18. La persecución y las tribulaciones me revelaron

Por Qingyou, China

Yo estaba a cargo del trabajo de depuración en varias iglesias. Un día de julio de 2022, fui a la casa de Yang Xin para que me contara algunas cosas. Fue su esposo el que me abrió la puerta. Me susurró nervioso: “¿A quién buscas?”. Usando el ingenio, dije: “Busco a mi hermana mayor”. Dijo de inmediato: “Ha salido”. Tras decir eso, cerró la puerta. En el momento en que cerró la puerta, vi por la rendija que había dos hombres de unos 30 o 40 años sentados en el salón. Ambos me estaban mirando al unísono. Me quedé impactada. “La forma en que esos dos miran a las personas no es como lo hace la gente normal. Me estaban estudiando con una mirada hostil. ¿Podrían ser policías?”. Un temor se apoderó de mi corazón y me marché de prisa.

Cuando regresé a la casa de acogida, una hermana llegó aterrada y dijo que acababa de oír que habían arrestado a dos líderes de la iglesia. Mi corazón dio un vuelco. “¡Oh, no! Es posible que también hayan arrestado a Yang Xin. Es muy probable que esos dos extraños que vi en su casa fueran policías que estaban vigilando”. Mi corazón empezó a entrar en pánico. Inmediatamente después, me enteré de que, entre las dos y las tres de la madrugada, también habían arrestado a varios hermanos y hermanas. Habían arrestado a muchos hermanos y hermanas de golpe, y el corazón me palpitaba de los nervios. Recordé que, tres años antes, la policía había publicado una foto mía para que la gente me identificara. Además, los hermanos y hermanas que habían arrestado también conocían la casa en la que estaba viviendo. Si me quedaba allí, me podían arrestar en cualquier momento, así que recogí mis cosas y me preparé para irme. En ese momento, una hermana vino apresurada y me dijo que habían arrestado a los líderes y obreros de la iglesia, así como a los supervisores del trabajo evangélico y del trabajo de riego. Me dijo que me fuera rápido de esa casa. Cuando oí esto, me quedé paralizada y anonada. “Con tanta gente arrestada, ¿quién se encargará del trabajo de lidiar con las consecuencias? Debo encontrar rápido a alguien que avise a mis hermanos y hermanas para que puedan escaparse”. Pero luego tuve otro pensamiento: “He estado en contacto cercano con los hermanos y hermanas a quienes han arrestado, y la policía tiene una foto mía. Si la policía me arresta, aunque no me maten a golpes, me golpearán hasta dejarme discapacitada. ¡Debo esconderme rápido!”. Así que fui a la casa de un familiar. Aunque estaba a salvo por el momento, mi corazón se sentía intranquilo todo el tiempo. “¿Qué está pasando en la iglesia? ¿Habrán arrestado a alguien más? Todos los arrestados esta vez son líderes y obreros, así que ¿quién se está encargando del trabajo de lidiar con las consecuencias? Yo también soy miembro de la iglesia, así que ¿realmente voy a quedarme escondida sin hacer nada?”. Mi corazón estaba muy intranquilo.

Al día siguiente, recibí una carta de los líderes superiores pidiéndome que me encargara del trabajo de lidiar con las consecuencias. En ese momento, sentí miedo en mi interior. “Han arrestado a muchos hermanos y hermanas. Esto es realmente el ojo del huracán. Si me encargo del trabajo de lidiar con las consecuencias en este momento, ¿no estaré poniéndome en el punto de mira? Además, la policía tiene mi foto. Si me identifican, ¿cómo podré escaparme? Mi salud tampoco es muy buena. Si me arrestan, ¿cómo soportaré la tortura del diablo? ¿No me matarán a golpes directamente? Si muero, ¿no habrán sido en vano todos estos años de fe?”. Cuando pensé en esto, sentí que mi corazón me dio un vuelco. Pero, si me rehusaba a cumplir mi deber cuando la iglesia ya estaba paralizada, ¡no podría justificar ser una desertora en este momento crítico! El incesante conflicto parecía dividirme el corazón a la mitad. Luego, respondí a los líderes y les dije que mi seguridad corría riesgo. También dije: “Pueden decidir si mandarme a mí a hacerlo servirá o no. Si creen que soy apta, iré”. Mi intención era decirles que mi seguridad corría riesgo y que no quería que me asignaran para ir. Cuando envié la carta, sentí remordimiento en el corazón. “¿No estoy siendo falsa al escribir esta carta? La casa de Dios me ha formado todos estos años, pero yo solo intento preservar mi vida en este momento crítico. ¿Es esto lo que haría alguien con humanidad? Como dice el refrán: ‘Los verdaderos sentimientos se revelan en la adversidad’. Ahora han arrestado a mucha gente en la iglesia y hay una necesidad urgente de encargarse del trabajo de lidiar con las consecuencias. Sin embargo, yo estoy rechazando mi deber. ¡Esto no es lo que realmente haría un ser humano!”. Sin embargo, todavía sentía miedo en mi corazón, así que oré a Dios y le supliqué que me diera la fe para dar un paso al frente y proteger el trabajo de la iglesia. Después de orar, leí las palabras de Dios: “Los que verdaderamente siguen a Dios pueden resistir el examen de su obra, mientras que los que no siguen a Dios realmente no pueden resistir ninguna de las pruebas de Dios. Tarde o temprano serán expulsados, mientras que los victoriosos permanecerán en el reino. Que el hombre verdaderamente busque a Dios o no lo determina el examen de su obra, es decir, las pruebas de Dios, y no tiene nada que ver con la decisión del hombre mismo. Dios no rechaza a ninguna persona a la ligera; todo lo que Él hace es para que el hombre pueda ser completamente convencido. No hace nada que sea invisible para el hombre ni ninguna obra que no pueda convencer al hombre. El que la creencia del hombre sea verdadera o no lo prueban los hechos y no lo puede decidir el hombre. Sin duda, ‘el trigo no se puede hacer cizaña y la cizaña no se puede hacer trigo’. Todos los que verdaderamente aman a Dios al final permanecerán en el reino y Dios no tratará mal a nadie que verdaderamente lo ame(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la práctica del hombre). Después de leer las palabras de Dios, entendí que Él usa la persecución y los arrestos del gran dragón rojo para probar si la fe de las personas es verdadera o falsa. Los que tienen verdadera fe pueden proteger el trabajo de la iglesia y cumplir su deber en tiempos de tribulación. Los de fe falsa también pueden esforzarse por Dios en épocas normales, siempre que no afecte sus propios intereses, pero, cuando enfrentan un entorno peligroso, se vuelven timoratos, miedosos y solo piensan en protegerse a sí mismos. No consideran en absoluto el trabajo de la iglesia. A este tipo de persona se la revela y descarta. Comparé esto con mi propio comportamiento. Había creído en Dios durante muchos años, había comido y bebido muchas de las palabras de Dios y solía hablar con mis hermanos y hermanas sobre cómo debíamos cumplir nuestros deberes cuando llegaran las tribulaciones y pruebas, y cómo dar testimonio de Dios. Sin embargo, cuando la iglesia enfrentó esta gran oleada de arrestos en los que arrestaron a líderes y obreros, y a muchos hermanos y hermanas, lo primero que pensé fue en esconderme de inmediato. Cuando los líderes superiores me pidieron que me encargara del trabajo de lidiar con las consecuencias, dudé al pensar que era demasiado peligroso cumplir ese deber y lo rechacé con la excusa de que mi seguridad corría riesgo. Pensé en que la iglesia se enfrentaba a esta grave situación y habían arrestado a los líderes y obreros. Si las ofrendas y los bienes de la iglesia no se trasladaban a tiempo, la policía se los llevaría. También había muchos hermanos y hermanas que no sabían que habían arrestado a los líderes y obreros. Si yo no les avisaba a tiempo, también corrían riesgo de que los arrestaran. Sin embargo, en ese momento crítico, una y otra vez, elegí protegerme a mí misma y rechazar mi deber. Era demasiado egoísta y despreciable. ¡Realmente no merecía vivir ante Dios! Cuando pensé en esto, me sentí profundamente en deuda y arrepentida por todo lo que había hecho y ya no quise seguir protegiéndome a mí misma. Después, escribí una carta a los líderes superiores para hablarles sobre mis intenciones despreciables en ese momento y dije que estaba dispuesta a encargarme del trabajo de lidiar con las consecuencias.

A continuación, me disfracé y fui a reunirme con mis hermanos y hermanas para hablar sobre cómo trasladar los libros de las palabras de Dios. Después, avisamos a los hermanos y hermanas cuya seguridad que corría peligro para que se ocultaran sin demora y escribimos cartas para compartir con los hermanos y hermanas que estaban débiles, negativos, timoratos y asustados, animándolos a confiar en Dios para vivir una vida de iglesia y cumplir su deber. Justo cuando estaba encargándome de forma activa del trabajo de lidiar con las consecuencias, ocurrió otro incidente que me volvió a revelar. Descubrí que habían arrestado a la esposa y a la hija de un hermano que estaba a cargo de custodiar los libros. La situación era muy urgente. Había que trasladar los libros de las palabras de Dios lo antes posible. Cuando oí esto, me puse muy ansiosa. Si esos libros caían en manos de la policía, la pérdida sería simplemente demasiado grande. Tenía que encontrar la manera de trasladarlos lo más rápido posible. Así que organicé para reunirme con el hermano que custodiaba los libros para entender realmente la situación. Inmediatamente después, me enteré por los hermanos y hermanas a quienes habían arrestado y luego liberado que algunas de las personas detenidas no habían podido desentrañar las tramas de Satanás y habían comenzado a delatar e identificar a líderes y obreros. La hija de este hermano había sido la que más información había revelado. Al oír esto, tuve mucho miedo. “Durante este tiempo, he estado yendo de aquí para allá bajo vigilancia. Apenas me identifique alguien, ¿no será mi ruina?”. Al pensar en esto, empecé a echarme atrás. En ese momento, me enteré de que la hermana Li Xuan había regresado de otra área. Sabía que ella ya había trabajado lidiando con las consecuencias antes, así que quería que me reemplazara en mi deber. Le dije a mi compañera, la hermana Wang Xin: “¿Podemos hacer que Li Xuan se encargue del trabajo de lidiar con las consecuencias? Ella no corre ningún riesgo de seguridad y ya ha hecho este trabajo antes”. Wang Xin dijo sorprendida: “¿Cómo puedes pensar eso? Ella todavía está cumpliendo otros deberes. ¿Es apropiado esto?”. Al oír la pregunta retórica de Wang Xin, me di cuenta de que, en efecto, no era apropiado. “Está claro que es mi deber, pero, aun así, intenté pasárselo a los demás sin considerar en lo más mínimo los intereses de la iglesia. Pero, si sigo cumpliendo este deber, me temo que me arrestarán. Si no logro desentrañar las tramas del diablo y traiciono a Dios, eso significará mi destrucción eterna, sin posibilidad de redención. ¡Perderé por completo mi oportunidad de recibir la salvación!”. Cuanto más lo pensaba, más miedo tenía. Así que oré a Dios: “¡Querido Dios! Cuando el peligro se acerca, quiero echarme atrás. ¡Te ruego que me guíes y me des fe y fortaleza!”

Leí las palabras de Dios: “Cuando las personas están verdaderamente preparadas para sacrificar su vida, todo se vuelve insignificante y nadie puede vencerlas. ¿Qué podría ser más importante que la vida? Así pues, Satanás se vuelve incapaz de hacer nada más en las personas, no hay nada que pueda hacer con el hombre. Aunque, en la definición de la ‘carne’, se dice que Satanás la ha corrompido, si las personas se entregan, y no son dominadas por Satanás, nadie puede conseguir lo mejor de ellas; en este momento, la carne llevará a cabo su otra función y empezará formalmente a recibir la dirección del Espíritu de Dios. Este es un proceso necesario y debe ocurrir paso a paso; si no, Dios no tendría medios para obrar en la carne obcecada. Así es la sabiduría de Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Interpretaciones de los misterios de “las palabras de Dios al universo entero”, Capítulo 36). Las palabras de Dios me permitieron entender por qué había vivido con cobardía, miedo y temerosa de que me pudieran arrestar en cualquier momento si me desplazaba todos los días a la vista de las cámaras de vigilancia. La razón principal era que valoraba demasiado mi vida y tenía miedo de que me arrestaran y mataran a golpes. El miedo a la muerte se había convertido en mi talón de Aquiles. Tenía miedo incluso antes de que me arrestaran: si me arrestaban, seguro que no sería capaz de mantenerme firme en mi testimonio. Pensé en las personas que se habían convertido en Judas. Desesperados por salvar sus propias vidas, no dudaron en delatar a sus hermanos y hermanas y en perjudicar los intereses de la casa de Dios. Depusieron sus armas ante Satanás y traicionaron a Dios, lo que hizo que Satanás los mirara con desdén. ¿Qué sentido tiene vivir así? El Señor Jesús dijo: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará(Mateo 16:25). Quienes se convirtieron en mártires por Dios, como Esteban, a quien lapidaron hasta la muerte por proclamar y dar testimonio del Señor Jesús, o como Pedro, a quien crucificaron boca abajo por Dios, renunciaron a sus vidas para dar testimonio de Dios. Aunque su carne murió, obtuvieron la aprobación de Dios. También están los hermanos y hermanas que se convirtieron en mártires por Dios tras sufrir la brutal persecución del gran dragón rojo. Aunque su carne murió, su testimonio se convirtió en evidencia de haber derrotado a Satanás y sus almas regresaron a la presencia del Creador. Los persiguieron por la justicia, ¡y sus muertes fueron valiosas y significativas! Entonces, me miré al espejo y vi que aún me limitaba el miedo a la muerte y me faltaba fe genuina en Dios. Dios me dio la vida, y tanto mi vida como mi muerte están en Sus manos. Si Dios permite que me arresten, entonces, Dios lo ha determinado. Si Dios no permite que me arresten, entonces, eso también es Su soberanía. Debo someterme a las orquestaciones y los arreglos de Dios.

Más tarde, leí más de las palabras de Dios: “En China continental, el gran dragón rojo ha reprimido, arrestado y perseguido de manera sistemática y brutal a los creyentes en Dios, a los que a menudo coloca en entornos peligrosos. Por ejemplo, el gobierno se sirve de diversos pretextos para atrapar a los creyentes. Cada vez que descubren una zona en la que reside un anticristo, ¿qué es lo primero que piensa este anticristo? No en la adecuada organización del trabajo de la iglesia, sino en cómo escapar de esta peligrosa situación. Cuando la iglesia se enfrenta a la represión y los arrestos, los anticristos nunca emprenden un trabajo posterior. No realizan arreglos para el personal o los recursos esenciales de la iglesia. En su lugar, buscan excusas y razones para garantizarse un lugar seguro para sí mismos y con eso les vale. Una vez que su seguridad personal está garantizada, rara vez se involucran personalmente en organizar la obra, el personal o los recursos de la iglesia, y tampoco indagan sobre el asunto ni hacen ningún arreglo específico. Esto da como resultado que no se transfieran con rapidez los recursos y las finanzas de la iglesia a localizaciones seguras y, al final, el gran dragón rojo saquea y roba en grandes cantidades, lo que lleva a pérdidas significativas en la iglesia y a la captura de más hermanos y hermanas. Este es el resultado de que los anticristos eludan su responsabilidad respecto al trabajo. En el fondo de su corazón, los anticristos siempre anteponen su seguridad personal. Se trata de un problema que supone una preocupación constante para ellos en su fuero interno. Piensan para sí: ‘No debo meterme en problemas. Si van a atrapar a alguien, no puedo permitirme ser yo; he de permanecer con vida. Todavía estoy esperando compartir la gloria de dios cuando su obra finalice. Si me atrapan, actuaré como Judas y será mi final. No tendré un buen desenlace. Se me castigará’. Por tanto, cada vez que van a trabajar a un lugar nuevo, primero investigan quién tiene la casa con mayor seguridad y poder, donde se puedan esconder de las búsquedas del gobierno y sentirse seguros. […] Después de asentarse y sentir que están fuera de peligro, que este ha pasado, los anticristos proceden a hacer algo de trabajo superficial. Son bastante meticulosos en sus arreglos, pero depende de con quién estén tratando. Ponen mucho cuidado en pensar sobre estos asuntos que atañen a sus propios intereses, pero en lo que respecta a la obra de la iglesia o a sus propios deberes, exhiben su propio egoísmo y despreciabilidad y no muestran ninguna responsabilidad, carecen incluso del menor atisbo de conciencia o razón. Se les clasifica como anticristos debido justamente a estos comportamientos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (II)). Dios dijo que los anticristos nunca consideran los intereses de la casa de Dios ni la seguridad de sus hermanos y hermanas cuando se enfrentan al peligro. En cambio, ponen sus propios intereses y seguridad en primer lugar. Son extremadamente egoístas y despreciables. Había leído estas palabras en el pasado, pero nunca las había relacionado conmigo misma. Creía que era alguien que realmente creía en Dios y podía proteger los intereses de la casa de Dios. Solo cuando los hechos me revelaron vi lo egoísta y despreciable que era, y que no protegía en lo más mínimo el trabajo de la iglesia. Cuando oí que algunas personas se habían convertido en Judas, me preocupó que me delataran si me encargaba del trabajo de lidiar con las consecuencias y entraba en contacto con muchas personas. Para protegerme a mí misma, quise delegar este deber en los demás para poder esconderme. Vi que lo que revelaba era el carácter de un anticristo. Tenía todo tipo de pensamientos despreciables en aras de los intereses de mi carne. ¡Era realmente egoísta, despreciable y malévola! La casa de Dios me había cultivado durante muchos años, y yo había disfrutado de la provisión de muchas de las verdades de Dios, pero, en el momento crítico, había ignorado los intereses de Su casa. ¡Realmente no tenía conciencia! Pensé en cómo Dios se había hecho carne y había venido a China, donde reina el diablo, para salvarnos. Enfrentó peligros de muerte en todo momento y lugar, pero nunca consideró Su propia seguridad. Aun así, caminó entre las iglesias y expresó la verdad para regarnos y proveernos. Sin embargo, lo único que yo pensaba en ese entorno adverso era cómo evitar que me arrestaran y me mataran a golpes. No consideré en absoluto el trabajo de la iglesia. No tenía ninguna lealtad a Dios. Cuando me di cuenta de esto, me sentí avergonzada de mi comportamiento. Tomé una decisión en presencia de Dios: “Querido Dios, estaba equivocada. No debería haber tratado de protegerme a mí misma en este momento crítico ni haber ignorado los intereses de la casa de Dios. ¡Carecí totalmente de conciencia! Querido Dios, por muy peligroso que sea encargarse del trabajo de lidiar con las consecuencias e incluso si la policía me atrapa y me mata a golpes, estoy dispuesta a cumplir bien con mi deber”.

Después, una vez que hablé sobre los asuntos con la hermana con la que trabajaba, organicé para reunirme en un área remota con el hermano que custodiaba los libros para averiguar lo que estaba sucediendo. En ese momento, ya habían liberado a su esposa, que me contó sobre los detalles de lo que su hija había revelado a la policía. No solo había delatado a gente, sino que también había aceptado convertirse en informante de la policía. La policía también le dijo a su hija: “Si registramos tu casa un par de días más, te garantizamos que vamos a encontrar algo más”. Cuando oí esto, mi corazón se llenó de ansiedad. “¡Debemos mover los libros de inmediato! La última vez, dejé escapar la mejor oportunidad de trasladar los libros por protegerme a mí misma. Esta vez, no puedo retrasarlo más. ¡Trasladaré los libros, aunque tenga que dar mi vida para hacerlo!”. Así que acordé con ellos una hora para trasladar los libros. Cuando llegó el momento de hacerlo, no me había dado cuenta de que había un pasaje estrecho delante de su casa. Metimos el automóvil con mucha dificultad, pero se atascó cuando entramos por la entrada. No podíamos avanzar ni retroceder. El perro del vecino no paraba de ladrar. Mi corazón estaba nervioso y asustado. “Si el vecino nos denuncia, la policía llegará en unos minutos. ¿Qué haremos entonces?”. Oré en silencio a Dios en mi corazón. Recordé las palabras de Dios: “No tengas miedo de esto y aquello, el Dios Todopoderoso de los ejércitos sin duda estará contigo; Él es vuestra fuerza de respaldo y es vuestro escudo(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 26). Las palabras de Dios me dieron fe en que Dios es soberano sobre todas las cosas y que protegerá Su obra. Después de orar, pudimos cambiar la dirección del automóvil atascado y salir marcha atrás. De esta manera, transportamos dos cargamentos de libros. Tardamos aproximadamente una hora desde que empezamos a empacar hasta que terminamos el último viaje. El perro del vecino no paraba de ladrar, pero el vecino no salió nunca a la calle. Más tarde, también trasladamos sin contratiempos los libros de la casa de otro hermano encargado de la custodia a un lugar seguro.

Después de esta experiencia, gané cierta comprensión sobre mi propio carácter satánico, egoísta y despreciable, y entendí que el porvenir y el desenlace de una persona están en manos de Dios. Lo que una persona debe hacer es cumplir bien con su deber. Incluso si la arrestan, encarcelan o matan a golpes, eso es valioso y significativo. Cuando estuve dispuesta a entregar mi vida y dejé de pensar en mis propias ganancias y pérdidas, vi la soberanía de Dios. ¡Gané más fe en Dios!

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