26. Reflexiones sobre la búsqueda de estatus

Por Chang Xing, China

A lo largo de mis años de fe, he realizado, principalmente, deberes relacionados con textos y, con el tiempo, la mayoría de los hermanos y hermanas llegaron a admirarme y respetarme. Sentía que Dios realmente me había otorgado Su gracia y siempre estaba motivado en mi deber. Pero sin comparación, no hay contraste. Cuando veía a hermanos y hermanas de mi edad que llevaban un tiempo similar como creyentes y servían como líderes y supervisores, mi mentalidad cambiaba. Sentía que ser líder o supervisor era más prestigioso y destacado, y pensaba en lo maravilloso que sería si algún día yo pudiera ocupar esos puestos.

En abril de 2022, estaba a cargo de organizar los documentos para echar a las personas de la iglesia. Una vez, Li Wei vino a presidir una reunión con nosotros. Noté que tenía, más o menos, mi misma edad, alrededor de treinta años. Cuando me enteré de que era líder de distrito, me dio tanta sorpresa como envidia y pensé: “¡Li Wei es tan joven y ya es líder de distrito! Si la eligieron líder, significa que tiene la mejor aptitud y que es quien más persigue la verdad en las iglesias del distrito. Seguro que todos los hermanos y hermanas la admiran. Si yo también pudiera convertirme en líder o supervisor, como ella, seguro que los hermanos y hermanas también me admirarían”. Pero cuando consideraba que, después de todos esos años de fe, la posición más alta que había alcanzado era solo la de líder de equipo, me sentía un poco decepcionado y pensaba: “Si los hermanos y hermanas descubren que nunca he sido líder de iglesia tras todos estos años de fe, ¿pensarán que no soy alguien que persigue la verdad? Dios dispone y decide el deber de cada uno, así que ¿por qué Dios dispuso que Li Wei pudiera convertirse en líder, mientras que yo solo puedo hacer deberes relacionados con textos?”. También sucedió que, justo en ese momento, la iglesia estaba a punto de elegir un líder. Pensé: “Llevo creyendo en Dios más de una década y, a lo largo de todos estos años, he estado haciendo deberes relacionados con textos. Entiendo algunas verdades y puedo resolver algunos problemas, ¿no podría formarme también como líder de la iglesia?”. Tenía la esperanza de que otros me recomendaran, pero al final, nadie lo hizo. Me sentí un poco decepcionado. Pero luego pensé: “Bueno, la gente aquí no ha estado mucho tiempo conmigo y no me conoce bien. Además, nunca he servido de líder ni de obrero y no tengo experiencia de trabajo. Si realmente me dieran el deber de líder, puede que no lo haga bien”. Así que descarté la idea.

En enero de 2023, debido a que reasignaron trabajos, empecé a seleccionar artículos. Cuando vi a mi supervisora, Li Qing, me sentí bastante molesto y pensé: “Li Qing tiene mi edad. Ambos empezamos a creer en Dios en la universidad y, hace unos años, cuando yo era líder de equipo, Li Qing solo era una miembro del equipo. Pero, tras solo unos años, ahora ella supervisa el trabajo relacionado con textos, mientras que yo soy solo un miembro del equipo. Cuando los hermanos y hermanas vean que Li Qing ya es supervisora siendo tan joven, seguro que pensarán que tiene buena aptitud y persigue la verdad. He creído en Dios durante muchísimos años, entonces ¿por qué no he tenido la oportunidad de ser supervisor? Antes sentía que Dios realmente me había dado Su gracia, debido a que hacía deberes relacionados con textos. Pero, en comparación con estos hermanos y hermanas que pueden servir de líderes, obreros o supervisores, sigo siendo un creyente común y corriente. ¿No parece como si no persiguiera la verdad? Si las cosas siguen así, ¡nadie me admirará!”. Al pensar en esto, empecé a quejarme por dentro: “¿Por qué Dios otorga Su gracia a los demás, pero no a mí?”. A partir de entonces, me volví un poco pasivo cuando hacía deberes. Veía que Li Qing compartía para abordar los estados de los hermanos y hermanas y resolver problemas en el trabajo. Cuando lo hacía, todos la escuchaban con atención y, a veces, hasta tomaban notas. Ver esto hacía que se me tiñera el corazón de una mezcla de celos y envidia, que me negara a aceptar la situación y, cuando Li Qing compartía, no quería escucharla. Más tarde, me di cuenta de que mi estado no era el correcto. Cuando vi que Li Qing se convirtió en supervisora, sentí celos, rechazo y hasta me quejé de que Dios no me hubiera hecho supervisor. ¿No carecía de sumisión a Dios en esto? Así que busqué la verdad para resolver mi problema.

Un día, leí algunas de las palabras de Dios: “La identidad, el estatus y la esencia de Dios nunca se pueden equiparar con la identidad, el estatus y la esencia del ser humano ni jamás cambiará nada de esto; Dios será Dios por siempre y el ser humano será ser humano por siempre. Si una persona es capaz de entender esto, ¿qué debería hacer entonces? Debería someterse a la soberanía y los arreglos de Dios; esta es la manera más racional de hacer las cosas y, además, no se puede elegir ninguna otra senda. Si no te sometes, eres rebelde, y si te muestras desafiante y discutes, eres excesivamente rebelde y te deberían destruir. Ser capaz de someterse a la soberanía y los arreglos de Dios muestra que tienes razón; esta es la actitud que debe tener la gente y es la única actitud que deberían tener los seres creados. Por ejemplo, supongamos que tienes un gatito o un perrito; ¿están ese gato o ese perro cualificados para exigir que les compres diversos tipos de comidas sabrosas o juguetes divertidos? ¿Hay algún gato o perro que sea tan poco razonable como para exigir cosas a sus amos? (No). ¿Algún perro elegiría no estar con su amo después de ver que un perro en otra casa vive mejor que él? (No). Su instinto natural es pensar: ‘Mi amo me da comida y un lugar donde quedarme; por tanto, debo cuidar la casa para mi amo. Aunque mi amo no me dé comida o la que me dé no sea muy buena, debo seguir vigilando su casa’. El perro no tiene pensamientos impropios de ir más allá de su papel. Tanto si su amo es bueno con él como si no, el perro se siente muy feliz cuando el amo regresa a casa y mueve la cola constantemente, totalmente feliz. Tanto si a su amo le gusta como si no, o si le compra cosas sabrosas para comer o no, el perro siempre se comporta de la misma manera con él y sigue vigilando su casa. A juzgar por este comportamiento, ¿acaso no son las personas peores que los perros? (Sí). La gente siempre exige cosas a Dios y se rebela contra Él. ¿Cuál es la raíz de este problema? Que las personas tienen actitudes corruptas, no pueden permanecer en su lugar de seres creados y, por tanto, pierden sus instintos y se convierten en satanases; sus instintos se convierten en un instinto satánico de oposición a Dios, de rechazar la verdad, de hacer el mal y de no someterse a Él. ¿Cómo se pueden recuperar sus instintos humanos? Se debe hacer que tengan conciencia y razón, que hagan las cosas que una persona debe hacer y que cumplan el deber que deben cumplir. Es como el modo en el que un perro guarda una casa y un gato atrapa ratones; al margen de cómo los trate su amo, emplean todas sus fuerzas para hacer estas tareas, se entregan a fondo, permanecen en su lugar, hacen pleno uso de sus instintos y, por tanto, agradan a su amo(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 12: Quieren retirarse cuando no tienen estatus ni esperanza de recibir bendiciones). Dios pone al descubierto que, después de que Satanás los corrompe, los seres humanos pierden la conciencia y la razón y se llenan de rebeldía contra Dios. Hasta son peores que los gatos y los perros. Basta con pensar en los gatos y los perros: independientemente de que su dueño los alimente bien o mal y los deje dormir en el sofá o bajo los aleros del techo, siempre se dedican a atrapar ratones o a vigilar la casa para su dueño y aprovechan al máximo sus instintos. En comparación conmigo, aunque no había hecho el deber de líder u obrero, había podido disfrutar del riego y la provisión de las palabras de Dios de todas maneras y, cuando enfrentaba dificultades y confiaba en Dios y acudía a Él, recibía Su guía y orientación. Dios no había mostrado el más mínimo favoritismo en mi contra, pero yo siempre le hacía exigencias. Cuando veía que elegían líderes o supervisores a algunos hermanos y hermanas, me quejaba de Dios. Sentía que Él otorgaba Su gracia a los demás, pero no a mí. Haberle hecho estas exigencias a Dios demostraba que yo carecía de razón y que me estaba rebelando contra Él. Al darme cuenta de estas cosas, me sentí algo avergonzado y me dispuse a centrarme en mi deber y a hacerlo con sensatez.

Dos meses después, reasignaron a otro supervisor, el hermano Chen Yu, debido a que tenía poca aptitud. Vi que había surgido otra oportunidad. Dado que habían destituido a Chen Yu, seguro que tendrían que elegir a un nuevo supervisor. Entre los hermanos y hermanas que colaboraban juntos, yo destacaba un poco más en términos de aptitud y capacidad de trabajo. Había una mayor probabilidad de que me eligieran supervisor. Pensé: “Tengo que aprovechar esta oportunidad para hacer bien mi trabajo. Si me eligen y todos ven que me han nombrado supervisor siendo tan joven, seguro que pensarán que tengo buena aptitud y que persigo la verdad. ¡Qué glorioso sería eso!”. Desde entonces, fui muy proactivo en mi deber. Reunía a todos para estudiar técnicas y también participaba en conversaciones para resolver problemas de trabajo. Una vez, mientras hacía mi deber, debido a mi arrogancia y sentenciosidad, vulneré principios y me podaron. Pensé: “Aceptar que te poden es una manifestación importante para juzgar si alguien acepta la verdad. Tengo que ser más sincero en conocerme a mí mismo. De este modo, todos tendrán una buena impresión de mí, lo que aumentará mis posibilidades de que me elijan supervisor”. Así que respondí: “Tu poda es apropiada y estoy dispuesto a aceptarla. En efecto, mi carácter es demasiado arrogante y, si percibes mis problemas, te ruego que me orientes, ya que eso me beneficiará”. No mucho después, el equipo tuvo que elegir a un supervisor y, efectivamente, un hermano me recomendó. Pero, antes de la elección final, los líderes me ascendieron a otro deber. Aunque mi deseo de convertirme en supervisor no se cumplió, estaba muy feliz de que me ascendieran.

No fue hasta septiembre de 2023, cuando recibí una carta de los líderes, que finalmente empecé a reflexionar sobre mi búsqueda de estatus. La carta decía que la supervisora Li Qing había regresado recientemente a su casa para ir al médico, pero que, antes de volver, se había quejado de que hacer sus deberes lejos de casa era demasiado difícil y, tras regresar, se había casado con un no creyente en poco más de un mes y ya no quería seguir cumpliendo sus deberes. Me quedé asombrado y pensé: “Li Qing ha estado cumpliendo sus deberes lejos de casa todos estos años y estaba sirviendo como supervisora, un trabajo muy importante. ¿Cómo pudo abandonar de forma repentina su deber y escaparse con un no creyente?”. Ese incidente me causó una gran impresión. Me quedó claro que tener estatus no significa que alguien persiga la verdad ni que Dios lo apruebe o le dé Su reconocimiento. Pensé en estas palabras de Dios: “Yo decido el destino de cada persona, no con base en su edad, antigüedad, cantidad de sufrimiento ni, mucho menos, según el grado de compasión que provoca, sino con base en si posee la verdad. No hay otra opción que esta(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prepara suficientes buenas obras para tu destino). Las palabras de Dios son muy claras. Dios determina el desenlace de las personas en función de si poseen la verdad, y no de su estatus, antigüedad o de cuánto han sufrido. En el fondo, no había aceptado las palabras de Dios en mi corazón y no había establecido la verdad como el objetivo de mi búsqueda. Aunque había visto a muchos líderes y obreros que no perseguían la verdad ni hacían trabajo real, y se convertían en falsos líderes y los destituían, y aunque había visto que algunos atacaban y excluían a disidentes en su obstinada búsqueda de estatus y se terminaban convirtiendo en anticristos y los expulsaban, yo no había llegado a ninguna conclusión ni me había esforzado en perseguir la verdad. En cambio, seguía obsesionado con el estatus y quería perseguirlo sin cesar. ¡Era realmente estúpido e intransigente! Solo en ese momento decidí buscar la verdad como corresponde para resolver mi problema de perseguir el estatus constantemente.

Más tarde, durante mis prácticas devocionales, leí estas palabras de Dios: “¿Por qué valoras tanto el estatus? ¿Qué beneficios puedes obtener del estatus? Si el estatus te condujera a desastres, dificultades, vergüenza y dolor, ¿lo seguirías atesorando? (No). Hay tantos beneficios que se obtienen al tener estatus, como la envidia, el respeto, el aprecio y los halagos de los demás, así como su admiración y veneración. El estatus también te brinda una sensación de superioridad y privilegio que te confiere orgullo y una sensación de autoestima. Además, al contrario que los demás, puedes disfrutar de ciertas cosas, como los beneficios del estatus y el trato especial. Estas son cosas en las que ni siquiera te atreves a pensar, y son aquello que has anhelado en sueños. ¿Valoras estas cosas? Si el estatus es meramente vano, sin significado real, y defenderlo no sirve para nada, ¿acaso no es una tontería valorarlo? Si puedes dejar de lado cosas como los intereses y los placeres de la carne, entonces la fama, la ganancia y el estatus ya no te atarán(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (II)). “Si se te otorga estatus en la mente de alguien, cuando te encuentras en su compañía te trata con deferencia y es especialmente educado cuando habla contigo. Siempre te admira, siempre te deja ser el primero en todo, te cede el paso, te adula y te obedece. Te consulta y te deja decidir en todo. Y tú tienes una sensación de gozo con esto: te parece que eres más fuerte y mejor que los demás. A todo el mundo le gusta esta sensación. Es la sensación de tener estatus en el corazón de alguien; la gente desea disfrutar de esto. Por eso compite por el estatus y todo el mundo desea que se le otorgue estatus en el corazón de los demás, ser estimado e idolatrado por otros. Si no pudieran disfrutar de ello, no irían en pos del estatus. Por ejemplo, si no tienes estatus en la mente de alguien, se relacionará contigo en igualdad de condiciones, y te tratará como a un par. Te llevará la contraria cuando sea necesario, no será cortés ni respetuoso contigo e incluso puede que se marche antes de que termines de hablar. ¿Te sentirás excluido? No te gusta que te traten así; te gusta que te adulen, te admiren y te adoren en todo momento. Te gusta ser el centro de todo, que todo gire a tu alrededor y que todos te escuchen, te admiren y se sometan a tus directrices. ¿Acaso no es esto un deseo de mandar como un rey, de tener poder? Tus palabras y acciones están motivadas por la búsqueda y adquisición de estatus, y pugnas, te aferras y compites con otros por él. Tu meta es apoderarte de un puesto, y que el pueblo escogido por Dios te escuche, te apoye y te adore. Una vez que te has apoderado de ese puesto, has adquirido poder y puedes disfrutar de los beneficios del estatus, la admiración de los demás y el resto de ventajas que conlleva ese puesto(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los principios que deben guiar el comportamiento de una persona). Después de leer las palabras de Dios, entendí que la verdadera razón por la que envidiaba que Li Wei fuera líder y que Li Qing fuera supervisora era que envidiaba que los demás las apoyaran y admiraran después de que asumieran estos puestos. Envidiaba la sensación de superioridad y los beneficios que venían con el estatus. Era igual que antes de que empezara a creer en Dios, cuando veía a los líderes en el mundo y que todos los saludaban con respeto, que cualquier opinión que expresaran, sus subordinados la obedecían y cumplían, y que tenían una gran sensación de superioridad entre la multitud. Pensaba que una persona solo era digna y exitosa si vivía así. Después de que empecé a creer en Dios, vi que Li Wei y Li Qing se convirtieron en líder y supervisora siendo jóvenes y pensé que todos los hermanos y hermanas las admiraban, envidiaban y elogiaban por su buena aptitud y búsqueda de la verdad, así que también anhelaba convertirme en líder u obrero. De esa manera, podría tener la admiración y la envidia de los hermanos y hermanas, que me escucharían con atención cuando hablara entre la multitud. ¡Qué digna e importante sería una vida así! Vi que mi deseo de ser líder o supervisor no era para asumir una pesada carga y ser considerado con las intenciones de Dios, sino para obtener estatus y prestigio entre los demás y disfrutar del apoyo y la admiración de los hermanos y hermanas. ¿No era esto la misma manera en que los no creyentes persiguen posiciones de poder y liderazgo? Lo que perseguía era disfrutar de los beneficios del estatus. ¿Cómo podría alcanzar la verdad y la salvación de esta manera?

Más tarde, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “A Dios le gusta la gente que persiga la verdad, y lo que Él más detesta que hagan es que persigan fama, ganancias y estatus. Algunos valoran mucho el estatus y la reputación, están profundamente apegados a ellos y no soportan la idea de renunciar. Siempre creen que sin estatus y reputación no hay gozo ni esperanza en la vida, que solo hay esperanza en esta vida cuando viven para el estatus y la reputación, e incluso si tienen un poco de renombre, seguirán luchando, nunca se van a rendir. Si piensas y opinas de esta manera, si tu corazón rebosa cosas así, eres incapaz de amar y perseguir la verdad, careces del rumbo y de los objetivos correctos en tu fe en Dios y eres incapaz de aspirar a conocerte a ti mismo, de desechar la corrupción y vivir a imagen de un hombre; dejas pasar las cosas cuando haces tu deber, estás desprovisto de todo sentido de la responsabilidad y te conformas únicamente con no cometer el mal, no ocasionar perturbaciones y que no te echen. ¿Es posible que la gente así desempeñe su deber de forma aceptable? ¿Y que Dios la salve? Imposible. Cuando actúas en beneficio de la reputación y el estatus, e incluso piensas: ‘Mientras lo que haga no sea un acto malvado ni constituya una perturbación, aunque mi motivo sea erróneo, nadie podrá verlo ni condenarme’. No sabes que Dios lo escruta todo. Si no aceptas ni practicas la verdad y Dios te desdeña, se acabó todo para ti. Todos los que no tienen un corazón temeroso de Dios se creen inteligentes; de hecho, ni siquiera saben cuándo le han ofendido. Algunas personas no ven estas cosas con claridad, piensan: ‘Solo busco reputación y estatus para hacer más, para asumir más responsabilidades. No constituye un trastorno ni una perturbación para la obra de la iglesia y, desde luego, no perjudica los intereses de la casa de Dios. No es un problema grave. Simplemente, me encanta mi estatus y lo protejo, pero eso no es un acto de maldad’. A primera vista, dicha aspiración puede no parecer un acto de maldad, pero ¿a qué conduce al final? ¿Alcanza esa gente la verdad? ¿Logra la salvación? En absoluto. Por consiguiente, la búsqueda de reputación y estatus no es la senda correcta: va justo en sentido contrario a la búsqueda de la verdad. En resumen, sea cual sea el rumbo o el objetivo de tu búsqueda, si no reflexionas sobre la búsqueda de estatus y reputación y te resulta muy difícil dejar esto de lado, eso afectará a tu entrada en la vida. Mientras haya un lugar para el estatus en tu corazón, controlará e influirá totalmente en la dirección de tu vida y en el objetivo de tu búsqueda, en cuyo caso te resultará muy difícil entrar en la realidad-verdad, por no hablar de conseguir cambiar tu carácter; si en última instancia puedes obtener la aprobación de Dios, claro está, no hace falta decirlo. Es más, si nunca eres capaz de renunciar a tu búsqueda de estatus, esto afectará a tu capacidad para desempeñar tu deber de una manera que sea acorde al estándar, lo que dificultará mucho que te conviertas en un ser creado que cumpla con el estándar. ¿Por qué lo digo? No hay nada que Dios deteste más que el que la gente persiga el estatus, pues la búsqueda de estatus representa un carácter satánico; es una senda equivocada, nace de la corrupción de Satanás, es algo que Dios condena y es, precisamente, lo que Él juzga y purifica. No hay nada que Dios deteste más que la gente persiga el estatus, pero tú sigues compitiendo obstinadamente por él, lo valoras y proteges indefectiblemente y siempre tratas de conseguirlo. ¿No hay en todo ello una parte de cualidad de antagonismo a Dios? Dios no dispone que la gente tenga estatus; Él provee a la gente de la verdad, el camino y la vida, para que, al final, se conviertan en seres creados acordes al estándar, pequeños e insignificantes, no en personas con estatus y prestigio veneradas por miles de personas. Por ello, se mire por donde se mire, la búsqueda del estatus es un callejón sin salida. Por muy razonable que sea tu excusa para buscar el estatus, esta senda sigue siendo equivocada y Dios no la aprueba. No importa cuánto te esfuerces o el precio que pagues, si deseas estatus, Dios no te lo dará; si Dios no te lo da, fracasarás en tu lucha por conseguirlo y, si sigues luchando, solo se producirá un resultado: que serás revelado y descartado y te encontrarás en un callejón sin salida(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). Las palabras de Dios explican con claridad el daño que causa perseguir el estatus y sus consecuencias. Si una persona se obsesiona constantemente con el estatus, entonces, aunque no parezca causar trastornos o perturbaciones evidentes, de igual manera, esto le impedirá cumplir bien con sus deberes y, además, retrasará su búsqueda para cambiar su carácter y obtener la salvación. Al reflexionar sobre mi propio comportamiento, vi que, aunque no parecía hacer nada que perturbara o trastornara el trabajo de la iglesia, el deseo de estatus ocupaba por completo mi corazón. Cuando vi que Li Wei se había convertido en líder y Li Qing en supervisora, mi corazón se desequilibró y me sentí decepcionado y molesto porque no me habían ascendido. También me quejé de que Dios le daba Su gracia a los demás y no a mí. Sobre todo, cuando vi que Li Qing se convirtió en supervisora, mientras yo seguía siendo solo un miembro del equipo, me puse celoso, no lo acepté ni estuve dispuesto a escuchar su plática y dejé de dedicarme de corazón a mi deber. Después de que reasignaron el deber de Chen Yu, intenté presentarme de forma activa para que me eligieran supervisor. Cuando mi arrogancia y sentenciosidad en mi deber hicieron que me podaran, fingí conocerme a mí mismo para que los demás pensaran que podía aceptar la verdad, con la esperanza de que votaran por mí en la elección. Me di cuenta de que mis intenciones y actos eran todos para ganar estatus y que estaba recorriendo la senda de un anticristo. Las palabras de Dios también me permitieron entender que Él expresa la verdad para salvar a las personas con la esperanza de que persigan adecuadamente la verdad y cambiar su carácter para que, en última instancia, cumplan con el estándar como seres creados y no para que se conviertan en personas con algún tipo de prestigio o estatus. Yo no entendía las intenciones de Dios. Siempre estaba insatisfecho con ser solo un creyente común y corriente, y no me centraba en perseguir la verdad. Siempre quería buscar el estatus para que los demás me admiraran y adoraran. Esto iba completamente en contra de las intenciones de Dios. Si seguía así, mi carácter-vida nunca cambiaría, nunca cumpliría mis deberes acorde al estándar y, en última instancia, simplemente me terminarían descartando.

Más tarde, al reflexionar, me di cuenta de que mi búsqueda constante de estatus se originaba en una opinión errónea interna. Creía que los líderes y supervisores eran los que más perseguían la verdad dentro de un grupo y que, como yo siempre había sido solo un creyente común y corriente y nunca había sido líder o supervisor, esto significaba que no perseguía la verdad y que Dios no me daba Su aprobación. Al leer las palabras de Dios, adquirí cierto discernimiento sobre esta opinión falaz. Dios Todopoderoso dice: “Cuando alguien es elegido líder por los hermanos y hermanas, o la casa de Dios lo asciende para que lleve a cabo determinado trabajo o deber, esto no significa que tenga un estatus o una posición especiales, que las verdades que comprenda sean más profundas y más numerosas que las de otras personas, y ni mucho menos que esta persona sea capaz de someterse a Dios y no traicionarlo. Desde luego, tampoco significa que conozca a Dios y que sea una persona temerosa de Él. De hecho, no ha logrado nada de esto. El ascenso y el cultivo son solamente ascenso y cultivo en el sentido simple, y no es lo mismo que Dios los haya predestinado y aprobado. Su ascenso y cultivo simplemente significan que ha sido ascendida y está a la espera de ser cultivada. El resultado final de este cultivo depende de si esta persona persigue la verdad, y de si es capaz de elegir la senda de búsqueda de la verdad(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (5)). Después de leer las palabras de Dios, se me alegró el corazón. Que a una persona la elijan líder o supervisora no significa que persiga la verdad ni tampoco que esté en la senda de perseguir la verdad. Simplemente significa que esta persona está dispuesta a perseguir, posee cierta aptitud y cumple los requisitos para que la casa de Dios la elija y la use, por lo que la iglesia le da la oportunidad de formarse mejor. Sin embargo, que esta persona pueda, en última instancia, aventurarse en la senda de perseguir la verdad, alcanzarla y entrar en la realidad depende de si realmente persigue la verdad y de la senda que recorre. Tomemos de ejemplo a Li Qing. Al principio, la eligieron supervisora porque tenía sentido de carga en sus deberes, pero, después de convertirse en supervisora, no se centró en perseguir la verdad y comenzó a deleitarse en los beneficios del estatus. Rara vez hablaba de las actitudes corruptas que revelaba en sus deberes ni de cómo buscaba la verdad para resolverlas. Disfrutaba de ocupar el puesto de supervisora y dirigir el trabajo, y le encantaba que las personas la admiraran y respaldaran. Cuando se enfermó, pensó que hacer sus deberes lejos de casa era demasiado difícil y, finalmente, abandonó sus deberes, regresó a casa y se casó. También recordé un caso reciente en el que habían arrestado a un líder que había creído en Dios durante muchos años. Por temor a que lo sentenciaran e incapaz de desprenderse de sus hijos, firmó las “Tres Declaraciones” y traicionó a Dios. A partir de estos hechos, vi que tener estatus no significa que una persona persiga la verdad o tenga realidades-verdad, y mucho menos que Dios le dé Su aprobación o reconocimiento. La búsqueda de la verdad es la única senda para ser salvo y perfeccionado. Aunque una persona no tenga estatus, mientras persiga con honestidad la verdad y cumpla con sus deberes, aún puede recibir el esclarecimiento y la guía de Dios, entender la verdad y entrar en la realidad. Después, reflexioné: “¿Por qué no me han elegido líder o supervisor después de todos estos años como creyente en Dios? ¿Qué es exactamente lo que me falta?”. Ser líder o supervisor requiere que una persona tenga la aptitud para entender la verdad, captar los principios en los deberes y poseer un sentido de carga y capacidad de trabajo. Aunque tenía cierta capacidad para entender las palabras de Dios, mi carne me dominaba, carecía de sentido de carga en mis deberes y tenía poca capacidad de trabajo. Cuando había demasiado trabajo, me ponía nervioso y no podía captar los puntos clave, y tampoco era bueno para descubrir y resolver problemas. A juzgar por estos comportamientos, realmente no estaba capacitado para ser líder o supervisor. Además, este período de reflexión me mostró que, en todos mis años de fe, había perseguido sin cesar la reputación y el estatus y que no era alguien que persiguiera la verdad en absoluto. Incluso en ese momento, no tenía ninguna realidad-verdad y no podía compartir la verdad para resolver los problemas reales de los hermanos y hermanas. Así que, de hecho, era apropiado que no me hubieran elegido líder o supervisor. La iglesia me había asignado deberes relacionados con textos, lo que era Dios que me daba Su gracia y me elevaba, así que debía darle gracias.

Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios y llegué a comprender mejor Sus intenciones y exigencias. Dios Todopoderoso dice: “Cuando Dios requiere que las personas cumplan bien con su deber, no les está pidiendo completar cierto número de tareas o realizar alguna gran empresa, ni desempeñar ningún gran proyecto. Lo que Dios quiere es que la gente sea capaz de hacer todo lo que esté a su alcance de manera práctica y que viva según Sus palabras. Dios no necesita que seas grande o noble ni que hagas ningún milagro, ni tampoco quiere ver ninguna sorpresa agradable en ti. Dios no necesita estas cosas. Lo único que Dios necesita es que practiques con constancia según Sus palabras. Cuando escuches las palabras de Dios, haz lo que has entendido, lleva a cabo lo que has comprendido, recuerda bien lo que has oído y entonces, cuando llegue el momento de practicar, hazlo según las palabras de Dios. Deja que se conviertan en tu vida, tus realidades y en lo que vives. Así Dios estará satisfecho. […] Sigues a Dios, pero por supuesto, esto se debe también a que Dios te ha escogido. Sin embargo, ¿cuál es el significado de que Dios te haya escogido? Implica que te conviertes en alguien que confía en Él, que sigue verdaderamente a Dios, que puede dejarlo todo por Dios, y que es capaz de seguir Su camino; alguien que se ha despojado de su carácter satánico y ya no sigue a Satanás ni vive bajo su poder(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El correcto cumplimiento del deber requiere de una cooperación armoniosa). Las palabras de Dios están llenas de recordatorios, ánimo y exhortaciones, y son todas un consejo sincero para las personas desde lo más profundo de Su corazón. Me sentí profundamente conmovido. Dios elige a las personas para que lo sigan con la esperanza de que persigan la verdad y cambien su carácter, se sometan a Su soberanía y Sus arreglos, y cumplan sus deberes bien, con fidelidad y satisfacción. De este modo, Dios estará satisfecho. El trabajo de la casa de Dios no lo puede completar una sola persona, sino que requiere que los líderes y obreros supervisen el trabajo, así como que los hermanos y hermanas realicen tareas específicas. Solo así puede progresar con normalidad el trabajo de la iglesia. Que la iglesia me asignara deberes relacionados con textos se basó en una evaluación integral de mis talentos, mi humanidad y aptitud, y debía someterme y cumplir bien con mi deber. Esta era la razón que debía tener. Después de entender estas cosas, me sentí mucho más libre y tranquilo. Cuando veía a hermanos y hermanas de mi edad, más jóvenes o que habían creído en Dios por menos tiempo que yo y se convertían en líderes o supervisores, ya no me sentía resentido ni abatido o decepcionado porque no me hubieran elegido líder u obrero. Ahora tiendo a prestar más atención a las actitudes corruptas que revelo y, durante mis prácticas devocionales, busco la verdad para resolverlas. También me concentro en esforzarme más en mis deberes. Planteo cualquier problema que veo en el trabajo y hablo del tema de forma activa, y me centro en cómo colaborar con mis hermanos y hermanas para que podamos cumplir bien con nuestros deberes. Como corregí mi mentalidad, después de un tiempo, logré ciertos avances tanto en mi entrada en la vida como en mis deberes. ¡Gracias a Dios!

Anterior:  25. No me arrepiento de dejar mi empleo fijo

Siguiente:  28. ¿Pueden los padres cambiar el destino de los hijos?

Contenido relacionado

53. Soltar los lazos que atan

Por Cuibai, ItaliaLas palabras de Dios dicen: “Por el bien de vuestro destino, debéis buscar la aprobación de Dios. Es decir, ya que...

85. Un tiempo de tortura brutal

Por Chen Hui, ChinaCrecí en una familia normal en China. Mi padre era militar y, como me había moldeado e influido desde temprana edad,...

Ajustes

  • Texto
  • Temas

Colores lisos

Temas

Fuente

Tamaño de fuente

Interlineado

Interlineado

Ancho de página

Índice

Buscar

  • Buscar en este texto
  • Buscar en este libro

Connect with us on Messenger