12. Reflexiones tras ser detenida

Por Yu Lu, China

En 2018, me eligieron líder en la iglesia. En ese momento, Li Hua no dejaba de reprimir y atormentar a los demás y perturbaba la vida de iglesia. Teníamos que dejar en evidencia y diseccionar su comportamiento de persona malvada en combinación con las palabras de Dios. Lin Ru, la hermana que colaboraba conmigo, me pidió que fuera con ella. Cuando estábamos hablando con Li Hua y desenmascarándola, ella no lo aceptó. Tenía una actitud vil. No solo no admitió sus acciones malvadas, sino que nos intimidó con la mirada y se defendió. Ver su mirada cruel me asustó un poco. Oraba constantemente a Dios en mi corazón y le pedía Su liderazgo. En ese momento, prendí la computadora y vi un pasaje de las palabras de Dios que describía muy bien el comportamiento de Li Hua. Lo leímos juntas, y luego dejé en evidencia sus acciones malvadas junto con las contradicciones entre sus dichos en distintos momentos y su comportamiento persistente. Otros hermanos y hermanas también dejaron en evidencia su comportamiento juntos y, solo entonces, ella se convenció. Después de que Li Hua se fuera, una hermana dijo: “Ver cómo se comportaba esta persona malvada hoy me asustó un poco de veras. Si no la hubieran desenmascarado, realmente no se habría convencido”. Cuando oí esto, aunque dije: “Gracias a Dios; esto se debe todo a Su liderazgo”, me sentía muy feliz en mi corazón y sentí que realmente tenía algo de capacidad de trabajo. Un poco después, me dirigí a celebrar una reunión para los obreros del trabajo relacionado con textos. Como no tenía una buena comprensión de los principios del trabajo relacionado con textos, temía no ser capaz de compartir con claridad y que el resto me menospreciara. Entonces, oraba constantemente a Dios en mi corazón pidiendo Su guía. Luego, leí los principios junto con ellos, compartí algo de mi propia comprensión, hablé y resolví los problemas y desviaciones en su trabajo. Todos supieron cómo hacer el trabajo después de eso. Algunos hermanos y hermanas dijeron, contentos, que mi plática los había ayudado un poco. Cuando vi que había conseguido algunos resultados al cumplir mi deber durante ese tiempo, y que todos mis hermanos y hermanas me admiraban, me sentí bastante conforme conmigo misma en mi interior. Me dije: “En el futuro, tengo que ayudarlos a resolver más problemas. De esta forma, todos me admirarán aún más, de seguro”. Pronto, los líderes superiores dispusieron que yo me hiciera cargo de varias tareas difíciles. Al principio, sentí que eran muy complicadas e imposibles de realizar. Los líderes me hablaron sobre cómo Moisés guio a los israelitas para cruzar el Mar Rojo y sobre las palabras de Dios relacionadas con la fe. Después de eso, tuve la determinación necesaria para realizar el trabajo. Al hacerlo, cuando encontré dificultades y no supe cómo actuar, muchas veces oré a Dios y busqué los principios-verdad. De a poco, el trabajo se completó con éxito. No puede evitar el comenzar a valorarme a mí misma, y a pensar que podía con cualquier dificultad. Luego, cuando los hermanos y hermanas se encontraron con dificultades en sus deberes y perdieron la fe, alardeé frente a ellos: “Sus dificultades no son nada. Son mucho menores que las que enfrenté al cumplir mi deber”. Después, me explayé hablando sobre cómo confié en Dios para resolver las dificultades que había encontrado al hacer mi deber. Sin embargo, no mencioné mis propios estados de negatividad, mi pérdida de fe ni mucho menos mi deseo de abandonar durante el proceso. Después de la conversación, tomé algo de conciencia en mi corazón. ¿No me estaba exaltando y alardeando? Pero, pensándolo bien: “También hablé sobre cómo confié en Dios para resolver problemas y dificultades. Esto no cuenta como alardear”. Sentía que comprendía la verdad y que tenía algo de capacidad de trabajo, especialmente cuando veía las expresiones de envidia y admiración de mis hermanos y hermanas.

En una ocasión, fui a una reunión. La hermana Liu Li, que estaba a cargo del trabajo de depuración de la iglesia, dijo: “Un líder de iglesia informó sobre alguien con un comportamiento muy malo. Hablaron con él pero, no solo se negó a aceptarlo e intentó defenderse, sino que también intentó ganar ventaja sobre ellos. Si me encontrara a una persona así, no sabría qué compartirle para dejarla en evidencia. Sentiría algo de miedo en mi corazón”. Pensé: “Tendré que contarte cómo desenmascarar personas malvadas, así aprendes algo”. Luego, hablé sobre cómo había dejado en evidencia a Li Hua, cómo ella no lo había aceptado y cómo terminó convenciéndose por completo al final. Cuanto más hablaba, más me entusiasmaba. Aunque también mencioné que en el momento me sentí algo tímida y asustada, solo lo dije al pasar. Después de escucharme, Liu Li me miró con envidia y admiración y dijo: “Si hubiera estado en tu lugar, no habría sabido cómo desenmascararla”. Al escucharla decir esto, me sentí muy feliz y lo disfruté mucho. En esa época, mi deseo de alardear se hacía más y más fuerte. Cada vez que regresaba de una reunión, le contaba a Lin Ru sobre los problemas que había descubierto en la iglesia y cómo los había resuelto. Lin Ru a menudo decía: “Es cierto, ¡eres muy buena para descubrir y solucionar problemas! Si fuera yo, tal vez no sería capaz de encontrar los problemas y mucho menos resolverlos”. Luego, cada vez que Lin Ru encontraba algo, me preguntaba cómo tratarlo y resolverlo. Esperaba a mi regreso antes de hacer la más mínima cosa. Mi salud no era buena y Lin Ru me dijo: “Deberías cuidar tu salud. ¿Quién hará el trabajo de nuestra iglesia si la salud te abandona?”. Las hermanas con las que trabajaba siempre me daban alimentos nutritivos para comer, y sentía aún más que yo era la columna vertebral de la iglesia. Después, mis hermanos y hermanas venían todos a buscarme para hablar sobre sus problemas y pedir mis opiniones. En todas las reuniones, los hermanos y hermanas se peleaban para hacerme preguntas. Mi corazón se sentía complacido y pensaba: “Parece que soy indispensable para el trabajo de esta iglesia. ¡No funcionaría si yo no estuviera al mando!”. Pensé en el trabajo de la iglesia en su totalidad: sin importar la dimensión de un asunto, la decisión final siempre dependía de mí. Entonces, sentía que tenía un gran sentido de presencia. Pero, como nunca hice introspección ni me comprendí a mí misma, el enojo de Dios recayó sobre mí.

Una noche de junio de 2021, mientras dormía en casa, una multitud de policías derribaron la puerta, entraron por la fuerza y pusieron mi casa patas para arriba. También me llevaron al centro para el manejo de casos del condado para interrogarme. Me esposaron a una silla, y estaba bastante asustada. Me preocupaba que me golpearan o me sentenciaran a prisión. No me atreví a abandonar a Dios en mi corazón y le pedía constantemente que no me dejara convertirme en una judas. Durante los varios días que duró el interrogatorio, no dejaba de pensar: “¿Cuál es la intención de Dios al hacerme pasar por esta situación? ¿Hice algo que no estuviera de acuerdo con Su intención?”. La policía me solicitó información relacionada con la iglesia, pero no dije nada. Con sarcasmo, me dijeron: “¿No eres simplemente una pequeña líder? Estás a cargo de docenas de personas y dispones las cosas a tu antojo. Esto te da una sensación de validación enorme, ¿no es cierto? ¡Eres una pequeña líder muy valiente para alardear aquí!”. Estaba conmocionada y oraba en mi corazón: “Querido Dios, ¿por qué la policía me dice esto? Por favor, esclaréceme”. Después de orar, pensé en mis distintos comportamientos al cumplir mi deber el último tiempo. Cuando había asistido a varias reuniones de equipo, todos los hermanos y hermanas se peleaban para preguntarme cómo tratar problemas y resolver dificultades. En mi corazón, lo había disfrutado. La hermana que colaboraba conmigo dependía mucho de mí también. Sin importar la dimensión de un asunto, ella siempre venía a pedirme mi opinión. Me había sentido indispensable para el trabajo de la iglesia y pensaba que yo tenía que estar al mando y tomar las decisiones finales sobre todo. Esto me había hecho sentir realmente validada. ¿No estaba trayendo a los hermanos y hermanas ante mí? Los anticristos compiten con Dios por el estatus y por las personas. Al final, llevan a las personas ante ellos. ¿La naturaleza de mis acciones no era igual que la de un anticristo? Solo entonces comprendí que había comenzado a transitar la senda de los anticristos. Esto provocó que Dios me aborreciera y me odiara. Cuanto más lo pensaba, más me asustaba. Oré a Dios: “¡Querido Dios! Estaba equivocada. Si no me hubiera detenido la policía, no habría reflexionado ni comprendido por qué senda camino. ¡He sido tan ciega! Esta detención representa Tu amor sobre mí y es el sufrimiento que merezco. Estoy dispuesta a aceptarlo. No importa a cuántos años me sentencien, me someteré”. Durante los más o menos doce días que me mantuvieron detenida, sentí un constante arrepentimiento y remordimiento. Me odiaba por haber sido tan ciega y haber hecho cosas para resistirme a Dios sin darme cuenta. Cuando decidí que no traicionaría a Dios, ni vendería los intereses de la casa de Dios ni a mis hermanos y hermanas, aunque eso significara morir en prisión, sentí el amor de Dios una vez más sobre mí. La policía estaba preparando mi traslado a un centro de detención. Primero, me llevaron al hospital para hacer un examen físico. Inesperadamente, la prueba de embarazo resultó positiva, así que no me aceptaron en el centro de detención. Después de estar detenida doce días, la policía solicitó que me liberaran bajo fianza y a la espera de juicio. Luego, descubrí que en realidad no estaba embarazada. Vi las obras maravillosas de Dios y mi corazón se llenó de gratitud hacia Él. Al mismo tiempo, sentí que debía demasiado a Dios.

Después de mi liberación, comencé a reflexionar sobre todo lo que había hecho al cumplir mi deber. En realidad, conocía mi verdadera estatura. Si no hubiera sido por el esclarecimiento y el liderazgo de Dios, no habría sido capaz de cumplir bien mi deber. Sin embargo, había usado el esclarecimiento de Dios como capital para alardear y había llevado a los hermanos y hermanas ante mí. Esto provocó que Dios me aborreciera. Leí estas palabras de Dios: “La humanidad corrupta es capaz de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma, de pavonearse, de intentar que la tengan en gran estima y la idolatren. Así reacciona instintivamente la gente cuando la gobierna su naturaleza satánica, lo cual es común a toda la humanidad corrupta. Normalmente, ¿cómo se enaltece y da testimonio sobre sí misma la gente? ¿Cómo logra el objetivo de hacer que la tengan en gran estima y la idolatren? Da testimonio de cuánto trabajo ha realizado, de cuánto ha sufrido, de cuánto se ha esforzado y el precio que ha pagado. Se enaltece hablando sobre su capital, lo cual le da un lugar superior, más firme y más seguro en la mente de las personas, de modo que son más las que la aprecian, la tienen en alta estima, la admiran y hasta la adoran, la respetan y la siguen. Para lograr este objetivo, la gente hace muchas cosas que en apariencia dan testimonio de Dios, pero en esencia se enaltece y da testimonio sobre sí misma. ¿Es razonable actuar así? Se sale del ámbito de la racionalidad y no tiene vergüenza, es decir, da testimonio descaradamente de lo que ha hecho por Dios y de cuánto ha sufrido por Él. Incluso presume de sus dones, talentos, experiencias, habilidades especiales, de sus métodos inteligentes para las cosas mundanas, de los medios por los que juega con las personas, etcétera. Su método de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma consiste en alardear y menospreciar a otras personas. Además, se camufla y disimula para ocultar sus debilidades, defectos y deficiencias a los demás y que estos solo lleguen a ver su brillantez. Ni siquiera se atreve a contárselo a otras personas cuando se siente negativa; le falta valor para abrirse y hablar con ellas, y cuando hace algo mal, se esfuerza al máximo por ocultarlo y encubrirlo. Nunca habla del daño que ha ocasionado al trabajo de la iglesia en el cumplimiento del deber. Ahora bien, cuando ha hecho una contribución mínima o conseguido un pequeño éxito, se apresura a exhibirlo. No ve la hora de que el mundo entero sepa lo capaz que es, el alto calibre que tiene, lo excepcional que es y hasta qué punto es mucho mejor que las personas normales. ¿No es esta una manera de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma? ¿Es enaltecerse y dar testimonio sobre uno mismo algo que haría alguien con conciencia y razón? No. Así pues, cuando la gente hace esto, ¿qué carácter revela normalmente? La arrogancia. Es uno de los que principalmente revela, seguido de la falsedad, lo que implica hacer todo lo posible para que otras personas la tengan en gran estima. Sus palabras son completamente herméticas y es evidente que entrañan unas motivaciones y tramas, hacen alarde de sí, pero quieren ocultarlo. A resultas de lo que dicen, hacen creer a los demás que son mejores que nadie, que no hay nadie igual, que el resto es inferior a ellas. ¿Y no consiguen este resultado por medios solapados? ¿Qué carácter se halla detrás de esos medios? ¿Y hay algún elemento de perversidad? (Sí). Este es un carácter perverso(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). Dios dijo que a los humanos corruptos les gusta que la gente los tenga en alta estima y los admire. Cuando obtienen algunos resultados al cumplir su deber, lo usan como capital para alardear. Se presumen muy naturalmente frente a las personas. Recordé la época en la que cumplía el deber de líder. Cuando había visto que las personas responsables del trabajo de depuración no se atrevían a desenmascarar a una persona malvada, a fin de que pensaran bien de mí, había alardeado sobre cómo había expuesto y convencido a una persona malvada. Describí el proceso con mucho detalle, pero solo mencioné brevemente mi propia timidez y mi miedo. Cuando oyeron esto, todos me envidiaron y admiraron. Cuando los hermanos y hermanas habían encontrado dificultades al cumplir su deber y habían perdido la fe, yo les hablaba sobre cómo había superado dificultades y completado el trabajo sin contratiempos, para que vieran mi capacidad de trabajo. Los hermanos y hermanas me tuvieron mucha estima después de escuchar esto. También había alardeado frente a la hermana que colaboraba conmigo. Cada vez que terminaba de ocuparme del trabajo de la iglesia, contaba frente a ella cómo había descubierto problemas y lo que había compartido para resolverlos. Esto había hecho que ella dependiera de mí tanto para asuntos importantes como menores. Como mi salud no era muy buena, a ella le preocupaba que me cansara demasiado como para seguir cumpliendo mi deber con normalidad, y por eso reservaba para mí todos los alimentos sabrosos y nutritivos. Yo veía cómo me exaltaba a mí misma y presumía a cada paso, y cómo hacía que las personas me tuvieran estima y me admiraran. ¡Esto era querer tener estatus en los corazones de las personas! Los deberes de un líder son exaltar a Dios, dar testimonio de Él y llevar a los hermanos y hermanas ante Su presencia. Esta es la intención de Dios. Sin embargo, yo había traído a los hermanos y hermanas ante mi persona. ¡Verdaderamente carecía de humanidad y no tenía nada de conciencia ni razón!

Leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Cuando las personas se vuelven arrogantes en naturaleza y esencia, pueden a menudo rebelarse contra Dios y oponerse a Él, no prestar atención a Sus palabras, generar nociones acerca de Él, hacer cosas que lo traicionan y que las enaltecen y dan testimonio de sí mismas. Dices que no eres arrogante, pero supongamos que te entregaran una iglesia y te permitieran dirigirla; supongamos que Yo no te podara ni nadie de la casa de Dios te criticara o ayudara, tras liderarla durante un tiempo, pondrías a la gente a tus pies y harías que te obedecieran incluso hasta el punto de admirarte y venerarte. ¿Y por qué habrías de hacer eso? Esto vendría determinado por tu naturaleza; no sería sino una revelación natural. No tienes necesidad alguna de aprender esto de otros, ni ellos tienen necesidad de enseñártelo. No es preciso que te lo impongan o te obliguen a hacerlo. Este tipo de situación surge de manera natural. Todo lo que haces es para que la gente te enaltezca, te alabe, te idolatre, te obedezca y te haga caso en todo. Permitirte ser un líder hace surgir de manera natural esta situación, y eso no se puede cambiar. ¿Y cómo surge esta situación? Está determinada por la naturaleza arrogante del hombre. La manifestación de la arrogancia consiste en la rebelión contra Dios y la oposición a Él. Cuando las personas son arrogantes, vanidosas y sentenciosas establecerán sus propios reinos independientes y harán las cosas de cualquier manera que quieran. También tendrán a los demás en sus manos y los atraerán hacia su esfera de influencia. Que la gente pueda hacer cosas así de arrogantes solo demuestra que la esencia de su naturaleza arrogante es la de Satanás, la del arcángel. Cuando su arrogancia y vanidad alcanzan cierto nivel, ya no tendrá un lugar para Dios en el corazón y lo dejará de lado. Desea entonces ser Dios, hacer que la gente la obedezca, y se convierte en el arcángel. Si tienes una naturaleza satánica así de arrogante, no llevas a Dios en el corazón. Aunque creas en Dios, Él ya no te reconoce, te considera una persona malvada y te descartará(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Una naturaleza arrogante es la raíz de la resistencia del hombre a Dios). Dios dijo que, como las personas tienen una naturaleza arrogante, muchas de las cosas que harán serán para resistirse a Dios y rebelarse contra Él. Esto es lo que las personas revelan naturalmente. Pensé en cómo, cuando recién comenzaba a ser líder, había encontrado algunos problemas y dificultades en mi trabajo. Gracias al esclarecimiento y el liderazgo de Dios, mi trabajo dio algunos resultados; sin embargo no di la gloria a Dios, sino que lo usé como capital para presumir. Pensé: “Puedo resolver este problema y ocuparme de tal dificultad”. Sentía que ya comprendía la verdad y que sabía cómo trabajar. Como resultado, me volví incluso más arrogante. Cuando cumplía mi deber, como alardeaba cada vez que podía, si los hermanos y hermanas encontraban problemas, no oraban a Dios y confiaban en Él, sino que confiaban en mí para resolverlos. Incluso pensaba descaradamente que comprendía la verdad mejor que los demás y que era la columna vertebral de la iglesia, que estaba al mando y que era indispensable allí. En este punto, sentí lo tonta y ridícula que había sido. ¡Era tan arrogante que no tenía ni una pizca de razón! Pensé en Pablo. Como era demasiado arrogante, constantemente daba testimonio de sí mismo mencionando cuántas personas había ganado al predicar el evangelio, cuán lejos había viajado y cuánto había sufrido; finalmente testificó que, para él, vivir era cristo. Ofendió el carácter de Dios y Él lo castigó. ¿Yo no transitaba la misma senda que Pablo? Si no me arrepentía, mi final sería igual que el suyo.

Después de eso, continué buscando la verdad y reflexionando sobre mis problemas. Leí un pasaje de las palabras de Dios: “La palabra ‘gloria’ no pertenece a los humanos. La gloria solo puede ser para Dios, el Creador, y no tiene nada que ver con los seres humanos creados. Aunque se esfuercen y cooperen, siguen bajo el liderazgo de la obra del Espíritu Santo. Si no hay obra del Espíritu Santo, ¿qué puede hacer la gente? La palabra ‘testimonio’ tampoco pertenece a los humanos. Ya sea el sustantivo ‘testimonio’ o la forma verbal ‘dar testimonio’, ninguno de los dos tiene nada que ver con los seres humanos creados. Solo el Creador es digno de que se dé testimonio de Él y merecedor del testimonio de la gente. Esto lo determina la identidad, el estatus y la esencia de Dios, y también se debe a que todo lo que hace Dios proviene de Sus esfuerzos y Él merece tenerlo. Lo que pueden hacer las personas es sin duda limitado y todo es resultado del esclarecimiento, el liderazgo y la guía del Espíritu Santo. Respecto a la naturaleza humana, la gente se vuelve arrogante en cuanto entiende algunas verdades y es capaz de trabajar un poco. Si eso no va acompañado del juicio y castigo de Dios, nadie puede lograr someterse a Él ni dar testimonio de Dios. Como consecuencia de Su predestinación, puede que alguien cuente con algunos dones o talentos especiales, haya aprendido cierta profesión o habilidad o bien tenga un poco de inteligencia, así que esta persona se vuelve arrogante hasta lo insufrible y quiere que Dios comparta Su gloria y Su testimonio constantemente con ella. ¿Acaso no es esto irracional? Es irracional hasta el extremo. Esto demuestra que las personas así se hallan en una posición equivocada. No se consideran a sí mismas seres humanos, sino una raza aparte, superhumanos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (I)). Después de leer las palabras de Dios, me sentí bastante avergonzada. La gloria y el testimonio no tienen nada que ver con los humanos. Solo el Creador merece que den testimonio de Él. Dios sufrió el dolor del mundo para salvar a la humanidad. Fue perseguido por el PCCh, ridiculizado por el mundo y condenado y calumniado por la comunidad religiosa, pero Dios siempre lo ha soportado en silencio. Dios ha pagado un precio muy grande por nosotros. No podemos expresarlo en palabras. Yo no soy más que un insignificante ser creado. Aunque pueda hacer algunos deberes, son limitados. Como cuando dejé en evidencia que Li Hua era una persona malvada. Fue con Su guía que pude encontrar las palabras de Dios adecuadas, y la persona malvada solo acabó por convencerse cuando mis hermanos y hermanas la desenmascararon después de eso. Cuando encontraba dificultades en mi deber, era Dios quien disponía rápidamente que los líderes hablaran conmigo. Por medio de las palabras de Dios, comprendí Sus intenciones y solo entonces tuve fe. Todo esto fue obra de Dios. Yo sola no había hecho nada digno de alabanza. Si no hubiera sido por el liderazgo de Dios, de ninguna manera habría podido obtener buenos resultados al cumplir mi deber. Sin embargo, me adjudiqué el crédito de todo. ¡Era realmente arrogante y carecía de razón! Mi carácter corrupto era muy grave, pero Dios no me abandonó ni me descartó por mis acciones malvadas. Fue Él quien dispuso las circunstancias de mi detención para frenarme en seco y evitar que hiciera el mal. También se valió de la boca del policía para instarme a hacer introspección y conocerme a mí misma. ¡La esencia de Dios es tan hermosa y amable! También experimenté verdaderamente que ¡solo Dios es digno de alabanza y testimonio! Luego, leí estas palabras de Dios: “Entonces, ¿cómo hay que actuar para no enaltecerse y dar testimonio de uno mismo? Si presumes y das testimonio a nivel individual con respecto a un determinado asunto, obtendrás como resultado que algunas personas te tengan en alta estima y te idolatren. Sin embargo, el acto de abrir tu corazón y compartir tu autoconocimiento sobre ese mismo asunto es de una naturaleza distinta, ¿no es cierto? Abrir el corazón para hablar del autoconocimiento que uno ha adquirido es algo que la humanidad normal debería poseer. Se trata de algo positivo. Si realmente te conoces a ti mismo y hablas de tu estado con fidelidad, sinceridad y precisión; si hablas de conocimientos basados en su totalidad en las palabras de Dios; si quienes te escuchan se ven edificados y se benefician de ello, y si das testimonio de la obra de Dios y lo glorificas, es que estás dando testimonio de Dios. Si, al abrir tu corazón, hablas mucho de tus puntos fuertes, de lo que has sufrido y del precio que has pagado, y de cómo te has mantenido firme en tu testimonio, y como resultado la gente saca una buena opinión de ti y te idolatra, es que estás dando testimonio de ti mismo. Has de ser capaz de distinguir entre estos dos comportamientos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). Después de leer las palabras de Dios, encontré una senda para exaltarlo y dar testimonio de Él. También comprendí la diferencia entre dar testimonio de Dios y alardear. Ambos consisten en compartir nuestras propias experiencias, pero la diferencia clave radica en las intenciones que tengamos y los resultados obtenidos. Durante la plática, debemos hablar de nuestro propio estado verdadero y de la corrupción que hemos revelado, combinarlo con las palabras de Dios para dejar en evidencia nuestra propia corrupción y finalmente compartir qué sendas de práctica hemos encontrado y qué entendimientos de Dios hemos ganado. Solo al compartir de esta forma exaltamos a Dios y damos testimonio de Él. Si solo hablamos de cómo resolvimos problemas y nos mantuvimos firmes en nuestro testimonio ante las cosas que nos acontecieron, y solo compartimos el lado bueno sin dejar en evidencia nuestra corrupción, entonces esta clase de plática no es más que alardear. Cuando yo hablaba sobre mi experiencia, no me sinceraba ni dejaba al descubierto la corrupción que había revelado. En toda ocasión, lo único que expresaba frente a mis hermanos y hermanas era una entrada positiva y activa. Esto hacía que mis hermanos y hermanas pensaran que tenía fe y que era capaz de resolver problemas. Lo que hacía era exaltarme a mí misma y alardear.

Luego, la iglesia dispuso que me dedicara al trabajo relacionado con textos. Un día, mientras discutía el trabajo con la hermana Ding Ning, con quien colaboraba, ella dijo: “Creo que mi redacción en la carta de comunicación que escribí a mis hermanos y hermanas no es tan clara como la tuya. Me parece que la tuya es muy buena”. Cuando Ding Ning acabó de hablar, me sentí muy feliz. Una vez más quise alardear sobre cómo escribía las cartas de comunicación. En ese momento me di cuenta de algo: ¿No estaba tratando de alardear nuevamente? Entonces, dije a Ding Ning: “En realidad, también tuve dificultades en el proceso de escritura. A veces, no sabía cómo expresarme. Escribía, lo borraba, escribía otra cosa y, en ocasiones, pensaba incluso en abandonar. Luego, oré a Dios para reflexionar sobre el motivo por el que no podía escribir bien. Mientras buscaba y reflexionaba, comprendí que mi intención no era la correcta cuando escribía. No lo estaba haciendo a fin de cumplir bien mi deber, sino que quería escribir bien para que las personas me admiraran. Entonces, oré a Dios diciéndole que, sin importar cómo estuviera escrita, siempre y cuando incorporara los principios y los hermanos y hermanas pudieran comprenderlo, estaría bien. Cuando practiqué de esta forma y escribí de nuevo, tuve algunas ideas y fui capaz de expresar claramente el significado que quería transmitir. Recordé estas palabras de Dios: ‘Me aparezco ante el reino santo y me oculto de la tierra de la inmundicia(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 29). En este momento, comprendí el significado de esta oración. Cuando tuve intenciones incorrectas y quise usar la redacción de la carta para alardear, Dios me ocultó Su rostro y, sin importar qué escribiera, no era bueno. Pero, cuando tuve la mentalidad correcta y escribí a fin de obtener resultados, fui capaz de hacerlo sin contratiempos bajo el liderazgo de Dios”. Cuando Ding Ning oyó esto, dijo que sabía cómo hacerlo. Al practicar de esta forma, mi corazón se sintió verdaderamente en calma.

Luego, en compañía de mis hermanos y hermanas, me sinceré a conciencia, dejé en evidencia mi propio carácter corrupto y la forma en la que me había exaltado y exhibido en el pasado y hablé sobre cómo Dios dispuso las circunstancias que me salvaron y me cambiaron. Entonces, mis hermanos y hermanas pudieron discernirme y comprendieron la salvación de Dios para las personas. Después, cuando cumplía mi deber, ya no me exaltaba ni alardeaba como había hecho antes. Que haya sido capaz de cambiar de esta forma es el resultado del liderazgo de las palabras de Dios. ¡Gracias a Dios!

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