Cómo perseguir la verdad (2)
Ya hace tiempo que estamos debatiendo el primer aspecto importante en la práctica de cómo perseguir la verdad, el cual es “desprenderse”. En la ocasión anterior compartimos un contenido totalmente nuevo, el tercer punto relativo a “desprenderse”: desprenderse de las barreras entre uno mismo y Dios y de la propia hostilidad hacia Él. Este contenido no tiene solo un aspecto, sino que incluye muchos puntos y mucho contenido. Estos contenidos son los que las personas experimentan en el proceso de la obra de Dios y están relacionados directamente con sus vidas y sus búsquedas, así que el primer aspecto sobre el que realmente debemos hablar es el de las nociones y figuraciones sobre Dios que tienen las personas. Este es un tema que las personas no pueden evitar durante el proceso de recorrer la senda de creer en Dios. Compartí parte de este contenido la vez anterior. Que diga alguien qué fue lo que compartí en concreto. (En la ocasión anterior, Dios habló sobre desprenderse de las barreras entre uno mismo y Dios y de la propia hostilidad hacia Él. Para empezar, Él dejó en evidencia nuestras nociones y figuraciones sobre la obra de Dios. Por ejemplo, tenemos nociones y figuraciones sobre el día de Dios y además creemos que Su obra es muy sobrenatural y que, mientras obre el Espíritu Santo y conmueva a las personas, estas podrán solucionar cualquier problema y sus actitudes corruptas se transformarán. Al tiempo que dejaba en evidencia estas nociones y figuraciones, Dios nos contó que el resultado que Él pretende lograr en Su obra es el de obrar en nosotros Sus palabras, de modo que, cuando nos sucedan cosas en nuestra vida diaria, seamos capaces de practicar de acuerdo con las palabras de Dios y los principios-verdad; este es Su requisito para cada uno de nosotros). ¿Alguien más puede añadir algo? (En la reunión anterior, Dios también compartió el hecho de que las personas creen que Él emite un veredicto sobre ellas en función de sus manifestaciones temporales y además piensan que, al atenerse a los preceptos externos y a las buenas conductas externas están satisfaciendo a Dios y pueden lograr la salvación; todas estas son nociones y figuraciones de las personas. Además, cuando son débiles o revelan rebeldía y corrupción, creen que Dios las va a disciplinar y castigar; esto es también una noción y figuración. A partir de la exposición de Dios de estas nociones y figuraciones de las personas, hemos entendido que lo que Dios quiere no son nuestras buenas conductas externas ni que nos atengamos a ciertas prácticas y preceptos externos. En cambio, espera que, cuando nos sucedan cosas, seamos capaces de buscar los principios-verdad y entrar en la realidad-verdad). Todo el mundo tiene estas nociones y figuraciones a diversos niveles, ¿verdad? (Sí). Antes de que las personas empiecen a perseguir la verdad o cuando no la entienden y todavía no la han obtenido, tienden a usar estas nociones y figuraciones para hacer conjeturas sobre cómo obra Dios o a alcanzar conclusiones sobre cómo obrará. Al mismo tiempo, también tienden a usar estas conjeturas para emitir veredictos sobre sí mismas, sobre su propio desenlace y sobre si van a ser bendecidas o sufrirán desgracias en el futuro. Por tanto, en el proceso de la búsqueda de la verdad de las personas, estas nociones y figuraciones se han convertido en gran medida en obstáculos para que acepten la obra de Dios, para su búsqueda de la verdad y para obtenerla. Es decir, si la gente no puede desprenderse de estas nociones y figuraciones y siempre las consideran su motivación y causa principal para creer y seguir a Dios, entonces estas nociones y figuraciones obstaculizarán en gran medida que persigan y obtengan la verdad. Y al final solo pueden usar sus nociones y figuraciones para determinar su propia valía, identidad y estatus ante Dios, para determinar qué clase de trato podrán recibir en Su casa, cuál será su destino y qué bendiciones ganarán en el futuro, cuánta autoridad tendrán y cuántas ciudades gobernarán y si serán un pilar o una piedra angular en el cielo o cuánto pueden obtener en esta vida y cuánto en el mundo venidero. Como estas nociones y figuraciones afectan a la vida y la búsqueda de las personas, influyen en las sendas que toman y, por supuesto, también influyen en su desenlace y destino final. La gente vive y busca en medio de sus nociones y figuraciones; así, de manera inevitable, ven, juzgan y hacen determinaciones sobre todo según esas nociones y figuraciones. Por tanto, con independencia de cómo Dios provea la verdad y les diga a las personas qué puntos de vista deberían tener y qué senda tomar, mientras que estas no se desprendan de sus nociones y figuraciones, continuarán viviendo de acuerdo con ellas, y dichas nociones y figuraciones se convertirán de manera natural en su vida y en las leyes conforme a las cuales sobreviven, e inevitablemente se tornarán en las maneras y los métodos mediante los que la gente lidia con toda clase de acontecimientos y cosas. Una vez que sus nociones y figuraciones se convierten en los principios y criterios según los que ven a las personas y las cosas, y se comportan y actúan, entonces, al margen de cómo crean en Dios o cómo busquen, y por muchas dificultades que sufran o por muy alto precio que paguen, todo será inútil. Si alguien vive según sus nociones y figuraciones, es que esa persona se está resistiendo a Dios y es antagonista hacia Él; no tiene una verdadera sumisión a los entornos que ha dispuesto Dios ni a Sus requerimientos. Entonces, al final su desenlace será muy trágico. Si llevas muchos años creyendo en Dios y te has entregado para Él, has corrido de un lado a otro y has pagado un gran precio, pero el punto de partida y el origen de todo lo que haces son tus propias nociones y figuraciones, entonces no aceptas a Dios ni te sometes a Él de veras. Da igual si estas nociones y figuraciones provienen de los libros, de la sociedad o de tus deseos e intereses personales; a modo de resumen, mientras sean nociones y figuraciones, no son la verdad y, al no serlo, la antagonizan, suponen un impedimento para la aceptación de la verdad por parte de las personas y son enemigas de Dios y de la verdad. Por tanto, mientras vivas de acuerdo con tus nociones y figuraciones, medirás y contemplarás todo de acuerdo con estas, ya que, debido a ellas, al final tienes la certeza de rebelarte contra los entornos que Dios dispone para ti y te rebelas contra la guía qué Él te da o contra Su soberanía sobre ti. Resumiendo, aquí no hay aceptación ni sumisión verdaderas. ¿Por qué? Porque, por muchas adversidades que sufras o sea cual sea el precio que pagues, mientras vivas conforme a tus nociones y figuraciones, las adversidades que sufres y el precio que pagas no concuerdan con los principios-verdad y no tienen nada que ver con la verdad; se podría decir que las adversidades que sufres y el precio que pagas se basan en las nociones y figuraciones humanas y en tus preferencias, así como que sirven el propósito de gratificar tus deseos carnales y satisfacer ciertos objetivos que tienes. Es igual que lo que manifestó Pablo: él hizo mucho trabajo y corrió mucho de un lado a otro, predicó el evangelio por la mayor parte de Europa, pero, por muchas dificultades que sufriera, por alto que fuera el precio que pagara o por mucho que corriera de un lado a otro, sus pensamientos y puntos de vista nunca fueron conformes a la verdad, nunca la aceptó ni tuvo la actitud ni la experiencia real de sumisión a Dios; siempre vivió dentro de sus propias nociones y figuraciones. ¿Cuál era su noción e imaginación en concreto? Que, cuando acabara de correr por el camino y peleara la buena batalla, le esperaba una corona de justicia; esta era la noción y figuración de Pablo. ¿Cuál era la base teórica concreta de esta noción y figuración? Que Dios determinaría el desenlace de una persona en función de cuánto hubiera corrido, el precio que hubiera pagado y cuántas dificultades hubiera sufrido. Pablo se embarcó sin saberlo en la senda de los anticristos al seguir tal base teórica de su noción y figuración. En consecuencia, cuando alcanzó el final del camino, no tenía comprensión de ningún tipo sobre su conducta y sus manifestaciones de resistirse a Dios o su esencia de resistirse a Él, ni mucho menos tenía ningún arrepentimiento. Todavía se aferraba a su noción y figuración originales al creer en Dios y, no solo no tenía la menor sumisión verdadera a Dios, sino que, al contrario, creía que tenía incluso más derecho a que Dios le diera a cambio un buen desenlace y un buen destino. “A cambio” es una manera de decirlo que suena bien y es civilizada, pero en realidad no se trataba de un intercambio o ni siquiera de una transacción: estaba pidiéndole estas cosas a Dios directamente, exigiéndoselas rotundamente. ¿Cómo se las exigió a Dios? Tal como dijo: “He llegado al final del camino, he peleado la buena batalla; ahora es mía la corona de la gloria. Esto es lo que merezco y lo que dios debería darme justamente”. La senda que tomó Pablo era la de resistirse a Dios, lo que le llevó a la destrucción, y el desenlace definitivo que le aconteció fue que se le castigara. Esto no se podía separar de su noción y figuración respecto a Dios. Siempre se aferraba con insistencia a su propia noción y figuración; dejó de lado e ignoró lo que decía Dios, las verdades —la forma de vida— que Dios provee a las personas, incluso adoptó una actitud de desdén y desprecio y ni siquiera reconocía o aceptaba el hecho de que Jesucristo era la encarnación de Dios. Cuando había alcanzado el fin del camino, todavía se aferraba con insistencia a su noción y figuración como antes y continuaba enfrentándose a Él, hasta que al final se dirigió hacia el inevitable desenlace de la destrucción. Por tanto, en el proceso de creer en Dios, si las personas son capaces de desprenderse de todas sus diversas emociones negativas y de algunos elementos de la vida real que les impiden perseguir la verdad, pero no pueden desprenderse de las barreras entre sí mismas y Dios ni de su hostilidad hacia Él, entonces será muy lamentable y trágico y, al final, la gente cosechará el mismo resultado, el de que la castiguen como a Pablo. Desde luego, esto es indudable. Por tanto, en la práctica de “desprenderse”, el punto de “desprenderse de las barreras entre uno mismo y Dios y de la propia hostilidad hacia Él” es lo más crucial e importante y no se puede pasar por alto. Esto es lo que debes examinar a menudo: en tu relación con Dios y en el proceso de experimentar Su obra, qué nociones y figuraciones sigues teniendo que no concuerdan con la verdad, los deseos de Dios o Sus requerimientos y se interponen entre tú y Dios. Deberías examinarlas, compararlas con Sus palabras y luego desprenderte de ellas. El propósito de desprenderse no es pasar por un proceso, sino aceptar la verdad, aceptar los principios-verdad a este respecto que Dios les ha planteado a las personas y usar estos principios-verdad para sustituir tus nociones y figuraciones y cambiar la perspectiva detrás de tu búsqueda y del rumbo de esta, de modo que puedas ser compatible con Dios en tu vida y en el proceso de seguirlo, en lugar de ser compatible con tus nociones y figuraciones. La obra de Dios consiste en resolver las nociones y figuraciones de las personas y Él también aporta a la gente la verdad para hacerlo. Al resolver las nociones y figuraciones, Dios permite a las personas tener pensamientos, opiniones, perspectivas y puntos de vista correctos para abordar todos los entornos que Él plantea y todas las cuestiones que afrontan en la vida. Dios lleva a cabo Su obra y aporta a las personas la verdad por medio de Sus palabras, no para cumplir sus nociones y figuraciones, sino para contrarrestarlas y, al final, permitirles desprenderse de sus nociones y figuraciones y lograr el conocimiento de Dios.
Hemos hablado con anterioridad sobre las nociones y figuraciones de la gente respecto a la obra de Dios. Además de estas, las personas también tienen algunas otras nociones y figuraciones respecto a la obra de Dios de las que deberían desprenderse en el proceso de perseguir la verdad. Por ejemplo, la gente cree que, después de haber aceptado la obra de Dios, si son capaces de perseguir la verdad, acabarán por renovarse por completo y, una vez que tengan las palabras de Dios como su vida, esta será completamente nueva y renacerán en una persona nueva. Creen que su calibre habrá mejorado y sus instintos habrán cambiado hasta cierto punto, así que, a menudo, les sucederán cosas que nunca esperarían. Es decir, no solo serán capaces de hacer cosas que están más allá de su propio calibre e instintos, sino que también podrán hacerlo con suma facilidad y sin esfuerzo alguno. Es más, en el proceso de creer en Dios, algunas personas incluso suelen sentir que han empezado a perseguir la verdad, que su personalidad y temperamento han mejorado, que hay más brillo en sus ojos y su oído es mejor de lo que era. De tanto en cuanto, estos individuos se miran al espejo y les parece haberse vuelto más parecidos a los ángeles; sienten que son cada vez más hermosos y mucho más vivarachos que nunca. Incluso hay quienes sienten que algunos de sus hábitos de vida han cambiado y sus patrones de vida se han vuelto diferentes. En el pasado, si se iban a la cama muy tarde, no paraban de bostezar, pero, desde que empezaron a perseguir la verdad, estas reacciones han desaparecido y consideran esto particularmente milagroso. Según las nociones y figuraciones de las personas creen que, en cuanto empiecen a perseguir la verdad, Dios desempeñará algo de obra en ellas, de modo que experimenten transformaciones inesperadas. Esto incluye una mejora repentina en su calibre; pasarán de ser mediocres o de muy pobre calibre a ser sumamente astutas, capaces y experimentadas, a convertirse en una persona de calibre y sabiduría, y el ámbito de su pensamiento también se elevará. Cuando empiezan a creer en Dios y deciden perseguir la verdad, tienen figuraciones exageradas de manera extravagante y nada realista sobre la búsqueda de la verdad; en resumen, ninguna se conforma de veras a la realidad. La gente cree que, mientras persigan la verdad, muchos aspectos relativos a ellas se elevarán y darán un salto hacia delante y que, en algunos ámbitos llegarán incluso a sobrepasar a las personas corrientes. Por tanto, algunos se llaman a sí mismos Lyu Chao, otros Ma Chao o Niu Chao. Estos nombres significan, respectivamente, que son mejores que los burros, los caballos y los bueyes, es decir, que son capaces de correr más rápido que un caballo y tener más fuerza que un burro o un buey. En general, los burros tienen mucha fuerza para tirar de las cosas, los caballos cuentan con unas patas muy potentes y los bueyes con una enorme resistencia, de modo que estas personas se llaman a sí mismas Lyu Chao, Ma Chao, y Niu Chao. Como ves, le dan una consideración especial a los nombres que eligen. A partir de estos nombres que las personas escogen para sí mismas, es posible comprender su propio entendimiento de la obra de Dios. Por desgracia, este entendimiento no concuerda con la verdad y no es positivo; es una noción y figuración de las personas. Con independencia de si tal noción y figuración está distorsionada o es extrema, en pocas palabras, no coincide con los hechos ni con la verdad; es muy hueca y se preocupa de las cosas sobrenaturales. Este es el principio según el que obra Dios: sea cual sea el calibre que tengan las personas o el tipo de capacidad de trabajo o de habilidad para tratar con las cosas con la que cuenten, no importa cuáles sean sus instintos innatos y, sea cual sea su personalidad, hábitos, patrones de vida, intereses y aficiones o, incluso, a qué género pertenezcan, en pocas palabras, la obra de Dios es lograr el resultado de permitir a las personas entender la verdad, aceptarla, someterse a ella y luego entrar en la realidad-verdad, en función de su calibre inherente, instintos, personalidad, hábitos, sus patrones de vida correctos y también sus intereses y aficiones legítimos, entre otras cosas. Por tanto, ¿sobre qué base se logra este resultado? Se logra sobre la base de que las personas tengan la capacidad de entender y comprender la verdad y la de que tengan humanidad normal. No se logra a partir de la base de una supuesta humanidad elevada ni se logra sobre la base de una humanidad sobrenatural. Por tanto, no importa qué aspectos de la verdad compartamos, es todo para permitirte entrar en ellos sobre la base de que posees humanidad normal y la capacidad de comprender la verdad. Sin embargo, las nociones y figuraciones de las personas son lo exacto opuesto a esto. La gente cree que el resultado que logra en ella la obra de Dios y Su expresión de la verdad va en contra de su inherente calibre e instintos y, también, va en contra de su personalidad, hábitos, intereses y aficiones. A menudo, esperan que les ocurra algún milagro o algo sobrenatural o inesperado que sobrepase su propio calibre e instintos, en lugar de dedicar el esfuerzo a buscar la verdad de manera sensata. ¿Qué prueba este hecho? ¿No es que las personas contemplan la búsqueda de la verdad como algo particularmente sobrenatural y hueco? ¿Acaso no contemplan las maneras en las que Dios obra en las personas como particularmente sobrenaturales y huecas? (Sí). Las personas a menudo esperan que, mientras más persigan la verdad, mayor sea su calibre o que, después de escuchar muchos sermones y aceptar y entender mucho de la verdad, su calibre será más elevado que antes. Esta es una noción y figuración, ¿verdad? (Sí). Por ejemplo, consideremos el aprendizaje de una profesión. Cuando estabas estudiando en la universidad, si querías dominar alguna profesión, tenías que aprender de memoria el conocimiento de esta profesión y estudiar de la mañana a la noche, emplear tu tiempo libre dedicando esfuerzo para aprenderlo. Desde que empezaste a creer en Dios, crees que, mientras obre el Espíritu Santo, el calibre de las personas mejorará, estas se transformarán y serán diferentes que antes. Por tanto, decides que, da igual cómo obre Dios, uno solo tiene que cooperar y no hay necesidad de dedicar esfuerzo a perseguir la verdad y aprender conocimiento profesional; es suficiente con que uno cumpla su deber; uno todavía habrá hecho progresos al creer en Dios de esta manera. ¿No es esta la manera en la que las personas lo imaginan? (Sí). Dime, ¿es esta la mejor manera de buscar? ¿Buscar de esta manera puede llevar a una verdadera transformación? (No). No es posible que haya una transformación. Por ejemplo, algunas personas creen que para cantar bien tienen que practicar de la mañana a la noche, robar técnicas de los demás y escuchar toda clase de canciones de las que aprender de los méritos de otros y que solo de esta manera pueden conseguir logros. A modo de contraste, algunas personas creen que cantar depende del talento; creen que, si una persona tiene un don para cantar y le gusta hacerlo, entonces podrá cantar bien y que, si alguien tiene un don para cantar o le gusta, entonces tendrá que confiar en que el Espíritu Santo lo mueva para así cantar bien, con emoción, hasta tal punto que oírlo cantar cause placer a los demás. En consecuencia, la mayoría de las personas siempre alberga esta clase de ilusión; confía en que el Espíritu Santo las conmueva, de otra manera no abrirá la boca para cantar. Esta es una noción y una figuración, ¿verdad? Hay quienes creen que no hay necesidad de poner tanto esfuerzo en el aprendizaje del conocimiento profesional y que, mientras que las personas persigan la verdad, Dios obrará, y que es inútil e inservible para las personas hacer estos sacrificios sin sentido. Creen que, mientras obre Dios, eso es más útil que cualquier esfuerzo que las personas dediquen, así que, en tanto que hagan sus deberes con sinceridad y estén dispuestas a dedicar su corazón a Dios, el Espíritu Santo obrará en ellas y su calibre y capacidad se elevará al instante, más allá del ámbito de la humanidad normal; serán capaces de entender cosas que antes no les encajaban y, a pesar de que antes ni siquiera lograban leer dos líneas seguidas de un texto, podrán leer diez de un tirón y aprendérselas de memoria cuando empiecen a creer en Dios. Sin embargo, por mucho que se formen, siguen sin poder lograr esto, así que se preguntan: “¿Dios no me está dando gracia? ¿Acaso no estoy trabajando con empeño y sinceridad suficiente al hacer mi deber?”. ¿Es esto así? (No). Piensas que, cuanto más capaz seas de lograr lo sobrenatural, superando el alcance de tu propio calibre y capacidades, esto más demostrará que se trata de la obra de Dios; que, si tu sinceridad y voluntad para cooperar se vuelven cada vez más grandes, entonces Dios obrará cada vez más en ti y tu calibre y capacidades se volverán cada vez mayores. ¿No es esto una noción y figuración que tiene la gente? (Sí). ¿Sois especialmente propensos a pensar de este modo? (Sí). ¿Cuál es el resultado de pensar de este modo? ¿Acaso no es siempre el fracaso y la ausencia de materialización? Algunos incluso se vuelven negativos, afirman: “Le he entregado a Dios mi total sinceridad; ¿por qué Él no me concede buen calibre? ¿Por qué no me otorga capacidades sobrenaturales? ¿Por qué aún soy siempre débil? Mi calibre no ha mejorado, no puedo ver nada con claridad y me entra confusión cuando me enfrento a asuntos complejos. Antes era así, ¿por qué sigue siendo igual ahora? Además, en el cumplimiento de mi deber y mi manejo de los problemas, ¿por qué nunca puedo trascender de mi carne? Entiendo algunas doctrinas, pero sin embargo no puedo ver las cosas con claridad y, en lo que respecta a encargarse de los asuntos, sigo indeciso y todavía no estoy a la altura de aquellos de buen calibre. Mi capacidad de trabajo también es escasa y mi cumplimiento del deber no es eficiente. ¡Mi calibre no ha mejorado en absoluto! ¿Qué está ocurriendo? ¿Podría ser que mi sinceridad hacia Dios fuera insuficiente? ¿O es que no le gusto a Dios? ¿Qué me falta?”. Algunas personas buscan diversas razones y han intentado muchos enfoques para cambiar este hecho, como escuchar más sermones, memorizar más palabras de Dios, escribir más notas de devoción espiritual, así como escuchar a las personas compartir más la verdad y buscar más, pero el resultado final sigue siendo decepcionante. Su calibre y su capacidad de trabajo siguen siendo los de antes, sin ninguna mejora a pesar de llevar creyendo en Dios entre tres y cinco años. Entonces se fijan en su propia personalidad y descubren que siguen siendo igual de cobardes que antes, tan lentos como una vaca vieja, o que todavía tienen una personalidad impaciente, lo manejan todo de manera desenfrenada, ¡no ha habido ninguna transformación! Los hay que observan que, últimamente sus intereses y aficiones parecen no haber cambiado y algunos de sus defectos, hábitos y carencias tampoco. Otros a los que les gusta irse a la cama tarde y levantarse tarde siguen notando que estos hábitos de vida siguen sin cambiar. Así que todos se preguntan: “¿Qué está ocurriendo? ¿Podría ser que el Espíritu Santo no esté obrando en mí? ¿Me ha abandonado Dios? ¿No está complacido conmigo? ¿Estoy tomando la senda incorrecta? ¿Estoy buscando de la manera correcta? ¿No he dedicado mi corazón lo suficiente a cumplir mi deber? ¿No he pagado precio suficiente?”. Buscan toda clase de razones, pero aun así siguen sin lograr resultados. ¿Cuál es la razón de su falta de resultados? (Se debe a que siempre han vivido en sus propias nociones y figuraciones. Piensan que, después de creer en Dios, mientras sean sinceros con Él, entonces, en cuanto obre Dios, mejorará su calibre y capacidad de trabajo; tales ideas suyas provienen de sus nociones y figuraciones). Las nociones y figuraciones de las personas determinan los objetivos y métodos de su búsqueda, las sendas que toman y, finalmente, tanto lo que obtienen como su desenlace. ¿Qué obtendrán las personas si tienen tales nociones y figuraciones? ¿Obtendrán la verdad? ¿Obtendrán auténtica fe en Dios y autentico amor hacia Él? ¿Obtendrán auténtica sumisión a Dios? (No). No obtendrán ninguna de estas cosas.
Al creer en Dios, uno debería entender qué pretende cambiar exactamente la obra de Dios respecto a las personas, cómo resuelve Él el problema de la corrupción de estas y qué pretende lograr en ellas; estos son problemas que se deberían compartir con claridad, ¿no? En resumen, uno debería entender exactamente qué efectos pretende lograr Dios en las personas con Su obra. Para empezar, en esta etapa de la obra de Dios, está expresando la verdad y proveyendo vida. La obra de proporcionar la verdad a las personas es claramente la de compartir los principios-verdad a los que deben atenerse cuando se encuentran con toda clase de personas, acontecimientos y cosas en la vida real, de modo que después de haberlos entendido, puedan contemplar a las personas y las cosas, así como comportarse y actuar conforme a estos principios-verdad. Sobre esta base, se resuelven sus actitudes corruptas, lo que les permite desecharlas y someterse a Dios de manera auténtica y completa. Por supuesto, esta es también una señal de salvarse y una auténtica manifestación de ello que se acaba viendo al final en las personas. En el proceso al completo de que Dios provea a las personas de la verdad, ¿cuáles son los problemas principales que se han de resolver? En especial, hay dos clases de problemas a resolver. La primera clase son las nociones de las personas. A las diversas clases de pensamientos y opiniones falaces, distorsionados y encorsetados de la gente provenientes de Satanás se los denomina colectivamente nociones de las personas. Estos pensamientos y opiniones erróneos controlan los pensamientos y conductas de las personas y ya se han convertido en una teoría básica de pensamiento según la cual contemplan a las personas y las cosas y se comportan y actúan, así que deben resolverse por completo. Este es un problema relacionado con los pensamientos de la gente que se ha de resolver. La otra clase de problema a resolver son sus actitudes corruptas. Las actitudes corruptas son un tema que a menudo se comparte, debate y disecciona en la vida de iglesia. Algunas vienen causadas por los pensamientos y opiniones falaces de las personas, mientras que otras son puramente actitudes satánicas. Las dos cosas que Dios pretende resolver en las personas por medio de Su obra y Sus palabras son sus nociones y actitudes corruptas. Las nociones se refieren a cómo uno contempla a las personas y las cosas, mientras que las actitudes corruptas guardan relación con cómo se comporta y actúa uno. Cuando estas dos cosas se resuelven y las personas han obtenido la verdad y son capaces de someterse a Dios y ser compatibles con Él, entonces Su obra habrá logrado su efecto y llegado a su fin. Sin embargo, mediante todo el proceso de la obra de Dios —ya sea la manera en la que Él obra, los pasos específicos de Su obra o cada una de las verdades que expresa—, nada de esto va dirigido a aspectos como la personalidad, el calibre, las capacidades, los instintos, los hábito y los patrones de vida o sus intereses y aficiones. En otras palabras, el objetivo, propósito y significado de la obra de Dios no es cambiar, entre otras cosas, el calibre, las capacidades, los instintos y la personalidad inherentes de las personas. Da igual qué calibre y capacidad de trabajo poseas o cómo sean tu personalidad, tus hábitos de vida, instintos y otros diversos aspectos innatos, Dios no se fija en ninguna de estas cosas. Solo se fija en si eres una persona con humanidad normal y luego, sobre esta base, te proporciona la verdad y obra sobre ti. Da igual con qué aspectos de la verdad te provea Dios o qué clase de obra haga en ti, en última instancia no es para cambiar tu calibre e instintos inherentes, no es para elevar tu calibre o instintos y hacerlos mejores ni para volverlos particularmente sobrenaturales; ninguno de estos aspectos son los objetivos que Dios quiere cambiar con Su obra. Por tanto, por muchos años que lleves creyendo en Dios o muchos sermones que hayas escuchado o cuánto esfuerzo hayas puesto en Sus palabras, tu calibre inherente seguirá siendo el mismo y no cambiará. No cambiará porque has creído en Dios durante muchos años, has escuchado sermones y has corrido de un lado a otro y te has esforzado durante todos estos años. Por supuesto, lo mismo pasa con tu personalidad, instintos, hábitos de vida, intereses, aficiones y demás; no cambiarán porque hayas creído en Dios y hecho tu deber durante muchos años. En las nociones de las personas, este cambio ciertamente no significa descender, sino más bien elevarse; hacer estos cambios de manera superior y mejor que los demás. Es decir, con independencia de en qué etapa se encuentre la obra de Dios o de qué método use para hacerlo, lo que Su obra cambia no son, entre otros, el calibre, la capacidad de trabajo, los instintos y la personalidad inherentes de las personas. Por tanto, si tu calibre es pobre y en la actualidad no posees el suficiente para ser líder u obrero ni para ser supervisor de cierto punto del trabajo, entonces tampoco lo vas a poseer de aquí a 20 o 30 años y, aunque acabes por salvarte debido a tu búsqueda de la verdad, seguirás sin poseerlo. Tu calibre no va a cambiar. ¿Cambiarán entonces tus instintos? Todo el mundo experimenta el nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte, y cuando se enfrenta a acontecimientos importantes, se pone nervioso, se asusta, se siente aterrado y demás; estos instintos tampoco van a cambiar. Por ejemplo, cuando oyen un ruido particularmente alto, todos se cubren la cabeza y se esconden en un lugar seguro; esto es instinto. Cuando tocas con la mano una llama o algo caliente, la retiras instintivamente, o cuando oyes alguna noticia desgraciada, tu instinto te hace estremecerte por dentro y sentirte aterrado. Cuando te enfrentas al peligro, tu primer pensamiento instintivo es: “¿Estoy a salvo? ¿Se dirige hacia mí este peligro?”. Esto es instinto. Además, cuando alguien te intenta golpear, lo esquivas por instinto para protegerte; cuando se te mete polvo o agua en los ojos, los cierras por instinto y, cuando te duele un diente, te lo tocas con la mano a menudo. Tendrás un reflejo natural por instinto, te manifestarás de cierta manera o desempeñarás una acción instintiva. Las personas nacieron con estas reacciones instintivas. Nadie puede deshacerse de ellas y Dios tampoco las va a cambiar. Estas reacciones instintivas se configuraron para las personas cuando Él las creó y tienen como objetivo protegerlas. Son algo que un ser humano creado debe poseer. Dios no te va a arrebatar estos instintos y tú tampoco los vas a perder debido a tu búsqueda de la verdad. ¿Qué quiero decir con esto? Que no es que no vayas a tener miedo cuando haya un incendio o no vayas a quemarte si pones la mano en una sartén de aceite hirviendo porque persigas la verdad, hayas entendido muchas verdades y tengas auténtica sumisión a Dios; esto es imposible. ¿Qué pensarías si alguien diera tal testimonio? ¿Lo envidiarías y admirarías? ¿Qué clase de evaluación y calificación harías de ello? Como poco, este es un fenómeno sobrenatural y Dios no lo llevaría a cabo. En cuanto a los instintos que Él ha creado para la especie humana, Dios no te quitará estos instintos porque persigas la verdad ni los transformará en poderes sobrenaturales. Por ejemplo, digamos que estás en un espacio oscuro y no se ve nada; alargarás la mano de manera instintiva para palpar el entorno y escucharás con atención para distinguir los sonidos a tu alrededor, con lo que detectarás por instinto el camino para avanzar. No trascenderás la carne porque persigas la verdad; lo que no va a suceder es que, mientras más oscuro esté, más luz perciban tus ojos, con mayor claridad veas las cosas y más fácil te orientes; eso es sobrenatural y no es algo que haga Dios. Aunque hayas entendido muchas verdades y seas capaz de someterte a la verdad y de ponerla en práctica, si tus instintos a este respecto pueden seguir igual y no retroceder, entonces eso ya es genial, pero tú quieres que sea sobrenatural, ¡eso es imposible! Además, la capacidad de una persona para contemplar las cosas y lidiar con ellas, así como su capacidad de resolver problemas tampoco es lo que Dios pretende cambiar con Su obra. La capacidad de una persona para lidiar con las cosas depende por una parte de su calibre y, por otra de su coeficiente intelectual innato, y en este se incluyen sus dones. Algunas personas poseen al nacer ciertas capacidades y dones particulares para lidiar con cuestiones externas, es decir, se les da bien pensar y socializar, nacen con una capacidad social especial y saben cómo interactuar con las personas, contemplar las cosas y lidiar con ciertos asuntos. En su mente, tienen una línea de pensamiento especialmente clara en lo que respecta a toda clase de cosas, que es además muy lógica. Cuando contemplan algo, pueden captar el quid de la cuestión, sin ninguna desviación o absurdez, así como lidiar con los problemas de manera relativamente precisa. Este tipo de persona posee la capacidad de lidiar con las cuestiones. Algunas personas no nacen con esta capacidad y solo les gusta leer libros, cultivar flores, plantar hierba, criar pájaros y cosas así. ¿Cómo se le llama a esto? Es tener un modo de vida refinado y ocioso. Son personas que buscan la elegancia y el refinamiento. No se les da bien socializar ni manejar asuntos externos, no tienen esta capacidad. Cuando hace falta que salgan y se ocupen de asuntos, que consulten con un abogado o interactúen con algún personaje, se sienten muy cohibidas y temerosas, no se atreven a mirar a esa persona a los ojos y, cuando les hacen preguntas, balbucean y no saben qué decir. Son unas inútiles, ¿verdad? Cuando esta clase de persona no se enfrenta a ningún problema, se le da realmente bien presumir, dice: “Hice tal o cual cosa, tuve tal o cual pasado ilustre, una vez me relacioné con tal o cual y he conocido a este o aquel famoso…”. Sin embargo, cuando en realidad se las manda a lidiar con algo, desaparecen sin rastro. Resulta que lo único de lo que son capaces es de presumir y no tienen talento real ni conocimiento y tampoco capacidad para lidiar con las cuestiones. ¿El hecho de que a alguien se le dé mal lidiar con los asuntos puede cambiar a partir de que persiga la verdad? Por desgracia, no. Fíjate en esos individuos de personalidad introvertida y que han temido desde pequeños enfrentarse a otras personas. A los veinte o treinta años, se siguen poniendo muy nerviosos cuando hablan con los demás o se encargan de asuntos que impliquen relacionarse con alguien. Al alcanzar la mediana edad, siguen siendo tímidos y se ruborizan cuando hablan delante de un grupo. Tales personas, mientras vivan, nunca podrán enfrentarse al mundo en general. Otras son diferentes, en el sentido de que les ha gustado charlar e interactuar con la gente desde que eran adolescentes. Sea quien sea el personaje con el que interactúen, no sienten miedo y, sea lo que sea lo que estén haciendo, no se angustian ni les entra pánico. Tienen ingenio, así que no sufren miedo escénico. Mientras más gente haya, más felices y enérgicas se vuelven y más quieren actuar. ¿Puede cambiar la personalidad y la capacidad de alguien para lidiar con las cuestiones el hecho de experimentar la obra de Dios? (No). Dios no cambia estos aspectos de las personas. Algunas saben que su poca capacidad para manejar los asuntos es un defecto en su humanidad, así que trabajan con empeño para superarlo. Puede ser que, cuando alcanzan la mediana edad o la vejez, después de experimentar décadas de atemperarse o haber acumulado amplia experiencia, apenas se las arreglan para hacer frente a algunas cuestiones inmediatas, pero siguen sin tener capacidad para lidiar con cuestiones fundamentales, de vida o muerte. En particular, hay quienes no se pueden ocupar de nada por sí mismas cuando llegan a la vejez. Intenten lo que intenten, acaba resultando en desastre, simplemente no pueden encargarse de ello, ni siquiera se ocupan de la carga de atender sus propios asuntos familiares. ¿Y qué hacen? En algunos casos, sus hijos cuentan con capacidad para ocuparse de los asuntos, de modo que dejan que los ayuden, al tiempo que disfrutan de las cosas que sus hijos ya han hecho por ellos. Piensan: “He realizado una contribución, tengo la capacidad de encargarme de los asuntos”, pero, en realidad, no tienen esta capacidad. Fueron sus hijos, ahora ya crecidos y capaces de encargarse, los que se ocuparon de estos asuntos. Puede que ahora estas personas ya no se pongan tan nerviosas ni tengan tanto miedo de encargarse de las cosas como cuando eran jóvenes, pero eso no significa que su capacidad para lidiar con los asuntos haya cambiado o mejorado. ¿Qué significa esto? Significa que son mayores, han ganado experiencia y ya no les asustan las cosas. ¿A qué se refiere que “ya no les asustan las cosas”? A que son capaces de fijarse en los asuntos con la mente más abierta porque han experimentado muchas cosas y han descubierto patrones y, por tanto, si de veras se topan con un poco de peligro, no se asustan y piensan: “Bueno, aquí estoy. Si quieres dinero, no tengo; si quieres mi vida, aquí la tienes, ¡haz lo que quieras!”. ¿Han realizado algún progreso? Ninguno en absoluto, siguen siendo bastante descuidadas y atolondradas en lo que respecta a ocuparse de las cosas. Son igual de apresuradas e impacientes que antes. No lograban llevar las cosas a término antes y ahora no han cambiado ni un ápice. Es su manera de ser, simplemente. Decidme, ¿acaso no son así las cosas? (Sí).
Hay personas de todas las edades entre vosotros. Hasta ahora, ¿habéis experimentado algo especial durante el proceso de perseguir la verdad? ¿Ha cambiado por completo tu calibre y se ha vuelto mucho mejor que antes o han cambiado tus instintos? ¿Has tenido alguna vez tal experiencia? (No). Entonces, ¿alguna vez ha dicho alguien lo siguiente?: “Solía ser bastante inútil, no era elocuente, no tenía capacidad o habilidad ni tampoco ninguna habilidad social. Ahora que he aceptado la obra de Dios, puedo hablar con elocuencia, tengo habilidades sociales y, en lo que respecta a lidiar con las cosas, soy inteligente y se me da bien, sé cómo lidiar con las cosas”. ¿Ha tenido alguien alguna vez esta clase de experiencia? (No). Algunos dicen: “Aunque esas cosas no me han ocurrido a mí, durante el proceso de experimentar la obra de Dios después de llegar a creer en Él, siento que mi personalidad ha cambiado. Solía hablar despacio y todo el mundo me llamaba “Tortuga”. También tenía otro apodo, “Caracol”. Desde que empecé a creer en Dios, mis reacciones se han vuelto más rápidas que antes y hablo y actúo más deprisa. Además, lidio con las cosas con mayor rapidez y eficiencia”. ¿Ocurren estas cosas? (No). Hay un caso en el que podría ser posible. Por ejemplo, cuando algunas personas aprenden una lengua extranjera y la hablan por primera vez, lo hacen muy despacio, palabra por palabra. Otros piensan que puede que hablen tan despacio porque nacieron con un temperamento pausado. Después de cuatro o cinco años, como estas personas han estado en contacto frecuente con los hablantes de esta lengua extranjera, acaban hablándola con mucha fluidez, tan rápido como su idioma nativo, así que los que no están enterados del asunto piensan: “La personalidad de esa persona ha cambiado. Solía hablar despacio y la gente se impacientaba al escucharla, pero ahora habla con mucha fluidez, se ha convertido en alguien enérgico. A partir de la manera directa y clara en la que habla, se puede decir que lidia con los asuntos con celeridad y tiene una buena personalidad”. En este caso, ¿se ha producido un cambio en su personalidad? (No). De hecho, este es un patrón normal. Es el proceso de progreso normal a la hora de aprender un tipo de profesión; no es un proceso de cambiar de personalidad. Ya se trate de calibre, capacidad e instintos o de personalidad, hábitos, intereses y aficiones, ninguno de estos aspectos son cosas que Dios quiera cambiar por medio de Su obra. Si siempre crees que el propósito de que Dios obre y hable para proveer a las personas de la verdad es cambiar todas estas cualidades innatas de los seres humanos y piensas que solo entonces puede uno considerarse una persona completamente renacida, realmente nueva como la que ha descrito Dios, entonces estás gravemente equivocado. Esta es una noción y figuración humana. Después de entender esto, deberías desprenderte de tales nociones, figuraciones, conjeturas o sentimientos. Es decir, en el proceso de perseguir la verdad, no deberías confiar siempre en sentimientos o suposiciones para resumir estas cosas. “¿Ha mejorado mi calibre? ¿Han cambiado mis instintos? ¿Es mi personalidad tan mala como antes? ¿Han cambiado mis patrones de vida?”. No reflexionéis sobre ello, esa reflexión es inútil porque estos no son los aspectos que Dios pretende cambiar y las palabras y la obra de Dios nunca han ido dirigidas a estos temas. La obra de Dios nunca ha apuntado a cambiar el calibre de las personas, sus instintos, su personalidad y demás, ni tampoco Dios ha hablado jamás del propósito de cambiar estos aspectos de las personas. Esto implica que la obra de Dios provee a la gente de la verdad sobre la base de sus condiciones innatas, con el objetivo de hacer que la gente entienda la verdad y luego la acepte y se someta a ella. En otras palabras, al margen de qué clase de calibre tengas y de cuáles sean tu personalidad y tus instintos, lo que Dios quiere es obrar la verdad en ti, cambiar tus viejas nociones y actitudes corruptas, en lugar de cambiar tu calibre tus instintos y personalidad inherentes. Ahora lo entiendes, ¿verdad? ¿Qué es lo que la obra de Dios pretende cambiar? (La obra de Dios apunta a cambiar las viejas nociones y actitudes corruptas en la gente). Ahora que entiendes esta verdad, deberías desprenderte de estas figuraciones y nociones que no son realistas y tratan sobre cosas sobrenaturales, no deberías usarlas para medirte a ti mismo ni hacerte exigencias. En su lugar, deberías buscar y aceptar la verdad en función de las diversas condiciones inherentes que te da Dios. ¿Cuál es el objetivo final de esto? Que entiendas los principios-verdad sobre la base de tus condiciones inherentes, así como todos y cada uno de los principios-verdad que se deberían practicar ante las distintas situaciones que te encuentres, y que puedas contemplar a las personas y las cosas, así como comportarte y actuar de acuerdo con estos principios-verdad. Hacer esto satisface los requerimientos de Dios. Esto se debe a que el propósito de las palabras y la obra de Dios es obrar verdades en las personas, de modo que estas se conviertan en sus principios y criterios de práctica y en la base según la que contemplan a las personas y las cosas, se comportan y actúan. De esta manera, se convierten en su vida, en lugar de servir para volver a las personas sobrehumanas o gente con poderes sobrenaturales. ¿Qué quiero decir con “sobrehumanas” y con “gente con poderes sobrenaturales”? Ser capaz de trascender los propios instintos, trascender el ámbito de la propia capacidad, el propio calibre e incluso el propio género y poder vivir más allá del propio género; ¿acaso no son estos poderes sobrenaturales? (Sí). Por ejemplo, algunas personas pueden hablar varios idiomas, incluso más de diez, sin cursar estudios especializados. ¿Es esto sobrenatural? (Sí). Esta sobrenaturalidad va más allá del calibre, la capacidad y el instinto humanos, ¿verdad? (Sí). Es más, cuando hablan diversas lenguas, pueden incluso adoptar de manera flexible diferentes voces masculinas y femeninas. ¿Acaso esto no es más sobrenatural? (Sí). No importa cuántos idiomas hablen, no los mezclan ni se cansan por mucho que hablen y, aunque no beban agua, no tienen sed. Asimismo, mientras más hablan, más brillo tienen en sus ojos, más reluce su rostro y su resplandor es absoluto. ¿No es esto sobrenatural? (Sí). Aunque les disparen mientras hablan, están bien y siguen hablando sin más. Eso es incluso más sobrenatural, ¿verdad? (Sí). Cuando ven la bala, ni siquiera tratan de esquivarla, sino que la afrontan directamente. La bala atraviesa su pecho, pero se mantienen firmes y no vacilan. No se ven afectadas de ninguna manera y no sufren daño siquiera en un pelo de su cabeza. Este es el instinto de trascender, ¿no? (Sí). Todos estos fenómenos trascienden al instinto humano. Lo más grave de todo esto es que se ha convertido en una persona inusual, es decir, en alguien diferente a las personas corrientes, que trasciende al calibre y la capacidad de las personas normales, así como a sus instintos. Sus manifestaciones son diferentes en todos los aspectos a las de las personas corrientes y son particularmente sobrenaturales. Esto conlleva problemas. ¿Sigue tratándose de una persona normal? (No). Entonces, ¿qué es? (Un espíritu malvado). Es un espíritu malvado. ¿Quieres ir en busca de esto? (No). Ninguno de vosotros quiere, así que, ¿crees que la obra de Dios cambiaría a las personas hasta este punto? ¿Es el propósito de la obra de Dios transformar a los individuos en personas inusuales? (No). Es que aceptes la verdad y experimentes los entornos que Él ha planteado para ti dentro del ámbito de la humanidad normal, de modo que, a partir de esto puedas entender las meticulosas intenciones con las que Dios hace Su obra o tus propias carencias y deficiencias o tus propias actitudes corruptas y, entonces, sobre la base de este entendimiento, buscar la verdad y ponerla en práctica y llegar a entrar de manera progresiva en ella; este proceso es lento y no es en absoluto sobrenatural. Cuando algunas personas están siendo negativas, les gusta decir: “¿Qué he obtenido de creer en Dios durante tantos años?”. Dices que no has obtenido nada, pero deberías considerar con cuidado lo siguiente: al haber creído en Dios durante tantos años, ¿tienes ahora una opinión clara de muchas cosas? ¿Es cierto que, mientras más tiempo creas, más en paz y asentado te sientes y más te parece que esta es la senda correcta en la vida? Si de veras te sientes de esta manera, significa que, en efecto, has logrado algo. Aunque no has obtenido ninguna cosa material, aunque no has ganado dinero, estatus, fama, ganancia —cosas que puedas agarrar con la mano o ver con los ojos—, sin embargo, has entendido algunas verdades en tu corazón. Has obtenido algún entendimiento de la existencia real de Dios y de Su soberanía sobre todo. Además, también has entendido las intenciones de Dios y Sus requerimientos para las personas y sabes qué es un ser creado y qué deber tendrías que hacer. Y si ahora mismo no se te permite hacer un deber, sentirías angustia y que tu vida está vacía. ¿Acaso no muestra todo esto que ya has ganado por creer en Dios? Lo que has obtenido vale más que ninguna otra cosa material. Estos son los efectos que la obra de Dios logra en las personas. No pretende provocar en ellas cambios sobrenaturales nada realistas que trasciendan a la humanidad, los instintos humanos o las necesidades y manifestaciones normales de la carne. En cambio, pretende permitir a las personas experimentar toda clase de entornos dentro del ámbito de humanidad normal y, en este proceso, ganar de manera progresiva y lenta toda clase de entendimientos y experiencias. En resumen, a lo largo de este lento y progresivo proceso, los pensamientos y nociones de las personas cambian poco a poco, varían las perspectivas desde las que contemplan a las personas y las cosas, sus puntos de vista sobre toda clase de personas, acontecimientos y cosas han cambiado, así como las maneras de lidiar con ellos, algunas de sus actitudes corruptas ya no son tan obvias como antes y su conciencia y razón se recuperan hasta cierto punto. Obtienen esta ganancia real, en lugar de esas cosas nada realistas, ilusorias, vacías, huecas o incluso sobrenaturales.
Dios lleva a cabo la obra de salvar a la especie humana de manera gradual y, por supuesto, hay otro principio más primordial, el de que, al hacer Su obra, Dios permite que las cosas sigan su propio curso. Este principio de “dejar que las cosas sigan su propio curso” puede ser un poco difícil de entender. ¿Qué significa? Significa que, ya esté Dios obrando en las personas o hablando con ellas, Él nunca fuerza a nadie a hacer nada. Dios te plantea entornos y te suministra la verdad igual que hace con otras personas. En cuanto a cómo deberías contemplar y entender los entornos que Él plantea y con qué punto de vista y actitud deberías abordarlos, Dios lo dice con palabras explícitas y te ha expresado principios-verdad claros. En cuanto a cómo lo abordas, es tu propia libre elección. Puedes elegir aceptar la verdad y conocerte a ti mismo, o bien puedes elegir rechazar la verdad; puedes elegir aceptar tu revelación por parte de los entornos que instrumenta Dios o bien puedes elegir ignorar Su obra; tienes libertad de elección, eres libre de elegir. Por ejemplo, en lo que respecta al deber que te corresponde hacer, puedes elegir hacerlo de todo corazón y con todas tus fuerzas o bien desde una actitud superficial. Esto se basa por completo en tu elección personal y, por supuesto, en tu propio calibre, capacidades, instintos y demás. Dios no hace obra adicional, es decir, en circunstancias normales, Dios no desempeña una obra adicional de incitar ni apremiar. ¿Qué significa esto? Significa que Dios dispone entornos para ti; es como si te hubiera organizado un banquete con platos calientes y fríos, arroz y sopa, frutas, bebidas, de todo, y en lo que respecta a lo que eliges, Dios te concede libertad; elijas lo que elijas, tienes la libertad de hacerlo y Dios no interfiere, solo se centra en expresar la verdad para proveer a las personas. Algunas solo echan un vistazo superficial al banquete, sin probar por sí mismas cómo son en realidad los deliciosos platos. Solo comentan sobre el banquete, dicen algunas doctrinas y luego se van. Otros solo eligen mirar el banquete, ignoran su deliciosa comida y se marchan sin mostrar actitud u opinión alguna. Hay otros que han probado en primera persona sus deliciosos platos, los han experimentado y también han aprendido a preparar alguna de las sabrosas comidas. Da igual cuál sea tu actitud en el entorno planteado por Dios, ya sea recibirlo o rechazarlo y negarlo, despreciarlo o serle hostil o lo que sea; en lo que respecta a Dios, todas estas son actitudes. ¿Cómo aborda Él las diversas actitudes de las personas y cómo lidia con ellas? Al haber provisto a las personas de un gran número de verdades, la única actitud de Dios hacia ellas es la de observar y mantener un registro. En cuanto a qué eligen las personas o cuál es su actitud, Dios no interviene; este asunto no tiene nada que ver con Él. Entonces, ¿con qué tiene que ver este asunto? Con la senda que eliges, con lo que ganas en última instancia y con tu propio desenlace final. En este asunto, Dios no hace ninguna obra adicional, facilitadora, solo cumple las responsabilidades y obligaciones que le corresponden. Después de que Él te haya provisto de la verdad y te haya contado los principios para lidiar con toda clase de personas, acontecimientos y cosas, puede incluso que te plantee entornos. Sin embargo, Dios no interviene en qué elecciones finales haces exactamente ni en qué clase de senda tomas; te deja escoger por tu cuenta. Por ejemplo, si eres elegido líder u obrero, puedes optar por actuar de acuerdo con los principios-verdad y los arreglos del trabajo de la casa de Dios o por actuar de manera arbitraria e imprudente conforme a tus propias preferencias. Si eliges lidiar con todo de acuerdo con los principios-verdad y hacer tu deber conforme a los arreglos del trabajo, Dios observará y mantendrá un registro de esto y, tarde o temprano habrás obtenido la verdad y te habrás sometido a Él; este es un desenlace. Si haces las cosas de acuerdo con tu propia voluntad y te comportas de manera arbitraria e imprudente, vulneras los arreglos del trabajo de la casa de Dios y los principios-verdad, esta es también una elección y representa la senda que estás tomando y, de igual modo, Dios observará y mantendrá un registro de ello y, por supuesto, no hace falta decir cuál será tu desenlace. Si has obtenido la verdad y la vida, esto también te permitirá obtener la aprobación de Dios y asegurarte un buen destino.
La gente cree que la obra de Dios incluye Sus instrumentaciones y arreglos. Por tanto, ¿qué son las instrumentaciones y arreglos de Dios en las nociones y figuraciones de las personas? Son una especie de manipulación, es decir, Dios está cubriendo en secreto a las personas con una gran red, manipulando todas sus conductas y los entornos en los que se hallan y monitoreando todo lo que hacen. Estas son nociones y figuraciones que tienen las personas, ¿no? (Sí). En consecuencia, la gente empieza a guardarse de Dios y a sentir miedo de Él en su corazón, y esto es a causa de sus nociones y figuraciones sobre las instrumentaciones y arreglos de Dios. Que tengan miedo y se guarden de esta manera no es una auténtica sumisión a Dios ni temerlo, sino una forma de rebeldía y resistencia. Las personas creen que Dios es omnipotente y omnipresente y que, hagan lo que hagan, es verdad que “cuando el hombre actúa, el cielo vigila”. Piensan que Dios las está vigilando constantemente y tiene los ojos puestos en ellas, con el propósito de restringirles el corazón, las manos y los pies, sin darles libertad para elegir y forzándolas a practicar la verdad, a cambiar de idea y opinión y a hacer las cosas de acuerdo con los deseos de Dios. Todas estas son nociones humanas. En un sentido estricto, esta es una especie de blasfemia contra Dios. De hecho, Él nunca ha pretendido forzar, obligar ni manipular a las personas. Dios nunca constriñe ni impone y, menos aún, fuerza a nadie. Lo que Dios les da a las personas es una amplia libertad; les permite elegir la senda por la que deberían caminar. Aunque estés en la casa de Dios y Él te haya predestinado y elegido, a pesar de ello eres libre. Puedes elegir rechazar Sus diversos requerimientos y arreglos o bien elegir aceptarlos; Dios te da la oportunidad de elegir con libertad. Sin embargo, elijas lo que elijas o actúes cómo actúes, sea cual sea tu punto de vista a la hora de manejar un asunto al que te enfrentes o qué medios y métodos acabas usando para resolverlo, debes responsabilizarte de tus acciones. Tu resultado final no se basa en tus juicios y definiciones personales, en cambio, Dios mantiene un registro de ti. Después de que Él haya expresado un gran número de verdades y de que la gente las haya oído, Dios medirá estrictamente lo correcto e incorrecto de cada persona y determinará el desenlace final de cada una según lo que Él ha dicho, lo que requiere y los principios que ha formulado para las personas. En este asunto, el escrutinio de Dios y Sus instrumentaciones y arreglos no suponen que Él manipule ni obligue a nadie; eres libre. No hace falta que Dios te guarde ni has de sentir miedo ni intranquilidad. Eres una persona libre de principio a fin. Dios te concede un entorno libre, voluntad para elegir libremente y espacio para hacerlo con libertad, lo que te permite elegir por ti mismo y, sea cual sea tu desenlace, viene determinado completamente por la senda que tomes. Esto es lo justo, ¿no? (Sí). Si al final te salvas y eres alguien que se somete a Dios y compatible con Él, alguien al que Dios acepta, eso es lo que consigues con tus elecciones correctas. Si al final no te salvas ni puedes ser compatible con Dios y Él no te gana, si no eres alguien al que Dios acepte, entonces eso también depende de tus propias elecciones. Por tanto, en Su obra, Dios les da a las personas mucho espacio para elegir, así como absoluta libertad. Esto es porque Dios se sirve de la verdad para medir a todas las personas, acontecimientos y cosas, incluidos sus desenlaces y destinos. Del mismo modo, la verdad determina los desenlaces y destinos de las personas; este es el principio de la obra de Dios, que no cambia nunca, jamás. Él no te va a aceptar, a mostrarte gracia y a permitir que te salves porque le tengas miedo, te guardes contra Él y camines cohibido y servilmente hasta el final del camino. Dios tampoco permitirá que acabes por salvarte debido a cualquiera de las contribuciones que hayas hecho. En otras palabras, no habrá excepciones en las que alguien acabe con un desenlace o un buen destino que no merece; sea cual sea el desenlace con el que termine cada persona, eso lo determina la senda que tome. Te daré un ejemplo. Digamos que Dios plantea un entorno para ti y que en él lo que deberías hacer es reflexionar y conocer tus propias transgresiones, así como tus actitudes corruptas, pensamientos y opiniones falaces, deficiencias y carencias o alguno de tus malentendidos y quejas sobre Dios. Deberías también dejar de poner excusas y ofrecer argumentos evasivos para defenderte y, en vez de eso, ser capaz de someterte, buscar las verdades correspondientes para cambiar tu situación presente y aceptar la verdad en ti y luego actuar de acuerdo con los principios-verdad. Al hacerlo, lograrás el efecto deseado. Cuando te ocurran cosas similares, practicarás con naturalidad de acuerdo con los principios-verdad y no habrá necesidad de que Dios plantee entornos especiales para ayudarte. Esto es algo que la gente puede lograr y, si pueden lograrlo, Dios no hará ningún trabajo innecesario. Sin embargo, en lo que respecta a aquellos que no persiguen la verdad, la actitud de Dios es diferente. Hay quienes no buscan la verdad ni reflexionan sobre sí mismos cuando les suceden cosas, sino que en su lugar son negativos y se lamentan, se quejan de Dios y de otras personas. No solo desarrollan nociones sobre Dios, sino que además emiten juicio sobre Él. Si alguien los poda y los deja en evidencia, buscan excusas para justificarse y también es posible que se vuelvan pasivos y vagos en su trabajo o incluso socaven las cosas. Tales personas están más allá de la redención y son aquellos a los que Dios desdeña. Si tienes algo de interés en la verdad mientras crees en Dios y estás dispuesto a escuchar sermones, a esforzarte por la verdad y tienes un poco de actitud positiva, entonces Dios escrutará tu corazón, te conmoverá un poco cuando busques la verdad y escrutará si eres capaz de practicarla. Sin embargo, si eliges ser negativo y vago en tu trabajo, poner excusas y justificarte y armar jaleo por todas partes y no eliges conocerte a ti mismo ni arrepentirte, ¿qué hará Dios y cómo lidiará contigo? Dios simplemente observará en silencio los cambios que ocurran. Él no te conmoverá ni te urgirá a leer Sus palabras y buscar la verdad. Dios no se implicará ni intervendrá, sino que te permitirá montar un espectáculo a tu antojo. Cuando tu conciencia despierta y piensas: “No debería haber hecho esto” o, a veces, oyes un testimonio vivencial parecido a tu situación actual y descubres cómo actuó esa persona y, entonces, sientes de repente que lo que hiciste era inapropiado, irracional, indecente y existe un dolor sutil en tu corazón, a partir de ese punto, ya no serás negativo ni débil y te avergonzarás de abrir la boca para justificarte y tus ideas o acciones que perturban y socavan las cosas serán cada vez menores en número y menos graves. Da igual lo lejos que esto acabe por desarrollarse, en cualquier caso, todo es por tu propia conducta. Dios simplemente observa en secreto y en silencio, con el objetivo de encontrar pruebas según las que evaluarte en última instancia. Sucedió lo mismo cuando la ciudad de Nínive estaba a punto de ser destruida, Dios se limitó a enviar a Jonás para transmitir un mensaje a los ninivitas. Dios no los incitó a confesar sus pecados, arrepentirse ni entender sus propios problemas; no hizo nada de eso. Dios solo envió a Jonás a transmitir el mensaje, al tiempo que observaba en secreto a fin de ver qué respuestas y acciones se sucedían en ellos tras oír tal noticia y ver cuáles eran los planes de todos los distintos tipos de personas, tanto las de arriba como las de abajo, así como cuál era su actitud respecto a este aviso de Dios. Lo único que Él hizo fue observar en secreto. ¿Qué significa “observar”? Significa que, como un espectador, Dios está observando el proceso según el que se desarrollan las cosas y la dirección hacia la que cambian y no interviene de ninguna manera. Aparte de hacer que Jonás transmitiera esas pocas frases, Dios no llevó a cabo ninguna obra adicional ni tampoco la obra de exhortar al pueblo; es más, no había palabras adicionales que transmitir, solo estas pocas frases salidas de boca de Jonás. Por supuesto, los principios de la obra de Dios en las personas actuales no han cambiado; todavía obra de esta manera y esta es Su actitud hacia la especie humana de principio a fin. Si Él quiere cambiar a alguien o lograr algo en una persona, la actitud, los principios y los métodos de Dios en Su obra no cambian. ¿Por qué sucede eso? Dios creó personas vivas, seres humanos creados con libre albedrío, no máquinas ni marionetas. Cuando Dios expresa la verdad o quiere lograr algo, suele disponer primero un entorno para permitir que las personas busquen captar Sus intenciones y, a veces, expresa directamente Sus intenciones y requerimientos; lo demás depende de que estas tomen decisiones basadas en su libre albedrío y en las diversas condiciones que poseen. Esta era la actitud de Dios hacia los ninivitas y Su actitud hacia las personas a las que quiere salvar ahora no ha cambiado. Los principios de la obra de Dios no han cambiado; Él siempre obra de esta manera y los principios de Su obra en los seres humanos que Él creó siempre son así. Después de que Jonás avisara al pueblo de Nínive, fue a buscar un lugar para refrescarse y observó a las personas de la ciudad desde fuera para ver qué clase de onda expansiva y actividad se removía entre los ninivitas, una vez que el mensaje de Dios había sido transmitido de un lado a otro de la ciudad y todo el mundo se había enterado de la noticia de que Dios iba a destruir Nínive; lo único que hizo fue observar. Por supuesto, esta observación llevó tiempo y, durante este proceso, Dios estaba observando los cambios en todas estas cosas. Si se desarrollaban en una buena dirección, entonces, por supuesto que Dios estaría encantado. Si las cosas se desarrollaban en una mala dirección, puede que lo lamentara, pero eso dependería de la situación. Dios se apenaría porque Él creó a los seres humanos y le aflige que los seres humanos se enfrenten a la destrucción o cuando está a punto de perderse una vida. Sin embargo, ante personas corruptas tan torpes e idiotas, tan rebeldes, Dios no se aflige. Dios hará lo que deba conforme a Su plan original, de acuerdo con Sus maneras de obrar y con las maneras y principios con los que lidia con los seres creados. Aquí no hay sentimientos ni emociones humanos, solo los principios y criterios del Creador al hacer las cosas. Por tanto, a este respecto, las personas deberían desprenderse de sus propias nociones y captar de manera precisa la actitud de Dios y los métodos para tratar a las personas, en lugar de usar la estrechez de miras de los humanos creados para especular y conjeturar sobre los pensamientos e ideas de Dios. Él obra en ti, te plantea entornos y dispone personas, acontecimientos y cosas para formarte y permitir que practiques, y quiere obrar la verdad en ti. ¿En qué se basa la intención original de hacer las cosas de esta manera? En el principio de respetar y apreciar la vida. Este no es un sentimiento que el Creador tenga respecto a los seres humanos creados; Dios no tiene sentimientos. El principio de esta intención original va más allá de los sentimientos de afinidad carnal humana y, por supuesto, tampoco es un tipo de afecto, sino que surge debido al principio de apreciar y respetar la vida. Hay quien dice: “¿Es esta la amplitud mental de Dios? ¿Es este Su alto nivel de ser?”. ¿Creéis que se trata de eso? (No). Puedes usar las palabras “nivel de ser” y “amplitud mental” para describir a las personas, pero no las apliques a Dios. Esto no es amplitud mental ni nivel de ser. Por una parte, se puede decir que esta es la hermosura del Creador y, por otra, también que esta es una revelación de Su identidad y esencia. Dios aprecia y respeta la vida de cualquier ser creado, pero sobre la base de este aprecio y respeto, Él no compromete Sus principios y estos no provienen de los sentimientos, sino de la carne. ¿De dónde provienen? Son principios de la verdad que solo le pertenecen a Dios. Piénsalo, cuando las personas tienen hijos, los miman en exceso y tienen sentimientos muy profundos hacia ellos. Desean incluso poder acunarlos en sus brazos y pasar todo el día con ellos. Dios no tiene esos sentimientos ni ese afecto hacia los humanos. A causa de sus lazos de sangre, las personas desarrollan esa clase de sentimientos hacia sus hijos y estos harán que las personas pierdan la razón y los principios. No son revelaciones naturales ni normales de humanidad normal ni tampoco una manifestación de amor. Son meros sentimientos e impulsividad; son sentimientos que surgen de los lazos de sangre. Los sentimientos no son verdades y no son lo que la humanidad normal debería poseer; son cosas negativas. Dios no mima ni consiente a la especie humana. ¿Cuál es Su actitud hacia la especie humana? Dios te eligió y es responsable de ti y obra y paga un precio en ti y expresa palabras para proveerte de verdad y vida, a partir del principio de apreciar la vida de los humanos creados y de respetar la vida. Sin embargo, Dios no obra de la manera que imaginan las personas, es decir, agarrándote con fuerza o, utilizando un término más coloquial, zarandeándote. No es así. Dios no zarandea a la gente; Él nunca obliga a nadie a hacer nada. Para obtener bendiciones, en su fe en Dios la gente siempre quiere zarandear a Dios y obligarlo a que le conceda bendiciones; además, quiere engancharse a Él y zarandearlo para que le permita entrar en el reino del cielo. ¿No es así? (Sí). Dios no te zarandea. No es bueno usar un término coloquial como “zarandearte”, pero es algo un poco vívido y fácil de entender para la gente. Dios no se aferra a ti con fuerza; eres libre. Si aprecias toda esta obra que Dios hace en ti porque Él respeta, aprecia y atesora tu vida, no deberías protegerte de Él, albergar malentendidos sobre Dios, resistirte ni rechazar a Dios cuando Él instrumenta y arregla cualquier entorno para ti. En vez de eso, deberías hacer lo que le corresponde a un ser creado y mostrar la actitud que debe tener un ser creado hacia el Creador: sumisión y aceptación. ¿No es así? (Sí). Ahora este aspecto ya se ha compartido con claridad.
La manera en la que las personas abordan la obra de Dios ya ha dejado en evidencia una de sus nociones y figuraciones. ¿Cuál de ellas? Las personas interpretan las instrumentaciones y arreglos de Dios como que Él las está manipulando y controlando. ¿Es así como obra Dios? (No). En el fondo del corazón de las personas, Dios las asusta vagamente. Ante la mera mención de Dios, sienten que Él es temible y no es amoroso. Creen que, si no escuchas las palabras de Dios ni te sometes a Sus instrumentaciones y arreglos, Él se enfadará contigo hasta que escuches Sus palabras y te sometas a Sus instrumentaciones y arreglos y no se rendirá hasta hacerte completo. ¿Acaso no es esta una noción de las personas? ¿Cómo imaginan a Dios? ¿Acaso no lo imaginan como un dictador? Piensan que debes aceptar Su gobierno, Sus políticas y ser deferente con Él y hacer lo que te dice que hagas, que no puedes hablar sobre Él a Sus espaldas y tienes que aceptar los entornos que dispone para ti y que, si no aceptas, recibirás castigo y sufrirás retribución. ¿De veras hace Dios las cosas de esta manera? (No). Dios te respeta y se responsabiliza de ti, Él aprecia la vida de los seres humanos creados. Las personas no deberían equivocarse a la hora de reconocer lo que es bueno para ellas ni tampoco dejar de apreciar Su amabilidad. Si de veras aprecias la amabilidad de Dios, entonces deberías aceptar los entornos que Él dispone y aceptarlos de parte de Dios. Aunque no aceptes la verdad que encierran, no entiendas los principios-verdad en ellos ni entiendas lo que deberías practicar o cambiar, como poco no deberías guardarte contra Dios ni malinterpretarlo; esto es lo que deberías lograr. Aunque no obtengas nada de estos entornos, no tergiverses los deseos de Dios. Él no busca obtener nada de ti. No eres más que un diminuto ser creado, ¿qué podría buscar Dios obtener de ti? Él te concedió la vida y todo lo que hoy disfrutas, así como también la poca doctrina que entiendes. Tu libre albedrío, tu calibre, tus dones y tus capacidades y habilidades, tanto las grandes como las pequeñas, te las concedió todas Dios. ¿Qué puede buscar Dios obtener de ti? Si obtiene gloria después de obrar la verdad en ti, te hace someterte a Él y temerle y piensas que esto es lo que Dios busca obtener de ti, entonces, ¿acaso no lo estás juzgando según tus propios estándares viles? Esto es blasfemar contra Dios, ¿no? (Sí). ¿Qué gloria puede obtener Dios de las personas? Al final, son ellas mismas las que obtienen beneficios tangibles. Antes de que se haya completado Su obra, Dios ya ha obtenido gloria porque Dios Mismo es glorioso; Su verdad y autoridad prueban la derrota de Satanás y son la realidad de las cosas positivas. Dios Mismo es glorioso, así que, ¿acaso necesita Él ganar un poco de gloria de un diminuto ser creado como tú? Dios no busca obtener nada de las personas. Si hay algo que busque obtener de ellas, es permitirles satisfacer finalmente Sus requerimientos de acuerdo con Su plan de gestión y, una vez que estas logren la salvación y sean capaces de ser compatibles con Dios, entonces descansará. Debido a la salvación de la raza humana, a cambio Dios consigue descansar; esto es lo que Él busca obtener. Por tanto, ¿acaso no son las personas las que acaban por obtener beneficios tangibles? Estas habrán obtenido la verdad, ya no se sentirán perdidas en la vida —tendrán una dirección y una senda— y serán compatibles con Dios y ya no se rebelarán contra Él, ninguna fuerza malvada las mantendrá ya cautivas, serán auténticos seres creados y ya no afrontarán la muerte. ¡Qué gran honor es este! Los que obtienen los mayores beneficios tangibles son los seres humanos, aquellos que aceptan la obra de Dios y Su salvación. ¿Se ha compartido este aspecto con claridad? ¿Cuál es la noción y figuración de las personas en esto? (Interpretan las instrumentaciones y arreglos de Dios como una manipulación y control de las personas por Su parte). Si no compartiéramos sobre esto, las personas siempre tendrían algunos pensamientos y opiniones en su mente que no podrían expresar o que no se habrían plasmado en una teoría sistemática. Aunque estas cosas no las constriñen al hacer sus deberes ni afectan a su vida diaria de manera obvia, afectan gravemente a su búsqueda de la verdad, su actitud hacia Dios y su relación con Él. Por tanto, estas son cosas de las que las personas deben desprenderse. Una vez que se resuelva este problema, te habrás desprendido de una barrera entre tú y Dios y se habrá eliminado una especie de obstáculo en tu senda de perseguir la verdad, por lo que te resultará más fácil perseguirla. Cuando se resuelvan las dificultades reales, las barreras y obstáculos entre tú y Dios se verán reducidas, así que podrás hacer tu deber y practicar la verdad con mucha más calma. Es igual que acudir a un campo de batalla; ¿creéis que es mejor llevar una carga ligera o acarrear una pesada carga cuando entras en batalla? ¿Qué es más cómodo? (Acudir a la batalla con una carga ligera). Entrar en batalla con una carga ligera, basta con llevar un arma a la espalda; de esta manera es simple y fácil. Si además llevas cacerolas y maletas o maquillaje y material deportivo, la carga será demasiado pesada; resultará doloroso llevar muchas cosas a la batalla, además de nada conveniente para la lucha. Estas nociones y figuraciones son como distintos tipos de carga que la gente porta de un lado a otro, les suponen problemas y les estorban allá donde van. En resumen, de vez en cuando estas cosas te afectarán y te impedirán perseguir y practicar la verdad. Cuando no existen problemas fundamentales, parecerá que no tienes ningún problema importante. Sin embargo, una vez que surjan problemas fundamentales de principio, tendrás una barrera de estas cosas que te separan de Dios. Cuando surjan, te parecerá que existe un problema en tu relación con Dios, que hay un conflicto entre tú y Él; tu corazón de fe en Dios ya no será tan puro y tendrás muchas dificultades. Sin embargo, cuando te desprendas de estas cosas, te sentirás genial, tu corazón se relajará y liberará y ya no te sentirás constreñido ni limitado. Aunque estas cosas aparezcan de vez en cuando en tu mente subconsciente o en tus pensamientos, básicamente las habrás resuelto y, cuando las vuelvas a hacer, te sentirás mucho más tranquilo y las harás con mucha mayor sencillez. Aunque estas nociones y figuraciones puede que todavía causen un efecto sutil en las profundidades de tu mente, al menos habrás discernido claramente en tu voluntad subjetiva que no son cosas positivas, así que, desde la subjetividad, las dejarás ir y no te afectarán. De este modo, básicamente te habrás desprendido de esta barrera entre tú y Dios y la habrás solucionado.
A menudo compartimos de esta manera el tema de perseguir la verdad. ¿Podéis percibir la importancia de perseguir la verdad? Cuando visteis que la iglesia se ocupaba de personas de vuestro entorno a las que conocíais y que incluso echó o expulsó a algunas, ¿pensasteis en ello? ¿Sacasteis de esto alguna experiencia o lección? ¿Cuáles son los problemas principales de aquellos a los que se trasladó a los grupos B y a los que echaron? (Cuando vi que echaban o transferían a los grupos B a algunas personas de mi entorno a las que conozco, se me removió el corazón y la mente. Aunque creen en Dios hace muchos años, en realidad no persiguen la verdad y, si yo tampoco lo hago ni la busco cada vez que me suceden cosas, acabaré por ser descartado igual que ellos). ¿Sabéis cuáles fueron los principios de la casa de Dios para lidiar con estas personas? ¿Las echó la casa de Dios solo porque su humanidad es escasa y no persiguen la verdad, porque le resultan desagradables? (No). Entonces, ¿acaso todos aquellos de los que no se ocupó carecen de problemas en su humanidad, todos aman la verdad, la persiguen, pueden someterse a ella y además aman y temen a Dios? ¿Es así? (No). ¿Echó la casa de Dios a estas personas o las transfirió a los grupos B simplemente porque no aman la verdad y sienten aversión por ella? ¿Se lidió con ellas por su escasa humanidad y porque renuncian por completo a aceptar la verdad o por su pobre apariencia o alguna transgresión temporal? ¿Es este el principio según el cual la casa de Dios lidia con las personas? (No). ¿Acaso la casa de Dios se ocupa de alguien, lo incapacita para cumplir un deber y lo expulsa porque no persiga la verdad? (No). Entonces, ¿por qué se ocupó de estas personas y las expulsó? (Porque no se comportaron de acuerdo con los principios-verdad y trastornaron y perturbaron el trabajo de la iglesia, causaron graves pérdidas al trabajo de la casa de Dios). ¿Fue esta la razón principal? (Sí). ¿Qué otras razones hubo? ¿Se ha expulsado alguna vez a alguien por mentir constantemente? (No). ¿Se ha expulsado alguna vez a alguien por no amar la verdad y sentir aversión por ella? ¿Alguna vez se ha expulsado a alguien por ser desleal al hacer su deber? (No). ¿Crees que es una pena que se expulsara a estas personas? ¿Se agravió a alguna de ellas? (No). Ninguna de ellas fue agraviada, en absoluto. De acuerdo con las acciones malvadas que cometieron, merecen morir dieciocho veces cuando vayan al reino espiritual y todas deben ser castigadas. Deben morir para luego volver a la vida, ser castigadas de nuevo y morir otra vez, regresar de nuevo a la vida y recibir de nuevo castigo y volver a morir; merecen morir dieciocho veces en total. ¡Cometieron muchas acciones malvadas y sus pecados son atroces! ¿Por qué entonces se lidió con estás personas y se las expulsó? Porque no ocuparse de ellas no era una opción. No estaban haciendo sus deberes, ¡estaban causando trastornos y perturbaciones y saboteando cosas! Incluso hay quienes piensan que se lidió con estas personas porque les encanta mentir y son de escasa humanidad o porque compiten por estatus y poder y son desleales al hacer sus deberes; otras personas atolondradas dicen que es porque no aman la verdad y no la persiguen. Por tanto, ¿amáis la verdad? ¿Todos aquellos que no han sido expulsados aman la verdad y la persiguen? (No). Ninguno de estos son hechos. En realidad, se lidió con estas personas y se las expulsó porque en el proceso de hacer sus deberes, desempeñaron el papel de causar trastornos y perturbaciones y sabotearon cosas, hicieron lo que Satanás y los diablos y el gran dragón rojo quieren hacer pero no pueden, vulneraron gravemente los decretos administrativos de la casa de Dios y lo enfurecieron gravemente. Solo se las expulsó porque no hacerlo no era una opción. No es que en la casa de Dios no haya amor y esta sea dura con las personas, tampoco es que Él no les dé oportunidades. Más bien, es que esas personas llegaron muy lejos en sus acciones, causaron trastornos y perturbaciones y las pérdidas que provocaron en el trabajo de la iglesia fueron demasiado grandes. No estaban haciendo su deber y ni siquiera eran mano de obra; estaban causando trastornos y perturbaciones y haciendo el mal. A ninguno de los escogidos de Dios le gusta tener a gente así en la iglesia. Si dices algo burlón o cuentas una mentira en la iglesia, solo se trata de tu conducta personal, es solo que no amas la verdad y no la persigues y, mientras no cause un trastorno o perturbación, nadie va a ocuparse de ti. Si a veces eres un poco superficial en el cumplimiento de tu deber, pero la mayor parte del tiempo eres eficaz, entonces, mientras no causes ningún trastorno o perturbación, la casa de Dios te dará la oportunidad de quedarte y hacer un deber, te tratará de acuerdo con los principios. Sin embargo, estas personas causaban trastornos y perturbaciones. Cometían fechorías imprudentes y vulneraban principios en todos los sentidos, con lo que causaban gran confusión; se saboteaban todos los aspectos del trabajo de la iglesia y los frutos de los deberes que cumplieron muchos de los hermanos y hermanas se desperdiciaron por completo. Las consecuencias de sus trastornos y perturbaciones son muy graves y llevará innumerables horas repararlas, ¡así que había que expulsar a estas personas! Solo se podía proteger a los hermanos y hermanas de esta manera, de modo que pudieran hacer sus deberes con normalidad y lograr buenos resultados. Solo al echar a estas personas malvadas y anticristos era posible crear un entorno de trabajo y de vida apropiado para los hermanos y hermanas. Si estas personas malvadas y anticristos permanecían en la iglesia, solo sería una lacra y se provocaría una atmósfera viciada y turbia, así como caos allá donde fueran. Nada de lo que hacían cumplía siquiera el estándar de mano de obra. Lo único que hacían era perturbar, sabotear y destruir. Solo trastornaban y perturbaban el trabajo de la iglesia y la vida de esta. ¿Acaso no son siervos de Satanás? ¿Pueden permanecer en la iglesia tales personas? ¡No son humanos corruptos corrientes, sino siervos de Satanás! ¿Qué hicieron? Despilfarraron las ofrendas de Dios y se las entregaron sin condiciones a los no creyentes; fueron extremadamente generosos dando dinero a los no creyentes, se lo imponían incluso aunque no lo pidieran. Cuando les pedían a los no creyentes que hicieran algún trabajo y estos decían que con cien dólares sería suficiente, ellos insistían en pagar trescientos y, cuando los no creyentes pedían trescientos dólares, insistían en pagarles quinientos e incluso les daban bonificaciones adicionales después de haber terminado de pagar su salario. No importa cuántas ofrendas se fueran a gastar, no le preguntaban a lo Alto al respecto y, en su lugar, se limitaban a decidir por su cuenta. Fuera cual fuera el trabajo que hicieran, no lo desempeñaban de acuerdo con los arreglos del trabajo de la casa de Dios ni conforme a los principios dados por esta y, por supuesto, desde luego no lo hacían de acuerdo con los principios-verdad. Solo seguían sus propios deseos y lo hacían como les venía en gana, sin defender en absoluto los intereses de la casa de Dios. Preferían defender a los no creyentes antes que los intereses de la casa de Dios y despilfarraban Sus ofrendas por todas partes. ¿Acaso era dinero que habían ganado ellos? No se contenían en absoluto a la hora de darles bonificaciones y regalos a los no creyentes, nadie tenía permitido estar en desacuerdo con ellos y reprendían a cualquiera que lo estuviera. ¿Crees que las personas como estas creen en Dios y lo siguen? Son escoria, ¿no? ¿Se debería echar a la gente así? (Sí). ¿Qué otras maldades cometieron? Al predicar el evangelio, informaron de cifras falsas para engañar a la casa de Dios y atormentaron y reprimieron sin piedad a cualquiera que no informara de cifras falsas. Obligaron a los demás a informar de cifras falsas, no les dieron otra opción. ¿Qué clase de personas son estas? ¿Son siquiera personas? Si dices que simplemente tienen poca humanidad, no aman la verdad y no la persiguen, ¿se sostiene este argumento? ¿Acaso no es una tontería? (Sí). No solo no aman ni persiguen la verdad, sino que ni siquiera poseen humanidad normal y mucho menos aman y persiguen la verdad. ¡Unos diablos, eso es lo que son! Ahora ves esto con claridad, ¿no es así? (Sí). ¿Cuál es la naturaleza de estas personas? (La naturaleza de los diablos). Tienen la naturaleza de los diablos. Después de que las echaran, se mostraban desafiantes e incluso se sentían agraviadas, decían: “¡Soy inocente, yo no lo hice!”. Tenían los hechos justo delante de sus ojos, pero se negaban a reconocerlos e incluso se aferraban con tozudez a sus excusas y se mantenían desafiantes hasta el final; ¿acaso no prueba esto que lo correcto era echarlas? ¿Cuáles serán las consecuencias si no se echa a esta clase de personas? ¿Se arrepentirán? Aunque les des la oportunidad de continuar haciendo un deber y solo las podes, ¿es posible que se arrepientan y cambien a mejor? (No, no pueden). De ninguna manera podrían arrepentirse. ¿Qué esencia-naturaleza es esta? ¿Qué clase de personas no pueden arrepentirse y ni siquiera lo hacen, aunque se enfrenten a los hechos? (Los diablos). Los diablos, las personas con la esencia de Satanás, los espíritus malvados y los demonios repugnantes no se van a arrepentir; da igual cómo compartas la verdad, no se arrepentirán. No reconocen siquiera que su maldad es un hecho, así que, ¿acaso pueden aceptar la verdad y llegar a conocerse a sí mismos? ¡Para nada! Si pudieran reconocer que su maldad es un hecho, tendrían la ocasión de aceptar la verdad, pero ni siquiera lo admiten y no reconocen ni aceptan la naturaleza de sus acciones; tales personas no se pueden arrepentir de ninguna manera. Son igual que los sodomitas, si a estos les dijeras: “Si no te arrepientes, Dios destruirá esta ciudad”, ¿lo aceptarían? ¿Cuál sería su actitud después de oír estas palabras? Actuarían como si no lo hubieran oído y continuarían haciendo las cosas de acuerdo con sus propias preferencias, harían lo que les viniera en gana, sin arrepentirse en absoluto. Por tanto, su desenlace final era ser destruido. En cuanto a estas personas que causaron trastornos y perturbaciones en la iglesia, Dios les dio oportunidades y, sin embargo, no las apreciaron ni se arrepintieron e insistieron en oponerse a Dios hasta el final. Estas personas no tienen conciencia ni razón, ¿son dignas de lástima? (No). ¿Hay alguien que haya defendido a estas personas que no sea digno de lástima? ¿Hay alguien que las admire porque le parezca que han sufrido y pagado un precio durante muchos años y que han trabajado con sumo empeño y de manera extremadamente diligente y que alguna de ellas tiene bastante buen calibre y posee gran capacidad de trabajo y habilidades para el liderazgo y que es una lástima que la expulsen? ¿Acaso es una lástima? (No). No es una lástima, lo que significa que fue correcto expulsarlas. Limítate a observar y ver si estas personas pueden aceptar la verdad y qué senda recorren. ¡Si llegan incluso a causar trastornos o perturbaciones mientras hacen su deber, son la escoria de la especie humana! Lo correcto es que los seres creados cumplan sus deberes y, sea cual sea este, deben cumplir su responsabilidad. Aunque su cumplimiento del deber no llegue a ser acorde al estándar, ¡como poco no deberían causar trastornos ni perturbaciones! Causar trastornos y perturbaciones es algo que hace Satanás; no debería ser algo que hacen los humanos corruptos. Los humanos corruptos han sido corrompidos por Satanás y no pueden evitar resistirse a Dios; sin embargo, las personas con humanidad, conciencia y razón normales no causarían intencionadamente trastornos y perturbaciones mientras hacen sus deberes. Esto es porque su conciencia y razón las restringen, así que no trastornarán, perturbarán ni sabotearán el trabajo de la casa de Dios mientras cumplen su deber. Aunque uno no pueda cumplir su deber de una manera acorde al estándar, es aceptable hacerlo con un estándar promedio y esto, al menos, cumple el estándar de conciencia y razón. Sin embargo, estas personas no pueden siquiera cumplir este estándar, así que, al final solo pueden terminar en este punto: se las echa y expulsa de la casa de Dios debido a sus muchas acciones malvadas. ¡Esta es la escoria de la especie humana!
A continuación, vamos a hablar sobre los problemas de las nociones y figuraciones en “desprenderse de las barreras entre uno mismo y Dios y de la propia hostilidad hacia Él”, que es el tercer aspecto de “desprenderse” en el marco de la práctica de cómo perseguir la verdad. Acabamos de hablar sobre algunas de las nociones y figuraciones de las personas respecto a la obra de Dios. Si ahora nos fijamos, ¿acaso no tienen las personas otras nociones y figuraciones respecto a la obra de Dios? ¿Afectarán estas nociones y figuraciones a cómo tratan la obra de Dios, cómo experimentan Su obra y cómo la entienden y conocen? Entre los diversos tipos de personas que aparecen en la iglesia, un tipo es el de las malvadas y los anticristos. No importa qué maldad hicieron que provocó que se lidiara con ellas, da igual qué cuestiones llevaron a la iglesia a echarlas y expulsarlas; siempre hay algunas personas que tienen ciertas nociones sobre que la casa de Dios purificara a los incrédulos, las personas malvadas y los anticristos; estas nociones y figuraciones se deben al hecho de que no tienen entendimiento alguno respecto a la obra de Dios y a Su soberanía. En las nociones y figuraciones de las personas, la iglesia es el lugar donde Dios obra en la tierra, así que es el lugar más directo para que las personas vean la soberanía de Dios y también se puede decir que es el más claro y obvio donde esta se manifiesta. Sin embargo, aquí la gente ve a menudo a algunas personas, acontecimientos y cosas que no parecen ser compatibles con sus nociones. Según sus nociones, las personas piensan que, ya que la iglesia es un lugar asociado con la obra de Dios, debería ser un lugar en calma y tranquilo, lleno de cordialidad y paz, amor y tolerancia, gozo y comodidad. Creen que los individuos como las personas malvadas y los anticristos nunca deberían aparecer en la iglesia y no debería darse el caso de que haya personas malvadas haciendo maldad. Y piensan que, bajo la soberanía de Dios, por supuesto no deberían darse casos en los que se vulneraran los principios-verdad en la iglesia y mucho menos debería haber personas ni cosas ilícitas de ninguna clase o aspectos que no sean compatibles con la voluntad humana, los sentimientos humanos y la humanidad. Creen que todo debería ser pacífico, tranquilo, agradable, positivo, optimista y elevado en la iglesia, así como incluso que no debería tener lugar ninguna lucha, atrocidad o aspecto feo que no sean compatibles con las necesidades de la humanidad. Todas estas son nociones de las personas. Sin embargo, los hechos no son compatibles con las nociones y figuraciones de las personas. Con independencia del periodo o de la etapa de obra, en la iglesia siempre ocurren incidentes con algunas personas malvadas y los anticristos perturban y trastornan el trabajo de iglesia, causan el sabotaje de ciertos aspectos del trabajo de la casa de Dios, que el orden del trabajo de la iglesia se altere y perturbe y otras cosas del estilo. Cuando ocurren estas cosas, la gente siente que es impensable y su corazón está lleno de impotencia, incomprensión y confusión y se pregunta: “¿De veras existe Dios? ¿De qué manera exacta tiene Dios la soberanía sobre la especie humana y gobierna Su iglesia, Su casa? ¿Realmente se ocupa Él de esto o no? ¿Dónde está Dios? ¿Por qué, cuando suceden estas cosas ilícitas y cuando aparecen personas malvadas y causan perturbaciones nadie da un paso al frente para detenerlas, ni siquiera Dios? ¿Qué está pasando aquí exactamente? ¿Acaso la iglesia no es la casa de Dios? ¿No son aquellos que siguen a Dios Su pueblo escogido? ¿Por qué Él no vigila ni protege Su casa? ¿Por qué no protege Dios a Su pueblo escogido, de modo que pueda vivir en paz en una crisálida, en un refugio?”. Estas dudas e incomprensiones que tienen las personas las causan las distintas nociones, ¿no? (Sí). Por tanto, ¿de que tratan principalmente estas nociones? ¿Acaso no es de la obra de Dios y de Su soberanía? Ya que en la iglesia suceden cuestiones tales como que las personas malvadas hacen el mal y causan trastornos y perturbaciones y, dado que las personas no entienden estos asuntos, les resulta difícil desentrañar los orígenes de estas cuestiones y cuál será su resultado final. Como la gente no puede desentrañar estas cosas, desarrollan toda clase de ideas y nociones respecto a Dios. Hay quienes piensan: “La casa de Dios debería mostrar amor a las personas malvadas y los anticristos. Si la casa de Dios no les muestra amor, ¿acaso no será lo mismo que la sociedad? En la sociedad, siempre hay un grupo de personas que atormenta a algún otro grupo, todo para competir por poder e influencia. Al echar y expulsar a las personas malvadas, ¿acaso no está la casa de Dios atormentando de igual modo a las personas? ¡Permanecer en la casa de Dios no es tan seguro! ¡Si de veras te hallas en alguna situación turbulenta, podrían agraviarte y echarte y nadie te defendería! ¿Dónde está Dios exactamente? ¿Por qué no sale Él para decir o hacer algo? Veamos tu existencia, veamos tu omnipotencia, veamos tu soberanía con nuestros propios ojos, de esa manera nos sentiremos tranquilos, ¿verdad?”. En la iglesia, cada vez que las personas experimentan algunos acontecimientos que les resultan incomprensibles, surgen en algunas de ellas sentimientos como la inquietud y la duda, las hay incluso que quieren evitar estos acontecimientos y otras caen en la negatividad. En particular, al haber sido desorientadas y embaucadas por los anticristos, algunas pierden la esperanza y, en el caso de otras, al haber sido desorientadas y explotadas por los anticristos y haberse convertido en sus cómplices, la iglesia llega incluso a aislarlas para que reflexionen por su cuenta o bien las echa. Al mismo tiempo que encuentran todas estas cosas incomprensibles, las personas también llegan a dudar de la existencia de Dios. Esto es porque la fuente principal de la fe en Dios de muchas es la creencia en que Él es soberano sobre todas las cosas, sobre todo. Es decir, hay muchas que creen que Dios puede tener soberanía sobre todo, sobre todas las cosas y sobre el porvenir de la especie humana y, por tanto, creen en la existencia de Dios y en Su identidad y esencia. Sin embargo, estas cosas que suceden a su alrededor les hacen dudar y titubear en su creencia en la soberanía de Dios y, entonces, empiezan a dudar del hecho de que Él tenga soberanía sobre todo y, por consiguiente, su fe en Dios también empieza a titubear, por lo que surge toda esta serie de problemas. Las personas tienen toda clase de nociones y figuraciones respecto a la soberanía de Dios y estas sin duda no concuerdan con la verdad ni con los hechos y, en su lugar, son las interpretaciones o malentendidos falaces de las personas. Por tanto, hablaremos a continuación sobre la soberanía que tiene Dios sobre todas las personas, acontecimientos y cosas a tu alrededor que puedes ver y sentir, cuáles son los principios para la soberanía de Dios sobre todo esto y cuál es el propósito que Él pretende conseguir.
El término “soberanía de Dios” abarca un amplio abanico de contenido. Si dejamos de lado el entorno más amplio, en lo que respecta a la iglesia, el hecho de que Dios tenga soberanía sobre todo es real. La soberanía de Dios no es una frase vacía ni un mero fenómeno, sino que hay ejemplos y resultados reales al respecto. Entonces, ¿cuáles son los principios de la soberanía de Dios en la iglesia? Pensemos primero sobre esto: ¿tiene Dios soberanía sobre las personas y dispone cuáles de ellas son aceptadas en la iglesia? (Sí). Esto no es vacío. ¿A quiénes les llega el evangelio y las palabras de Dios y quiénes son capaces de aceptar Su obra y pueden entrar en la iglesia? Todo esto lo ordena Dios. Por ahora, no hablemos sobre la humanidad de estas personas ni sobre si son malvadas; el hecho de que sean capaces de entrar en la iglesia significa que Dios lo ordenó. ¿Es la ordenación de Dios un aspecto de Su soberanía? (Sí). Para empezar, hay algo de lo que podemos estar seguros, de que la entrada de todas las personas en la iglesia la ordena Dios. El término “ordenación de Dios” suena un poco abstracto, así que digamos simplemente que “Dios tiene la última palabra, Dios custodia la puerta”. Él es la puerta del reino y además es la puerta de la iglesia. Dios custodia la puerta en lo que respecta a qué clase de persona puede ser oficialmente miembro de la iglesia, de Su casa. Con independencia de si son incrédulos o personas malvadas que se han abierto camino en la iglesia o buenas personas interesadas en creer en Dios o capaces de aceptar la verdad y seguirlo, si se unen a la iglesia y se convierten en miembros de esta, entonces esto no es algo que pueda decidir ninguna persona, se debe a la soberanía, las disposiciones y la ordenación de Dios. Con independencia de si albergan ciertos motivos u objetivos ocultos para creer en Dios o de cómo sea su humanidad o cuál sea su nivel educativo y su trasfondo social, es Dios quien decide que pueden unirse a la iglesia y acudir ante Él; es Dios el que custodia la puerta. ¿Pueden las personas custodiar esta puerta de manera adecuada? (No). La gente no puede decidir esto, no depende de su voluntad. Por ejemplo, cuando ves que alguien es astuto y tiene estatus en la sociedad, piensas: “Sería genial si esta persona pudiera acudir a la casa de Dios para ser líder de una iglesia. En la nuestra faltan personas así”. Sin embargo, Dios no las quiere; Él no las conmueve. Cuando otros les predican el evangelio y comparten las palabras de Dios con ellas, no entienden lo que han oído. Pueden captar cualquier otra cosa que escuchen, pero en cuanto a las palabras de Dios les resulta imposible y son como idiotas; ¿es que todavía pueden entrar tales personas en la iglesia? Aunque estén interesadas en obtener bendiciones, no son capaces de aquietar su corazón ni pueden permanecer sentadas mientras escuchan las palabras de Dios y comparten la verdad; después de escuchar dos o tres sermones, dejan de venir. Tales personas no tienen una fe real, así que, ¿tendrán tus buenas intenciones respecto a ellas algún efecto? ¿Podrás llevarlas ante la iglesia? No. Dios tiene la última palabra en esto. Él dice que no quiere a tales personas y que, ya sea para rendir servicio o para desempeñar algún papel, no las quiere. Por tanto, aunque tú, con tus buenas intenciones, las arrastres, será inútil y, al final se tendrán que marchar igualmente. No es posible que se conviertan en miembros de la iglesia, por mucho que tires de ellas, será inútil. Esta es una cuestión que las personas no pueden decidir; Dios lo ordena y Él custodia la puerta. Hay quienes no tienen estatus social, no son figuras importantes y su calibre es promedio y no parece destacable, pero son bastante simples y directos y les interesan las cuestiones de la fe en Dios. Sean cuales sean las dificultades que tengan, no pueden separarse de Dios y su entusiasmo es sumamente grande; esta energía entusiasta es algo que a los hermanos y hermanas les alegra observar y algo que Dios también está encantado de ver. De hecho, son muy entusiastas porque les conmueve el Espíritu de Dios. Después de entrar en la iglesia y ver que las personas en ella son buenas, que comen y beben las palabras de Dios y comparten la verdad a diario, esto les alienta muchísimo y sienten que esta es la senda correcta en la vida, así que empiezan a predicar el evangelio y a hacer sus deberes y se convierten en seguidores de Dios. ¿Quién decide que pueden creer en Dios? (Él lo decide). Es Dios quien decide. Solo pueden creer en Dios porque Él permite que entren en la iglesia. Si Dios no obrara en ellas ni las conmoviera, no podrían creer en Dios. Si las arrastraran por la fuerza a la iglesia, tendrían que irse tarde o temprano. La gente no posee la facultad en el marco de sus atributos internos de aceptar la verdad; el hecho de que puedan amar la verdad y aceptarla prueba que Dios obra en ellas. Si Dios obra en ellas, se pueden convertir en miembros de la iglesia; este es un requisito previo para que toda clase de personas entren en la iglesia: que Dios las quiera. No importa qué papel desempeñen en la iglesia, en cualquier caso, Dios custodia la puerta de Su casa. Si Él no les permite entrar, entonces se quedan fuera; si Él permite que entren, traspasan la puerta. Por tanto, convertirse en miembro de la iglesia no es un asunto tan sencillo. En lo que respecta a los principios específicos que sirven como base para que Dios acepte a las personas, por supuesto, Él tiene sus propios principios. No vamos a hablar sobre a qué clase de persona quiere y a cuál no, eso es muy complicado. ¿Por qué digo que es complicado? Dios tiene un plan para quién entra en la iglesia, qué papel desempeña durante qué periodo y qué deber cumple o qué trabajo importante asume durante qué periodo, así como en qué periodo se conforma a las necesidades de trabajo de la casa de Dios y a sus necesidades de personal. Dios regula y controla a un nivel macroscópico y general, en lugar de solo actuar en el momento presente; este es un asunto muy complicado y no se puede explicar con claridad en unas pocas palabras, así que no vamos a entrar en detalles. En resumen, ninguna persona decide si alguien puede entrar o no por la puerta de la casa de Dios; Él tiene soberanía sobre esto y lo dispone. Después de entrar en la casa de Dios, toda clase de personas hacen toda clase de deberes, desempeñan toda clase de papeles y recorren todo tipo de sendas. La totalidad de estas distintas clases de personas tienen todo tipo de manifestaciones diferentes, ya sean buenas o malas, positivas o negativas, proactivas o pasivas; todo esto queda bajo la soberanía y el gobierno de Dios.
La soberanía de Dios significa que todo ocurre y sucede conforme a su curso natural bajo Su gobierno; ningún acontecimiento sucede por casualidad y el desarrollo y los cambios que experimenta cualquier acontecimiento no los inicia ni los determina ninguna persona; Dios tiene soberanía sobre todo esto. Por supuesto, el resultado final y la calificación de cualquier acontecimiento también se basan en la esencia de ese tipo de acontecimiento y en la esencia de los tipos de personas implicados en él, y la base para calificarlo son exclusivamente las palabras de Dios y los principios que Él requiere. Ningún tipo de acontecimiento ocurre por casualidad, y las personas no deciden el resultado final de ningún tipo de acontecimiento. De hecho, el comienzo de cualquier tipo de acontecimiento que ocurra lo arregla y lo origina Dios. Cuando Él origina un tipo de acontecimiento, arregla que una clase de persona actúe en él y esa clase de persona podría desempeñar el papel de servidor o de contraste, un papel negativo o uno positivo. Sin embargo, sea cual sea el papel que desempeñe, el comienzo de todas estas cosas lo arregla Dios. Hay dos explicaciones a que Él haga arreglos a este respecto. Una explicación es que Dios en persona realiza algunos arreglos positivos y proporciona alguna dirección y supervisión positivas, así como hace que algunas figuras positivas inicien un acontecimiento; esta es una explicación de los “arreglos de Dios”. Otra explicación es que Dios despacha y envía a un tipo de espíritu a hacer ciertas cosas. Estas cosas son negativas y perversas a ojos de los demás, así que estos personajes negativos y perversos son sin duda figuras negativas, es decir, los tipos de personas a los que Dios ordena desde el principio entrar en Su casa como contrastes y material de enseñanza negativo. Dios les hace desempeñar estos papeles porque, debido a su esencia-naturaleza, son los únicos papeles que pueden desempeñar, y Él permite que se desempeñen como les apetezca y que hagan a su antojo lo que les corresponde como contrastes. A lo largo de todo el proceso, ya se trate de las manifestaciones de figuras positivas o de las de figuras negativas, el principio de Dios al abordar y ocuparse de todas estas cuestiones es permitirles tomar su curso natural. Al contemplar y ocuparse de estos asuntos, las figuras positivas tienen algunos puntos de vista positivos, así como algunos que son acordes a la humanidad y el estándar de conciencia. Aunque algunas de ellas revelen algunas actitudes corruptas —poseen algunas manifestaciones de ser complacientes o revelan algunas otras actitudes corruptas—, cuanto menos, se ciñen a la conciencia y razón de la humanidad, es decir, se atienen a la pauta fundamental para comportarse. Y en lo que respecta a las figuras negativas, Dios no interviene en nada de lo que hacen ni lo guía, sino que permite que sigan su curso natural. Además, se desempeñan a su antojo, dejan en evidencia su fealdad y hacen ciertas cosas como les viene en gana. Representan con éxito el papel de figuras negativas que Dios deja en evidencia, es decir, de personas malvadas y anticristos, con lo que permiten a otros ver con claridad, en la vida real, qué clase de personas son diablos, qué clase son personas malvadas y cuál anticristos, y cómo son exactamente los feos rostros de los anticristos, las personas malvadas, los satanases y los diablos que Dios saca a la luz. Si estas figuras negativas no se usaran como materiales de enseñanza vivientes en la vida real, entonces, en tu mente, los diablos y satanases siempre serían intangibles y una mera suposición o imagen. Pero ahora estos ejemplos vivientes se colocan justo delante de tus ojos, estos diablos vestidos con piel humana están viviendo con total claridad ante tus propios ojos, y su discurso y conducta, cada una de sus palabras y acciones, sus expresiones faciales e incluso su tono de voz, aparecen todos en tu vida con intensidad, justo ante ti, y están grabados en tu mente. Esto no es algo malo para ti. Este tipo de cosas ocurren numerosas veces en la iglesia. La primera vez que suceden te sientes intranquilo y piensas que necesitas orar a Dios. La segunda vez piensas: “Debo aprender a usar la verdad para protegerme a mí mismo y, la próxima vez que encuentre a esta clase de persona, debo evitarla”, así que empiezas a pensar en cómo protegerte a ti mismo y alejarte de las personas malvadas. La tercera vez que aparecen esta clase de personas, reflexionas: “¿Por qué hablan exactamente igual que el gran dragón rojo, como Satanás? ¿Acaso no desorientan las cosas que dicen? ¿No son personas malvadas? Parece que las palabras de Dios han expresado que las personas que exhiben estas manifestaciones son anticristos. Debo discernirlas y dejarlas en evidencia, no puedo dejar que me desorienten y debo mantenerme alejado de ellas”. Al experimentar una y otra vez esta clase de cosas, obtienes un entendimiento más claro y completo de cómo discernir a los anticristos, a las personas malvadas, los satanases y diablos, así como de qué son los trastornos y las perturbaciones. Tu entendimiento ya no se detiene en palabras y doctrinas y mucho menos en imágenes. En su lugar, cada vez eres más capaz de identificar estas cosas en la vida real y, al mismo tiempo, mediante el uso de la verdad, puedes contemplar a estas personas y resolver esto que ha sucedido. Por supuesto, cuando ocurren estas cosas, estás también corrigiendo constantemente tus opiniones y perspectivas, pensando qué perspectiva exactamente deberías adoptar hacia estas personas, desde que óptica deberías considerarlas y qué clase de relación deberías mantener con ellas. Cuando afrontes estas cosas, reflexionarás de manera inconsciente sobre estos problemas y buscarás la verdad constantemente para encontrar respuestas, extraer conclusiones y, en último término, ganar algo. Durante este proceso, lo único que hace Dios es proporcionar a las personas la verdad y permitirles entenderla, ya sea hablando sobre ella o facilitando que la entiendan en las cosas que les acontecen. En resumen, Dios no corta de raíz esta situación. Si dicha situación debe ocurrir y es beneficiosa para la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios y el trabajo de la iglesia, entonces Él permitirá que les acontezca a las personas y no la detendrá, sino que dejará que siga su curso natural. El propósito de Dios al obrar de esta manera es, por una parte, descartar a las personas y, por otra, hacerlas perfectas. Por supuesto, al descartarlas, sin duda apunta a aquellas que sirven como contrastes y ni siquiera merecen rendir servicio, mientras que, al perfeccionar a las personas, apunta al pueblo escogido de Dios, a aquellos que están dispuestos a perseguir la verdad. Esto tiene un doble significado. Uno es que a las personas malvadas se las revela, descarta y echa de la iglesia por medio de su manera de desempeñarse. El otro es que, durante el proceso en el que estas personas malvadas van poco a poco actuando y sirviendo como contrastes, el pueblo escogido de Dios tiene la oportunidad de aprender a discernir y a entender la verdad en las palabras de Dios; así, Él obra la verdad en las personas de una manera práctica. Es decir, Dios permite que todas las diversas manifestaciones de la esencia perversa de todos los tipos de personas malvadas, anticristos, satanases y diablos que Él saca a la luz se muestren en la vida real de las personas y esto permite que tengan una comprensión y un conocimiento claros de diversos tipos de figuras, eventos y cosas perversos, atroces y negativos. Digamos, por ejemplo, que Dios te dice: “No puedes tocar brasas encendidas con las manos; se te quemarán los dedos y te dolerán”. No sabes qué aspecto tienen las brasas encendidas, no sabes qué se siente al tocarlas y, después de que Él te diga esto, lo que entiendes es una doctrina. Algunas personas imaginan entonces que una brasa encendida es una bola o una tira larga. ¿Y de qué color son las brasas encendidas? ¿Qué tacto tienen? ¿Qué dolor se sentirá al tocarlas? No lo sabes. Tu impresión sobre las brasas encendidas es solo una imagen de lo que tu mente puede imaginar y nunca tendrá nada que ver con la realidad. Así que, un día, cuando Dios saca una bandeja de brasas encendidas y la pone delante de ti, no las reconoces y solo te da la sensación de que parecen estar muy calientes. Alargas la mano alegremente para ver si los dedos sentirán calor al tocarlas. Dios dice: “Puedes probar, pero no las toques mucho tiempo, pues si no te quemarán la piel”. Algunas personas son idiotas: extienden los cinco dedos y agarran una brasa, con lo que la mano entera se les quema y se les llena de ampollas. Otras son inteligentes y cautas: solo extienden un dedo, tocan ligeramente una brasa y se apartan menos de un segundo después. Dicen: “Ay, ¡está demasiado caliente! ¡Quema de verdad!”. Ya uses los cinco dedos o uno para tocarla, en cualquier caso, lo que tocas es real, no una imagen o unas palabras y, durante el resto de tu vida, nunca olvidarás la sensación y la experiencia de tocar brasas encendidas y lo que significan para ti. Cuando las vuelvas a ver, les dirás a los demás: “Puedes usarlas para entrar en calor y para secar ropa y tostar pan, pero nunca debes tocarlas con las manos. Te quemarás y te saldrán ampollas si las tocas”. Puede que alguien diga: “¿Y qué pasará si me quemo y me salen ampollas?”. Y entonces responderás: “Como poco, no podrás sostener cosas con las manos y te resultará incómodo comer y más aún hacer trabajo físico”. Esto es hablar desde la experiencia, ¿no es así? Después de esa profunda experiencia, la sensación abrasadora de las brasas encendidas se grabará a fondo en tu memoria y así no volverás a tocarlas a la ligera. Dios tiene soberanía sobre todas las cosas y arregla que a las personas les sucedan todo tipo de situaciones, de modo que puedan aprender lecciones y beneficiarse de ellas, para que las verdades y palabras que Él les proporciona puedan obrar realmente en ellas y las palabras y verdades de Dios ya no sean doctrinas, consignas ni preceptos en el corazón de las personas, sino que se conviertan en su vida y en los principios y criterios de los que dependen para sobrevivir, así como que sean parte de su vida. De esta manera, la obra de Dios habrá causado su efecto.
En lo que respecta al asunto de la soberanía de Dios, lo que las personas deberían comprender es que Dios arregla el comienzo de un acontecimiento, para luego guiar y liderar el trascurso de su desarrollo. En cuanto a cuál es al final el resultado de un acontecimiento, qué ganan aquellos que persiguen la verdad y cuánto obtienen, dónde terminan este acontecimiento y las personas y cosas implicadas en él y cómo se han dispuesto finalmente, por supuesto, esto también lo determina Dios; se trata de un principio de la soberanía de Dios sobre todas las cosas. Él solo predetermina el comienzo, el proceso y el resultado de cada acontecimiento y permite que todo este se desarrolle con libertad en la dirección que ha establecido, con el propósito de hacerlo todo conforme a los patrones naturales o permitir que todo cumpla su función sin experimentar ninguna distorsión o proceso, a fin de lograr el efecto que Dios pretende conseguir. ¿No es así? (Sí). Por ejemplo, cuando Dios arregla que empiece y ocurra un acontecimiento, entonces comienza a observar las actitudes de las personas que entran en contacto con este acontecimiento y cuáles son sus puntos de vista respecto a él —si lo contemplan de manera atenta o no están interesadas en prestarle atención y si se comprometen con ello de corazón o lo rechazan, se resisten y lo evitan—, Dios está observando las manifestaciones de los diversos tipos de personas. Por tanto, ¿interviene Dios en las manifestaciones de los diversos tipos de personas? No lo hace, sino que te concede el derecho a elegir libremente. Puedes darle gran importancia a este acontecimiento y ser muy sincero al respecto o puedes adoptar una actitud de no tenerlo en cuenta y mostrarte indiferente y, por supuesto, también puedes adoptar una actitud de abstenerte, evitarlo y no participar en él; Dios se limita a observar en silencio. Sin embargo, Dios inicia el surgimiento y la realización de todo el acontecimiento. Este es el paso inicial de la soberanía de Dios sobre un acontecimiento. Cuando este acontecimiento empieza a desarrollarse, en cuanto a qué personas participan en él, quiénes se involucran y en qué dirección se desarrolla el acontecimiento una vez que se hayan visto involucradas en él, es Dios, por supuesto, el que maniobra y arregla a todas estas personas, de modo que el acontecimiento se desarrolla en la dirección y con el efecto que Dios quiere. De la misma manera, cuando este acontecimiento sale al descubierto y todo el asunto alcanza un clímax, Dios sigue observando las actitudes, manifestaciones, opiniones y puntos de vista de los diversos tipos de personas. Él observa si de veras te tomas a pecho este acontecimiento, si eres sumamente serio, riguroso y sincero respecto a este o si bien te resulta indiferente, lo ignoras y eres increíblemente insensible al respecto o adoptas una actitud de evitación y repulsión hacia él. Te está observando para ver si eres alguien que ama la verdad y alguien sincero en lo que respecta a las palabras de Dios, Sus requerimientos y la verdad. Durante el proceso de desarrollo de todo el acontecimiento, tu actitud se vuelve cada vez más evidente y Dios percibirá con creciente claridad tu actitud hacia la verdad, hacia los entornos que Él plantea y hacia perseguir la verdad. Cuando el acontecimiento al completo se desarrolle hasta el final y tenga su resultado inevitable, Dios seguirá observando lo que has obtenido de todo el acontecimiento, lo que tienes en mente y lo que estás calculando. Se está fijando en si solo estás centrado en obtener experiencia y en sacar lecciones de este acontecimiento para protegerte a ti mismo —si estás siendo un complaciente— o si haces las cosas de acuerdo con los principios-verdad y ya no eres atolondrado como antes. Dios también se fijará en cuál es tu actitud hacia este acontecimiento, si te mantienes en silencio y no expresas ninguna opinión, te mantienes ajeno a cualquier cosa que no te afecte personalmente o si, al hacerle frente, no solo careces de una comprensión pura, sino que en su lugar tus malentendidos con Dios y tus quejas hacia Él también se han vuelto más graves y has desarrollado incluso más nociones y figuraciones sobre Él, hasta el punto de querer evitarlo. Los diversos tipos de personas tienen pensamientos y opiniones diferentes cuando se suceden toda clase de acontecimientos y Dios está observando y registrando todos ellos. Cualquier año o cualquier día y a cualquier hora, minuto o segundo, lo que estás pensando, lo que estás diciendo, lo que estás calculando, lo que estás planeando, qué aspectos de la verdad llegas a entender, cuál es tu actitud cuando alguien comparte algún aspecto de la verdad, si te resistes y sientes aversión por ello y no quieres escucharlo o planeas escapar; Dios escruta todas estas cosas. También hay quienes no tienen nunca actitud alguna hacia las personas, acontecimientos y cosas que aparecen en la iglesia, la casa de Dios o su entorno, que son insensibles y bobos como imbéciles. Se limitan a aferrarse con fuerza a sus propias opiniones, piensan: “Mientras no cometa maldad, no cause trastornos o perturbaciones ni juzgue a los demás ni haga ningún comentario o tenga alguna actitud u opinión al encontrarme con cualquier persona, acontecimiento o cosa y me limite a actuar como un robot y haga bien mi deber y sea buena mano de obra ateniéndome a las reglas, con eso es suficiente”. Esta es también una especie de pensamiento y opinión. Por supuesto, Dios también observará y registrará este tipo de pensamiento y opinión. El propósito de la soberanía de Dios sobre todas las cosas y acontecimientos y sobre todo aspecto específico que ocurra en torno a las personas es plantear entornos para ellas y proveerlas de materiales de enseñanza vivientes, de modo que, ante toda clase de cosas, los distintos tipos de personas muestren su cara, sus pensamientos y opiniones y su actitud más sinceros hacia Dios y la verdad. Estas actitudes que tienen las manifiestan por completo en un estado de liberación y libertad. Dios nunca interviene, interfiere ni manipula, solo permite que los diversos tipos de personas expresen sus pensamientos, opiniones y actitudes a su antojo y de acuerdo con su curso natural y, al final, revela y trata a los diversos tipos de personas de acuerdo con sus manifestaciones. ¿Quién está incluido en “los diversos tipos de personas”? ¿Qué dispone Dios para ellas? A aquellos que aman la verdad, Él les permite obtenerla; Él permite a aquellos que no están interesados en la verdad, pero están dispuestos a ser mano de obra, que se asienten para lograrlo. En cuanto a aquellos que sienten repulsión y aversión por la verdad, Él revela su actitud de sentir aversión por ella, pero si pueden asentarse para rendir servicio o son aptos para hacerlo, Dios seleccionará a los mejores y los facultará para rendir servicio, mientras que si no son adecuados para rendirlo o sienten aversión por la verdad hasta el punto de que puedan causar trastornos y perturbaciones, Dios los echará cuando sea el momento y la ocasión adecuados. Toda esta obra que hace Dios es incompatible con las nociones de las personas, ¿no? (Sí). ¿Pueden estas ver la tolerancia y la hermosura de Dios en todo ello? (A partir de tales cosas, podemos ver que, por medio de esta obra práctica, Dios lleva a las personas a experimentar, y que detrás de toda esta obra se encuentra el amor de Dios por el hombre). Dentro de esta obra se hallan las intenciones meticulosas de Dios, la sabiduría de Su obra y Su actitud responsable hacia los seres humanos que pretende salvar. Hay otro aspecto, el de que las posesiones de Dios y Su ser no son cosas que tengan los seres humanos. Él es sumamente riguroso y sincero en todo lo que hace y nunca es descuidado. En particular, en lo que se refiere al asunto de que las personas obtengan la verdad, Dios es sumamente riguroso y sincero; para responsabilizarse de las vidas y los desenlaces de las personas, Dios debe actuar así. Por supuesto, Su esencia, Sus posesiones y Su ser son exactamente así para Él. No importa qué actitud tengas hacia tu vida y hacia tu desenlace y destino, ya se trate de una actitud seria y rigurosa o de una superficial, en cualquier caso, dado que Dios te ha seleccionado y te proporciona la verdad y quiere salvarte, Él captará por completo cada palabra y acción tuya y tus actitudes en todo y al final determinará tu desenlace según todas tus actitudes. Y sobre la base de estas, Dios se fijará en si al final vas a ser alguien que obtenga la verdad y capaz de someterse a Él y ser compatible con Él. Puede que nunca hayas sido sincero respecto al asunto de que Dios salve a las personas, nunca lo hayas meditado con detenimiento y no sepas cómo lo hace. Sin embargo, como Creador que tiene soberanía sobre los seres humanos creados, Él no es atolondrado ni confuso como los humanos, sino que lleva a cabo con seriedad la obra de salvar a la especie humana. Él te creó y te seleccionó. Prometió a las personas que las salvaría por completo, de modo que cumplirá esta obra y será responsable hasta el final. Por tanto, existen manifestaciones y contenido de obra reales en la consecución de la obra de Dios por Su parte y en el hecho de que Él asuma la responsabilidad hasta el final. Así es cómo obra Dios y esta es Su actitud sincera y honesta. Él no se mostrará superficial contigo ni te engatusará con cualquier consigna; la obra de Dios en particular refleja mejor el precio real que Él paga para salvar a las personas y Su actitud responsable hacia ellas.
Una vez que la gente entienda los principios y el propósito de la salvación de Dios de las personas y Su soberanía sobre todo, ¿acaso no se resolverán en cierta medida sus nociones y figuraciones sobre Él a este respecto? (Sí). ¿Qué deberían entender respecto a esto? Que, ya sea en toda clase de asuntos o en una cuestión concreta sobre la que Dios tiene soberanía, la cooperación de las personas supone el 80 o incluso el 90 por ciento, y sus pensamientos y opiniones, así como sus actitudes hacia el asunto en cuestión, son muy importantes a ojos de Dios. No pienses que si no dices nada y no muestras tu postura cuando las cosas te acontecen, entonces Dios no te prestará atención y te ignorará. Si te gustaría que Dios te ignorara, entonces mejor será que no creas en Él. Dado que estás en la casa de Dios y que te ha seleccionado, Él no te va a ignorar en absoluto. Todo se escruta a ojos de Dios, con más razón en tu caso, que eres una persona diminuta. Aunque fueras una hormiga, si Dios te seleccionara, te seguiría escrutando constantemente y te guiaría. Dado que Dios te escruta, solo tienes que aceptar las cosas que te suceden. No las evites, evitarlo no es una elección sabia. Debes afrontarlas. Solo cuando las afrontes y tengas una actitud clara tendrás la oportunidad, en los entornos que Él ha dispuesto para ti, de obtener las verdades que Dios te permite entender, mientras que evitarlas no te permitirá entender verdades en tu silencio. Aparte de las verdades respecto a las visiones, otras verdades, es decir, todas las relativas a la vida y la existencia humanas, se expresan por medio de cómo se desarrolla un entorno o el contexto donde se reproduce el comportamiento de una clase de persona. Las personas solo pueden comprender de veras las realidades de estas verdades después de que hayan obtenido experiencia y entendimiento reales. La mayoría no logra comprender con claridad este punto y su actitud hacia las diversas clases de verdades es tibia, así que además quiere evitar constantemente estos entornos y no desea buscar la verdad relativa a los problemas reales. Tampoco aprenden a discernir a diferentes tipos de personas y acontecimientos en función de la verdad ni se forman en aplicarla para resolver diversos problemas. Sea lo que sea lo que les suceda, no tienen actitud ni opiniones y no participan en las enseñanzas y discusiones. Orar a Dios, leer Sus palabras, aprender himnos y cumplir su deber cada día les basta para quedarse satisfechas, es suficiente. Te diré una cosa y es que la mano de obra se caracteriza por estar solo dispuesta a esforzarse y no le interesa ningún aspecto de la verdad ni está dispuesta a ser sincera respecto a cualquier aspecto de esta, le parece que hacerlo es muy problemático; esto es ser mano de obra. Si no eres un sirviente de Satanás ni una persona malvada o un anticristo, como mucho puedes ser mano de obra. Pero esto es diferente en lo que respecta al pueblo de Dios que puede lograr la salvación. No se quedan satisfechos solo con ser mano de obra y ejercer un poco de esfuerzo, sino que aprenden y entienden varias verdades en todo tipo de personas, acontecimientos y cosas y luego contemplan y lidian con los diversos tipos de personas y acontecimientos a partir de estas verdades. De esta manera, estas distintas verdades obran poco a poco en ellas y, de manera gradual, se convierten en su vida y en los principios para sus acciones y su conducta propia. Solo cuando la verdad se convierta en tu vida serás capaz de someterte a Dios y temerlo y evitar el mal; de lo contrario, no se puede conseguir ese efecto. No tengas miedo de experimentar cosas y que no te asuste discernir a las personas. No es malo que sucedan toda clase de acontecimientos y Dios tiene soberanía sobre esto. Si Él tiene soberanía y es el que dispone los arreglos, ¿qué tienes que temer? Si Dios tiene soberanía y hace los arreglos, entonces, para ti, que suceda un acontecimiento no es, cuanto menos, ni malévolo ni una tentación. En cambio, es para que aprendas lecciones, seas edificado y te beneficies, así como con el fin de hacerte perfecto. Si puedes someterte a las instrumentaciones y arreglos de Dios, abordas lo que te ocurre como materiales de enseñanza positivos y buscas la verdad y aprendes las lecciones que te corresponde aprender, entonces la verdad obrará en ti con naturalidad e imperceptiblemente y se convertirá en tu vida. Por tanto, es un error que la mayoría de las personas adopte una actitud de indiferencia, evitación, de no participación y falta de compromiso, así como que no expresen opiniones ni compartan cuando afrontan diversos acontecimientos; esto no es aconsejable. ¿Por qué digo que es un error o no es aconsejable? Esta actitud le muestra a Dios que no estás interesado en Su salvación ni en Sus buenas intenciones y que no estás interesado en que Dios te haga perfecto y no le prestas atención a esto y lo rechazas. Cuando Dios vea que esta es tu actitud, ¿querrá todavía salvarte? E incluso si Dios quiere salvarte, ¿cómo puede hacerlo si no cooperas? Como se suele decir, “es un caso perdido” y así nos referimos precisamente a este tipo de persona.
En el marco de todo el plan de gestión de Dios, en especial en esta última etapa de Su obra, Él ha expresado un gran número de verdades y tú las has oído todas. No importa cuántas de ellas hayas experimentado o entendido, como poco las conoces, así que Dios no hará ninguna obra adicional de intervención y facilitación. Dios solo espera tu actitud, además de tu cooperación en todo lo que te acontece. Él quiere ver tu actitud, tus opiniones, tus búsquedas y la senda que tomas. Si cada vez que te enfrentas a las personas, los acontecimientos o las cosas, Dios registra que no tienes actitud ni opiniones y que nunca tienes nada que decir, entonces dime, ¿acaso no eres un necio? ¿Quiénes nunca tienen nada que decir? ¿Acaso no son aquellos que son sordos, mudos, tontos o idiotas? Lo que Dios registra es que no tienes actitud, así que cuando al final te pone una nota, lo que obtienes son cero puntos. Cuando algo te sucede, Dios pregunta: “¿Estás dispuesto a pagar un precio?”, y tú dices: “¡Sí!” y Él vuelve a preguntar: “¿Tienes determinación? ¿Has hecho un juramento?”, a lo que respondes: “¡Sí!”. Si solo tienes esta determinación, pero cuando se te pregunta qué has obtenido de experimentar este entorno, no tienes nada que decir y no has obtenido nada de todos los entornos que has experimentado, entonces, al final, cuando Dios te ponga una nota, solo te dará dos puntos. ¿Por qué dos? Te habrás ganado dos puntos debido a esa pequeña determinación tuya. Dime, ¿acaso no estarás acabado entonces? ¿Te quedarán aún esperanzas de salvación? Las esperanzas de salvación se logran al esforzarte tú mismo por ella. Es el fruto que obtienes a cambio de elegir caminar por la senda de perseguir la verdad. Por tanto, da igual lo que te suceda, no tengas miedo de ello ni lo evites y no te cubras la cabeza con las manos ni te escondas en tu caparazón como una tortuga; en vez de eso, afróntalo de manera positiva y proactiva. Si estás cohibido, te dan miedo las cosas y no te atreves a hacer una evaluación de nada —da igual con quién tenga que ver— por miedo a que se te deje en evidencia y que los demás te desentrañen si dices algo equivocado, y si siempre tienes miedo y nunca participas, ¡esto significa que estas renunciando a tu oportunidad! Puede que hayas dedicado muchas energías a hacer tu deber, pero lo cierto es que hace mucho que decidiste tu propio desenlace. Al final, solo conseguirás dos puntos, ¿acaso no eres entonces un tonto insignificante? ¿No es propio de un tonto insignificante obtener dos puntos? Y ya que solo vas a lograr dos puntos, ¿acaso no ha sido en vano tu fe en Dios durante esta vida? Esta es la última etapa de la obra de Dios, si tu fe ha sido en vano esta vez, entonces se establecerá tu desenlace. Dios nunca volverá a hacer la obra de salvar a los seres humanos. Esta es la última oportunidad; si sigues sin esforzarte por ella, la dejas pasar y no puedes lograr la salvación, ¡eso será una gran lástima! No importa cuántos años hayas experimentado la obra de Dios, al menos debes conseguir la nota para aprobar, entonces todavía habrá esperanzas de que sobrevivas. Si tu mano de obra ni siquiera es acorde al estándar y además has causado muchos trastornos y perturbaciones, entonces no has recogido ningún fruto en absoluto y tu esperanza de lograr la salvación habrá pasado a ser nula. No seas solo un espectador en todos los entornos que Dios plantea; participa, forma parte de ellos. Pero hay un principio al que, como mínimo, debes atenerte: no causes perturbaciones. Puedes participar y expresar tus propias opiniones y evaluaciones e, incluso si hablas como un profano y solo dices palabras y doctrinas, eso no importa. Sin embargo, debes participar en todos los asuntos con el principio e intención de buscar la verdad, practicarla y someterte a ella; solo entonces tienes esperanzas de salvarte. ¿Sobre qué base se sustenta la esperanza de salvación? Se sustenta sobre la base de que seas capaz de esforzarte por la verdad, meditar sobre ella y dedicarle esfuerzo cuando ocurre cada asunto. Solo sobre esta base puedes entender la verdad, practicarla y alcanzar la salvación. Sin embargo, si eres siempre un observador cuando suceden las cosas —no haces ninguna evaluación ni calificación ni expresas ninguna opinión personal— y no tienes puntos de vista sobre nada o, aunque los tengas, no los expresas ni sabes si son correctos o equivocados, sino que simplemente los tienes bajo llave en tu mente y piensas sobre ellos, entonces acabarás por no obtener la verdad. Piénsalo, esto es como morirse de hambre mientras se está sentado en un gran festín. ¿Acaso no eres miserable? En la obra de Dios, si eres creyente desde hace diez años y has sido un observador todo ese tiempo, o si lo has sido durante todos los 20 o 30 años que lleves creyendo, entonces, al final, cuando sea el momento de decidir tu desenlace, el marcador que Dios asigne a tu registro será de dos puntos, así que serás un tonto de pacotilla y tú mismo habrás arruinado por completo tu oportunidad de obtener la verdad y tu esperanza de salvarte. Al final del todo, te etiquetarán como un tonto de pacotilla y te lo tendrás merecido, ¿no? (Sí). ¿Cuál es el secreto para no ser un tonto de pacotilla? (El secreto es no ser un observador). No seas un observador. Crees en Dios, así que debes experimentar Su obra para obtener la verdad. Hay quien tal vez pregunte: “¿Así pues, me estás pidiendo que participe en todo? Pero la gente dice: ‘No hables de lo que no te concierne’”. El pedirte que participes significa pedirte que busques la verdad y aprendas lecciones de las cosas a las que te enfrentas. Por ejemplo, cuando te enfrentas a cierto tipo de persona, debes obtener discernimiento por medio de sus manifestaciones y de las cosas que hace. Si vulnera la verdad, debes discernir qué hizo para vulnerarla. Si otros dicen que esta persona es malvada, debes discernir qué es lo que dijo e hizo y qué manifestaciones de maldad muestra para que la califiquen como una persona malvada. Si otros dicen que esta persona no defiende los intereses de la casa de Dios y ayuda a los forasteros a su costa, entonces deberías averiguar qué es lo que ha estado haciendo. Y, cuando lo averigües, no bastará solo con saber estas cosas. Además, tendrás que reflexionar: “¿Podría hacer yo tales cosas? Si nadie me lo recordara, podría hacer también las mismas cosas y, entonces, ¿acaso no tendría el mismo desenlace que esa persona? ¿No sería peligroso? Por fortuna, Dios planteó este entorno para darme un aviso, ¡para mí esa es la mayor protección!”. Después de meditarlo, te das cuenta de una cosa: no puedes seguir la senda que sigue ese tipo de personas, no puedes ser como ellas y debes amonestarte a ti mismo. Sea lo que sea aquello con lo que te encuentres, debes aprender lecciones al respecto. Si hay cosas que no entiendes del todo y que en tu fuero interno sientes que son extrañas, deberías hacer preguntas y averiguaciones sobre ellas, así como determinar el verdadero estado de los asuntos mediante la búsqueda de la verdad. Esto no es curiosidad, sino ser serio. Ser serio significa no actuar por inercia ni siguiendo al rebaño; es una actitud de responsabilizarse. Al ganar claridad respecto a estos problemas y luego buscar la verdad para resolverlos, solo entonces, al enfrentarte a la misma clase de situación en el futuro, tendrás una senda de práctica, serás capaz de practicar con precisión y tendrás la sensación de estar en paz y en calma. Estás siendo serio en función del principio de intentar entender el verdadero estado de los hechos y, a partir de ellos, obtener la verdad y aprender cómo contemplar a las personas y las cosas, en lugar de seguir a los demás y dejarte llevar por la corriente en todos los asuntos. Solo al ser serio en tus acciones puedes llegar a practicar la verdad y actuar según los principios. Aquellos que no son serios son propensos a seguir a otras personas y a dejarse llevar por la corriente, y es probable que de esta manera vulneren los principios-verdad. Digamos, por ejemplo, que alguien hace siempre su deber de manera superficial, así que se le inhabilita para llevarlo a cabo. Dices: “De cara al exterior, parecía bueno. ¿Cómo no me di cuenta de que estaba siendo superficial? ¿Acaso me desorientó? ¿De qué modo estaba saliendo del paso en su deber? ¿Qué hizo de manera superficial?”. Cuando alguien te cuenta algunas de las formas en las que esa persona se comportaba de manera superficial, dices: “¡Ciertamente se le da bien fingir! Parecía buena de cara al exterior y decía cosas realmente agradables. Dijo: ‘¡Dios nos ha dado mucha gracia, no podemos estar sin conciencia, hemos de cumplir nuestros deberes adecuadamente!’. Cuando la oí decir eso, pensé que estaba haciendo su deber con lealtad; ¡nunca imaginé que fuera tan superficial! ¿Acaso no me ha desorientado? Me faltó discernimiento de las personas, no contemplé a las personas y las cosas según los principios-verdad, como tampoco traté a las personas según los principios-verdad. Solo me guiaba por lo bien que hablaba esa persona, sin tener en cuenta los resultados que obtenía en su deber, su comportamiento y manifestaciones específicos ni su esencia; en este asunto cometí un error. Resulta que las personas que parecen buenas desde fuera puede que en realidad no sean necesariamente buenas en verdad y, aunque digan cosas agradables, puede que no hagan realmente lo que dicen ni tengan consciencia ni humanidad. A partir de ahora, debo contemplar a las personas según las palabras de Dios y aprender a discernirlas. ¡No puedo dejar que me vuelvan a engañar!”. Como ves, ocurra lo que ocurra, mientras seas un poco sincero y busques la verdad y luego saques conclusiones, obtendrás algo. Si de veras recoges estas ganancias, ¿acaso no es eso algo bueno? (Sí). Habrás aprendido algo y te habrás beneficiado un poco en la cuestión de discernir a las personas; esto es lo que obtienes por ser sincero y dedicar esfuerzo en lo relativo a la verdad. Supongamos que no eres así de sincero. Cuando oyes que expulsaron a alguien porque siempre era superficial al hacer su deber, no preguntas: “¿Por qué era superficial? ¿Por qué lo expulsaron?”. En cambio, solo piensas para tus adentros: “¿Qué tiene de malo ser superficial? De cualquier modo, a mí no me han expulsado, así que todo está bien”. En ese caso, ¿habrás recibido una pequeña advertencia, aprendido una pequeña lección o desarrollado algo de discernimiento de este asunto? No. ¿Por qué no? Porque no estás interesado ni eres serio respecto a tales cosas y en ningún caso llevas una carga para tu propia entrada en la vida o tu búsqueda de la verdad, además de porque ya no te interesa ni participas en la enseñanza de otros sobre cuestiones de perseguir la verdad y de entrada en la vida; como mucho, simplemente pronuncias algunas palabras de conformidad de manera superficial y eso es todo. ¿Hay muchas personas de este tipo? Cuando les suceden cosas, les gusta particularmente ser superficiales y actuar por inercia, no acarrean ninguna carga en absoluto para su propia entrada en la vida o su búsqueda de la verdad. Aparte de tener algo de gusto por los chismes cuando interactúan con los demás, no tienen interés de ningún tipo en cosas que involucren la entrada en la vida o en las lecciones que deberían aprender en los entornos que plantea Dios. Después de terminar el poco trabajo que tienen entre manos, se quedan allí sentadas mirando al infinito, solo quieren dar cabezadas o descansar un rato y no acarrean ninguna carga en absoluto para su propia entrada en la vida. Aparte de un poco de determinación y de los pocos deseos que tienen, en última instancia, estas personas no obtendrán verdades y, a fin de cuentas, su nota final tan solo puede acabar siendo de un dos, no podrán deshacerse de esta tontería insignificante y, por tanto, estarán acabadas en esta vida. Si estás acabado esta vez, entonces estarás de veras acabado y no habrá esperanzas de que te salves, debido a que tu desenlace se habrá establecido. La nota que acaba recibiendo un ser creado está directamente vinculada a su desenlace. Si apruebas, entonces tu desenlace será que estás salvado. Si no recibes un aprobado, entonces no tendrás un buen desenlace. Este es el momento en el que los desenlaces de las personas se acaban decidiendo y, una vez que se fija un desenlace, este es permanente y no va a cambiar. No habrá otra ocasión de esforzarse por uno bueno ni ninguna oportunidad de cambiarlo; tu porvenir se decidirá de una vez y para siempre. ¿Lo has entendido? ¿Esto tiene como fin asustarte? (No). Piénsalo, Dios está haciendo la obra de gestionar y salvar a la especie humana y le está proporcionando a las personas las diversas verdades que deberían poseer, ¿cuántas veces puede Dios hacer esta clase de obra? (Solo esta). Nunca la ha hecho antes ni la repetirá. Esta será la única ocasión y, una vez que la complete, la gran obra de Dios se habrá logrado por completo. ¿Qué significa “logrado por completo”? Significa que Él no la volverá a hacer ni tiene planes de repetirla. Por tanto, sean cuales sean los desenlaces finales de las personas en este momento, estos se definirán y no cambiarán. Dios no les dará la oportunidad de volver a desempeñar ni de vivir de nuevo su vida. El tiempo que ha transcurrido no regresará jamás ni se producirá ningún cambio. Por tanto, si no aprovechas esta oportunidad, perderás la ocasión de salvarte. Si ignoras los distintos entornos y las diversas personas, acontecimientos y cosas que Dios ha planteado, eres insensible y torpe respecto a ellos y los tratas con indiferencia, entonces eres un necio insignificante. Ni siquiera tú mismo te tomas en serio tu propio desenlace y destino, ¿quién te va a prestar atención alguna entonces? Se te ha dicho esto muchas veces, pero no te lo tomas en serio, ¿qué eres tú si no un necio insignificante? Nada es tan importante como la cuestión de salvarse. ¿No es así? (Sí). Por supuesto, como acabo de decir, el desenlace definitivo de una persona lo determinan sus manifestaciones generales en los diversos entornos sobre los que Dios tiene soberanía, así que las personas deberían prestar atención a sus manifestaciones generales en su vida diaria. La intención de esto no es pedirte que cotillees y te metas en disputas, sino que, sobre la base de tu entorno y condiciones existentes y en la mayor medida posible, llegues a entender la verdad y entres en ella, te embarques en la senda de perseguir la verdad y te esfuerces para más o menos entrar en los tres puntos de “desprenderte” que hemos compartido, antes de que termine la obra de Dios. De este modo, habrás aprobado con una nota de 60 o más y te habrás salvado. Sin embargo, si ni siquiera logras acercarte cuando se trata de cualquiera de estos tres puntos o si no apruebas ninguno de ellos ni tienes entrada real en ninguno, entonces no te llegará la nota para aprobar y no serás objeto de salvación. ¿Lo has entendido? (Sí).
¿En qué deberíais centraros ahora para ponerlo en práctica? En buscar la verdad y aprender lecciones en los entornos que Dios dispone. Si cada día te contentas con limitarte a hacer un esfuerzo y desempeñar trabajo sin perseguir la verdad en absoluto, entonces solo eres mano de obra. Si te has esforzado, has experimentado los diversos entornos planteados por Dios y has entendido algunas verdades, con independencia de cuántas verdades hayas obtenido, al final has conseguido ganancias, ya sean grandes o pequeñas, muchas o pocas; e incluso si te llevó mucho tiempo obtener estas cosas y tu progreso fue lento, como poco estás en la corriente de la obra de Dios y eres alguien que ha tenido ganancias, entonces tendrás la ocasión de salvarte. ¿Qué es lo más fundamental que deberíais hacer ahora? Deberíais apartaros de las diversas clases de asuntos complicados y sin ningún sentido y dedicar vuestro corazón a perseguir la verdad; deberíais esforzaros por, en un corto periodo de tiempo, comprender vuestros diversos estados y llegar a conocer vuestro talón de Aquiles, vuestras debilidades y problemas, para así buscar la verdad y resolverlos, de modo que tengáis una senda que seguir y un objetivo que buscar, así como claros principios-verdad a los que ateneros en el cumplimiento de vuestro deber. Deberías tener un objetivo y dirección claros con los que buscar respecto a tus propias deficiencias, tu propio deber y tu propio entorno, en lugar de correr de un lado a otro como un pollo sin cabeza, acabando allá donde tus piernas te lleven a ciegas, lo cual es peligroso. Tienes que deshacerte del estado y la presente situación de tu vida por medio de los cuales solo te esfuerzas, pero no obtienes la verdad. No seas un espectador ni te veas arrastrado a toda clase de disputas. Si no quieres que te metan en ellas, debes aprender a dedicarle esfuerzo a los principios-verdad. Si entiendes cada uno de los principios-verdad, podrás escapar de esta clase de disputas. ¿Por qué digo esto? Solo cuando has entendido las diversas verdades puedes entrar en ellas y tienes esperanzas de entrar en la realidad-verdad. Entonces, cuando participes en diversas cosas, tendrás principios y sabrás cómo afrontarlas. Si dejas sin más de ser un espectador, pero estás completamente atolondrado respecto a todas las verdades, no entiendes ninguna y lo único que comprendes son doctrinas y unas pocas palabras; si no sabes cómo discernir a diferentes clases de personas y, al enfrentarte a los problemas, solo hablas del devenir de los acontecimientos y juzgas quién tenía razón y quién estaba equivocado, nada más, con lo que al final no obtienes la verdad, entonces tu participación en cualquier asunto es inútil. ¿En qué se convierte esta clase de participación? En provocar disputas. Por tanto, debes aprender a dedicar esfuerzo a los principios-verdad y, una vez que tengas cada vez más claro el aplicarlos —y lo hagas con una creciente precisión— tendrás esperanzas de entrar en la verdad y entonces también las tendrás de salvarte.
En cuanto a cómo pueden obtener las personas la verdad en los entornos que Dios ha planteado para ellas, ¿cuántos principios de práctica acabamos de compartir en total? No ser un espectador, ¿y cuál otro? (No solo hacer esfuerzos). Deshazte de la clase de estado en el que hacer un esfuerzo te basta para estar satisfecho, pero no estás dispuesto a perseguir la verdad. ¿Qué más? (No te metas en toda clase de disputas). No te metas en toda clase de disputas, no te enredes en todo tipo de asuntos complicados; no sustituyas atenerte a los principios-verdad por estas cosas. Deberíais ateneros a todos estos principios. Si te atienes a ellos, no estarás lejos de perseguir la verdad y pronto serás capaz de entrar en la realidad de perseguirla. ¿Es fácil poner esto en práctica? He interactuado durante muchos años con personas en la iglesia, pero pocas me preguntan sobre la entrada en la vida o hacen preguntas relativas a los principios-verdad y muy pocas expresan sus estados personales y luego buscan sendas de práctica. En cambio, algunas hacen preguntas que no tienen nada que ver con la verdad e incluso usan palabras como “buscar”. Cuando oigo la palabra “buscar”, escucho con mucha atención y con seriedad, le dedico toda Mi atención, pero cuando resulta que están preguntando sobre una cuestión trivial, siento repugnancia, digo: “La cuestión por la que estás preguntando no tiene nada que ver con el trabajo de la iglesia ni con la entrada en la vida: no uses la palabra ‘buscar’. Es un insulto para la palabra ‘buscar’”. ¿Se puede usar la palabra “buscar” de manera inadecuada? (No). Alguien me llegó a preguntar: “Mi hijo tiene un lunar en la espalda. Hay quien dice que este lunar significa que tiene un mal porvenir y otros aseguran que puede haber un riesgo potencial de enfermedad en la zona donde está creciendo el lunar. En cualquier caso, no me importa que tenga o no un mal porvenir, sino si realmente es dañino para su salud, ¿crees que se lo deberían quitar?”. Si os preguntaran esto, ¿cómo responderíais? ¿Creéis que de veras está relacionado con la verdad? ¿Tiene que ver con el trabajo de la iglesia? (No). No guarda relación con ninguna de estas cosas, así que, ¿estoy obligado a preocuparme por este asunto? (No). No tengo semejante obligación. Así que dije: “El hecho de que tu hijo tenga un lunar en su cuerpo no tiene nada que ver con la verdad. No me preguntes a Mí por eso, ve a preguntarle a un médico. Yo no soy tu médico de familia”. ¿Creéis que debería preocuparme esta cuestión? (No). Da igual a quién le preguntes, nadie estaría dispuesto a preocuparse por este asunto. No es que teman responsabilizarse, más bien es que no tienen obligación de preocuparse por tales cosas. ¿Afectaría al trabajo de la iglesia que le quitaran o no el lunar a tu hijo? ¿Afectaría a tu propio cumplimiento del deber? Este asunto no tiene nada que ver conmigo. No me preguntes al respecto, es una cuestión sin sentido. No tiene nada que ver con la verdad y, sin embargo, sigues usando la palabra “buscar”. Profanas la palabra “buscar”, ¡eso es repugnante! Alguien preguntó también: “Ha entrado una tortuga en mi jardín, ¿debería atraparla o no? Quiero buscar de Ti”. Plantea esta pregunta para buscar una respuesta de Mí; ¿crees que debería responderla? (No). Añadió: “¿Y si estoy vulnerando la ley al atraparla? Si estoy vulnerando la ley y Tú no me lo impides, ¡serás responsable!”. ¿Qué dirías? (Decidiste atraparla por propia voluntad, que vulneres la ley no tiene nada que ver conmigo). Si vulneras o no la ley, eso es asunto tuyo y no tiene nada que ver conmigo. Puedes hacerme preguntas sobre cosas como los principios del trabajo de la iglesia y los principios-verdad, pero en cuanto a asuntos legales, búscate un abogado; consulta a uno del país donde vivas. Yo no soy abogado, así que no me preguntes a Mí por tales asuntos. Estoy aquí para expresar la verdad y hacer la obra de salvar a la especie humana. Solo proveo de la verdad y comparto los principios. En cuanto a si te puedes salvar o no, eso no tiene nada que ver conmigo; es asunto tuyo. Y ya ni hablemos de los asuntos privados de tu propia vida; con mayor razón no deberías preguntarme por ellos y no tengo obligación alguna de responderte. Es así, ¿verdad? (Sí).
Este tema relativo a la obra de Dios está vinculado estrechamente con los desenlaces definitivos de las personas, así que estas no pueden acarrear nociones y figuraciones cuando aceptan y experimentan la obra de Dios; deberían desprenderse de estas nociones y figuraciones de raíz y no deberían permitir que estas existieran entre ellas y Dios. Solo al abordar la obra de Dios con actitudes, opiniones y pensamientos correctos pueden las personas tener la oportunidad de entender y obtener la verdad; solo al abordar la obra de Dios con opiniones, actitudes y pensamientos correctos pueden entender realmente y experimentar la obra de Dios y, al final, desde el marco de Su obra, obtener las verdades que les corresponden. Por tanto, no importa de lo que te desprendas, en resumen, todo es para permitirte entrar en el camino correcto y embarcarte en la senda de perseguir la verdad; al final, el resultado y el propósito no son otros que permitirte entender los principios-verdad y obtener la verdad. Este es el propósito definitivo de nuestra enseñanza sobre este contenido. Sea lo que sea lo que hemos compartido, el propósito definitivo es permitir a las personas entrar en la realidad-verdad. Si entiendes la verdad y tienes los principios-verdad como base en muchas cuestiones y ya no te hallas sin dirección, sin rumbo ni perdido al hacer las cosas, esto no significa que tu calibre haya mejorado, sino que consideras la verdad de Dios, Sus palabras, como criterio para tus acciones y conducta propia. Es decir, sobre la base de tu calibre, capacidades y talentos innatos, has entendido la verdad y tienes criterios para tu conducta propia, por lo que eres un ser humano creado que puede vivir con independencia en este mundo y entre todas las cosas. Solo tal ser humano es de veras acorde al estándar como ser humano creado; se trata de un ser humano creado estándar. ¿Lo has entendido? (Sí). Entonces, aquí termina nuestra charla por hoy. ¡Adiós!
15 de julio de 2023