78. Quitarme el disfraz fue un gran alivio

Por Xiaomei, China

En marzo de 2021, estaba a cargo del trabajo de vídeo. Al principio, sentía que tenía muchas deficiencias. Si había algo que no entendía, solía preguntar a los líderes o a los demás hermanos y hermanas. Una vez, por casualidad, vi una carta que los líderes le habían escrito a otra persona. Decía que, aunque yo no llevaba mucho tiempo haciendo este deber, tenía cierta aptitud y avanzaba relativamente rápido en la producción de videos. Era una candidata adecuada para que me cultivaran. La carta también mencionaba los problemas de otros hermanos y hermanas. Yo era la única persona a la que elogiaba. Pasé por algunos cambios sutiles en mi estado de ánimo. Sentí que era mejor que los demás hermanos y hermanas. Además, era supervisora. Así que, de ahí en adelante, si planteaban alguna pregunta sobre técnicas de video, pensé que tendría que ser capaz de resolverla. Una vez, una hermana planteó una pregunta cuando hablábamos del trabajo, pero no pude resolverla. Pensé: “Si digo que no sé hacer esto y que no lo entiendo, ¿no me menospreciarán? ¿Pensarán que no soy tan especial y que, en realidad, no soy mejor que ellos?”. Así que pregunté a los demás hermanos y hermanas si tenían alguna idea. Mientras mis hermanos y hermanas compartían sus opiniones, busqué de prisa materiales de estudio. Cuando terminaron de hablar, complementé sus sugerencias con algunas soluciones que no habían mencionado. Apenas terminé de hablar, algunas hermanas dijeron: “Si no hubiéramos hablado de esto contigo, realmente no habríamos entendido este aspecto. Apenas lo hablaste con nosotros, lo tuvimos mucho más claro”. Más tarde, siempre que alguien tenía un problema o dificultad, querían hablarlo conmigo. Estaba muy feliz. Pensé: “Ahora todos me admiran. Seguro que piensan que soy una buena supervisora. Debo hacer bien mi trabajo. No puedo meter la pata”.

Una vez, un líder me reenvió un video. Lo había producido la hermana Xiao Ran y tenía algunos problemas. Los líderes estaban preocupados de que Xiao Ran no tuviera las habilidades técnicas necesarias para editar el video, así que me pidieron que lo editara con ella. Cuando vi los problemas del video, se me ocurrieron algunas ideas para la edición. Sin embargo, no captaba por completo algunas de las técnicas y realmente no tenía claro cómo editarlo bien. Pensé: “Si no lo edito bien, ¿qué pensarán los líderes de mí? Antes, tenían una muy buena impresión de mí. Si no puedo hacer un buen trabajo de edición con este video, ¿no pensarán los líderes que soy inexperta y que no soy tan buena como creían? Eso no puede ser. No puedo dar esa impresión a los líderes”. En ese momento pensé: “Después de todo, este video lo produjo Xiao Ran. ¿Por qué no dejo que ella misma lo edite? Si no lo edita bien, será su problema. Si los líderes preguntan al respecto más tarde, simplemente diré que tenía otro trabajo importante que hacer”. Sin embargo, Xiao Ran no sabía cómo editar el video y me pidió mi opinión. Pensé: “Si digo que no domino las técnicas que se usan en este video, ¿qué pensará Xiao Ran de mí? ¿Pensará que soy supervisora, pero que ni siquiera puedo hacer esto?”. Para que mi hermana no viera lo que se me pasaba por la cabeza, solo mencioné mis ideas sobre cómo haría la edición. Me limité a hablar a grandes rasgos sobre los aspectos técnicos específicos. Al ver la expresión confundida de Xiao Ran, no me atreví a preguntar nada más. Temía que, si le preguntaba algo más y, luego, ella me hacía otras preguntas que no le podía responder, no sabría qué hacer. Solo le dije que orara a Dios con frecuencia y que confiara en Él. Más tarde, Xiao Ran aún no era capaz de hacer las ediciones. No hubo más remedio. Tuve que armarme de valor y editarlo con ella. Para que Xiao Ran no se diera cuenta de que yo no sabía cómo hacerlo, en secreto, consulté recursos y vi tutoriales. Estaba tan ocupada que me sentía mareada, tenía la cabeza embotada y mi corazón estaba muy cansado. Al final, la edición del video se prolongó casi un mes hasta que lo terminamos.

Más tarde, los líderes nos dieron algunos materiales de estudio sobre técnicas de video para que pudiéramos hablar sobre ellas y aprender juntas. No había visto nunca antes ese tipo de técnicas nuevas de video y no entendía algunos de los materiales de estudio. Sin embargo, no quería abrir mi corazón a mis hermanos y hermanas y hablar al respecto. Como consecuencia, cada vez tenía que esforzarme más para leer los materiales de estudio. Una vez, estábamos hablando de uno de los materiales de estudio cuando Li Xin me preguntó sobre cuáles eran las técnicas, los principios y los requisitos para hacer cierto tipo de renderizado. En ese momento, no estaba muy segura. Me preocupaba lo que pensaría Li Xin de mí si no decía nada, así que puse buena cara y di una respuesta muy superficial. Al ver que Li Xin ponía una expresión algo confusa, supe que mi respuesta no había resuelto su problema, así que pregunté algo distinto sin demora para desviar su atención. Luego, Li Xin habló conmigo sobre otros temas. Aunque en ese momento sentí algo de remordimiento y sabía que actuar de esa manera no era lo apropiado, no le di demasiada importancia y lo dejé pasar. A veces, cuando surgían dificultades, quería preguntar a los líderes al respecto, pero luego pensaba: “Si los líderes creen que tengo la aptitud suficiente para ser capaz de resolver este problema, pero escribo una carta de consulta, ¿qué pensarán de mí? ¿Pensarán que no tengo suficiente aptitud y que no estoy progresando? ¿Creerán que no soy diferente de los demás hermanos y hermanas?”. Cuando lo pensé, no pedí ayuda a mis superiores al encontrar dificultades. En cambio, traté de resolver los problemas por mí misma. El progreso de algunos videos se vio obstaculizado porque no podía encontrar una solución. Vivir en este estado me hizo sentir extremadamente abatida, como si Dios me hubiera abandonado. No había luz cuando leía las palabras de Dios y, a veces, mi corazón se sentía tan reprimido que quería llorar. Quería sincerarme con mis hermanas y hablar sobre mi estado, pero luego cambié de opinión: “Todas tienen muchas dificultades en sus deberes y se sienten un poco negativas. Si yo también estoy negativa, ¿no las hará ponerse aún más negativas? Soy la supervisora. Soy la jefa de este equipo. Los otros pueden estar negativos, pero, como supervisora, debo tener buen ánimo, sin importar las dificultades que enfrente”. Cuando pensé de esta manera, las palabras no me salían de los labios. Tuve que obligarme a decir ciertas palabras y doctrinas para animarlas, pero sonaban vacías hasta para mí. En ese momento, mi corazón estaba angustiado y sentía que hacer este deber era demasiado difícil. A veces, rompía a llorar cuando montaba en bicicleta y, a veces, cuando estaba de visita en casa de los hermanos y hermanas, me metía en el baño para llorar. Cuando terminaba de llorar, me secaba las lágrimas y me miraba en el espejo. Cuando volvía a salir del baño, me obligaba a fingir que no pasaba nada. En ese momento, reprimía constantemente mi estado y mis dificultades. Tenía el corazón muy abatido. No sabía con qué carácter corrupto vivía que pudiera haber causado esto. Un día de marzo de 2022, llegó una carta de los líderes en la que preguntaba la razón exacta por la cual mis deberes no habían dado resultados en mucho tiempo. ¿Era que estaba siguiendo la senda equivocada? Solo entonces comencé a reflexionar sobre mí misma. En mi mente, le daba vueltas a cada situación que había sucedido desde que me había convertido en supervisora. Se me vino a la cabeza una palabra: disfraz.

Más tarde, leí estas palabras de Dios: “Hay un problema común en el carácter corrupto de las personas, el cual existe en la humanidad de cada una y es muy grave. Este problema común es la parte más débil y funesta de su humanidad y es la característica más difícil de desenterrar o cambiar en su esencia-naturaleza. ¿Cuál es ese problema? Los humanos siempre quieren ser excepcionales, superhumanos, personas perfectas. Las propias personas son seres creados. ¿Pueden los seres creados alcanzar la omnipotencia? ¿Pueden alcanzar la perfección y la impecabilidad? ¿Pueden alcanzar la destreza en todo, llegar a entenderlo todo, ver la esencia de todo y ser capaces de cualquier cosa? No pueden. Sin embargo, dentro de los humanos hay un carácter corrupto y una debilidad fatal. En cuanto aprenden una habilidad o profesión, las personas sienten que son capaces, que tienen estatus y valor, que son profesionales. Sin importar lo mediocres que sean, quieren presentarse como figuras famosas o excepcionales, convertirse en una celebridad de poca importancia, y hacer creer a la gente que son perfectos y sin ningún defecto. A ojos de los demás, desean hacerse famosos, poderosos o figuras importantes y quieren volverse imponentes, capaces de cualquier cosa y sin que haya nada que no puedan lograr. Creen que si pidieran ayuda parecerían incapaces, débiles e inferiores y la gente los despreciaría. Por eso siempre quieren mantener las apariencias. Algunos, cuando se les pide que hagan algo, dicen que saben hacerlo, cuando en realidad no saben. Después, a escondidas, lo consultan e intentan aprender a hacerlo, pero, tras estudiarlo varios días, siguen sin entender cómo llevarlo a cabo. Cuando se les pregunta cómo lo llevan, dicen: ‘¡Pronto, pronto!’. Pero en su corazón piensan: ‘Todavía no lo entiendo, no tengo ni idea, no sé qué hacer. No puedo delatarme, he de seguir fingiendo, no puedo dejar que la gente vea mis fallos y mi ignorancia. No puedo dejar que me menosprecien’. ¿De qué problema se trata? Intentar guardar las apariencias a toda costa es vivir un infierno. ¿Qué tipo de carácter es este? La arrogancia de estas personas no tiene límite, han perdido toda razón. No quieren ser como los demás, no quieren ser gente corriente, gente normal, sino superhumanos, personas excepcionales, peces gordos. ¡Este es un problema descomunal! En cuanto a las debilidades, deficiencias, ignorancia, estupidez y falta de entendimiento dentro de la humanidad normal, lo ocultan todo y no dejan que otras personas lo vean y siguen disfrazándose(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las cinco condiciones que hay que cumplir para emprender el camino correcto de la fe en Dios). Dios dice que los seres humanos son seres creados que no pueden llegar a ser omnipotentes. Tampoco es posible que logren dominar todas las disciplinas y llegar a comprenderlo todo. Sin embargo, las personas no se conocen a sí mismas y piensan que son increíbles en cuanto aprenden una mera fracción de algo. Disimulan y se disfrazan de grandes figuras capaces de hacer cualquier cosa. Aunque tienen carencias y deficiencias, hacen un esfuerzo inmenso para disfrazarse y que nadie las vea. Esto se debe a las actitudes arrogantes de las personas. Recordé que, en cuanto los líderes me elogiaron un poco, pensé que era mejor que mis hermanos y hermanas. Además, era supervisora y sentía que debía ser capaz de resolver todos los problemas que ellos plantearan. Así que empecé a disfrazarme de alguien que lo entendía todo. No importaban las dificultades o los defectos que tuviera, no quería que nadie los conociera. Los líderes nos pidieron a Xiao Ran y a mí que editáramos el video. No quería exponer mis carencias y deficiencias, así que le endosé los problemas a Xiao Ran. Cuando ella me pidió mi opinión, fingí que entendía y la engañé de manera superficial. Al final, solo edité el video con ella cuando no tuve otra opción. Esto provocó que la edición del video se retrasara un mes hasta que la termináramos. Li Xin me preguntó sobre una cuestión complicada que involucraba habilidades profesionales que claramente no entendía. Sin embargo, como me preocupaba que mi hermana me menospreciara, solo le di una respuesta superficial. Más tarde, cuando mi hermana volvió a preguntarme, temí que me descubriera y me valí del engaño para desviar su atención. No preguntaba a mis superiores cuando había cosas de mi deber que no entendía. Sentía constantemente que parecería incompetente si lo hacía, así que disimulaba para que los líderes no lo supieran. Me disfrazaba para aparentar que lo entendía todo. Esto provocó que algunos problemas quedaran sin resolver durante mucho tiempo, lo que afectó directamente el progreso del trabajo de producción de videos. En realidad, acababa de empezar a hacer ese deber. Aunque había progresado un poco, había técnicas que nunca antes había utilizado, así que era completamente normal que hubiera cosas que no entendía. Cualquiera con un mínimo de razón sabe que no es perfecto y que es imposible comprenderlo todo, por lo que necesita que los demás lo guíen y ayuden al hacer sus deberes y toma la iniciativa para hacer preguntas a los demás cuando le surge alguna, lo que es completamente normal. Sin embargo, esto se había convertido en mi mayor problema. No podía enfrentarme a mis propias carencias y deficiencias y no quería ser una persona normal con defectos. Quería disimular siempre y ser una persona perfecta. Me disfrazaba en todo momento. Hasta pensaba que pedir ayuda cuando tenía dificultades era una muestra de incompetencia que daría a los demás la oportunidad de menospreciarme. ¡Era simplemente demasiado arrogante e hipócrita! Cuando llegué a este punto en mi introspección, me odié por dentro. Sentí que las cosas que había hecho eran realmente repugnantes.

Luego, también reflexioné sobre mí misma. ¿Por qué me disfrazaba y disimulaba constantemente? Leí un pasaje de las palabras de Dios que me alegró y despejó el corazón. Dios Todopoderoso dice: “Independientemente del contexto, sea cual sea el deber que desempeñe, el anticristo tratará de dar la impresión de que no es débil, de que siempre es fuerte, que está lleno de fe y que nunca es negativo, de modo que las personas nunca vean su verdadera estatura o su auténtica actitud hacia Dios. En realidad, en el fondo de su corazón, ¿de verdad creen que no hay nada que no puedan hacer? ¿De verdad piensan que no tienen debilidad, negatividad ni revelaciones de corrupción? Por supuesto que no. Se les da bien fingir, son expertos en ocultar cosas. Les gusta mostrar a la gente su lado fuerte y espléndido, no quieren que perciban su lado débil y verdadero. Su propósito es obvio, sencillamente mantener su vanidad y orgullo, proteger el lugar que ocupan en el corazón de las personas. Piensan que si se abren a los demás sobre su propia negatividad y debilidad, si revelan su lado rebelde y corrupto, esto supondrá un daño grave para su estatus y reputación, causará más problemas de los necesarios. Así que prefieren morir antes que admitir que por momentos son débiles, rebeldes y negativos. Y si llega un día en el que todo el mundo percibe su lado débil y rebelde, cuando vean que son corruptos y que no han cambiado en absoluto, seguirán fingiendo. Consideran que si admiten que tienen un carácter corrupto, que son personas normales e insignificantes, perderán entonces su lugar en el corazón de los demás, la idolatría y adoración de todos, y así habrán fracasado por completo. Por eso, pase lo que pase, no se abrirán a la gente. En ningún caso entregarán a nadie su poder y su estatus. En cambio, se esfuerzan al máximo por competir y nunca se darán por vencidos. […] los anticristos se presentan como personas decididas, tenaces y capaces de abandonarse y sufrir, como alguien que sencillamente no tiene defectos ni fallos o problemas. Si alguien señala su corrupción y sus debilidades, los trata igual que a un hermano o hermana normal, y se sincera y comparte con ellos, ¿cómo abordan el asunto? Hacen lo imposible por defenderse y justificarse, por demostrar que tienen la razón y en última instancia hacer que la gente vea que no tienen problemas, que son personas perfectas y espirituales. ¿No es todo una farsa? Los que se creen impecables y santos son impostores. ¿Por qué digo que todos ellos son impostores? Decidme, ¿hay alguien impecable entre la humanidad corrupta? ¿Existe alguien que sea realmente santo? (No). En absoluto. ¿Cómo puede el hombre lograr la impecabilidad cuando está tan hondamente corrompido por Satanás y, además, no posee la verdad en forma innata? Solo Dios es santo; toda la humanidad corrupta es impura. Si alguien se hiciera pasar por un santo y afirmara ser impecable, ¿qué sería esa persona? Sería un diablo, un Satanás, un arcángel; sería un auténtico anticristo. Solo un anticristo afirmaría ser impecable y santo(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (X)). Después de leer las palabras de Dios, sentí como si me hubieran apuñalado el corazón. Los anticristos consideran la reputación y el estatus más importantes que la vida misma. Son especialmente hábiles en el disfraz y la artimaña. Esculpen una imagen perfecta de sí mismos, sin debilidades ni carencias y sin revelar ninguna corrupción. Lo hacen para lograr su objetivo de que los demás los adoren y admiren. Yo era exactamente igual que los anticristos que Dios había expuesto. También me gustaba especialmente mostrar mis lados fuertes y gloriosos a los demás, me gustaba que me apreciaran y respetaran, así como tener un estatus en sus corazones. Tanto cuando los líderes me pedían que editara un video como cuando mis hermanos y hermanas me hacían preguntas, siempre me disfrazaba y fingía que entendía, incluso cuando no lo hacía. Hasta engatusaba y desorientaba a mis hermanos y hermanas. Cuando me hacían preguntas que yo no entendía, ¿por qué no podía ser franca y honesta? ¿No era porque tenía miedo de que vieran mis carencias, se dieran cuenta de que era común y corriente como ellos y dejaran de admirarme y respetarme? Para proteger mi imagen como supervisora, no me atrevía a hacer preguntas sobre cosas de mi deber que no entendía. Tenía miedo de que los líderes pensaran que no era la persona de buena aptitud de la que habían hablado antes y que me menospreciaran. Ya estaba angustiada por encontrarme en dificultades sin una senda a seguir en mis deberes y en mi entrada en la vida, pero prefería llorar en secreto y a solas que exponer mi negatividad y debilidades ante los demás. Tenía un miedo terrible de que mis hermanos y hermanas vieran mi verdadera estatura y aptitud y que dejaran de admirarme. ¡Realmente era demasiado hipócrita y muy hábil para fingir! Todos los seres creados tienen defectos y debilidades. Sin embargo, yo no podía aceptar mi propia imperfección y disimulaba para ocultar todas mis carencias y debilidades. Llevaba siempre una máscara de disfraz y adoptaba la apariencia de alguien perpetuamente fuerte y lleno de fe. Mi objetivo con esto era tener estatus en los corazones de los demás y hacer que me admiraran y respetaran. Todo el día me devanaba los sesos por mi propia reputación y estatus y me preocupaba por las ganancias y pérdidas, pero era apática hacia el trabajo que realmente concernía mis principales deberes. No podía hacer ningún trabajo real. Como tenía miedo de quedar mal si no editaba bien el video, lo retrasaba y no me atrevía a editarlo. Esto afectó el progreso del trabajo de video. Como supervisora, mi principal labor era resolver los distintos problemas que surgían al hacer nuestros deberes junto con mis hermanos y hermanas y asegurarme de que el trabajo de video avanzara bien. Sin embargo, no cumplía con mis propias responsabilidades y me disfrazaba sin cesar. ¡Carecía demasiado de humanidad! Recordé estas palabras de Dios: “¿Pueden los seres creados alcanzar la omnipotencia? ¿Pueden alcanzar la perfección y la impecabilidad?(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las cinco condiciones que hay que cumplir para emprender el camino correcto de la fe en Dios). Los seres humanos son insignificantes. Simplemente no pueden llegar a ser omnipotentes. Pero, dicho de manera sencilla, mi comportamiento era un intento de convertirme en una persona omnipotente y perfecta. Como persona corrupta, pensaba todo el día en cómo llegar a ser omnipotente. ¡Mi naturaleza era simplemente demasiado perversa!

Más tarde, leí estas palabras de Dios: “Si, en tu corazón, tienes claro qué tipo de persona eres, cuál es tu esencia, cuáles son tus fallos y qué corrupción revelas, deberías comunicar esto abiertamente con otras personas, para que puedan ver cuál es tu verdadero estado, cuáles son tus pensamientos y opiniones, para que sepan qué conocimiento tienes de esas cosas. Hagas lo que hagas, no finjas ni coloques una fachada, no ocultes a los demás tu propia corrupción y tus defectos para que nadie los conozca. Este tipo de falso comportamiento es un obstáculo en tu corazón, y se trata también de un carácter corrupto, y puede impedir que la gente se arrepienta y cambie. Debes orar a Dios y someter a reflexión y análisis las cosas falsas, como los elogios que te hacen los demás, la gloria con la que te colman y las coronas que te otorgan. Debes darte cuenta del daño que te hacen estas cosas. Y al hacerlo conocerás tu propia medida, alcanzarás el autoconocimiento y dejarás de verte como un superhombre o una gran figura. Una vez que tengas ese autoconocimiento, te resultará fácil aceptar en tu corazón la verdad, las palabras de Dios y lo que Dios pide al hombre, aceptar la salvación del Creador para ti, ser una persona corriente con los pies en la tierra, alguien honesto y fiable, y establecer una relación normal entre tú mismo, un ser creado, y Dios, el Creador. Esto es precisamente lo que Dios pide a las personas, y se trata de algo totalmente alcanzable para ellas. […] Lo único que tenéis que hacer es practicar el método que he expuesto. Sé una persona corriente, no te disfraces, ora a Dios y aprende a abrirte de forma sencilla y a hablar con los demás desde el corazón. Esta práctica dará sus frutos de forma natural. Poco a poco, aprenderás a ser una persona normal, dejarás de estar cansado de la vida, de angustiarte y de sufrir. Todas las personas son corrientes. No hay diferencia entre ellas, excepto que sus dones personales son diferentes y su calibre puede variar en cierto modo. Si no fuera por la salvación y protección de Dios, todos harían el mal y sufrirían el castigo. Si puedes admitir que eres una persona corriente, si puedes alejarte de las figuraciones e ilusiones vacías del hombre y tratar de ser una persona honesta y realizar acciones honestas, si puedes someterte concienzudamente a Dios, no tendrás problemas y vivirás en plenitud la semejanza humana. Es tan simple como eso. Entonces, ¿por qué no hay senda?(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Atesorar las palabras de Dios es la base de la fe en Dios). “Debes aprender a decir: ‘No puedo’, ‘Me supera’, ‘No logro entenderlo’, ‘No lo he experimentado’, ‘No sé nada en absoluto’, ‘¿Por qué soy tan débil?’, ‘¿Por qué soy tan inútil?’, ‘Tengo muy poco calibre’, ‘Estoy tan adormecido y soy tan lerdo’, ‘Soy tan ignorante que me llevará varios días entender esto y ocuparme de ello’, y ‘Tengo que discutir esto con alguien’. Debes aprender a practicar de esa manera. Esta es la señal externa de que admites y deseas ser una persona normal(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Atesorar las palabras de Dios es la base de la fe en Dios). Después de leer las palabras de Dios, empecé a reflexionar. En realidad, cuando los líderes me habían elogiado en el pasado, era solo porque, en aquel momento, estudiaba las habilidades profesionales de forma bastante activa, había producido algunos videos y había mostrado cierta mejoría. Al igual que un niño de primaria en primer grado que ha prestado atención en clase durante un par de días y a quien los maestros han elogiado un par de veces, esto no significaba en absoluto que fuera mejor que sus compañeros. Tampoco significaba que hubiera aprendido todo el conocimiento de todos los libros. Recibir elogios de los líderes no significaba que yo fuera una experta en técnicas de video y que ya no tuviera problemas. En realidad, todavía era una principiante que solo entendía las técnicas a medias. Aún tenía muchas carencias y deficiencias. Todavía había mucho que aprender y captar. Tenía que analizarme a mí misma de forma correcta y ver con claridad mi verdadero nivel y estatura. Si perdía la noción de mis propias capacidades solo por el elogio de alguien, al final, solo terminaría convirtiéndome en una persona arrogante y carente de toda razón. Antes, siempre había sentido que, como era supervisora, otras personas podían ser negativas, pero yo no. No importaban los problemas que surgieran, debía mantenerme firme y no dejar que los demás vieran mi debilidad. En realidad, esto era tratarme a mí misma como un ser sobrehumano; no era una expresión de humanidad normal. Aunque era supervisora, esto no significaba que fuera mejor que mis hermanos y hermanas: solo teníamos diferentes deberes y responsabilidades. Tanto en términos de entrada en la vida como de habilidades profesionales, todos tienen carencias y deficiencias. Era completamente normal que no pudiera desentrañar o entender algunos problemas. No era algo por lo que hacer un drama. Debía tener una actitud honesta, admitir mis deficiencias y buscar materiales de estudio junto con mis hermanos y hermanas. Debía preguntar a nuestros superiores sobre cualquier cosa que no entendiéramos para poder resolver los problemas y no dejar que obstaculizaran el trabajo de la iglesia.

En una reunión, abrí mi corazón a mis hermanos y hermanas. Expuse y diseccioné mi estado de querer disimular y disfrazarme durante esa época. Hablé de mis carencias y deficiencias para que mis hermanos y hermanas pudieran ver con claridad mi aptitud y mi estatura. Al mismo tiempo, cambié mi actitud hacia mi deber. Cuando no se me ocurrían ideas al producir un video, dejé de disimular. En su lugar, iba y buscaba junto con mis hermanos y hermanas. Mis hermanos y hermanas decían algo, yo decía algo y, antes de darnos cuenta, resolvíamos algunas dificultades. Cuando me quité la máscara del disfraz, me sentí relajada al cumplir mis deberes. No me sentía tan reprimida ni angustiada. Una vez, una hermana me preguntó cómo producir un nuevo formato de video. Como no tenía muy en claro los principios y requisitos del video, no tenía ni idea de cómo producirlo. Pensé: “Si digo que no lo entiendo, ¿pensará mi hermana que cómo es posible que sea supervisora si ni siquiera tengo este conocimiento profesional? ¿Me menospreciará?”. En ese momento, recordé estas palabras de Dios: “Debes aprender a decir: ‘No puedo’, ‘Me supera’, ‘No logro entenderlo’, ‘No lo he experimentado’. […] Debes aprender a practicar de esa manera. Esta es la señal externa de que admites y deseas ser una persona normal(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Atesorar las palabras de Dios es la base de la fe en Dios). Cuando pensé en mi dolorosa experiencia anterior de vivir en un estado de disfraz, no quise seguir viviendo así. Tenía que corregir mis intenciones y actitudes incorrectas sobre cómo hacer mi deber y ser una persona normal. Después, me sinceré con mi hermana y le dije: “Yo tampoco entiendo esto y no tengo claros los principios de producción de este tipo de video”. Luego, buscamos los principios y materiales de estudio relevantes en este ámbito para estudiar juntas, y comprendí mejor la dirección de producción. Sentí que mi corazón estaba más relajado y liberado. Después de un tiempo, llegó una carta de los líderes. Decía que varios de los videos que habíamos producido mostraban avances y nos pedían que siguiéramos haciendo un buen trabajo. Cuando vi la carta de los líderes dándonos ánimo, me emocioné mucho y, sin darme cuenta, empecé a derramar lágrimas. Por un lado, me sentía avergonzada, ya que el estado de disimular y disfrazarme en el que había estado viviendo antes había retrasado el trabajo de video. Por otro lado, experimenté la santidad de Dios. Cuando vivía según mi carácter corrupto que no había cambiado durante mucho tiempo, Dios no me guiaba. Cuando me volví hacia Dios y estuve dispuesta a practicar conforme a Sus palabras, vi Su rostro sonriente. Ahora tengo cierto entendimiento sobre mi propio carácter corrupto y mi estado de disimular y disfrazarme ha cambiado en cierto grado. Conseguí todo esto gracias a la guía de las palabras de Dios.

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