16. Ahora soy capaz de aceptar mi deber

Por Breanna, Italia

21 de febrero de 2024. Soleado.

Hoy, la supervisora del trabajo relacionado con textos me envió un mensaje repentino: “¿Por qué no encuentras un momento en estos días para escribir un guion? Así podremos ver si puedes formarte para asumir deberes de guionista”. Al ver este mensaje, sentí una emoción sin límites. Escribir es mi afición. Si pudiera asumir los deberes de guionista en la iglesia, cumpliría mi sueño de ser escritora. Además, los guionistas son personas profundas y con ideas, que pueden ganarse la estima de sus hermanos y hermanas. Ahora que tengo la oportunidad de hacer este deber, debo apreciarla y aprovecharla.

24 de febrero de 2024. Nublado.

Afuera hay neblina y bruma. Tenía la mejilla apoyada en una mano y movía sin parar el ratón con la otra, mientras miraba atentamente la pantalla de la computadora. Sin embargo, mis pensamientos estaban a miles de kilómetros de distancia. Un día antes, había entregado mi guion de prueba a la supervisora y no sabía cuándo recibiría una respuesta. De repente, sonó una notificación. Era un mensaje de voz que me enviaba la supervisora: “He leído tu guion de prueba. Aún hay unas cuentas deficiencias. Por ahora, quizá podrías formarte primero en seleccionar artículos”. Este no era el resultado que yo esperaba. Tenía la noción de que la tarea de seleccionar artículos no tiene mucho contenido técnico y que, al hacer esta tarea en lugar de escribir guiones, tengo menos oportunidades de demostrar mi talento y que los demás me valoren. Sin embargo, sea como fuere, sigue siendo un deber relacionado con textos. En conflicto y con sentimientos encontrados, lo acepté.

6 de marzo de 2024. Soleado.

Ante la acumulación de muchos artículos, aunque los he estado leyendo, no he parado de darle vueltas en la cabeza a lo que dijo la supervisora. ¿Tendrá algún plan para ponerme a escribir guiones en algún momento? ¿Habrá pensado que, como hace mucho que no hago deberes relacionado con textos, primero me pidió que seleccione artículos para poder aprovechar esta oportunidad y equiparme con la verdad? Entonces, recordé los buenos tiempos, cuando escribía guiones. Aunque era un deber agotador, me sentía muy realizada todos los días. Con la guía de la líder, mis habilidades profesionales mejoraron con rapidez y solía hablar y dialogar sobre los problemas con la líder y los directores. Todos me tenían en mucha estima. Pero, ahora, solo puedo hacer el trabajo tedioso y sin reconocimiento de seleccionar artículos. Cuando los hermanos y hermanas que conozco me preguntan qué deber estoy haciendo, ni siquiera sé cómo contárselos. Siento que, aunque hago un deber relacionado con textos, solo estoy haciendo retoques superficiales, y no parece que lo que hago merezca entrar en dicha categoría. No sé cuándo tendré la oportunidad de escribir guiones. Cuanto más lo pensaba, más negativa me sentía, hasta el punto de que ya no podía seguir leyendo los artículos que tenía pendientes. Entonces, busqué las palabras de Dios para leer. Dios dice: “Para todos los que cumplen con un deber, da igual lo profundo o superficial que sea su entendimiento de la verdad, la manera más sencilla de practicar la entrada en la realidad-verdad es pensar en los intereses de la casa de Dios en todo, y renunciar a los propios deseos egoístas, a las intenciones, motivos, orgullo y estatus personales. Poner los intereses de la casa de Dios en primer lugar; esto es lo menos que debéis hacer. Si una persona que lleva a cabo un deber ni siquiera puede hacer esto, entonces ¿cómo puede decir que está llevando a cabo su deber? Esto no es llevar a cabo el propio deber. Primero debes pensar en los intereses de la casa de Dios, tener en cuenta las intenciones de Dios y considerar la obra de la iglesia. Coloca estas cosas antes que nada; solo después de eso puedes pensar en la estabilidad de tu estatus o en cómo te consideran los demás. ¿No os parece que esto se vuelve un poco más fácil cuando lo dividís en dos pasos y hacéis algunas concesiones? Si practicáis de esta manera durante un tiempo, llegaréis a sentir que satisfacer a Dios no es algo tan difícil. Además, deberías ser capaz de cumplir con tus responsabilidades, llevar a cabo tus obligaciones y tu deber, dejar de lado tus deseos egoístas, intenciones y motivos. Debes mostrar consideración hacia las intenciones de Dios y poner primero los intereses de la casa de Dios, la obra de la iglesia y el deber que se supone que has de cumplir. Después de experimentar esto durante un tiempo, considerarás que esta es una buena forma de comportarte. Es vivir sin rodeos y honestamente, y no ser una persona vil y miserable; es vivir justa y honorablemente en vez de ser despreciable, vil y un inútil. Considerarás que así es como una persona debe actuar y la imagen por la que debe vivir. Poco a poco, disminuirá tu deseo de satisfacer tus propios intereses(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando el carácter corrupto). Después de leer estas palabras de Dios, me sentí llena de remordimiento. Acudí a Dios en oración, con lágrimas en los ojos: “Querido Dios, carezco demasiado de conciencia, soy completamente egoísta y despreciable. Que la iglesia me haya dado siquiera la oportunidad de hacer deberes relacionados con textos fue Tu forma de exaltarme, pero yo sigo siendo insaciable y no dejo de pensar en mi propia imagen y propio estatus. En apariencia, quiero mejorar mis habilidades profesionales y recibir una mejor formación, pero mis intenciones detrás de todo esto giran en torno a mi propia reputación y propio estatus. Solo pienso en si mi deber es importante o no, si me permite tener la oportunidad de destacar y si puedo usarlo para ganarme la estima de los demás. Cuando mis deseos no se cumplieron, sentí reticencia, me volví negativa y hasta me mostré renuente a hacer este deber. ¡Veo que soy completamente egoísta y despreciable! Hace tiempo que no realizo deberes relacionado con textos, no capto muchos principios y tampoco tengo un entendimiento claro de la verdad. Si realmente me hubieran pedido que escribiera guiones, no habría estado a la altura del trabajo. Es apropiado que primero dispusieran que me formara en la selección de artículos, pero, aun así, me sentí reticente. ¡He sido completamente irracional! Dios querido, he sido demasiado rebelde. Ya no quiero seguir pensando en mis propios intereses. Estoy dispuesta a someterme a lo que la iglesia disponga y a hacer bien mi deber actual”. Después de orar, me sentí mucho más tranquila, y mi corazón dejó de estar perturbado o limitado por este asunto. Cuando volví a leer los artículos, pude calmar mi corazón.

19 de marzo de 2024. Nublado.

Llevo casi un mes haciendo deberes relacionados con textos y he logrado identificar algunos problemas en los artículos que he leído. Algunos de los que he revisado y seleccionado se han convertido en vídeos. Estoy muy feliz y tengo fe en que puedo hacer bien este deber. Recuerdo que, hace unos días, la supervisora dijo: “Ahora, la iglesia necesita guionistas. Si te interesa, puedes practicar escribir guiones”. Estas palabras se me grabaron en la mente. Al parecer, todavía había esperanzas de que escribiera guiones. Aunque tengo una aptitud promedio, mientras me equipe con suficiente verdad, mejoraré de a poco. Por esta razón, he esperado con ansias cada sesión de estudio en equipo. De este modo, puedo aprender más principios y mejorar mis habilidades profesionales. Con el tiempo, es posible que hasta me asciendan a escribir guiones. Hoy fue día de estudio en equipo. Como de costumbre, me levanté temprano, pero, antes del comienzo de la sesión, la supervisora me dijo: “Puedes asistir si quieres, según tu horario, pero no pasa nada si no lo haces”. De repente, me sentí un poco incómoda. ¿Por qué no me exigía que estudiara? ¿No me había dicho antes que me formara para escribir guiones? Parece que, después de todo, la supervisora no planeaba cultivarme. Después de un rato, otras dos hermanas que escribían guiones tuvieron un imprevisto. La supervisora dijo: “Hoy falta gente, así que mejor estudiemos mañana”. Me obligué a mantener la calma y respondí: “De acuerdo”. Después de desconectarme de la sesión, me quedé aturdida durante muchísimo tiempo. Sentí que mi sueño de tener la oportunidad de escribir guiones estaba totalmente hecho añicos. ¿Pensará la supervisora que no merezco que me formen y que no tengo la aptitud necesaria para escribir guiones? ¿Por qué daba igual si asistía o no a la sesión de estudio en equipo? Hoy he tenido el ánimo por los suelos. No tengo energías para hacer nada, y mi eficacia al desempeñar mi deber ha sido extremadamente baja. Por lo general, puedo leer una docena de artículos al día, pero hoy solo leí unos pocos. Mis pensamientos también han estado muy desordenados, y no quise esforzarme en analizar los problemas que no entendía. Solo quería llorar. Las lágrimas me corrían sin control por las mejillas. Le dije a Dios en mi corazón: “Dios querido, quiero formarme en escribir guiones y aportar mi granito de arena. Por mucho que tenga que sufrir, lo soportaré. ¿Por qué nunca recibo un ascenso? Dios querido, no entiendo Tu intención…”.

20 de marzo de 2024. Soleado.

El canto matutino de los pájaros frente a mi ventana me despertó de mis sueños. Como de costumbre, encendí mi teléfono y leí las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “¿Cuáles son vuestros principios para comportaros? Debéis comportaros conforme a vuestro puesto, buscar el lugar adecuado para vosotros y hacer bien el deber que os corresponde hacer; solo alguien así posee razón. A modo de ejemplo, hay personas que dominan ciertas competencias profesionales y captan los principios, y son ellas las que deberían asumir la responsabilidad y hacer las revisiones finales sobre ese tema; hay personas que pueden brindar ideas y percepciones, inspirando a los demás y ayudándoles a cumplir mejor con su deber, y, luego, deberían ser ellas las que brindasen ideas. Si eres capaz de encontrar el lugar indicado para ti y de trabajar en armonía con tus hermanos y hermanas, estarás cumpliendo con tu deber; esto es lo que significa comportarte conforme a tu puesto. En principio, puede que solo seas capaz de aportar algunas ideas, pero si tratas de ofrecer algo más y terminas haciendo un gran esfuerzo, pero sigues sin lograrlo, y, luego, cuando alguien aporta esas cosas, te sientes incómodo, no estás dispuesto a escuchar y tu corazón está acongojado y constreñido y te quejas sobre Dios y dices que es injusto, entonces eso es ambición. ¿Cuál es el carácter que engendra ambición en una persona? El carácter arrogante engendra ambición. Estos estados pueden, sin duda, surgir en vosotros en cualquier momento, y si no buscáis la verdad para resolverlos y no tenéis entrada en la vida y no podéis cambiar en este sentido, entonces el nivel de aptitud y pureza con el que cumplís con vuestros deberes será bajo, y los resultados tampoco serán muy buenos. Esto es no cumplir con vuestro deber de un modo satisfactorio y significa que Dios no ha obtenido gloria de vosotros. Dios ha dado a cada persona diferentes puntos fuertes y dones. Algunas personas tienen puntos fuertes en dos o tres ámbitos; otras tienen puntos fuertes en un ámbito y, las hay que no tienen ningún punto fuerte; si podéis abordar estas cuestiones de manera correcta, entonces tienes sentido. Una persona con sentido sabrá encontrar su lugar, comportarse de acuerdo con su puesto y cumplir bien con su deber. Una persona que jamás puede encontrar su lugar es una persona que siempre tiene ambición. Siempre buscan estatus y beneficios en su corazón. Nunca están satisfechos con lo que tienen. A fin de obtener más ganancias, tratan de tomar todo lo que pueden; siempre aspiran a satisfacer sus deseos extravagantes. Piensan que si tienen dones y son de buen calibre, deberían disfrutar de más gracia de Dios, y que albergar algunos deseos extravagantes no es un error. ¿Este tipo de persona tiene sentido? ¿No es una desvergüenza tener siempre deseos extravagantes? Quien tiene conciencia y razón se da cuenta de que es una desvergüenza. Las personas que entienden la verdad no hacen estas tonterías. Si esperas cumplir con tu deber con lealtad para retribuir el amor de Dios, eso no es un deseo extravagante. Esto se ajusta a la conciencia y a la razón de la humanidad normal. Esto hace feliz a Dios. Si de verdad deseas hacer bien tu deber, lo primero que debes hacer es encontrar el lugar adecuado para ti, y luego hacer todo lo posible con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas, y hacerlo lo mejor que puedas. Eso es acorde al estándar, y cumplir de esa manera con el deber tiene una dosis de pureza. Esto es lo que un verdadero ser creado debería hacer(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los principios que deben guiar el comportamiento de una persona). Mientras leía las palabras de Dios, sentí que Dios estaba a mi lado, consolándome. Mi corazón se sintió reconfortado. Dios nos dice los principios para nuestra conducta: encontrar nuestro lugar, comportarnos acorde a nuestro papel y utilizar al máximo los talentos que tenemos. Algunas personas que tienen buenas habilidades profesionales y captan bien los principios deben asegurarse de realizar bien las verificaciones finales. Quienes no pueden hacerlas pueden aportar ideas o sugerencias y trabajar con sus hermanos y hermanas para completar sus deberes juntos. De esta manera, Dios estará satisfecho. Hice introspección. La iglesia me asignó la tarea de seleccionar artículos. Por un lado, lo han hecho debido a que es lo que hace falta en el trabajo, mientras que, por otro, lo han decidido en función de mi aptitud y estatura. Pero yo tenía siempre ambiciones desmedidas. A pesar de que estaba perfectamente claro que no tenía suficiente aptitud para escribir guiones, seguía quejándome de que Dios no me daba esa oportunidad. ¡Realmente era tan arrogante! Quería estar siempre en el centro de todas las miradas y ser una mujer con talento literario que los demás admiraran. En cuanto no pude hacer realidad este deseo y no tuve un escenario en el que mostrar mis talentos, me volví negativa y holgazaneé. Ni siquiera tuve ganas de leer artículos y no quise esforzarme en analizar los problemas que no lograba entender. Esto obstaculizó el progreso de la selección de artículos. Vi que había llevado mi ambición desmedida a mi deber. No estaba satisfecha con el lugar donde estaba. Como dice el refrán, gusta lo ajeno, más por ajeno que por bueno. Ni siquiera podía dedicarme de corazón a hacer lo más básico de mi trabajo. Siempre quería realizar un deber que estuviera más allá de mis capacidades. Si soy siempre así de poco práctica, ni siquiera podré hacer bien la tarea de seleccionar artículos, y mucho menos escribir guiones. Me di cuenta de que mi estado era demasiado peligroso. Si no lo resuelvo de inmediato, ¡me revelarán y descartarán en cualquier momento!

24 de marzo de 2024. Nublado.

Sé que la reputación y el estatus son mi mayor debilidad, pero nunca me he esforzado en corregir este problema. Esta vez, busqué las palabras de Dios que exponen cómo los anticristos persiguen la reputación y el estatus. Leí estas palabras de Dios: “El aprecio de los anticristos por su reputación y estatus va más allá del de la gente normal y forma parte de su esencia-carácter; no es un interés temporal ni un efecto transitorio de su entorno, sino algo que está dentro de su vida, de sus huesos y, por lo tanto, es su esencia. Es decir, en todo lo que hacen los anticristos, lo primero en lo que piensan es en su reputación y su estatus, nada más. Para los anticristos, la reputación y el estatus son su vida y su objetivo durante toda su existencia. En todo lo que hacen, su primera consideración es: ‘¿Qué pasará con mi estatus? ¿Y con mi reputación? ¿Me dará una buena reputación hacer esto? ¿Elevará mi estatus en la opinión de la gente?’. Eso es lo primero que piensan, lo cual es prueba fehaciente de que tienen el carácter y la esencia de los anticristos; por eso consideran las cosas de esta manera. Se puede decir que, para los anticristos, la reputación y el estatus no son un requisito añadido y, ni mucho menos cosas que son externas a ellos de las que podrían prescindir. Forman parte de la naturaleza de los anticristos, los llevan en los huesos, en la sangre, son innatos en ellos. Los anticristos no son indiferentes a la posesión de reputación y estatus; su actitud no es esa. Entonces, ¿cuál es? La reputación y el estatus están íntimamente relacionados con su vida diaria, con su estado diario, con aquello que buscan día tras día. Por eso, para los anticristos el estatus y la reputación son su vida. Sin importar cómo vivan, el entorno en que vivan, el trabajo que realicen, lo que busquen, los objetivos que tengan y su rumbo en la vida, todo gira en torno a tener una buena reputación y un estatus alto. Y este objetivo no cambia, nunca pueden dejar de lado tales cosas. Este es el verdadero rostro de los anticristos, su esencia. Podrías dejarlos en un bosque primitivo en las profundidades de las montañas y seguirían sin dejar de lado su búsqueda de reputación y estatus. Puedes colocarlos en medio de cualquier grupo de gente e, igualmente, no pueden pensar más que en reputación y estatus. Si bien los anticristos también creen en Dios, consideran que la búsqueda de reputación y estatus es equivalente a la fe en Dios y le asignan la misma importancia. Es decir, a medida que recorren la senda de la fe en Dios, también persiguen la reputación y el estatus. Se puede decir que los anticristos creen de corazón que la búsqueda de la verdad en su fe en Dios es la búsqueda de reputación y estatus; que la búsqueda de reputación y estatus es también la búsqueda de la verdad, y que adquirir reputación y estatus supone adquirir la verdad y la vida. Si les parece que no tienen reputación, ganancias ni estatus, que nadie los admira ni los estima ni los sigue, se sienten muy decepcionados, creen que no tiene sentido creer en Dios, que no sirve de nada, y se dicen a sí mismos: ‘¿Es la fe en dios un fracaso? ¿Es inútil?’. A menudo reflexionan sobre estas cuestiones en su corazón, sobre cómo pueden hacerse un lugar en la casa de Dios, cómo pueden obtener una gran reputación en la iglesia, con el fin de que la gente los escuche cuando hablan, los apoye cuando actúen y los siga adondequiera que vayan, de forma que tengan la última palabra en la iglesia y fama, ganancias y estatus; tales son las cosas en las que de verdad se concentran en su fuero interno, son las cosas que buscan. ¿Por qué están pensando siempre en esas cosas? Tras leer las palabras de Dios, tras escuchar sermones, ¿realmente no entienden todo esto? ¿De verdad no son capaces de discernirlo todo? ¿Realmente las palabras de Dios y la verdad no pueden cambiar sus nociones, ideas y opiniones? No es así en absoluto. El problema radica en ellos, se debe enteramente a que no aman la verdad, porque, en su corazón, sienten aversión por la verdad y, como resultado, no la aceptan en absoluto, lo cual viene determinado por su esencia-naturaleza(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). Dios dijo que los anticristos llevan en los huesos y en la sangre apreciar la reputación y el estatus. En todo lo que hacen, su primera consideración es su propia reputación y propio estatus, y cómo actuar para que la gente los siga y les tenga estima. En cuanto no pueden obtener reputación y estatus, es como si les hubieran robado la vida misma, y sienten que la vida ya no tiene sentido. Mi búsqueda ha sido igual que la de un anticristo. Recordé a una poetisa a la que adoraba cuando iba a la escuela. Pensaba que no había muchas poetisas talentosas en la antigüedad y creía que, cuánto más raro es algo, más admiración recibe. Yo también quería lograr algo en el futuro. No quería ser una persona insignificante y anónima. Traté las leyes de supervivencia que Satanás me había inculcado, como “El hombre siempre debe esforzarse por ser mejor que sus coetáneos” y “El hombre lucha hacia arriba; el agua fluye hacia abajo” como si fueran sabios axiomas. Cuando iba a la escuela, estudiaba mucho para poder formar parte de los representantes estudiantiles. Después de la escuela, cuando mis compañeros ya se habían ido a casa, me quedaba en el aula para supervisar a algunos de ellos mientras hacían sus deberes. Al final, la profesora me valoraba. En realidad, mis calificaciones no eran las mejores de la clase, pero, para destacar entre mis compañeros, alardeaba constantemente delante de la profesora, en lugar de centrarme en estudiar con diligencia y aprender las distintas materias. Al final, aunque conseguí ser representante estudiantil, solo era un título vacío. Sin embargo, nunca me cansé de disfrutar del aura que me daba ese estatus. Después de que empecé a creer en Dios, aunque me di cuenta de que perseguir la reputación y el estatus no era lo correcto y que Dios no se fija en si una persona tiene un estatus alto o bajo, sino si persigue o no la verdad, en mi corazón, aún no era capaz de desprenderme de mi sed de reputación y estatus y me importaba mucho si los demás valoraban y apreciaban mi deber. Si era un deber que pasaba desapercibido, me angustiaba enormemente y no lograba interesarme en nada de lo que hacía. De igual manera, Dios ya me había exaltado al poder hacer estos deberes relacionados con textos, pero yo sentía que seleccionar artículos no tenía tanto valor como escribir guiones. Por eso, en mi corazón, menospreciaba este deber y siempre quería ir a escribir guiones. Por un comentario casual de la supervisora, intuí que ella no parecía tener ninguna intención de cultivarme, así que caí en una angustia extrema. No tenía energía para hacer nada. Mi eficacia para seleccionar artículos también disminuyó, lo que afectó el progreso de la presentación de artículos. Vi que los pensamientos y opiniones de Satanás me habían atado con demasiada fuerza. En realidad, para seleccionar artículos es necesario entender algunas verdades y captar ciertos principios. De lo contrario, no podríamos discernir qué artículos son valiosos y edificantes. Si hubiera calmado mi corazón y reflexionado seriamente sobre las verdades que toca cada artículo, después de un tiempo, habría ganado mucho. Sin embargo, no me daba cuenta de cuánto se me había favorecido. No perseguía los principios-verdad en los que debía entrar en este deber para esforzarme en progresar. En cambio, malinterpretaba a Dios y me quejaba de que no me diera una oportunidad para formarme. ¡Era demasiado insensible para razonar! Si no me centraba en perseguir la verdad, entonces, aunque realmente me hubieran permitido escribir guiones y mi orgullo se hubiera sentido satisfecho, no habría sido capaz de escribir buenos guiones porque no tenía ninguna realidad-verdad.

A través de la reflexión, me di cuenta de que, en realidad, solo quería escribir guiones para cumplir mis aspiraciones y metas personales. Había tratado el hecho de cumplir mi deber como un trampolín para alcanzar mis aspiraciones. Leí las palabras de Dios: “En el mundo, se considera apropiado buscar la consecución de los propios ideales. Sin tener en cuenta qué ideales busques, no pasa nada mientras sean legales y no crucen ninguna frontera moral. Nadie cuestiona nada, y no te enredas en cuestiones de lo que está bien o mal. Tú buscas según tus preferencias personales y, si lo consigues, si alcanzas tu objetivo, entonces has tenido éxito; pero si fallas, si fracasas, eso es cosa tuya. Sin embargo, cuando entras en ese lugar especial que es la casa de Dios, sean cuales sean los ideales y deseos que acarrees contigo, debes desprenderte de todos ellos. ¿Por qué? Vamos a referirnos a la búsqueda en sí, así que, en cuanto a la búsqueda de ideales y deseos, sea lo que sea aquello que busques en concreto, el modo de proceder y la senda que se toma giran en torno al egoísmo, el interés propio, el estatus y la reputación. Todo gira en torno a estas cosas. En otras palabras, cuando alguien busca la consecución de sus ideales, el único beneficiario es uno mismo. ¿Es recto que una persona busque convertir en realidad sus ideales en aras del estatus, la reputación, la vanidad y los intereses físicos? (No). En aras de los ideales, pensamientos y deseos personales y privados, los métodos y enfoques que adoptan son egocéntricos y se centran en el beneficio personal. Si los medimos con la verdad, no son rectos ni legítimos. La gente debería desprenderse de ellos, ¿no es cierto? (Sí). […] La iglesia, la casa de Dios, es un lugar donde se cumple la voluntad de Dios, se proclama Su palabra, se da testimonio de Él y Su pueblo escogido recibe purificación y salvación. Ese es el lugar que es. En un lugar semejante, ¿hay alguna tarea o proyecto, no importa cuál sea, que se ajuste a la consecución de los ideales y deseos personales? No existe ningún trabajo o proyecto que sirva para la consecución de los ideales y deseos personales, ni existe ningún aspecto de ellos destinado a tal fin. Por tanto, ¿deben existir ideales y deseos personales en la casa de Dios? (No). No, porque los ideales y deseos personales entran en conflicto con cualquier obra que Dios desee acometer en la iglesia. Los ideales y deseos personales contradicen cualquier trabajo que se haga en la iglesia. Contradicen la verdad, se desvían de la voluntad de Dios, de la proclamación de Sus palabras, de dar testimonio de Él y de la obra de purificación y salvación del pueblo escogido de Dios. Cualesquiera que sean los ideales de uno, mientras se trate de ideales y deseos personales, impedirán que uno y los demás sigan la voluntad de Dios, y afectarán u obstaculizarán la proclamación de Sus palabras y que se dé testimonio de Él. Por supuesto, mientras se trate de ideales y deseos personales, no pueden facilitar que la gente reciba la purificación y la salvación. No es solo una cuestión de contradicción entre ambas partes, sino que son fundamentalmente opuestas. Mientras persigues tus propios ideales y deseos, obstruyes que se lleve a cabo la voluntad de Dios, el trabajo de proclamar Sus palabras y dar testimonio de Él, así como la salvación de los demás y, por supuesto, la tuya. En resumen, da igual cuáles sean los ideales de las personas, no sirven para seguir la voluntad de Dios y no pueden lograr el resultado real de la sumisión absoluta a Dios. Cuando la gente persigue sus ideales y deseos, su fin último no es comprender la verdad, ni entender cómo comportarse, cómo satisfacer las intenciones de Dios y cómo cumplir bien con sus deberes y cumplir su papel como seres creados. No se trata de que las personas sientan temor auténtico y sumisión hacia Dios. Al contrario, cuanto más se hacen realidad los propios ideales y deseos, más se aleja uno de Dios y más se acerca a Satanás. Del mismo modo, cuanto más persigue uno sus ideales y los alcanza, más rebelde contra Dios se vuelve su corazón, más se aleja de Él, y al final, en cuanto uno puede cumplir sus ideales como desea y realizar y satisfacer sus deseos, se vuelve más desdeñoso hacia Dios, Su soberanía y todo lo relacionado con Él. Puede incluso caminar por la senda de la negación, la resistencia y la oposición a Dios. Al final, ese es el resultado(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (7)). Las palabras de Dios me permitieron entender que en mi corazón se ocultaba una búsqueda incorrecta. Había tratado la casa de Dios y la iglesia como un lugar para hacer realidad mis aspiraciones personales y había visto los distintos deberes en la iglesia como si fueran diferentes profesiones mundanas. Me gustaba el trabajo relacionado con los textos y sentía que podía demostrar mi valor en este trabajo. También pensaba que las personas que escribían literatura eran más profundas y tenían más ideas, y que la gente las valoraba y les prestaba atención. Mi punto de partida, el manantial que me alimentaba al cumplir mi deber, era el equivocado: era destacar entre la multitud y no perseguir la verdad ni obtenerla. Aunque he estado cumpliendo el deber de seleccionar artículos, raramente he buscado los principios o me he equipado con la verdad en mi deber para mejorar mi eficacia al leer artículos y mi capacidad para juzgar problemas. En cambio, solo he estado esperando que me asciendan. Cuando la supervisora dijo que lo que estábamos estudiando no tenía relación con mi deber actual, pensé que ella no tenía ninguna intención de cultivarme, así que desahogué la insatisfacción que sentía en el corazón a través de la negatividad y la holgazanería. ¿No estaba siendo completamente irracional? Me di cuenta de que perseguir nuestras propias aspiraciones es egoísta. No puede contribuir en nada al progreso de nuestro deber y hasta puede obstaculizar el trabajo de la iglesia. En realidad, mi aptitud es promedio y mis habilidades lingüísticas son bastante limitadas. Lo más importante es que no entiendo muchas verdades por completo y simplemente no estoy capacitada para escribir guiones. Fue apropiado que me asignaran la tarea de seleccionar artículos. La iglesia permitió que me formara para desempeñar deberes relacionados con textos. Sin embargo, yo no estaba contenta con mi puesto y hasta malinterpreté a Dios. ¡Realmente carecía completamente de razón! Tal como dice Dios: “Cualesquiera que sean los ideales de uno, mientras se trate de ideales y deseos personales, impedirán que uno y los demás sigan la voluntad de Dios, y afectarán u obstaculizarán la proclamación de Sus palabras y que se dé testimonio de Él. Por supuesto, mientras se trate de ideales y deseos personales, no pueden facilitar que la gente reciba la purificación y la salvación”. Ahora, mi corazón se siente mucho más alegre, y entiendo por qué Dios pide a las personas que se desprendan de sus aspiraciones. En realidad, la iglesia es un lugar donde se lleva a cabo la voluntad de Dios. Es un lugar donde las personas pueden perseguir la verdad, ser purificadas y alcanzar la salvación. Sin embargo, la senda que yo recorría iba en contra de la intención de Dios. Durante este período, pensaba cada día en cómo hacer realidad mis aspiraciones y me volví muy sensible. Hasta una palabra fortuita que alguien dijera afectaba mi estado mientras cumplía mi deber, y tenía el corazón y la mente inquietos todo el día. Aunque nunca me atreví a quejarme de Dios, me peleaba con Él en mi interior, y nuestra relación era extremadamente distante. En realidad, esto era una forma de oposición silenciosa. ¡Estaba resistiéndome a Dios y rebelándome en Su contra! Perseguía constantemente hacer realidad mis propias aspiraciones. Esta es la perspectiva de un no creyente. Si hubiera seguido por esta senda, no solo no habría podido cambiar nunca mis actitudes, sino que habría provocado trastornos y perturbaciones en el trabajo de la iglesia. Así que lo que estaba haciendo no era hacer buenas obras, sino acumular acciones malvadas. Cuando me di cuenta de esto, estuve dispuesta a dejar de lado mis deseos extravagantes y a esforzarme por cumplir bien con mi deber actual y complacer a Dios desde lo más profundo de mi corazón.

2 de abril de 2024. Soleado.

Hoy, en un pasaje de las palabras de Dios, encontré una senda para desprenderme de la reputación y el estatus. Leí las palabras de Dios: “Entonces, ¿cuáles son los deberes y responsabilidades de un ser creado? La palabra de Dios establece claramente los deberes, obligaciones y responsabilidades de los seres creados, ¿no es así? A partir de hoy, eres un auténtico miembro de la casa de Dios, es decir, te reconoces como uno de los seres que Él creó. En consecuencia, a partir de hoy, debes reformular tus planes de vida. Debes desprenderte de los ideales, deseos y objetivos que te habías fijado para tu vida y no seguir persiguiéndolos. En cambio, debes cambiar tu identidad y tu perspectiva para planificar los objetivos de vida y la dirección que debe tener un ser creado. Ante todo, tus objetivos y la dirección en la que vas no deberían ser los de llegar a líder, o dirigir o destacar en cualquier industria, o convertirte en una figura de renombre que lleva a cabo una determinada tarea o domina una habilidad particular. Tu objetivo debe ser aceptar tu deber de Dios, es decir, saber qué trabajo debes hacer ahora, en este momento, y comprender qué deber has de desempeñar. Debes preguntar qué es lo que Dios requiere de ti y qué deber se ha dispuesto para ti en Su casa. Debes comprender y obtener claridad sobre los principios que debes entender, los que debes dominar y seguir en relación con ese deber. Si no eres capaz de recordarlos, puedes escribirlos en un papel o registrarlos en tu ordenador. Tómate tu tiempo para repasarlos y reflexionar sobre ellos. Como ser creado, el principal objetivo de tu vida debería ser cumplir bien con tu deber como ser creado y convertirte en uno cualificado. Este es el objetivo vital más fundamental que debes tener. El segundo y más específico es cómo cumplir adecuadamente con tu deber como ser creado y convertirte en uno cualificado. Por supuesto, cualquier meta o rumbo relacionado con tu reputación, estatus, vanidad, futuro, etc., se debe abandonar(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (7)). Las palabras de Dios me alegraron el corazón. Soy un ser creado y debo cumplir bien con mis deberes según mi lugar. Debo desprenderme de mis aspiraciones y deseos y someterme a las orquestaciones y los arreglos de Dios. No importa si me gusta o no el deber que la iglesia me ha asignado hoy, o si es un deber que considero importante o trivial; mientras provenga de Dios, debo aceptarlo con total conformidad. Ahora soy responsable de la selección de artículos, así que debo elegir los artículos buenos según los principios y esforzarme en los problemas que no logro entender para obtener buenos resultados en esta tarea.

3 de abril de 2024. Soleado.

Recientemente, una nueva hermana se ha unido a nuestro equipo. Está formándose para escribir guiones. Mi corazón ha vuelto a afligirse. ¿No había dicho la supervisora que no faltaban guionistas? ¿Por qué buscó a una hermana nueva en lugar de ascenderme a mí? ¿Realmente soy tan mala? Me di cuenta de que, una vez más, me estaba afectando la reputación y el estatus, así que oré de inmediato en mi corazón. No importa a quién asciendan, lo que debo hacer ahora es cumplir mi deber y no dejar que esto me perturbe. Después, dediqué tiempo y esfuerzo a buscar principios sobre cómo seleccionar buenos artículos y cómo evaluar si el artículo presentaba una comprensión práctica. Hablaba con mis hermanas sobre cualquier cosa que no lograba entender y cumplía mi deber con una actitud positiva. Ya no perseguía el estatus. De a poco, mi corazón se calmó cada vez más y pude centrarme más en mi deber. También pude sentir la guía de Dios al cumplir con mi deber. ¡Gracias a Dios!

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