58. ¿Qué oculta realmente el evadir la supervisión?

Por Lin Wei, China

En junio de 2021, me eligieron predicadora. Al principio, no estaba familiarizada con mi trabajo, así que aprendí con humildad de los compañeros con los que colaboraba. Después de un tiempo, parte del trabajo en las iglesias que tenía a cargo empezó a dar algunos resultados. Sin embargo, en otros aspectos, el trabajo no había avanzado demasiado. En una reunión, una líder de nivel superior me preguntó: “¿Qué trabajo has hecho durante este tiempo? ¿Cómo han progresado los distintos aspectos del trabajo en la iglesia?”. Pensé: “Desde que asumí el trabajo, el cultivo de regadores no ha progresado. No mencionaré esto por ahora, no sea que la líder diga que no estoy haciendo un buen trabajo y piense mal de mí. Sin embargo, el trabajo evangélico y el de depuración de la iglesia han obtenido ciertos resultados. Si hablo de estos, seguro que la líder tendrá una buena impresión de mí y pensará que soy capaz de hacer mi deber”. Por eso, solo hablé del trabajo que había dado resultados. No me esperaba que, luego, la líder me preguntara cómo iba el cultivo de regadores. Pensé: “Si la líder descubre que no he encontrado ningún candidato apto para que lo cultiven, ¿dirá que me falta capacidad de trabajo?”. Así que dije: “Ahora mismo estoy buscando gente”. Al oír esto, la líder no me preguntó más nada y solo me instó a que cultivara a gente lo antes posible. Mi corazón se sintió feliz en secreto al pensar que había conseguido salir del paso. De forma inesperada, la líder volvió a preguntar: “¿Hay algún riesgo de seguridad en las casas para las reuniones?”. Me puse nerviosa en cuanto oí esto. Algunas casas sí tenían riesgos de seguridad, pero como no podíamos encontrar casas adecuadas, seguíamos arreglándonos con ellas. Si decía la verdad, ¿qué pensaría la líder de mí? ¿Diría que vulneré a propósito los principios y que no tuve en cuenta la seguridad? ¿Me podaría? En ese momento, me sentí algo irritada. “¿Por qué me está haciendo preguntas tan detalladas?”. Así que mentí y dije: “Se ha dado esa situación, pero solo hemos usado la casa una vez. Cuando regrese, lo solucionaré”. La líder pareció leerme la mente. Me podó y dijo: “Sabes perfectamente que la casa para las reuniones no es segura y, aun así, sigues usándola. ¡Si pasa algo, las consecuencias serían inimaginables! ¿Serás capaz de soportarlas? Además, aún no has encontrado regadores aptos para que los cultiven. ¿Acaso esto no está retrasando el trabajo?”. Al oír que la líder decía esto, me entró aún más pánico. “La líder descubrió que tenía muchos problemas la primera vez que nos reunimos. ¿Cómo voy a dar la cara? ¿Dirá que no soy apta para el deber?”. Al mismo tiempo, también me defendí en silencio. “No he estado a cargo del trabajo por mucho tiempo, así que es comprensible que algunos aspectos no se hayan hecho bien. ¿Acaso mi otro trabajo no ha dado algunos resultados? Deberían darme un poco de tiempo para que pueda tomármelo con calma”. Me justifiqué y dije que apenas había comenzado a formarme y que todavía no entendía algunos principios. La líder me escuchó y, luego, me habló sobre algunos de los principios. El asunto pasó.

Unos días después, esa líder de nivel superior vino a nuestra iglesia para ocuparse de algunos asuntos. De paso, me preguntó cuántos líderes y obreros que tenía a cargo podíamos ascender y cultivar, y si había alguno que hubiera que destituir o reasignar. Pensé: “La última vez que la líder se familiarizó con el trabajo, puso al descubierto muchos de mis problemas y desviaciones. ¿Por qué me pregunta de nuevo? No tengo mucho contacto con algunos de los líderes y obreros, así que no estoy segura de que se los pueda ascender y cultivar. En cuanto a los líderes y obreros que no obtienen buenos resultados en sus deberes, ahora mismo no puedo evaluar si hay que reasignarlos. ¿Qué debería decir? Si digo que no lo sé, la líder pensará que no estoy haciendo trabajo real. Si digo que sí lo sé, no podré dar información detallada con claridad”. Por lo tanto, respondí de manera superficial: “No puedo discernirlo; no sabría evaluarlo correctamente”. La líder vio que no obtendría una respuesta a sus preguntas y no me preguntó más nada. Tras eso, me di cuenta de que mi actitud no era la correcta y sentí un poco de remordimiento. La líder solo quería entender los detalles específicos del trabajo en la iglesia, y no era que yo no entendiera nada. ¿Por qué no podía limitarme a hablar con honestidad?

Al día siguiente, la líder me buscó para compartir conmigo y me preguntó: “¿Por qué no hablaste con sinceridad al informar sobre la situación del trabajo y por qué no quieres que las personas supervisen y revisen el trabajo que tienes a cargo? ¿Qué carácter es ese?”. Al oír esto, mi corazón se aceleró. “¿Qué pensará la líder de mí ahora? No he estado haciendo trabajo real y tampoco le he permitido que supervise el trabajo. ¡Seguro que esto es un problema grave!”. Por lo tanto, respondí con cautela: “Recién acabo de entender que he sido bastante falsa”. La líder dijo con solemnidad: “Es cierto que tienes un carácter falso, pero estás mostrando cierta resistencia hacia el trabajo de supervisión y no permites que los demás vean cómo avanza tu trabajo. Esto está obstruyendo la implementación del trabajo de la iglesia y revela el carácter de un anticristo. ¡Debes reflexionar profundamente sobre ti misma!”. Al oír las palabras de la líder, sentí un poco de miedo en mi corazón. No esperaba que la naturaleza del problema fuera tan grave. Oré a Dios en mi corazón y le pedí que me guiara para entender mis propios problemas. Más tarde, la líder me buscó un pasaje de las palabras de Dios, que me dio cierta comprensión sobre mi propio carácter corrupto. Dios Todopoderoso dice: “Cualquiera que sea el trabajo al que se dedique un anticristo, teme que lo Alto sepa más de él y haga indagaciones. Si lo Alto, en efecto, indaga sobre el estado del trabajo o del personal, el anticristo solo dará cuenta de unas pocas trivialidades de manera superficial, algunas cosas que él cree que está bien que lo Alto sepa y que no generará consecuencias que lo haga. Si lo Alto insiste en indagar sobre el resto de las cosas, el anticristo pensará que se está entrometiendo en su deber y en sus ‘asuntos internos’. Ya no le dirá nada más, sino que se hará el tonto, engañando y ocultando las cosas. […] así que ¿con qué objetivo lo desempeña? Para asegurar su estatus y su sustento. Cualesquiera sean las cosas malas que haga, no informa a la gente de la intención y el motivo subyacentes. Los debe mantener en estricta confidencialidad; esas cuestiones son información clasificada para él. ¿Cuál es el tema más sensible para las personas así? Es cuando les preguntas: ‘¿Qué has estado haciendo últimamente? ¿Tu cumplimiento del deber ha dado resultados? ¿Ha habido trastornos o perturbaciones en el campo de tu trabajo? ¿Cómo los has manejado? ¿Estás en el punto del trabajo en que deberías estar? ¿Has estado cumpliendo tu deber de manera leal? Las decisiones que has tomado, ¿han perjudicado los intereses de la casa de Dios? ¿Se han reemplazado los líderes que no están calificados? ¿Se ha ascendido y formado a las personas de calibre bueno y que, relativamente, persiguen la verdad? ¿Has reprimido a las personas que han sido desobedientes contigo? ¿Qué conocimiento tienes de tu carácter corrupto? ¿Qué tipo de persona eres?’. Estos son los temas más sensibles para ellas. Que les pregunten estas cosas es lo que más miedo les da, así que, en lugar de esperar que se las preguntes, se apresuran a encontrar otro tema con el que cubrirlas. Querrán despistarte por todos los medios y evitar que sepas cuál es la situación real, tal y como es. Siempre te mantienen desinformado, nunca permiten que sepas hasta dónde han llegado con su trabajo. No hay un ápice de transparencia ahí. Esas personas, ¿tienen verdadera fe en Dios? ¿Tienen temor de Dios? No. Nunca informan de manera proactiva sobre su trabajo ni sobre los percances en este; jamás preguntan, buscan ni se sinceran sobre los desafíos y la confusión con los que se han topado en su trabajo, sino que llegan al punto de ocultar esas cosas, engatusando y engañando a los demás. No hay transparencia en absoluto en su trabajo y es solo cuando lo Alto los presiona a informar de los hechos y a dar explicaciones que, a regañadientes, dicen algo. Prefieren morir antes que hablar de cualquier problema que ataña a su reputación y su estatus; morirían antes de pronunciar una sola palabra sobre ello. En vez de eso, fingen no haber entendido. ¿No es ese el carácter de un anticristo?(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (II)). Las palabras de Dios me permitieron ver que los anticristos siempre temen que lo Alto pregunte sobre su trabajo y descubra su estado real. Tienen un miedo terrible de que se expongan las cosas que no han hecho, sus deficiencias y carencias. Para proteger su propia reputación y estatus, se esfuerzan al máximo en crear cortinas de humo y usar artimañas para que la gente no descubra la verdad. Reflexioné sobre mí misma y vi que era igual. Cuando la líder intentó conocer mi trabajo, tomé la iniciativa de informarle sobre el trabajo que sí había dado resultados para demostrarle que tenía capacidad de trabajo. Sin embargo, no dije una palabra sobre el trabajo que no había dado frutos. Cuando la líder me preguntó sobre cómo había progresado el cultivo de regadores, aunque sabía perfectamente que estaba sumida en dificultades y no estaba haciendo trabajo real, tenía miedo de que la líder me podara si decía la verdad, así que fui falsa y dije que el trabajo estaba en marcha para hacer que ella creyera erróneamente que estaba haciendo trabajo real. De este modo, pensé que podía proteger la imagen que la líder tenía de mí. Cuando me preguntó si las casas para las reuniones eran seguras, me preocupaba que, si la líder conocía la situación real, me podaría por actuar sin principios, así que encubrí los hechos y di respuestas ambiguas, evité hablar sobre los aspectos importantes del asunto para que la líder pensara que no había seguido los principios únicamente en esa ocasión. Engañé a la líder e intenté salir impune. Cuando ella me podó y expuso, vi que ya no podía encubrirlo más. Tenía miedo de quedar mal, así que busqué excusas, dije que llevaba poco tiempo haciendo mi deber y que aún no entendía los principios. Además, cuando la líder de nivel superior me preguntó sobre los líderes y obreros que tenía a cargo, aunque sabía perfectamente que no entendía a algunas personas, respondí de manera superficial y dije que no podía discernirlas ni calarlas. Vi que, para proteger mi reputación y estatus, recurría todo el tiempo al engaño y las artimañas para encubrir las desviaciones y deficiencias en el trabajo. ¡Era cierto que era demasiado escurridiza y falsa! En realidad, es perfectamente válido que los líderes pregunten sobre la situación del trabajo. También es normal que haya desviaciones y problemas en el trabajo. Mientras pueda reconocer los aspectos que no he conseguido hacer y corregirlos, eso está bien. Sin embargo, no supe encargarme de ellos de forma correcta y tampoco pensé en cómo hacer las cosas para beneficiar el trabajo de la iglesia. En cambio, para proteger mi reputación y estatus, recurrí de forma descarada al engaño y las artimañas. Puse todo mi empeño en encubrir las desviaciones y fallos del trabajo. Tenía un miedo terrible de que la líder los descubriera, lo que llevó a que ella no pudiera entender los problemas en el trabajo ni fuera capaz de compartir y resolverlos sin demora. Lo que estaba haciendo era obstaculizar el trabajo de la iglesia. ¡Me estaba resistiendo a Dios! Mi corazón no era temeroso de Dios en lo más mínimo. Lo que revelé fue el carácter de un anticristo.

Más tarde, leí otro pasaje de las palabras de Dios y obtuve cierta comprensión del daño y las consecuencias de perseguir la reputación y el estatus. Dios Todopoderoso dice: “Si eres alguien que ama la verdad, sufrirás distintas adversidades para poder practicarla. Aunque signifique sacrificar tu reputación, tu estatus y aguantar que te ridiculicen y humillen, nada de eso te va a importar; mientras seas capaz de practicar la verdad y satisfacer a Dios, con eso basta. Aquellos que aman la verdad eligen practicarla y ser honestos. Esa es la senda correcta y Dios la bendice. Si una persona no ama la verdad, ¿qué elige? Elige servirse de mentiras para mantener su reputación, su estatus, su dignidad y su talante. Prefieren ser falsos y que Dios los deteste y rechace. Tales personas rechazan la verdad y a Dios. Eligen su propia reputación y estatus; quieren ser taimados. No les importa si Dios está complacido o si los va a salvar. ¿Acaso pueden salvarse aún? Desde luego que no, porque han escogido la senda equivocada. Solo pueden vivir por la mentira y el engaño; solo pueden llevar vidas penosas basadas en decir mentiras, taparlas y devanarse los sesos para protegerse día tras día. Si crees que las mentiras sirven para mantener la reputación, el estatus, la vanidad y el orgullo que anhelas, estás completamente equivocado. En realidad, al contar mentiras no solo no mantienes tu vanidad y orgullo, ni tu dignidad y tu talante sino, lo que es más grave, pierdes la oportunidad de practicar la verdad y ser una persona honesta. Aunque te las arregles para proteger tu reputación, tu estatus, tu vanidad y tu orgullo en ese momento, has sacrificado la verdad y has traicionado a Dios. Esto significa que has perdido por completo la oportunidad de que Él te salve y te perfeccione, lo cual supone una enorme pérdida y un remordimiento de por vida. Aquellos que son taimados nunca entenderán esto(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo una persona honesta puede vivir con auténtica semejanza humana). Las palabras de Dios me permitieron entender que Dios ama a las personas honestas, pero aborrece y detesta a las falsas. Si alguien usa mentiras y artimañas constantemente para proteger su reputación y estatus, entonces, es una persona falsa y no puede ser salva. Al reflexionar, me di cuenta de que la líder preguntaba sobre el trabajo y le daba seguimiento para tener una idea del estado de la iglesia. Cualquier persona con un mínimo de razón debería responder con sinceridad. Sin embargo, yo tenía un miedo terrible de que la líder descubriera las desviaciones y problemas en mi trabajo y que esto afectara la buena impresión que tenía de mí. Solo informaba de las buenas noticias, sin mencionar ningún problema, y daba respuestas ambiguas para encubrir la realidad. Por ejemplo, en el tema del cultivo de personas, sabía perfectamente que estaba sumida en dificultades y que no lo había implementado, pero mentí y dije que el tema estaba avanzando. También estaba el tema de la casa para las reuniones. La había utilizado en contravención de los principios en más de una ocasión, lo que eran vulneraciones conscientes e intencionadas. Sin embargo, con raciocinios sofísticos, le dije a la líder que no entendía los principios. Como no dije la verdad, la líder no pudo comprender la situación real y no tuvo forma de resolver a tiempo los distintos problemas y desviaciones en el trabajo. Apenas surgieran problemas, obstaculizarían el trabajo. Al actuar de este modo, estaba resistiéndome a Dios y estaba haciendo que me aborreciera. Usaba mentiras para ocultar los hechos y proteger mi reputación y estatus. Pensaba que podía hacerlo engañando a la gente. Sin embargo, los hechos demostraron que, cada vez que mentía y usaba artimañas, la líder me tenía totalmente calada. No solo no conseguí proteger mi reputación y estatus, sino que terminé haciendo un ridículo aún mayor. Como mentía y engañaba, me carcomía la conciencia. Pensé en los falsos líderes y anticristos que habían sido revelados y descartados. Para proteger su propia reputación y estatus y crear una imagen de sí mismos en el corazón de las personas, no aceptan el escrutinio de Dios al cumplir su deber ni aceptan que sus hermanos y hermanas los supervisen. Aunque dejan su trabajo hecho un desastre, siguen encubriéndolo para que nadie lo descubra. Como consecuencia, perjudican gravemente el trabajo de la iglesia y acaban siendo destituidos y descartados. ¿Acaso mi comportamiento no era idéntico al de ellos? Para proteger mi propia reputación y estatus, fui falsa, una y otra vez, y oculté las desviaciones y defectos en mi trabajo. Engañé a las personas e intenté engatusar a Dios. Si no me arrepentía, de seguro, Dios me desdeñaría y perdería mi oportunidad de obtener la salvación.

Durante mi práctica devocional, leí estas palabras de Dios: “La casa de Dios supervisa, observa e intenta entender a aquellos que realizan un deber. ¿Podéis aceptar este principio de la casa de Dios? (Sí). Es maravilloso que puedas aceptar que la casa de Dios te supervise, te observe e intente entenderte. Te ayuda a cumplir bien tu deber, a ser capaz de hacerlo de una manera que cumpla con el estándar y de satisfacer las intenciones de Dios. Te beneficia y te ayuda sin que esto suponga ningún inconveniente en absoluto. Una vez que has comprendido este principio, ¿acaso no deberías dejar de tener entonces algún sentimiento de resistencia o cautela contra la supervisión de los líderes, los obreros y el pueblo escogido de Dios? Aunque a veces alguien trate de comprenderte, observarte y supervisar tu trabajo, no te lo debes tomar como algo personal. ¿Por qué digo esto? Porque las tareas que ahora son tuyas, el deber que desempeñas y cualquier trabajo que hagas no son asuntos privados o un trabajo personal de cualquiera; todo ello atañe a la obra de la casa de Dios y tiene relación con una parte de la obra de Dios. Por lo tanto, cuando alguien dedica algo de tiempo a supervisarte u observarte, o logra entenderte a un nivel profundo, trata de conversar contigo de corazón a corazón y averiguar tu estado durante este tiempo; e incluso a veces, cuando su actitud es algo más dura y te poda, disciplina y te reprueba un poco, hace todo esto porque tiene una actitud meticulosa y responsable hacia el trabajo de la casa de Dios. No deberías albergar ningunos pensamientos ni emociones negativos al respecto. ¿Qué significa que puedas aceptar que otros te supervisen, te observen y traten de entenderte? Que, en tu interior, aceptas el escrutinio de Dios. Si no aceptas la supervisión, la observación ni los intentos por entenderte de la gente, si te resistes a todo esto, ¿puedes aceptar el escrutinio de Dios? El escrutinio de Dios es más detallado, profundo y preciso que cuando la gente trata de entenderte; los requisitos de Dios son más específicos, exigentes y profundos. Si no eres capaz de aceptar que el pueblo escogido de Dios te supervise, ¿no son vacías tus afirmaciones de que puedes aceptar el escrutinio de Dios? Para que puedas aceptar el escrutinio y el examen de Dios, primero debes aceptar que la casa de Dios, los líderes y obreros o los hermanos y las hermanas te supervisen(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (7)). Las palabras de Dios me permitieron entender que todos tienen un carácter corrupto y que suelen hacer sus deberes de manera superficial sin darse cuenta. También suelen hacer cosas que vulneran los principios basándose en sus propias ideas, lo que perjudica el trabajo de la iglesia. Antes de obtener la verdad, nadie es de fiar. Por lo tanto, cuando cumplimos nuestros deberes, debemos aceptar que los líderes y nuestros hermanos y hermanas nos supervisen. Esto beneficia tanto el trabajo de la iglesia como nuestra propia entrada en la vida. Es como en esta ocasión, cuando, gracias a que la líder descubrió la situación del trabajo y le dio seguimiento a tiempo, finalmente me di cuenta de que mi trabajo de cultivar a la gente no había avanzado y que esto ya estaba obstaculizando el trabajo. Solo cuando la líder descubrió la situación del trabajo y le dio seguimiento sentí cierta urgencia y quise implementarlo de prisa para no causar un daño mayor al trabajo. Además, elegí las casas para las reuniones sin seguir los principios. Si la líder no me lo hubiera preguntado de forma reiterada, yo me habría seguido habituando y habría actuado en contra de los principios. Una vez que el gran dragón rojo hubiera comenzado con las detenciones y se hubiera perjudicado el trabajo de la iglesia, ya habría sido demasiado tarde para lamentarlo. Asimismo, no entendía la situación de los líderes de la iglesia. Las personas que tendrían que haber sido cultivadas, no lo fueron y, por otro lado, las personas que debían destituirse, yo no lo tenía en claro. Estaba completamente atolondrada. A pesar de ello, igual intenté encubrir las cosas. Si la líder no me hubiera preguntado por el trabajo, jamás me habría dado cuenta de que había tantas desviaciones y defectos en el desempeño de mi deber y no habría estado ansiosa ni alterada por revertir la situación. En cuanto a mí, era muy probable que me hubieran reasignado o destituido por no hacer bien mi trabajo. Vi que, sin que la líder de nivel superior hubiera descubierto la situación del trabajo y le hubiera dado seguimiento a tiempo, simplemente no habría sido capaz de cumplir mi deber de acuerdo con los principios. Solo habría podido hacer el mal y resistirme a Dios al depender de mi carácter corrupto. Solo ahora he entendido que, cuando la líder supervisa y revisa mi trabajo, no es porque me menosprecie ni quiera avergonzarme a propósito. En realidad, ella está cumpliendo con las responsabilidades de su trabajo. Me está ayudando a cumplir bien con mi deber y está protegiendo los intereses de la iglesia. Es algo positivo. Sin embargo, yo me resistía a ello y traté de eludirlo. Al hacerlo, sentía aversión a la verdad. ¡Estaba luchando contra Dios! No podía seguir preocupándome por mi imagen y estatus ni seguir eludiendo el trabajo de supervisión de la líder. Tenía que afrontar las desviaciones y defectos en mi trabajo de manera correcta. Tras esto, cambié la casa para las reuniones que tenía un riesgo de seguridad y le informé a la líder sobre la situación y las dificultades reales de cultivar a los regadores. La líder señaló que no estaba seleccionando a las personas conforme a los principios y que mis exigencias eran demasiado altas. También habló conmigo sobre los principios y seleccionamos juntas a las personas. Al final, escogimos a personas aptas para que las cultiven.

Más tarde, leí más de las palabras de Dios: “Debes buscar la verdad para resolver cualquier problema que surja, sea el que sea, y bajo ningún concepto simular o dar una imagen falsa ante los demás. Tus defectos, carencias, fallos y actitudes corruptas… sé totalmente abierto acerca de todos ellos y compártelos. No te los guardes dentro. Aprender a abrirse es el primer paso para la entrada en la vida y el primer obstáculo, el más difícil de superar. Una vez que lo has superado, es fácil entrar en la verdad. ¿Qué significa dar este paso? Significa que estás abriendo tu corazón y mostrando todo lo que tienes, bueno o malo, positivo o negativo; que te estás descubriendo ante los demás y ante Dios; que no le estás ocultando nada a Dios ni estás disimulando ni disfrazando nada, libre de mentiras y falsedades, y que estás siendo igualmente sincero y honesto con otras personas. De esta manera, vives en la luz y no solo Dios te escrutará, sino que otras personas podrán comprobar que actúas con principios y cierto grado de transparencia. No necesitas ningún método para proteger tu reputación, imagen y estatus, ni necesitas encubrir o disfrazar tus errores. No es necesario que hagas estos esfuerzos inútiles. Si puedes dejar de lado estas cosas, estarás muy relajado, vivirás sin limitaciones ni dolor y completamente en la luz(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). “No hagas siempre las cosas para tu propio beneficio y no consideres constantemente tus propios intereses; no consideres los intereses humanos ni tengas en cuenta tu propio orgullo, reputación y estatus. Primero debes considerar los intereses de la casa de Dios y hacer de ellos tu prioridad. Debes ser considerado con las intenciones de Dios y empezar por contemplar si ha habido impurezas en el cumplimiento de tu deber, si has sido leal, has cumplido con tus responsabilidades y lo has dado todo, y si has estado pensando de todo corazón en tu deber y en la obra de la iglesia. Debes meditar sobre estas cosas. Si piensas en ellas con frecuencia y las comprendes, te será más fácil cumplir bien con el deber(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando el carácter corrupto). Las palabras de Dios señalaron la senda de práctica para cumplir bien con nuestro deber. Debemos aceptar el escrutinio de Dios y no usar medios deshonestos o artimañas para proteger nuestra propia reputación y estatus. Debemos anteponer los intereses de la iglesia y sincerarnos y buscar de inmediato cuando haya cosas que no entendamos o no podamos hacer. No debemos encubrirnos ni disfrazarnos si el trabajo no se ha hecho bien y debemos actuar de la manera que más beneficie al trabajo. De este modo, comportarse no será agotador y podremos obtener la aprobación de Dios al cumplir nuestros deberes.

Después, independientemente de que los líderes se reunieran conmigo para conocer la situación del trabajo o me enviaran una carta para darle seguimiento, siempre me rebelaba de forma consciente contra mi propio carácter corrupto y adoptaba la actitud correcta. Una vez, los líderes superiores enviaron una carta en la que nos pedían un informe sobre varios aspectos del trabajo y, si en algún aspecto los resultados no eran buenos, debíamos explicarles los motivos. Pensé: “En las últimas dos semanas he estado ocupada implementando el trabajo de depuración. No he tenido la oportunidad de dar seguimiento a los otros trabajos. En una de las iglesias faltan líderes y aún no ha habido elecciones. Tampoco he dado seguimiento al trabajo de riego ni al evangélico. No sé mucho sobre lo que está pasando en estos ámbitos de trabajo. ¿Cómo puedo presentar un informe cuando hay tantos trabajos sin hacer? Si los líderes lo descubren, ¿dirán que no estoy haciendo trabajo real y que no soy apta para este puesto? ¿Por qué no me callo la boca por ahora sobre los trabajos que aún no he hecho e informo sobre ellos cuando los haya realizado?”. Luego cambié de opinión y pensé: “¡Eso está mal! ¿Acaso no estoy tratando de ocultar los hechos, ser falsa y usar artimañas?”. En ese momento me di cuenta de que mi estado era incorrecto. Oré a Dios de inmediato. Recordé estas palabras de Dios: “Aquellos capaces de poner en práctica la verdad pueden aceptar el escrutinio de Dios en las cosas que hacen. Cuando aceptes el escrutinio de Dios, tu corazón se enderezará(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando el carácter corrupto). Es cierto. Dios exige que hagamos todo ante Él y aceptemos Su escrutinio. Ya no puedo hacer las cosas solo ante las personas ni ser falsa y usar artimañas para que me elogien. Esto hace que Dios me aborrezca. No importa lo que los demás piensen de mí, debo practicar ser una persona honesta conforme a las palabras de Dios. Las cosas deben ser claras y estar en total conformidad con los hechos. Solo así estaré de acuerdo con la intención de Dios. Entonces, oré a Dios: “Querido Dios, no he hecho bien algunos trabajos y no quiero informar sobre ellos para encubrirlo. Te ruego que me guíes para desprenderme de mi imagen y estatus, practicar la verdad para ser una persona honesta e informar con sinceridad sobre la situación a los líderes”. Después de orar, escribí de forma honesta sobre el estado de cada aspecto del trabajo de la iglesia y se lo envié a los líderes. Luego, resumí de inmediato mis propios problemas y desviaciones y proseguí a darle seguimiento a esas tareas y manejarlas. Al final, logré implementar todo el trabajo que había quedado pendiente. Al practicar de esta manera, sentí mucha paz en mi corazón. Más adelante, hubo trabajos en las iglesias que tenía a cargo que no se implementaron a tiempo. Gracias a que los líderes me dieron seguimiento y me supervisaron de manera continua, pudieron instarme a que hiciera el trabajo y corrigiera la situación de inmediato. Cuando encontré problemas que no era capaz de resolver, también informé a los líderes de inmediato y ellos me señalaron una senda de práctica. Me brindaron mucha orientación y ayuda en mi trabajo. Ahora, acepto desde el fondo de mi corazón que los líderes supervisen mi trabajo y le den seguimiento.

A través de esta revelación, finalmente vi que mi naturaleza no amaba la verdad. Por el bien de mi reputación y estatus, hasta fui capaz de mentir, usar artimañas, encubrir los defectos en el trabajo y evitar que los líderes me supervisaran. ¡Estaba recorriendo la senda de los anticristos! Al mismo tiempo, también me di cuenta de que, si cumplo mi deber sin que los líderes y obreros me supervisen, simplemente no podré hacer bien el trabajo. ¡El trabajo de supervisión de los líderes y obreros me ha sido de gran beneficio!

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