Cómo perseguir la verdad (3)
Llevamos ya algún tiempo compartiendo el tema de perseguir la verdad. El contenido relacionado con este tema es bastante amplio, pero por muy amplio que sea, no se puede separar de algunas cuestiones con las que las personas se topan en su vida diaria y que están relacionadas con cómo contemplan a las personas y las cosas, se comportan y actúan, ¿no es así? (Sí). Estos son problemas reales en la vida de las personas. No están desvinculados de la vida diaria de las personas ni tampoco de la humanidad normal de estas. Tales asuntos incluyen las actitudes y opiniones de las personas respecto a diversas cosas, además de toda clase de asuntos importantes con los que estas se topan en su existencia y en su trayecto vital. El contenido de nuestra última enseñanza trató sobre un aspecto de la práctica en el marco de “desprenderse” en “Cómo perseguir la verdad”: desprenderse de las barreras entre uno mismo y Dios y de la propia hostilidad hacia Él. ¿En qué consiste esta práctica? En la relación entre las personas y Dios, ¿no es así? (Sí). El contenido de las últimas charlas trataba de cómo uno debería contemplar a toda clase de personas y toda clase de cosas de acuerdo con los principios y los estándares que requiere Dios, así como la manera de lidiar con toda clase de personas y toda clase de cosas. El contenido de nuestra última charla trataba de la relación entre las personas y Dios, e informaba a las personas de cómo deberían desprenderse de las diversas nociones e imaginaciones que no están de acuerdo con las intenciones de Dios, con Sus requisitos ni con los principios-verdad. Estos son problemas reales que existen entre las personas y Dios en el trayecto de la creencia en Él y en el proceso de existir. Este gran tema de “desprenderse de las barreras entre uno mismo y Dios y de la propia hostilidad hacia Él” lo dividimos en cuatro aspectos. El primero es el tema de las nociones e imaginaciones; el segundo el de las exigencias irracionales; el tercero el de la cautela y la sospecha; y el cuarto el de escrutar y entrometerse. Empezamos nuestra enseñanza con las nociones e imaginaciones. El primer punto dentro de las nociones e imaginaciones está relacionado con la obra de Dios; es decir, qué nociones e imaginaciones tienen las personas respecto a la obra de Dios. Compartimos un poco sobre esto. Nuestra charla respecto a este punto guardaba relación con cómo contemplaban las personas la obra de Dios y qué desviaciones, nociones e imaginaciones tienen en su conocimiento e ideas respecto a la obra de Dios; estas nociones e imaginaciones son algo de lo que las personas deberían desprenderse. Si las personas se desprenden de estas nociones e imaginaciones y buscan la verdad, serán capaces de conocer la obra de Dios y de tener una comprensión pura respecto a Sus palabras. Cuando la obra de Dios no se conforma a las nociones e imaginaciones de las personas, estas deberían reflexionar e intentar conocerse a sí mismas, así como también deberían desprenderse de sus propias nociones e imaginaciones, en lugar de confiar en ellas para evaluar cómo debería ser la obra de Dios o qué efecto es el que Dios pretende lograr con Su obra en las personas. Las nociones e imaginaciones de las personas respecto a la obra de Dios tienen un impacto directo respecto a la entrada en la vida de las personas y su actitud hacia Dios, así que estas nociones e imaginaciones son además algo de lo que deben desprenderse. Por ejemplo, compartimos que Dios no cambia el calibre, la personalidad, los instintos ni otras cosas inherentes de las personas, que los atributos innatos con los que nacen y los instintos de su carne no son los objetivos de la obra de Dios y que Su obra tiene como objetivo las actitudes corruptas de las personas, así como las cosas, dentro de las personas, que se rebelan contra Dios y no son compatibles con Él. Si la gente imagina que la obra de Dios tiene por objetivo cambiar su calibre, sus instintos e incluso su personalidad, sus hábitos, sus patrones de vida y demás, entonces, todos y cada uno de los aspectos de su práctica en la vida diaria se verán influidos y afectados por sus propias nociones e imaginaciones, así como habrá inevitablemente muchas partes distorsionadas o cosas extremas. Estas partes distorsionadas y cosas extremas no concuerdan con los principios-verdad y causarán que las personas se desvíen de la conciencia y la razón de la humanidad normal, que se separen de la trayectoria de la humanidad normal. Por ejemplo, digamos que, en tus nociones e imaginaciones, crees que Dios quiere cambiar el calibre, las capacidades e incluso los instintos de las personas; si crees que estas son las cosas que Dios quiere cambiar, ¿qué clase de búsquedas tendrás? Tendrás búsquedas distorsionadas y rígidas; querrás perseguir el calibre superior y te centrarás en aprender diversas clases de habilidades y en dominar diversas clases de conocimiento, de modo que llegues a tener calibre y capacidades superiores, así como una percepción y un autocultivo superiores, e incluso algunas capacidades que son superiores a las de las personas corrientes. De esta manera, prestarás atención a las capacidades y talentos externos. ¿Cuáles son, entonces, las consecuencias de tales búsquedas en las personas? No solo no lograrán embarcarse en la senda de perseguir la verdad, sino que, en su lugar, tomarán la senda de los fariseos. Competirán las unas con las otras para ver quién tiene un calibre superior, quién tiene dones superiores, quién tiene conocimiento superior, quién tiene mayores capacidades, quién tiene más puntos fuertes, quién tiene mayor prestigio entre las personas, así como la admiración y la consideración de otros. De este modo, no solo serán incapaces de practicar la verdad y de actuar de acuerdo con los principios-verdad, sino que, en su lugar, emprenderán una senda que las aleje de la verdad.
La obra de Dios consiste en transformar las actitudes corruptas de las personas y sus diversos pensamientos y opiniones falaces que vulneran la verdad, dentro del ámbito de su humanidad normal, de modo que su conciencia y su razón se puedan restaurar y optimizar. En otras palabras, mientras más entiendas la verdad, más normales se volverán tu conciencia y razón, y además se continuarán desarrollando en una dirección beneficiosa; esto no es sobrenatural en absoluto. ¿Qué quiero decir con esta palabra, “normal”? Si las personas tienen sentido de la conciencia y sentido de la rectitud, se volverán amables; dicho en palabras del hombre, serán comprensivas, honradas, razonables y no serán obstinadas ni propensas a las distorsiones. Este es el efecto que Dios pretende lograr respecto a la humanidad de las personas. Como estas entienden cada vez más la verdad, como consecuencia su humanidad se vuelve más y más normal. Sin embargo, si las personas buscan de acuerdo con sus propias nociones e imaginaciones, estas nociones e imaginaciones ejercerán mucha influencia y guía negativas en sus búsquedas, y las llevarán a toda clase de sendas distorsionadas, sendas extremas y falaces que seguirán con obstinación. Por ejemplo, en las nociones e imaginaciones de las personas, creen que la obra de Dios pretende elevar la humanidad de las personas y permitirles trascender los instintos humanos, el calibre humano e incluso la edad y el género humanos. Cuando las personas tengan nociones como estas, buscarán, se esforzarán y avanzarán a tientas en esta dirección. ¿En qué cosas se concentrarán? Por un lado, se concentrarán en el conocimiento, las capacidades, las habilidades, los dones y los talentos; por otro lado, se centrarán en la sobrenaturalidad. ¿Sabéis cuáles son las manifestaciones de la sobrenaturalidad? (¿Significa que, en algunas cosas, las personas experimentarán directamente cambios cualitativos sin pagar un precio?). Es como cuando alguien no suele leer las palabras de Dios, pero algo le ocurre y estas palabras aparecen de repente en su mente; o cuando alguien no ha sido nunca capaz de cantar o bailar, pero, después de que se le inspire, de repente sabe cantar y bailar e incluso baila bastante bien; o cuando alguien nunca ha aprendido un idioma extranjero, pero de repente sabe hablarlo. ¿Son estas cosas sobrenaturales? (Sí). Por ejemplo, supongamos que tienes que salir por un asunto urgente, pero no sabes conducir y oras, desesperado; de inmediato, te sientes todo enardecido y, de repente, sabes conducir e incluso lo haces con la misma soltura que un conductor experimentado. Alguien te pregunta: “¿Cómo es que conduces tan bien?”. Dices: “Yo tampoco lo sé. Todo esto lo hace Dios; me movía el Espíritu Santo. Mira, estas manos ya no son mis manos; ¡las guía el Espíritu Santo!”. En realidad, no lo está haciendo el Espíritu Santo; en cambio, otro tipo de espíritu ha entrado en ti y te está manipulando, de modo que te has convertido en una persona diferente y no puedes controlarte a ti mismo. ¿No es esto trascender las capacidades intrínsecas de uno? Esto es sobrenatural, ¿no es así? (Sí). ¿Qué significa sobrenatural? ¿Es bueno este fenómeno? (No, esto hace que una persona sea anormal). Si de repente sabes hablar un idioma, tienes una habilidad o adquieres algo de conocimiento sin estudiar durante un periodo de tiempo y sin la guía de un experto, eso es sobrenatural. Si el carácter-vida de una persona ha cambiado sin que le haga falta perseguir la verdad, buscar, esperar o experimentar cosas, ¿no es este un asunto aterrador? (Sí). Si todavía hay muchas cosas de las nociones e imaginaciones en tu mente y en tu subconsciente, entonces deberías desprenderte de ellas y no deberías buscarlas, porque no son conocimiento verdadero de la obra de Dios y no se conforman a los métodos y principios de Su obra. La obra de Dios no trascenderá en absoluto a tu humanidad normal; el efecto que logra la obra de Dios en ti no es, en absoluto, el de transformar tu humanidad normal en una humanidad elevada y sobrenatural. Es más, Dios no te transformaría de persona normal a persona inusual. Digamos que tu conciencia se vuelve cada vez más sensible y desarrollas un gran sentido de la vergüenza durante el proceso de experimentar la obra de Dios. Te vuelves amable, capaz de considerar las intenciones de Dios y de salvaguardar el trabajo de la iglesia y los intereses de Su casa. Es más, tus palabras y acciones no van en contra de tu conciencia y razón, poco a poco te vuelves capaz de actuar de acuerdo con los principios-verdad, así como puedes identificar a toda clase de personas, acontecimientos y cosas en función de las palabras de Dios. Esto prueba que la senda por la que estás caminando en tu creencia en Dios es correcta. Pero supongamos que todavía te centras en estar atento a escuchar alguna voz cuando oras y esperas algo de inspiración, un destello de luz o una revelación sobrenatural cuando buscas de Dios y le ruegas. Asimismo, tu conciencia y razón no se han restaurado ni corregido de ninguna manera, del mismo modo que no has llegado a poseer un sentido de la rectitud ni a someterte a Dios. Esto prueba que hay problemas con tu búsqueda y con la senda que recorres y además podría decirse que no te has embarcado en la senda de perseguir la verdad en absoluto. Es frecuente que busques de manera subconsciente convertirte en una persona sobrenatural y sientes a menudo que deberías trascender a la carne —no sentir hambre si no comes y no sentirte cansado ni somnoliento si no duermes ni descansas durante varios días— e incluso, cuando las necesitas con urgencia, buscas entender y dominar de repente las cosas que no entiendes o no has aprendido en el proceso de hacer tu deber. Todas estas imaginaciones sobre cosas sobrenaturales provienen de las nociones e imaginaciones humanas. Como las personas no han experimentado la obra de Dios, están llenas naturalmente de imaginaciones sobre Su obra. De hecho, la obra de Dios es la cosa más real y práctica. Dios nunca actúa de acuerdo con las nociones e imaginaciones de las personas; nunca desempeña esta clase de obra en las personas. Solo hace un poco de obra sobrenatural bajo circunstancias muy especiales y en muy pocas personas, pero esta obra es meramente temporal y algo que se necesita en situaciones especiales; no es un método de trabajo que se manifieste a menudo en las personas dentro de la salvación de Dios. En Su obra de gestión, Dios pretende salvar a las personas, permitirles desechar sus actitudes corruptas y lograr la salvación; el método básico mediante el que obra Dios es el de proveer a las personas de la verdad, de modo que puedan practicar de acuerdo con los principios-verdad después de entender la verdad. Por tanto, no importa qué nociones e imaginaciones tengas en mente y en tu subconsciente, da igual lo lógicas que sean tus nociones e imaginaciones o cuánto cumplan tus necesidades espirituales; no importa cuáles sean las razones, siempre serán nociones e imaginaciones y deberías desprenderte y no aferrarte a ellas. No importa hasta qué punto se ha hecho la obra de Dios ni tampoco durante cuánto continúe, las personas siempre serán personas y nunca se convertirán en ángeles. Aunque te vuelvas blanco de la cabeza a los pies, con el pelo blanco, la cara pintada de blanco y una camiseta y unos pantalones blancos y además te coloques dos alas, no puedes convertirte en un ángel; las personas siempre serán personas. Además, con “personas” nos referimos aquí a las que tienen conciencia y razón de la humanidad normal, no a las personas extraordinarias e incluso menos a las inusuales. Estas personas no son sobrenaturales en absoluto, sino que son claramente diferentes a los no creyentes que no creen en Dios, en el sentido de que no cometen maldad, pueden poner la verdad en práctica una vez que la comprenden y entienden cómo contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en función de las palabras de Dios y de acuerdo con los requerimientos de Dios y los principios-verdad, en lugar de vivir según sus actitudes corruptas y según los diversos pensamientos y opiniones que Satanás inculca en las personas. Por mucho tiempo que estas hayan buscado de acuerdo con sus propias nociones e imaginaciones en el proceso de creer en Dios y, por mucho que sientan que han ganado, eso no cuenta a ojos de Dios y Él no recuerda nada de ello. ¿A qué me refiero cuando digo esto? A saber, que si tú, a partir de tus nociones e imaginaciones, frenas todas las diversas necesidades normales de tu carne o tratas con mucho esfuerzo de cambiar tus instintos, calibre, capacidades, personalidad, patrones de vida y hábitos de vida, entonces, da igual lo mucho que intentes frenar y cambiar estas cosas, aunque puede que logres algunos resultados, eso no significa que ya hayas ganado algo en la senda de practicar la verdad y, más aún, tampoco significa que ya seas alguien que persiga la verdad; Dios no recuerda estas cosas. ¿Lo habéis entendido? (Sí).
Aunque las nociones e imaginaciones de las personas son invisibles y, en apariencia, no parecen forzarlas a decir ni hacer nada ni a caminar por ningún tipo de senda, tienen un férreo control sobre los pensamientos y el yo interior de la gente, en el fondo de su corazón y en su subconsciente. ¿Por qué es así? Es porque las cosas que las personas aman y buscan se ajustan demasiado bien a sus nociones e imaginaciones y estas cosas también complacen las necesidades de la carne humana y satisfacen toda clase de deseos y curiosidades humanas. Por ejemplo, según las nociones e imaginaciones de las personas, estas creen que la obra de Dios pretende transformarlas en seres extraordinarios que son diferentes a las personas corrientes y que, cuando el Espíritu Santo las conmueva, serán capaces de hablar varios idiomas. Obviamente, esto trasciende a las capacidades intrínsecas de las personas y al ámbito de la humanidad normal, pero en gran medida satisface su vanidad, curiosidad y competitividad. En otras palabras, antes de que las personas hayan obtenido la verdad, les gustan algunas cosas sobrenaturales y estas cosas les hacen sentir importantes y superiores a personas corrientes y diferentes a ellas; esto es exactamente lo que la especie humana corrupta ama y anhela. Todo el mundo espera destacar entre la raza humana, ser diferente de todos los demás, ser único e irrepetible, así como que otros lo valoren y admiren. Por ejemplo, hay un fenómeno entre la especie humana corrupta en el que, si solo se produce un artículo de algo, aquellos que son ricos y prominentes competirán desenfrenadamente por comprarlo. ¿Hasta qué punto lo harán? Hasta el de que este producto se acabe vendiendo a un precio varias veces más alto que el original, incluso multiplicado por diez. La persona que se las arregla para comprarlo piensa: “Mira, me he hecho con esto que es único en el mundo. Soy realmente poderoso, ¿verdad? Soy mejor que el resto, ¿verdad? ¡No hay nadie tan capaz como yo!”. En su propia mente se siente complacida consigo misma y se siente especial, extraordinaria y muy capaz. ¿Qué clase de carácter es este? (Arrogancia). Esto lo causa un carácter arrogante. Algunas personas se sienten incómodas cuando llevan la misma prenda de ropa que otra. Si llevan una prenda de ropa que otras no pueden permitirse y nunca han visto, si despiertan envidia en todo el que las vea, ¿cómo se sienten? (Complacidas consigo mismas). Se sienten particularmente complacidas consigo mismas y piensan que no son como las demás y que están un peldaño por encima del resto. ¿Qué clase de carácter causa esto? (Arrogancia). Esto también lo causa un carácter arrogante. Fíjate, casi el 100 % de las personas tienen esta mentalidad: si han dominado una habilidad técnica o profesional, creen que son mejores que otras y que nadie es tan bueno como ellas. Si otra persona también domina la misma habilidad técnica o profesional, sentirán celos de ella y desearán con desesperación que nadie pueda igualarlas. ¿Por qué tienen esa mentalidad? (Quieren llegar a ser únicas). Si son las únicas que dominan esta habilidad profesional, son superiores a la persona promedio en su grupo. Al tener conocimiento de esta habilidad técnica o profesional, temen que los demás la aprendan de ellas. Si otras buscan su ayuda, ¿les enseñarán? (No). Solo te enseñarán algunas cosas simples; en cuanto a las cosas más importantes y cruciales, esas no se las enseñarán a nadie y dejarán que las averigües por tu cuenta. ¿Qué están pensando en realidad? “Si te lo enseño, entonces, ¿cómo voy a destacar yo? Si todo el mundo pudiera hacerlo, entonces, ¿acaso no me convertiría eso en una mera persona corriente? Si ninguno de vosotros sabe cómo hacer esto, entonces, aquí soy la persona más superior y todos tenéis que ganaros mi favor; de esta manera, me siento importante, ¿verdad? ¿Acaso no soy el que tiene el estatus más alto y el más capaz entre vosotros? Soy el pez gordo entre vosotros, ¿o no?”. Al poseer algo de conocimiento respecto a una habilidad profesional o técnica, tienen un miedo profundo de que otros la aprendan de ellas y no quieren que los demás sean iguales que ellas. Se sentirán molestas si alguien tiene la misma habilidad o especialidad profesional o técnica que ellas, así que siempre están pensando en maneras de aprender algo para así superar a los demás. Quieren ser superiores a los demás y siempre quieren destacar sobre el resto para sentirse importantes. ¿Es esta la búsqueda correcta? (No). Precisamente porque la especie humana corrupta tiene tales anhelos y búsquedas, desarrollan naturalmente toda clase de nociones e imaginaciones respecto a la obra de Dios, así como buscan estar un peldaño por encima del resto, tener estatus y prestigio, sentirse importantes, llegar a ser únicas e incluso convertirse en sobrehumanos o en personas extraordinarias a ojos de otros. Por tanto, la gente debería desprenderse de estas nociones y figuraciones sobre la obra de Dios. Para ser concretos, ¿cómo se debería practicar esto? No persigas dones o talentos superiores ni tampoco cambiar tu propio calibre o instintos; en lugar de eso, sobre la base de tus condiciones innatas —como el calibre, las capacidades y los instintos— desempeña tu deber de acuerdo con los requerimientos de Dios y haz cada cosa de acuerdo con lo que Él te pida. Dios no exige nada que exceda a tus capacidades ni a tu calibre; tampoco deberías complicarte las cosas. Está bien si te limitas a hacer lo máximo que puedas en función de lo que entiendes y de lo que puedes lograr, y practicar de acuerdo con lo que permiten tus propias condiciones. Por ejemplo, si tu calibre y tus talentos solo te permiten ser apto para el papel de líder de equipo, entonces haz un buen trabajo como líder de equipo, clasifica los trabajos y habilidades profesionales que entren en el ámbito de esta función, sean cuales sean, abórdalos uno a uno y ponlos en marcha según los métodos y principios que Dios te ha enseñado; de esta manera, llegarás a satisfacer a Dios. Supongamos que te dejas llevar por tus nociones e imaginaciones y piensas: “Dado que soy capaz de ser líder de equipo, si me esfuerzo más para ser mejor, soporto un poco de adversidad y pago un poco de precio y el Espíritu Santo hace una gran obra en mí, entonces, ¿acaso no seré capaz de convertirme en líder de una iglesia o en líder de un grupo de toma de decisiones? Puede que la gente piense que no es lo mío, pero suplicaré a Dios; ¡para Dios no hay nada difícil de lograr! No quiero ser un líder de equipo. Oraré a Dios, le pediré que me deje asumir un trabajo más grande, que me permita convertirme en un líder u obrero”. ¿Es correcta esta clase de búsqueda? (No, está mal). ¿Por qué dices que está mal? (Tales personas siempre quieren hacer cosas que exceden a su propio calibre y capacidades; no pueden ceñirse a hacer su propio trabajo, el acorde a su propio calibre y talentos, ni mantenerse en el lugar que les corresponde). Querer siempre ser sobrehumano no es lo apropiado; esto no es lo que debería buscar una persona normal.
Hay quienes suelen decir: “No hay nada difícil para Dios”; este dicho es un hecho y todo el mundo lo entiende. Sin embargo, hay quienes tienen una comprensión distorsionada; creen que Dios, con solo orarle, puede hacer por las personas cualquier cosa que a estas les resulte imposible y que, al confiar en Dios de esta manera, pueden trascender a sus propios instintos y convertirse en sobrehumanos. ¿Realmente es así? (No). Es obvio que el dicho “No hay nada difícil para Dios” se refiere al poder y la esencia de Dios, a Su omnipotencia y también a Su soberanía sobre todas las cosas; no hay nada que Dios no pueda lograr. Sin embargo, eso no significa que las personas puedan trascender la humanidad normal ni convertirse en sobrenaturales; da igual lo todopoderoso que sea Dios, la obra que Él hace en las personas se basa en su humanidad normal y se hace dentro del ámbito de la humanidad normal. Dios instrumenta y maneja todas las cosas, Él maneja a las personas, los acontecimientos y las cosas, de modo que rindan servicio para que Él logre todo tipo de cosas y alcance los hechos que Él está a punto de alcanzar. Durante el periodo en el que Dios logra toda clase de cosas, las personas todavía se hallan en la humanidad normal; nada ha cambiado respecto a ellas y siguen siendo personas. Da igual cómo de todopoderoso sea Dios y qué métodos use para regir de manera soberana sobre todo o para conseguir algo, los humanos creados siempre son humanos creados; todavía viven en la humanidad normal y no son sobrenaturales de ninguna manera. ¿Diríais todos que estos son hechos? (Sí). ¿Qué significa “no son sobrenaturales”? Significa que, cuando Dios instrumenta a las personas, acontecimientos y cosas, las personas no pueden evitar vivir, sobrevivir, hacerlo todo y vivir en el momento presente bajo la instrumentación de Dios. Sin embargo, cuando vives en el momento presente, ¿está tu conciencia borrosa? (No). Sigues teniendo la mente clara. Por tanto, ¿ha mejorado o cambiado tu calibre de manera instantánea? (No). Sigue siendo igual que era en su origen. Entonces, ¿han cambiado instantáneamente tus instintos? No, tampoco. Bajo la soberanía, las instrumentaciones y los arreglos de Dios, por muchas cosas que experimentes, no se producen cambios de ningún tipo en tu personalidad, tus hábitos y patrones de vida, así como tampoco en el calibre, las capacidades y las diversas funciones de tu humanidad normal. Es solo que, cuando las personas experimentan la obra de Dios, experimentan todo tipo de cosas y personas en sus propios entornos respectivos, lo que conduce al resultado final de que, durante el proceso de experimentar la obra de Dios, obtienen percepción y aprenden algunas lecciones. Si son personas que persiguen la verdad, entonces son capaces de cosechar frutos en lo que se refiere a la verdad y a conocer a Dios. En el proceso de experimentar la obra de Dios, el pensamiento de las personas es normal, su conciencia no está borrosa y su calibre, capacidades e instintos siguen siendo los que eran en un principio, sin ningún cambio. Por tanto, “No hay nada difícil para Dios” se refiere a la omnipotencia de Dios y a Su instrumentación de todas las cosas. No se refiere a convertir a la gente en sobrenatural ni a cambiar la esencia de los humanos creados. Dios no cambia la esencia de las personas; los humanos siguen siendo humanos y, ya seas hombre o mujer, no hay cambio de ningún tipo a este respecto. Dios lo instrumenta todo y es omnipotente; esto es lo que Dios tiene y es; es lo que Él posee. “No hay nada difícil para Dios” no significa que las personas se hayan convertido en sobrenaturales ni que sean omnipotentes. Aunque algunos individuos puedan a veces lograr ciertas cosas que están más allá de su propio calibre o de sus instintos corporales, es la obra del Espíritu Santo. Es Dios el que les ha dado este don; no es que nacieran con esta capacidad. Esto es porque los humanos creados no tienen la capacidad para cambiar todo esto que Dios ha ordenado. Voy a aportar un ejemplo simple relativo al asunto del instinto humano. Cuando las personas oyen un sonido aterrador, por ejemplo, sienten miedo y se acobardan por instinto. Sea cual sea tu edad, has sido así desde pequeño y lo seguirás siendo hasta que te mueras; esto es instinto. ¿Qué significa “instinto”? Es una función inherente del cuerpo físico y no cambiará jamás. Solo al poseer instintos inherentes puede una persona mantener la vida y la supervivencia de la humanidad normal, de modo que los instintos humanos no son algo que Dios pretenda cambiar. ¿Has entendido esto? (Sí). ¿A qué se refiere “Dios es omnipotente”? (Se refiere a la propia autoridad de Dios y a Su omnipotencia). ¿Tiene algo que ver con las personas? (No tiene nada que ver con las personas y no significa que estas puedan hacer cosas sobrenaturales). No significa que, bajo el control de Dios, las personas sean omnipotentes; incluso cuando se hallan bajo el control de Dios, no pueden alcanzar la omnipotencia. ¿Por qué? (Porque las personas no son Dios; solo son seres creados, mientras que Dios es único). Exacto, es así. Las personas siempre serán personas. No se convertirán en otra especie y, por supuesto, menos si cabe se convertirán en Dios; los atributos de las personas no cambiarán. Sus atributos no van a cambiar, ¿cambiarán sus instintos entonces? (No). Los instintos de las personas no cambiarán ni tampoco lo harán sus hábitos y patrones de vida ni las personalidades inherentes que Dios les concede. Veamos por ejemplo los patrones de vida. Los humanos, como la mayoría de las criaturas, trabajan después de que sale el sol y descansan cuando este se pone. Cuando se levantan por la mañana y su cerebro está bien descansado y su cuerpo se siente cómodo, empiezan a trabajar; por la noche, cuando sus cuerpos empiezan a cansarse, bostezan y su cerebro está exhausto, empiezan a entrar en un estado de descanso; este es un patrón de vida muy normal. Es un rasgo común de los humanos, además de un instinto humano, y, por supuesto, también es un patrón de vida que Dios ha establecido para la especie humana. Este patrón se determina de acuerdo con la rotación del sol, la luna y las estrellas, así como con la salida y la puesta del sol. Si rompes este patrón de vida, a corto plazo puede que no haya problemas importantes —cuando a veces te sientes cansado y quieres dormir, puedes ejercer el autocontrol y beber algo de té o café y tu fatiga física se aliviará un poco—, pero a largo plazo, tu cuerpo desarrollará problemas. ¿Por qué? Porque has vulnerado el patrón de vida que Dios ha establecido para las personas. Cuando tu cuerpo desarrolle problemas y vayas a ver a un médico, este te dirá: “Debes irte a la cama temprano por la noche, estar ya descansando a las 10 en punto y levantarte a las 4 o las 5 de la mañana; en unos pocos meses, volverás a estar bien”. Pasados tres meses siguiendo el consejo del médico, todos tus síntomas de incomodidad corporal básicamente desaparecerán, así que pensarás: “Resulta que los problemas de mi cuerpo no los causaba ninguna enfermedad grave, sino que surgieron por no seguir este patrón normal en mi vida”. Mira, ¿no dirías que los patrones de vida de las personas no pueden romperse? (Sí). Este patrón de vida de los humanos es el mismo que el de otras criaturas; todas trabajan después de que sale el sol y descansan después de que se pone. Por supuesto, hay algunas criaturas, como los búhos, que descansan durante el día y salen y se activan de noche; su patrón de vida es diferente al de los humanos y otras criaturas, pero si quisieras romperles el patrón, eso sería imposible. Asimismo, algunas criaturas hibernan en invierno. ¿Tienen los seres humanos este patrón? (No). No, los humanos no necesitan hibernar. La vida de los humanos tiene un patrón; descansan durante uno o dos días a la semana, trabajan cuando sale el sol y descansan cuando se pone; mantienen constantemente este patrón normal de trabajo y descanso y, de esta manera, se puede salvaguardar su vida y se puede asegurar su supervivencia. Los seres humanos tienen sus propios patrones de vida y estos los estableció Dios. Todos son significativos y todos sirven el propósito de preservar la vida normal y la supervivencia de la especie humana. Por tanto, la obra de Dios no romperá de ninguna manera los patrones de vida humana y supervivencia como la gente imagina que hará, y tú también deberías desprenderte de esta noción e imaginación. Si los humanos se vieran forzados a romper estos patrones que Dios ha establecido para ellos o si los humanos fueran a querer cambiarlos constantemente debido a que algunas ideas relativas a cosas sobrenaturales los gobiernan, entonces eso sería estúpido. Si piensas que cambiarlos elevará tu vida y mejorará tu humanidad, entonces intenta cambiarlos y a ver cuánto tiempo eres capaz de vivir, a ver cómo cambian las cosas durante los días siguientes, así como a ver si tu humanidad normal se eleva y te conviertes en un sobrehumano o en un ángel. Si crees que la obra de Dios debería tener un componente sobrenatural y que debería cambiar tus patrones de vida, así como también quieres cambiarlos por la fuerza para asegurarte de que tú mismo te vuelves trascendente, entonces puedes intentarlo. Puede ser que, después de intentarlo durante varios años, cambies realmente los patrones de tu vida y supervivencia. Solo hay una situación donde esto podría ocurrir, que es la de que tu cuerpo físico ya no exista, momento en el cual serás realmente sobrenatural y te convertirás en una nube de humo y en un “ser celestial” y te harás inmortal. Si quieres mantener tu cuerpo físico normal y saludable, así como ser capaz de aceptar la obra de Dios y Sus palabras mientras estás en un estado normal, entonces no deberías buscar convertirte en un supuesto sobrehumano ni buscar una supuesta humanidad elevada basada en tus propias nociones e imaginaciones; en su lugar, deberías vivir en la humanidad normal, mantener el patrón de vida y supervivencia de tu humanidad normal, así como también mantener los instintos de tu humanidad normal. No hagas exigencias irracionales de Dios; todas ellas provienen de tus imaginaciones y nociones. Tus instintos, patrones de vida y demás no son lo que Dios pretende cambiar ni son cosas que Él pretenda transformar con Su obra. Sin duda, una persona salvada no es alguien que esté lleno de nociones e imaginaciones y, menos aún, un sobrehumano o una persona inusual. En cambio, es una persona con humanidad normal, conciencia y razón, una persona que es capaz de prestar atención a las palabras de Dios y de contemplar a las personas y las cosas, así como de comportarse y actuar de acuerdo con los principios-verdad; es una persona que puede someterse a Dios en todas las cosas, que no es en absoluto sobrenatural y cuya humanidad es particularmente normal y práctica.
Las personas que viven en la humanidad normal están además restringidas por muchos instintos y necesidades corporales. Por ejemplo, es posible que a veces las personas demoren el desempeño de su deber durante un par de días porque están demasiado cansadas o enfermas y necesitan descansar; a veces, debido a un entorno tenso, puede que se sientan asustadas y sean incapaces de tranquilizarse para hacer su deber; o puede que a menudo tengan una sensación de deuda y tristeza en su corazón porque, debido a lo limitado de su calibre y sus capacidades, no pueden ser competentes en cierta clase de trabajo o deber; todas estas son manifestaciones normales que caen dentro del ámbito de la humanidad normal. A veces, las personas puede que se vean limitadas por sentimientos y necesidades corporales, así como a veces puede que estén sujetas a las restricciones de los instintos corporales o a las de tiempo y personalidad; esto es normal y natural. Por ejemplo, hay quienes han sido bastante introvertidos desde la infancia; no les gusta hablar y les cuesta asociarse con los demás. Incluso ya adultos, en la treintena o con cuarenta y tantos años, siguen sin sobreponerse a esta personalidad. Todavía no se les dan bien los discursos y las palabras; asociarse con los demás tampoco es lo suyo. Después de convertirse en líderes, este rasgo de la personalidad limita e impide su trabajo en cierto grado y eso a menudo les causa angustia y frustración, de modo que les hace sentir muy constreñidos. La introversión y que hablar no sea de su agrado son manifestaciones de humanidad normal. Siendo así, ¿las considera Dios transgresiones? No, no son transgresiones, y Dios las tratará de la manera correcta. Sean cuales sean tus problemas, defectos o fallos, ninguno supone un inconveniente a ojos de Dios. Él solo se fija en cómo buscas la verdad, la practicas, actúas de acuerdo con los principios-verdad y sigues el camino de Dios bajo las condiciones inherentes de la humanidad normal; en esto se fija Él. Por tanto, en los asuntos relacionados con los principios-verdad, no permitas que te restrinjan condiciones básicas como el calibre, los instintos, la personalidad, los hábitos y los patrones de vida de la humanidad normal. Por supuesto, tampoco inviertas tiempo y energía en tratar de superar estas condiciones básicas ni trates de cambiarlas. Por ejemplo, si tienes una personalidad introvertida, si no te gusta hablar y si no se te dan bien las palabras ni asociarte y relacionarte con la gente, nada de eso es un problema. Aunque a los extrovertidos les encanta hablar, no todo lo que dicen es útil ni conforme a la verdad, así que ser introvertido no es un problema y no hace falta que intentes cambiarlo. Puede que digas: “Si fuera un seguidor corriente, no sería un problema para mí tener una personalidad introvertida; pero ahora soy líder, así que, ¿acaso no tengo que cambiar mi personalidad introvertida?”. Si de veras quieres cambiarla, puedes tratar de aprender a asociarte con los demás o crearte una regla respecto a cuánto dices, con cuántas cuestiones lidias y con cuántos tipos de personas tratas en un solo día. Si de veras tienes la capacidad de cambiar tu personalidad inherente, entonces, por supuesto, en lo que se refiere a tu desempeño del trabajo de la iglesia, esto no es necesariamente algo malo. Sin embargo, si naciste con una personalidad introvertida y no eres bueno con las palabras ni se te da bien socializar ni sabes cómo conversar o interactuar con otros, entonces esto no lo puede cambiar nadie. Algunas personas tienen una personalidad introvertida, no están dispuestas a interactuar o conversar con otros y, asimismo, no es que tengan mucho que decir. Siempre sienten que lo único correcto es decir algo útil y que no hay necesidad de decir cosas innecesarias, así que no están dispuestas a decir mucho. En cuanto a algunas personas, puede que se deba a que son demasiado jóvenes y no tienen experiencia de vida y les faltan las palabras; en cuanto a otras, es posible que ya no sean jóvenes y que cuenten con experiencia de vida, pero siguen teniendo esta personalidad introvertida. Si intentas cambiar esta clase de personalidad y adoptas todo tipo de enfoques para cambiarla, permite que te diga que nunca en tu vida lo vas a conseguir, puesto que Dios no hace esta clase de obra. Da igual que tu rostro o tu apariencia se asemejen a los de tu padre, tu madre o cualquier otro pariente, esta apariencia no cambiará y, en particular, está aún más claro que tu personalidad no va a cambiar. Hay quien dice: “Es difícil cambiar una personalidad introvertida, por tanto, ¿es fácil cambiar una extrovertida?”. Es igual de difícil cambiar una personalidad extrovertida. A los extrovertidos les encanta hablar y quieren decir muchas cosas; si les pides que no hablen o que hablen menos, no pueden controlarse y, si cualquiera limita su discurso, es igual que quitarles la vida. Si se obliga a un introvertido a asociarse con un extrovertido, ¿se influirán mutuamente? Al principio, puede que se influyan un poco el uno al otro; en aras de la imagen, ambas personas se amoldarán y serán tolerantes la una con la otra o bien pacientes y comprensivas entre sí. Pero con el tiempo, llegarán a conocerse y a tener una idea clara de la personalidad de cada una y no habrá necesidad de actuar con tanta paciencia ni con tanta consideración mutuas, así que regresarán rápido a su estado original. Si originalmente tenías una personalidad introvertida, ahora sigues siendo introvertido; cuando hablas y conversas, solo pronuncias unas pocas palabras o frases y no tienes nada más que decir. Si alguien pregunta: “¿Saliste?”, respondes: “Lo hice”. Entonces, si pregunta: “¿Cuándo has regresado?”, respondes: “Justo ahora”. No dices lo que sucedió y no dices lo que esa persona quiere oír. A modo de contraste, los extrovertidos disparan palabras de manera incesante, como una ametralladora, y aunque los interrumpas seguirán hablando pasado un rato. ¿Es fácil que cambie la personalidad de alguien? (No). Esto es algo con lo que ha nacido todo ser humano creado. No tiene nada que ver con las actitudes corruptas ni con la esencia de la propia humanidad; es simplemente un estado del ser que la gente puede ver desde fuera y una manera según la cual alguien aborda a las personas, los acontecimientos y las cosas. A algunas personas se les da bien expresarse, mientras que a otras no; a algunas les gusta describir cosas, mientras que a otras no; a algunas les gusta guardarse para sí sus pensamientos, mientras que a otras no les gusta guardárselos dentro, sino que quieren expresarlos en voz alta para que todo el mundo pueda oírlas; solo entonces se sienten felices. Estas son las maneras diferentes en las que las personas lidian con la vida y las personas, los acontecimientos y las cosas; estas son las personalidades de las personas. Tu personalidad es algo con lo que naciste. Si no has logrado cambiarla ni siquiera después de muchos intentos, entonces déjame que te diga que ahora puedes tomarte un descanso; no es necesario que te canses tanto. No se puede cambiar, así que no intentes hacerlo. Da igual cómo haya sido tu personalidad en su origen, sigue siendo la tuya. No trates de cambiarla para lograr la salvación; esa es una idea falaz; independientemente de la personalidad que tengas, es un hecho objetivo y no puedes cambiarlo. En términos de las razones objetivas de ello, el resultado que quiere lograr Dios en Su obra no tiene nada que ver con tu personalidad. Que puedas o no lograr la salvación tampoco guarda relación con tu personalidad. Además, el hecho de que seas o no una persona que practica la verdad y posee la realidad-verdad tampoco tiene nada que ver con ella. Por tanto, no trates de cambiar tu personalidad porque realices ciertos deberes o sirvas como supervisor de cierto aspecto del trabajo; esta es una idea errónea. ¿Qué deberías hacer entonces? Con independencia de tu personalidad o tus condiciones innatas, deberías atenerte a los principios-verdad y practicarlos. Al final, Dios no mide si sigues Su camino o puedes lograr la salvación sobre la base de tu personalidad o qué calibre, habilidades, capacidades, dones o talentos innatos posees y, desde luego, Él tampoco se fija en cuánto has restringido tus instintos y necesidades corporales. En su lugar, Él se fija en si mientras sigues a Dios y ejecutas tus deberes, practicas y experimentas Sus palabras, si tienes la voluntad y la determinación de perseguir la verdad y, al final, si has logrado practicarla y seguir el camino de Dios. En esto se fija Dios. ¿Lo entendéis? (Sí).
A la hora de actuar, algunas mujeres arrasan con todo, son tan rápidas y enérgicas como un rayo y toman decisiones prontas y firmes; su personalidad es exactamente como la de un hombre. ¿Cuál es el término popular que se usa en la actualidad para describirlas? Mujeres masculinas. Las “mujeres masculinas” ya no son las patosas enormes, grandes y estúpidas a las que la gente se solía referir con estas palabras. No son términos peyorativos; en cambio, se trata de algo elogioso. Sin embargo, ¿cómo considera Dios esta definición elogiosa? Eres una persona tan rápida y enérgica como un rayo, así como valiente y resuelta en tus acciones, pero ¿cuáles son los principios de tu práctica y la base para tus acciones? ¿Son la verdad? ¿Se trata de las palabras de Dios? Esto es clave. Si un hombre es lento y meticuloso en sus acciones, entonces, en palabras de los no creyentes, es como una mujer con los pies atados —hay incluso quien usa términos peyorativos y dice que es “un poco afeminado”—, pero ¿cómo lo contempla Dios? Con independencia de si una persona es tan rápida y enérgica como un rayo y es atrevida y resuelta al hacer las cosas, o bien si es un hombre que actúa como una mujer con los pies atados y es un poco afeminado en sus acciones, ¿acaso alguna de estas dos cosas supone un problema? (No). ¿Es un punto fuerte ser tan rápido y enérgico como un rayo y ser atrevido y resuelto? (No necesariamente). Por tanto, ¿es una debilidad actuar como una mujer con los pies atados? (Tampoco, no necesariamente). Aunque una de estas dos definiciones —“mujer masculina” y “un poco afeminado”— es elogiosa y la otra es peyorativa, la esencia de estos dos tipos de comportamientos o maneras de hacer las cosas no debería juzgarse en función de su significado literal. ¿Qué se debería usar para juzgar esto? (Si lo que alguien practica es la palabra de Dios o no). Para juzgar esto se debería usar la base de sus acciones, así como también el efecto que pretende lograr. Si la base de sus acciones es la palabra de Dios y los principios-verdad, entonces es, básicamente, seguro al 90 por ciento que no está haciendo nada malo. Si no solo hace las cosas de acuerdo con los principios-verdad, sino que, además, el efecto que pretende lograr es el de defender el testimonio de Dios y los intereses de Su casa, así como el de edificar a más hermanos y hermanas, entonces podemos estar seguros al cien por cien de que no está haciendo nada malo. No importa si es atrevido y resuelto, o si es como una mujer con los pies atados —da igual cómo actúe de cara al exterior—, eso no es importante. Lo importante es si los principios-verdad son la base de sus acciones o no y si salvaguardar los intereses de la casa de Dios y el trabajo de la iglesia, así como edificar a más personas, es o no el objetivo de sus acciones y el efecto que pretende lograr por medio de estas. Así pues, ¿es importante la forma que toman sus acciones? (No). Con independencia de que seas una mujer masculina o igual que una mujer con los pies atados, esto no es en lo que se fija Dios; este no es el estándar que Él usa para evaluar a las personas. Por tanto, si una mujer parece masculina y, en sus acciones, es tan rápida y enérgica como un rayo, es atrevida y resuelta, ¿es esto merecedor de alabanza y consideración? (No). ¿Acaso ser tan rápida y enérgica como un rayo, ser atrevida y resuelta un principio para hacer cosas? (No). Con independencia de si eres un hombre o una mujer, ser atrevida y resuelta y tan rápida y enérgica como un rayo, no es un principio para hacer las cosas. Por tanto, ¿cuál es un principio para hacer las cosas? (Uno debe hacer las cosas de acuerdo con los principios-verdad y el efecto que uno pretende lograr debe ser el de salvaguardar los intereses de la casa de Dios y edificar a más personas; este es un principio). Este es un principio concreto. Si actúas de acuerdo con este principio, entonces estás practicando la verdad; si no actúas de acuerdo con este principio, entonces, a Mis ojos, la expresión que mejor define que eres atrevido y resuelto y tan rápido y enérgico como un rayo es “desatarse y hacer maldades”. Resulta obvio que desatarse y hacer maldades no es actuar según los principios-verdad; aunque parezca que eres resuelto y no vacilas en tus acciones, que tienes el aire de un líder o un rey, en realidad estás desatado y haciendo maldades. ¿Cuáles son las consecuencias de ello? Causa trastornos y perturbaciones y sabotea el trabajo de la iglesia. Por tanto, ¿recordará esto Dios? (No). No solo no lo recordará, sino que además lo condenará. Por tanto, dices que eres una mujer masculina y que en tus acciones eres tan rápida y enérgica como un rayo, además de atrevida y resuelta, pero ¿es eso útil? (No lo es). Buscar la verdad y actuar de acuerdo con los principios-verdad es a lo único que se le puede llamar una verdadera capacidad; solo esto es practicar la verdad y perseguirla; esto es lo único que deberían hacer las personas con humanidad normal. Supongamos que dices: “Simplemente es mi personalidad y no puede cambiar, así que, ¿qué se supone que debo hacer?”. Hay una solución fácil. Que seas una persona enérgica o tengas un temperamento tranquilo no supone ningún problema; que esto no te limite. Tampoco hay necesidad de que te esfuerces mucho para cambiar tu método para hacer las cosas porque quieras actuar de acuerdo con los principios. Con independencia de tu método, si la base de tus acciones son los principios-verdad y el efecto que logras es el de defender el testimonio de Dios, Sus intereses y la obra de la casa de Dios, entonces estas son buenas obras y Dios las recordará. A modo de contraste, da igual que te comportes de manera mansa y contenida, como una mujer con los pies atados, o que seas tan rápido y enérgico como un rayo, como un líder o un rey —con independencia de la forma externa de tus acciones—, si no actúas de acuerdo con los principios-verdad, entonces estás causando trastornos y perturbaciones y estas son acciones malvadas; Dios las condenará y no las recordará. Este es el principio para juzgar si una persona es buena o malvada. ¿Lo entendéis? (Sí). Por tanto, ahora que hemos terminado de compartir estas cosas, ¿tenéis algo de entendimiento sobre qué nociones e imaginaciones tienen las personas en lo que respecta a la obra de Dios? (Sí). Ahora que las entendéis, ¿conocéis alguna de las desviaciones que las personas tienen en su proceso de creer en Dios y perseguir la verdad? ¿Tenéis también claro cómo deberíais practicar? (Sí).
El propósito de entender las nociones e imaginaciones de las personas es, por un lado, impedir que las personas vivan de acuerdo con estas nociones e imaginaciones y que caminen por la senda de vida incorrecta. Por otro lado, es el de permitir a las personas —mientras se desprenden de estas nociones e imaginaciones— vivir dentro de la humanidad normal y cumplir con sus responsabilidades y deberes con facilidad y gozo, así como que no se fuercen a hacer cosas de las que no son capaces. Si hay algo que puedes lograr y que deberías hacer, entonces dedica tus mayores esfuerzos a hacerlo; si algo excede a tu calibre y a tu capacidad, encuentra a alguien para cooperar contigo en ello o pide ayuda a otros hermanos y hermanas y hazlo lo mejor que seas capaz; estos son los principios. En resumen, lo que las personas deberían entender respecto a esta cuestión es que, durante el periodo en el que Dios obra, la humanidad de todo el mundo se está desarrollando gradualmente en una buena dirección durante el proceso de aceptar las palabras de Dios y dentro del ámbito de las condiciones básicas inherentes de su humanidad, en lugar de volverse retorcida, sobrenatural o anormal. Por tanto, si el deber que haces implica una habilidad técnica o profesional, entonces, para hacerlo bien, deberías esforzarte por aprender con diligencia y por profundizar en esa habilidad técnica o profesional. No deberías esperar ciegamente que Dios actúe según ciertos pensamientos y opiniones —como “Dios es omnipotente, así que Dios puede lograr cualquier cosa que a la gente le resulta imposible hacer; solo basta con que le oremos”— e imaginaciones sobre cosas sobrenaturales, sin esforzarte por aprender la habilidad tú mismo. Deberías dedicar todo tu corazón, toda tu fortaleza y toda tu mente a hacer aquello que se halla dentro del ámbito de lo que puede conseguir tu calibre y, cuando se trate de lo que exceda a tu calibre y capacidades, no te compliques a ti mismo, no te agobies, no te cargues ni presiones de ninguna manera; no seas duro contigo mismo. Piensa, por ejemplo, en el proceso de aprender habilidades informáticas. Digamos que te estás haciendo mayor y, acorde a tu edad, tu calibre y tus condiciones presentes, aprender a teclear ya supone un logro importante para ti. Si además puedes aprender a contactar con los hermanos y hermanas y a hacer trabajo online, eso ya está bastante bien. Sin embargo, nunca estás satisfecho y sigues deseando más; quieres aprender a programar y a mantener la red segura, a hacer cierto trabajo que solo pueden realizar los ingenieros informáticos y el personal de alta tecnología. ¿Acaso no es una necedad? (Sí). No puedes dominar estas cosas, así que te vuelves negativo y te quejas de Dios: “Oh, Dios, ¿por qué no puedo dominar estas cosas? ¿Por qué me concediste esta clase de calibre? Soy muy viejo, ¿por qué no puedes volver a hacerme joven? ¿Acaso Dios no es omnipotente?”. Está mal que tengas tales pensamientos y hagas tales exigencias. ¿Qué se quiere decir con “hacer lo que sea que esté en tu mano y no exceder tu calibre, capacidades e instintos”? Sea lo que sea lo que tu calibre y capacidades te permitan lograr, esto es lo que Dios requiere de ti. Dios no te exige aquellas cosas que no están a tu alcance y tú tampoco tienes que exigírtelas a ti mismo. Si tú no puedes hacer algo, hay otros que pueden; Dios no exige que seas el adecuado para ello. Dices: “Soy viejo, no sé subir vídeos, tampoco sé cómo mantener la seguridad de la red y, menos aún sé programar”; sin embargo, insistes en aprender estas cosas. ¿Has preguntado si la casa de Dios necesita que tú hagas este trabajo? ¿Has hecho adecuadamente tu propio trabajo? ¿Has hecho de manera correcta el trabajo que tu calibre te permite lograr? Si no ha sido así y sigues insistiendo en intentar hacer cosas que están fuera de tu alcance, que exceden a tu comprensión y que incluso no vas a lograr aprender en toda tu vida, ¿crees que estás batallando contra ti mismo o contra Dios? ¿Acaso no es esto muy problemático? (Sí). Siempre quieres superarte a ti mismo y convertirte en sobrehumano, pero Dios no ha requerido de ti que hagas eso. Solo puede haber una razón por la que quieras ser sobrehumano: que quieras alardear y no vayas a admitir la derrota ni ceder ante la vejez. No es en aras de hacer bien tu deber que soportas adversidades y pagas un precio; no haces tu deber de acuerdo con el principio de comportarte bien y aferrarte con firmeza al lugar que te corresponde. Para probar que no eres viejo, quieres desafiar tu propio calibre y capacidades. “Todavía soy válido”, piensas. “¡Soy igual de bueno que el resto, puedo hacer lo mismo que los demás!”. ¿Es esto significativo? (No). No es significativo. Todo este esfuerzo que estás dedicando es inútil e inservible. Si dedicas todo tu corazón, toda tu mente y toda tu fortaleza a llevar a cabo de manera adecuada aquello que tus propias condiciones te permiten lograr, entonces Dios estará satisfecho. No te desafíes a ti mismo, no busques sobrepasar tus límites. Dios sabe cuáles son tu calibre y tus capacidades. Hace mucho que Dios ha predeterminado el calibre y capacidades que te ha entregado Él. Querer siempre sobrepasar esto es ser arrogante y sobrestimarse a uno mismo; es buscarse problemas y es inevitable que termine en fracaso. ¿No están esas personas siendo negligentes con las tareas que les corresponden? (Sí). No se comportan conforme a las reglas ni se aferran a sus puestos correspondientes para cumplir bien los deberes de un ser creado; no siguen estos principios en sus acciones, sino que siempre prefieren tratar de alardear. Hay un dicho que afirma: “Una vieja se pinta los labios, para que tengas algo que mirar”. ¿Qué intención tiene la “vieja” al hacer esto? (Lucirse). La vieja quiere mostrarte: “Al ser vieja, no soy corriente; te voy a enseñar algo especial”. No quiere que la menosprecien, sino que en su lugar quiere que la tengan en alta consideración y la veneren; quiere desafiar sus límites y sobrepasarlos. ¿Acaso no es esto tener una naturaleza arrogante? (Sí). Si tienes una naturaleza arrogante, entonces no permaneces dentro de los límites, no quieres comportarte de una manera que corresponda a tu posición. Siempre quieres desafiarte a ti mismo. Si hay cualquier cosa que los demás puedan hacer, tú también quieres poder hacerla. Cuando otros hacen cosas que los hacen destacar, logran resultados o realizan contribuciones y reciben el elogio de los demás, te sientes incómodo, celoso y descontento. Entonces quieres abandonar tus tareas actuales para ocuparte de un trabajo que te permita brillar y también deseas que se te tenga en alta consideración. Sin embargo, no eres capaz de hacer trabajo que te permita destacar, ¿no es esto entonces una pérdida de tiempo? ¿Acaso no es desatender las tareas que te corresponden? (Sí). No desatiendas las tareas que te corresponden, ya que eso no va a acabar bien. No solo demora las cosas y se pierde el tiempo, provocando que los demás te menosprecien, sino que también causas que Dios te deteste y, al final, te atormentas para volverte bastante negativo. Sea cual sea la edad de la persona —ya sea joven, de mediana edad o vieja—, esta tiene límites en cuanto a su calibre y sus talentos; nadie es perfecto. Olvídate de ser perfecto, olvídate de saber hacerlo todo, de poder hacerlo todo y de entenderlo todo; si tienes esta clase de carácter, eso es problemático.
Dentro de la obra de Dios, cuando Él le habla a toda clase de personas sobre cualquier tema o cualquier tipo de asunto, ¿por qué Dios habla una y otra vez sobre la misma cosa, abordando diferentes estados y situaciones? Aquellos que carecen de entendimiento espiritual piensan: “Hablar de esta manera es demasiado detallado y extenso; ya lo entendemos”. Puede que tú ya lo entiendas, pero es posible que otros no. Y aunque lo entiendas, ¿eres capaz de resolver los problemas de diversos estados? Si no es así, eso significa que sigues sin tener una comprensión total, así que no finjas que la tienes. Los estados de las personas son todos diferentes. Solo una vez que se haya hablado sobre todos los estados de cada tipo de persona y todos los diversos estados se hayan cubierto —es decir, una vez que se hayan debatido todos los estados de todos los tipos de personas en el marco de cierta cuestión importante y todo el mundo entienda este aspecto de la verdad—, solo entonces este asunto se habrá explicado con claridad. ¿Qué quiero decir con esto? Que todo el mundo desarrolla problemas diferentes mientras vive bajo sus propias condiciones; los problemas de todo el mundo son diferentes y las personalidades, los puntos fuertes y las cosas que se les dan bien también son diferentes. Por tanto, todo el mundo tiene sus propias condiciones personales, sus propias dificultades y sus propios pensamientos y opiniones diferentes. Sin embargo, no importa lo diferentes que sean las propias condiciones de las personas y, no importa lo diferentes que sean sus capacidades, calibres, altura de miras, personalidades y hábitos, las actitudes corruptas y la esencia-naturaleza de los seres humanos son las mismas. Es decir, por muy diferentes que sean las diversas condiciones de la humanidad de las personas, estas poseen los mismos rasgos comunes. ¿Por qué los seres humanos tienen los mismos rasgos comunes? Porque la esencia-carácter de la que dependen los seres humanos para su supervivencia es la misma. Por tanto, después de haberse dejado en evidencia los estados y problemas de toda clase de personas, lo que necesitan hacer los seres humanos es practicar de acuerdo con las verdades y principios que Dios requiere; entonces, los problemas comunes de la especie humana se resolverán. Tu personalidad o tu calibre no importan, tampoco lo competente que seas, si eres hombre o mujer, si naciste en occidente o en oriente o si eres del sur o del norte; mientras tus actitudes corruptas se resuelvan mediante la aceptación de la verdad, del juicio y el castigo de las palabras de Dios, así como mediante la práctica de la verdad, tus dificultades quedarán resueltas. Esto significa que también se pueden resolver todos los diversos estados que surgen en las personas en el contexto de los problemas comunes de los seres humanos. ¿Por qué surgen diversos estados en las personas? Es porque las condiciones inherentes de la humanidad que cada persona posee son diferentes. Por ejemplo, si vives en el sur y tienes algunos hábitos y patrones de vida de los sureños, así como también desarrollas algunos rasgos de personalidad y estilos de vida que son específicos de los sureños, entonces, con este tipo de trasfondo, desarrollarás algunas nociones e imaginaciones particulares, pensamientos y opiniones particulares y estados particulares. Si nacieras en el norte, tendrías la personalidad y los hábitos de vida de los norteños, o ciertos estados que surgen de las costumbres, el trasfondo cultural, los métodos de educación y otras cosas semejantes que son intrínsecas a los norteños. De esta manera, los estados que surgen en las personas que viven en el sur y en el norte son diferentes. Sin embargo, la causa fundamental y la esencia de los estados que surgen de un único problema son las mismas, así que todos pueden resolverse con las mismas verdades. Al ser este el caso, no importa si eres del norte o del sur, o del este o del oeste; mientras seas un ser humano creado, todos tus problemas se pueden resolver con verdades. ¿Lo has entendido? ¿Es complicado este asunto? (Ahora que he oído la explicación, ya no me parece complicado). ¿Por qué dices que este asunto no es complicado? (Aunque las propias condiciones, trasfondos y personalidades de las personas sean diferentes, y esto naturalmente dé lugar a estados diferentes, la causa fundamental de estos estados diferentes es la misma y la esencia corrupta de las personas también. Por mucho carácter corrupto que revelen, este se puede resolver con las mismas verdades; por tanto, las verdades pueden resolver los problemas de todas las personas). Ya sean del sur, del norte, del este o del oeste, ya sean hombres o mujeres, jóvenes o viejas, sean cuales sean sus propias condiciones, las actitudes corruptas de las personas son las mismas y los diversos estados, pensamientos y opiniones, así como las posturas respecto a la verdad a las que estas actitudes corruptas dan lugar, tienen un rasgo común. ¿Cuál es este rasgo común? Todo lo que surge de estas actitudes corruptas es propio de Satanás y no se conforma a la verdad; por supuesto, para ser más específicos, se podría decir que es contrario a la verdad. Por tanto, no importa qué diferencias haya entre las razas, religiones o culturas de la especie humana corrupta y da igual si tienen la piel amarilla, blanca, marrón o negra, todos son seres humanos corruptos y todos los seres humanos poseen la misma esencia de resistirse a Dios. Esto es algo que tienen en común. Por tanto, sea cual sea el país del que proceden las personas o cuál sea su raza, se las conoce colectivamente como seres humanos corruptos. Es decir, con independencia de si estas razas de personas son superiores o modestas, pobres o ricas en cuanto a su color de piel, su apariencia, hábitos de vida o cultura racial, así como sea cual sea la educación que hayan recibido, en cualquier caso, las reglas en las que confían para su supervivencia provienen de Satanás, no son consistentes con la verdad y son reacias a Dios. Aunque pertenezcan a una raza pudiente y noble con un trasfondo religioso elevado, la esencia de las personas sigue siendo la de los seres humanos corruptos, siguen siendo la calaña de Satanás que se resiste a Dios, son todavía humanos corruptos, todos son reacios a Dios, se trata de todos aquellos a los que la obra de Dios juzga y castiga; los que pueden aceptar la verdad entre ellos son aquellos a los que Dios pretende salvar. ¿Qué implicación tiene esto? La de que antes de que te salves, por muy elevados que sean tus trasfondos culturales, educativos y religiosos, tu esencia sigue siendo reacia a Dios y hostil a Él. Como tal, la esencia de los seres humanos no cambiará por su color de piel, religión, país de nacimiento o su trasfondo educativo o cultural. De manera similar, da igual de qué raza sea una persona, no se volverá noble o inferior a ojos de Dios debido a sus propias condiciones. Por tanto, a ojos de Dios, ¿cuál es el estándar para evaluar si las personas son nobles o inferiores? Solo hay un estándar y es el de si aceptas la verdad o no. Si aceptas la verdad, entonces, no importa tu raza ni el color de tu piel, eres noble. Si no aceptas la verdad, entonces, aunque digas: “Tengo la piel blanca, pelo rubio y ojos azules; mi familia ha pertenecido a la realeza desde hace generaciones”, ¡eso no sirve de nada! Aunque seas noble entre la especie humana, si no aceptas la verdad, entonces, a ojos de Dios todavía eres un ser humano corrupto, eres igual que cualquier otro ser humano corrupto; no hay diferencia. No importa cuántos miembros de la raza humana te admiren, te veneren y te presenten ofrendas, no sirve de nada y no cambiará tu estatus, identidad y esencia a ojos de Dios. El estándar de Dios para evaluar a la especie humana —que, por supuesto, también es una referencia y un estándar fijo y elevado de Dios para evaluar a la especie humana— es evaluarla según la verdad. Si amas la verdad y la practicas, entonces eres noble; si no practicas la verdad, entonces esta vieja carne tuya es un ser humano corrupto; no vale un centavo y no vale siquiera lo que una hormiga en la tierra. Con la excepción de los microorganismos que las personas no pueden ver, las hormigas son relativamente pequeñas entre todas las cosas vivas. Su patrón de vida, sus reglas de supervivencia y sus instintos se ciñen por completo a las leyes establecidas por Dios. Su horario de trabajo y descanso varía de acuerdo con el clima y la fluctuación de las temperaturas de las cuatro estaciones y nunca cambiarán de manera proactiva estos patrones y reglas. Pero los humanos son diferentes. Los humanos siempre quieren cambiar el statu quo y el mundo, siempre tienen ambiciones y participan constantemente en la traición y la rebelión. Aunque las hormigas no tienen la facultad de aceptar la verdad ni la capacidad para comprenderla, al menos no se resisten a Dios. Los humanos son diferentes; se lanzarán activamente a atacar y resistirse a Dios. Por tanto, a ojos de Dios, los seres humanos que no han obtenido la verdad y no se han salvado no valen nada. ¿No es esto un hecho? (Sí). Evaluar y calificar a las personas según este hecho, concuerda por completo con los principios-verdad. Por medio de la enseñanza de estos asuntos, las personas deberían tener una opinión y una comprensión correctas respecto a la esencia de la especie humana y del efecto que la obra de Dios pretende lograr. Después de entender este aspecto de la verdad, ¿acaso no estarás menos limitado cuando prediques el evangelio a las personas o cuando te asocies y compartas con ellas, sea cual sea el tipo de persona del que se trate, con independencia de que tengan o no un trasfondo religioso, de si tienen posición y estatus en la sociedad o un estatus social bajo y de si su piel es blanca o de color? (Sí). Si no comprendes estas verdades, siempre tenderás a tener en alta consideración a las personas de otras razas o sentirás que no puedes comprenderlas y no sabes cómo compartir o interactuar con ellas. ¿Acaso entender estas verdades no os ayuda a la hora de asociaros con esas personas? Os ayudará a contemplar a toda la raza humana desde la posición adecuada y el punto de vista correcto. Este es el beneficio de entender la verdad. Cuando entiendas la verdad, tu perspectiva sobre las cosas será correcta y además tendrá una amplitud de miras relativamente grande, no será tan limitada. De lo contrario, siempre carecerás de confianza como líder u obrero. Primero, sentirás que careces de experiencia de vida. En segundo lugar, sentirás que no has tenido experiencias suficientes. En tercer lugar, sentirás que no se te da bien hablar y no puedes desentrañar los estados de la mayoría de las personas; en particular, cuando veas a personas mayores, sentirás miedo y nervios y no te atreverás a hablar. Hay quien dice: “En especial, cuando veo que los creyentes religiosos veteranos tienen algún conocimiento de la Biblia, no sé cómo predicarles el evangelio y me asusto y me siento inferior a ellos”. Entiendes muchas verdades, así que, ¿de qué tienes miedo? ¿Acaso no es esto no ser capaz de desentrañar los asuntos? Una vez que las personas entiendan la verdad, deberían ser capaces de resolver estos asuntos y problemas y ya no estarán limitadas por estas cosas.
¿Qué aspectos de la verdad habéis entendido por medio de los temas que hemos compartido hoy? ¿Tenéis clara la obra de Dios y cómo salva Él a las personas, Sus métodos para salvarlas y los aspectos de estas que Dios cambia? (Sí). Ahora que tenéis claras estas cosas, ¿acaso no sentís incluso más la importancia de practicar la verdad y de evaluarlo todo según la verdad? (Sí). ¿Acaso no pensáis incluso más que es extremadamente importante perseguir y entender la verdad? Si alguien no entiende la verdad, entonces no puede desentrañar ningún asunto, no puede desentrañar a todos los tipos de personas ni a las de distintos países y etnias, por tanto, es un necio, un idiota. Cuando algunos individuos ven a personas con gafas, asumen que se trata de profesores o intelectuales, así que se sienten limitados y no se atreven a hablar; además, cada vez que ven a personas altas y de buena apariencia, se sienten inferiores a ellas. Después de entender la verdad, ¿acaso estas cosas no dejarán de afectar a las personas en lo fundamental? Por un lado, no se limitarán a sí mismas; por otro, mejorarán —en cierta medida— su actitud y punto de vista en lo que respecta a lidiar con las personas y las cosas, así como también tendrán algo de lucidez respecto a ello. Esto será beneficioso para el cumplimiento de su deber, en especial, en lo que respecta al desempeño del trabajo por parte de los líderes y obreros a todos los niveles. Después de que las personas hayan entendido los objetivos y el verdadero significado de la obra de Dios, ¿cómo deberían actuar con el fin de abordar correctamente sus condiciones inherentes? ¿Cuántos principios hay? (Los que se me ocurren son que las personas deberían contemplar correctamente su propia personalidad, calibre y otras condiciones, dejar de buscar cosas sobrenaturales y dejar de buscar ser sobrehumanas, hacer cualquier cosa de la que sean capaces lo mejor que sepan y no forzarse a sí mismas a lograr lo que está más allá de su alcance. De esa manera, su vida estará más liberada y su humanidad se volverá cada vez más normal). Para empezar, si quieres evitar hacer cosas necias o estúpidas, primero debes entender tus propias condiciones: cómo es tu calibre, cuáles son tus puntos fuertes, en qué eres bueno y en qué no, además de qué cosas puedes o no puedes hacer según tu edad, tu género, el conocimiento que posees y tus percepciones y tu experiencia de vida. Es decir, deberías tener claros cuáles son tus puntos fuertes y debilidades en el deber que desempeñas y el trabajo que haces, así como las deficiencias y méritos de tu propia personalidad. Una vez que tengas claras tus propias condiciones, méritos y defectos, entonces deberías fijarte en qué méritos y puntos fuertes se deberían mantener, qué defectos y fallos se pueden superar y cuáles no se pueden superar en absoluto; debes tener claras estas cosas. Para alcanzar esta claridad, por un lado, deberías buscar la verdad, reflexionar y obtener conocimiento de estas cosas por medio de comparar las palabras de Dios con tu situación real y, al mismo tiempo, orar a Dios para revelar estas cosas. Por otra parte, también puedes preguntarles a los hermanos y hermanas a tu alrededor y pedirles que te den indicaciones y consejos. De esta manera, tendrás un entendimiento más profundo sobre ti mismo y tendrás más ideas y pistas en lo referente a la cuestión de conocerte a ti mismo. Las personas no son capaces de resolver algunos problemas. Por ejemplo, puede que seas propenso a ponerte nervioso al hablar con los demás; cuando afrontas situaciones, puede que cuentes con tus propias ideas y puntos de vista, si bien no eres capaz de formularlos con claridad. Te sientes especialmente nervioso cuando hay muchas personas presentes; hablas con incoherencia y te tiemblan los labios. Algunos llegan incluso a tartamudear; otros son si cabe menos inteligibles si hay miembros del sexo opuesto presentes, simplemente no saben qué hacer ni qué decir. ¿Es fácil superar esto? (No). Al menos a corto plazo, no te resulta sencillo superar este defecto porque es parte de tus condiciones innatas. Si sigues nervioso después de varios meses de práctica, el nerviosismo se tornará en presión, lo cual te afectará negativamente, ya que hace que tengas miedo de hablar, conocer a gente, asistir a reuniones o dar sermones, y estos temores te aplastarán. ¿Qué deberías hacer entonces? Puedes reflexionar sobre este asunto y hablar con los demás sobre ello; ver qué mentalidad tienen otros cuando se encuentran con este problema y cómo lo resuelven, del mismo modo que deberías también practicar de esta manera. Digamos que durante la reunión de hoy estás en bastante buena forma; tu estado de ánimo es alegre y, es más, también te conmueven las palabras de Dios y sientes un deseo particular de expresarte. Resulta que es una reunión de un grupo pequeño en la que solo hay unas cuantas personas, así que intentas compartir unas pocas palabras y te sientes bastante bien al respecto, nada nervioso. En esta situación, cuando no estás bajo ninguna presión y no te has preparado en absoluto, te expresas muy bien libremente y todo el mundo está de veras conmovido y edificado por ello. ¿Acaso no es esto progreso? Limítate a empezar a practicar hablar y compartir en reuniones de pequeños grupos, donde haya pocas personas, y de manera gradual serás capaz de hablar con normalidad y tus nervios se esfumarán poco a poco. Al practicar de esta manera se lograrán los mejores resultados. Primero, elige una reunión de un grupo pequeño donde haya pocas personas o un escenario informal para practicar esto, para hablar y compartir de manera improvisada, como si estuvieras charlando, a fin de superar este defecto tuyo. A veces, después de hablar durante un minuto, puede que te sientas un poco nervioso, puede que, a medida que hables, te sientas menos confiado, y puede que tengas menos que decir a medida que continúas; en tales casos, no hables más; termina rápido y para. A veces, después de que has estado hablando durante un rato, puede que todo el mundo esté dispuesto a escuchar y se sientan muy liberados; en tal atmósfera, tus nervios y tu estrés se disiparán sin que te des cuenta. Este defecto tuyo solo puede mejorar poco a poco bajo tales circunstancias; pero no se superará. Si te parece que tu estado no ha mejorado mucho tras formarte durante un mes, e incluso te surge una especie de presión en el corazón que te pone cada vez más nervioso, lo cual afecta a tu trabajo normal, a tu vida y al cumplimiento del deber, entonces no hace falta que continúes practicando. Basta con que puedas hacer tu deber con normalidad. Solo céntrate en hacer bien tu deber; es lo correcto. Mantén en tu corazón este defecto, este fallo, ora en silencio a Dios y luego busca las ocasiones apropiadas para practicar cómo hablar y asociarse con las personas, al tiempo que expresas lo que quieres decir articulando cada palabra, siguiendo una estructura y con claridad. Así mejorará poco a poco tu defecto, tu fallo. Es posible que, pasados uno o dos años, puede que madures con la edad y estés más familiarizado con la gente que te rodea, y que su mirada, sus opiniones y la atmósfera creada cuando todo el mundo está reunido ya no te causen presiones, ataduras ni limitaciones; entonces, tu defecto se podría superar y resolver entre esa gente. Este es el tipo de persona que cuenta con la forma más grave de este defecto; solo lo puede superar por medio de la moderación y la práctica a largo plazo en tales entornos. Por supuesto, también existen personas que resuelven este fallo poco a poco en un corto periodo de entre tres y cinco meses. No se ponen nerviosas cuando interactúan y hablan con los demás en situaciones corrientes, excepto cuando afrontan grandes ocasiones. Por tanto, si puedes superar a corto plazo este defecto, este fallo, hazlo. Si es difícil de superar, no te preocupes por él, no luches contra él ni te desafíes a ti mismo. Por supuesto, si no puedes superarlo, no deberías sentirte negativo. Aunque no puedas superarlo nunca a lo largo de tu vida, Dios no te condenará, ya que no se trata de tu carácter corrupto. Tu miedo escénico, tu nerviosismo y tu temor; estas manifestaciones no reflejan tu carácter corrupto. Ya sean innatos o producto del entorno posterior en la vida, como mucho, son un defecto, un fallo de tu humanidad. Si no puedes cambiarlo a largo plazo, o siquiera en toda tu vida, no te recrees en ello, no permitas que te limite, ni tampoco deberías volverte negativo por ese motivo, pues no se trata de tu carácter corrupto; no tiene sentido intentar cambiarlo o luchar contra él. Si no puedes cambiarlo, entonces acéptalo, deja que exista y trátalo con corrección, ya que puedes coexistir con ese defecto, ese fallo; el hecho de que lo tengas no afecta a que sigas a Dios y hagas tus deberes. Mientras puedas aceptar la verdad y hacer tus deberes lo mejor que te sea posible, todavía te puedes salvar; no afecta a tu aceptación de la verdad ni a que logres la salvación. Por tanto, no deberías verte limitado a menudo por cierto defecto o fallo en tu humanidad y, por la misma razón, tampoco deberías volverte negativo o desalentarte con frecuencia, o siquiera renunciar a tu deber y a la búsqueda de la verdad, lo que te llevará a perder la ocasión de salvarte. No merece para nada la pena; eso es lo que haría una persona necia e ignorante.
Algunas personas solo pueden llegar a las notas medias cuando cantan y no pueden alcanzar las notas altas por mucho que se formen para ello. Por tanto, ¿qué se puede hacer al respecto? Limitarse a cantar notas en los rangos medio y bajo; basta con cantar bien solo esas notas. Si quieres desafiarte a ti mismo constantemente y decir: “Se me da bien cantar las notas medias. Quiero desafiarme a mí mismo para alcanzar las notas altas”, entonces, aunque tengas éxito en este desafío, será inútil y no significará que hayas obtenido la verdad. En el mejor de los casos, solo significará que has adquirido una habilidad adicional, que puedes hacer un deber adicional, puedes cantar algunas canciones más y puedes estar un poco más en el centro de atención. Pero ¿y qué? ¿Estar más en el centro de atención significa que estés practicando más la verdad? ¿Existe una conexión entre estas dos cosas? (No). Si puedes cantar las notas medias, entonces cántalas bien. Si no puedes cantar bien las notas altas, pero insistes en tensionar la voz para hacerlo y acabas no siendo capaz de cantarlas correctamente y además caes enfermo a causa del agotamiento, Dios no recordará esto. No importa si puedes cantar notas altas o medias, mientras puedas cantar bien y seas leal y lo des todo en tu deber, sin ser superficial o evasivo ni holgazán, o sin cometer fechorías de manera temeraria ni soltar ideas grandilocuentes, y mientras te esfuerces —ya sea en cuanto a técnica, emoción, cualidad tonal y notas— para cantar de una manera estándar y hermosa que llegue al corazón de la gente, así como cantar de un modo que pueda conmover a las personas, aquietar el corazón de estas ante Dios y edificarlas cuando te escuchen, entonces esto es hacer tu deber de una manera acorde al estándar. Si siempre quieres desafiar tus límites y lograr hitos personales y superarte a ti mismo, esto es revelar tu carácter satánico corrupto y no es cumplir tu deber. Después de que has hecho adecuadamente tu propio trabajo y aquello que eres capaz de lograr, está bien que en tu tiempo libre aprendas algo que sea útil para tu deber, pero no es esto lo que Dios requiere. Supón que cantas bien las notas medias y en tu tiempo libre practicas para cantar las altas. Pasado un tiempo, progresas, y después de dos o tres años de trabajo duro también eres capaz de cantar bien las notas altas. Eres capaz de cantar tanto las notas medias como las altas y cumples bien ambos deberes; eres capaz de hacer ambos deberes de acuerdo con los principios-verdad y de cantar con todo tu corazón, sin ser superficial, evasivo ni holgazán, sin soltar ideas grandilocuentes. Esto es incluso mejor, es una buena obra y Dios la recordará. Pero digamos que no puedes lograrlo y sigues pensando todo el tiempo: “Dios tiene altas expectativas respecto a mí, ¿acaso no soy evasivo y holgazán si solo canto las notas medias? ¡Dios no está satisfecho!”. Eso es tu propia imaginación. Estás especulando respecto a Dios y te dedicas a la práctica de “evaluar lo noble según los estándares de lo innoble”. Dios no ha requerido de ti nada semejante. Lo que Dios requiere de ti es que hagas bien aquello que te corresponde hacer dentro del ámbito de tu calibre y capacidades inherentes; si lo haces bien de acuerdo con los principios que Dios requiere, entonces Dios ya te habrá evaluado con la calificación más alta. Pero si no intentas hacer bien aquello que eres capaz de conseguir ni lo haces de acuerdo con los principios y siempre eres evasivo y holgazaneas y siempre quieres soltar ideas grandilocuentes y no practicas diversas técnicas de canto, sino que sigues queriendo desafiar tus límites, entonces careces de razón al actuar así; se trata de una manifestación de arrogancia e ignorancia y Dios no estará complacido. De ninguna manera dirá: “Esta persona puede cantar las notas medias y está intentando cantar también las altas. Aunque no es capaz de cantar bien las altas, le pone mucha dedicación y con eso es suficiente”. Dios no te contemplará de esa manera, así que no te sientas satisfecho contigo mismo. Dios solo observa si te comportas de una manera que corresponde a tu rol y si eres alguien que lleva bien a cabo los deberes de un ser creado. Él observa si dedicas todo tu corazón y tus fuerzas en el cumplimiento de tu deber bajo las condiciones innatas que Dios te ha dado y si actúas de acuerdo con los principios y logras los resultados que Dios desea. Si puedes conseguir todas estas cosas, Él te concede la nota máxima. Supón que no haces las cosas de acuerdo con los requerimientos de Dios y que, aunque te empeñes y dediques esfuerzo, lo único que haces es jactarte y alardear y no te comportas de acuerdo con los principios-verdad ni dedicas todo tu corazón y tu fortaleza a satisfacer a Dios en el cumplimiento de tu deber. En ese caso, tus manifestaciones y tu conducta le resultan detestables a Dios. ¿Por qué las detesta Dios? Él dice que no te centras en las tareas que te corresponden, no has puesto todo tu corazón, tu fortaleza ni tu mente en el cumplimiento de tu deber y no recorres la senda correcta. El calibre, los dones y los talentos que Dios te ha dado son ya suficientes; es solo que no estás satisfecho, no tienes devoción a tu deber, nunca sabes cuál es tu lugar, siempre quieres soltar ideas grandilocuentes y alardear, hasta que al final malogras tus deberes. No has puesto en juego el calibre, los dones y los talentos que te ha concedido Dios, no has hecho un esfuerzo total ni has logrado resultados. Aunque puede que estés bastante ocupado, Dios dice que eres como un bufón, no alguien que conozca su lugar y esté centrado en los deberes que le corresponden. A Dios no le gustan tales personas. Por tanto, sean cuales sean tus planes y objetivos, si al final no llegas a hacer tu deber de acuerdo con los principios que requiere Dios, con todo tu corazón, toda tu mente y toda tu fortaleza, a partir de la base del calibre, los dones, los talentos, las capacidades y otras condiciones inherentes que Dios te ha concedido, entonces, Dios no recordará lo que has hecho y no estarás haciendo tu deber, sino más bien, estarás haciendo el mal.
¿Has entendido el principio de práctica para cómo abordar de manera correcta tus condiciones innatas, es decir, tus propias condiciones, méritos y defectos? (Sí). ¿Cuál es el primer paso? Primero, aprovecha al máximo los dones, capacidades y fortalezas inherentes y existentes que Dios te ha dado, además de las habilidades técnicas o profesionales que eres capaz de alcanzar y lograr; no te contengas. Si has venido a satisfacer a Dios en cuanto a todas estas cosas y sientes que todavía puedes alcanzar cotas más altas, entonces echa un vistazo a qué habilidades técnicas o profesionales puedes mejorar o en cuales marcar hitos, dentro del ámbito de lo que puede lograr tu calibre. Puedes continuar aprendiendo y mejorando en función de lo que puedas lograr con tu propio calibre. Por tanto, ¿cómo debería uno practicar desprenderse de sus nociones e imaginaciones respecto a la obra de Dios? Para empezar, tienes que entender cuáles son tus condiciones innatas, lo que te ha dado Dios, cómo deberías usar estas cosas y cómo desbloquear todo su potencial y sacar el máximo provecho de ellas y convertirlas en condiciones básicas —en lugar de obstáculos— para que llegues a hacer tu deber con devoción. Entiende tus propios puntos fuertes y deja que entren en juego. Comprende tus propios fallos y defectos y si puedes cambiarlos en un periodo corto de tiempo, hazlo; si no son fáciles de cambiar, no permitas que se conviertan en impedimentos u obstáculos en el proceso de cumplir tu deber; que no te limiten ni influyan en ti y que no te encadenen ni te aten de pies y manos. Digamos, por ejemplo, que naces con mala salud y una constitución débil y quieres superar esto constantemente, quieres poder comer, beber y quedarte despierto hasta tarde como una persona normal, pero Dios no te ha dado ese capital. Entonces, deberías apañártelas cada día en función de tus propias condiciones y hacer cosas de acuerdo con los principios que Dios requiere. No te desafíes a ti mismo y no permitas que tus propios fallos y defectos se vuelvan impedimentos y obstáculos en tu senda de seguir a Dios, cumplir tu deber y perseguir la verdad; no dejes que se conviertan en un detonante para que seas negativo y, más si cabe, no renuncies a perseguir la verdad ni a hacer tu deber, ni sientas envidia ni odio hacia los demás solo porque tengas ciertos defectos, fallos e insuficiencias; no debería ocurrir nada de esto. Debes abordar tus propios defectos y fallos de una manera correcta; si no puedes cambiarlos, deberías permitir que existan y luego buscar la verdad para entender las intenciones de Dios y ser capaz de abordarlos correctamente, sin estar limitado por ellos. ¿Por qué tienes que hacer esto? Esta es la razón que debería tener la humanidad normal. Si la razón de tu humanidad es normal, deberías afrontar tus defectos y fallos de la manera correcta; deberías reconocerlos y aceptarlos. Esto te resulta beneficioso. Aceptarlos no significa verte limitado por ellos ni tampoco ser negativo a menudo por esa causa, sino más bien significa no estar limitado por ellos, reconocer que eres solo un miembro corriente de la especie humana corrupta, con tus propios fallos y defectos, sin nada de lo que jactarte, que es Dios el que exalta a la gente para hacer su deber y el que pretende obrar Su palabra y vida en ella, lo que la permite lograr la salvación y escapar de la influencia de Satanás; esto es por entero que Dios exalta a las personas. Todo el mundo tiene fallos y defectos. Deberías permitir que estos coexistan contigo; no trates de evitarlos o encubrirlos y no te sientas a menudo reprimido en tu fuero interno o incluso siempre inferior por su culpa. No eres inferior; si puedes hacer tu deber con todo tu corazón, toda tu fuerza y toda tu mente, lo mejor que te sea posible, y tienes un corazón sincero, entonces eres tan precioso como el oro ante Dios. Si no puedes pagar un precio y te falta lealtad a la hora de hacer tu deber, aunque tus condiciones innatas sean mejores que las de la persona promedio, no eres precioso ante Dios, no vales siquiera lo que un grano de arena. ¿Lo has entendido? (Sí). Ya se trate de tu aspecto natural, de tu calibre y talentos naturales o de los defectos e insuficiencias de algún aspecto de tu humanidad, no dejes que te limiten ni que afecten a tu lealtad y sumisión a Dios, no dejes que afecten a tu búsqueda de la verdad y, por supuesto, más si cabe, no permitas que afecten al gran asunto de tu salvación. Deberías abordar tus defectos e insuficiencias de la manera correcta y dejar que coexistan contigo, lo cual significa que ya no deberías intentar cambiarlos, pues no impactarán lo más mínimo en tu proceso de desempeñar el deber con todo tu corazón, tu mente y tu fortaleza y, por supuesto, tampoco afectarán a tu proceso de cumplir con el deber de acuerdo con los principios; menos aún afectarán a tu búsqueda de por vida de la verdad en tu creencia en Dios ni afectarán a cómo contemplas a las personas o las cosas ni a cómo te comportas y actúas en el proceso de perseguir la verdad. Por supuesto, no deberías hacerte siempre exigencias y pensar: “¡No muestres este fallo, no dejes que otros vean tus defectos ni permitas que te miren con desprecio!”. Si lo haces, entonces vivirás una vida agotadora. Si permites que tus defectos y fallos coexistan contigo, entonces permite que existan y, aunque otros perciban tus defectos, esto puede incluso llegar a resultarte beneficioso, además de ser una protección, lo cual impedirá que te vuelvas arrogante y vanidoso. Por supuesto, para muchas personas requiere coraje revelar sus propios defectos y fallos. Algunas dicen: “Todo el mundo revela sus propios puntos fuertes y méritos. ¿Quién revelaría deliberadamente sus propios puntos débiles y defectos?”. No es que los reveles de manera deliberada, sino que permites que se revelen. Por ejemplo, si eres tímido y te sueles sentir nervioso al hablar cuando hay mucha gente alrededor, puedes tomar la iniciativa de decirles: “Me pongo nervioso con facilidad cuando hablo; lo único que os pido a todos es que mostréis comprensión y no me critiquéis”. Tomas la iniciativa de revelar tus defectos y fallos a todo el mundo, de modo que puedan ser comprensivos y tolerantes contigo y para que así te conozcan. Mientras más te conozcan todos, más tranquilo estará tu corazón y menos te constreñirán tus defectos y fallos. En realidad, esto te resultará beneficioso y te será de ayuda. Encubrir siempre tus defectos y fallos demuestra que no quieres coexistir con ellos. Si permites que coexistan contigo, tienes que revelarlos; no te sientas avergonzado o desalentado ni tampoco inferior a los demás, tampoco pienses que no eres bueno y no tienes esperanzas de salvarte. Mientras puedas perseguir la verdad y puedas hacer tu deber con todo tu corazón, toda tu fortaleza y toda tu mente, de acuerdo con los principios, y tu corazón sea sincero y no seas superficial respecto a Dios, entonces tienes esperanzas de salvarte. Si alguien dice: “Mira lo inútil y tímido que eres. Te pones nervioso solo por decir unas pocas palabras y se te pone toda la cara roja”, entonces deberías decir: “Tengo escaso calibre y no se me da bien hablar. Si me animáis, entonces tendré valor para ponerlo en práctica”. No pienses que no eres bueno o que eres una vergüenza. Dado que sabes que estos son tus defectos y problemas con tu humanidad, deberías afrontarlos y aceptarlos. Que no te afecten de ninguna manera. En cuanto a cuándo cambiarán estos defectos y fallos, no te preocupes por eso. Concéntrate solo en vivir y hacer tu deber con normalidad de esta manera. Solo tienes que recordar lo siguiente: estos defectos y fallos de humanidad no son cosas negativas ni actitudes corruptas y, mientras no se trate de actitudes corruptas, no afectarán a tu desempeño del deber ni a tu búsqueda de la verdad y, menos aún, impactarán en que logres la salvación, y, por supuesto, lo que es incluso más importante, no van a afectar la manera en que te contempla Dios. ¿No te da eso calma mental? (Sí). Si todavía te preocupa que otros te menosprecien, eso es un problema de tu carácter arrogante y debes resolver ese carácter arrogante. Esta es la senda de práctica para abordar tus propios defectos y fallos correctamente. ¿Acaso practicar de esta manera no te facilita desprenderte de estas cosas y que ya no te limiten? (Sí).
¿El desempeño normal de los deberes de una persona y los defectos y fallos de su humanidad se afectarán mutuamente? (Mediante la enseñanza de Dios, ahora comprendo que los defectos y los fallos de humanidad no son actitudes corruptas y que no afectarán al desempeño normal de los deberes de las personas. Mientras estas cumplan sus deberes de acuerdo con los principios-verdad, obtendrán buenos resultados. En cuanto a los defectos e insuficiencias de humanidad, si somos capaces de superarlos, entonces podemos hacerlo. Si no podemos superarlos en un periodo corto de tiempo, entonces deberíamos permitir que existan y poder abordarlos correctamente). Si tienes un nivel de educación bajo, pero necesitas emplear conocimiento académico en tu deber, ¿acaso no es esto una especie de deficiencia? (Lo es). Por tanto, ¿cómo se puede resolver esta dificultad? (Puedo hacer un deber que sea apto para mí en función de mi nivel de educación. O si este deber es apto para mí, pero requiere cierto grado de conocimiento académico, puedo buscar a algunos hermanos y hermanas instruidos para que cooperen conmigo; podemos usar las fortalezas del otro para compensar nuestras debilidades y cumplir juntos este deber). ¿Puede la verdad compensar un nivel bajo de educación? (Sí, porque cuando una persona tiene la verdad, es capaz de desentrañar cosas). La educación atañe al nivel del conocimiento. Da igual lo culto que seas, si no entiendes la verdad, entonces, cuando hables o escribas artículos, solo podrás usar una gramática correcta, pero no serás capaz de explicar con claridad ni de resolver cuestiones relacionadas con la verdad. Por tanto, la educación no es importante; la verdad importa más que la educación. Por supuesto, si no cuentas con la base de la educación y, si el deber que haces implica conocimiento académico, no serás competente en este. Sin embargo, si entiendes la verdad, puedes guiar a otras personas; puedes llevar a cabo revisiones relativas a los principios-verdad. Si tienes un nivel bajo de educación y careces de la capacidad para expresarte y quieres predicar sermones o compartir la verdad, puedes buscar a una persona instruida para que te ayude a adecentar tus borradores. Entonces te resultará fácil lograr resultados cuando compartas o prediques. Sin embargo, debes, como mínimo, entender la verdad. Si no entiendes la verdad y además eres inculto, no serás capaz de hacer deberes relacionados con el conocimiento académico, por lo que deberías hacer un deber que sea adecuado a tu nivel de educación. ¿Acaso no resuelve esto el problema? (Sí). Por tanto, perseguir la verdad es lo más importante, da igual desde qué perspectiva lo contemples. Puedes evitar los defectos y las deficiencias de la humanidad, pero nunca puedes evadir la senda de perseguir la verdad. Al margen de lo perfecta o noble que pueda ser tu humanidad o de que puedas tener menos fallos y defectos y poseas más fortalezas que otros, eso no significa que entiendas la verdad ni puede reemplazar a tu búsqueda de esta. Al contrario, si persigues la verdad, la entiendes mucho y tu comprensión de ella es adecuadamente práctica y profunda, esto compensará los muchos defectos y problemas en tu humanidad. Por ejemplo, digamos que eres cohibido e introvertido, que tartamudeas y no eres muy instruido —es decir, tienes un montón de defectos y carencias—, pero tienes experiencia práctica y, aunque tartamudeas al hablar, eres capaz de compartir la verdad con claridad y hacerlo edifica a todo el mundo cuando escucha, resuelve problemas, permite a la gente emerger de la negatividad y disipa sus quejas y malinterpretaciones sobre Dios. Ya ves, aunque balbucees tus palabras, pueden resolver problemas; ¡qué importantes son tales palabras! Cuando los legos las oyen, dicen que eres una persona sin cultura, que no sigues las reglas gramaticales cuando hablas y que a veces las palabras que usas tampoco son realmente adecuadas. Puede ser que uses regionalismos o un lenguaje cotidiano y que tus palabras carezcan de la clase y el estilo de las de aquellos con una educación superior que se expresan con mucha elocuencia. Sin embargo, tu charla contiene la realidad-verdad, puede resolver las dificultades de las personas y, después de oírla, desaparecen todas las nubes oscuras a su alrededor y se resuelven todos sus problemas. ¿Qué te parece? Como ves, ¿acaso no es importante entender la verdad? (Lo es). Digamos que no entiendes la verdad y que, aunque tengas algún conocimiento académico y hables con elocuencia, cuando todo el mundo te oye hablar, piensa: “Tus palabras son solo doctrinas, no hay ni la menor pizca de realidad-verdad en ellas ni pueden resolver problemas reales en absoluto, así que ¿acaso no son vacías todas tus palabras? No entiendes la verdad. ¿Es que no eres simplemente un fariseo?”. Aunque digas muchas doctrinas, los problemas siguen sin resolverse y piensas para tus adentros: “Estaba hablando con bastante sinceridad y seriedad. ¿Por qué no habéis entendido lo que he dicho?”. Has dicho gran cantidad de doctrinas, pero aquellos que eran negativos lo siguen siendo, mientras que los que tenían malentendidos acerca de Dios todavía los conservan, y ninguna de las dificultades que existen en su cumplimiento del deber se ha resuelto; esto significa que las palabras que dijiste solo eran tonterías. Por muchos fallos y defectos que haya en tu humanidad, si las palabras que dices contienen la realidad-verdad, entonces tu charla puede resolver problemas; si las palabras que dices son doctrinas y carecen del menor ápice de conocimiento práctico, entonces, por mucho que hables, no serás capaz de resolver los problemas reales de la gente. Da igual cómo te contemple la gente, mientras que las cosas que digas no se conformen a la verdad y no puedas abordar los estados de las personas ni resolver sus dificultades, estas no querrán escucharlas. Por tanto, ¿qué es más importante, la verdad o las propias condiciones de las personas? (La verdad es más importante). Perseguir y entender la verdad son las cosas más importantes. Por tanto, no importa qué defectos tengas en cuanto a tu humanidad o tus condiciones innatas, estos no deben limitarte. En cambio, deberías perseguir la verdad y compensar tus diversos defectos por medio del entendimiento de la misma y, si descubres algunos defectos en ti mismo, deberías apresurarte a corregirlos. Algunas personas no se centran en perseguir la verdad y, en cambio siempre se enfocan en resolver las dificultades, carencias y defectos en su humanidad, así como en rectificar los problemas en esta, y resulta que dedican varios años de esfuerzo sin obtener resultados claros, con la consecuencia de que se sienten decepcionados consigo mismos y piensan que su humanidad es demasiado escasa y no hay manera de redimirse. ¿Acaso no es esto muy necio?
Algunas personas aparentan ser gentiles, tolerantes y pacientes; hablan con refinamiento y llevan a cabo el trabajo tan rápida y vigorosamente como un rayo y con una presencia imponente. Su humanidad parece bastante perfecta y tienen el comportamiento estándar de una figura de liderazgo. Sin embargo, no entienden verdades de ningún tipo, intentan usar doctrinas para resolver toda clase de problemas y son incapaces de hacer ningún trabajo significativo o de poner en marcha los arreglos del trabajo. ¿Acaso no son inútiles? Estos son fariseos estándar. De cara al exterior, los fariseos están impecablemente vestidos, son dignos y tienen compostura; son cultivados, bien instruidos en la etiqueta, educados, amorosos, tolerantes y pacientes. Su comportamiento es excepcionalmente adecuado y hablan a los demás con particular gentileza, modestia y humildad. No puedes encontrar ninguna imperfección, grieta ni defecto en ellos. A juzgar por su humanidad, parecen particularmente fiables, perspicaces, refinados y elegantes, igual que los caballeros cultos y elegantes de los que habla el pueblo chino. Su humanidad parece perfecta y, de cara al exterior, no se puede hallar ningún defecto en ellos, pero ¿entienden las intenciones de Dios? ¿Entienden los principios para hacer toda clase de cosas? Estas personas pueden hablar durante horas en cada reunión y aquellos que no entienden la verdad se postran admirados, pues piensan que hablan de manera muy elocuente y se expresan de un modo muy claro y lógico. Pero aquellos que sí entienden la verdad, tras escuchar a estos individuos, saben que todo lo que dicen es doctrina y que no resuelven las dificultades reales de las personas al centrarse en sus problemas. Estos individuos ignoran cuáles son en realidad las dificultades reales y solo saben cómo predicar doctrinas vacías y hablar sin parar sobre teorías elevadas y huecas. Después de hablar, incluso se sienten bastante complacidos consigo mismos, piensan que entienden la verdad y poseen la realidad-verdad. De hecho, lo que buscan es meramente disfrazar la apariencia externa de su humanidad para que parezca perfecta y elegante; la hacen parecer elevada y majestuosa. Sin embargo, su esencia y sus actitudes corruptas que se resisten a Dios no han cambiado en lo más mínimo. Sus nociones sobre Dios, su rebeldía respecto a Él, sus malentendidos, su cautela y sus sospechas relativas a Dios, así como especialmente sus exigencias irracionales y deseos extravagantes hacia Él llenan toda su mente. No persiguen la verdad en absoluto ni la aceptan para nada. Por tanto, describir su humanidad como “perfecta” es usar “perfecto” en un sentido peyorativo, porque ninguna humanidad es perfecta; su “perfección” es pura fachada y un disfraz. La humanidad sin defectos no existe; es una fachada, no la creas. Mientras más perfecto parezca alguien desde fuera, más te debes proteger de él, observarlo y discernirlo. ¿Cómo lo disciernes? Interactúa más con él, háblale más y a ver si se entiende a sí mismo. Supón que dice: “¡Soy un diablo, soy un Satanás, me resisto a Dios, soy corrupto! ¡Soy un pecador, un archipecador, no le resulto agradable a Dios, Él me detesta!” o “¡Soy ciego y necio, pobre y lamentable! ¡Soy inmundo e impuro!”. ¿Hay algunos hechos reales en estas palabras? ¿Hay algún entendimiento esencial? (No). No tiene entendimiento de ningún tipo respecto a sus propias actitudes corruptas; ni siquiera reconoce el hecho de que tenga actitudes corruptas. Se limita a aprender a decir palabras vacías y algunas teorías. Estas palabras y teorías vacías no son una comprensión que provenga de lo que ha sentido o experimentado en el fondo de su corazón; solo son palabras que suenan bien, son todas una fachada que está presentando. Si luego le pides que te hable de sus propias experiencias, de cómo llegó a entender sus propias actitudes corruptas y de qué poda ha experimentado y de qué palabras de Dios ha leído luego para resolver sus actitudes corruptas, actúa como si no te hubiera oído y dice de nuevo un montón de palabras inútiles: “Mi calibre es escaso, nací un pecador, soy una persona inferior en un montón de estiércol, ¡no soy digno de la salvación de Dios! Tengo actitudes corruptas y no soy capaz de dar testimonio de Dios dondequiera que esté; solo me gusta tener estatus”. Si preguntas cómo ha intentado resolver esto, te seguirá respondiendo algo que no tiene nada que ver: “Las personas no deberían tener estatus; una vez que lo tienen, están acabadas. Buscar estatus es un deseo extravagante. Solo intenta ser la persona menos importante y, vayas donde vayas, siéntate en la silla más baja, en el lugar más discreto. Las personas deben ser humildes; a esto se le llama humildad”. ¿Ha experimentado algún cambio esencial? ¿Ha tenido algunas experiencias reales? (No). Ninguna de estas cosas ha ocurrido. ¿Tiene algún entendimiento de sus propias actitudes corruptas? (No). No tiene ningún entendimiento de ellas. Por tanto, ¿acepta la verdad o las palabras de Dios? (No). Las personas que no reconocen que tienen actitudes corruptas nunca aceptan la verdad. Si aceptaran la verdad, compararían cada una de sus palabras, acciones y revelaciones de corrupción con las palabras de Dios. Cuando revelaran corrupción, reflexionarían sobre sí mismas, se preguntarían por qué, dentro de qué contexto, revelaron corrupción, así como qué estaban pensando y qué las gobernaba en ese momento. Por medio de la exposición de las palabras de Dios y de hacer comparaciones, descubrirían que este es un carácter corrupto y que no están tan santificadas ni son tan puras como imaginaban, que resulta que también poseen falsedad, intenciones egoístas, ambiciones y deseos, así como que simplemente no son personas que poseen la realidad-verdad. ¿Han tenido tales experiencias? No. Han dicho muchas palabras, pero no hay ni un solo hecho que pruebe que reconozcan que tienen actitudes corruptas. Han creído en Dios durante muchos años, sin embargo, no tienen experiencia de ningún tipo respecto a la verdad. Solo dicen doctrinas, solo reflexionan sobre cómo levantar una fachada y se adornan para encubrir los fallos y defectos de su humanidad. Se adornan con los comportamientos externos, las acciones, las expresiones faciales, el porte y el comportamiento de falsa espiritualidad de cara al exterior, mientras guardan sus actitudes corruptas bien atadas, con firmeza y de forma segura en su interior. No aceptan en lo más mínimo ninguno de los diversos asuntos o enunciados que Dios deja en evidencia relativos a las actitudes corruptas de las personas ni reparan en ellos o se los toman a pecho; solo dedican esfuerzo a la apariencia externa de su humanidad. Si luego les pides que hablen de su entendimiento de las palabras de Dios, de si tienen un verdadero entendimiento o apreciación de Sus palabras de castigo y juicio, de Sus palabras que dejan en evidencia las actitudes corruptas de la especie humana o de Sus palabras sobre el carácter de Dios, evitan estos temas prácticos y de nuevo sueltan una serie de teorías espirituales: “¡Dios es el Creador, Dios tiene soberanía sobre todas las cosas, las acciones de Dios son maravillosas! ¡Dios es digno de que lo alaben y ensalcen, Dios es único, la autoridad y el poder de Dios son supremos!”. La gente dice: “Entonces habla sobre tu propia experiencia. ¿De qué manera ves el carácter y la divinidad de Dios?”. Responden: “¡Dios es demasiado grande, el hombre es demasiado insignificante, el hombre es indigno! A ojos de Dios, el hombre es inferior incluso a las hormigas en la tierra. ¡Dios exalta al hombre!”. ¿Poseen un poco de esta clase de entendimiento? (No). No poseen esta clase de entendimiento en absoluto. ¿Qué tipo de persona es esta? (Un fariseo hipócrita). Es un fariseo hipócrita. No acepta la verdad en lo más mínimo; las palabras de Dios y la verdad son meras consignas y doctrinas a sus ojos. En realidad, suele leer las palabras de Dios, escribir notas de devoción espiritual, asistir a reuniones y orar-leer las palabras de Dios; desempeña todos estos procedimientos sin saltarse ni uno ni dejar ninguno fuera. Por tanto, ¿qué ha absorbido de leer estas palabras de Dios? ¿Qué ha obtenido? No lee las palabras de Dios para entender la verdad, mucho menos para cotejar Sus palabras con sus propias actitudes corruptas, sus nociones e imaginaciones o sus pensamientos y opiniones distorsionados, de modo que pueda resolver sus problemas y llegar a tener una senda para seguir en su práctica. Lee las palabras de Dios para equiparse con doctrinas, de modo que pueda instruir y enseñar a los demás lecciones en las reuniones. Lo que dice es diferente cada vez y puede hablar sin parar durante mucho tiempo, seleccionar diferentes palabras de Dios para compartirlas con distintas personas, con el objetivo de hacer que los demás lo tengan en consideración y lo veneren. A algunas personas se les da especialmente bien disfrazarse; ¿cómo de despreciables pueden llegar a ser? Cuando escuchan palabras que Yo he dicho y les resultan útiles, las memorizan y luego buscan oportunidades para alardear durante las reuniones. En particular, cuando están entre grupos de nuevos creyentes —personas que no han oído muchos sermones y que no recuerdan las palabras de Dios, aunque hayan leído algunas—, aprovechan esta oportunidad y empiezan a alardear y jactarse entre esos nuevos fieles. Después de escucharlas, todo el mundo piensa: “A esta persona la ha esclarecido el Espíritu Santo, es espiritual”. ¿No es despreciable usar tales medios para jactarse con el fin de obtener la consideración y la veneración de los demás? ¿No es esto desorientar a la gente? (Sí). Esto es desorientar a la gente.
Si a lo largo de tu vida buscas los principios-verdad y buscas las palabras de Dios como la base para resolver tus actitudes corruptas y las cosas en ti que son incompatibles con la verdad, entonces, seguro que al final serás alguien que logre la salvación. Pero supongamos que, a lo largo de tu vida, centras tus esfuerzos y buscas sendas para resolver los fallos y defectos de tu humanidad, elaboras toda clase de medios para deshacerte de cualquier fallo y defecto, de modo que puedas convertirte en alguien que es diferente al resto, perfecto y sin fallos. Algunas personas incluso dicen: “Quiero convertirme en una persona pura, en una persona elevada y majestuosa, en alguien que trascienda a toda la humanidad normal”. Deja que te diga algo: ¡al hacer esto, has fallado! No importa qué fallo o defecto de tu humanidad intentes resolver, no tiene nada que ver con tu salvación porque no estás persiguiendo la verdad para resolver tus actitudes corruptas. Si resuelves los defectos y los fallos de tu humanidad, entonces, como máximo, eso solo significa que ningún fallo de la humanidad se puede ver en ti desde fuera y en la superficie pareces perfecto y refinado. Olvida el hecho de que los fallos y defectos de tu humanidad son, en esencia, imposibles de cambiar; aunque cambiaran, tus mayores fallos y defectos —tus actitudes corruptas— ¡siguen ocultos dentro de ti! Mientras más levantes una fachada y busques una humanidad perfecta que carezca de cualquier defecto, más se enredarán tus actitudes corruptas y más te atarán, de manera profunda y con fuerza, con lo que te volverás incluso más arrogante, falso, perverso e intransigente. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? Hace que te alejes de la verdad y de la senda de perseguirla. Al final, acabarás descartado y estarás acabado. No existe la posibilidad de que Dios haga una excepción y te salve solo porque seas perfecto o parezcas una persona pura de cara al exterior. Al contrario, mientras más busques una humanidad perfecta sin ningún defecto, más te detestará Dios y no obrará en ti. Sin embargo, algunas personas sienten remordimientos y tristeza a menudo porque revelan actitudes corruptas. Al tiempo que sienten remordimiento, desarrollan la determinación de perseguir la verdad, son capaces de sufrir adversidades y de pagar un precio para obtener la verdad, insisten en leer las palabras de Dios a diario y oran a Dios y buscan la verdad en todos los asuntos. De esta manera, tienen la verdad cada vez más clara, logran poco a poco algo de entrada, provecho y viven realmente en lo que se refiere a todos los aspectos de la verdad. En última instancia, cuando se enfrentan a toda clase de personas, acontecimientos y cosas, disponen de los principios-verdad correspondientes para practicar y llevar a cabo revisiones. Después de muchos años de experiencia, por medio del castigo, el juicio y la poda de Dios, así como también por medio del precio que han pagado en la búsqueda de la verdad, poco a poco llegan a tener en ellos la verdad como su vida. Su esperanza de salvación se hace cada vez más grande y la probabilidad de que se rebelen contra Dios y lo traicionen se vuelve cada vez más pequeña. Aunque los defectos y fallos de su humanidad y sus condiciones inherentes permanecen básicamente inalterados, sus actitudes corruptas remiten de manera constante, se resisten y rebelan contra Dios con menos frecuencia, le agradan cada vez más a Dios, edifican cada vez más al resto y son cada vez más aptas para su uso. Si las personas como esta continúan por esta senda, entonces seguro que serán las que logren la salvación; es a estas a las que la obra de Dios pretende salvar. Observad a las personas a vuestro alrededor. Fijaos en quién insiste siempre en dedicar esfuerzo a las apariencias, a los defectos, fallos y debilidades de su humanidad, a hacer lo máximo posible para encubrirse y disfrazarse para obtener la consideración, la admiración y la veneración de los demás, así como para tener estatus en el corazón de las personas; las de este tipo son fariseos. Los fariseos solo tienen un resultado final: perecer junto al ratón. Por eso digo que las personas de este tipo están acabadas y descartadas.
De principio a fin, la obra que hace Dios no es la de cambiar los defectos y fallos en la humanidad de las personas, es solo la de restaurar la conciencia y razón de la humanidad normal. Lo que Dios quiere cambiar es las actitudes corruptas de las personas. Por supuesto, Dios también suele hablar de deshacerse de las actitudes corruptas de las personas, para de este modo permitirles lograr la salvación. Por tanto, ¿sobre qué base se construye la restauración de la humanidad normal? Se construye sobre la base de que las personas hayan desechado sus actitudes corruptas. Que se restaure poco a poco la humanidad normal de las personas significa que su conciencia adquiere sensibilidad, su razón se vuelve cada vez más normal y son capaces de hacer cosas correctas y decir palabras adecuadas desde la perspectiva de la humanidad normal; no causan trastornos y perturbaciones, su discurso y acciones no son impulsivos, ciegos ni impetuosos, sino que se basan por entero en los principios de las palabras de Dios, su razón es particularmente normal y su humanidad es particularmente honrada y amable. Por tanto, ¿sobre qué base pueden lograrse estas cosas y se puede alcanzar este grado de restauración? Se logra sobre la base de que las actitudes corruptas han cambiado, a partir de que las personas desechan sus actitudes corruptas por medio de practicar la verdad y aceptar el juicio y el castigo de Dios. Sin embargo, si tus actitudes corruptas no cambian ni se desechan, entonces, aunque tu humanidad sea relativamente buena y poseas algo de conciencia y razón, sin la verdad como tu vida, tu conciencia y razón no pueden tomar el mando y tus actitudes corruptas te seguirán influyendo, instigando e incitando a menudo a hacer cosas que van en contra de tu conciencia y razón. Por tanto, aunque poseas un poco de sentido de la rectitud, es meramente una especie de deseo y determinación. Simplemente tienes un poco de humanidad amable, pero como tus actitudes corruptas son tu vida y te controlan desde dentro, lo único que puedes lograr es no hacer el mal y no tomar la iniciativa de engañar y perjudicar a los demás, cosa que ya está bastante bien. En otras palabras, solo puedes garantizar que no haces el mal cuando tus propios intereses personales no se ven afectados y, una vez que tus intereses personales se ven afectados, surgirán tus actitudes corruptas para reprimir tu conciencia y razón, lo que te hará defender tus propios intereses y derechos, y así será muy difícil para ti dejar que la conciencia y la razón tomen las riendas. ¿Y eso por qué? Porque la verdad no es tu vida; en lugar de eso, las actitudes corruptas de Satanás son tu vida. Por tanto, solo puedes revelar un poco de la conciencia o razón de tu humanidad cuando tus intereses no están siendo perjudicados. En cuanto tus intereses se ven perjudicados o amenazados, tus actitudes corruptas surgen de inmediato para reprimir tu conciencia y razón, lo que te lleva a hacer cosas que van en contra de la conciencia y la razón —es decir, que van en contra de la moralidad y la rectitud moral— y puede que incluso seas capaz de hacer cualquier cosa. Por supuesto, se puede decir que todas estas acciones van en contra de la verdad; esto es inevitable. Por tanto, lo que vive una persona no depende de las condiciones de su humanidad, sino de qué es su esencia-vida interior. Si de veras tiene la verdad como su vida, entonces su vida contiene la verdad, las palabras de Dios y el camino de temer a Dios y evitar el mal. Así pues, su conciencia y razón de humanidad normal permanecerán en un estado óptimo y podrán funcionar, lo que permitirá que practique la verdad y actúe conforme a los principios. Sin embargo, si la esencia-vida de una persona son sus actitudes corruptas, entonces, su conciencia y razón se reducen al estándar más bajo, es decir, simplemente están a punto de caer por debajo del límite más bajo de la humanidad. ¿Cuál es este límite más bajo? “Yo no ataco a menos que me ataquen; si me atacan, claro que contraataco”; “Ojo por ojo, diente por diente”; “Dale a los demás una dosis de su propia medicina”. ¿Qué más? “Mejor ser un auténtico villano que un falso caballero”. Este es el límite más bajo respecto a cómo se comportan muchos no creyentes. Para un no creyente, ser capaz de practicar de esta manera ya está bastante bien. ¿Qué habéis entendido de esto? Si no perseguís la verdad, tus actitudes corruptas no se desecharán, tu esencia-vida no cambiará; si tu esencia-vida no cambia, entonces tu conciencia y razón de humanidad normal no se restaurarán en esencia y solo, en forma, no caerán bajo el límite más bajo de la humanidad. Sin embargo, si se han desechado tus actitudes corruptas y la esencia de tu vida ha cambiado, entonces, la conciencia y razón de tu humanidad normal, se optimizará y elevará hasta cierto punto. ¿A qué se refiere aquí “optimizar” y “elevar”? Significa que tu conciencia y razón llegan a funcionar con normalidad; no es el caso que meramente no crucen el límite más bajo, en cambio, alcanzan el estándar de practicar la verdad. Las supuestas buenas personas entre los no creyentes meramente exhiben algo de conciencia y razón, no cometen actos malvados obvios y no cruzan el límite más bajo de la rectitud moral. Eso ya es hacerlo bastante bien; se pueden considerar muy buenas personas. Sin embargo, las personas que tienen la verdad como su vida van más allá de esto; tienen la capacidad de discernir lo bueno de lo malo y pueden identificar diversos tipos de bien y de mal, así como identificar a diversos tipos de personas. Por tanto, ¿cuál es su base? Los principios-verdad. Poseen los principios-verdad; ¿acaso no es eso mucho más alto que el estándar de conciencia y razón? (Sí). Dado que entienden la verdad y tienen la verdad como su vida, y dado que la base según la que identifican diversos asuntos es mucho más alta que el estándar de las personas corruptas corrientes, insistirán en actuar de acuerdo con los principios-verdad cuando afronten asuntos complejos. Después de captar los principios-verdad, su mente no quedará atolondrada y su pensamiento será claro. ¿Qué significa claro? Significa racional. Da igual lo complejos que sean los asuntos con los que se encuentren, los principios-verdad para la práctica están grabados en su corazón; han captado la verdad con precisión y minuciosamente y esta ya se ha convertido en su vida. Ante toda clase de personas, acontecimientos y cosas complejas, tienen un criterio básico, que es el de atenerse a los principios-verdad. Estos principios-verdad les permiten desentrañar la esencia de diversas cosas complejas y cuál es la realidad del asunto; pueden identificar estas cosas. Esta es su racionalidad. ¿No es esta racionalidad más alta que la de las personas corrientes? (Sí). Entonces, al haber alcanzado este nivel, ¿acaso su racionalidad no se ha elevado ni optimizado? (Sí). Esta clase de humanidad normal es lo que quiere Dios; Él no quiere personas atolondradas. Algunas dicen: “Soy ingenuo y cobarde y siempre me están acosando”, mientras otras dicen: “Mi calibre es realmente escaso y no tengo ninguna capacidad o talento”. Dios dice que estas cosas no son importantes y que lo que es importante es si entiendes los principios-verdad. Si entiendes los principios-verdad y hablas y actúas de acuerdo con los estándares y principios de ser una persona honesta, entonces, aunque los no creyentes se burlen de ti como si fueras un necio, eso no es auténtica necedad. ¿Por qué? Porque una vez que entiendes los principios-verdad, tu razón se vuelve sólida y optimizada, más elevada que la de las personas corrientes. Cuando te enfrentas a cualquier asunto, no te quedas atolondrado; tienes los principios, la postura y los objetivos correctos como base para manejarlo. Tu mente está lúcida y tus pensamientos claros. Actúas, te esfuerzas por cumplir estos principios y estándares y, desde luego, no vas en contra de las intenciones de Dios; ciertamente, actúas conforme a Sus intenciones. Después de haber manejado el asunto, con independencia de que las personas lo desentrañen en ese momento, una vez que haya pasado bastante tiempo y lo entiendan, estarán totalmente convencidas y sabrán que tu manera de manejarlo fue altamente beneficiosa. Por tanto, ¿cuál es la causa fundamental de lograr tal efecto? Que tienes la verdad como tu vida. Solo entonces puede tu racionalidad permitirte tener juicios, calificaciones y conclusiones precisos sobre cualquier persona o cosa, así como principios precisos de práctica y, por supuesto, principios precisos para ayudar y guiar a las personas. ¿Acaso no se ha elevado y optimizado tu racionalidad entonces? ¿Cuál es el origen de esa racionalidad en la humanidad normal? (La verdad). Las personas que tienen la verdad como su vida son la especie humana que quiere Dios. Tal vez seas necio, ingenuo, cobarde e incompetente, tal vez seas impopular y las personas te acosen en el mundo, pero nada de esto importa; esto no es lo que mira Dios. Tal vez seas muy competente en el mundo, se te dé especialmente bien leer a las personas, discernir las tendencias y adaptarte a diversas situaciones, pero esto también es inútil; no equivale a que tu racionalidad sea sólida. Solo cuando has aceptado la verdad, la has entendido y has captado, practicado y has obtenido experiencia de todas las verdades, y solo cuando la verdad se ha convertido en tu vida, pueden ser precisos tu identificación, juicio y toma de decisiones respecto a diversos asuntos.
En cuanto a la conciencia, ¿a qué hemos dicho anteriormente que se refiere? Es el sentido de la rectitud y la amabilidad de la humanidad normal. Una persona debe ser honrada y amable para que se diga de ella que tiene conciencia. Por tanto, ¿cómo se pueden optimizar y elevar la honradez y la amabilidad de la humanidad normal después de que uno empiece a creer en Dios? Esto se debe construir sobre la base de entender la verdad. Es decir, después de que una persona entienda la verdad, el criterio mediante el cual se comporta y actúa será un objetivo positivo, lo que tendrá un efecto, un valor y un significado positivos para ella misma y para todos los demás. Una vez que entienda la verdad, lo contemplará y manejará todo a partir de los principios-verdad que Dios enseña. A ojos de otros, tal persona es bastante honrada. ¿Qué se quiere decir con honradez? Ser honrado significa no desviarse hacia la izquierda o hacia la derecha, no incurrir en la impetuosidad, los sentimientos, los intereses o relaciones privados o las intenciones personales, sino más bien practicar hacia el objetivo más correcto, más apropiado, uno que sea el más digno del respeto de las personas, de su admiración y su alta consideración; o, se puede decir, practicar hacia un objetivo que Dios vea como bueno y que apruebe. ¿No es esto superior a la “honradez”, tal como lo contempla la especie humana ordinaria corrupta? (Sí). ¿Qué significa esta honradez? Está completamente de acuerdo con los principios-verdad, se basa por entero en las palabras de Dios y se construye sobre la base de la conciencia. Cuando una persona entiende la verdad, está en posesión de los métodos y principios para resolver los problemas y lidiar con los asuntos, así que, ¿no es bastante perfecta la conciencia de esta persona? ¿Acaso no se ha optimizado? (Sí). Entonces, ¿acaso no debería una persona auténtica, un ser creado auténtico, poseer tal conciencia? ¿Acaso no debería poseer honradez en este sentido? (Sí). Una persona auténtica debería poseer honradez en este sentido que se conforma a la verdad, en lugar de aquello de lo que hablan las personas; ser, de manera resuelta, honrado e imparcial, abierto y transparente, o “un hombre de verdad no esconde nada y asume sus actos”. Eso es impetuosidad, no tiene contenido real y las personas lo fingen por completo. La honradez tiene la verdad como su base; hay prácticas reales vividas en ella. Significa que una persona con humanidad normal tiene la verdad como su fuente y punto de partida y es capaz de tratar y de lidiar con diversos asuntos de acuerdo con las palabras de Dios; a esto se le llama honradez. La amabilidad, más si cabe, se sobreentiende; como poco, sobrepasa el estándar de la conciencia y la razón. En la amabilidad, no hay hipocresía y mucho menos crueldad. Es actuar por completo a partir de métodos que son beneficiosos y edificantes para las personas y que se conforman simultáneamente a los requerimientos de Dios; es actuar por entero según el objetivo y el criterio de temer a Dios y evitar el mal, satisfacer a Dios y seguir Su camino. Es la cosa más amable, más maravillosa bajo el cielo, en todo el universo. Una persona que tiene las palabras de Dios o la verdad como su vida tiene, desde luego, el corazón más amable, porque es capaz de aceptar la verdad y esto cumple por completo con el estándar que Dios requiere de las personas. Dado que posee esta clase de humanidad, es adecuado decir que es honrada y también que es amable. Esto es porque es capaz de aceptar y practicar la verdad, no se comporta según sus sentimientos ni tiene ambiciones o deseos en el cumplimiento de su deber ni alberga en ellos los venenos de la cultura tradicional; su estándar para medir la moralidad y la humanidad no se adultera por ninguna de las filosofías, pensamientos u opiniones de Satanás; se conforma completamente a la verdad. Así que decidme, ¿acaso la humanidad que contiene tal conciencia y razón no está ya muy optimizada? (Sí). Como esta clase de personas poseen la verdad y la esencia de la vida que viven es la verdad, su humanidad, que posee tal esencia-vida, es perfecta. Si no os gusta oír la palabra “perfecta”, entonces también puedo llamarla “optimizada”. Al menos, a ojos de Dios, están optimizadas y Dios las ama. Dios usa la poca percepción de conciencia, razón y sentido de la vergüenza que tienen las personas para obrar en ellas Sus palabras y la verdad. Cuando se obra en ti la verdad de las palabras de Dios, tu conciencia y razón no solo no se debilitan ni se ocultan, sino que se vuelven más normales y optimizadas. Así es la especie humana que Dios quiere. No digamos perfecta, digamos optimizada. ¿Por qué no decir perfecta? Si digo perfecta, algunas personas que carecen de entendimiento espiritual dirán: “¿Acaso no dijiste que no fuéramos personas perfectas?”. Por tanto, tengo que evitar esta palabra, en caso de que algunas personas la malinterpreten. En realidad, si algo está optimizado a ojos de Dios, entonces, entre la especie humana creada se puede decir que es perfecto. Esta perfección no es la perfección presente en las imaginaciones de las personas, sino más bien algo hermoso y bueno, una fuerza de rectitud y también una cosa positiva, digna de la alabanza, el deseo, el aprecio, el respeto y la valoración de la gente. Por tanto, si quieres que tu conciencia no se quede estancada simplemente en no cruzar el límite más bajo de la humanidad en tu conducta propia, sino que quieres hacer que tu conciencia sea más sensible, más consciente y hacer que tu razón cumpla con los requerimientos de Dios, entonces solo tienes una senda. Esta senda no es la de superar los diversos fallos y defectos de humanidad, sino que es perseguir la verdad, dedicar esfuerzo a las diversas verdades que Dios les enseña a las personas y entender cuáles son los estándares requeridos de Dios para ti en lo que respecta a diversas personas, acontecimientos y cosas, además de cómo deberías contemplar, tratar y lidiar con estas personas, acontecimientos y cosas. Dios tiene principios y estándares que requiere para todos estos aspectos. ¿Cuál es tu tarea? Es practicar hacia esta dirección, hacia este objetivo, de acuerdo con estos estándares. Primero, busca y entiende cuáles son los estándares para practicar la verdad. A continuación, hazte exigencias a ti mismo de acuerdo con los estándares que Dios requiere, mientras que al mismo tiempo te desprendes de los diversos pensamientos, opiniones, reglas, preceptos y demás en tus nociones e imaginaciones que no se conforman a las palabras de Dios o a la verdad. Entonces, deja que las palabras de Dios se conviertan poco a poco en tus principios de práctica. Mientras aprendas a desprenderte, no olvides que: el propósito de desprenderse no es convertirte en una persona con el corazón vacío; Dios quiere que tu vida tenga contenido. ¿A qué se refiere este contenido? Se refiere a los principios requeridos de Dios para diversos asuntos. Por supuesto, Dios no quiere que las personas conviertan los diversos principios de práctica en teorías vacías, que solo hablen sobre ellos sin ponerlos en práctica. En cambio, Él espera que las personas puedan convertir con firmeza estos principios-verdad en una parte de su vida y traigan las palabras de Dios a su vida real. Hablemos de hacer un deber, por ejemplo; ¿qué estándar requiere Dios de las personas a este respecto? El de comportarse de una manera sensata y de acuerdo con su propia posición. Es decir, al hacer tu deber, debes ser sensato, no debes ser superficial o somero, no debes actuar por inercia ni desempeñarlo solo para que otros lo vean ni tampoco debes alardear. Por supuesto, lo que es incluso más importante es que debes actuar de acuerdo con los principios-verdad. Deberías actuar de la manera que Dios te diga y deberías contenerte a la hora de hacer las cosas que Dios te dice que no hagas. Si no puedes refrenarte por completo de hacer esas cosas, entonces empieza por hacerlas menos, por rebelarte contra tus propios deseos y tus propias preferencias, así como poco a poco llegar a refrenarte por completo de hacerlo; ¿no es esto fácil de lograr? (Sí). En el proceso de perseguir la salvación, deberías resolver las diversas actitudes corruptas que las palabras de Dios dejaron en evidencia y desprenderte de ellas. Por supuesto, desprenderse de estas actitudes corruptas no es el objetivo definitivo. El objetivo definitivo es, con la condición previa de desprenderse de estas actitudes corruptas, el de aceptar las palabras y los requerimientos de Dios. Aceptarlos no es en aras de cambiar tu estado de ánimo ni es en aras de facilitarte vivir con dignidad; es en aras de desechar tus actitudes corruptas. Este es el objetivo definitivo, ya que solo puedes lograr la salvación después de que hayas desechado tus actitudes corruptas.
El mayor obstáculo para que las personas logren la salvación son sus actitudes corruptas. Tu educación inferior, tu avanzada edad o tu torpe manera de hablar y tu falta de capacidad para expresarte; ninguno de estos son los mayores obstáculos para la salvación. Tus escasas habilidades profesionales en tu deber y tu incapacidad para dominarlo; este tampoco es el mayor obstáculo para tu salvación. Entonces, ¿cuál es el mayor obstáculo para la salvación? Tus actitudes corruptas. Por supuesto, las diversas actitudes corruptas del hombre que se dejan en evidencia en las palabras de Dios no son fáciles de resolver para las personas. Esto no es porque las personas no estén dispuestas a desprenderse de sus actitudes corruptas ni porque sus pensamientos y opiniones estén desfasados y, por supuesto, menos aún se debe a defectos o fallos en su humanidad ni a que las personas sean insensibles, lentas de reacción y demás; nada de esto es la raíz del problema. Entonces, ¿a qué se debe? Es simplemente porque las actitudes corruptas de las personas se han arraigado en su corazón, no pueden desecharlas solo porque lo deseen, así que sus actitudes corruptas salen a menudo a causar perturbaciones y crear problemas mientras hacen su deber. Por ejemplo, supongamos que eres un líder de la iglesia e hiciste algo mal y te podaron. En ese caso, deberías aceptarlo, admitir que hiciste algo mal, estar dispuesto a arrepentirte y a darle la vuelta a ese enfoque erróneo y a actuar de acuerdo con los principios-verdad. Este es un asunto muy simple, pero no puedes hacerlo. Reflexionas: “¿Se me podó así porque me encuentran desagradable y quieren descartarme?”. Surgen quejas y malentendidos en tu corazón e incluso intentas discutir con Dios: “Dado que me encuentras desagradable y quieres destituirme y descartarme, entonces de acuerdo, dejemos esto claro. Empecé a creer en Dios a los dieciocho, he sido líder todos estos años, he renunciado a la familia y a la carrera, he renunciado al matrimonio y la familia; ¿cómo se me tomará esto en cuenta?”. Mientras más calculas, más te alteras. ¿Es esto meramente ser incapaz de desprenderse? No. ¿Por qué no puedes desprenderte de estas cosas? Aquí hay un problema fundamental. Cuando te podan, te sientes agraviado, te quejas y te sientes desafiante en tu corazón y además intentas discutir y justificarte a ti mismo, e incluso pedirles a otros que te defiendan. ¿Por qué te comportas así? (Porque tenemos actitudes corruptas). Solo hay una razón, una causa fundamental: tienes actitudes corruptas no resueltas. Alguno de vosotros dirá: “¿Es porque mi calibre y mi capacidad innatos son insuficientes y no puedo hacer el trabajo?”. Es posible que esta sea una de las razones para alguno de vosotros; debido a vuestro calibre escaso, sois incompetentes para el trabajo y además no entendéis la verdad, así que hacéis cosas que causan trastornos y perturbaciones. En realidad, ¿se debe esto solo a que tu calibre sea escaso? Ese es solo un aspecto. La causa fundamental es que hay un problema con tu conciencia. Este problema con tu conciencia está directamente relacionado con tus actitudes corruptas. Hiciste cosas que causaron trastornos y perturbaciones y se te podó; ¿cómo deberías abordar esto? ¿Cómo abordas el asunto de que seas incompetente para el trabajo? Si puedes practicar la verdad, estos no son problemas y puedes abordarlos correctamente. Pero ¿cómo se comportan la mayoría de las personas cuando se topan con estas cosas? Intentan discutir, se quejan, se vuelven negativas e incluso hablan con impetuosidad: “¿No es solo porque piensas que mi calibre es escaso y no soy competente? ¿Acaso no me dio Dios este calibre? ¡Pese a ello, te quejas de que no puedo hacer el trabajo! Si me encuentras desagradable, ¡deberías haberlo dicho antes!”. Si se usan palabras un poco duras mientras se las poda, piensan: “¿He perdido la esperanza de obtener bendiciones? Mi estatus en esta vida está en riesgo y tal vez tampoco tengo esperanzas en el mundo venidero”. ¿Tienen alguna intención de buscar la verdad? ¿Pueden someterse en su corazón? Para ellas no es fácil someterse. Todas estas manifestaciones, en el análisis final, se dan porque las personas tienen actitudes corruptas. Tu calibre es escaso y eres incompetente para el trabajo; este solo es uno de los fallos o defectos naturales de la humanidad; esto no es un problema. Aunque cuentas con grandes fallos y defectos naturales y eres incompetente para el trabajo, no le disgustas a Dios ni Él te detesta; en absoluto. Sin embargo, aparte de no ser competente para el trabajo, no reconoces tus propios problemas y además te quejas, te sientes reacio y al final te vuelves negativo y abandonas tus deberes; ¿qué es esto? Son actitudes corruptas. Esto es lo que necesitas resolver. ¿No es cierto? (Sí). Después de que se resuelvan tus actitudes corruptas, te volverás apto para que se te use en el trabajo en el cual tu calibre y las condiciones de tu humanidad sean competentes. Sin embargo, si no resuelves tus actitudes corruptas y no puedes practicar de acuerdo con la verdad, no puedes someterte a la poda ni someterte a que te dejen en evidencia, entonces, por muy bueno que sea tu calibre, por muy superiores que sean las condiciones de tu humanidad, no serás apto para el uso. ¿Entendido? (Entendido). Decidme, ¿para qué hemos compartido esto ahora mismo? (Al creer en Dios, lo más importante es conocer las propias actitudes corruptas. El énfasis debería estar en resolver las propias actitudes corruptas, no los defectos o deficiencias externas de la humanidad de uno. Cuando nos encontramos con situaciones, siempre nos vemos atrapados en asuntos externos, somos fundamentalmente incapaces de resolver problemas esenciales y además somos incapaces de lograr la sumisión a la poda o la sumisión a los entornos que dispone Dios). Si tus actitudes corruptas se resuelven y puedes captar los principios-verdad en los asuntos que te encuentras y sabes cómo lidiar con ellos de acuerdo con los principios, entonces serás apto para el uso al hacer tu deber. Con independencia de si tu calibre es alto o bajo y por mucho talento que tengas, si tus actitudes corruptas no se resuelven, entonces no importa la posición en la que se te coloque, no serás apto para el uso. Por el contrario, si tu calibre y capacidades son limitados, pero entiendes diversos principios-verdad, incluidos los principios-verdad que deberías entender y captar dentro del ámbito de tu trabajo, además de que se hayan resuelto tus actitudes corruptas, entonces serás una persona apta para el uso. ¿Entendido? Puede que haga falta que digiráis estas palabras durante un tiempo para entenderlas por completo.
En la actualidad, la mayoría de las personas siguen confiando en los dones y se atienen a los preceptos al hacer su deber. Mientras no pequen ni hagan el mal, creen que han cumplido con su deber. No se centran en perseguir la verdad y reflexionar sobre sí mismas para resolver sus actitudes corruptas. La mayoría de las personas se atasca y queda atrapada en enfoques y comportamientos, pero no se centran en buscar la verdad y actuar de acuerdo con los principios. Están satisfechas solo con hacer lo que pueden, intentan no causar trastornos o perturbaciones ni sabotear las cosas, eso es todo. La mayoría de las personas no se han encontrado aún la poda o la exposición ni han experimentado el castigo y el juicio, mucho menos la etapa de las pruebas severas, de modo que la mayoría de sus actitudes corruptas no han empezado a cambiar. Esto no son buenas noticias, pero es un hecho. Te daré un ejemplo y entonces sabréis lo que está ocurriendo. Fíjate, la mayoría de las personas que ahora hacen deberes son seguidores corrientes; no tienen estatus y no han llegado al punto donde están desempeñando un aspecto del trabajo mientras tienen estatus y poder. El principio básico que practican la mayoría de las personas es el de ser obedientes y sumisas. Creen que, en cualquier caso, los líderes están compartiendo de acuerdo con los arreglos del trabajo de lo Alto, así que solo hacen lo que les piden los líderes y de la manera en la que estos se lo piden. Piensan que no hay necesidad de distinguir el bien del mal ni de investigar si se conforma a la verdad y que está bien mientras no cometan errores. ¿Es esto tener los principios-verdad como la propia vida? (No). Entonces, ¿bajo qué circunstancias se puede asegurar que tengas la verdad como tu vida? Lo que más revela a una persona es cuando te escogen líder para hacer trabajo de iglesia. Que tengas o no principios a la hora de lidiar con los asuntos y cuántas de tus actitudes corruptas reveles es lo que puede probar si tienes o no la realidad-verdad y si eres apropiado para ser líder u obrero. Si revelas actitudes corruptas, ¿cómo deberías tratar esto? ¿Deberías abrirte y compartir la verdad u ocultarte y disfrazarte? Es también en esto en lo que más se revela a las personas. La mayoría de las personas en la iglesia son incapaces de contemplar las cosas de acuerdo con los principios-verdad; en su lugar, las contemplan y comentan de acuerdo con sus propias nociones e imaginaciones y en función de sus preferencias. La mayoría piensa: “Mientras no cometa errores importantes en mi deber y mantenga así el avance del trabajo, con eso es suficiente. Si cometo un error importante y se me aísla para que haga autorreflexión o me trasladan al grupo B, entonces eso no es más que mi mala suerte”. ¿Qué ilustra esta situación? Aunque seas capaz de ser obediente y sumiso en el proceso de hacer tu deber, de hacer lo que sea que se te pide, esto no significa que tengas la verdad como tu vida y no significa que seas una persona que se somete a Dios. Cuando te elijan líder y logres ese estatus, se te revelará. ¿Por qué? Una vez que tengas estatus, harás tu voluntad, mandarás en todo, ejercerás dominio absoluto y establecerás un reino independiente; actuarás en función de tu impetuosidad, de tus actitudes corruptas, así como de tus propios deseos y ambiciones. Por tanto, sigues sin ser apto para el uso. Hasta ahora, se puede decir que el noventa y nueve por ciento de las personas están en esta clase de estado y condición. Aunque la mayoría han cumplido su deber durante muchos años y, en apariencia, se han vuelto relativamente obedientes y se portan bien, ¿significa esto que ya no tengan actitudes corruptas? (No). Su comportamiento ya no es disoluto, en apariencia se portan bien y parece que tengan un poco del decoro de un santo, pero sus actitudes corruptas no han cambiado nada porque no buscan activamente la verdad para resolver sus propias actitudes corruptas. Cuando surgen problemas en su trabajo, ya los poden los líderes o lo Alto, como mucho piensan: “Bien, si me dicen que lo corrija, lo corregiré. Simplemente soportaré un poco más de adversidad, emplearé un poco más de tiempo y me daré prisa y lo volveré a hacer”. Meramente tienen esta clase de actitud y mentalidad. Esto no representa sumisión a la verdad ni tampoco auténtica sumisión. ¿De dónde proviene esta mentalidad? Viene del hecho de que, en su creencia en Dios, las personas tienen un anhelo positivo, el anhelo de ser buenas personas, el anhelo de ser seres creados acordes al estándar. Este deseo saca a relucir esta clase de mentalidad en la vida diaria de las personas y en el desempeño de su deber; en términos humanos es: “No causes problemas, comportémonos todos”. ¿A qué se refiere “comportarse”? ¿Es esto un principio-verdad? Esto simplemente te hace obedecer, atenerte a las reglas y no causar problemas. Este es el requisito mínimo para las personas y no alcanza a ser un principio-verdad. Entonces, ¿cuál es el principio-verdad? Es que debes buscar activamente las intenciones de Dios. Cuando revelas actitudes corruptas, cuando tienes deseos egoístas o revelas impetuosidad, cuando las actitudes corruptas causan un estado que surge en ti, debes comparar activamente estas manifestaciones con las palabras de Dios. Gracias al esclarecimiento de Dios, la guía, la ayuda, el apoyo e incluso el duro juicio y castigo de las palabras de Dios, poco a poco, cambias tu actitud hacia las palabras de Dios, tu grado de aceptación de las palabras de Dios se vuelve cada vez más elevado y en mayor medida reconoces y dices amén a las palabras de Dios. Entonces, aceptas las palabras de Dios en tu interior, te desprendes de los pensamientos y opiniones falaces y ya no te aferras a la herencia del hombre; eres capaz de aceptar la verdad y de manejar a las personas, acontecimientos y cosas a tu alrededor, así como de transformar tu perspectiva, posición y punto de vista respecto a las personas, acontecimientos y cosas, de acuerdo con las palabras de Dios y los principios-verdad. Esta es la senda para resolver tus actitudes corruptas. Entonces, ¿tenéis ahora esta clase de práctica proactiva? Creo que el noventa y nueve por ciento de las personas no la tienen. Los artículos sobre los testimonios vivenciales de la mayoría de las personas tratan sobre la vivencia de un entorno que las obligó a actuar de determinada manera y sobre lograr la “sumisión a Dios” en sus actos. Están bastante satisfechas consigo mismas, pues creen que tienen la realidad-verdad. Si bien escribiste un artículo testimonial, en realidad se trata de alardear, dar testimonio de ti mismo y consolidarte: “Mirad, tengo un testimonio. No decepcioné a Dios. ¡Me aferré a mi deber en este entorno!”. Los artículos de testimonio vivencial de algunas otras personas tratan sobre cómo, después de que las poden, reflexionan y llegan a darse cuenta de algo, de que fueron superficiales y no complacieron a Dios, y ahora están dispuestas a arrepentirse. Si bien se muestran arrepentidas durante un tiempo, en el que al parecer ya no son superficiales, ¿se han transformado sus actitudes corruptas? No. Tras bambalinas, siguen siendo igual de arrogantes y controladoras. La postura, la perspectiva y los puntos de vista desde los cuales contemplan y tratan a las personas y las cosas no se basan en absoluto en las palabras de Dios. Por tanto, ¡sus actitudes corruptas no han comenzado a transformarse en absoluto! Así pues, ¿cuál es la transformación de la que hablas? Se trata solo de un cambio en el comportamiento, el estilo de vida y tal vez en el tono, la forma de expresarte y el estilo con los cuales interactúas con los demás y abordas los asuntos. Tu fe también se ha fortalecido; eres capaz de buscar la verdad después de atravesar muchos casos de que te poden en diversos entornos, y ahora comprendes muchas verdades y tu determinación de seguir a Dios es más firme que antes; todos estos aspectos han cambiado. Tales cambios hacen que las personas tengan más confianza en recibir la salvación, estén más dispuestas a perseguir la verdad, y se sientan más esperanzadas y optimistas respecto de seguir a Dios. Sin importar qué pruebas o tribulaciones les sobrevengan, no se volverán tan negativas como para abandonar su fe. Sin embargo, estos son meros cambios en lo que se vive de cara al exterior en la humanidad normal. Estos pensamientos y opiniones relativamente positivos y proactivos ocupan paulatinamente el corazón de las personas. Estos cambios son señales de que se está despertando y revitalizando su corazón. Es decir, la gente se vuelve más proactiva y ambiciosa, anhela más cosas positivas y gana más confianza a la hora de perseguir las palabras de Dios, Su obra y Sus requerimientos. Naturalmente, también tienen un concepto más claro sobre la obra más importante que está haciendo Dios: la obra de salvar a las personas. En función de estas condiciones, muchos hacen sus deberes con los pies más en el suelo, de una manera que acata más las normas y con más obediencia que antes. La eficacia de sus deberes mejora particularmente en el trabajo técnico, el cual ahora avanza más rápido. No son tan lentos como antes, cuando las tareas que debían llevarles unos pocos días se demoraban una semana o más; ahora se producen resultados en apenas unos pocos días. Por supuesto, esto es buena noticia. Pero ¿cuál es la mala noticia? Que lo que reveláis y exhibís son solo cambios de comportamiento, pensamiento y mentalidad, y que en vuestro subconsciente despierten ciertos signos de elementos relativamente positivos, proactivos y optimistas. Sin embargo, esos signos no significan que vuestras actitudes corruptas hayan comenzado a cambiar. No es una muy buena noticia, ¿verdad? (No). Aunque no es muy buena, es un proceso inevitable para que la especie humana corrupta consiga la salvación. La gente es así de pobre y miserable, así de inmadura, y la velocidad de su entrada en la vida y el despojarse de su carácter corrupto es así de lenta. La razón fundamental de esta poca velocidad es que tal especie humana carece de la facultad de aceptar la verdad y está así de adormecida ante la verdad, las cosas positivas y cualquier cosa que venga de Dios.
Algunas personas han creído en Dios durante más de diez, veinte o treinta años, sin embargo, solo ahora se dan cuenta de que, después de todo ese tiempo, simplemente han cambiado un poco su conducta externa y han experimentado un leve despertar en su corazón, pero no se ha producido un cambio fundamental en sus actitudes corruptas. Algunas, al ver ciertos cambios de comportamiento en sí mismas, piensan que esta es una transformación en el carácter-vida e incluso alardean ante el resto: “Mira, ¿acaso no se ha transformado mi esencia-vida?”. En realidad, lo único que ha cambiado es tu comportamiento; no posees las manifestaciones reales del cambio de carácter y no has vivido la humanidad normal. Entonces, ¿cómo puede alguien percibir si ha habido un cambio en tu carácter? Esto no es como leer caras; uno no puede percibirlo al ver tu apariencia exterior ni al escuchar lo que dices, mucho menos al oírte expresar tus determinaciones y deseos; las determinaciones y los deseos son las cosas más huecas. ¿Cómo puede percibirlo uno entonces? Uno lo percibe al fijarse en que si, sin que nadie te inste, te supervise o siquiera te apoye y ayude, tienes la senda y la capacidad para contemplar y manejar cada asunto de acuerdo con las palabras de Dios, y al fijarse en si tienes las palabras de Dios como tu vida en tu corazón para frenarte en todo lo que haces. Si no has alcanzado este nivel, entonces hablemos sobre uno inferior: si tienes la conciencia de usar las palabras de Dios como el principio para todo lo que haces y dices. Si no puedes lograr esto, entonces, por desgracia, no tienes la verdad como tu vida. Tus actitudes corruptas todavía son tu vida; todavía pueden controlarte en cualquier momento y lugar; dominan tu conciencia y tus pensamientos y opiniones. En cualquier momento y lugar, tratarás y lidiarás con cualquier persona, acontecimiento o cosa en función de tus propias emociones, estado de ánimo, deseos, juicio, perspectiva y preferencias. Sigues en gran peligro; todavía no puedes cumplir con tu deber de manera independiente ni eres capaz de vivir con independencia; siempre tienes que confiar en los demás y, sin su apoyo, caerás. Esto significa que tu estatura es demasiado pequeña; prueba que no has obtenido la verdad como tu vida. ¿Qué significa no haber obtenido la verdad como vida? Significa que tienes meramente uno o dos principios que te frenan a la hora de hacer cosas malas o cometer errores importantes. Es decir, cuando tu racionalidad es normal y nadie te está instigando ni incitando, de ninguna manera vas a blasfemar contra Dios, maldecirlo ni trastornar ni perturbar el trabajo de la iglesia intencionadamente. Sin embargo, el hecho de que no lo vayas a hacer de manera intencionada no significa que seas incapaz de hacerlo; puede que no lo hagas proactivamente, pero todavía puedes hacerlo de manera pasiva. ¿A qué se refiere aquí de manera pasiva? Significa que tus actitudes corruptas pueden surgir de un momento a otro para controlarte y hacerte decir y hacer cualquier cosa, así como para causar que, en cualquier momento, contemples a una persona o acontecimiento basándote en puntos de vista falaces; entonces usas tus actitudes corruptas para manejar un asunto o lidiar con un tipo de persona. Por ejemplo, supongamos que has hecho algo mal y crees que no puedes permitir a lo Alto, a los líderes o a nadie más saberlo. Con independencia de la razón que hay detrás de esto, en cualquier caso, tienes tus propias ideas endiabladas, así que lo ocultas y no dices nada. ¿Aquí están al mando tus actitudes corruptas o manda la verdad? Claramente, tus actitudes corruptas están al mando. Tus actitudes corruptas te dominan, te hacen ocultarlo y no decir nada; no puedes liberarte. ¿Qué significa que no puedes liberarte? Significa que, aunque estás dispuesto a practicar las verdades que entiendes, careces de la fortaleza para hacerlo; simplemente no puedes superar tus actitudes corruptas. Esto significa que estás en problemas; no puedes practicar la verdad. Si quieres ocultar cosas y engañar a otros, eres totalmente capaz de cometer actos de ocultamiento y engaño, en especial hacia lo Alto; solo informas de las buenas noticias, pero no de las malas, incluso engañas a aquellos que están por encima y ocultas cosas a aquellos que están por debajo. Dices: “Amo mucho la verdad y soy alguien que la practica. Tomo notas cuidadosamente, reflexiono y resumo cada verdad que dice Dios y luego la practico en la vida real”. Piensas de esta manera, tienes este deseo, pero eso no significa que hayas practicado la verdad. ¿Por qué? Porque tienes muchos pensamientos y opiniones falaces en ti que ya han ocupado tu corazón. En consecuencia, las actitudes corruptas se han convertido en tu vida. Tus actitudes corruptas están al cargo, dominan tus pensamientos y acciones. Aunque quieras practicar la verdad, es inútil; no eres capaz de hacerlo. Por tanto, si no se resuelven tus actitudes corruptas, aunque estés cumpliendo tu deber, es imposible que llegues a actuar de acuerdo con los principios; ya es un gran logro si te puedes frenar a la hora de juzgar a Dios, resistirte a Dios y blasfemar contra Él de forma proactiva y abierta. Sin embargo, como las actitudes corruptas rigen tu corazón, no puedes evitar rebelarte contra Dios y resistirte a Él. Tal vez creas que solo tratas de engañar y de ocultar cosas a lo Alto y de engañar a Dios en situaciones donde eres pasivo o en momentos de desesperación, así como que solo reprimes a las personas o revelas impetuosidad en momentos de desesperación. ¿La verdadera causa son los momentos temporales de desesperación? No, es el resultado de que tus tan arraigadas actitudes corruptas estén al mando. Es inevitable. ¿Por qué es inevitable? Porque las verdades que entiendes son meramente una especie de voluntariedad, una especie de creencia para ti; no se han convertido todavía en tu vida. Con independencia de si tienes conocimiento o de si tu calibre es alto o bajo, como poco, la verdad no se ha convertido en tu vida. Es decir, la verdad no manda en ti; lo que manda en ti son las actitudes satánicas y las filosofías de Satanás. Cuando te dominan las actitudes satánicas, vives según estas y sigues viviendo bajo la influencia de Satanás. Cuando no se perjudican tus intereses ni tu orgullo, cuando tu estatus, fama y provecho no están involucrados, estás dispuesto a practicar un poco de la verdad. Pero en cuanto tu fama, provecho, estatus o destino se ven afectados, tus actitudes corruptas te agarran y te controlan con firmeza y con fuerza. Todavía no tienes verdadera sumisión a Dios; todavía es probable al cien por cien que traiciones a Dios y la verdad. A juzgar por estos fenómenos, ¿se han resuelto tus actitudes corruptas? ¿Se han desechado? ¿Se ha convertido la verdad en tu vida? Cuando algo ocurre, si las verdades que entiendes no pueden vencer tus actitudes corruptas, no pueden vencer tus elecciones y anhelos, tus deseos, ambiciones, estatus y reputación, entonces las verdades que entiendes no son tu vida. Cuando la verdad se convierte en tu vida, puedes vencer naturalmente estas actitudes corruptas. Si no puedes vencer tus actitudes corruptas, eso muestra que la verdad todavía no manda en ti y aún no se ha convertido en tu vida. Dices que amas la verdad, pero este es solo tu anhelo y tu deseo; no representa tu vida. Todas las personas con humanidad normal tienen anhelos positivos. ¿Anhelar ser una buena persona significa que lo seas? (No). ¿Amar la verdad, la equidad y la justicia significa que poseas la verdad, la equidad y la justicia? No, no posees estas cosas, solo las anhelas. ¿A qué se refiere anhelar? (Al maravilloso deseo de una persona). Cierto, es solo un deseo. No tiene nada que ver con cómo te comportes en realidad, ¿no es cierto? (No).
¿Tenéis ahora la verdad como vuestra vida? (No). ¿Cómo puede uno saber si tiene la verdad como su vida? Se sabe al fijarse en si las verdades que entiendes pueden vencer a tus actitudes corruptas cuando tus intereses entran en conflicto con la verdad, cuando tus intereses están a punto de sufrir pérdidas o de verse amenazados. Si pueden vencerlas, entonces eres una persona que tiene la verdad como su vida. Si no pueden, eso demuestra que tu estatura es muy pequeña. ¿Cómo de pequeña? No tienes la verdad como tu vida. Esta es la realidad. Algunas personas dicen: “Si no tenemos la verdad como nuestra vida, entonces, ¿por qué podemos todavía renunciar a todo para hacer nuestros deberes en la casa de Dios? ¿Por qué todavía podemos sufrir y pagar un precio por Dios?”. Algunos incluso dicen: “Ya poseo alguna devoción; ya se me ha hecho vencedor”. En realidad, las nociones e imaginaciones de las personas adulteran tales enunciados. No está mal que las personas tengan determinaciones y aspiraciones. El anhelo de las personas por la luz, la rectitud, así como también su anhelo de perseguir la verdad, de lograr la salvación y demás; estos maravillosos deseos pueden transformar un poco su conciencia, la dirección de la senda que caminan y, por supuesto, algunos de sus comportamientos y, en apariencia, algunos aspectos de su porte y su manera de vivir. ¿A qué se refiere aquí la transformación? Por ejemplo, supongamos que en la actualidad tienes fe, tu estado es muy bueno, no eres negativo y tu deber se desarrolla con especial fluidez. En consecuencia, sientes que eres particularmente leal y que tienes esperanzas de hacer realidad tu deseo de lograr la salvación y te parece bien soportar cualquier dificultad. Pero los buenos tiempos no duran. En el proceso de hacer tu deber, te topas con algunos reveses y fracasos, se te poda, tomas muchos desvíos y los anticristos incluso te desorientan y reprimen, con lo que sufres muchas adversidades. Entonces sientes incomodidad en tu corazón. No entiendes la verdad, no sabes por qué ocurrieron estas cosas y no obtienes ninguna respuesta de orarle a Dios, así que te sientes angustiado. En gran medida, el hecho de que ocurran estas cosas inflige cierto golpe y devastación en tu determinación de anhelo por la verdad y la luz. Después de sufrir esta devastación, ya no quieres hacer tu deber, te parece que no tiene ningún sentido. ¿Qué está pasando aquí? ¿Cómo cambiaste tan rápido? ¿Por qué eres una persona completamente diferente a la que eras antes? Si tuvieras estatura y la verdad como tu vida, tu devoción no cambiaría. Sin embargo, como no tienes la verdad como tu vida, tu estado interno, tu mentalidad y tu empuje para creer en Dios y entregarte siempre son inestables y fluctúan entre el calor y el frío. Durante los periodos en los que todo va bien y estás con buen ánimo, tienes empuje, tienes mucho que decir durante la oración, estás dispuesto a leer las palabras de Dios, trabajas muy duro en tu deber y llevas bien estar ocupado o cansado, así como soportar cualquier adversidad. Pero en cuanto las cosas se tornan ligeramente desfavorables, te vuelves negativo y débil, pierdes el empuje de hacer tu deber. Cuando te pierdes una comida o comes un poco menos, sientes que es una inmensa adversidad y surgen quejas en tu corazón: “¿Por qué debería sufrir? Ni siquiera gano dinero por hacer mi deber, ¡no merece la pena!”. Fíjate, tu mentalidad es completamente diferente. ¿Por qué ha ocurrido un cambio tan grande? Es porque no tienes la verdad como tu vida y tus actitudes corruptas todavía existen en ti. Cuando las personas son entusiastas, sienten que no tienen ambiciones ni deseos ni exigencias de Dios. En realidad, sus actitudes corruptas todavía mandan dentro de ellas; estas cosas siguen sin cambiar. Cuando las personas son positivas, son muy entusiastas y están especialmente motivadas y nadie puede contenerlas. Cuando son negativas, están en el fango, nadie puede sacarlas. Siempre se van a los extremos y son completamente inestables. Esto demuestra que les falta algo en su humanidad normal. ¿Qué les falta? Carecen de la verdad como su vida; de eso se trata. Tu estado fluctúa entre el calor y el frío, negativo un momento y positivo al siguiente. ¿Qué causa esto? Tus actitudes corruptas causan problemas. Hoy te hacen pensar una cosa, mañana otra; en cualquier caso, estos pensamientos siempre concuerdan con tus anhelos, con tu impetuosidad, así como con tu estado, tu ánimo y tus emociones actuales. Pero es diferente cuando las personas tienen la verdad en ellas. Si la verdad se convierte en tu vida, siempre te permitirá tener una definición precisa y verdadera de lo que haces, lo cual nunca cambiará. No pasarás de la calidez a la frialdad ni te volverás negativo ni te desanimarás por un contratiempo ni un tropiezo o debido a una pequeña poda o un pequeño revés. Tampoco serás tan positivo como para actuar como un joven fervoroso, quedándote despierto durante tres días con sus noches. En su lugar, tendrás racionalidad normal. ¿Cierto? (Sí). Una vez que las personas entienden la verdad y esta se convierte en su vida, sus visiones se vuelven claras. Saben por qué necesitan seguir a Dios, por qué necesitan hacer su deber, qué resultados deberían lograr en el cumplimiento de su deber y el propósito, el significado y el valor de soportar estas adversidades. Entienden a fondo todos estos principios-verdad en su corazón, sin confusión ni opacidad. Y, por tanto, sufren voluntariamente y sin quejas, tienen reglas y principios en todo lo que hacen y nunca pierden la fe en Dios; cuando se sienten negativas, no se quejan de Dios ni lo abandonan y, cuando se sienten positivas, no tienen exigencias adicionales de Dios y su estado es muy normal. ¿Ahora sois así? (No). ¿Qué se debería hacer entonces? (A partir de ahora, deberíamos concentrarnos en perseguir la verdad para resolver nuestras actitudes corruptas; no hay otra senda). No hay otra senda que no sea perseguir la verdad. Déjame que te cuente: si no persigues la verdad y las actitudes corruptas siguen siempre al mando en tu vida, entonces no tendrás un buen destino; en el mejor de los casos, acabarás siendo mano de obra. Pero si persigues la verdad, tu esperanza de lograr la salvación será grande y las bendiciones que al final recibas también lo serán. Si persigues la verdad, estarás libre de las ataduras de las actitudes corruptas, estas ya no serán tu vida y, en consecuencia, realmente verás esperanza de lograr la salvación. Si no persigues la verdad y tus actitudes corruptas siguen sin resolverse y quieres confiar solo en tu autocontrol y en tu fuerza de voluntad para hacer cosas buenas y no cometer maldad, entonces es difícil de saber si puedes siquiera llegar al final de la senda. ¿Entendido? (Entendido). ¿Cuál es el problema más grande que las personas necesitan resolver al creer en Dios? (Las actitudes corruptas). Resolver las actitudes corruptas es lo más fundamental. No pienses: “Ahora estoy haciendo un deber a tiempo completo en la casa de Dios, ¡me entrego a tiempo completo, así que soy un vencedor!”. Dios habla de crear a un grupo de vencedores; ¿qué se quiere decir con vencedores? “Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va” (Apocalipsis 14:4). Estos son vencedores en el sentido simple de la palabra. Uno no puede estar satisfecho solo con ser un vencedor. Ser un vencedor en este sentido simple no significa que se hayan desechado las actitudes corruptas de uno ni que uno tenga la verdad como su vida. Aquellos que acaban por salvarse no solo son vencedores; no es tan simple como eso. Los vencedores son meramente aquellos que vencen al mundo secular, a Satanás, las tendencias malvadas y los regímenes malvados; estos son los vencedores. Si simplemente entiendes algunos principios-verdad y puedes vencer temporalmente la carne y los sentimientos, o no estás constreñido por diversos rumores sin fundamento o no estas perturbado por las personas malvadas o los incrédulos, esto sigue sin cumplir del todo el estándar de un vencedor. Tener solo estas pequeñas experiencias menores no es un gran valor. ¿Qué es valioso? Tener la verdad como la propia vida es la cosa más valiosa. ¿Cómo puede uno hacer de la verdad su vida? Solo hay una senda; debes leer más las palabras de Dios y practicarlas y experimentarlas más. Solo de esta manera puedes obtener la verdad de las palabras de Dios y llegar a tener la verdad como tu vida. Si usas la verdad para guiar toda tu vida, tu día a día y los principios según los cuales actúas y te comportas —si practicas de esta manera— tendrás la realidad-verdad. Cuando posees la realidad-verdad, tus antiguas actitudes satánicas se verán relegadas. Antes de decidir cómo actuar, primero reflexiona: “Lo que pienso no representa los principios-verdad. Debo ver lo que dicen las palabras de Dios”. Si reflexionas de esta manera cada vez y si hablas y practicas de acuerdo con las palabras de Dios cada vez, ¿acaso no llegará la verdad a entrar poco a poco en tu vida? Muchas pequeñas gotas forman un océano. Deja que la verdad entre en tu corazón poco a poco para cambiar tu día a día, tus opiniones, tu estatus actual de existencia y tu estado. A medida que tu estado poco a poco cambia y se desarrolla en una buena dirección, la probabilidad de que hagas el mal y causes trastornos y perturbaciones seguirá decreciendo, al igual que la probabilidad de que te jactes, al tiempo que tus testimonios relativos a practicar de acuerdo con los principios-verdad seguirán aumentando. Cuando surgen asuntos fundamentales del bien y del mal, los principios-verdad vencen tus actitudes satánicas corruptas, así como a tus deseos, preferencias y planes personales. Solo entonces serás un auténtico vencedor, alguien que tiene la verdad como su vida y que puede lograr la salvación. De lo contrario, si meramente actúas según tus preferencias, piensas: “Actuar de esta manera es bueno, hago estas cosas alegre y voluntariamente y no tengo quejas”, ¿de qué sirve eso? No tienes quejas, pero ¿cuáles son los principios de tu práctica? Tu práctica proviene enteramente de las preferencias de tus actitudes corruptas, de los pensamientos y opiniones erróneos, de las intenciones egoístas, de las ambiciones y deseos, de los sentimientos y de la impetuosidad; tus actitudes corruptas la guían por completo. Esta es una vida que revela actitudes corruptas, no una vida que revela la verdad. Dios no solo no la recuerda, sino que Él también la condenará. Debes hacer todo lo posible para que lo que vives, las palabras que pronuncias y las cosas que haces, así como los pensamientos y puntos de vista que revelas, se conformen todos a la verdad; hacerlo de tal manera que esos pensamientos y opiniones falaces producto de las actitudes corruptas sean cada vez menos en tu corazón; y lograr que lo que piensas en tu corazón y tus opiniones sobre las cosas esté todo relacionado con la verdad y se conforme a ella. Debes perseguir este aspecto y centrarte en él; luego habrá cada vez más cambios dentro de ti y tu estado mejorará paulatinamente. Hoy en día, muchas personas pueden expresar palabras y doctrinas, articularlas con claridad y lógica, pero en lo que respecta a hablar sobre la realidad-verdad, no tienen nada que decir; son incapaces de expresar siquiera un poco de entendimiento práctico. ¿Qué está pasando aquí? (No tenemos la verdad). Tu vida todavía es la vida de las actitudes corruptas, la vida de Satanás, y no la vida de la verdad.
¿Habéis entendido lo que acabamos de compartir? Si de veras reconocéis que vuestras actitudes corruptas no se han desechado aún y que todavía vivís según las actitudes corruptas, ¿os volveréis negativos? (Ahora mismo, cuando oí a Dios decir que nuestras actitudes corruptas no han cambiado, sentí una gran sensación de disonancia en mi corazón, al pensar que he comido y bebido las palabras de Dios sin parar todos estos años y me he enfocado en practicar la verdad en situaciones particulares; por tanto, ¿cómo es que mis actitudes corruptas todavía no se han transformado? Me sentí un poco decepcionado y negativo. Pero gracias a que Dios proveyó guía y compartió poco a poco, entendí que solo exhibo algunos buenos comportamientos cara al exterior, pero que mis actitudes corruptas todavía mandan dentro de mí; sin duda, no ha habido ningún cambio. Dios dijo que, a la hora de hacer las cosas, las personas primero deben reflexionar y que, por muy buenas que sean sus ideas, no representan los principios-verdad, así como que deben ver lo que dice la verdad en las palabras de Dios y formarse en buscar la verdad y practicar de acuerdo con las palabras de Dios cada vez que hacen algo; entonces, su estado se transformará lentamente. Después de oír la enseñanza de Dios, parecía que volvía a percibir esperanza y sentía que había una senda y ya no era negativo). Ser negativo está mal; no deberías ser negativo en ninguna circunstancia. Desechar las actitudes corruptas es la gran cuestión de lograr la salvación. Mientras más sea algo un carácter corrupto, más te debes centrar en resolverlo. Debes ir a por todas y dedicar toda tu atención a ello. No puedes ser negativo ni puedes renunciar. Aunque ahora estéis empezando a centraros en perseguir la verdad, a veces seguís sin saber cómo practicar. Hablaros ahora sobre la senda de práctica es más beneficioso para vuestra entrada en la vida y, al mismo tiempo, puede causar que surja en vosotros una sensación de crisis, puede capacitaros para concentraros en la verdad, así como para entender la verdad y entrar en la realidad-verdad en cuanto sea posible. No seáis complacientes ni estéis satisfechos con vuestra situación actual. Meramente os habéis vuelto obedientes y os portáis bien; sois un poco más sensatos que antes, ¡pero seguís lejos de desechar vuestras actitudes corruptas! Los hechos se ven con claridad, así que, ¿de qué sirve ser negativo? Ser negativo no puede resolver problemas reales. Deberíais buscar dónde radica el problema y empezar a intentar resolverlo a partir de ahí. Aún no es demasiado tarde para empezar. ¿Cuándo será demasiado tarde? Será demasiado tarde cuando termine la obra de Dios. ¿Tenéis la determinación para entrar en la realidad-verdad y llegar a obtener la verdad como vuestra vida? (Ahora tenemos esta determinación). En realidad, entrar en la realidad-verdad no es difícil. Pensadlo, se han dicho muchas palabras relativas a compartir la verdad y son muy detalladas y específicas. Parece que hay mucho contenido, pero los principios no cambian y la senda de práctica tampoco. Cuando revelas un carácter corrupto, aprovechas a conciencia esa idea o pensamiento y reflexionas en tu corazón: “Este es un carácter corrupto, ¿cómo debería resolverlo? No lo he resuelto antes. He creído en Dios durante muchos años, pero solo me he centrado en acciones externas y en alardear; nunca he reflexionado sobre el hecho de que todavía tengo actitudes corruptas. De repente, hoy he descubierto que tengo semejante pensamiento dentro de mí. ¿De dónde ha salido? De un carácter corrupto. Entonces, ¿cómo se debería resolver este carácter corrupto?”. Ora a Dios y busca la verdad y, además, pregúntales a las personas a tu alrededor que hayan tenido experiencias; estas te llevarán a buscar la verdad y a resolver el problema. Cuando estéis todos juntos, debéis apoyaros y ayudaros mutuamente, así como ser comprensivos entre vosotros. La estatura de todos es la misma y nadie debería admirar ni menospreciar a nadie. Si todo el mundo se ayuda y apoya mutuamente de esta manera y la estatura de todos crece paulatinamente y, al final, todos lográis la salvación y entráis en el reino juntos, ¿no sería eso bueno? (Sí). De acuerdo, acabemos por hoy nuestra charla. ¡Adiós!
9 de septiembre de 2023