54. Detrás de mis mentiras

Por Yang Rui, China

En enero de 2021, me eligieron predicadora. Después de unos tres meses, no podía realizar mi labor con eficacia, debido a mi limitada capacidad de trabajo, y me reasignaron como líder de la iglesia. En ese momento, me sentí muy triste: “Me han reasignado. ¿Qué pensarán de mí mis hermanos y hermanas si se enteran? ¿Creerán que no persigo la verdad y que no tengo capacidad de trabajo? ¿Me mirarán con desprecio? Si no puedo hacer el trabajo de líder correctamente y me destituyen, la buena imagen que tienen de mí en sus corazones se destruiría por completo”. Cuando lo pensé, me sentí muy desmotivada. Más tarde, cuando cumplía con mi deber, mentí y fingí para proteger la imagen que los demás tenían de mí.

En mayo, los líderes superiores vinieron a hacer un seguimiento de los diversos asuntos del trabajo en la iglesia. Buscaron algunas palabras de Dios que exponen a los falsos líderes que no hacen un trabajo real y hablaron sobre ellas con nosotros. Pensé: “¿Por qué los líderes nos mencionan las palabras de Dios sobre este tema? ¿Saben que no he hecho un trabajo real durante este tiempo y me están advirtiendo que, si sigo trabajando mal, me destituirán? Hace poco me degradaron debido a mi poca capacidad de trabajo. Si me destituyen de nuevo, mis hermanos y hermanas sin duda dirán que soy muy incompetente. ¡Qué vergüenza más grande! No puedo permitirlo. No puedo dejar que mis hermanos y hermanas me miren con desprecio. Tengo que trabajar con ahínco y lograr algunos resultados”. Durante ese tiempo, a menudo asistía a reuniones con mis grupos y compartía con ellos. Cuando veía que mis hermanos y hermanas tenían dificultades para predicar el evangelio, intentaba resolverlas de inmediato, pero después de compartir varias veces, no obtuve resultados evidentes. Los líderes enviaron una carta para averiguar sobre el trabajo evangélico. Quise informarlos sobre estos problemas, pero luego pensé en que eran problemas de larga data que aún no se habían resuelto. Si les contaba de ellos, ¿dirían los líderes que no fui capaz de realizar el trabajo y que no pude resolver problemas reales, y me destituirían? ¿No perdería mi prestigio por completo? Así que, en lugar de lo que pensaba, les dije: “Hasta ahora, no he encontrado ningún problema ni irregularidades, pero, en caso de que encuentre alguno más adelante, se los haré saber”. Después de responder, me sentí muy intranquila. Pensé: “¿Acaso no estoy mintiendo y jugando sucio? Sin embargo, si digo la verdad, los líderes sabrán que no soy capaz de resolver los problemas y que no hago ningún trabajo real y, seguramente, me destituirán”. Por lo tanto, no reflexioné sobre mí misma.

En julio, la iglesia nos envió tres documentos de depuración. La hermana con la que trabajaba me recordó que debía leerlos de inmediato, pero no les di importancia. Un mes después, la hermana Zhang Yu vino a nuestra iglesia a revisarlos. Me preocupaba que si Zhang Yu descubría que los documentos se habían retrasado tanto porque yo no los había revisado a tiempo, dijera que estaba obstruyendo el trabajo de depuración y que era una falsa líder. Al poco tiempo, me preguntó si había entregado los documentos. Me sentí muy culpable. Pensé: “Si le digo la verdad, que los retrasé, Zhang Yu seguramente dirá que obstaculizo el trabajo de depuración. Si lo denuncian ante los líderes superiores y luego me destituyen, ¡me sentiría muy avergonzada!”. Me hice la desentendida y respondí: “Algunos líderes y diáconos aún no han autorizado la depuración”. Zhang Yu dijo: “El trabajo de depuración es sumamente importante. Debes darte prisa y conseguir que los firmen inmediatamente”. Me ardía la cara de vergüenza y respondí incómoda: “Está bien”. Aunque Zhang Yu no dijo nada más, durante un tiempo me sentí inquieta por dentro e íntimamente me reproché: “Evidentemente, fue mi culpa, por no revisar los documentos de depuración de inmediato, pero trasladé la responsabilidad a los demás. ¿No estoy distorsionando los hechos y mintiendo?” Me preocupaba que expusieran mi mentira. Me sentía intranquila y nerviosa. También estaba muy angustiada. ¿Por qué era tan difícil decir la verdad?

Después, estuve tan ocupada como de costumbre, pero cuando se trataba de cumplir con mi deber, solo corría de un lado para otro como una gallina sin cabeza. No pude encontrar problema alguno y ninguno de los trabajos dio resultado. Más tarde, una líder superior vino a una reunión para averiguar sobre el trabajo. Respondí cada una de sus preguntas con suma cautela y, además, confirmé lo que respondía con mi compañera, que estaba sentada a mi lado, porque no pude responder algunas preguntas, debido a que no captaba bien los detalles de algunas tareas. Cuando la líder me preguntó en qué estado me encontraba, respondí con evasivas, y ella me podó sin rodeos: “He descubierto que no estás haciendo un trabajo real. Cuando informas sobre el trabajo, siempre das las buenas noticias y ocultas las malas, para que los demás no logren comprender qué es lo que está pasando en realidad. La iglesia ha dispuesto que dejes de llevar a cabo tus deberes para que reflexiones sobre ti misma”. Cuando escuché que la líder señalaba mis problemas, me sentí tan humillada que quería que me tragara la tierra.

Después de que me destituyeron, perdí toda mi energía y me di cuenta de que mi estado era realmente malo. Entonces, me presenté ante Dios para orar, para que Él me esclareciera y me guiara a fin de entender mi esencia corrupta. Un día, leí estas palabras de Dios: “Los anticristos usan a menudo la táctica de mentirle a lo Alto y ocultarles cosas a los que tienen por debajo para evitar que lo Alto los pode. […] Si aparecen algunos problemas en la obra de la iglesia, los anticristos saben que en última instancia se los va a podar o incluso que se los va a despedir cuando lo Alto se entere, de modo que los ocultan y no informan sobre ellos a lo Alto. No les importa para nada qué impacto o daño pueda causar a la obra de la casa de Dios que estos problemas no se resuelvan. Se muestran indiferentes ante las pérdidas que sufre la obra de Dios, sean cuales sean. No piensan en el rumbo de acción que será beneficioso para la obra de la casa de Dios o lo satisfará a Él. Solo consideran su propia reputación y estatus, cómo lo Alto los va a contemplar y tratar y cómo salvaguardarlos de modo que no se vean afectados. Esta es la manera que tienen los anticristos de ver las cosas y de considerar los problemas, y es totalmente representativa de su carácter. Por tanto, los anticristos no informan con veracidad de los problemas que existen en la casa de Dios o que surgen en su trabajo. Da igual el trabajo que hagan, no importa a qué dificultades se enfrenten o si se encontrarán con situaciones que no saben cómo manejar o en las que no saben qué decisión tomar; mientras llevan a cabo ese trabajo, lo encubrirán y ocultarán, temerosos de que lo Alto diga que su calibre es demasiado pobre o averigüe su situación real o los pode porque no se ocuparon enseguida de esas dificultades o situaciones ni los resolvieron. Los anticristos desatienden los intereses de la casa de Dios y la obra de la iglesia para evitar que lo Alto los pode. No dudan en sacrificar la obra y los intereses de la iglesia para mantener su estatus y sustento y para asegurarse de que lo Alto tiene una buena impresión de ellos. No les importa demorar ni perjudicar el progreso de la obra de la iglesia y les importa menos aún la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios. Al margen de con qué dificultades se encuentren los hermanos y hermanas o de qué problemas existan en lo que se refiere a su entrada en la vida, los anticristos no pueden resolverlos y no van a consultar a lo Alto(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). Dios expone que los anticristos siempre quieren crear una imagen perfecta en el corazón de las personas y que tienen terror de que los demás descubran sus deficiencias y carencias. Con el fin de proteger su reputación y estatus, y evitar que los vean tal como son, disimulan, fingen y mienten a cada instante para engañar y embaucar a los demás, y no les importa en lo más mínimo si el trabajo de la casa de Dios resulta perjudicado. Son extremadamente egoístas, despreciables, torcidos y falsos. Cuando comparé mi comportamiento con las distintas maneras en las que actúan los anticristos, las imágenes se agolparon en mi mente. Me preocupaba que, si hablaba con los líderes sobre mis dificultades reales y los problemas que había encontrado en el trabajo, los líderes dijeran que mi calibre era insuficiente y que no estaba en condiciones de hacer mi trabajo, y temía que me miraran con desprecio e incluso me destituyeran. Entonces, quedaría completamente desacreditada. Por lo tanto, disimulé y no mencioné ni una palabra acerca de las irregularidades y los problemas en el trabajo. Pensé que de esa manera los líderes no descubrirían mis dificultades. Cuando preguntaron sobre las irregularidades y los problemas en el trabajo evangélico, debería haber respondido honestamente, pero los oculté a propósito para proteger mi reputación y estatus. Cuando Zhang Yu me preguntó si había entregado los documentos de depuración, pensé que, si admitía con honestidad que los había retrasado, cuando los líderes superiores se enteraran, correría el riesgo de que me destituyeran y la buena imagen que los demás tenían de mí quedaría completamente destruida. Por lo tanto, distorsioné los hechos y culpé a los demás. ¡Me di cuenta de lo falsa que era! Mentí, engañé y recurrí a artimañas para embaucar y desorientar a la gente con el fin de ganarme su confianza y benevolencia. Mis acciones no fueron diferentes a las de los anticristos. ¡Sin duda era absolutamente perversa y despreciable! Creía que era inteligente y que mintiendo y engañando de esa manera podía salirme con la mía. Pero Dios escruta todo, y vio mis falsas intenciones y todos mis trucos con perfecta claridad, y los condenó por completo. Si no me arrepentía, y seguía siendo tan torcida y falsa, al final me descartarían y me castigarían.

Luego, leí estas palabras de Dios: “Cuando las personas engañan, ¿qué intenciones hay detrás de ello? ¿Y cuál es el objetivo que intentan lograr? Sin excepción, se trata de ganar fama, ganancia y estatus; en pocas palabras, es por el bien de sus propios intereses. ¿Y qué subyace en la búsqueda de intereses personales? Que la gente considera sus intereses de mayor importancia que todo lo demás. Engaña en beneficio propio, con lo que revela así su carácter taimado. ¿De qué modo debe resolverse este problema? En primer lugar, debes discernir y saber qué son los intereses, qué le aportan exactamente a la gente y cuáles son las consecuencias de afanarse por ellos. Si no eres capaz de averiguarlo, renunciar a ellos será más fácil de decir que de hacer. Si la gente no comprende la verdad, nada le resultará más complicado que renunciar a sus intereses. Eso se debe a que sus filosofías de vida son ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’ y ‘El hombre muere por la riqueza como las aves por el alimento’. Obviamente, vive para sus intereses. La gente piensa que, sin sus intereses, si los perdiera, no podría sobrevivir. Es como si su supervivencia fuera inseparable de ellos; por eso la mayoría de la gente está ciega a todo lo que no sean sus intereses. Los considera superiores a todo lo demás, vive para sus intereses, y conseguir que renuncie a ellos es como pedirle que renuncie a su propia vida. Entonces, ¿qué debe hacerse en tales circunstancias? Las personas deben aceptar la verdad. Solo cuando comprenden la verdad pueden comprender la esencia de sus propios intereses; solo entonces pueden empezar a rebelarse contra ellos y abandonarlos, y a ser capaces de soportar el dolor de desprenderse de aquello que tanto aman. Y cuando puedas hacer esto, y abandones tus propios intereses, te sentirás más tranquilo y en paz de corazón, y al hacerlo habrás vencido a la carne. Si te aferras a tus intereses y te niegas a renunciar a ellos, y si no aceptas en lo más mínimo la verdad, por dentro tal vez digas: ‘¿Qué hay de malo en intentar beneficiarme y negarme a sufrir pérdida alguna? Dios no me ha castigado, ¿qué va a hacerme la gente?’. Nadie puede hacerte nada, pero con semejante fe en Dios, al final no obtendrás la verdad y vida. Esto será una gran pérdida para ti: no podrás alcanzar la salvación. ¿Acaso existe algún remordimiento mayor? Esto es lo que en última instancia resulta de buscar tus propios intereses. Si las personas solo buscan fama, ganancia y estatus, si solo persiguen sus propios intereses, entonces nunca obtendrán la verdad y vida, y al final serán ellos los que sufran una pérdida(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El conocimiento del propio carácter es la base de su transformación). A raíz de las palabras de Dios, entendí que siempre actúo con falsedad, porque en todo momento tengo en cuenta mi reputación y estatus. Desde niña me han condicionado venenos satánicos, como “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “El orgullo es tan necesario para la gente como respirar” y “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Estas leyes satánicas se convirtieron en los principios que regían mi conducta, y me llevaron a mentir y a jugar sucio una y otra vez en aras de mi reputación y estatus. Cuando detecté con claridad irregularidades y problemas en el trabajo, y no supe resolverlos, mentí a los líderes y les dije que no había encontrado ningún problema. Cuando fue evidente que yo había retrasado el trabajo de depuración, distorsioné los hechos y culpé a otras personas. Comprendí que había mentido y jugado sucio en contra de mi conciencia solo para proteger mi reputación y estatus. ¡De verdad fui totalmente egoísta y vil! Pensé en lo que dice la Biblia: “Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. […] Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira(Juan 8:44). Solo el diablo miente constantemente y jamás dice la verdad. La esencia del diablo es mentir. Dios exige que seamos personas honestas y digamos las cosas tal cual son, pero yo mentí y jugué sucio una y otra vez para proteger mi propia reputación y estatus. Creía en Dios, pero no practicaba la verdad. En su lugar, vivía según las leyes satánicas de supervivencia, y trataba de engañar a Dios y de resistirme a Él. Si no me arrepentía, Él me castigaría al final. Me postré ante Él y oré: “Querido Dios: he notado que mi naturaleza es muy falsa, y que soy un Satanás viviente sin una pizca de integridad ni dignidad. Sin duda, merezco Tu odio. Ya no quiero resistirme a Ti. Estoy dispuesta a practicar la verdad, ser una persona honesta y vivir una verdadera semejanza humana”.

Luego, leí más palabras de Dios: “Debes buscar la verdad para resolver cualquier problema que surja, sea el que sea, y bajo ningún concepto simular o dar una imagen falsa ante los demás. Tus defectos, carencias, fallos y actitudes corruptas… sé totalmente abierto acerca de todos ellos y compártelos. No te los guardes dentro. Aprender a abrirse es el primer paso para la entrada en la vida y el primer obstáculo, el más difícil de superar. Una vez que lo has superado, es fácil entrar en la verdad. ¿Qué significa dar este paso? Significa que estás abriendo tu corazón y mostrando todo lo que tienes, bueno o malo, positivo o negativo; que te estás descubriendo ante los demás y ante Dios; que no le estás ocultando nada a Dios ni estás disimulando ni disfrazando nada, libre de mentiras y falsedades, y que estás siendo igualmente sincero y honesto con otras personas. De esta manera, vives en la luz y no solo Dios te escrutará, sino que otras personas podrán comprobar que actúas con principios y cierto grado de transparencia. No necesitas ningún método para proteger tu reputación, imagen y estatus, ni necesitas encubrir o disfrazar tus errores. No es necesario que hagas estos esfuerzos inútiles. Si puedes dejar de lado estas cosas, estarás muy relajado, vivirás sin limitaciones ni dolor y completamente en la luz(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Después de leer las palabras de Dios, encontré una senda de práctica. Para resolver el problema de la mentira debes ser una persona honesta, capaz de sincerarte con respecto a cualquier corrupción o deficiencia y ponerlas al descubierto, en lugar de ocultarlas. Si tienes dificultades, debes procurar compartir con tus hermanos y hermanas y aprender de las fortalezas de los demás para compensar las debilidades. Cumplir con tu deber de esta manera puede conducir a buenos resultados, es beneficioso para tu entrada en la vida y también para el trabajo de la iglesia. Además, comprendí que la casa de Dios destituye a las personas según los principios. Nadie será destituido arbitrariamente debido a sus deficiencias o irregularidades. En cambio, la destitución se evalúa en función de si la persona persigue la verdad y hace un trabajo real. Solo se la destituirá si no busca la verdad y no hace un trabajo real. Si no posee suficiente estatura, su calibre es escaso y realmente no está capacitada para la tarea, se le reasignarán otros deberes de acuerdo con su estatura y calibre, como ocurrió cuando me reasignaron de predicadora a líder de iglesia. Me reasignaron únicamente porque mi capacidad de trabajo era deficiente y no era capaz de asumir mis responsabilidades. Estos arreglos son por el bien del trabajo de la iglesia, y también son beneficiosos para mi entrada en la vida. No obstante, no pude comprender esto con claridad, saqué conclusiones erróneas y lo malinterpreté. ¡De veras no tenía conciencia! Pensé en cómo solía darle prioridad a la reputación y el estatus, les mentía a mis hermanos y hermanas y los engañaba, a la vez que pensaba que era inteligente. Creía que si ocultaba la verdad con mentiras, podría preservar mi estatus. No me percaté de que Dios escruta lo más profundo del corazón de las personas. Debido a mi engaño y mis artimañas, el trabajo se retrasó. Además, me atormentaba vivir bajo la opresión de mi carácter corrupto, perder mi integridad y dignidad y llevar una vida agotadora. En el futuro, debo vivir de acuerdo con las palabras de Dios, exponer conscientemente mi propia corrupción y dejar de proteger mi reputación y estatus.

En julio de 2022, me eligieron líder de la iglesia nuevamente. Una vez, los líderes superiores escribieron una carta para preguntar por qué el progreso del trabajo de depuración era tan lento. Pensé: “Si digo que se retrasó porque no comprendo bien los principios para discernir a las personas, ¿me menospreciarán?”. En ese momento, recordé el daño que le había causado al trabajo por mi engaño para proteger mi reputación y estatus, y les dije la verdad. Los líderes encontraron algunos principios pertinentes relacionados con mis dificultades y trasladaron a una hermana para ayudarme, de modo que contara con algunas sendas que pudiera seguir mientras realizaba el trabajo de depuración. Después de esta experiencia, entendí que la vida es menos agotadora cuando hablas con sinceridad y no vives conforme a un carácter falso, y mi corazón se sintió mucho más libre. Como dijo Dios: “Cuando hablas, das tantas vueltas, piensas tanto y vives de una manera tan agotadora, todo para proteger tu propia reputación y orgullo. ¿Le agrada a Dios que te comportes así? Dios detesta sobre todo a las personas taimadas. Si quieres liberarte de la influencia de Satanás y alcanzar la salvación, entonces debes aceptar la verdad. Primero debes empezar por convertirte en una persona honesta. Sé franco, di la verdad, no te dejes limitar por tus sentimientos, despójate de tus simulaciones y artimañas, y habla y trata los asuntos con principios: esta es una manera fácil y feliz de vivir, y podrás vivir ante Dios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo al practicar la verdad es posible despojarse de las cadenas de un carácter corrupto).

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