77. Ahora sé cómo tratar a las personas de manera correcta
En marzo de 2022, me eligieron líder en la iglesia. Con la guía y ayuda de los hermanos y hermanas con los que trabajaba, con el tiempo pude descubrir y resolver algunas desviaciones y problemas en el trabajo, y de a poco sus resultados mostraron cierta mejora. Mis hermanos y hermanas dijeron que tenía capacidad de trabajo. Estaba muy feliz y sentía que, aunque solo había estado formándome poco tiempo, tenía buena aptitud y era capaz de descubrir problemas y hacer bien el trabajo. ¡Pensé que era un talento bastante único! Más tarde, eligieron líder a la hermana Lu Yao en la iglesia y la pusieron a colaborar conmigo. La ayudé a familiarizarse con el trabajo y a entenderlo. Con el tiempo, descubrí que Lu Yao solo podía participar un poco en su trabajo, pero no podía asumir realmente el trabajo que tenía a cargo. Sentí un poco de desdén. “¡He invertido tanto tiempo y esfuerzo en enseñarte a trabajar, pero progresas tan lento! Cuando mis hermanos y hermanas me ayudaron a familiarizarme con el trabajo, en cuanto alguien me decía algo, lo entendía y podía extrapolar a partir de eso más tarde. ¿Por qué te cuesta tanto? Esto no puede ser. ¡Voy a tener que reprenderte!”. Por lo tanto, le dije con severidad: “Ya te he explicado con claridad cómo hacer estas tareas. ¿Por qué aún no puedes hacerlas? ¿Te estás esmerando o no?”. El rostro de Lu Yao se ruborizó, y ella agachó la cabeza en silencio. Cuando vi lo triste que parecía, pensé: “¿Me habré pasado con lo que le dije? Después de todo, Lu Yao acaba de empezar a formarse y necesita familiarizarse con muchas tareas. Además, es un poco mayor y su memoria no es tan buena”. Sin embargo, luego volví a pensar: “Aunque mi tono fue un poco duro, solo quería ayudarla a familiarizarse con el trabajo lo antes posible”. Así que no hice introspección.
Más tarde, me eligieron predicadora y ayudaba a la nueva líder que acababan de elegir, la hermana Han Lu, a familiarizarse con el trabajo. Una vez, estábamos evaluando si la situación de algunas personas era conforme a los principios para ser echadas. Vi que estaba claro que algunas personas manifestaban ser malvadas, pero Han Lu no lo había discernido. Sentí un poco de desdén en mi corazón. “Has hecho trabajo de depuración antes. ¿Acaso no hemos hablado previamente sobre los principios en este ámbito? ¿Cómo es que, en lugar de progresar, has retrocedido?”. Luego pensé que, cuando los líderes superiores compartieron conmigo y me guiaron sobre el discernimiento, aunque yo también tenía deficiencias, no era tan incompetente como ella. Por lo tanto, le dije con severidad a Han Lu: “¡Tienes que fijarte en los problemas de acuerdo con la esencia de las personas! ¡No puedes fijarte solo en cuestiones irrelevantes!”. Han Lu se quedó atónita cuando le dije esto y respondió en voz baja: “Entiendo los principios en términos de doctrina, pero cuando me enfrento a diferentes personas, simplemente no puedo discernirlas”. Cuando oí esto, más ansiosa me puse y más me enojé. “En el pasado, yo no había hecho nunca trabajo de depuración, pero lo entendí en cuanto me lo explicaron. Después de todo, tú has hecho trabajo de depuración antes, ¿cómo puedes seguir careciendo de discernimiento?”. Luego, la reprendí con severidad: “¿No estarás poniendo meras excusas con eso? Ya has hecho antes el trabajo de depuración y también hemos hablado sobre los principios con anterioridad. Si ni siquiera tienes discernimiento ahora, ¿acaso no estás cumpliendo tu deber sin esmero?”. Cuando me oyó decir esto, Han Lu agachó la cabeza de la vergüenza y no dijo una palabra. Cuando vi la expresión de Han Lu, pensé: “¿Acaso la he limitado con mi forma de hablar?”. Sin embargo, cuando percibía estos problemas, no podía sino revelar mi impulsividad. Más tarde, reflexioné: ¿Por qué siempre revelo mi impulsividad cuando cultivo a las personas? Durante esa época, oraba a Dios para buscar y trataba de contenerme lo mejor posible en mi forma de hablar y actuar. Sin embargo, a veces no podía evitar que me diera un arrebato de ira y, después, me dolía el corazón. Unos días después, Han Lu me dio una sugerencia y dijo que le exigía demasiado a los demás y que el tono estricto de mi voz hacía difícil que aceptaran lo que decía. Cuando oí lo que dijo Han Lu, al principio no pude aceptarlo. Pensé: “Ya estoy intentando contenerme para no revelar mi impulsividad. ¿Por qué no reflexionas sobre tus propios problemas? ¿Cómo puedo ser amable contigo si no puedes hacer bien tu trabajo?”. Sin embargo, recordé que, antes, Lu Yao había dicho que yo exigía a los demás basándome en mi propia estatura y, ahora, Han Lu decía lo mismo. Dios estaba permitiendo esto, y yo no podía seguir justificándome; tenía que someterme.
Más tarde, después de que una hermana se enteró de mi estado, compartió conmigo varios pasajes de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Si como líder u obrero de la iglesia debes guiar a los escogidos de Dios para que entren en la realidad-verdad y den un buen testimonio de Dios, lo más importante es guiar a las personas para que pasen más tiempo leyendo Sus palabras y hablando sobre la verdad. De este modo, los escogidos de Dios pueden tener un conocimiento más profundo de Sus objetivos en la salvación del hombre y el propósito de Su obra, y pueden entender las intenciones de Dios y Sus diversas exigencias hacia el hombre, permitiéndoles así cumplir correctamente con su deber y satisfacer a Dios. […] ¿Puedes hacer que la gente entienda la verdad y entre en la realidad si solo predicas palabras y doctrinas para sermonearla y podarla? Si aquello de lo que hablas no es práctico, si solo son palabras y doctrinas, entonces no importa cuánto los podes y los sermonees, no servirá de nada. ¿Crees que el hecho de que la gente tenga miedo de ti y haga lo que le dices sin atreverse a llevarte la contraria equivale a que entienden la verdad y son sumisos? Ese es un gran error; la entrada en la vida no es tan sencilla. Algunos líderes son como un jefe nuevo que trata de causar una honda impresión, tratan de imponer a los escogidos de Dios su autoridad, para que todos se sometan a ellos, creyendo que eso facilitará su trabajo. Si careces de la realidad-verdad, entonces en poco tiempo quedará revelada tu estatura, se desenmascarará tu verdadero ser y puede que seas descartado. En algunos trabajos administrativos, es aceptable un poco de poda y disciplina. Pero si eres incapaz de hablar sobre la verdad, al final, seguirás siendo incapaz de resolver los problemas, y eso afectará los resultados del trabajo. Si, independientemente de los problemas que aparezcan en la iglesia, sigues sermoneando a la gente y arrojando culpas, si lo único que haces es actuar con mal genio, entonces esto es la revelación de tu carácter corrupto, y has mostrado la fea cara de tu corrupción. Si siempre te pones en un pedestal y das lecciones a la gente de esa manera, a medida que pase el tiempo, la gente será incapaz de recibir de ti la provisión de vida, no ganará nada práctico, y en vez de eso te detestará y sentirá asco hacia ti. Además, habrá algunas personas que, habiendo sido influenciadas por ti debido a la falta de discernimiento, igualmente aleccionarán a otros y los podarán. También se enfadarán y perderán los nervios. No solo serás incapaz de resolver los problemas de la gente, sino que también estarás fomentando sus actitudes corruptas. ¿Y no es eso llevarlos a la senda de la perdición? ¿No es eso un acto de maldad? Un líder debe liderar, principalmente, mediante la enseñanza de la verdad y la provisión de vida. Si siempre te pones en un pedestal y aleccionas a los demás, ¿serán capaces de entender la verdad? Si trabajas de esta manera durante un tiempo, cuando la gente llegue a verte claramente tal como eres, van a abandonarte. ¿Puedes llevar a la gente ante Dios trabajando de esta manera? Desde luego que no; lo único que puedes hacer es estropear el trabajo de la iglesia y hacer que todo el pueblo escogido de Dios te aborrezca y te abandone” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). “No pienses que lo entiendes todo. Yo te digo que todo lo que has visto y experimentado es insuficiente para que entiendas siquiera una milésima parte de Mi plan de gestión. ¿Por qué actúas, pues, con tanta altanería? ¡Esa pequeña pizca de talento y el conocimiento exiguo que tienes son insuficientes para que Jesús los use siquiera en un solo segundo de Su obra! ¿Cuánta experiencia posees realmente? ¡Lo que has visto y todo lo que has oído durante tu vida, y lo que has imaginado, es menos que la obra que Yo hago en un momento! Será mejor que no seas quisquilloso ni critiques. Puedes ser todo lo arrogante que quieras, pero ¡no eres más que un ser creado que no puede compararse siquiera con una hormiga! ¡Todo lo que hay en tu barriga es menos que lo que hay en la barriga de una hormiga! No pienses que, porque tienes algo de experiencia y antigüedad, eso te da derecho a gesticular como loco y hablar con grandilocuencia. ¿No son tu experiencia y tu antigüedad el resultado de las palabras que Yo he pronunciado? ¿Crees que fueron a cambio de tu trabajo y esfuerzo?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación). Cuando terminé de leer las palabras de Dios, me sentí realmente avergonzada. Desde que me convertí en líder y mi trabajo dio algunos resultados, me volví petulante y presumida. Pensé que tenía buena aptitud, que era muy inteligente y que entendía las cosas en cuanto me las explicaban, así que empecé a menospreciar a mis hermanos y hermanas. Cuando ayudaba a Lu Yao con su trabajo, vi que ella no podía trabajar de manera independiente, a pesar de haber estado formándose durante un tiempo, y sentí desdén en mi corazón. Cuestioné por qué yo podía hacerlo y ella no, y hasta la reprendí y regañé desde una posición de superioridad. Después de que me eligieron predicadora, volví a usar mi propia medida como estándar para evaluar a los demás cuando hice exigencias a Han Lu. Cuando vi que Han Lu no captaba los principios, concluí de inmediato que no se esmeraba y también le di una reprimenda. Esto hizo que Han Lu se sintiera cada vez más reprimida y limitada en su relación conmigo. Me di cuenta de que, en mi trato con las personas, no aplicaba los principios. En lugar de tratarlas de acuerdo con su estatura y aptitud, usé mi propia medida como estándar para juzgarlas. Cuando mis hermanos y hermanas no cumplían con mis expectativas, los desdeñaba, menospreciaba y reprendía desde una posición de superioridad. En realidad, sin el esclarecimiento de las palabras de Dios y la guía y ayuda de mis hermanos y hermanas, yo tampoco sabría cómo hacer el trabajo. Sin embargo, usé esto como capital de forma descarada y desdeñé y menosprecié constantemente a mis hermanos y hermanas. ¡Realmente no tenía la más mínima razón! Dios exige a los líderes y obreros que sean capaces de hablar sobre la verdad para resolver los problemas, que puedan señalar cualquier desviación y problema en el trabajo de sus hermanos y hermanas, y que los guíen para entrar en los principios. Sin embargo, yo no solo no logré cumplir con mis responsabilidades, sino que también reprendí a los demás desde una posición de superioridad y perjudiqué a mis hermanos y hermanas. ¿Cómo era esto cumplir mi deber? Sentí un profundo arrepentimiento cuando pensé en lo que había hecho. ¿Cómo podía haber tenido tan poca humanidad y no haber brindado a mis hermanos y hermanas ni una pizca de ayuda y amor genuinos?
Un día, leí las palabras de Dios y finalmente entendí por qué no podía tratar a las personas de manera correcta. Dios Todopoderoso dice: “Hay muchos tipos de actitudes corruptas incluidas en las actitudes de Satanás, pero el más obvio y que más destaca es el carácter arrogante. La arrogancia es la raíz del carácter corrupto del hombre. Cuanto más arrogante es la gente, más irrazonable es, y cuanto más irrazonable es, más propensa es a oponerse a Dios. ¿Hasta dónde llega la gravedad de este problema? Las personas de carácter arrogante no solo consideran a todas las demás inferiores a ellas, sino que lo peor es que incluso son condescendientes con Dios y no tienen un corazón temeroso de Él. Aunque las personas parezcan creer en Dios y seguirlo, no lo tratan en modo alguno como a Dios. Siempre creen poseer la verdad y tienen buen concepto de sí mismas. Esta es la esencia y la raíz del carácter arrogante, y proviene de Satanás. Por consiguiente, hay que resolver el problema de la arrogancia. Creerse mejor que los demás es un asunto trivial. La cuestión fundamental es que el propio carácter arrogante impide someterse a Dios, a Su soberanía y Sus disposiciones; alguien así siempre se siente inclinado a competir con Dios por el poder y el control sobre los demás. Esta clase de persona no tiene un corazón temeroso de Dios en lo más mínimo, por no hablar de que ni lo ama ni se somete a Él” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). “Si, en el fondo, realmente comprendes la verdad, sabrás cómo practicarla y someterte a Dios y, naturalmente, te embarcarás en la senda de búsqueda de la verdad. Si la senda por la que vas es la correcta y conforme a las intenciones de Dios, la obra del Espíritu Santo no te abandonará, en cuyo caso serán cada vez menores las posibilidades de que traiciones a Dios. Sin la verdad es fácil hacer el mal, y no podrás evitar hacerlo. Por ejemplo, si tienes un carácter arrogante y engreído, que se te diga que no te opongas a Dios no sirve de nada, no puedes evitarlo, escapa a tu control. No lo haces intencionalmente, sino que esto lo dirige tu naturaleza arrogante y vanidosa. Tu arrogancia y vanidad te harían despreciar a Dios y verlo como algo insignificante; harían que te ensalzaras a ti mismo, que te exhibieras constantemente; te harían despreciar a los demás, no dejarían a nadie en tu corazón más que a ti mismo; te quitarían el lugar que ocupa Dios en tu corazón, y finalmente harían que te sentaras en el lugar de Dios y exigieras que la gente se sometiera a ti y harían que veneraras tus propios pensamientos, ideas y nociones como la verdad. ¡Cuántas cosas malas hacen las personas bajo el dominio de esta naturaleza arrogante y engreída! Para resolver el problema de hacer el mal, primero deben resolver su naturaleza. Sin un cambio de carácter, no sería posible obtener una resolución fundamental a este problema” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo persiguiendo la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter). Mientras meditaba en las palabras de Dios, entendí que la naturaleza arrogante de las personas es la raíz de su resistencia a Dios. Pensé en cómo había adquirido cierta experiencia de trabajo y había logrado algunos resultados, por lo que creía que tenía buena aptitud y que era muy inteligente. Cuando guiaba a mis hermanas en su trabajo, no las trataba conforme a los principios ni les exigía de acuerdo con su estatura y aptitud. En cambio, usaba mi propia medida como estándar para evaluar a mis hermanas y me comparaba constantemente con ellas. Cuando no cumplían con mis exigencias, las desdeñaba, reprendía y regañaba. Al cumplir mi deber, no trataba a las personas conforme a los principios-verdad, sino que usaba mis propias experiencias y perspectivas como base para evaluar a las personas y las cosas. ¿Acaso no estaba tratando mis propios pensamientos y opiniones como si fueran los principios-verdad? Pensé en cómo Lu Yao y Han Lu acababan de empezar a formarse para hacer el trabajo de la iglesia. Aunque tenían deficiencias, también querían hacer bien el trabajo y esperaban que yo las ayudara. Sin embargo, mi carácter arrogante regía mi vida, y simplemente no entendía sus dificultades en absoluto. En cambio, les exigía que fueran iguales que yo y las reprendía y regañaba si no cumplían con mis exigencias, lo que hacía que las limitara. Al entenderlo, sentí miedo en mi corazón. Nunca había pensado que tener un carácter arrogante pudiera hacerme actuar así y que hasta pudiera ser tan insensible como para no darme cuenta en absoluto. Sentí que realmente estaba en peligro y oré a Dios arrepentida, sin querer seguir viviendo conforme a mi carácter arrogante.
Más adelante, leí otro pasaje de las palabras de Dios y descubrí cómo tratar a las personas conforme a los principios-verdad. Dios Todopoderoso dice: “Las palabras de Dios te muestran y señalan claramente cómo debes tratar a los demás; la actitud con la que Dios trata al hombre es la actitud que las personas deben adoptar en su trato de unos hacia otros. ¿Cómo trata Dios a todas y cada una de las personas? Algunas personas son de estatura inmadura o son jóvenes o han creído en Dios por poco tiempo, o no son malas por esencia-naturaleza ni tampoco maliciosas, solo un poco ignorantes o carentes de calibre. O están sujetos a muchas restricciones, y todavía no comprenden la verdad ni han entrado en la vida, así que les resulta difícil abstenerse de hacer cosas estúpidas o cometer actos ignorantes. Pero Dios no se centra en la estupidez pasajera de las personas, sino que mira en sus corazones. Si están decididas a perseguir la verdad, entonces están en lo correcto y, cuando tienen este objetivo, entonces Dios las observa, las espera y les da el tiempo y las oportunidades que les permitan entrar. No es que Dios las vaya a excluir por una sola transgresión. Eso es algo que la gente hace a menudo; Dios nunca trata así a la gente. Si Dios no trata así a la gente, ¿por qué la gente trata así a los demás? ¿Acaso no muestra esto su carácter corrupto? Este es precisamente su carácter corrupto. Debes ver cómo trata Dios a las personas ignorantes y estúpidas, cómo trata a los de estatura inmadura, cómo trata las revelaciones normales del carácter corrupto del hombre y cómo trata a los que son maliciosos. Dios trata a distintas personas de diferentes maneras y también tiene varias maneras de gestionar los diferentes estados de las diferentes personas. Debes entender estas verdades. Una vez que has entendido estas verdades, entonces sabrás cómo experimentar los asuntos y tratar a la gente según los principios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para ganar la verdad, uno debe aprender de las personas, los acontecimientos y las cosas cercanas). Las palabras de Dios me permitieron ver que Su trato de las personas es, en especial, acorde a los principios. Sus exigencias varían en función de la aptitud y estatura de cada persona. No usa el mismo método para todos, sino que trata a las personas de manera justa y según sus circunstancias reales. Aunque Lu Yao tenía poca aptitud, eso no significaba que no estuviera a la altura de la tarea en absoluto. Además, realizaba su deber con constancia y, una vez que entendía algo, dedicaba tiempo y esfuerzo, y hacía todo lo posible para hacerlo bien. En cuanto a las cosas que no entendía, yo debía compartir con ella y guiarla con paciencia. A veces, cuando no podía explicarle algo con claridad, tenía que explicarle paso a paso cómo hacer la tarea. Después de todo, cuando uno empieza a formarse para cumplir un deber, siempre hay un proceso de familiarización. Aunque Han Lu ya había realizado el trabajo de depuración antes, eso no significaba que entendiera todo y que lo tuviera calado. Debería haber compartido con ella y haberla ayudado en lugar de reprenderla y regañarla. Después de entender esto, oré a Dios y estuve dispuesta a tratar a mis hermanos y hermanas de manera justa y conforme a los principios-verdad, y, de esta manera, estaría cumpliendo con mi responsabilidad.
Pensé que la razón por la que era tan arrogante era que siempre usaba mi buena aptitud y mi capacidad para aprender con rapidez como capital. Más adelante, tras leer las palabras de Dios, finalmente obtuve cierta comprensión sobre este problema. Dios dice: “¿Diríais que es difícil cumplir adecuadamente el deber? En realidad, no; la gente solo debe ser capaz de tener una actitud humilde, un poco de sentido y una posición adecuada. Independientemente de la formación que tengas, de los premios que hayas ganado o lo que hayas conseguido, y por muy elevados que sean tu estatus y tu jerarquía, debes dejar de lado todas estas cosas, debes bajarte del pedestal; todo eso no vale nada. Por muy grandes que sean tales glorias, en la casa de Dios no pueden estar por encima de la verdad, pues esas cosas superficiales no son la verdad ni pueden ocupar su lugar. Debes tener esto claro. Si dices: ‘Soy muy talentoso, tengo una mente muy aguda y reflejos rápidos, aprendo enseguida y tengo excelente memoria, por lo que soy idóneo para tomar la decisión final’, si siempre utilizas tales cosas como capital, y las consideras valiosas y positivas, eso es un problema. Si esas cosas ocupan tu corazón, si han arraigado en él, te será difícil aceptar la verdad, y las consecuencias de eso son impensables. Por lo tanto, en primer lugar debes dejar y rechazar esas cosas que amas, que parecen agradables, que son valiosas para ti. No son la verdad; más bien pueden impedirte entrar en ella” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es el adecuado cumplimiento del deber?). Las palabras de Dios me permitieron entender que la aptitud y los dones de una persona son cualidades innatas que vienen de parte de Dios. Poseerlas no significa que una persona tenga realidades-verdad. En el pasado, siempre creí que mi aptitud era buena, que entendía rápido las cosas y que podía descubrir y resolver problemas. Usé esto como capital y presumí de ello. Sin embargo, ahora veía que vivir de este capital me hacía cada vez más arrogante y vanidosa. Para mí, las demás personas no servían para nada, y Dios no estaba en mi corazón. Aunque estas cualidades innatas son beneficiosas para realizar el trabajo y cumplir mi deber, si no puedo aceptar la verdad, entonces, por muy buena que sea mi aptitud o por muy destacados que sean mis dones, solo seré capaz de resistirme a Dios.
Más adelante, debido a los requisitos del trabajo, orienté a los líderes y obreros que acaban de elegir en otra iglesia sobre cómo hacer el trabajo. Algunos de ellos acababan de empezar a formarse, mientras que otros eran nuevos, y había muchas tareas que no sabían hacer. Dado que la persecución del PCCh era muy grave, no podíamos hablar las cosas en persona, así que preparé procedimientos de trabajo detallados para ellos. Sin embargo, después de hacerlo, vi que su trabajo seguía sin rumbo y estuve a punto de mostrar de nuevo mi impulsividad. “En el pasado, mis hermanos y hermanas me guiaron de esta manera y yo lo entendí de inmediato, y hasta pude extrapolarlo a otras cosas. ¿Por qué les resulta tan difícil?”. Cuando estaba a punto de enojarme con ellos y reprenderlos, recordé de repente las palabras de Dios: “La actitud con la que Dios trata al hombre es la actitud que las personas deben adoptar en su trato de unos hacia otros” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para ganar la verdad, uno debe aprender de las personas, los acontecimientos y las cosas cercanas). Pensé en que, después de todo, eran nuevos fieles y que algunos de ellos recién empezaban a formarse, así que era completamente normal que no captaran los principios a la primera. Además, al comunicarnos por cartas, era inevitable que algunas cosas no se expresaran con claridad y que otras resultaran difíciles de entender. Oré a Dios para buscar la manera de ayudarlos a aprender a hacer el trabajo. En ese momento, justo leí un pasaje de las palabras de Dios: “Debes cumplir las responsabilidades que te corresponden; debes tener en cuenta a las iglesias donde están a cargo aquellos que son relativamente débiles y poseen una capacidad de trabajo relativamente escasa. Los líderes y obreros deben prestar especial atención y facilitar orientación especial en estos asuntos. ¿A qué se refiere la orientación especial? Aparte de compartir la verdad, también debes facilitar instrucciones y asistencia más específicas y detalladas, lo cual requiere mayor esfuerzo en cuanto a comunicación. Si les explicas el trabajo y todavía no lo entienden ni saben cómo ponerlo en marcha, o incluso si lo entienden en términos de doctrina y parece que saben cómo ponerlo en marcha, pero sigues sin estar seguro y te preocupa un poco cómo irá la puesta en marcha real, ¿qué deberías hacer entonces? Has de adentrarte personalmente en la iglesia local para orientarlos y poner en marcha la tarea junto a ellos. Háblales de los principios mientras llevas a cabo arreglos específicos relativos a las tareas que deben realizarse de acuerdo con los requerimientos de los arreglos del trabajo, como qué hacer primero y qué después, y cómo asignar personas de manera adecuada; organiza apropiadamente todas estas cosas. Esto es orientarlos de manera práctica en su trabajo, en lugar de limitarse a gritar consignas o dar órdenes arbitrarias y sermonearlos con algunas doctrinas, para luego considerar que se ha terminado el trabajo; esta no es una manifestación de hacer trabajo específico, y gritar consignas y mangonear a la gente no son responsabilidades de los líderes y obreros. Una vez que los líderes o supervisores de las iglesias locales puedan asumir el trabajo, que este vaya bien encaminado y básicamente no haya problemas importantes, solo entonces puede marcharse el líder u obrero” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (10)). Pensé en que, después de todo, eran nuevos fieles. Tenían una comprensión superficial de la verdad y no captaban los principios, por lo que no era fácil para ellos entender realmente cuando solo les había hablado sobre un procedimiento de trabajo. Más adelante, con mi compañera, les analizamos de manera práctica los problemas en cada tarea del trabajo. Compartimos los principios en relación con los diferentes problemas y señalamos las sendas para resolverlos. Después de trabajar juntas de esta manera por un tiempo, todos encontraron un rumbo y una senda en sus deberes. Al ver este resultado, me sentí muy emocionada. Me di cuenta de que, si tratas a las personas conforme a los principios y realmente guías a tus hermanos y hermanas para hacer su trabajo, tu corazón se siente en paz.
A través de mis experiencias durante este período, obtuve cierta comprensión sobre mi propio carácter arrogante y también entendí mejor los principios sobre cómo tratar a las personas. Aunque a veces sigo sintiendo la necesidad de revelar mi impulsividad cuando veo a hermanos y hermanas con poca aptitud o que hacen las cosas despacio, puedo orar a Dios sin demora y tratarlos conforme a los principios. Al cumplir mi deber de esta manera, mi corazón se siente más tranquilo.