55. Cómo me liberé de las tentaciones del dinero, la fama y el beneficio

Por Su Yan, China

Cuando era joven, mi familia era pobre y la gente que me rodeaba solía acosarme, además de que mis familiares y amigos me menospreciaban y ninguneaban. Así que tomé la decisión de que, cuando fuera grande, ganaría dinero y renombre para que la gente me respetara y admirara. En el año 2000, la empresa farmacéutica en la que mi marido y yo trabajábamos quebró, así que después abrimos dos farmacias. Al principio, gestionábamos el negocio con honestidad y, como yo era licenciada en farmacología y tenía ciertos conocimientos del tema, la mayoría de los medicamentos que preparaba eran eficaces para nuestros clientes, y ellos confiaban en mí. Pero, después de un tiempo, me di cuenta de que, a pesar de trabajar duro todos los días, ganábamos muy poco, mientras que nuestros colegas ganaban cada vez más dinero y no solo tenían sus propias casas y coches, sino que también compraban locales comerciales. Sabía que su dinero procedía de medios ilícitos, pero no quería seguir su ejemplo y hacer dinero de forma inmoral. Sin embargo, con el tiempo, tentados por el dinero, comenzamos a imitar a nuestros colegas y a emplear métodos engañosos para ganar dinero, como mezclar ingredientes médicos baratos con otros caros y venderlos juntos, y los clientes notaban ciertos efectos tras tomarlos. Esto no solo nos permitía conservar a nuestros clientes, sino también ganar más dinero. A veces, me carcomía la conciencia, pero, cuando pensaba que todo el mundo hacía lo mismo, creía que no ganaríamos nada de dinero si llevábamos nuestro negocio con integridad, así que simplemente seguía la corriente. También pensaba que, siempre que ganara más dinero, mi hijo no tendría que preocuparse por la universidad ni por casarse, y mi marido y yo tendríamos la segunda mitad de nuestras vidas asegurada y respaldada. Además, la gente me consideraría una persona exitosa y de renombre. Después de unos años de arduo trabajo, ambas farmacias comenzaron a prosperar lentamente y compramos una casa y un coche, además de ahorrar algo de dinero. Las personas de mi entorno, incluidos mis familiares y amigos, empezaron a mirarnos con admiración y envidia, y mi vanidad se vio enormemente satisfecha.

Justo cuando estaba inmersa en sueños de riqueza, ocurrió algo inesperado. En septiembre de 2012, nos invitaron a mi marido, una amiga y a mí a una fiesta de cumpleaños, pero, de forma inesperada, tuvimos un accidente de tráfico de camino, que resultó en una muerte y tres heridos. No solo mi marido resultó herido y tuvo que ser hospitalizado, sino que, al ser el conductor, nuestra familia tuvo que pagar una gran indemnización. Esta desgracia repentina me causó un tremendo dolor y casi me vine abajo mentalmente. En ese momento, una persona compartió conmigo el evangelio de Dios Todopoderoso de los últimos días. A través de la lectura de las palabras de Dios, entendí que Dios ha creado a los seres humanos y que Él controla y rige nuestro porvenir. También entendí que solo al presentarnos ante Dios y aceptar Su salvación podemos tener verdadera felicidad y alegría. De a poco, mi corazón dejó de sentirse tan angustiado y empecé a estar dispuesta a encomendar estas dificultades en manos de Dios. De forma inesperada, dieron rápidamente de alta a mi marido del hospital y, al final, nuestra familia no tuvo que pagar una indemnización demasiado grande. Estaba profundamente agradecida a Dios. Más tarde, leí las palabras de Dios: “El Cristo de los últimos días trae la vida y el camino de la verdad, duradero y eterno. Esta verdad es el camino por el que el hombre obtendrá la vida, y el único camino por el cual el hombre conocerá a Dios y por el que Dios lo aprobará(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna). En los últimos días, Dios expresa la verdad para purificar y salvar a la humanidad, para liberar a las personas del poder oscuro de Satanás y otorgarles la vida eterna, y para llevarlas al reino de Dios. Esta es la única oportunidad que tiene el ser humano para obtener la salvación. Me sentí muy afortunada de haber podido presentarme ante Dios en esta vida y aceptar Su salvación, y tomé la decisión de seguirlo de verdad en esta vida.

En esa época, durante el día atendía nuestros negocios y por la noche asistía a las reuniones, y también iba a predicar el evangelio cuando tenía tiempo. En 2014, me eligieron diaconisa de riego. Sabía que este deber era importante y quería hacerlo bien, pero la farmacia abría temprano todos los días y a veces estaba tan ocupada que ni siquiera podía hacer mis prácticas devocionales. Por lo general, apenas tenía tiempo para sosegarme ante Dios y leer Sus palabras con diligencia. Cuando me reunía con los hermanos y hermanas, simplemente leía las palabras de Dios y compartía algunas palabras y doctrinas, pero esto no ayudaba mucho a los demás ni les era muy edificante. A veces, estaba tan ocupada con los negocios que retrasaba las reuniones y sentía una profunda sensación de culpa y desasosiego en mi interior. Pensé en las palabras de Dios: “Cuando vuestro corazón está lleno de alegría y sois recompensados por vuestras labores, ¿acaso no os sentís abatidos por no haberos provisto con suficiente verdad?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿A quién eres leal?). También leí las palabras de Dios que dicen: “Lo que hay en vuestros pensamientos en todo momento no soy Yo, ni la verdad que proviene de Mí, sino vuestros maridos, esposas, hijos, hijas, o las cosas que coméis o vestís. Pensáis en cómo obtener un disfrute mejor y más alto. Aun cuando vuestro estómago esté lleno hasta reventar, ¿acaso no sois más que cadáveres? Aunque os adornéis por fuera con bellas vestiduras, ¿acaso no seguís siendo cadáveres ambulantes sin vida? Trabajáis para llenar el estómago hasta que tenéis los cabellos salpicados de blanco, pero ninguno de vosotros sacrifica ni un solo pelo por Mi obra. Estáis constantemente caminando de un lado a otro, agotando el cuerpo y devanándoos los sesos por el bien de vuestra propia carne, y por vuestros hijos e hijas, pero ninguno de vosotros muestra ninguna preocupación o inquietud por Mis intenciones. ¿Qué es lo que todavía esperáis obtener de Mí?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Muchos son llamados, pero pocos son escogidos). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, me sentí muy culpable y profundamente acusada. Me pasaba cada día ocupada haciendo dinero y a veces no hacía mis prácticas devocionales ni asistía a las reuniones con frecuencia, ni tampoco podía regar de manera correcta a mis hermanos y hermanas. Esto no solo retrasaba mi propia búsqueda de la verdad, sino que también obstaculizaba la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas. Ahora, el evangelio del reino de Dios se está difundiendo con rapidez y hace falta más gente para predicar el evangelio y dar testimonio de Dios. Debía centrar mi corazón en mi deber y aportar algunos de mis esfuerzos al trabajo evangélico, pero había estado disfrutando del riego y la provisión de Dios sin cumplir mi deber y todavía me preocupaba mi futuro, la fama y el beneficio. Me esforzaba muchísimo en ganar dinero, pero no tenía en cuenta las intenciones de Dios. ¡Realmente le debía mucho a Dios! Después de mucha reflexión, decidí traspasar una de las farmacias. Aunque mis ingresos se reducirían, tendría más tiempo para perseguir la verdad y cumplir mi deber. Pero mi marido se opuso rotundamente. Además, en ese momento, la Administración Nacional de Supervisión de Fármacos introdujo nuevas normativas, lo que significaba que solo los licenciados en farmacología podían abrir farmacias. De las más de cien farmacias en nuestro condado, solo unas pocas tenían las certificaciones necesarias para operar, y nosotros teníamos dos de ellas. Esto significaba que, a medida que nuestros competidores disminuyeran, nuestro negocio iría cada vez mejor. Muchos de nuestros colegas nos envidiaban y mi marido estaba encantado. Me decía: “¡Con dos farmacias, podemos ganar, como mínimo, 400000 yuanes al año!”. Al oírlo, mi corazón se agitó y pensé: “Hemos trabajado duro todos estos años para ganar una pequeña suma de dinero y ahora tenemos una gran oportunidad de hacer una fortuna. Si seguimos así unos años más, nos volveremos ricos. Quizás debería esperar y ganar un poco más de dinero antes de dedicarme exclusivamente a mi deber”. Así que continué encargándome de la farmacia mientras cumplía mi deber. Pero empezó a haber cada vez más trabajo en nuestras farmacias y, a veces, justo cuando estaba a punto de ir a una reunión, un cliente insistía en que le preparara su medicamento, lo que me hacía llegar tarde. Incluso cuando me quedaba en casa y no iba a la farmacia, los clientes seguían llamándome o contactándome para pedirme medicamentos o consejo médico, me perturbaban, alteraban mis pensamientos e impedían que leyera en paz las palabras de Dios. En otra ocasión, había planeado ir a predicar el evangelio con los hermanos y hermanas, pero no pude ir porque surgió un asunto urgente en la farmacia. Cada vez que retrasaba una reunión o no cumplía mi deber, me sentía muy culpable. Me pasaba cada día ocupada con el negocio y no tenía tiempo para perseguir la verdad ni cumplir mi deber. Si seguía así, mi corazón se alejaría cada vez más de Dios. Todavía quería traspasar una de las farmacias, pero mi esposo no estaba de acuerdo, comenzó a obstaculizar mi fe y hasta amenazó con divorciarse si seguía creyendo en Dios. Esto me hizo tener sentimientos muy encontrados. Justo cuando me sentía dividida, ocurrió algo inesperado, que finalmente me hizo empezar a reflexionar.

Un demonio poseyó de forma repentina a mi esposo durante varios días, debido a que adoraba a los espíritus malignos. Al ver su estado anormal, me sentí aterrorizada. Leí las palabras de Dios: “En la tierra, toda clase de espíritus malvados están incesantemente al acecho de un lugar donde descansar e incesantemente buscan cadáveres humanos que puedan ser consumidos. ¡Pueblo mío! Debéis permanecer bajo Mi cuidado y protección. ¡Nunca seáis disolutos! ¡Nunca os comportéis de modo imprudente! Debes ofrecer tu lealtad en Mi casa, y solo con lealtad puedes contraatacar el engaño de los diablos. Bajo ninguna circunstancia debes comportarte como lo hiciste en el pasado, haciendo una cosa delante de Mí y otra a Mis espaldas; si actúas de esta forma, estás más allá de la redención. ¿Acaso no he pronunciado suficientes palabras como estas?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 10). Mi esposo no creía en el Dios verdadero y adoraba a los espíritus malignos como si fueran dioses. Como consecuencia, Satanás y los espíritus malignos lo atormentaban. Aunque yo creía en el Dios verdadero, todavía vivía bajo el poder de Satanás. Perseguía las cosas mundanas y vivía atada por el dinero. No leía de forma adecuada las palabras de Dios y no podía cumplir con mi deber. Si seguía así, me alejaría cada vez más de Dios y, una vez que perdiera Su protección, Satanás podría atraparme en cualquier momento. La situación de mi esposo me sirvió de advertencia; ya no podía seguir viviendo en el engaño con tanta obstinación. Durante esa época, a un subdirector de la oficina de impuestos que conocía le diagnosticaron cáncer siendo joven. Tenía mucho dinero y había mucha gente que lo respetaba, pero al enfrentarse a la muerte, no hubo dinero ni renombre que alcanzara para ayudarlo. En ese momento, me pregunté a mí misma: “¿Cuál es realmente el propósito de la vida? ¿Es solo vivir para el dinero? ¿Qué utilidad tienen el dinero y el renombre ante la muerte? Al final, ¿no nos vamos todos con las manos vacías al dejar atrás este mundo?”.

Más tarde, leí más de las palabras de Dios y obtuve una comprensión más clara de la raíz de perseguir el dinero, la fama y el beneficio. Dios Todopoderoso dice: “‘El dinero mueve el mundo’ es una filosofía de Satanás. Prevalece en toda la humanidad, en cada sociedad humana; podríais decir que es una tendencia. Esto se debe a que se ha introducido en el corazón de cada persona que, al principio, no aceptaba este dicho, pero luego lo aceptó tácitamente cuando entró en contacto con la vida real, y empezó a sentir que estas palabras eran de hecho ciertas. ¿Acaso no es este un proceso por el que Satanás corrompe al hombre? […] Satanás utiliza el dinero para tentar a la gente y la corrompe para que adore el dinero y venere las cosas materiales. ¿Cómo se manifiesta esta adoración por el dinero en las personas? ¿Os parece que no podríais sobrevivir sin dinero en este mundo, que pasar un solo día sin dinero sería imposible? El estatus de las personas y el respeto que imponen se basan en el dinero que tienen. Las espaldas de los pobres se encorvan por la vergüenza, mientras que los ricos disfrutan de su elevada posición. Se alzan llenos de soberbia, hablando en voz alta y viviendo con arrogancia. ¿Qué aportan a las personas este dicho y esta tendencia? ¿No es cierto que mucha gente realiza cualquier sacrificio a fin de conseguir dinero? ¿No sacrifican muchos su dignidad y su integridad en la búsqueda de más dinero? ¿No pierde mucha gente la oportunidad de cumplir con su deber y seguir a Dios por culpa del dinero? ¿Acaso perder la oportunidad de recibir la verdad y ser salvadas no es la mayor pérdida de todas para las personas? ¿No es Satanás siniestro al usar este método y este dicho para corromper al hombre hasta ese punto? ¿No es una artimaña malévola?(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único V). “Las personas gastan su vida persiguiendo el dinero y la fama; se agarran a un clavo ardiendo, pensando que son sus únicos apoyos, como si teniéndolos pudiesen seguir viviendo, eximirse de la muerte. Pero solo cuando están cerca de morir se dan cuenta de cuán lejos están estas cosas de ellas, cuán débiles son frente a la muerte, cuán fácilmente se hacen añicos, cuán solas y desamparadas están, sin ningún lugar adónde ir. Son conscientes de que la vida no puede comprarse con dinero ni fama, que no importa cuán rica sea una persona, no importa cuán elevada sea su posición, todas son igualmente pobres e insignificantes frente a la muerte. Se dan cuenta de que el dinero no puede comprar la vida, que la fama no puede borrar la muerte, que ni el dinero ni la fama pueden alargar un solo minuto, un solo segundo, la vida de una persona(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). Las palabras de Dios me permitieron entender que, desde pequeña, me habían inculcado numerosos venenos satánicos, como “El dinero mueve el mundo”, “El hombre muere por la riqueza como las aves por el alimento” y “Para llegar a la cima, hay que soportar un gran sufrimiento”. Pensaba que, si tenía dinero, lo tenía todo, y podía ganarme la admiración y el respeto de los demás y vivir una vida feliz y plena. Creía que esta era el tipo de vida tenía sentido y valor, así que quería hacerme rica y convertirme en una persona de prestigio y renombre. Trataba el dinero, la fama y el beneficio como mi sustento vital, mi apoyo y mi seguridad en la vida. Pero ¿qué me habían aportado realmente el dinero, la fama y el beneficio? ¿Eran realmente mi apoyo y seguridad? ¿Me habían traído verdadera alegría y paz? Durante años, había hecho todo lo posible para ganar dinero. Hasta llegué a engañar a los clientes para ganar dinero de forma deshonesta, a pesar de lo que me decía la conciencia. Pero, cuando conseguía dinero y satisfacía mi vanidad, finalmente me daba cuenta de que tener esas cosas no aliviaba el vacío y el dolor en lo más profundo de mi corazón, y mucho menos me ayudaba a alcanzar la felicidad y alegría que deseaba. En cambio, no me dejaba la conciencia tranquila. Sobre todo, en aquel accidente de tráfico, si no hubiera sido por la protección de Dios, nuestra familia no habría sabido cómo seguir viviendo y temo que yo habría tenido una muerte repentina y prematura. Me di cuenta de que el dinero, la fama y el beneficio no pueden comprar la vida ni traer paz y seguridad, y que no son mi verdadero apoyo, pues solo Dios es mi verdadero apoyo. Pero me seguía aferrando al dinero, la fama y el beneficio. El dinero, la fama y el beneficio eran como grilletes que me ataban. Veía con claridad la salvación de Dios y entendía un poco el valor y el sentido de perseguir la verdad, pero, aun así, quería creer en Dios mientras perseguía la riqueza. ¡Era realmente estúpida! Recordé lo que dijo el Señor Jesús: “Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas(Mateo 6:24). “¿Qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?(Mateo 16:26). En los últimos años que había creído en Dios, había dedicado mucho tiempo y energía a ganar dinero y, hasta ese punto, no había entendido mucho de la verdad ni había tenido ninguna entrada en la vida. Si seguía así, independientemente de cuánto dinero ganara, de cuán intenso fuera el placer carnal que disfrutara o de la reputación que ganara, si no obtenía la verdad, al final, no ganaría nada. Si perdía la oportunidad de que Dios me salvara debido a mi deseo de ganar dinero y arruinaba mi vida, ¿no me estaría faltando previsión y estaría sacrificando mi futuro por ganancias paupérrimas a corto plazo? Vi que las supuestas sabias palabras, como “El dinero es lo primero” y “El dinero mueve el mundo” son mentiras de Satanás y palabras diabólicas que desorientan y corrompen a las personas, y que son trampas que las llevan a alejarse de Dios y a traicionarlo, hasta llevarlas al infierno. ¡Estos son los planes de Satanás para devorar las almas de las personas! ¡Las intenciones de Satanás son tan insidiosas y malévolas!

Entonces, leí las palabras de Dios: “¿El mundo es realmente tu lugar de descanso? Evitando Mi castigo, ¿puedes realmente lograr la más leve sonrisa de gratificación de parte del mundo? ¿De verdad puedes utilizar tu gozo fugaz para cubrir ese vacío en tu corazón que no puedes ocultar? Puedes engañar a cualquiera de tus familiares, pero nunca podrás engañarme a Mí. Porque tu fe es demasiado exigua, aún ahora sigues siendo incapaz de hallar ninguno de los deleites que la vida tiene para ofrecer. Te exhorto a que sinceramente dediques la mitad de tu vida a Mi causa, en vez de la totalidad de tu vida a la mediocridad y la tarea inútil de la carne, sobrellevando todo el sufrimiento que el hombre apenas puede soportar. ¿De qué sirve valorarte tanto y huir de Mi castigo? ¿De qué sirve ocultarte de Mi castigo momentáneo, solo para cosechar una eternidad de vergüenza, una eternidad de castigo?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Lo que significa ser una persona verdadera). “Dios busca a aquellos que anhelan que Él aparezca. Busca a aquellos que son capaces de oír Sus palabras, los que no han olvidado Su comisión y le ofrecen su corazón y su cuerpo. Él busca a aquellos que son sumisos como bebés ante Él y que no se le resisten. Si te dedicas a Dios, sin impedimento de ningún poder o fuerza, entonces Dios te mirará con buenos ojos y te concederá Sus bendiciones. Si tienes una posición alta, una reputación honorable, si posees un conocimiento abundante, si tienes muchas propiedades y muchas personas te apoyan, pero estas cosas no te impiden venir ante Dios para aceptar Su llamamiento y Su comisión, para hacer lo que Él te pide, entonces todo lo que haces será la causa más significativa de la tierra y el proyecto más recto de la humanidad. Si rechazas la llamada de Dios por causa de tu estatus o de tus propios objetivos, todo lo que hagas será maldito y será incluso detestado por Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice II: Dios preside el porvenir de toda la humanidad). Las palabras de Dios me conmovieron y animaron profundamente. Dios predestinó que naciera en los últimos días no solo para mantener a mi familia ni para tener hijos, sino para presentarme ante Él y aceptar Su salvación, para conocer Su soberanía y someterme a Él, para cumplir con las responsabilidades y desempeñar los deberes de un ser creado y para perseguir la verdad y vivir una vida valiosa y con sentido. Este es el objetivo y la dirección de mi vida. Ahora, la obra de Dios está a punto de terminar y Él espera que más personas acudan a Él para aceptar Su salvación. Por lo tanto, debería dejar de lado mis búsquedas mundanas, cumplir mi deber y, al hacerlo, perseguir la verdad para alcanzar la salvación de Dios. Esta es la vida con más sentido. Al pensarlo, decidí renunciar a mi negocio y dedicarme exclusivamente a mi deber. Ya no me mataría trabajando por dinero, fama o beneficio.

Cuando mi esposo se enteró de que planeaba traspasar una de las farmacias, se puso como una furia, me amenazó con el divorcio y hasta dijo que me denunciaría por creer en Dios. Pensé en cómo el PCCh tortura y hasta mata sin consecuencias a quienes creen en Dios y me sentí un poco asustada y débil. Oré a Dios en mi corazón y le pedí que me diera fe y fortaleza. Después de orar, pensé en que Dios es soberano sobre todas las cosas y que los asuntos como si mi esposo me denunciaba o si la policía venía a buscarme estaban en manos de Dios. Con Dios apoyándome, ya no tuve más miedo. Al ver que me negaba a ceder, mi esposo llamó a mis padres y les pidió que me convencieran. Mi padre me dijo enojado: “¿Por qué vas a dejar un buen negocio y rechazar dinero fácil solo por creer en Dios? ¿Estás loca?”. Mi madre dijo entre lágrimas: “Si dejas de ganar dinero, ¿qué pasará con tu hijo? ¿No te importa nuestro dinero para la jubilación?”. Mi esposo comenzó a usar tanto tácticas suaves como duras y decía: “Si no te importa que pasa contigo, al menos piensa en nuestro hijo. Aún es joven y, en el futuro, va a necesitar dinero para ir a la universidad, casarse y comprar una casa. Habrá todo tipo de cosas para las que se necesitará dinero. Mientras ganemos suficiente dinero para la educación, el matrimonio y la casa de nuestro hijo, no te impediré que creas en Dios”. Después de escuchar lo que dijeron, me sentí un poco afectada y pensé: “Tienen razón. El mundo es difícil y la competencia es cada vez más intensa. Mi hijo necesitará mucho dinero para su educación, casarse y comprar una casa. ¿Debería hacer caso a mi esposo y seguir con nuestro negocio uno o dos años más para ganar más dinero para mi hijo?”. Me sentía muy angustiada y en conflicto, así que clamé a Dios y le pedí que protegiera mi corazón.

Más tarde, leí las palabras de Dios: “Si estás decidido a romper totalmente con Satanás, pero no estás equipado con armas efectivas para derrotarlo, seguirás estando en peligro. Si el tiempo pasa y él te ha torturado tanto que no te queda ni una pizca de fuerza, pero sigues siendo incapaz de dar testimonio, sigues sin liberarte por completo de las acusaciones y los ataques de Satanás contra ti, tendrás poca esperanza de salvación. Al final, cuando se proclame la conclusión de la obra de Dios, seguirás estando en sus garras, incapaz de liberarte, y por tanto no tendrás nunca oportunidad ni esperanza. La implicación es, pues, que esas personas serán totalmente cautivas de Satanás(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II). Las palabras de Dios me despertaron a tiempo. Satanás quería usar la preocupación por mi hijo para mantenerme atrapada en la búsqueda del dinero y deseaba que me convirtiera en una esclava del dinero, incapaz de escapar de esa vorágine. Si seguía así, no habría ganado ninguna verdad cuando la obra de Dios llegara a su fin y acabaría en el infierno junto con Satanás. ¡Casi caigo en la trampa de Satanás! Mi esposo me amenazó con el divorcio para evitar que cumpliera mi deber y hasta quiso denunciarme. Su objetivo era mantenerme en casa para ganar dinero y, si yo no podía hacerle ganar dinero, quería entregarme al PCCh para que me persiguiera. ¿Qué clase de amor conyugal era ese? Simplemente me trataba como una herramienta para ganar dinero. Me di cuenta de que mi esposo y yo no éramos el mismo tipo de persona ni íbamos por la misma senda. Si quería divorciarse de mí, eso sería algo bueno para mí en realidad, ya que sería capaz de creer en Dios sin reservas tras liberarme de las limitaciones de la familia. Entonces, pensé: “Quiero ganar más dinero para que mi hijo tenga una buena vida en el futuro, pero al hacerlo, no estoy creyendo que el porvenir de una persona esté en manos de Dios. Dios ya ha predestinado el futuro de mi hijo y, por mucho dinero que gane, no puedo cambiar su suerte. Solo puedo encomendar a mis padres y a mi hijo en manos de Dios y someterme a todos Sus arreglos. Esta es la elección más sabia”. Al pensar esto, me decidí. Por mucho que mi esposo me persiguiera u obstaculizara, yo me mantendría firme en mi testimonio.

Más tarde, leí más de las palabras de Dios: “El hombre debe buscar vivir una vida que tenga sentido y no debería estar satisfecho con sus circunstancias actuales. Para vivir la imagen de Pedro, debe tener el conocimiento y las experiencias de Pedro. El hombre debe buscar las cosas que son más elevadas y más profundas. Debe buscar un amor más profundo y más puro por Dios, y una vida que tenga valor y sentido. Solo esto es vida; solo entonces el hombre será igual a Pedro. […] Debes sufrir adversidades por la verdad, debes sacrificarte por la verdad, debes soportar humillación por la verdad y, para obtener más de la verdad, debes padecer más sufrimiento. Esto es lo que debes hacer. No debes desechar la verdad en beneficio del disfrute de una vida familiar armoniosa y no debes perder toda una vida de dignidad e integridad por el bien de un disfrute temporario. Debes buscar todo lo que es hermoso y bueno, y debes buscar un camino en la vida que sea de mayor significado. Si llevas una vida tan terrenal y mundana no tienes ningún objetivo que perseguir, ¿no es eso malgastar tu vida? ¿Qué puedes obtener de una vida así? Debes abandonar todos los placeres de la carne en aras de una verdad y no debes desechar todas las verdades en aras de un pequeño placer. Las personas así, no tienen integridad ni dignidad; ¡su existencia no tiene sentido!(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio). Después de leer este pasaje de las palabras de Dios, me sentí profundamente conmovida. En los últimos días, Dios ha expresado toda la verdad que salva a las personas. Solo quienes obtienen la verdad pueden recibir el cuidado y la protección de Dios y sobrevivir a las grandes catástrofes. Si seguía atrapada en el fango del dinero, la fama y el beneficio, y no podía escapar, ¡perdería mi oportunidad de obtener la salvación! Tenía que perseguir la verdad con sinceridad, buscar cambiar mi carácter y cumplir con mi deber como ser creado. Aunque no había entendido mucho de la verdad en estos años, obtuve cierta comprensión sobre mi carácter corrupto a través de la exposición de las palabras de Dios y también vi las consecuencias de perseguir el dinero, la fama y el beneficio. No hay dinero que pueda comprar estos logros. Cambiar el carácter no es algo que ocurra de la noche a la mañana y requiere experimentar mucho del juicio y el castigo de Dios para conseguirlo. Tenía que aprovechar ese tiempo para perseguir y poder obtener la verdad y vida. Así que expliqué mi postura a mi esposo y mis padres. Dije: “Dios es el Señor de la creación y todos somos seres creados. Creer en Dios y adorarlo es perfectamente natural y justificado. Si ustedes no creen en Dios, esa es su elección, pero no deben impedirme creer en Dios ni cumplir mi deber”. Al ver mi actitud firme, mi familia no dijo nada más. Gracias a los maravillosos arreglos de Dios, traspasé con éxito la farmacia al poco tiempo y finalmente pude dedicarme de forma exclusiva a cumplir mi deber. ¡Gracias a Dios!

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