56. Disfrutar de la comodidad conduce a la propia muerte

Por Grayson, Estados Unidos

En agosto de 2021, los líderes me encargaron supervisar el trabajo de video. Aparte de hacer videos yo mismo, también tenía que revisar los que hacían mis hermanos y hermanas, solucionar cualquier problema o dificultad al que se enfrentaran en su deber y compartir con ellos para ayudarlos a resolver cualquier estado que tuvieran. Al principio, era capaz de darlo todo en mi deber, pero, pasado un tiempo, lo empecé a considerar problemático y agotador. Pensaba para mis adentros: “Todos los días hay mucho trabajo que hacer y, si intento lidiar y resolver cada cosa de una en una, ¡es simplemente demasiado agotador! Lo mejor sería hacer mis propios videos como un mero miembro del equipo, sin toda esta preocupación y este agotamiento”. Además, veía que mis hermanos y hermanas casi siempre eran responsables en su deber, así que pensaba que no había necesidad de constantes revisiones; después de todo, ¿para qué me iba a cansar tanto? Después de eso, aparte de hacer videos cumpliendo los plazos, dejé de prestarle mucha atención a otras cuestiones en el equipo. Rara vez reseñaba con mis hermanos y hermanas las desviaciones o problemas en nuestros deberes y casi nunca resolvía sus estados incorrectos. A veces, mis hermanos y hermanas me recordaban que terminara ciertas tareas a tiempo y sus recordatorios me resultaban molestos, tanto que, si me insistían varias veces más, empezaba a sentir reticencias: “¿Acaso no lo estoy haciendo ya? ¡A mi ritmo, por mucho que me insistáis, no puedo ir más rápido!”. Al vivir en este estado, mi sentido de la carga hacia el deber se volvió cada vez más escaso y, pasado un tiempo, mi deber me resultó sumamente tedioso y sentía un vacío en el corazón. Sin embargo, en ese momento estaba totalmente entumecido y nunca reflexionaba sobre mí mismo.

En una ocasión, los líderes notaron que la producción del video de la hermana Paula no había avanzado desde hacía varios días, así que me recordaron que hiciera seguimiento de la situación y la examinara para comprender qué dificultades afrontaba la hermana Paula y ayudar a resolverlas. Así que le pregunté enseguida por su estado y descubrí que últimamente había sido bastante pasiva en sus deberes y que rara vez buscaba compartir o hablar sobre los problemas en su trabajo. Consideré que debía estudiar la situación en detalle, pero luego pensé: “Si descubro cualquier problema, tendré que compartirlo y resolverlo, lo cual será una auténtica molestia. El trabajo no avanza con demasiada lentitud, así que no debería ser para tanto”. Por tanto, no examiné estas cosas más a fondo y el asunto quedó así. Hasta que un día, los líderes notaron que el número de videos que habíamos hecho ese mes había disminuido casi a la mitad en comparación con el mes anterior, lo cual demoraba directamente el progreso del trabajo de video. Por tanto, nos urgieron a encontrar el motivo, nos podaron y expusieron por hacer nuestros deberes de manera superficial e irresponsable y aseguraron que no era leal hacer nuestros deberes así. Dijeron que, si no nos arrepentíamos, Dios nos detestaría. Me sentí realmente incómodo y, en especial, cuando oí a los líderes mencionar las palabras “progreso lento”, “no era leal” y que “Dios nos detestaría”, me sentí incluso más angustiado y no podía siquiera levantar la cabeza. Más tarde, durante el resumen del trabajo, mis hermanos y hermanas se abrieron sobre sus estados. Dijeron que, últimamente, habían estado viviendo en el estado de disfrutar de la comodidad carnal en sus deberes, los cuales hacían sin prisas, sin esforzarse por ser eficaces, y que se estaba tardando un día entero o más en realizar tareas que podían completarse en medio día, lo que afectaba directamente al progreso de la producción de video. Después de enterarme de los estados y las actitudes hacia sus deberes de mis hermanos y hermanas, sentí muchos remordimientos y me pregunté una y otra vez: “Pude percibir con claridad algunos problemas, así que, ¿por qué no los examiné ni los resolví a tiempo?”.

Durante uno de mis devocionales, leí las palabras de Dios: “¿Qué tipo de manifestaciones y características muestran aquellos que son excesivamente vagos? En primer lugar, hagan lo que hagan, actúan de forma superficial, pierden el tiempo, van a un ritmo pausado, descansan y procrastinan siempre que sea posible. En segundo lugar, ignoran el trabajo de la iglesia. Para ellos, quien quiera preocuparse por tales cosas puede hacerlo. Ellos no lo harán. Cuando se preocupan por algo, es en aras de su propia fama, ganancia y estatus, pues a ellos solo les importa poder disfrutar de los beneficios del estatus. En tercer lugar, se apartan de las dificultades en su trabajo; son incapaces de aceptar que este sea siquiera un poco agotador, se muestran muy resentidos si lo es y son incapaces de afrontar dificultades o de pagar un precio. En cuarto lugar, son incapaces de perseverar en cualquiera que sea el trabajo que hagan, siempre abandonan a medio camino y no llegan hasta el final en nada. Si están temporalmente de buen humor, podrían hacer algo de trabajo por diversión, pero si algo requiere un compromiso a largo plazo y les mantiene ocupados, requiere pensar mucho y su carne se fatiga, con el tiempo empiezan a quejarse. Por ejemplo, algunos líderes están a cargo del trabajo de la iglesia, y al principio lo ven como algo nuevo y fresco. Están muy motivados con su enseñanza de la verdad y cuando ven que los hermanos y las hermanas tienen problemas, son capaces de ayudarlos y de resolverlos. No obstante, después de dedicarle empeño durante un tiempo, el trabajo de liderazgo les empieza a parecer demasiado agotador y se vuelven negativos; quieren cambiar a un trabajo más fácil y no están dispuestos a afrontar dificultades. Tales personas carecen de perseverancia. En quinto lugar, otra característica que distingue a las personas vagas es su falta de voluntad para hacer trabajo real. En cuanto empiezan a sufrir en sus propias carnes, inventan excusas y evaden su trabajo y lo eluden, o bien se lo pasan a otro. Y cuando esa persona termina el trabajo, ellos se llevan el mérito con total desvergüenza. Estas son las cinco características principales de las personas vagas. Deberíais observar si hay tales personas vagas entre los líderes y obreros de las iglesias. Si encontráis a una, se la debería destituir de inmediato. ¿Las personas vagas pueden hacer una buena labor como líderes? Con independencia del calibre que tengan o de su calidad humana, si son vagas, no podrán hacer bien su trabajo, y retrasarán tanto este como las cuestiones importantes. El trabajo de la iglesia es polifacético, cada aspecto de este conlleva muchas minuciosas tareas y requiere compartir la verdad para resolver los problemas a fin de que se haga bien. Por tanto, los líderes y obreros deben ser diligentes —tienen que hablar y trabajar mucho a diario para garantizar la eficacia del trabajo—. Si hablan o hacen demasiado poco, no se obtendrán resultados. Por tanto, si un líder o un obrero es una persona vaga, en realidad, son falsos líderes e incapaces de hacer trabajo real. Las personas vagas no hacen trabajo real, ni mucho menos acuden ellas mismas a los lugares de trabajo y no están dispuestas a resolver problemas ni a involucrarse en un trabajo específico. No entienden ni comprenden lo más mínimo los problemas de ningún trabajo. Simplemente tienen una idea superficial y vaga en su cabeza a partir de escuchar lo que han dicho los demás, y salen del paso solo predicando un poco de doctrina. ¿Podéis discernir a este tipo de líder? ¿Sois capaces de identificar que son falsos líderes? (En cierta medida). Las personas vagas actúan por inercia en todos sus deberes. Sea cual sea el cometido, carecen de perseverancia, trabajan a trompicones y se quejan cada vez que padecen dificultades, al tiempo que profieren agravios interminables. Insultan a todos los que las critican o las podan, como una arpía que suelta insultos por la calle; siempre quieren descargar su ira sobre los demás y no quieren hacer su deber. ¿Qué muestra el hecho de que no quieran hacer su deber? Muestra que no llevan una carga, no quieren asumir responsabilidades y son personas vagas. No quieren padecer dificultades ni pagar el precio. Esto se aplica especialmente a los líderes y obreros; si no soportan una carga, ¿pueden cumplir las responsabilidades de los líderes y obreros? En absoluto(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (4)). “Las personas perezosas no son capaces de hacer nada. Resumido en dos palabras, son personas inútiles; tienen una discapacidad de segunda clase. Por muy bueno que sea el calibre de los perezosos, no es más que una fachada; aunque tienen buen calibre, no sirve para nada. Son demasiado perezosos, saben lo que deben hacer, pero no lo hacen y, aunque tengan conocimiento de que algo supone un problema, no buscan la verdad para resolverlo, y si bien saben qué dificultades deben sufrir para que el trabajo sea efectivo, no están dispuestos a soportar ese sufrimiento aunque merezca la pena, así que no pueden obtener ninguna verdad ni realizar ningún trabajo real. No desean soportar las penurias que a las personas les toca soportar; solo saben disfrutar de la comodidad, de los momentos de alegría y ocio, y de una vida libre y relajada. ¿Acaso no son inútiles? Las personas que no pueden soportar la adversidad no merecen vivir. Aquellos que siempre desean vivir la vida de un parásito son personas sin conciencia ni razón, bestias, y tales personas no son aptas siquiera para ser mano de obra. Como no pueden soportar la adversidad, ni siquiera cuando son mano de obra son capaces de hacerlo bien y, si desean obtener la verdad, hay incluso menos esperanzas de ello. Alguien que no puede sufrir y no ama la verdad es una persona inútil, no es apta ni siquiera para ser mano de obra. Es una bestia sin pizca de humanidad. A tales personas se las debe descartar, solo esto concuerda con las intenciones de Dios(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (8)). A partir de las palabras de Dios, entendí que, cuando una persona muy holgazana hace su deber, siempre quiere tomárselo con calma y disfrutar de la comodidad carnal. Es incapaz de tener un sentido de la carga o de la responsabilidad cuando hace su deber y, aunque tenga buen calibre o capacidad de trabajo, no es digna de confianza y no puede hacer trabajo real. Reflexioné sobre mí mismo. No había gestionado bien el trabajo del equipo, lo que llevó a un deterioro significativo en los resultados del trabajo de video, así que comprendí que la razón principal detrás de esto era mi enorme pereza, que disfrutaba de la comodidad de la carne y que no estaba dispuesto a sufrir ni a pagar un precio. Al echar la vista atrás, comprendí que, poco después de empezar a supervisar el trabajo de video, comencé a sentir que había demasiadas cosas de las que preocuparse y que, si hacía cada tarea con esmero, tendría que sufrir y quedar exhausto, así que siempre quería limitarme a hacer mis propios videos y evitar preocuparme de estas cosas. Además, era demasiado vago para investigar o indagar sobre los estados o dificultades en los deberes de mis hermanos y hermanas y siempre me parecía que hacerlo era demasiado problemático. Cuando los demás me insistían respecto al progreso en mi trabajo, me molestaba y me parecía que eran demasiado duros conmigo y no eran comprensivos con mis dificultades. En particular, cuando los líderes me pidieron que indagara sobre cómo le iba a Paula en sus deberes, aunque me di cuenta de que había un problema, no quise estudiarlo en detalle, pues tenía miedo de que, si descubría un problema, tendría que preocuparme de este y resolverlo. Al reflexionar sobre mi actitud hacia mi deber, comprendí que, cada vez que me enfrentaba al sufrimiento físico o a tareas de las que había que preocuparse, siempre quería ser escurridizo y holgazanear y evitar pagar un precio. ¡Esto es exactamente lo que Dios deja en evidencia respecto a las personas vagas e inútiles! Debido a mi pereza, lentitud y falta de responsabilidad, no logré supervisar ni hacer seguimiento del trabajo de mis hermanos y hermanas, lo que llevó a que todos fueran ineficaces en su deber y vivieran en el estado de disfrutar de la comodidad y no esforzarse por avanzar, lo que afectó gravemente al trabajo de video. Ocupaba el cargo de supervisor, pero no cumplía para nada con mis responsabilidades. ¡Estaba perjudicándome a mí y también a los demás! ¡Fue en este punto en el que comprendí que las personas vagas tienen escasa calidad humana, no pueden hacer bien ningún trabajo y no son dignas de confianza! Si no resolvía el problema de mi pereza, nunca podría cumplir mi deber y, al final, ¡Dios simplemente acabaría por detestarme y descartarme!

En respuesta a este estado, comí y bebí palabras relevantes de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Si las personas no pueden expresar lo que deben expresar durante el servicio ni lograr lo que por naturaleza es posible para ellas y, en cambio, actúan mecánicamente, han perdido la función que un ser creado debe tener. A esta clase de personas se les conoce como ‘mediocres’; son desechos inútiles. ¿Cómo pueden esas personas ser llamadas apropiadamente seres creados? ¿Acaso no son seres corruptos que brillan por fuera, pero que están podridos por dentro? […] Cuando las personas no cumplen con su deber, deben sentirse culpables y en deuda; deben odiar su debilidad e inutilidad, su rebeldía y su corrupción y, aun más, deben entregarle su vida a Dios. Solo entonces son seres creados que aman verdaderamente a Dios, y solo ese tipo de personas son dignas de disfrutar las bendiciones y la promesa de Dios y de que Él las perfeccione. ¿Y qué pasa con la mayoría de vosotros? ¿Cómo tratáis al Dios que vive entre vosotros? ¿Cómo habéis llevado a cabo vuestro deber delante de Él? ¿Habéis hecho todo lo que fuisteis llamados a hacer, incluso a expensas de vuestra propia vida? ¿Qué habéis sacrificado? ¿Acaso no habéis recibido mucho de Mí? ¿Podéis discernir? ¿Qué tan leales sois a Mí? ¿Cómo me habéis servido? ¿Y qué hay de todo lo que os he otorgado y he hecho por vosotros? ¿Habéis tomado medida de todo esto? ¿Habéis juzgado y comparado esto con la poca conciencia que tenéis dentro de vosotros? ¿De quién podrían ser dignas vuestras palabras y acciones? ¿Podría ser que ese minúsculo sacrificio vuestro sea digno de todo lo que os he otorgado? No tengo otra opción y me he dedicado a vosotros con todo el corazón, pero vosotros albergáis intenciones malvadas y sois tibios conmigo. Ese es el alcance de vuestro deber, vuestra única función. ¿No es así? ¿No sabéis que habéis fracasado rotundamente en cumplir con el deber de un ser creado? ¿Cómo podéis ser considerados seres creados? ¿No os queda claro qué es lo que estáis expresando y viviendo? No habéis cumplido con vuestro deber, pero buscáis obtener la tolerancia y la gracia abundante de Dios. Esa gracia no ha sido preparada para unos tan inútiles y viles como vosotros, sino para los que no piden nada y se sacrifican con gusto. Las personas como vosotros, semejantes mediocres, sois totalmente indignos de disfrutar la gracia del cielo. ¡Solo dificultades y un castigo interminable acompañarán vuestros días! Si no podéis ser fieles a Mí, vuestro porvenir será el sufrimiento. Si no podéis ser responsables ante Mis palabras y Mi obra, vuestro desenlaceserá el castigo. Ni la gracia, ni las bendiciones ni la vida maravillosa del reino tendrán nada que ver con vosotros. ¡Este es el fin que merecéis tener y es una consecuencia de vuestras propias acciones!(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre). Al enfrentarme a las palabras de juicio de Dios, me sentí sumamente avergonzado. Antes, siempre había pensado que ser un poco vago y pagar menos precio en mis deberes no era un problema tan grande, pero después de leer las palabras de Dios, me di cuenta de la gravedad de este problema. A los ojos de Dios, cumplir el propio deber lo mejor que uno puede y tener verdadera sumisión y lealtad a Dios son el significado y el valor de la vida de un ser creado. Si el deber propio se hace a menudo de manera superficial y uno no puede siquiera cumplir las responsabilidades que le corresponden, entonces tal persona no es digna de llamarse humana o un ser creado. Al reflexionar sobre las palabras de Dios, sentí una profunda sensación de angustia y miedo. Al considerarlo, comprendí que, aunque en apariencia estaba haciendo mi deber, no tenía sentido de carga ni responsabilidad y siempre sentía que estas cosas eran problemáticas y agotadoras. Siempre mostraba indiferencia hacia el trabajo del que se debía hacer seguimiento y hacia los problemas que debían resolverse e, incluso cuando indagaba sobre ellos, solo actuaba por inercia, por miedo a que, si los examinaba más a fondo y hallaba problemas, tendría que pensar en cómo resolverlos. Con el fin de tomármelo con calma y disfrutar de la comodidad carnal, ignoré problemas a sabiendas en el trabajo e hice la vista gorda, con lo que afecté gravemente a la efectividad del trabajo. Comprendí que, en todo lo que había estado haciendo, había buscado atajos, evitado el trabajo y actuado de manera superficial. ¿En qué medida era sincero con Dios? ¿De qué manera estaba haciendo mi deber? ¡Claramente era uno de esos inútiles que Dios deja en evidencia cuando dice: “Brillan por fuera, pero están podridos por dentro”! Pensé en que Dios, con el fin de salvar a la humanidad corrupta, ha soportado tremenda humillación y sufrimiento y se ha encarnado para aparecer y obrar. Aunque el malvado PCCh ha perseguido y cazado frenéticamente a Dios y el mundo religioso se ha resistido a Él y lo ha condenado, Dios nunca ha detenido Su obra, ha expresado verdades continuamente para regar, nutrir y proveer a las personas. Dios, por temor a la posibilidad de que no lo entendamos, siempre habla con paciencia y en detalle, usa metáforas, ejemplos y diversas ópticas de modo que podamos entender enseguida la verdad y lograr el cambio de carácter. Dios se dedica de todo corazón a Su obra de salvar a la humanidad y ha pagado todo el precio, pero yo, al haber recibido la salvación de Dios, no tenía ni una pizca de sinceridad para corresponder a Su amor ni podía siquiera cumplir el deber de un ser creado. ¿Cómo podía decir que tenía algo de humanidad? Luego pensé en Noé, que, tras aceptar la comisión de Dios, trabajó sin descanso para construir el arca. Por muy arduo que fuera el proyecto o muchas dificultades u obstáculos que hubiera, perseveró sin parar durante 120 años hasta que completó el arca. Me fijé en la calidad humana de Noé, en su lealtad y sumisión a Dios, y comprendí que era una persona con humanidad y razón, era un verdadero ser creado, digno de la confianza de Dios. Al compararme, comprendí que yo carecía siquiera del nivel más básico de humanidad normal. ¡Ni siquiera podía hacer lo que me dictaba la conciencia y realmente no era digno de ser llamado humano! Si mi actitud hacia mis deberes seguía igual de contumaz, entonces, ¿acaso Dios no llegaría a revelarme y descartarme? Pensar sobre esto me asustó un poco, además de hacerme sentir algo arrepentido y culpable, así que oré en silencio a Dios y tomé una determinación en mi corazón, en adelante, sin dudarlo, me rebelaría contra la carne y haría todo lo posible por cumplir bien mi deber.

Después de esta experiencia, empecé a hacer mejor mis deberes. Cada día, aparte de hacer videos, me fijaba a menudo en cómo les iba a mis hermanos y hermanas en sus deberes y, cada vez que tenían dificultades o problemas, compartía con ellos soluciones. Aunque hacer mi deber de esta manera requería que me preocupara un poco más, me sentía en paz y seguro al saber que estaba haciendo mis deberes de la mejor manera posible. Sin embargo, dado que no tenía mucho entendimiento de mi esencia-naturaleza, pasado un tiempo, regresé al estado de codiciar la comodidad.

Debido a que aumentó la carga de trabajo en la realización de videos, había mucho que hacer casi todos los días y era necesario completar algunos videos en un periodo de tiempo específico. Algunos de ellos tenían requisitos técnicos más altos y necesitaban más atención y análisis. Al principio me esforzaba al máximo por terminarlos todos, pero, pasado un tiempo, empecé a quejarme en mi fuero interno, a pensar: “Hay mucho trabajo todos los días; ¿cuándo va a disminuir? Si la carga de trabajo fuera algo menor, no estaría tan tenso y mi carne estaría más en calma”. Recuerdo una ocasión en la que una hermana me envió diez videos de una vez y me pidió que los revisara en dos días. Me mostré algo reticente y pensé: “¿De veras puedo revisar todo esto en dos días? ¿Acaso no requerirá hacer horas extra?”. Aunque no decía nada de cara al exterior, en mi fuero interno no paraba de quejarme. Luego, me di cuenta de que mi estado no era correcto y supe que necesitaba aprender de esta situación. A lo largo de los días siguientes, a menudo reflexioné sobre mí mismo: “¿Por qué siempre quiero satisfacer mi carne en cuanto aumenta la carga de trabajo de mi deber? ¿Qué me controla exactamente?”. En mi búsqueda, leí varios pasajes de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Entonces, ¿qué es el veneno de Satanás? ¿Cómo se puede expresar? Por ejemplo, si preguntas ‘¿Cómo debería vivir la gente? ¿Para qué debería vivir?’, te responderán: ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’. Esta sola frase expresa la raíz del problema. La filosofía y la lógica de Satanás se han convertido en la vida de las personas. Sea lo que sea lo que persigue la gente, lo hace para sí misma, por tanto solo vive para sí misma. ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’: esta es la filosofía de vida del hombre y también representa la naturaleza humana. Estas palabras se han convertido ya en la naturaleza de la humanidad corrupta y son el auténtico retrato de su naturaleza satánica. Dicha naturaleza satánica se ha convertido ya en la base de la existencia de la humanidad corrupta. La humanidad corrupta ha vivido según este veneno de Satanás durante varios miles de años y hasta nuestros días(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro). “Con respecto a la carne, cuanto mejor la trates, más codiciosa será. Está capacitada para soportar un poco de sufrimiento. Las personas que experimentan algunos padecimientos caminarán por la senda correcta y se dedicarán al trabajo adecuado. Si la carne no soporta el sufrimiento, ansía la comodidad y crece en un lecho de rosas, entonces la gente no logrará nada y jamás podrá obtener la verdad. Si las personas se encuentran con calamidades naturales y desastres provocados por el hombre, perderán la razón y serán irracionales. A medida que pase el tiempo, solo se volverán más y más depravados. ¿Hay muchos ejemplos de esto? Puedes ver que entre los incrédulos hay muchos cantantes y estrellas de cine que estaban muy dispuestos a soportar penurias y se consagraron a su trabajo antes de hacerse famosos. Pero una vez que alcanzan la fama y empiezan a ganar mucho dinero, no siguen la senda correcta. Algunos se drogan, otros se suicidan y sus vidas se acortan. ¿Cuál es la causa? Sus placeres materiales son excesivos, ellos están demasiado cómodos y no saben cómo obtener un goce mayor o más diversión. Algunos de ellos recurren a las drogas en busca de más emociones y placer y, con el paso del tiempo, no pueden dejarlas. Algunos mueren por el consumo excesivo de drogas, y otros, al no saber cómo liberarse de ellas, simplemente acaban suicidándose. Hay muchísimos ejemplos así. No tiene importancia lo bien que comas, lo bien que te vistas, lo bien que vivas, lo mucho que te diviertas o lo cómoda que sea tu vida; no importa lo plenamente que se satisfagan tus deseos, al final solo queda el vacío más absoluto y el resultado es la destrucción. ¿Es esa felicidad que buscan los incrédulos la verdadera felicidad? De hecho, no es felicidad. Son figuraciones humanas, es una forma de depravación, es una senda por la que la gente se corrompe. La supuesta felicidad que la gente persigue es falsa. En realidad es sufrimiento. Ese no es un objetivo que la gente deba perseguir, ni es ahí donde radica el valor de la vida. Una de las formas y métodos mediante los cuales Satanás corrompe a las personas es hacer que busquen la satisfacción de la carne y la complacencia en la lujuria como meta. De esta manera, Satanás las adormece, las seduce y las corrompe, haciéndoles sentir que eso es la felicidad y llevándolas a perseguir ese objetivo. Las personas creen que obtener esas cosas es lograr la felicidad, por lo que hacen todo lo que está en su mano para lograr ese fin. Luego, cuando lo consiguen, no sienten felicidad, sino vacío y dolor. Esto demuestra que esa no es la senda correcta; es un camino hacia la muerte(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, entendí que la búsqueda del placer carnal es la manera que tiene Satanás de corromper a las personas. Satanás se sirve de diversas filosofías para los asuntos mundanos y falacias para desorientar y corromper a las personas, como: “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “La vida es breve; disfruta mientras puedas” y “Vive hoy sin preocuparte por el mañana”. Esto hace que la gente viva según esas ideas y crea que buscar el placer carnal es el sentido y valor de la vida, así como el objetivo de esta. Esto causa que busquen la comodidad y el placer carnal y los lleva a volverse cada vez más libertinos y degenerados, a perder su semejanza humana. Pensé en cómo, aunque creía en Dios y hacía mis deberes en la iglesia y no era como los no creyentes, que persiguen la comida, la bebida y el placer y disfrutan de su carne, los venenos, las filosofías y leyes de Satanás todavía estaban hondamente arraigados en mi corazón y mis pensamientos y opiniones eran los mismos que los de los no creyentes. Siempre pensaba que la comodidad física y el gozo eran sinónimos de felicidad y no quería sufrir ni pagar un precio en nada de lo que hacía. A veces, cuando había muchas preocupaciones en mis deberes o el trabajo se volvía más ajetreado, quería buscar tiempo para descansar y no agotarme en exceso, ni siquiera ahondaba en los problemas obvios en el trabajo ni los resolvía, con lo que dejaba de lado mis deberes. En consecuencia, demoraba el progreso del trabajo sin darme cuenta. ¡Esto era realmente peligroso! Al rememorar cuando vivía en el estado de disfrutar de la comodidad, no consideraba cómo cumplir mis deberes ni satisfacer a Dios y, cuando surgían cosas, mi primer pensamiento siempre era si mi cuerpo sufriría o se enfrentaría al agotamiento. Eso era realmente egoísta y despreciable y no tenía conciencia ni razón de ningún tipo. A veces, aun sabiendo que debía considerar las intenciones de Dios, me veía siempre constreñido por mi carne y nada dispuesto a sufrir ni a pagar un precio. En el fondo, sentía una fuerte resistencia y aversión por la verdad y las cosas positivas y, en cuanto a las tareas que tenía que hacer, siempre buscaba excusas para evitarlas. Al hacer esto, mi cuerpo hallaba la comodidad y no sufría, pero, al final, no obtenía ninguna verdad. ¿Acaso no estaba provocando mi propia ruina? Al pensar en esto, empecé a obtener un poco de entendimiento de las peligrosas consecuencias de disfrutar de la comodidad.

Más tarde, leí más palabras de Dios: “Las personas que de verdad creen en Dios cumplen con su deber de manera voluntaria, sin calcular lo que van a ganar o perder. No importa si eres alguien que persiga la verdad, debes confiar en tu conciencia y razón y esforzarte realmente cuando cumplas con tu deber. ¿Qué significa esforzarse de verdad? Si te conformas simplemente con cierto esfuerzo simbólico y con padecer algunas dificultades físicas, pero no te tomas nada en serio el deber ni buscas los principios-verdad, esto no es más que superficialidad, no un esfuerzo real. La clave para esforzarse implica volcarte en ello, temer a Dios de corazón, ser considerado con Sus intenciones, tener miedo a rebelarte contra Dios y lastimarlo, y padecer cualquier dificultad a fin de cumplir bien con el deber y satisfacer a Dios: si tienes un corazón amante de Dios como este, sabrás cumplir correctamente con el deber. Si no temes a Dios de corazón, no tendrás ninguna carga cuando cumplas con el deber, no tendrás interés por él e, inevitablemente, serás superficial y cumplirás con las formalidades sin producir ningún efecto real, lo cual no supone cumplir con un deber. Si realmente tienes sentido de la carga y crees que cumplir con el deber es responsabilidad personal tuya, que, si no lo haces, no eres apto para vivir y eres una bestia y que solo si cumples correctamente con el deber eres digno de ser calificado de humano, y eres capaz de enfrentarte a tu propia conciencia —si tienes este sentido de la carga cuando cumples con el deber—, entonces podrás hacerlo todo a conciencia y sabrás buscar la verdad y hacer las cosas de acuerdo con los principios, con lo que sabrás cumplir correctamente con el deber y satisfacer a Dios. Si eres digno de la misión que Dios te ha otorgado, de todo lo que Él ha sacrificado por ti y de lo que espera de ti, entonces esto es lo que supone esforzarse de verdad. […] Como mínimo, las personas de la casa de Dios son gente honesta. Son personas dignas de confianza en el desempeño de su deber, que pueden aceptar la comisión de Dios y realizar su deber con lealtad. Si las personas no tienen fe verdadera ni conciencia ni razón, y si no tienen un corazón temeroso ni sumiso a Dios, entonces no son adecuadas para llevar a cabo sus deberes. Aunque cumplan su deber, lo hacen descuidadamente. Son contribuyentes de mano de obra, personas que no se han arrepentido de verdad. Este tipo de mano de obra tarde o temprano serán descartados; solo estarán a salvo los leales. A pesar de que los contribuyentes de mano de obra leales no tienen las realidades-verdad, poseen conciencia y razón, son capaces de realizar sus deberes con sinceridad y Dios les permite estar a salvo. Aquellos que poseen las realidades-verdad y que pueden dar testimonio rotundo de Dios, son Su pueblo, y también estarán a salvo y serán llevados al reino de Dios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para cumplir bien con el deber, al menos se ha de tener conciencia y razón). A partir de las palabras de Dios, entendí que, a Sus ojos, solo las personas honestas que hacen sus deberes con sinceridad son realmente parte del pueblo de la casa de Dios. Tales personas tienen un sentido de la responsabilidad hacia su trabajo y son dignas de confianza. No se conforman con poner un poco de esfuerzo ni con cumplir por cumplir. En cambio, están dispuestas a sufrir y pagar un precio para cumplir sus deberes, lo hacen con diligencia y hasta completarlos. Este es el verdadero cumplimiento de los propios deberes. A partir de las palabras de Dios, encontré una senda de práctica. Tenía que tratar mis deberes con un corazón sincero. Cuando quería buscar atajos, evitar el trabajo y disfrutar de la comodidad mientras hacía mis deberes, tenía que rebelarme contra mi carne, dedicarme de corazón a todas las cuestiones relacionadas con mis deberes, ser meticuloso y cumplir mis responsabilidades. Solo al hacer esto podía desempeñar mis deberes de una manera conforme a las intenciones de Dios. Así que le oré: “Dios, al hacer mis deberes, siempre he complacido a la carne, no he logrado cumplir bien con mis deberes ni he estado a la altura de Tus intenciones. Ahora estoy dispuesto a arrepentirme ante Ti y a aceptar Tu escrutinio. Practicaré ser sincero y responsable al completar todas las tareas y cumpliré mis deberes como me corresponde”.

Después de eso, me centré en practicar y entrar de esta manera al hacer mis deberes. Recuerdo una vez que los hermanos y hermanas me enviaron dos videos que había que revisar con urgencia. Uno de los videos tenía numerosos problemas y revisarlo requería mucho tiempo y esfuerzo, así que no pude evitar volver a quejarme. Sin embargo, llegado este punto, me di cuenta de que estaba considerando mi carne, así que enseguida le oré a Dios y me rebelé contra mí mismo. Recordé un pasaje de las palabras de Dios: “En la actualidad no hay muchas oportunidades para cumplir con un deber, así que debes aprovecharlas cuando puedas. Es precisamente cuando te enfrentas a un deber que debes esforzarte, entonces es cuando debes ofrecerte, gastarte por Dios, y cuando se te requiere que pagues el precio. No te guardes nada, no albergues ningún plan, no dejes ningún margen de maniobra, no te concedas una salida. Si dejas margen, eres calculador o escurridizo y holgazaneas, entonces estás destinado a hacer un trabajo deficiente(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La entrada en la vida comienza con el cumplimiento del deber). Me surgió una tarea urgente, y este era el momento exacto en el que necesitaba rebelarme contra mi carne y pagar un precio. Debía aceptar el escrutinio de Dios, completar este trabajo con seriedad y responsabilidad, así como cumplir con mis responsabilidades, ya que solo esto estaría de acuerdo con la intención de Dios. Así que, terminé enseguida de revisar los videos y, después, me ocupé de otros asuntos. Más adelante, cuando afronté situaciones similares, igual que antes, me tranquilicé adrede ante Dios y antepuse mis deberes. Al practicar de esta manera, mi corazón se sintió en paz y mis deberes me parecían mucho más satisfactorios que antes.

Al experimentar estas circunstancias, al final fui capaz de ver los peligros y las consecuencias de disfrutar de la comodidad. También entendí que, para cumplir bien con los deberes y las responsabilidades, uno necesita tener un verdadero sentido de la carga y estar dispuesto a sufrir y pagar un precio.

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