96. Qué hay detrás de no querer decir la verdad
A principios de septiembre de 2022, era líder del equipo de riego en la iglesia. Por ese entonces, acababan de transferir de otra iglesia a dos nuevas fieles, las hermanas Qiu Zhen y Yang Yun. La líder me pidió que asignara a gente de inmediato para regarlas y dijo que estas dos hermanas tenían buena aptitud y comprensión, que debía prestar mayor atención a cómo les iba durante el riego posterior y que las podríamos cultivar y formar para que asumieran deberes lo antes posible. La líder también mencionó que el estado de Qiu Zhen había sido perturbado recientemente debido a que su familia la había perseguido y obstaculizado, y que necesitaba más plática y ayuda. A continuación, organicé que unos regadores se reunieran con Qiu Zhen y Yang Yun y también compartí las palabras de Dios con Qiu Zhen. Yang Yun se encontraba en buen estado, así que la dejé con confianza en manos de los regadores.
El mes pasó volando y la líder me preguntó cómo les iba a Qiu Zhen y Yang Yun, si habían progresado y si las podíamos cultivar. Al ver la carta de la líder, entré un poco en pánico y pensé: “Solo compartí con Qiu Zhen al principio y, tras ver que su estado mejoraba, no le di seguimiento y olvidé supervisar y examinar en detalle cómo les va a estas dos nuevas fieles. ¿Qué debo hacer ahora? ¿Cómo debería responder? Si me limito a decir la verdad, que olvidé darles seguimiento, seguro que la líder dirá que he sido negligente, que no estoy haciendo trabajo real, no he cumplido con lo que se me pidió específicamente y que no se puede confiar en mí para nada. Eso arruinaría mi orgullo y hasta me podrían podar”. Para evitar que la líder viera que no había hecho trabajo real, pensé en una solución: “Enviaré de inmediato una carta a los regadores para averiguar cómo les va a Qiu Zhen y Yang Yun y luego responderé a la líder y le diré que les estoy dando seguimiento. Sin embargo, está claro que solo compartí con Qiu Zhen una vez, al principio, y que luego olvidé dar seguimiento tanto a ella como a Yang Yun. ¿No sería una mentira descarada decir que les he dado seguimiento? No, no puedo mentir abiertamente”. Así que pensé en otra manera. No diría directamente que les di seguimiento ni tampoco que no me había centrado hacerlo. En cambio, daría muchos rodeos y diría: “Justo acabo de programar una reunión con dos regadores. Tenía pensado averiguar en esa reunión cómo les ha ido últimamente a las nuevas fieles. Apenas tengamos la reunión, te informaré al respecto”. Tras escribir la carta, sentí una vaga sensación de inquietud en el corazón. Sentí que estaba siendo muy escurridiza y falsa, pero tenía miedo de que la líder dijera que no estaba haciendo trabajo real si no respondía de esa manera. Así que, al final, fue así como respondí.
Al día siguiente, de repente me sentí mareada, con náuseas e incapaz de mantenerme en pie. Una hermana me recordó que cuando uno padece una enfermedad repentina, debe buscar si hay una lección que aprender. Más tarde, pensé en cómo la líder me había pedido que diera seguimiento al progreso de Yang Yun y Qiu Zhen. Prometí que lo haría de forma correcta, pero luego me olvidé de ello. Ya había sido muy irresponsable en este asunto, pero, aun así, fui deshonesta y elegí ser evasiva, falsa y, en su lugar, encubrí las cosas. ¿Dios no aborrecería esto aún más? Vi que mis palabras y actos eran rastreros y enrevesados, como una serpiente, así que busqué las palabras de Dios que ponen al descubierto este comportamiento. Dios Todopoderoso dice: “Veamos primero qué tipo de preguntas le formula Jehová Dios a Satanás. ‘¿De dónde vienes?’. ¿No es esta una pregunta directa? ¿Existe algún significado escondido? No; solo es una pregunta directa. Si Yo os preguntara: ‘¿De dónde vienes?’, ¿cuál sería vuestra respuesta? ¿Os es difícil contestarla? ¿Contestaríais ‘De andar de aquí para allá y de arriba para abajo’? (No). No responderíais así. Entonces ¿cómo os sentís cuando veis a Satanás responder de esta forma? (Nos parece que Satanás es absurdo, pero también astuto). ¿Notáis lo que Yo siento? Cada vez que veo estas palabras de Satanás, me repugna porque Satanás habla y, sin embargo, sus palabras no tienen sustancia. ¿Respondió Satanás a la pregunta de Dios? No, las palabras que dijo Satanás no fueron una respuesta, no significaban nada. No eran una respuesta a la pregunta de Dios. ‘De ir y venir de la tierra, y de andar por la tierra’.* ¿Qué entiendes de estas palabras? ¿Entonces de dónde viene Satanás? ¿Habéis obtenido respuesta a esta pregunta? (No). Esta es la ‘genialidad’ de los astutos planes de Satanás: no permitir que nadie descubra lo que está diciendo en realidad. A pesar de haber oído estas palabras, sigues sin poder discernir su significado, aunque al final ha respondido. Sin embargo, Satanás cree que ha contestado a la perfección. ¿Cómo te sientes tú? ¿Fastidiado? (Sí). Ahora empiezas a sentir indignación en respuesta a estas palabras. Las palabras de Satanás tienen cierta característica: lo que él dice te deja rascándote la cabeza, incapaz de percibir el origen de sus palabras. Algunas veces, Satanás tiene motivaciones y habla en forma deliberada, y otras veces, regido por su naturaleza, tales palabras emergen de manera espontánea y salen directamente de la boca de Satanás. Él no dedica mucho tiempo a sopesar esas palabras; en cambio, las expresa sin pensar. Cuando Dios preguntó de dónde venía, Satanás respondió con unas pocas palabras ambiguas. Te sientes muy desconcertado, sin nunca saber exactamente de dónde viene Satanás. ¿Hay alguno entre vosotros que hable así? ¿Qué clase de forma de hablar es esta? (Es ambigua y no proporciona una respuesta definitiva). ¿Qué tipo de palabras deberíamos usar para describir este modo de hablar? Tiene el propósito de despistar y engañar. Supón que alguien no quiere que otros sepan qué hizo ayer. Le preguntas: ‘Te vi ayer. ¿Adónde ibas?’. No te dice directamente a dónde fue, en su lugar contesta: ‘Vaya día fue ayer. ¡Fue agotador!’. ¿Ha contestado tu pregunta? Lo ha hecho, pero no te ha dado la respuesta que tú querías. Es la ‘genialidad’ en el artificio del lenguaje del hombre. Nunca puedes descubrir lo que quiere decir ni percibir el origen o la intención de sus palabras. No conoces lo que él está intentando evitar porque en su corazón él conserva su propia historia; esto es insidia. ¿Algunos de vosotros soléis hablar a menudo de esta manera? (Sí). ¿Cuál es, pues, vuestro propósito? ¿Es a veces proteger vuestros propios intereses, otras mantener vuestro propio orgullo, vuestra propia posición, vuestra propia imagen, proteger los secretos de vuestra vida privada? Cualquiera que sea el propósito, es inseparable de vuestros intereses, está vinculado a ellos. ¿Acaso no es esta la naturaleza del hombre? Todo aquel que tenga este tipo de naturaleza se relaciona de cerca con Satanás, aun si no es de su familia. Podemos decirlo así, ¿verdad? Por lo general, esta manifestación es detestable y aborrecible” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único IV). Las palabras de Dios que ponen al descubierto a Satanás me permitieron ver que la forma en que habla Satanás es realmente repugnante. Cuando Dios hace una pregunta sencilla, Satanás podría responder con claridad, pero, en cambio, anda con rodeos para ocultar sus verdaderas intenciones y propósitos y hace que sea confuso y difícil discernir sus verdaderos pensamientos e intenciones. Eso es realmente insidioso y falso. A la luz de las palabras de Dios, vi que lo que Él puso al descubierto fue mi propio comportamiento. Cuando la líder hizo seguimiento de cómo les iba a las dos nuevas fieles, me di cuenta de que solo había compartido con Qiu Zhen una vez, al principio, pero, como luego había estado ocupada con otras cosas, no les di más seguimiento después de asignarlas a los regadores. No estaba al tanto de cómo estaban progresando, de los problemas que pudieran tener ni de su potencial para que las cultivaran. Si simplemente decía que no les había dado seguimiento, eso mostraría a la líder que no había hecho trabajo real y que solo me encargaba de las cosas con negligencia y sin responsabilidad. Eso perjudicaría mi orgullo e imagen, e incluso me podrían podar. Así que recurrí al engaño y afirmé que había programado una reunión con los dos regadores, con la intención de averiguar cómo les había ido últimamente a las nuevas fieles, y que luego le informaría al respecto. Así, la líder pensaría que estaba haciendo trabajo real y que daba seguimiento y prestaba atención de forma constante al progreso de las nuevas fieles. También mencioné que me reuniría en persona con los regadores para ver lo que estaban haciendo, lo que daba la imagen de que tenía un fuerte sentido de carga y ocultaba el problema, a la vez que protegía mi orgullo e imagen. Vi lo insidiosas que eran mis intenciones y cómo mis palabras y actos eran exactamente como los de Satanás. Estaba siendo evasiva y despistaba y desorientaba. ¡Era tan escurridiza y falsa! Pensé que estaba siendo astuta, que había encontrado una buena solución y había respondido a la perfección, pero ese carácter torcido y falso repugnaba a Dios y provocaba Su odio. Si no me arrepentía de inmediato, Dios me revelaría y descartaría en algún momento.
Más tarde, después de leer las palabras de Dios, obtuve cierta comprensión sobre las intenciones detrás mi engaño. Dios Todopoderoso dice: “Cuando las personas engañan, ¿qué intenciones hay detrás de ello? ¿Y cuál es el objetivo que intentan lograr? Sin excepción, se trata de ganar fama, ganancia y estatus; en pocas palabras, es por el bien de sus propios intereses. ¿Y qué subyace en la búsqueda de intereses personales? Que la gente considera sus intereses de mayor importancia que todo lo demás. Engaña en beneficio propio, con lo que revela así su carácter taimado. ¿De qué modo debe resolverse este problema? En primer lugar, debes discernir y saber qué son los intereses, qué le aportan exactamente a la gente y cuáles son las consecuencias de afanarse por ellos. Si no eres capaz de averiguarlo, renunciar a ellos será más fácil de decir que de hacer. Si la gente no comprende la verdad, nada le resultará más complicado que renunciar a sus intereses. Eso se debe a que sus filosofías de vida son ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’ y ‘El hombre muere por la riqueza como las aves por el alimento’. Obviamente, vive para sus intereses. La gente piensa que, sin sus intereses, si los perdiera, no podría sobrevivir. Es como si su supervivencia fuera inseparable de ellos; por eso la mayoría de la gente está ciega a todo lo que no sean sus intereses. Los considera superiores a todo lo demás, vive para sus intereses, y conseguir que renuncie a ellos es como pedirle que renuncie a su propia vida” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El conocimiento del propio carácter es la base de su transformación). Las palabras de Dios me hicieron entender las razones por las que usaba todos los trucos posibles para encubrir mis errores. La raíz era que vivía según el principio de Satanás: “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, y valoraba mis intereses personales por encima de todo. Por ejemplo, cuando la líder preguntó si había averiguado cómo les iba a las nuevas fieles, estaba claro que había olvidado darles seguimiento, lo que demostraba que carecía de sentido de carga y responsabilidad hacia el trabajo. Sin embargo, en lugar de reflexionar y corregir mi error de inmediato, solo me preocupaban mi orgullo e intereses. Hacía lo que me beneficiaba y, cuando algo no me favorecía, amenazaba mi orgullo o podía llevar a que me podaran, optaba por usar trucos rastreros para protegerme a mí misma y empleaba palabras para crear falsas impresiones con el fin de engañar y engatusar a las personas. Eso había evitado que la líder descubriera mis problemas y entendiera lo que realmente estaba ocurriendo con mis deberes. Vi que, cuando vivía según esos venenos satánicos, me volvía cada vez más escurridiza, falsa, vil y perversa, y que carecía de cualquier semejanza humana.
Luego, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Que Dios les pida a las personas que sean honestas demuestra que verdaderamente aborrece y detesta a los falsos. La aversión de Dios a las personas falsas es una aversión a su manera de hacer las cosas, a su carácter, a sus intenciones y a sus métodos de engaño; a Dios le disgustan todas estas cosas. Si las personas falsas son capaces de aceptar la verdad, admiten sus actitudes falsas y están dispuestas a aceptar la salvación de Dios, entonces también tienen la esperanza de ser salvadas, porque Dios trata a todas las personas por igual, tal como lo hace la verdad. Por eso, si queremos llegar a ser personas que agrademos a Dios, lo primero que debemos hacer es cambiar de principios de conducta: no podemos seguir viviendo de acuerdo con las filosofías satánicas, no podemos seguir valiéndonos de la mentira y el engaño. Debemos desechar todas las mentiras y volvernos honestos. De este modo cambiará la visión que Dios tiene de nosotros. Antes, la gente siempre se basaba en mentiras, fingimiento y tretas mientras vivía con los demás y tomaba las filosofías satánicas como fundamento de su existencia, como su vida y como base para su conducta. Esto era algo que Dios aborrecía. Entre los no creyentes, si hablas con franqueza, dices la verdad y eres una persona honesta, entonces serás calumniado, juzgado y rechazado. Por tanto, sigues las tendencias mundanas, y vives conforme a las filosofías satánicas, te vuelves cada vez más hábil para mentir y más falso. También aprendes a utilizar medios insidiosos para lograr tus objetivos y protegerte. Te vuelves cada vez más próspero en el mundo de Satanás, y como resultado, te hundes cada vez más en el pecado hasta que no puedes salir de él. En la casa de Dios, las cosas son precisamente lo contrario. Cuanto más mientas y juegues a ser falso, más se cansará de ti el pueblo escogido de Dios y te rechazará. Si te niegas a arrepentirte y sigues aferrándote a las filosofías y a la lógica satánicas, y te vales de ardides y tramas elaboradas para disimular y enmascararte, entonces es muy probable que seas revelado y descartado. Esto es porque Dios aborrece a la gente falsa. Solo la gente honesta puede prosperar en la casa de Dios, y la gente falsa acabará siendo rechazada y descartada. Todo esto está predestinado por Dios. Solo la gente honesta puede formar parte del reino de los cielos. Si no tratas de ser una persona honesta, y si no experimentas y practicas en la dirección de perseguir la verdad, si no expones tu propia fealdad, y si no te expones, entonces nunca podrás recibir la obra del Espíritu Santo y la aprobación de Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La práctica más fundamental de ser una persona honesta). Después de leer las palabras de Dios, vi que Su carácter es santo y justo. Dios ama a las personas honestas y aborrece a las falsas. Si una persona usa tácticas engañosas para satisfacer sus intereses, en lugar de ser honesta, nunca obtendrá la aprobación de Dios y Él la desdeñará y descartará. Recordé a una hermana que había estado a cargo del trabajo de riego. Para proteger su reputación y estatus y para preservar la imagen que la líder tenía de ella, recurrió al engaño para ocultarles a todos que, evidentemente, muchos de los problemas de los nuevos fieles seguían sin resolverse. En su informe de trabajo, escribió que se habían resuelto los problemas de los nuevos fieles. Como consecuencia, Dios dispuso circunstancias para revelar la verdad y usó a otras hermanas que preguntaron en detalle sobre cómo les iba a los nuevos fieles, lo que puso al descubierto la verdad. En última instancia, despidieron a esa hermana por perseguir la reputación y el estatus, en lugar de hacer trabajo real. Vi que Dios todo lo escruta y que, por mucho que las personas intenten encubrir o disfrazar las cosas, tarde o temprano, la verdad se revela. Me di cuenta de que yo era así y que estaba claro que no hacía trabajo real, pero intentaba evitar el tema y ofuscarlo para ocultar la verdad, lo que impedía que la líder viera mis problemas. Mis actos eran, en esencia, fraudulentos y engañosos. Aunque creía que usaba tácticas astutas para proteger mi orgullo e imagen, Dios lo escruta todo, por lo que esos trucos y engaños solo hacían que Dios me aborreciera y odiara. Al darme cuenta de esto, vi que estaba poniéndome en peligro y actuando de manera estúpida. Si no me arrepentía y enmendaba de inmediato, en última instancia, sería revelada y descartada.
Más tarde, cuando le escribí a la líder, pensé en explicar en detalle la manera en que había sido falsa y deshonesta y cómo había usado evasivas y engaños. Sin embargo, luego de escribir unas pocas palabras en la computadora, dudé y pensé: “Si escribo esto, no solo será cuestión de no haber dado seguimiento y haber sido irresponsable, sino también de engaño y traición, lo que es aún peor. ¿Cómo me verá la líder si se entera de esto? Me podrían podar, así que tal vez sea mejor no mencionarlo. Después de todo, si no digo nada, la líder no lo descubrirá y no tendré que padecer este sufrimiento”. Mientras se libraba esa batalla en mi interior, pensé en estas palabras de Dios: “Solo la gente honesta puede formar parte del reino de los cielos” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La práctica más fundamental de ser una persona honesta). “Si la gente renuncia a la verdad por sus intereses, pierde la vida y la salvación de Dios; esas personas son las más necias” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El conocimiento del propio carácter es la base de su transformación). Busqué las palabras de Dios de inmediato para leerlas. Dios Todopoderoso dice: “Dios salva a los que persiguen la verdad. Si no aceptas la verdad, y si eres incapaz de reflexionar y conocer tu propio carácter corrupto, entonces no te arrepentirás realmente y no tendrás entrada en la vida. Aceptar la verdad y conocerte a ti mismo es la senda para el crecimiento en la vida y para alcanzar la salvación, supone la oportunidad de presentarte ante Dios para aceptar Su escrutinio, Su juicio y Su castigo, y para ganar la verdad y vida. Si renuncias a perseguir la verdad en aras de la búsqueda de la fama, la ganancia y el estatus y de tus propios intereses, esto equivale a renunciar a la oportunidad de aceptar el juicio y castigo de Dios y de alcanzar la salvación. Eliges la fama, la ganancia y el estatus y tus propios intereses, pero a lo que renuncias es a la verdad, y lo que pierdes es la vida y la oportunidad de ser salvado. ¿Qué es más importante? Si eliges tus propios intereses y renuncias a la verdad, ¿acaso no es necio? Hablando de manera sencilla, es sufrir una gran pérdida en aras de una pequeña ventaja. La fama, la ganancia y el estatus, el dinero y los intereses son todos temporales, todos ellos se desvanecen como volutas de humo, mientras que la verdad y vida es eterna e inmutable. Si la gente resuelve su carácter corrupto que le hace buscar fama, ganancia y estatus, entonces tiene la esperanza de alcanzar la salvación. Además, las verdades que recibe la gente son eternas; ni Satanás ni nadie puede quitárselas. Tú renuncias a tus intereses, pero lo que ganas es la verdad y la salvación; estos resultados son tuyos y te los ganas para ti mismo. Si la gente opta por practicar la verdad, entonces, aunque se hayan quedado sin intereses, va a recibir la salvación de Dios y la vida eterna. Esas personas son las más inteligentes. Si la gente renuncia a la verdad por sus intereses, pierde la vida y la salvación de Dios; esas personas son las más necias. Lo que una persona elige, sean sus intereses o la verdad, es sumamente revelador. Quienes aman la verdad elegirán la verdad; elegirán someterse a Dios y seguirlo. Preferirán abandonar sus intereses para perseguir la verdad. Por más que tengan que sufrir, están decididos a mantenerse firmes en el testimonio para satisfacer a Dios. Esta es la senda principal para practicar la verdad y entrar en la realidad-verdad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El conocimiento del propio carácter es la base de su transformación). Las palabras de Dios me sirvieron de recordatorio y me dieron una senda de práctica. El carácter justo y santo de Dios no tolera ofensa. En el reino de Dios, Él quiere a personas honestas y salva a esas personas. Si dejo de practicar la verdad para proteger mis intereses, eso equivale a renunciar a la oportunidad de ganar la verdad y ser salva. Tal vez, dejar de practicar la verdad una vez no tenga consecuencias graves, pero, a largo plazo, si nunca soy capaz de renunciar a mis intereses personales ni de rebelarme contra la carne al afrontar situaciones, no tendré un buen desenlace ni destino. Si puedo renunciar de a poco a mis intereses personales y rebelarme contra la carne para practicar la verdad, entonces estaré cada vez más cerca de los estándares de lo que Dios exige. Luego, leí que las palabras de Dios dicen: “Supervisar a las personas, observarlas, tratar de entenderlas, todo esto es para ayudarlas a entrar en el camino correcto de la fe en Dios, para que puedan hacer su deber como Dios pide y según los principios, para que dejen de causar perturbaciones o trastornos y de hacer trabajo inútil. El objetivo de hacer esto es únicamente mostrar responsabilidad hacia ellos y hacia la obra de la casa de Dios; no hay ninguna malicia en ello” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (7)). Las palabras de Dios me hicieron entender que practicar ser una persona honesta permite a los demás ver la corrupción y las deficiencias en mi trabajo. Permite que los líderes puedan supervisar e inspeccionar mejor mi trabajo, identificar mis problemas y orientarme y ayudarme a tiempo para que pueda ser más cuidadosa y responsable en mi trato con los deberes, lo que me beneficia para que haga bien mis deberes. Al darme cuenta de esto, me sentí animada de repente y oré a Dios: “Dios, para proteger mi orgullo y estatus, usé el engaño y te causé repulsión. Esta vez, independientemente de lo que piensen los hermanos y hermanas, estoy dispuesta a aceptar Tu escrutinio, practicar la verdad y ser una persona honesta. Te ruego que me guíes”. Después, me sinceré con la líder sobre mi estado y le revelé mi corrupción, lo que me hizo sentir algo aliviada y liberada.
Más tarde, la supervisora me pidió que informara sobre cómo había ido el trabajo de riego últimamente y, de repente, me sentí muy ansiosa. En los últimos días, como había estado ocupada con otras tareas, no había dado respuestas detalladas a las cuestiones que habían planteado algunos regadores. La líder nos había pedido que proporcionáramos buenas sendas para los regadores, y tampoco había implementado eso. Si era honesta y se lo informaba a la supervisora, ¿pensaría que procrastinaba y que no hacía trabajo real? Por la noche, acostada en la cama, no podía dormir pensando en cómo proteger mi orgullo e imagen. Me di cuenta de que quería volver a ser falsa y también de que esta situación era una prueba de Dios para ver si podía aceptar Su escrutinio y ser una persona honesta. Pensé en un pasaje de las palabras de Dios: “Dios pide a la gente que sea honesta, hable con sinceridad, haga cosas honestas y no sea falsa. La importancia de que Dios diga esto es permitir a las personas tener una semejanza humana real y no ser como Satanás, que habla como una serpiente que repta por el suelo, siempre de manera ambigua e impidiendo a otros captar la verdad del asunto. Es decir, se dice que las personas, en palabras y en obras, vivirán la semejanza de un humano y serán dignas, honestas y decentes, sin albergar un lado oscuro ni cosas vergonzosas y que poseerán un corazón limpio. Se dice que las personas serán iguales por fuera que por dentro, que expresarán lo que piensan en su interior, sin engañar a Dios ni a nadie más, sin quedarse nada para sí mismas, que su corazón será como un trozo de tierra pura. Eso es lo que Dios pide y Su objetivo al requerir que la gente sea honesta” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El hombre es el mayor beneficiario del plan de gestión de Dios). Las palabras de Dios me volvieron a recordar que ser una persona honesta significa hablar y actuar de manera recta y sincera, aceptar el escrutinio de Dios sobre lo que se ha hecho y lo que no, y ser sencilla y transparente tanto con Dios como con las personas. Incluso si eso lleva a que me poden, debo hablar con honestidad, sin usar trucos ni engaños para ocultar la verdad. Uno tiene la semejanza adecuada de una persona honesta solo si se comporta con sinceridad y de esta manera. Más tarde, informé con sinceridad a la supervisora sobre cómo iba el trabajo, luego hablé con los regadores para resolver sus problemas y compartí unas buenas estrategias con todos para regar a los nuevos fieles. Al practicar de esta manera, experimenté de primera mano que ser una persona honesta que acepta el escrutinio de Dios y la supervisión humana ayuda a garantizar que haga mi trabajo con responsabilidad y diligencia, lo que realmente me protege al cumplir mis deberes.
Al haber pasado por esta experiencia, veo que, sin el juicio y el escarmiento de las palabras de Dios, mi carácter falso y perverso no habría cambiado en absoluto. Solo pude cambiar de a poco mi carácter corrupto al afrontar situaciones y aceptar más del escrutinio de Dios, al dejar de lado los intereses personales y practicar conscientemente ser una persona honesta.