esta identidad y una apariencia humana que les resultará más accesible. ¿Acaso todo esto que hace Dios no forma parte del precio que Él ha pagado? (Sí). ¿Puede alguien más hacer esto? Nadie puede” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 7: Son perversos, insidiosos y falsos (III)). Las palabras de Dios me dejaron sumamente avergonzada. Dios es el Creador, tiene autoridad y poder y es soberano sobre todas las cosas; sin embargo, Él en persona se hizo carne para salvar a la humanidad corrupta, tiene la humildad de vivir entre la humanidad como una persona corriente y soporta en silencio la rebelión y el desafío de la especie humana corrupta. Dios nunca hace ostentación ni se vanagloria del precio que ha pagado por la humanidad; en cambio, se mantiene oculto humildemente entre las personas y expresa verdades para salvar a la especie humana. Esto es algo que ningún humano corrupto podría lograr nunca. Vi Su esencia santa, hermosa y buena, y Su carácter no tiene rastro de arrogancia. Satanás me había corrompido profundamente y, cuando logré algunos resultados en mis deberes, perdí de vista mi propia insignificancia, me volví arrogante y vanidosa y alardeé. En realidad, mi calibre era mediocre, era vieja, mi entrada en la vida era pobre y no tenía dones ni habilidades, así que nunca soñé con que alguna vez pudiera convertirme en actriz. Dios me había elevado, me concedió oportunidades para formarme como actriz en la iglesia y rodar videos que daban testimonio de Dios, y esto había permitido que alguien tan incapaz como yo tuviera algo de utilidad. Sin embargo, fracasé a la hora de retribuir el amor de Dios y dar testimonio de Él. En cambio, me consideraba a mí misma especial y con capital. Después de hacer unos cuantos videos, cambió incluso mi manera de caminar y de hablar, pensaba que era extraordinaria y aprovechaba cualquier oportunidad para alardear y exaltarme a mí misma a fin de ganarme la admiración de los demás. Era realmente vulgar, despreciable y carecía totalmente de humanidad. ¡Había sido completamente desvergonzada! Oré a Dios: “Oh, Dios, alardeo y me exalto a mí misma constantemente y carezco de veras de razón. Ahora veo lo pobre y lamentable que soy en realidad y me doy cuenta de que no puedo hacer nada sin Ti. Dios, por favor, guíame para desechar mi carácter corrupto”.
Luego, leí dos pasajes de las palabras de Dios: “Cuando deis testimonio de Dios, principalmente debéis hablar de cómo Él juzga y castiga a las personas, y de las pruebas que utiliza para refinar a las personas y cambiar su carácter. También debéis hablar de cuánta corrupción se ha revelado en vuestra experiencia, de cuánto habéis sufrido, de cuántas cosas hicisteis por resistiros a Dios y de cómo Él os conquistó finalmente. Debéis hablar de cuánto conocimiento real de la obra de Dios tenéis y de cómo debéis dar testimonio de Dios y retribuirle Su amor. Debéis poner sustancia en este tipo de lenguaje, al tiempo que lo expresáis de una manera sencilla. No habléis sobre teorías vacías. Hablad de una manera más práctica; hablad desde el corazón. Esta es la manera en la que debéis experimentar las cosas. No os equipéis con teorías vacías aparentemente profundas en un esfuerzo por alardear; eso hace que parezcáis arrogantes e irracionales. Debéis hablar más sobre cosas reales a partir de vuestra verdadera experiencia y hablar más de corazón; esto es lo más beneficioso para los demás y es lo más apropiado de ver” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo persiguiendo la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter). “Entonces, ¿cómo hay que actuar para no enaltecerse y dar testimonio de uno mismo? Si presumes y das testimonio a nivel individual con respecto a un determinado asunto, obtendrás como resultado que algunas personas te tengan en alta estima y te idolatren. Sin embargo, el acto de abrir tu corazón y compartir tu autoconocimiento sobre ese mismo asunto es de una naturaleza distinta, ¿no es cierto? Abrir el corazón para hablar del autoconocimiento que uno ha adquirido es algo que la humanidad normal debería poseer. Se trata de algo positivo. Si realmente te conoces a ti mismo y hablas de tu estado con fidelidad, sinceridad y precisión; si hablas de conocimientos basados en su totalidad en las palabras de Dios; si quienes te escuchan se ven edificados y se benefician de ello, y si das testimonio de la obra de Dios y lo glorificas, es que estás dando testimonio de Dios” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). Después de leer las palabras de Dios, entendí que dar testimonio de Dios implica sobre todo dar testimonio de Su obra y de los efectos de Su juicio y castigo en las personas. Además, requiere dejar en evidencia la corrupción revelada en el transcurso del propio deber, qué intenciones inadecuadas tiene uno y cómo se rebela contra Dios, y también cómo hace introspección por medio del juicio y castigo de las palabras de Dios y cómo se acaba arrepintiendo y transformando; esto permite a las personas entender el carácter de Dios y ser capaces de someterse a Él. Cuando hablara con los demás, debería compartir la negatividad y la debilidad que había revelado durante el rodaje, para que todo el mundo viera que no podía lograr nada sin la guía de Dios, y que toda la gloria se le debería dar a Él. Este es el verdadero testimonio de Dios. Por tanto, reuní el coraje para sincerarme y me abrí a todo el mundo respecto a otra parte de mí misma como una “actriz veterana” y dije: “En realidad, mi calibre es bastante escaso, he experimentado fallos y reveses en numerosos rodajes en los que he participado y solo encontré sentimiento por medio de la oración y de confiar en Dios. También hicieron falta la extensa guía del director y largos ensayos para lograr estas actuaciones. Provoqué que hubiera regrabaciones debido a mi actuación exagerada y excesiva, y, entre otras cosas, a veces no lograba una interpretación precisa debido a mi pobre estado”. Después de abrirme sobre estas cosas, me sentí con los pies en la tierra y en calma, ya no me tenía en tan alta estima y mis relaciones con mis hermanos y hermanas se volvieron más estrechas. En especial, durante este rodaje, cuando cometí un error tan importante, fue la paciente ayuda de mis hermanos y hermanas para revisarlo poco a poco lo que hizo posible que completara el video. Me di cuenta de que cada video era el resultado de la cooperación armoniosa entre los hermanos y hermanas bajo la guía de Dios y yo solo contribuía con una parte diminuta. Me sentí totalmente insignificante. Después, antes de rodar otro video de testimonio vivencial, oré a Dios, le pedí que me guiara. Además, me abrí sobre mi corrupción a Lin Jie, la hermana que colaboraba conmigo, y le pedí que me supervisara y me recordara si alguna vez volvía a hablar jactándome o alardeando. Junto al director, además, resumí mis problemas y enumeré los más comunes uno a uno para la repetida práctica y corrección. Al hacer mi deber de esta manera, me sentí mucho más en calma.
Luego, participé en una importante escena en una película. Este papel era muy diferente a los que había interpretado antes. Pensé que, si podía interpretar bien este papel, supondría un gran hito en mi actuación y, sin duda, los hermanos y hermanas me admirarían. Cuando surgió este pensamiento en mí, me di cuenta de que otra vez buscaba alardear. Oré de inmediato, le pedí a Dios que me guiara para rebelarme contra mis intenciones inadecuadas y mi corazón se calmó poco a poco. Cuando reflexioné de nuevo sobre el guion, me di cuenta de que carecía de experiencia en este campo y no podía comprender bien el papel, así que envié un mensaje en el que pedía ayuda a los hermanos y hermanas: “Tengo dificultades y necesito ayuda. Estoy lejos de encarnar este papel y no encuentro el estado correcto. Ayudadme, por favor”. Al momento de enviar el mensaje, me sentí muy aliviada. Luego, mis hermanos y hermanas me guiaron con paciencia y me ayudaron, me aportaron algunas sendas y direcciones por las que avanzar.
Ahora tengo algo de entendimiento de mi carácter corrupto de alardear. He llegado a darme cuenta de que la oportunidad que Dios me ha dado de hacer mi deber no es para que alardee, sino para hacerme conocer y resolver mi carácter corrupto y perseguir con diligencia la verdad y entrada en la vida en el transcurso de mi deber. Todas estas ganancias y entendimientos fueron resultado de la guía de las palabras de Dios. ¡Gracias a Dios!