26. Por qué no pude someterme a que me reasignaran en mi deber

Por Wang Yuan, China

Empecé a hacer videos en la iglesia no mucho después de encontrar a Dios. Más tarde, estuve haciendo el deber relacionado con textos y tenía contacto con líderes superiores. Creía que hacer estos deberes me permitiría entender más verdad e incrementar mis esperanzas de salvarme. Cada vez que interactuaba con los hermanos y hermanas a cargo de los asuntos generales, veía que estaban ocupados con cuestiones externas todos los días. Me parecía que simplemente eran entusiastas y que la mayoría de ellos no entendían los principios-verdad ni tenían ninguna entrada en la vida. Esto me proporcionó incluso una mayor certeza de que los que eran líderes y obreros y hacían un deber relacionado con textos contaban con más oportunidades de salvarse, y realmente era un afortunado por poder seguir desempeñando ese deber.

En abril de 2023, se me reasignó porque no estaba logrando ningún resultado en mi deber relacionado con textos. Después de eso, hice trabajo de depuración en la iglesia. Un día, un líder escribió y dijo: “Necesitamos con urgencia a personas que entiendan de tecnología de redes. A ti se te da bien, así que hemos pensado asignarte ese deber”. Tras leer esa carta, me sentí inquieto y muy reticente: “¿Saben siquiera organizar las cosas? He pasado muchos años desempeñando el deber relacionado con textos y he captado algunos principios relativos al discernimiento. ¿Por qué no me asignan deberes según mis puntos fuertes?”. Durante los días siguientes, me entristecía la mera idea de tener que cumplir un deber relacionado con tecnología de redes. “Hacer este deber significa trabajar duro y lidiar con diferentes tipos de software todos los días; además, como en este deber interactuaré menos con las personas y cosas, obtendré menos verdades y, por bien que lo haga, solo seré mano de obra y acabaré descartado igualmente. Sin embargo, en los deberes de liderazgo y los relacionados con textos, podré relacionarme con las palabras de Dios y los principios-verdad todos los días. Además, mientras más me forme, más entenderé los principios-verdad, mi vida progresará rápidamente y, por tanto, mis esperanzas de salvación serán mayores”. Sin embargo, al final, motivado por la racionalidad, acepté reticente este deber.

Al principio, el hermano Zhao Lei me enseñó esta tecnología. Durante mis estudios, me encontré con un montón de software de tutoriales que no sabía usar, y había olvidado la mayoría de los aspectos básicos que había aprendido. No obstante, no quería dedicar esfuerzo a investigar y pensaba: “Si me dedico de lleno a aprender, llego a dominar esta tecnología rápidamente y los líderes ven que lo hago bien, ¿no me harán continuar con este deber a largo plazo?”. Con esto en mente, me volví menos diligente en mis estudios y, además, no tenía ninguna motivación para mirar los buenos tutoriales técnicos que me proporcionaba Zhao Lei. Después de unos pocos días de estudio, tuvimos que suspender la formación porque la casa de acogida estaba en riesgo. Me sentí afortunado, porque eso significaba que no tendría que hacer este deber. Cuando informé al líder sobre cómo iban mis estudios, le dije deliberadamente que el número de habilidades que había aprendido era menor al real. Esperaba que, de esa manera, el líder viera que no sacaba mucho de mis estudios, pensara que no era bueno en esto y dispusiera que hiciera otros deberes. De manera inesperada, unos pocos días después, el líder me dijo: “El hermano que repara dispositivos electrónicos se va a otro lugar a hacer su deber y necesitamos con urgencia que alguien se ocupe de este trabajo. Como no pudiste dominar la tecnología de redes, deberías aprender a reparar computadoras. A ver si puedes aprender a hacerlo”. Me quedé impactado al oír esto y pensé: “¿Cómo pudieron darse así las cosas? ¡Tener que aprender a hacer reparaciones es incluso peor que estudiar tecnología de redes! ¡Sería como un simple no creyente que hace trabajo manual! ¿Qué verdad puedo obtener de eso? Supe de un hermano que reparó aparatos electrónicos para los hermanos y hermanas durante ocho años. Si yo aprendo a hacerlo, ¿acabaré estancado en este deber como ese hermano?”. En ese momento, me sentí completamente desesperanzado y pensé: “¿Será que estoy condenado a solo ser capaz de ocuparme de asuntos generales y a vivir como mera mano de obra? Como la obra de Dios se acerca a su fin, ¿todavía tengo alguna esperanza de salvación?”. Cuanto más lo pensaba, más agraviado me sentía. En los días siguientes, ni siquiera tenía ganas de comer y me pasaba los días cabizbajo. Los hermanos y hermanas vieron mi estado y compartieron conmigo para hacer que me sometiera a esta situación. Sin embargo, me sentí muy reticente y pensé: “Lo que dicen suena bien, pero si aprendo una lección y me someto, acabaré estancado en este deber. Si eso ocurre, ¿no seré solo mano de obra? ¿Cómo podría salvarme entonces?”. Más adelante, mientras me regodeaba en el abatimiento, empecé a aprender técnicas de reparación, pero no tenía ningún entusiasmo. Pensé que, después de desempeñar mi deber en mi fe todos estos años con pasión, al final me había convertido en mera mano de obra. No me atrevía siquiera a pensar en cuál sería mi desenlace. En los días siguientes, me di cuenta de que todavía era incapaz de reunir entusiasmo alguno por mi deber. Me parecía que el estado con el cual cumplía mi deber no era el correcto y me remordía la conciencia, así que oré a Dios: “Dios, no me puedo someter y me siento realmente negativo. Tengo la sensación constante de que, si hago este deber, no voy a tener ni un buen futuro ni un buen destino. Dios, sé que mi estado no es correcto. Por favor, esclaréceme y guíame a entender Tu intención para que me pueda someter a esta situación y hacer bien mi deber”. Después de orar, recordé un pasaje de las palabras de Dios: “Empezar a perseguirla en serio a partir de ahora, pero ¿cómo deberíais hacerlo? Debéis reflexionar sobre los asuntos en los que a menudo os rebeláis contra Dios. Una y otra vez, Él ha dispuesto para ti circunstancias para enseñarte una lección, para transformarte a través de estos asuntos, para obrar Sus palabras en ti, para hacer que entres en un aspecto de la realidad-verdad, para que dejes de vivir de acuerdo con el carácter corrupto de Satanás en esos asuntos y, en cambio, vivas según las palabras de Dios, para que estas se forjen en ti y se conviertan en tu vida. Sin embargo, a menudo te rebelas contra Dios en estos asuntos, no sometiéndote a Él ni aceptando la verdad, no tomando Sus palabras como principios que debes seguir y tampoco viviéndolas. Esto entristece a Dios, y una y otra vez, pierdes tu oportunidad de salvación. Entonces, ¿cómo debes transformarte? A partir de hoy, en los asuntos que puedas reconocer a través de la reflexión y un sentido claro, debes someterte a la instrumentación de Dios, aceptar Sus palabras como la realidad-verdad, como la vida, y cambiar la forma en que vives. Cuando te encuentres con situaciones como esta, debes rebelarte contra tu carne y tus preferencias y actuar de acuerdo con los principios-verdad. ¿No es esta la senda de práctica? (Así es)” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (20)). Al meditar sobre las palabras de Dios, comprendí que durante esta época en la que no paraban de reasignarme en el deber, cuanto menos dispuesto estaba a someterme, menos se conformaban a mis deseos esas reasignaciones. Resultó que la intención de Dios estaba detrás de esto, la cual era llevarme a presentarme activamente ante Él para reflexionar sobre mí mismo y buscar la verdad. Sin embargo, malinterpreté a Dios y vi esta oportunidad que Él me daba de perfeccionarme para obtener la verdad como un intento por Su parte de revelarme y descartarme. ¡A Dios le hacían mucho daño mis pensamientos! Primero tenía que someterme, reflexionar sobre la corrupción que había revelado cada vez que me reasignaban en el deber, y centrarme en buscar la verdad para resolverlo.

Durante los días siguientes, no paré de preguntarme: “¿Por qué no fui capaz de someterme a que me reasignaran en el deber? Siempre creí que los que cumplían deberes de liderazgo y relacionados con textos se salvarían, pero los que hacían trabajo de asuntos generales no. ¿Se conforma a la verdad mi punto de vista?”. Durante mi búsqueda, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Muchos no tienen claro lo que significa salvarse. Algunas personas creen que, si llevan creyendo en Dios mucho tiempo, entonces es probable que se salven. Hay quienes piensan que si entienden muchas doctrinas espirituales, entonces es probable que se salven, y los hay que creen que, desde luego, los líderes y obreros se salvarán. Todas estas son nociones y figuraciones humanas. Lo fundamental es que la gente debe entender lo que significa la salvación. Salvarse significa, principalmente, librarse del pecado, librarse de la influencia de Satanás, y volverse a Dios y someterse a Él sinceramente. ¿Qué debéis tener para ser libres de pecado y de la influencia de Satanás? La verdad. Si la gente espera recibir la verdad, debe dotarse de muchas palabras de Dios, ser capaz de experimentarlas y practicarlas, para que pueda comprender la verdad y entrar en la realidad. Será entonces cuando podrá salvarse. No tiene nada que ver que uno pueda salvarse o no con cuánto tiempo lleve creyendo en Dios, con cuánto conocimiento tenga, con si posee dones o fortalezas, o con cuánto sufra. Lo único que guarda relación directa con la salvación es si una persona es capaz o no de recibir la verdad. Así pues, el día de hoy, ¿cuántas verdades has comprendido realmente? ¿Y cuántas palabras de Dios se han convertido en tu vida? De todas las exigencias de Dios, ¿en cuáles has logrado entrar? En tus años de fe en Dios, ¿hasta qué punto has entrado en la realidad de Su palabra? Si no lo sabes o no has logrado entrar en la realidad de ninguna de las palabras de Dios, francamente, no tienes esperanza de salvación. Es imposible que te salves. Da igual que tengas un alto grado de conocimiento o que lleves mucho tiempo creyendo en Dios, tengas buena presencia, hables bien y lleves varios años de líder u obrero. Si no persigues la verdad y no practicas ni experimentas adecuadamente las palabras de Dios, y además careces de un testimonio vivencial real, no hay esperanza de que te salves(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Atesorar las palabras de Dios es la base de la fe en Dios). Al meditar sobre las palabras de Dios, entendí que da igual el deber que haga una persona, mientras cumpla el deber con un corazón sumiso, se centre en buscar la verdad para resolver las actitudes corruptas y los pensamientos erróneos cuando suceden cosas, sea capaz de rebelarse contra su carne para ampararse en los principios-verdad en su deber y ya no se rebele contra Dios ni se resista a Él, entonces tal persona logrará la salvación. Que uno pueda salvarse o no, nada tiene que ver con cuánta doctrina sea capaz de exponer o qué deber cumpla. Solía pensar que ser líder y hacer un deber relacionado con textos significaba tener contacto diario con las palabras de Dios, considerar cómo resolver los diversos estados y problemas de mis hermanos y hermanas y compartir todos los días temas relacionados con la entrada en la vida, así como que, de este modo, obtendría más verdades, crecería más rápido en la vida y tendría mayores esperanzas de salvación. Pensaba que cumplir el deber de asuntos generales era una mera cuestión de trabajo manual que no aportaba ninguna entrada en la vida y que, al hacerlo, solo me terminaría convirtiendo en mano de obra. Por tanto, esto me condujo a vivir en un estado de negatividad y resistencia y a no estar dispuesto a desempeñar este deber. Mis puntos de vista eran erróneos y no eran acordes a las palabras de Dios. Al pensar en los anticristos expulsados de la iglesia, comprendí que la mayoría de ellos habían cumplido el deber de líderes y obreros, eran capaces de hablar sobre muchas palabras y doctrinas y se les daba bien compartir con los demás, pero nunca buscaron la verdad para resolver sus actitudes corruptas. Aunque pasaron años cumpliendo su deber como líderes y obreros, su carácter-vida nunca cambió. Algunos de ellos no paraban de perseguir estatus, excluir a los disidentes y reprimir a sus hermanos y hermanas, al tiempo que perturbaban y trastornaban el trabajo de la iglesia, así que se les expulsó. Algunos hablaban sobre palabras y doctrinas para exaltarse a sí mismos, alardear y desorientar a los demás, con lo que llevaban a la gente ante ellos. Trataron de crear reinos independientes y los expulsaron. Otros, al ser detenidos, sucumbieron a las amenazas y tentaciones de la policía movidos por sus intereses personales y firmaron las “Tres declaraciones”, con lo que se convirtieron en judas. A causa de esto, fueron expulsados. Al reflexionar sobre esos años en los que cumplí el deber relacionado con textos y leí las palabras de Dios a diario, según mis nociones, debería haber ganado algunas verdades y obtenido algunas realidades-verdad. Sin embargo, cuando me reasignaron en el deber y me pidieron que asumiera el trabajo de asuntos generales, me vi incapaz de aceptar o de someterme y vivía en un estado de negatividad y resistencia. ¡Esto demostraba que no tenía realidad-verdad en absoluto! Comprendí que mis puntos de vista acerca de que los que cumplían deberes de liderazgo y relacionados con textos tenían más esperanzas de salvación eran del todo infundados. Solo después de reflexionar sobre ello entendí que, si una persona no persigue la verdad ni se centra en aprender lecciones para resolver su carácter corrupto mientras hace su deber, entonces el cumplimiento de cualquier deber es mera mano de obra. Me di cuenta de que el deber que haga una persona no es importante y que lo que cuenta es si puede reflexionar a menudo sobre sí misma en el transcurso de su deber, así como si puede perseguir activamente la verdad y practicarla para resolver su carácter corrupto. Al final, la salvación solo se alcanza cuando uno obtiene la verdad.

Más adelante, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Si la iglesia toma la decisión de modificar sus deberes, las personas deberían aceptarla y obedecerla, reflexionar sobre sí mismas y entender la esencia del problema y sus propias carencias. Esto resulta muy beneficioso y es algo que se debe practicar. La gente corriente puede entender y tratar de manera correcta algo tan simple sin encontrarse con demasiadas dificultades ni ningún obstáculo insalvable. Cuando se realizan cambios en sus deberes, como mínimo, la gente debería someterse, beneficiarse haciendo introspección y valorar de manera precisa si su cumplimiento del deber es acorde al estándar. No obstante, esto no es así con los anticristos. Lo que manifiestan es diferente de las personas normales, independientemente de lo que les ocurra. ¿En qué consiste esta diferencia? No obedecen, no hacen su parte de manera proactiva ni buscan la verdad en lo más mínimo. Por el contrario, sienten antipatía por la modificación y se resisten, la analizan, la observan y se devanan los sesos especulando: ‘¿Por qué no se me permite cumplir este deber? ¿Por qué me reasignan a un deber de poca importancia? ¿Es esta una manera de revelarme y descartarme?’. No dejan de darle vueltas a lo sucedido en su mente, analizándolo y rumiándolo sin parar. Cuando no pasa nada están perfectamente bien, pero cuando sucede algo, comienza a removerse en su interior como aguas turbulentas y la cabeza se les llena de preguntas. Desde fuera puede parecer que son mejores que los demás para analizar las cosas, pero en realidad los anticristos solo son más perversos que la gente normal. ¿Cómo se manifiesta esta perversidad? Sus consideraciones son extremas, complejas y secretas. Cosas que no se le ocurrirían a una persona normal, una persona con conciencia y razón, son comunes en un anticristo. Cuando introducen una sencilla modificación en su deber, la gente debe responder con una actitud de obediencia, hacer lo que le diga la casa de Dios, lo que sea capaz de hacer e, independientemente de lo que haga, debe hacerlo lo mejor que sepa dentro de sus posibilidades, de todo corazón y con todas sus fuerzas. Lo que Dios ha hecho no es un error. Una verdad tan simple puede practicarla la gente con un poco de conciencia y razón, pero esto está más allá de las posibilidades de los anticristos. […] Los anticristos jamás obedecen lo que dispone la casa de Dios y siempre vinculan estrechamente su deber, fama, provecho y estatus con su esperanza de recibir bendiciones y un destino futuro; como si una vez hubieran perdido su reputación y estatus no les quedara esperanza de recibir bendiciones y recompensas. Eso para ellos es como si les quitaran la vida. Piensan: ‘He de ser prudente, no debo ser descuidado. No se puede confiar en la casa de dios, en los hermanos y hermanas, en los líderes y obreros, ni siquiera en dios. No puedo confiar en ninguno de ellos. La persona en la que más puedes confiar y más digna de confianza eres tú mismo. Si no haces planes para ti, entonces, ¿quién va a cuidar de ti? ¿Quién va a considerar tu futuro? ¿Quién va a considerar si vas a recibir o no bendiciones? Por tanto, tengo que hacer planes y cálculos cuidadosos por mi propio bien. No puedo cometer errores o ser levemente descuidado, de lo contrario, ¿qué haré si alguien trata de aprovecharse de mí?’. Así, se protegen de los líderes y obreros de la casa de Dios temiendo que alguien discierna o detecte cómo son y los acabe destituyendo y su sueño de bendiciones se estropee. Creen que deben mantener su reputación y estatus para tener esperanza de recibir bendiciones. Un anticristo considera que ser bendecido es más grande que los propios cielos, más grande que la vida, más importante que perseguir la verdad, que el cambio de carácter o la salvación personal y más relevante que desempeñar bien su deber y convertirse en un ser creado acorde al estándar. Les parece que convertirse en un ser creado acorde al estándar, cumplir bien su deber y lograr la salvación son cosas nimias que ni merece la pena mencionar o comentar, mientras que obtener bendiciones es la única cosa en toda su vida que no se ha de descuidar. Todo lo que encuentran, sea grande o pequeño, lo relacionan con ser bendecidos, se muestran increíblemente precavidos y atentos y siempre se aseguran de tener un plan B(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 12: Quieren retirarse cuando no tienen estatus ni esperanza de recibir bendiciones). Dios deja en evidencia la total ausencia de razón normal en los anticristos. Su único objetivo al creer en Dios y hacer sus deberes es obtener bendiciones. Al margen de qué deberes disponga la iglesia, lo primero que consideran los anticristos no es cómo obedecer y aceptar ni cómo cumplir sus deberes lo mejor posible, sino si el deber actual afectará a su futuro y su destino. Calculan con esmero, les preocupa que se haga pedazos su deseo de bendiciones si les reasignan en los deberes. Si algo no beneficia a sus futuras bendiciones, se sentirán contrariados, reticentes y suspicaces e intentarán analizarlo. Su naturaleza es realmente malvada. A la luz de la exposición de las palabras de Dios, vi que yo revelaba el mismo carácter que un anticristo. Los líderes habían dispuesto que aprendiera tecnología de redes de acuerdo con las necesidades del trabajo y mis puntos fuertes. El propósito era proteger el trabajo de la iglesia. Las personas con humanidad normal considerarían las intenciones de Dios y se someterían y aceptarían este arreglo. Sin embargo, yo pensaba que el deber de tecnología de redes no era más que parte del trabajo de asuntos generales, que tanto la verdad que podía ganar como mis opciones de salvación serían mínimas, así que me resistí y albergué quejas contra los líderes. Aunque luego acepté cumplir el deber a regañadientes, no me apliqué en el estudio. Incluso mentí a los líderes al informarles que había aprendido menos habilidades que las que realmente había adquirido, quería darles la idea equivocada de que no era apto para este deber. Más tarde, el líder me pidió que aprendiera técnicas de reparación. El objetivo era garantizar que los hermanos y hermanas pudieran usar dispositivos electrónicos para sus devocionales y deberes con normalidad. Sin embargo, yo pensaba que hacer el deber de reparaciones no me ayudaría a perseguir ni obtener la verdad y que solo era trabajo manual, así que no quería aceptarlo. Los líderes me reasignaron los deberes de acuerdo con los principios. El hecho de que me reasignaran también revelaba las impurezas en mi fe y mis puntos de vista erróneos sobre los deberes, lo cual me permitía buscar la verdad para resolver estas actitudes corruptas. Esto era beneficioso para mi entrada en la vida, pero yo lo malinterpreté y me quejé. Sospechaba que Dios usaba estos deberes de asuntos generales para revelarme y descartarme. Me invadían las suspicacias y el recelo hacia Dios. ¡Qué malvado por mi parte! Mediante la revelación de Dios, reflexioné sobre mis años de renuncia y esfuerzo y comprendí que no había hecho tales cosas teniendo consideración con las intenciones de Dios ni para cumplir bien el deber de un ser creado, sino para intercambiar mi cumplimiento de los deberes por un buen destino de parte de Dios. Después de que me reasignaran los deberes, pensé que mi esperanza de bendiciones se había hecho pedazos, así que empecé a cumplirlos de manera superficial. ¡Descubrí que realmente no tenía humanidad y era sumamente egoísta y despreciable!

Luego, leí más de las palabras de Dios: “Cuando Noé hizo lo que Dios le ordenó no conocía Sus intenciones. No sabía lo que Él quería llevar a cabo. Dios solo le había dado un mandato y le había ordenado hacer algo, y sin mucha explicación, Noé siguió adelante y lo hizo. No intentó descifrar secretamente los deseos de Dios ni se resistió a Él, ni mostró falta de sinceridad. Solo fue y actuó en consecuencia, con un corazón puro y simple. Hizo todo lo que Dios le hizo hacer; someterse a Él y escuchar Su palabra fue la creencia que sostuvo sus acciones. Así fue como lidió de forma directa y simple con lo que Dios le encargó. Su esencia, la esencia de sus acciones, fue la sumisión, no cuestionar, no resistirse y, además, no pensar en sus propios intereses personales ni en sus ganancias y pérdidas. Además, cuando Dios dijo que destruiría el mundo con un diluvio, Noé no preguntó cuándo lo haría ni qué sería de las cosas, y desde luego no le preguntó a Dios cómo iba a destruir el mundo. Simplemente hizo lo que Dios ordenó. Como fuera que Dios quisiera hacerlo y por el medio que deseara, él siguió al pie de la letra lo que Dios le pidió y además, de inmediato emprendió acción. Actuó de acuerdo con las instrucciones de Dios con la actitud de querer satisfacer a Dios. ¿Lo hacía para ayudarse a sí mismo a evitar el desastre? No. ¿Le preguntó a Dios cuánto faltaba para que el mundo fuese destruido? No. ¿Le preguntó a Dios o acaso sabía cuánto tardaría en construir el arca? Tampoco lo sabía. Simplemente se sometió, escuchó, y actuó en consecuencia(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I). A partir de las palabras de Dios, entendí que Dios aprobó la actitud de Noé hacia su deber y que esto era lo que yo debía imitar y en lo que debía entrar. Cuando Dios le ordenó que construyera el arca, Noé no entendió Su intención, pero no se resistió a la comisión de Dios ni especuló respecto a Sus deseos. Simplemente escuchó, obedeció e hizo todo lo que Dios le dijo. Yo debía seguir el ejemplo de Noé y hacer mi deber lo mejor posible, sin buscar bendiciones, sino solo tener verdadera sumisión a Dios. Además, tenía que centrarme en aprender lecciones en mi deber. Hiciera el deber que hiciera, todavía revelaba corrupción y, en las situaciones que dispusiera Dios, tenía que centrarme en sacar partido de mis pensamientos e ideas para reflexionar sobre mí mismo y buscar la verdad para resolver estas cosas. Podría obtener algo gracias a esto. Dios es justo con toda persona que lo sigue. Él nunca ha dicho que cumplir deberes de liderazgo o relacionados con textos garantice la salvación o que hacer deberes de asuntos generales no sirva para ganarse Su aprobación. Da igual qué clase de deber haga una persona, la clave está en si puede o no buscar la verdad y aprender lecciones. Es igual que en los videos de testimonios vivenciales; algunos hermanos y hermanas llevaban a cabo deberes de acogida, mientras otros se encargaban de reparar dispositivos electrónicos y demás. Todos estos eran trabajos de asuntos generales, pero esta gente fue capaz de centrarse en buscar la verdad para resolver su corrupción en el transcurso de sus deberes y su carácter-vida pudo así transformarse. Yo no entendía los principios que rigen cómo Dios determina el desenlace y destino de las personas, y siempre quería hacer deberes que creía beneficiosos para mi entrada en la vida. Sin embargo, no me centraba en reflexionar sobre mí mismo en el transcurso de mis deberes ni buscaba cambios en mi carácter-vida. Por tanto, aunque continuara haciendo el deber relacionado con textos, ¿de qué serviría? ¿Significaría que había obtenido la verdad? ¿Supondría un cambio en mi carácter? Si no perseguía la verdad, terminaría descartado igualmente. Al haber entendido la intención de Dios, en adelante, debía centrarme en hacer bien mi deber actual; a mí no me correspondía considerar si en definitiva iba a recibir o no la salvación de Dios.

Después de esto, empecé a dedicarme de lleno a mi deber y me centré en reflexionar sobre mis pensamientos, mis ideas y mi carácter corrupto mientras lo desempeñaba. Para aprender a reparar tuve que estudiar diagramas de circuitos y comprender cómo funcionaban los diversos componentes. Al principio, me sentía abrumado y pensaba: “Es bastante difícil reparar estos dispositivos. ¿Puedo hacerlo con mi calibre?”. A veces, al estudiar estas cosas, no quería seguir aprendiendo. Sin embargo, reflexioné y descubrí que la razón principal por la que me retraía cuando me enfrentaba a dificultades en el deber era que no tenía los pies en la tierra en él, disfrutaba de mi carne, me faltaba impulso y mi corazón no era considerado con las intenciones de Dios. Por tanto, busqué palabras de Dios al respecto para comerlas y beberlas y encontré los testimonios vivenciales de hermanos y hermanas que debía mirar. A partir de tales cosas, encontré una senda de práctica: no debería retirarme cuando me enfrentara a dificultades en mis deberes; debía imitar a Noé y tener un corazón considerado con las intenciones de Dios. Por muy difícil que le resultara a Noé construir el arca y por grande que fuera la carga de trabajo, Noé no se dejó intimidar por estas dificultades, sino que, en cambio, fue considerado con las intenciones de Dios y cooperó con todo su esfuerzo, resolvió de manera activa los distintos problemas derivados de la construcción del arca y, al final, completó la comisión de Dios. La dificultad del deber de Noé no era comparable a la del mío y yo disponía de recursos y experiencias compartidas por mis hermanos y hermanas para aprender a hacer reparaciones. Mientras confiara en Dios y cooperara con firmeza, se podrían superar estas dificultades. Cuando aquieté mi corazón y me dediqué a aprender poco a poco, aunque despacio, aún era capaz de hacerlo y las cosas no fueron tan difíciles como creía. Después de practicar durante un tiempo, no solo aprendí algunas técnicas de reparación, sino que mi vida también progresó un poco y me sentía realizado en mi día a día.

Cuando me reasignaron en el deber, alcancé a entender y a enmendar algunos de los puntos de vista incorrectos que tenía respecto a los deberes. Al mismo tiempo, descubrí que mi intención al creer en Dios y cumplir mis deberes no era la correcta y que no cumplía mi deber como ser creado para satisfacer a Dios, sino para obtener bendiciones. Esto no se conformaba a las intenciones de Dios. Ahora mi único deseo es someterme de veras a las instrumentaciones y arreglos de Dios, así como hacer bien mi deber presente. ¡Gracias a Dios!

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