6. La elección de una profesora de la Iglesia de las Tres Autonomías

Por Zhao Yan, China

En 1987 empecé a creer en el Señor Jesús junto a mi madre. Pronto me uní al coro y, por ocupada que estuviera en mi trabajo, seguía asistiendo a las reuniones. El diácono vio lo bien que buscaba y me cultivó para enseñar en la escuela dominical, así que me esforcé y trabajé por el Señor con más empeño si cabe. En 1995, noté que el número de creyentes que venía a las reuniones disminuía poco a poco. Además, existían celos y disputas entre mis colaboradores y los sermones se volvieron manidos y banales. Me sentía angustiada y acudí con mis hermanas del coro a buscar en otras iglesias. Un anciano dijo: “El Señor regresará pronto, debemos esperar vigilantes”. Otro pastor de una iglesia diferente también dijo: “El Señor regresará pronto, vacíate y prepárate a recibirlo, confiesa y arrepiéntete ante el Señor”. Sus respuestas me decepcionaron. Comprendí que las iglesias estaban desoladas, los predicadores no tenían nada que predicar y la fe de los creyentes se había enfriado, así que me puse a estudiar teología, con la idea de regresar en algún momento y pastorear al rebaño para revivir a la iglesia. Tres años después, me gradué de mi curso de teología, regresé y me convertí en profesora, llena de ambición y ansiosa por revitalizar la iglesia. Empecé a predicar por todas partes. En una ocasión, un pastor me invitó a predicar en una iglesia grande y al servicio asistieron más de un millar de personas. Había cámaras en el anexo, lo que permitía que todo el mundo viera mi sermón en una pantalla. Era sumamente feliz. Los hermanos y hermanas se referían a mí cariñosamente como la profesora Zhao y acudían a mí en manada con sus preguntas. Mi corazón estaba lleno de gozo, mientras pensaba: “Ser profesora es diferente a no ser más que un hermano o hermana corriente. La iglesia no solo me paga un salario, sino que, vaya donde vaya, la gente me admira y me recibe con sonrisas. Cuando salgo a predicar, la iglesia también cubre mis gastos de viaje. Recibo muy buen trato incluso antes de convertirme en pastora, así que, si me convierto en pastora y predico en iglesias grandes, los hermanos y hermanas me admirarán y me venerarán incluso más”. No mucho después, me eligieron vicepresidenta del Comité del Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías y pensé: “Parece que mi búsqueda es mejor, al igual que mi predicación. Si me ordenaran pastora en el futuro, mi ámbito de gestión se expandiría y vendrían más personas a conocerme, se me respetaría y alabaría fuera donde fuera y todo el mundo me conocería como la célebre pastora Zhao”. Pero, pasado un tiempo, enseñé la mayoría del conocimiento teórico que había aprendido en mi curso de teología y cada sermón solo se convertía en una sucesión de los mismos temas áridos y poco estimulantes. Empecé a buscar por todas partes diversos materiales y libros para componer un sermón, incluso revisé mis apuntes del curso de teología, pero no sirvió de nada. Noté que la iglesia se estaba volviendo cada vez más desolada, a los sermones venía cada vez menos gente y algunos de los asistentes se tumbaban en sus asientos, dormidos. Estaba bastante confusa, pensaba: “He estado trabajando activamente por el Señor para revivir la iglesia y apoyar a los hermanos y hermanas, así que, ¿por qué se ha vuelto la iglesia cada vez más desolada?”.

En septiembre de 1999, fui a visitar a mi padre en otra zona. Mi hermana menor trajo a una hermana para predicarme el evangelio de Dios Todopoderoso de los últimos días. Pensaba que esta hermana era una creyente corriente, entendía menos de la Biblia que yo y la habían desorientado, así que no la escuché. Más adelante, oí que un predicador al que conocía había conducido a 120 personas que trabajaban para el Señor a creer en Dios Todopoderoso y que casi 100 personas de un lugar de reunión de una aldea también lo habían aceptado. Estas noticias me conmocionaron de veras y pensé: “Si alguien está atolondrado y no entiende el camino verdadero, puede que lo desorienten, pero muchas personas que son serias en su búsqueda han aceptado a Dios Todopoderoso; ¿de veras es posible que las hayan desorientado a todas? ¡Eso no puede ser! El predicador al que conozco está muy versado en la Biblia y tiene discernimiento, pero ha acabado por creer en Dios Todopoderoso, igual que muchos colaboradores. ¿Podría ser que tuvieran razón al creer en Dios Todopoderoso?”. Me sentía confusa, así que oraba a menudo al Señor: “Señor, ¿por qué tantas personas han empezado a creer en Dios Todopoderoso? Son buenas ovejas y líderes, todos muy diligentes en su búsqueda y buenos conocedores de la Biblia, por tanto, ¿cómo es que todos se han vuelto creyentes en Dios Todopoderoso? ¿Por qué la Iglesia de Dios Todopoderoso prospera mientras que la nuestra está cada vez más desolada? ¿Es posible que de veras hayas regresado? Oh, Señor, estoy tan confusa. Por favor, guíame”. En abril del 2000, fui a casa de mi hermana menor y de nuevo me predicó el evangelio de Dios Todopoderoso de los últimos días. Habló sobre las tres etapas de la obra de Dios: la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino, todas las cuales las lleva a cabo el mismo Dios. En la Era de la Ley, a Dios se le llamaba Jehová y dictó las leyes y guio a las personas en su vida; en la Era de la Gracia, Dios se llamaba Jesús, quien hizo la obra de redención; en la Era del Reino, la obra de Dios es la de expresar Sus palabras para purificar a fondo a las personas, con lo que se resuelve la raíz del pecado humano, y a Dios se le llama Dios Todopoderoso. Dios ha hecho obra diferente en cada era, cada vez con un nombre distinto. Después de que cada etapa de la obra logra su efecto, Él empieza una nueva etapa de obra, cada etapa sigue a la anterior y es más profunda, pues cada sección conecta con la siguiente, hasta que al final Él concluye la era por completo y conduce a las personas a un hermoso destino. En ese momento, podía aceptar las dos primeras etapas de la obra porque todas estas cuestiones estaban registradas en la Biblia, pero no podía aceptar de ninguna manera esta tercera etapa de la obra de la Era del Reino. Pensaba que cualquier cosa ajena a la Biblia no era obra de Dios. Entonces mi hermana compartió conmigo: “La Biblia es un registro de las dos primeras etapas de la obra de Dios; Su obra llegó primero, seguida por los registros humanos. Cuando compilaron la Biblia, la obra de Dios en los últimos días todavía no había sucedido, por tanto, ¿cómo iba a estar registrada en ella?”. A esto le vi algo de sentido. Mi hermana me compartió mucho más y lo que me contó era acorde con la Biblia y sonaba bastante bien, pero yo seguía temiendo no tomar la decisión correcta, así que no estaba dispuesta a aceptarlo. Mi hermana me dio un libro titulado El juicio comienza por la casa de Dios y me buscó unos capítulos de Sus palabras para que las leyera. Pensé que, desde que mi hermana había aceptado a Dios Todopoderoso, entendía la Biblia mejor que yo y tenía una fe muy grande. Hablaba sobre cómo Dios revela el misterio de la encarnación y desenrolla el pequeño pergamino y sobre cómo obra para purificar a las personas. Lo que compartía era refrescante y esclarecedor y nunca había oído ninguna de estas cosas en todos mis años de fe en el Señor. Nunca hubiera esperado de ella que creciera tanto en solo un año. Yo no tenía tantos conocimientos como ella, incluso después de estudiar teología. Mi hermana me dijo que había obtenido un entendimiento de todas estas cosas a partir de las palabras de Dios Todopoderoso. Me pregunté: “¿Podría ser que Dios Todopoderoso sea de veras el regreso del Señor Jesús?”. En el pasado, mi madre me había animado una y otra vez a buscar e investigar y a no perderme la oportunidad única en la vida de lograr la salvación de Dios. Al pensar en esto, decidí buscar e investigar.

Después, leí las palabras de Dios Todopoderoso. Esta es una parte de lo que se dijo: “El regreso de Jesús es una gran salvación para aquellos que son capaces de aceptar la verdad, pero para los que son incapaces de hacerlo es una señal de condenación. Debéis elegir vuestra propia senda y no blasfemar contra el Espíritu Santo ni rechazar la verdad. No debéis ser personas ignorantes y arrogantes, sino alguien que se somete a la guía del Espíritu Santo, que tiene sed de la verdad y la busca; solo así os beneficiaréis. Os aconsejo que andéis con cuidado por la senda de la creencia en Dios. No saquéis conclusiones apresuradas; más aún, no seáis despreocupados y descuidados en vuestra creencia en Dios. Deberíais saber que, como mínimo, los que creen en Dios deben poseer un corazón humilde y temeroso de Dios. Los que han oído la verdad pero la miran con desdén son insensatos e ignorantes. Los que han oído la verdad, pero sacan conclusiones precipitadas o la condenan a la ligera, están asediados por la arrogancia. Nadie que crea en Jesús es apto para maldecir o condenar a otros. Deberíais ser todas personas con razón y que aceptan la verdad. Quizás, habiendo oído el camino de la verdad y leído la palabra de vida, creas que solo una de cada diez mil de estas palabras está en sintonía con tus puntos de vista y con la Biblia, y entonces deberías seguir buscando en esa diezmilésima parte de esas palabras. Sigo aconsejándote que seas humilde, no te confíes demasiado y no te exaltes mucho. Con este poco de corazón temeroso de Dios que posees, obtendrás mayor luz. Si examinas detenidamente y contemplas repetidamente estas palabras, entenderás si son o no la verdad, y si son o no la vida. Quizás, habiendo leído solo unas pocas frases, algunas personas condenarán ciegamente estas palabras, diciendo: ‘Esto no es nada más que algún esclarecimiento del Espíritu Santo’, o ‘Este es un falso cristo que ha venido a desorientar a la gente’. ¡Los que dicen tales cosas están cegados por la ignorancia! ¡Entiendes demasiado poco de la obra y de la sabiduría de Dios, y te aconsejo que empieces de nuevo desde cero! No debéis condenar ciegamente las palabras expresadas por Dios debido a la aparición de falsos cristos durante los últimos días ni ser personas que blasfeman contra el Espíritu Santo, porque teméis que os desorienten. ¿No sería esto una gran lástima? Si, después de mucho examen, sigues creyendo que estas palabras no son la verdad, no son el camino ni la expresión de Dios, entonces serás castigado en última instancia y te quedarás sin bendiciones. Si no puedes aceptar esa verdad hablada de forma tan llana y clara, ¿no eres indigno entonces de la salvación de Dios? ¿No eres alguien que no está suficientemente bendecido como para regresar ante el trono de Dios? ¡Piensa en ello! No seas imprudente e impetuoso, y no trates la creencia en Dios como un juego. Piensa en el bien de tu destino, en el bien de tus perspectivas, en el bien de tu vida, y no juegues contigo mismo. ¿Puedes aceptar estas palabras?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra). Después de leer este pasaje, las palabras “una de cada diez mil” me impactaron. Mientras que estas palabras pudieran resolver la confusión y beneficiarme en la vida, no me podía permitir perdérmelo. A la mañana siguiente, le dije a mi hermana: “Puedo aceptar entre el 60 o el 70 por ciento de lo que has compartido. No he oído antes muchas cosas de las que has hablado y las palabras en este libro son poderosas. Debería investigar en serio y comprobar si de veras es la obra de Dios”. ¡Gracias a Dios! Después de un periodo de investigación, me quedé convencida de que Dios Todopoderoso es, en efecto, el regreso del Señor Jesús. Al pensar en el regreso del Señor Jesús, al que tanto tiempo había aguardado, me sentí increíblemente emocionada y conmovida. Pero, a pesar de mi alegría, también dudaba. La iglesia se oponía férreamente al Relámpago Oriental. Así que, si lo aceptaba, ¿acaso no me rechazarían y expulsarían de la iglesia en cuanto lo descubrieran? ¿Qué pensarían de mí los hermanos y hermanas si perdía mi posición? Pero luego pensé: “El Relámpago Oriental es el camino verdadero. De hecho, Dios Todopoderoso es el Señor Jesús, a quien he estado anhelando durante todos estos años. Esta etapa es la obra de Dios para terminar la era en los últimos días y, si no la acepto, al final pereceré en espíritu, alma y cuerpo y perderé para siempre la ocasión de salvarme. Sin embargo, he pagado un gran precio para obtener el puesto de profesora. Para asistir a la escuela de teología, dejé un buen empleo en el gobierno, renuncié a mi familia y dediqué mucho esfuerzo a estudiar la Biblia. Ya soy la vicepresidenta del CCC y del MPTA (el Consejo Cristiano de China y el Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías de las Iglesias Protestantes de China se conocen colectivamente como CCC y MPTA), y pronto podré ser pastora. Para entonces, incluso más hermanos y hermanas me respetarán y admirarán, así que disfrutaré de todos los beneficios que conlleva mi posición. Si ahora dejo la iglesia, no tendré nada”. Pero entonces recapacité: “Ya sé que Dios ha venido a hacer nueva obra y si sé de la obra de Dios, pero no la acepto, ¿acaso no me quedaré atrás? ¿No habría sido en vano mi fe en el Señor de todos estos años? Si renuncio al camino verdadero, el Señor me abandonará, pero si renuncio a mi posición, eso significa que los hermanos y hermanas me rechazarán y expulsarán de la iglesia”. Por mucho que lo meditara, simplemente no podía desprenderme de mi posición como profesora. Pensé: “La obra del Señor Jesús duró dos mil años, así que la obra de Dios en esta etapa no acabará de inmediato, ¿verdad? Serviré como pastora durante dos años; no puedo desperdiciar todos estos años de arduo trabajo. Después, volveré a Dios Todopoderoso”. Al final, decidí seguir predicando en mi iglesia original mientras también asistía a reuniones de la Iglesia de Dios Todopoderoso, me parecía que así podía tener lo mejor de ambos mundos.

Después de esto, empecé a asistir a las reuniones de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Oí que había luz en la enseñanza de los hermanos y hermanas sobre la palabra de Dios y los entendimientos vivenciales que compartían eran bastante prácticos. Además, reflexionaban y llegaban a conocer sus actitudes corruptas con base en las palabras de Dios y encontraban sendas de práctica a partir de Sus palabras. Todo el mundo compartía abierta y libremente, las reuniones me resultaban muy enriquecedoras. Sin embargo, me sentía un poco incómoda, ya que en mi iglesia original era yo la que predicaba en el púlpito mientras los demás escuchaban desde abajo, pero en la Iglesia de Dios Todopoderoso solo era una seguidora corriente y aquí me parecía muy difícil hablar un poco sobre mis experiencias reales y solo podía escuchar la charla de los demás. Tenía una sensación de pérdida en el corazón, pensaba: “Una vez que deje la iglesia original, ¿quién me seguirá tomando en serio? ¡Mejor será que permanezca en ella otros dos años!”. Por tanto, seguí predicando en mi iglesia original mientras leía las palabras de Dios Todopoderoso en privado. Una vez, cuando terminé de predicar, una hermana se acercó a mí y me preguntó: “Profesora Zhao, ¿por qué ha sido tan árido tu sermón? No ha resultado nada disfrutable”. Sentí de inmediato que me ruborizaba de vergüenza y lo único que pude hacer fue sonreír, incómoda. Durante esa época, me sentía bastante mal. Cada vez que preparaba un sermón, percibía que estaba haciendo un refrito de cosas que había predicado antes, sin nueva luz ni esclarecimiento. Más adelante, descubrí que las palabras de Dios Todopoderoso eran realmente prácticas y frescas, pues revelaban los misterios de la Biblia y aportaban verdades relativas a la práctica, como la manera de aquietar el corazón ante Dios y la de orar. Proporcionaban sendas claras a seguir. Durante un sermón, integré las palabras de Dios Todopoderoso y los hermanos y hermanas se animaron y dejaron de tener tanto sueño. Después de la congregación, los hermanos y hermanas me rodearon. Algunos dijeron: “Profesora Zhao, tu sermón de hoy fue maravilloso”. Otros afirmaron: “Tus estudios teológicos no fueron en vano, realmente entiendes más que nosotros”. Una hermana incluso dijo: “Profesora Zhao, ¿podrías volver y predicar para nosotros la próxima vez?”. Estaba realmente feliz en mi fuero interno, pensaba: “Si sigo predicando así, los hermanos y hermanas no me menospreciarán”. Pero estaba inquieta, me preguntaba: “Estoy segura de que no hay más obra del Espíritu Santo en la iglesia y no me queda nada que predicar. Así que integré las palabras de Dios Todopoderoso en mi sermón, lo que llevó a todos a creer erróneamente que era mi propia comprensión. ¿Estaba bien eso?”. Mientras más lo pensaba, más inquieta me sentía, así que llamé a mi hermana menor. Ella me dijo con firmeza: “¿Sabes que simplemente estás robando sermones? ¡Es una ofensa contra el carácter de Dios! La comunidad religiosa al completo ha dejado hace mucho de tener la obra del Espíritu Santo. No tiene nada que predicar. Si no aceptas a Dios Todopoderoso, ¿cómo puede haber obra del Espíritu Santo? ¿Cómo puedes tener algo que predicar? Si llevas las palabras de Dios Todopoderoso a la iglesia y las presentas como propias y haces que todo el mundo te adore, ¿acaso no desorientas a las personas y les impide aceptar la nueva obra? Hermanita, ¡debes confesarte y arrepentirte!”. Entonces me preguntó: “¿Sabes cómo encarcelaron a Juan el Bautista? En esa época, cuando llegó el Señor Jesús y bautizó a la gente, Juan también estaba bautizando en otro lugar. A la llegada del Señor Jesús, Juan debería haberlos conducido a todos ante Él, pero, en vez de eso, permitió que lo siguieran. Al hacer eso, trastornó y perturbó la obra de Dios y, al final, a Juan lo encarcelaron y perdió la vida. Hoy, Dios Todopoderoso ha venido y ha expresado muchísimas verdades. Deberías guiar a todo el mundo que cree en Dios ante Dios Todopoderoso para que coma y beba Sus palabras y regrese a Él; eso es lo que debería hacer una persona con razón. Sin embargo, no solo rechazas aceptar a Dios Todopoderoso, sino que además robas Sus palabras para tu predicación, de modo que los demás ven que los sermones que predicas son elevados y todos vienen a admirarte y a seguirte. Esto es desorientar a las personas. Estás impidiendo que regresen a Dios Todopoderoso y estás robando Sus palabras para tu propia predicación, aumentas tu propio prestigio y controlas con tus manos al pueblo escogido de Dios. Este es un acto grave de oposición a Él y no es diferente a lo que hicieron los fariseos. ¡Si no te arrepientes, Dios te maldecirá y te castigará!”. Al oír estas palabras de mi hermana, me sentí tanto angustiada como asustada. A partir de ese momento, ya no me atreví a integrar las palabras de Dios Todopoderoso en mis sermones.

Después de eso, la Iglesia de las Tres Autonomías, confabulada con el PCCh, intensificó su persecución a la Iglesia de Dios Todopoderoso. En ese momento, yo no había dejado la Iglesia de las Tres Autonomías ni participaba en la vida de iglesia de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Durante esos días, me sentía exhausta tras cada sermón, con el corazón envuelto en tinieblas y falta de energía en todo lo que emprendía. Pensé en las reuniones de la Iglesia de Dios Todopoderoso, en las que los hermanos y hermanas hablaban libremente y encontraban soluciones a cualquier dificultad por medio de las enseñanzas y recordé cuánto disfrutaba de esa sensación de liberación. Pensé en cómo la Iglesia de las Tres Autonomías se confabulaba con el gobierno para perseguir a la Iglesia de Dios Todopoderoso y en que la Iglesia de las Tres Autonomías era la gran ciudad de Babilonia. No quería ayudarla a hacer el mal y resistirse a Dios, permanecer allí solo me conduciría a perecer con ellos en el infierno. Sin embargo, si abandonaba la Iglesia de las Tres Autonomías, ya no podría ser pastora. Esa idea me hacía sentir muy conflictuada y afligida. Pensé en cómo había renunciado a mi empleo en el gobierno y abandonado a mi hijo pequeño en casa para creer en el Señor. Si dejaba la iglesia de las Tres Autonomías, entonces todos esos sacrificios y esfuerzos se malgastarían. No solo no podría ser pastora, sino que además perdería el apoyo de mis hermanos y hermanas. Cuando pensé en esto, sentí una indescriptible sensación de tormento y dolor en el corazón. Además, pensé: “La Iglesia de las Tres Autonomías denuncia a esos predicadores del evangelio de la Iglesia de Dios Todopoderoso, pero, si no me involucro en esto, no me estaré resistiendo a Dios. Además, no tengo intención de permanecer mucho tiempo en la Iglesia de las Tres Autonomías, solo quiero disfrutar del prestigio de ser pastora durante dos años y luego marcharme. De esa manera, Dios no me lo reprochará”. Compartí lo que pensaba con mi hermana. Me dijo: “¿Por qué crees en Dios exactamente? ¿Te salvará tu posición o te salvará Dios?”. Mi madre también dijo: “Esta será la última vez que Dios salve a la humanidad. Los desastres venideros serán insoportables para la carne humana y estos no solo estarán dirigidos a la carne, sino también al alma”. Mi madre y mi hermana compartían conmigo una y otra vez, lo cual me hacía sentir bastante angustiada. Era muy consciente de que este era el camino verdadero y la última etapa de la obra de Dios y que debía abandonar la iglesia de inmediato, pero, si me iba, perdería mi posición y ya nadie me admiraría ni recurriría a mí. Perdería también la oportunidad de ser pastora. Cada año en Navidad, Pascua o Acción de Gracias, todo el mundo me convocaba para predicar y ser anfitriona de las festividades y disfrutaba de la admiración de mis hermanos y hermanas, lo cual me complacía mucho. Sin embargo, si aceptaba esta nueva etapa de la obra y abandonaba la iglesia, no tendría ninguna posición. Si eso ocurriera, ¿podría aún disfrutar de tales oportunidades? ¿Me admirarían aún mis hermanos y hermanas? Por un lado, estaba el camino verdadero y, por otro, mi posición. Me sentía muy conflictuada.

Un día, mi madre me preguntó con angustia: “Sabes que el Señor ha venido a hacer nueva obra, ¿por qué no has dejado tu iglesia entonces?”. Le respondí: “¡Quiero ser pastora!”. Mi madre compartió sinceramente conmigo, me dijo: “El Señor Jesús dijo: ‘No todo el que me dijo: “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que siga la voluntad de Mi Padre que está en los cielos.* Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Y entonces les declararé: “Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad”(Mateo 7:21-23). ‘Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan(Mateo 7:13-14). Solo invocas el nombre del Señor, pero no aceptas la nueva obra de Dios. El Señor dice que esta es la acción de los malhechores que no pueden entrar al reino del cielo y ser pastora no va a salvarte”. Mi hermana menor también compartió conmigo, me dijo: “Está claro que no tienes nada que predicar, pero predicas y desorientas a la gente en la iglesia en beneficio de tu posición. ¿Acaso no eres igual que esos fariseos hipócritas?”. Además, me leyó un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso: “Hay algunos que leen la Biblia en grandes iglesias y la recitan todo el día, pero ninguno de ellos entiende el propósito de la obra de Dios. Ninguno de ellos es capaz de conocer a Dios y mucho menos es conforme a las intenciones de Dios. Son todos personas inútiles y viles, que se ponen en alto para sermonear a ‘Dios’. Son personas que enarbolan la bandera de Dios, pero se resisten deliberadamente a Él, que llevan la etiqueta de creyentes en Dios mientras comen la carne y beben la sangre del hombre. Todas esas personas son diablos que devoran el alma del hombre, demonios jefes que perturban deliberadamente a aquellos que tratan de entrar en la senda correcta y obstáculos en el camino de quienes buscan a Dios. Pueden parecer de ‘buena constitución’, pero ¿cómo van a saber sus seguidores que no son más que anticristos que llevan a la gente a resistirse a Dios? ¿Cómo van a saber sus seguidores que son diablos vivientes dedicados a devorar a las almas humanas?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Todas las personas que no conocen a Dios son las que se resisten a Él). Después de leer las palabras de Dios, mi hermana dijo: “¡Solo disfrutas de los beneficios que la posición de profesora te conlleva en la iglesia y eso es oponerse a Dios! El dinero que los creyentes le ofrendan a Él se usa para pagar sus salarios de profesores y pastores, pero, en realidad, ese dinero se le ofrenda a Dios y nadie tiene derecho a disfrutarlo. ¡Disfrutar de este dinero equivale a robar las ofrendas! Sabes que el Señor ha regresado, sin embargo, te aferras a tu posición y a tu sustento como profesora y continúas predicando en la iglesia para desorientar a los demás. ¿Acaso no eres igual que esos fariseos que comen la carne y beben la sangre del hombre?”. Mi madre también añadió: “En el pasado, no entendía lo que significaba ‘comer la carne y beber la sangre del hombre’, pero ahora entiendo que cualquiera que recibe un salario en la iglesia está disfrutando de las ofrendas de Dios y robando ofrendas. Las ofrendas son lo que los hermanos y hermanas han ahorrado en su vida frugal para ofrecérselo a Dios, pero las disfrutan ustedes, los pastores y profesores. Están comiendo la carne y bebiendo la sangre de los creyentes. ¿Pueden rendir cuentas de eso ante Dios?”. Me quedé muy disgustada tras escuchar a mi madre y mi hermana. En especial, cuando oí estas palabras de Dios: “comer la carne y beber la sangre del hombre”, me sentí realmente angustiada. ¿Acaso no era cierto que el salario que disfrutaba provenía de las ofrendas que los hermanos y hermanas le hacían a Dios? ¡En realidad estaba “comiendo la carne y bebiendo la sangre del hombre”! Mi hermana continuó: “El Señor Jesús reprendió a los fariseos, les dijo: ‘¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacéis hijo del infierno dos veces más que vosotros(Mateo 23:15). En ese momento, los fariseos ansiaban que llegara el Mesías. Sin embargo, cuando llegó el Mesías, el Señor Jesús, aunque sabían que las palabras que Él decía tenían autoridad y poder, no solo lo rechazaron para mantener su posición y su sustento, sino que también se resistieron a Él y lo condenaron, lo que impidió que los creyentes lo aceptaran. Luego, clavaron al Señor Jesús en la cruz y Dios los maldijo y los castigó. La Biblia dice: ‘El Señor, pues, corta de Israel la cabeza y la cola, la hoja de palmera y el junco en un mismo día. El anciano y venerable es la cabeza, y el profeta que enseña la mentira, es la cola. Porque los que guían a este pueblo lo extravían; y los guiados por ellos son confundidos(Isaías 9:14-16). ¿Quién es la cabeza? Se refiere a los pastores y ancianos que conocen el camino verdadero, pero no lo aceptan. ¿Por qué entonces se cortan la cabeza y la cola? Porque conocen claramente el camino verdadero pero no lo aceptan, pues no pueden desprenderse de su posición y sustento y se oponen y condenan la obra de Dios, con lo que impiden a los creyentes aceptar el camino verdadero. Que no te engañe tu posición actual como profesora. Sabes que ha venido el Señor, sin embargo, no has abandonado tu iglesia original. En cambio, tratas de estar entre dos aguas y te aferras a tu posición, predicas en esa iglesia para desorientar a las personas y disfrutas de que los demás te adoren y te estimen. ¿Acaso no te has convertido en una eterna pecadora que impide a los demás aceptar el camino verdadero? Si te sigues aferrando a tu posición y no estás a la altura de la nueva obra de Dios, al final, Él te excluirá. ¿Por qué creemos en el Señor, después de todo? ¿Acaso no es solo para esperar a que venga a salvarnos? ¡Si creemos en el Señor solo para tener la posición de pastora, entonces solo hay un desenlace, que es ir al infierno y afrontar el castigo! ¿Recuerdas a Pedro y Mateo, tal y como se registra en la Biblia? Cuando el Señor Jesús llamó a Pedro, este dejó de inmediato sus redes de pescar y siguió al Señor. Mateo era recaudador de impuestos en la casa de aduanas y, cuando oyó la llamada del Señor Jesús, abandonó de inmediato su trabajo y lo siguió. Ahora fíjate en ti, dudas y eres incapaz de desprenderte de una cosa o de otra. El Señor Jesús dijo: ‘Cualquiera de vosotros que no renuncie a todas sus posesiones, no puede ser mi discípulo(Lucas 14:33). Los Proverbios 14:12 y 16:25 nos recuerdan que: ‘Hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final, es camino de muerte’. Cuando Dios venga a hacer una nueva obra, deberíamos seguir Sus huellas, pues a los que no aceptan la obra de Dios de los últimos días y, en su lugar, impiden a las personas que regresen a Dios para mantener su posición y sustento, Él los condenará y castigará. ¡Piénsalo!”. Al escuchar a mi madre y hermana, me quedé realmente conmovida y me asusté un poco, pensé: “Los fariseos estaban bien instruidos en la Biblia, predicaban en la iglesia y parecían píos, pero, en esencia, hacían todo esto por su posición y su sustento y para que los demás los admiraran y respetaran. Esto no era un verdadero servicio al Señor. Se resistieron y condenaron al Señor Jesús por su posición y sustento, con lo que impidieron a los creyentes aceptar el evangelio del Señor. Sirvieron a Dios, pero se opusieron a Él, y el Señor Jesús los condenó y los maldijo”. Pensé en el predicador de mi iglesia original, que usaba el pretexto de proteger el rebaño para sellar la iglesia e impedir a los creyentes investigar el camino verdadero y, además, señalaba a los que predicaban el evangelio del reino diciendo: “A partir de ahora, no vengan a nuestra iglesia a predicar el evangelio. ¡Si regresan, llamaré a la policía y haré que los arresten a todos!”. Asimismo, el presidente del Comité Patriótico de las Tres Autonomías colabora con el Departamento de Trabajo del Frente Unido para arrestar a los que creen en Dios Todopoderoso y llaman a la policía cuando se encuentran a los que predican el evangelio. Al volver a examinarme a mí misma, tenía claro que el Señor ha regresado, pero, para disfrutar de las bendiciones del estatus y ser admirada, rechacé abandonar la iglesia y robé las palabras de Dios Todopoderoso para mis sermones, me exaltaba a mí misma, me ensalzaba y hacía que la gente me estimara y adorara. ¿Acaso no estaba caminando por la senda de los fariseos? El Señor Jesús pronunció siete ayes ante los fariseos. Si no abandonaba la iglesia, estaría cometiendo un pecado aún más grande a sabiendas, ¡y mi desenlace sería el mismo que el de los fariseos!

Un día, leí un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso que me conmovió profundamente. Dios Todopoderoso dice: “Si en estos momentos colocase dinero en frente de vosotros, y os diera la libertad de escoger, y si no os condenara por vuestra elección, la mayoría escogería el dinero y renunciaría a la verdad. Los mejores de entre vosotros renunciarían al dinero y de mala gana elegirían la verdad, mientras que aquellos que se encuentran en medio tomarían el dinero con una mano y la verdad con la otra. ¿No se haría evidente de esta manera vuestra verdadera esencia? Al elegir entre la verdad y cualquier cosa a la que sois leales, todos tomaríais esa decisión, y vuestra actitud seguiría siendo la misma. ¿No es así? ¿Acaso no hay muchos entre vosotros que han fluctuado entre lo correcto y lo incorrecto? En todas las luchas entre lo positivo y lo negativo, lo blanco y lo negro —entre la familia y Dios, los hijos y Dios, la armonía y la fractura, la riqueza y la pobreza, el estatus y lo ordinario, ser apoyados y ser rechazados y así sucesivamente— ¡seguro que no ignoráis las elecciones que habéis hecho! Entre una familia armoniosa y una fracturada, elegisteis la primera, y sin ninguna vacilación; entre la riqueza y el deber, de nuevo elegisteis la primera, aun careciendo de la voluntad de regresar a la orilla; entre el lujo y la pobreza, elegisteis lo primero; entre vuestros hijos e hijas, esposa, marido y Yo, elegisteis lo primero; y entre la noción y la verdad, seguís eligiendo la primera. Al enfrentarme a toda forma de acciones malvadas de vuestra parte, simplemente he perdido la fe en vosotros. Estoy absolutamente asombrado de que vuestro corazón sea tan incapaz de ablandarse. La sangre del corazón que he gastado durante muchos años sorprendentemente solo me ha traído vuestro abandono y resignación, pero Mis esperanzas hacia vosotros crecen con cada día que pasa, porque Mi día ha sido completamente expuesto ante todos. Sin embargo, continuáis buscando cosas oscuras y malvadas, y os negáis a dejarlas ir. Entonces, ¿cuál será vuestro resultado? ¿Habéis analizado detenidamente esto alguna vez? Si se os pidiera que eligierais de nuevo, ¿cuál sería, entonces, vuestra postura? ¿Seguiría siendo lo primero? ¿Seguiríais dándome decepciones y una tristeza miserable? ¿Seguirían vuestros corazones teniendo solo un ápice de calidez? ¿Seguiríais sin ser conscientes de qué hacer para consolar a Mi corazón? En este momento, ¿qué escogéis? ¿Os someteréis a Mis palabras o sentiréis aversión por ellas? Mi día ha sido expuesto ante vuestros propios ojos, y lo que enfrentáis es una nueva vida y un nuevo punto de partida. Sin embargo, debo deciros que este punto de partida no es el comienzo de una nueva obra pasada, sino la conclusión de la antigua. Es decir, este es el acto final. Creo que todos podéis comprender lo que tiene de inusual este punto de partida. Pero un día, muy pronto, comprenderéis el verdadero significado de este punto de partida, ¡así que dejémoslo atrás juntos y recibamos el final que está por llegar! Sin embargo, lo que me sigue preocupando sobre vosotros es que, cuando tenéis frente a vosotros la falta de rectitud y la rectitud, siempre elegís la primera. Pero todo eso está en vuestro pasado. También espero olvidar todo vuestro pasado, aunque esto es muy difícil de hacer. Sin embargo, tengo una manera muy buena de lograrlo: que el futuro reemplace al pasado y permita que las sombras de vuestro pasado se disipen a cambio de vuestro verdadero ser actual. Así pues, tendré que molestaros para que toméis la decisión una vez más: ¿a quién le sois leales exactamente?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿A quién eres leal?). Las palabras de Dios me conmovieron el corazón, era como si me lo preguntara cara a cara y me dejara sin palabras. Estaba llena de remordimientos y culpa y no podía evitar llorar. Sabía que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado y que debería haber aceptado la obra de Dios y haber abandonado la iglesia original. Sin embargo, me asustaba no poder ser pastora si me expulsaban, así que quise estar entre dos aguas, mi plan era marcharme después de ser pastora durante dos años. Dado que no quedaba nada que predicar en la iglesia, me preocupaba perder mi posición, así que robé las palabras de Dios Todopoderoso para predicar, con la esperanza de obtener el apoyo y la admiración de todo el mundo. Vi cómo la Iglesia de las Tres Autonomías se unía al gobierno para resistirse a Dios y arrestaba a los trabajadores evangélicos de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Sabía que debía marcharme rápido, pero permanecí en mi iglesia original para conservar mi posición. Elegía siempre mi estatus por encima de la verdad. Comprendí que, durante muchos años, mi lealtad había sido siempre a mi estatus y a la admiración de las personas. Mi familia compartía conmigo una y otra vez, pero me resistía a Dios tozudamente por mi estatus. No creía sinceramente en Él, sino que no era más que alguien en busca de estatus y del disfrute de los beneficios de la propia posición. Era una farisea hipócrita en toda regla. En realidad, lo que había hecho le rompía el corazón a Dios. Decidí dejar mi iglesia original y practicar la predicación del evangelio con los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Unos días después, los supervisores y colaboradores de mi iglesia original vinieron a buscarme, me dijeron: “Profesora Zhao, la iglesia te ha cultivado muchos años y apoyó tus estudios teológicos. Tienes que alzarte enseguida y trabajar por el Señor. ¡No puedes defraudar el amor del Señor hacia ti ni la confianza de los hermanos y hermanas!”. Después de oír sus palabras, pensé: “He leído las palabras expresadas por Dios Todopoderoso, tengo la seguridad de que se trata del Señor Jesús retornado y que Él ha expresado la verdad para desempeñar la obra de juzgar y purificar a la especie humana en los últimos días. La iglesia ya no tiene la obra del Espíritu Santo. Aunque me convirtiera en pastora, sin la obra ni el sostén del Espíritu Santo, no tiene valor ni significado. No puedo permanecer en la iglesia, pues quedarme más tiempo implicaría mi destrucción e, igual que los fariseos, Dios me condenaría. Debería seguir Sus huellas y predicar el evangelio de Dios de los últimos días a más personas que anhelan Su aparición”. En ese momento, fui totalmente inflexible y los rechacé.

Después, empecé a hacer mi deber de predicar el evangelio en la Iglesia de Dios Todopoderoso. Más tarde, oí hablar de un pastor que leyó La Palabra manifestada en carne y reconoció que las palabras de Dios Todopoderoso las expresa Dios y que se trata del Señor Jesús retornado, pero no las aceptó porque no podía desprenderse de su posición pastoral, de modo que perdió su ocasión de salvarse. Me quedó incluso más claro que perseguir estatus lleva a resistirse a Dios y destruirse a uno mismo. Si no fuera porque Él usó a mi familia y a los hermanos y hermanas para que compartieran conmigo muchas veces, sería igual que ese pastor, conocería el camino verdadero pero no lo aceptaría y, al final, habría acabado castigada en mi espíritu, alma y cuerpo, igual que los fariseos. Ahora, aunque he perdido la ocasión de ser pastora, he obtenido el camino de la vida eterna y he recibido la salvación de Dios de los últimos días, algo que no se puede intercambiar por cualquier alta posición. En mi corazón, estoy incluso más agradecida por la gracia de la salvación de Dios Todopoderoso.

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