84. Reflexiones después de ser podado
Un día, recibí una carta de un hermano donde decía que tenía algunos problemas en sus deberes y no sabía qué hacer, por lo que quería pedirme mi opinión. Después de leer la carta, no pude evitar valorarme a mí mismo. Pensé para mis adentros: “Han pasado casi dos años desde que dejé aquella iglesia, pero mis hermanos y hermanas todavía me consultan cuando se encuentran con problemas que no pueden resolver. Parece que realmente poseo algunas realidades-verdad y entiendo más que ellos”. Recordé que, durante el desempeño de mi deber de líder en esa iglesia, si bien no hacía mucho que había comenzado a creer en Dios, cuando mis hermanos y hermanas tenían problemas o dificultades, yo era capaz de encontrar pasajes correspondientes de la palabra de Dios para ayudarlos. La mayoría de ellos estaban dispuestos a acudir a mí para buscar y compartir cuando tenían problemas, y aprobaban mi manera de cumplir mi deber de líder. Era razonable que mi hermano buscara mi opinión cuando tenía problemas y temiera practicar incorrectamente, porque su estatura era escasa. Pensar en eso me alegró mucho, y no pude evitar sonreír con orgullo. El hermano Wang se percató de la sonrisa y dijo: “¿Qué te hace tan feliz que estás sonriendo así?”. Así que le hablé de la carta de mi hermano y también le dije cómo quería responder. Pensé que lo aprobaría, pero inesperadamente me dijo, muy serio: “¡Tus hermanos y hermanas en esa iglesia tienen una gran opinión de ti! Desde que te conozco, he notado que todos en esa iglesia dependen mucho de ti. Acuden a ti para todo, te piden tu opinión, y tú disfrutas especialmente contar con su apoyo y accedes a cualquier petición. ¿Has considerado la naturaleza y las consecuencias de cumplir tu deber de esa manera? En vez de reflexionar sobre ti mismo y compartir con los hermanos y hermanas sobre cómo orar y apoyarse en Dios o decirles cómo buscar los principios-verdad cuando enfrentan dificultades, les das tus soluciones para que te admiren, te adoren y no tengan lugar para Dios en su corazón. ¡Estás en la senda de un anticristo!”. Las palabras del hermano Wang fueron como un duro golpe. Quedé aturdido. Lo que dijo pareció especialmente agudo y penetrante. En ese momento, no pude aceptarlo. Tenía el corazón agitado. Pensé: “No puede ser tan malo. Estoy cumpliendo mi deber para resolver los problemas y dificultades de mis hermanos y hermanas, y he logrado algunos resultados en este sentido. El trabajo en aquella iglesia no fue muy efectivo al principio. Después de que comencé a desempeñar el deber de líder, la mayoría de los hermanos y hermanas que no estaban cumpliendo con sus deberes empezaron a hacerlo, poco a poco ganamos a algunas personas predicando el evangelio, y mejoraron todos los aspectos del trabajo. Además, no fui en contra de los arreglos del trabajo ni hice otra cosa, y tampoco intenté establecer mi propio reino. ¿Cómo pudo decir que voy por la senda de un anticristo? Ayudar a mis hermanos y hermanas de menor estatura a resolver problemas en sus deberes debería ser una buena obra. Y, sin embargo, él sostiene que me estoy exaltando y que camino por la senda de un anticristo; ¿no es eso exagerar las cosas y describirme de forma equivocada?”. Cuanto más pensaba en ello, más frustrado me sentía. No podía aceptar lo que el hermano Wang me había dicho. En ese momento, pensé cómo, en el pasado, cuando no podía aceptar la poda, solo terminaba humillándome a mí mismo. También pensé en este pasaje de la palabra de Dios: “Al afrontar los problemas de la vida real, ¿cómo deberías conocer y entender la autoridad de Dios y Su soberanía? Cuando te enfrentes a estos problemas y no sepas cómo entender, gestionar ni experimentarlos, ¿qué actitud deberías adoptar para demostrar que tienes la intención y el deseo de someterte a la soberanía y los arreglos de Dios y la realidad de esta sumisión? Primero debes aprender a esperar; después, debes aprender a buscar y, después, debes aprender a someterte” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). Me di cuenta de que esta poda contenía la intención de Dios. Independientemente de si lo entendía o no, tenía que aceptar y obedecer. Si lo que decía el hermano Wang era cierto, que estaba montando un espectáculo y, como consecuencia de ello, mis hermanos y hermanas me tenían en alta estima y me adoraban a mí en lugar de confiar en Dios y buscar los principios-verdad, y que yo iba por la senda de un anticristo, entonces eso era muy peligroso. Cuando pensé en eso, ya no me resistí en mi corazón. Oré a Dios y lo acepté. Le dije al hermano Wang: “Aunque aún no me he dado cuenta de la gravedad de mi problema, dado que lo has señalado, buscaré al respecto”. Después de eso, empecé a calmarme y a reflexionar sobre mis actos.
Recordé que, poco después de comenzar a creer en Dios, noté que los hermanos y hermanas estaban muy contentos cuando los líderes y obreros compartían sobre la verdad para resolver sus problemas o dificultades, y que querían asistir a esas reuniones y pedir soluciones. Sentí mucha envidia, y esperaba poder llegar a ser como esos líderes y obreros y compartir sobre la verdad para resolver los problemas de mis hermanos y hermanas, de modo que tuvieran una buena opinión de mí y me aprobaran. Entonces, con esa intención y ese deseo, empecé a centrarme en leer la palabra de Dios, asistí activamente a las reuniones y, cuando mis hermanos y hermanas tenían problemas o dificultades, buscaba la verdad para ayudarlos. Mi búsqueda entusiasta me ganó su aprobación y todos dijeron que sabía practicar la verdad y sufrir y pagar un precio en el cumplimiento de mis deberes. Posteriormente, me eligieron como líder de la iglesia y cumplí con mis deberes con aún más entusiasmo y esfuerzo. En todo, incluso en la asistencia a las reuniones grupales y la resolución de los problemas y dificultades de la gente, siempre era el primero y nunca me quedaba atrás. Aunque a veces me sentía negativo y débil, siempre corregía rápidamente mi estado y llevaba a cabo activamente la obra de la iglesia para que mis hermanos y hermanas vieran que era un líder acorde al estándar. Recuerdo que, en una ocasión, había una hermana cuyo esposo la limitaba. No podía asistir a las reuniones ni llevar a cabo sus deberes con normalidad, y se sentía negativa y débil. Después de enterarme, pensé: “Resulta que yo tengo una experiencia similar. Sé que puedo usar mi experiencia práctica para ayudarla a escapar de su negatividad más rápido, y eso les demostrará a mis hermanos y hermanas que puedo resolver problemas y poseo las realidades-verdad”. Así que busqué pasajes de la palabra de Dios dirigidos a su estado y los combiné con mi propia experiencia para compartir con ella. A fin de asegurarme de que viera que yo tenía estatura, solo hablé sobre los aspectos positivos de la práctica en mi charla y no mencioné ni una palabra de la corrupción que revelaba, ni de mi negatividad o mi debilidad. Mi enseñanza la inspiró, y su estado mejoró mucho. Después de eso, les dijo a todos durante una reunión: “El hermano Yang sabe poner en práctica la verdad y tiene estatura. A pesar del intenso acoso de su hijo, se mantuvo firme en su testimonio y continuó predicando el evangelio y dando testimonio de Dios. Su charla me inspiró”. Cuando escuché eso, me sentí eufórico en secreto. Después, me pasaba todo el tiempo ayudando a mis hermanos y hermanas. Cuando oía hablar de un líder de grupo que era negligente en su deber y no resolvía problemas reales, o de un hermano o hermana que se encontraba en un mal estado y no podía cumplir con sus deberes con normalidad, iba y me ocupaba personalmente. Desafiaba el viento, la lluvia, el calor y el frío, nunca descuidaba nada y no me quedaba tranquilo hasta que sus problemas se resolvían y manejaban. Recuerdo una vez que escuché que alguien estaba formando un grupito en la iglesia y esparciendo negatividad. A algunos hermanos y hermanas les faltaba discernimiento, tenían prejuicios y no podían trabajar en armonía. Fui a hablar con ellos inmediatamente. Expuse y diseccioné el comportamiento de esa persona y puse fin a sus acciones malvadas. Gracias a mi charla, los hermanos y hermanas adquirieron discernimiento y él ya no los desorientaba ni perturbaba. Así pues, la impresión que mis hermanos y hermanas tenían de mí siguió mejorando. Algunos de ellos incluso me mencionaban, diciendo: “El hermano Yang es el que mejor sabe cómo practicar la verdad, ve a las personas y los asuntos con mayor precisión que nosotros y habla con perspicacia. ¡Hay que reconocer que puede resolver cualquier problema!”. Me sentí muy contento cuando escuché eso y creí que estaba haciendo bien mi trabajo. Sin darme cuenta, me encontraba en un estado de autovaloración. Más tarde, también presumí deliberadamente frente a mis hermanos y hermanas, diciendo: “Esa persona ha sido muy astuta y falsa y ha estado difundiendo falacias engañosas en la iglesia. Era imposible discernirlo sin comprender la verdad, pero, afortunadamente, lo vi tal cual es y pude compartir y exponer su comportamiento. Es posible que haya logrado desorientar a otro, pero no a mí”. Después de escuchar mi charla, un hermano me tuvo en muy alta estima. Más adelante, cada vez que tenía algún problema, acudía a mí para solucionarlo. A menudo, también hablaba frente a mis hermanos y hermanas sobre cómo oraba a Dios para buscar Su intención en mis deberes y cómo sufría y pagaba un precio, para demostrar que yo tenía fe y sabía practicar la verdad. Una vez, el hermano Zhang y yo fuimos a regar a los recién llegados y yo pensé: “Solía ser líder en mi iglesia anterior y entiendo bastante bien el estado de las personas en la religión, así que soy muy bueno para regar a los recién llegados”. Cuando los recién llegados hicieron algunas preguntas, hablé activamente y compartí con ellos sobre mi propia experiencia de cambiar mis nociones. Pero en mi charla solo hablé de cómo había buscado y aceptado la verdad y no dije una palabra de cómo cerré la iglesia y me resistí a Dios debido a mis propias nociones, pues temía que dejaran de tener una buena impresión de mí. Vi a estos recién llegados asentir con aprobación mientras escuchaban mis enseñanzas y sentí sinceramente que la forma en que desempeñaba mis deberes era acorde al estándar y aceptable para Dios. Tras escuchar mi charla, esos recién llegados me dijeron con envidia: “Después de este período de contacto, creo que tú llevas más carga que el hermano Zhang, hablas con más detalle; tu enseñanza es más fácil de entender e inspira mayor pasión”. Cuando escuché a los recién llegados decir esto, me convencí aún más de que poseía algunas realidades-verdad. Más tarde, me fui de esa iglesia por necesidades relacionadas con los deberes en otro lugar, pero esos recién llegados aún hablaban de mí de vez en cuando: “¿Por qué no está aquí el hermano Yang? Sus enseñanzas son muy útiles para nosotros”. Al enterarme de eso, no pude evitar pensar: “Al parecer, además de resolver los problemas de entrada en la vida de mis hermanos y hermanas, también puedo resolver las nociones religiosas de los recién llegados. De verdad soy una persona talentosa destacada dentro de la iglesia”. En aquel momento, no pensé en reflexionar sobre mi senda en absoluto. Sentía que realmente tenía estatura, que sabía practicar la verdad y que era leal en mis deberes, razón por la cual mis hermanos y hermanas me respetaban y admiraban. Vivía en una situación de autovaloración sin ningún tipo de autoconciencia. Después de lo que el hermano Wang me dijo y tras compararlo con mi comportamiento previo, finalmente me di cuenta de que había sido demasiado arrogante e irracional. Siempre me exaltaba y presumía. ¡No me conocía a mí mismo en absoluto!
Después de eso, leí activamente la palabra de Dios sobre exaltarse y dar testimonio de uno mismo para reflexionar y comprenderme a mí mismo. Leí este pasaje de la palabra de Dios: “La humanidad corrupta es capaz de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma, de pavonearse, de intentar que la tengan en gran estima y la idolatren. Así reacciona instintivamente la gente cuando la gobierna su naturaleza satánica, lo cual es común a toda la humanidad corrupta. Normalmente, ¿cómo se enaltece y da testimonio sobre sí misma la gente? ¿Cómo logra el objetivo de hacer que la tengan en gran estima y la idolatren? Da testimonio de cuánto trabajo ha realizado, de cuánto ha sufrido, de cuánto se ha esforzado y el precio que ha pagado. Se enaltece hablando sobre su capital, lo cual le da un lugar superior, más firme y más seguro en la mente de las personas, de modo que son más las que la aprecian, la tienen en alta estima, la admiran y hasta la adoran, la respetan y la siguen. Para lograr este objetivo, la gente hace muchas cosas que en apariencia dan testimonio de Dios, pero en esencia se enaltece y da testimonio sobre sí misma. ¿Es razonable actuar así? Se sale del ámbito de la racionalidad y no tiene vergüenza, es decir, da testimonio descaradamente de lo que ha hecho por Dios y de cuánto ha sufrido por Él. Incluso presume de sus dones, talentos, experiencias, habilidades especiales, de sus métodos inteligentes para las cosas mundanas, de los medios por los que juega con las personas, etcétera. Su método de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma consiste en alardear y menospreciar a otras personas. Además, se camufla y disimula para ocultar sus debilidades, defectos y deficiencias a los demás y que estos solo lleguen a ver su brillantez. Ni siquiera se atreve a contárselo a otras personas cuando se siente negativa; le falta valor para abrirse y hablar con ellas, y cuando hace algo mal, se esfuerza al máximo por ocultarlo y encubrirlo. Nunca habla del daño que ha ocasionado al trabajo de la iglesia en el cumplimiento del deber. Ahora bien, cuando ha hecho una contribución mínima o conseguido un pequeño éxito, se apresura a exhibirlo. No ve la hora de que el mundo entero sepa lo capaz que es, el alto calibre que tiene, lo excepcional que es y hasta qué punto es mucho mejor que las personas normales. ¿No es esta una manera de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma? ¿Es enaltecerse y dar testimonio sobre uno mismo algo que haría alguien con conciencia y razón? No. Así pues, cuando la gente hace esto, ¿qué carácter revela normalmente? La arrogancia. Es uno de los que principalmente revela, seguido de la falsedad, lo que implica hacer todo lo posible para que otras personas la tengan en gran estima. Sus palabras son completamente herméticas y es evidente que entrañan unas motivaciones y tramas, hacen alarde de sí, pero quieren ocultarlo. A resultas de lo que dicen, hacen creer a los demás que son mejores que nadie, que no hay nadie igual, que el resto es inferior a ellas. ¿Y no consiguen este resultado por medios solapados? ¿Qué carácter se halla detrás de esos medios? ¿Y hay algún elemento de perversidad? (Sí). Este es un carácter perverso” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). Medité sobre las palabras de Dios y las comparé con mis propios actos. Vi que me ensalzaba y presumía en mis deberes habitualmente y que ciertamente estaba en la senda de un anticristo. Recordé cuando apenas empezaba a creer en Dios. Cuando veía que las personas admiraban y respetaban a los líderes y obreros por sus enseñanzas, sentía envidia. A fin de ganarme la estima y admiración de mis hermanos y hermanas, estaba dispuesto a sufrir y trabajar duro. Una vez que mi trabajo mostraba algunos resultados, a menudo daba testimonio frente a mis hermanos y hermanas acerca de cómo sufría y pagaba un precio, cómo me esforzaba por cumplir con mis deberes y cómo ponía en práctica la verdad, pero nunca hablaba de mi propia negatividad, debilidad, rebeldía y resistencia porque me aterrorizaba que la gente viera cómo era realmente y dijera que era un líder incompetente. Solo pensaba en cómo establecer mi imagen en el corazón de mis hermanos y hermanas, y utilizaba mi deber como una oportunidad para exaltarme y presumir, para que todos mis hermanos y hermanas me tuvieran en alta estima y me respetaran. ¿No estaba recorriendo la senda de los anticristos de la resistencia a Dios? Pero yo estaba adormecido y no tenía conciencia de esto en absoluto. Todavía me apreciaba y presumía descaradamente, pensando que poseía las realidades-verdad. No tenía humanidad ni razón. Lo que hacía era repugnante y aborrecible para Dios. Cuando me di cuenta de esto, me sentí profundamente culpable. Sentí que de verdad no merecía vivir ante Dios, y mucho menos aceptar Su salvación.
Empecé a reflexionar después de darme cuenta de lo siguiente: “¿Por qué siempre me exalto y alardeo involuntariamente? ¿Por qué voy por la senda de un anticristo, haciendo el mal y resistiéndome a Dios? ¿Cuál es la razón?”. Mientras buscaba, leí estos pasajes de la palabra de Dios: “Si, en el fondo, realmente comprendes la verdad, sabrás cómo practicarla y someterte a Dios y, naturalmente, te embarcarás en la senda de búsqueda de la verdad. Si la senda por la que vas es la correcta y conforme a las intenciones de Dios, la obra del Espíritu Santo no te abandonará, en cuyo caso serán cada vez menores las posibilidades de que traiciones a Dios. Sin la verdad es fácil hacer el mal, y no podrás evitar hacerlo. Por ejemplo, si tienes un carácter arrogante y vanidoso, que se te diga que no te opongas a Dios no sirve de nada, no puedes evitarlo, escapa a tu control. No lo haces intencionalmente, sino que esto lo dirige tu naturaleza arrogante y vanidosa. Tu arrogancia y vanidad te harían despreciar a Dios y verlo como algo insignificante; harían que te ensalzaras a ti mismo, que te exhibieras constantemente; te harían despreciar a los demás, no dejarían a nadie en tu corazón más que a ti mismo; te quitarían el lugar que ocupa Dios en tu corazón, y finalmente harían que te sentaras en el lugar de Dios y exigieras que la gente se sometiera a ti y harían que veneraras tus propios pensamientos, ideas y nociones como la verdad. ¡Cuántas cosas malas hacen las personas bajo el dominio de esta naturaleza arrogante y vanidosa!” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo persiguiendo la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter). “Algunas personas idolatran de manera particular a Pablo: les gusta salir a pronunciar discursos y hacer obra, les gusta reunirse y predicar; les gusta que los demás las escuchen, que las adoren y las rodeen. Les gusta ocupar un lugar en el corazón de los demás y aprecian que otros valoren la imagen que muestran. Diseccionemos su naturaleza a partir de estos comportamientos. ¿Cuál es su naturaleza? Si de verdad se comportan así, entonces basta para mostrar que son arrogantes y vanidosos. No adoran a Dios en absoluto; buscan estatus elevado y desean tener autoridad sobre otros, poseerlos, y ocupar un lugar en sus corazones. Esta es la imagen clásica de Satanás. Los aspectos de su naturaleza que más destacan son la arrogancia y el engreimiento, la negativa a adorar a Dios, y un deseo de ser adorados por los demás. Tales comportamientos pueden darte una visión muy clara de su naturaleza” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre). A través de lo que expuso la palabra de Dios, entendí que quería ser admirado en todo y tener una posición alta en el corazón de las personas porque estaba controlado por mi naturaleza satánica arrogante y vanidosa. Iba por la senda de los anticristos de la resistencia a Dios. Desde el comienzo de mis deberes, había alardeado descaradamente frente a mis hermanos y hermanas sobre cómo sufría y pagaba un precio en mi deber, cómo me rebelaba contra la carne y buscaba la verdad para resolver los problemas, con el objetivo de demostrar que estaba por encima de la gente común y que era mejor que los demás. Quería que la gente me admirase y adorase. Pensé en Pablo y en cómo usó su predicación y su obra para mostrar sus dones y su conocimiento, presumió para que otros lo admirasen y fue a diferentes iglesias para testificar cuánto trabajó y sufrió por el Señor para ganarse a las personas y capturar su corazón. En su obra y en sus cartas, no dio testimonio de la verdad expresada por el Señor Jesús ni de la hermosura del Señor Jesús ni exhortó a los creyentes a obedecer las palabras del Señor. En cambio, distorsionó las palabras del Señor Jesús sobre la base de sus propias opiniones. Para satisfacer sus propias ambiciones y deseos, Pablo obró confiando en su carácter satánico arrogante y vanidoso para hacer que otros lo adorasen y atraerlos hacia sí mismo. Finalmente, de forma desvergonzada dio testimonio de que vivió como Cristo y tomó el lugar del Señor Jesús en el corazón de la gente. Cegó a generaciones de creyentes en el Señor para que las personas escucharan sus palabras y no se concentraran en las del Señor, y recorrió la senda de la resistencia a Dios. Vi que mis acciones eran las mismas que las de Pablo. Bajo el control de mi naturaleza satánica arrogante y vanidosa, me exaltaba, presumía en todo momento y hacía que la gente me adorase. El resultado fue que mis hermanos y hermanas no tenían lugar para Dios en su corazón y, cuando ocurrían cosas, no confiaban en Dios ni buscaban los principios-verdad. En cambio, confiaban en mí, como si yo tuviera la verdad. De continuar así, ¿no estaría atrayendo a mis hermanos y hermanas ante mí? ¡Es algo que ofende el carácter de Dios! Una vez que me di cuenta de esto, el miedo se apoderó de mi corazón. ¡De verdad nunca imaginé que cumplir mis deberes con mi naturaleza arrogante y vanidosa podría llevarme a hacer cosas tan malvadas que se resisten a Dios!
Luego, leí otro pasaje de la palabra de Dios: “Algunos pueden usar sus posiciones para testificar repetidamente sobre sí mismos, exaltarse, y competir con Dios por personas y estatus. Usan diversos métodos y medidas para hacer que las personas los adoren, intentando constantemente ganarse a otros y controlarlos. Algunos hasta desorientan a propósito a las personas para que piensen que son Dios y los traten como tal. Nunca le dirían a nadie que han sido corrompidos, que son también corruptos y arrogantes, ni que no los adoren; y que por muy bien que les vaya, todo se debe a la exaltación de Dios y que en cualquier caso están haciendo lo que deberían. ¿Por qué no dicen estas cosas? Porque temen profundamente perder su lugar en el corazón de las personas. Por esta razón, estas personas no exaltan nunca a Dios ni dan testimonio de Él” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I). Leer las palabras de Dios me atravesó el corazón. La casa de Dios me había dado la oportunidad de ser líder, para permitirme practicar la enseñanza de la verdad para resolver los problemas de la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas y guiar a la gente a comprender la verdad, conocer a Dios y someterse a Él. Pero, en lugar de concentrarme en exaltar a Dios y dar testimonio de Él, usé mis deberes para presumir y satisfacer mis propias ambiciones y deseos. A causa de mi liderazgo, todos mis hermanos y hermanas me adoraban y respetaban; cuando sucedían cosas, confiaban en mí en lugar de en Dios y no buscaban los principios-verdad. De continuar así, ¿acaso no atraería a las personas ante mí? Dios es supremo, santo y grande, pero soportó la gran humillación de venir encarnado para salvar a la humanidad, obró de manera humilde y oculta entre la gente y expresó la verdad en la oscuridad para proveer y guiar a las personas, dándolo todo por la humanidad. Dios nunca intentó alardear. Su esencia es realmente hermosa. Yo importo menos que un gusano y estoy tan corrompido por Satanás que no tengo semejanza humana, pero quería que otros me admirasen y adorasen. ¡Era muy desvergonzado y no conocía el lugar que me correspondía! Al reflexionar sobre lo que había hecho, sentí asco y vergüenza, me culpé y me aborrecí a mí mismo. No estuve a la altura de la gracia y exaltación de Dios en los últimos años. ¡Por estas acciones malvadas, merecía ser maldecido y castigado!
Más adelante, leí dos pasajes más de las palabras de Dios. Entendí lo que significa exaltar a Dios y dar testimonio de Él, y encontré formas de practicar para resolver el problema de exaltarse a uno mismo y tomar la senda de un anticristo. Dios Todopoderoso dice: “Cuando deis testimonio de Dios, principalmente debéis hablar de cómo Él juzga y castiga a las personas, y de las pruebas que utiliza para refinar a las personas y cambiar su carácter. También debéis hablar de cuánta corrupción se ha revelado en vuestra experiencia, de cuánto habéis sufrido, de cuántas cosas hicisteis por resistiros a Dios y de cómo Él os conquistó finalmente. Debéis hablar de cuánto conocimiento real de la obra de Dios tenéis y de cómo debéis dar testimonio de Dios y retribuirle Su amor. Debéis poner sustancia en este tipo de lenguaje, al tiempo que lo expresáis de una manera sencilla. No habléis sobre teorías vacías. Hablad de una manera más práctica; hablad desde el corazón. Esta es la manera en la que debéis experimentar las cosas. No os equipéis con teorías vacías aparentemente profundas en un esfuerzo por alardear; eso hace que parezcáis bastante arrogantes e irracionales. Debéis hablar más sobre cosas reales a partir de vuestra verdadera experiencia y hablar más de corazón; esto es lo más beneficioso para los demás y es lo más apropiado de ver” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo persiguiendo la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter). “Entonces, ¿cómo hay que actuar para no enaltecerse y dar testimonio de uno mismo? Si presumes y das testimonio a nivel individual con respecto a un determinado asunto, obtendrás como resultado que algunas personas te tengan en alta estima y te idolatren. Sin embargo, el acto de abrir tu corazón y compartir tu autoconocimiento sobre ese mismo asunto es de una naturaleza distinta, ¿no es cierto? Abrir el corazón para hablar del autoconocimiento que uno ha adquirido es algo que la humanidad normal debería poseer. Se trata de algo positivo. Si realmente te conoces a ti mismo y hablas de tu estado con fidelidad, sinceridad y precisión; si hablas de conocimientos basados en su totalidad en las palabras de Dios; si quienes te escuchan se ven edificados y se benefician de ello, y si das testimonio de la obra de Dios y lo glorificas, es que estás dando testimonio de Dios. Si, al abrir tu corazón, hablas mucho de tus puntos fuertes, de lo que has sufrido y del precio que has pagado, y de cómo te has mantenido firme en tu testimonio, y como resultado la gente saca una buena opinión de ti y te idolatra, es que estás dando testimonio de ti mismo. Has de ser capaz de distinguir entre estos dos comportamientos. Por ejemplo, explicar lo débil y negativo que eras cuando te enfrentabas a diversas pruebas y cómo, por medio de la oración y la búsqueda de la verdad, llegaste a comprender la intención de Dios, ganaste fe y te mantuviste firme en tu testimonio, es enaltecer a Dios y dar testimonio de Él. Esto no tiene nada que ver con presumir y dar testimonio de uno mismo. Por lo tanto, que hagas alarde y des testimonio de ti mismo o no dependerá principalmente de si hablas de tus experiencias reales y de si el efecto que consigues es dar testimonio de Dios; además, es necesario que examines qué intenciones y objetivos albergas cuando hablas de tu testimonio vivencial. De este modo, será fácil discernir en qué clase de comportamiento te involucras. Si, al compartir testimonio, albergas la intención correcta, incluso el hecho de que la gente tenga una opinión elevada de ti y te idolatre no supone en realidad ningún problema. Si tus intenciones están equivocadas, aunque nadie tenga una buena opinión de ti ni te idolatre, existe un problema, y si hay gente que sí tiene una buena opinión de ti y te idolatra, el problema será aún mayor. Por lo tanto, no puedes fijarte exclusivamente en los resultados para determinar si un individuo se enaltece y da testimonio de sí mismo. Debes observar ante todo su intención; la manera correcta de distinguir estos dos comportamientos se basa en las intenciones. Si tratas de discernirlo solo a partir de los resultados, corres el riesgo de acusar en falso a personas buenas. Hay personas que comparten un testimonio particularmente sincero y, en consecuencia, habrá otras que tengan una elevada opinión de ellas y las idolatren; ¿puedes decir que esas personas dan testimonio de sí mismas? No. No existe ningún problema con esas personas, el testimonio que comparten y los deberes que llevan a cabo benefician a los demás, y solo los necios y los ignorantes que poseen un entendimiento distorsionado idolatran a otros individuos. La clave para discernir si un orador se está enalteciendo y dando testimonio de sí mismo radica en fijarse en su intención. Si esta consiste en mostrarle a todo el mundo cómo se reveló tu corrupción y cómo has cambiado, y en procurar que otros se beneficien de ello, es que tus palabras son sinceras y verdaderas, y conforme a los hechos. Tales intenciones son acertadas, y no estás presumiendo ni dando testimonio de ti mismo. Si lo que quieres es mostrarle a todo el mundo que tienes experiencias reales y que has cambiado y posees la realidad-verdad, a fin de que te tengan en alta estima y te idolatren, es que albergas intenciones erróneas. Eso es presumir y dar testimonio de uno mismo. Si transmites un testimonio vivencial falso, que está adulterado y cuyo propósito es engatusar a la gente, impedir que perciban tu verdadero estado y evitar que tus intenciones, corrupción, debilidad o negatividad se revelen a los demás, es que esas palabras son engañosas y desorientan. Esto es un falso testimonio, es engañar a Dios y dejarlo en vergüenza, y es lo que Él más odia por encima de todo” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). A partir de las palabras de Dios, entendí que para exaltar a Dios y dar testimonio de Él primero necesitamos tener las intenciones correctas y hablar sinceramente. En cuanto a qué rebeldía, debilidad y actitudes corruptas revelamos en nuestras experiencias, cómo reflexionamos sobre nosotros mismos y llegamos a conocernos a la luz de las palabras de Dios, cómo aceptamos el juicio y castigo de Su palabra y qué conocimiento real de Dios obtenemos, debemos ser capaces de hablar abiertamente. Además, siempre debemos reflexionar sobre nuestras acciones, pensamientos e ideas. Cuando queramos exaltarnos y presumir, debemos orar a Dios y rebelarnos contra nosotros mismos, tener las intenciones correctas, conocer y mantener nuestro lugar, abrirnos mucho con los hermanos y hermanas para exponer nuestra propia corrupción, y usar nuestro propio conocimiento vivencial de la palabra de Dios para exaltarlo y dar testimonio de Él. Esta es la razón que deben tener los seres creados y el deber que deben cumplir.
Una vez que me di cuenta de esto, le dije al hermano Wang: “Tu orientación me ayudó a reflexionar y a llegar a conocerme a mí mismo. Así se manifiesta el amor de Dios por mí. Ahora tengo cierta comprensión de mi carácter corrupto, estoy dispuesto a arrepentirme ante Dios y a diseccionarme y sincerarme ante mis hermanos y hermanas”. Después, cuando le respondí al hermano, le revelé cómo me había exaltado y había alardeado en los últimos años, mis intenciones incorrectas y que había caminado por la senda de un anticristo. Hablé abiertamente, expuse y diseccioné estas cosas con mi hermano, para que él pudiera discernir mi corrupción y mis acciones malvadas y no me admirase ni volviera a ser desorientado por mí. También lo guie para que confiara en Dios en todo y buscara sendas de práctica en la palabra de Dios y que, incluso al compartir con los demás, tuvieran las intenciones correctas, aceptaran todas las cosas de parte de Dios, solo aceptaran las enseñanzas que están de acuerdo con la palabra de Dios y la verdad, y no adoraran ni siguieran a ninguna persona, ya que esa es la senda que deben tomar aquellos que realmente creen en Dios y persiguen la verdad. Tras terminar mi carta, tuve una sensación de tranquilidad y paz que nunca había experimentado.
Más tarde, practiqué conscientemente la palabra de Dios en mis deberes. Cuando mi trabajo daba resultados, mis hermanos y hermanas me elogiaban y yo quería exaltarme y presumir otra vez, oraba enseguida a Dios, usaba Su palabra para reflexionar y comprender el carácter de anticristo que revelaba, me rebelaba a tiempo contra mis intenciones incorrectas y practicaba de acuerdo con la palabra de Dios. Lentamente, mi carácter satánico arrogante y vanidoso se fue frenando un poco, y no me exaltaba ni presumía como antes. Una vez, fui a una reunión y un hermano dijo: “La enseñanza de tu compañero no ofrece tanto una senda como la tuya…”. Cuando escuché eso, empecé a sentirme orgulloso, pero inmediatamente me di cuenta de que mi estado era incorrecto y sentí un poco de miedo, así que revelé cómo me exaltaba y presumía antes y las consecuencias que eso causó, y que más tarde acepté el juicio y castigo de la palabra de Dios y me conocí a mí mismo. Diseccioné y revelé todas estas cosas para que mis hermanos y hermanas vieran mi verdadera estatura y la fea realidad de mi corrupción, y le dije a todo el mundo que yo no era mejor que nadie y que los resultados de mis deberes se lograban gracias a la obra del Espíritu Santo. Después de mi charla, mis hermanos y hermanas pudieron tratarme correctamente, ya no me admiraban ni me adoraban, y tuve una gran sensación de tranquilidad. Aunque todavía tengo muchas actitudes corruptas, creo que mientras me concentre en experimentar el juicio y castigo de Dios, reflexione a menudo sobre mis intenciones, busque la verdad en todas las cosas y use la palabra de Dios como criterio para comportarme y actuar, recibiré la guía de Dios, me libraré gradualmente de mis corrupciones y caminaré por la senda de la salvación.