22. Por qué no me atrevía a señalar los problemas de los demás
Antes, cuando me relacionaba con mis vecinos, me di cuenta de que una de ellas no tenía pelos en la lengua. Cada vez que veía que alguien hacía algo mal, lo señalaba sin rodeos y, por eso mismo, a menudo ofendía a la gente. Todos los demás vecinos hablaban de ella a sus espaldas y decían: “Con lo lista que parece, ¿cómo puede hacer esas tonterías?”. Con el tiempo, si ella se acercaba mientras los vecinos estaban hablando, todos se dispersaban. Poco a poco, se fue quedando sola. Todo esto me impactó mucho, así que me convencí de que en el futuro no debía ser tan franca como ella al tratar con los demás, para así no caerles mal. Como dicen los refranes: “Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena” y “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”. Si te das cuenta de los problemas de los demás, basta con que lo sepas en tu corazón; no tienes por qué señalárselos. Si lo haces, los harás quedar mal y es muy fácil que los ofendas. Por eso, cada vez que notaba los problemas de los demás, no los comentaba directamente. Los vecinos que me rodeaban estaban todos contentos de relacionarse conmigo y dispuestos a conversar de cualquier tema. También me elogiaban por ser popular y de trato fácil. Después de empezar a creer en Dios, me relacioné con los hermanos y hermanas de la misma manera. Si notaba sus problemas o sus revelaciones de corrupción, no estaba dispuesta a señalarlos y exponerlos. Creía que hacerlo los avergonzaría, que era como sacarles sus defectos, y que terminaría ofendiéndolos. No fue hasta que experimenté ciertas cosas que comprendí que vivir según esas maneras de lidiar con el mundo era contrario a la verdad.
A mediados de septiembre de 2023, fui a una iglesia para servir de líder. Algunos hermanos y hermanas informaron que la hermana Zhao Zhen, que predicaba el evangelio, tenía un carácter arrogante. Hablaba sin tener en cuenta los sentimientos de los demás y se sentían un poco limitados cerca de ella. Me pidieron que hablara con Zhao Zhen y diseccionara sus problemas para ayudarla a comprenderse a sí misma. Pensé para mis adentros: “Tengo que ayudarla y diseccionar sus problemas. Si no, seguirá hablando y actuando según su carácter arrogante. No solo los hermanos y hermanas se sentirán constreñidos por ella, sino que el trabajo también se verá afectado”. Pero luego pensé: “Soy nueva en esta iglesia y no conozco bien a Zhao Zhen. Si, recién llegada, la expongo y la disecciono, ¿no la estaré poniendo en un aprieto? ¿Cómo nos llevaremos en el futuro?”. Después de darle vueltas, seguía sin saber qué hacer, pero, al final, fui de mala gana a ver a Zhao Zhen. Cuando la vi, sentí como si tuviera la boca sellada con cinta adhesiva, y tardé un buen rato en poder decir algo. Pensé en que tendría que verla a menudo en el futuro. Si la ofendía, ¿no me estaría complicando la vida? Decidí diseccionar y exponer sus problemas más adelante. Así que me limité a comentarle de forma superficial que en el futuro tuviera cuidado con su forma de hablar y que no pusiera mala cara, porque eso tendía a limitar a la gente. Al oír esto, Zhao Zhen dijo: “No lo dije con ninguna intención. Tendré más cuidado en el futuro”. De camino a casa, pensé en que Zhao Zhen no entendía en absoluto su propio carácter corrupto y sentí cierto remordimiento por dentro. Pero luego reflexioné: “Ya le he señalado algunos problemas. Si en el futuro veo que vuelve a revelar un carácter arrogante, entonces hablaré con ella y la expondré”. Poco después, la diaconisa de riego informó que Wang Hong, la líder del equipo de riego, había usado varias veces los riesgos del entorno como excusa para no hacer su deber y no asistir a las reuniones, y que había descuidado los dos grupos de los que era responsable. Tras entender la situación, me enteré de que era porque era demasiado miedosa y desconfiada; siempre decía que alguien la estaba siguiendo. Habían hablado con ella varias veces, pero no había entendido nada, así que la diaconisa de riego quería que yo hablara con ella. Sabía que tenía que buscar a Wang Hong para hablar con ella y diseccionar sus problemas lo antes posible, pero entonces pensé: “Aún no conozco a Wang Hong. Si, recién llegada, expongo sus problemas, ¿no pensará que soy muy poco considerada? ¿Y si la ofendo? Soy nueva en esta iglesia. Si empiezo a diseccionar a esta persona y a exponer a aquella, y ofendo a todo el mundo, entonces todos se pondrán en mi contra y me aislarán. Así me será difícil hacer mi trabajo como líder en el futuro. Mejor espero a estar familiarizada con todos los aspectos del trabajo de la iglesia”. Así que no fui a hablar con Wang Hong, sino que le pedí a la diaconisa de riego que hablara con ella. Sin embargo, su charla tampoco dio ningún resultado. De esta manera, el problema de Wang Hong se fue aplazando una y otra vez, y al final, ella pasó más de un mes sin asistir a ninguna reunión ni hacer su deber. Dos meses después, los líderes superiores nos escribieron para conocer el desempeño de nuestros deberes. La carta citaba un pasaje de las palabras de Dios sobre las responsabilidades de los líderes y obreros que me conmovió profundamente. Recordé que, cuando llegué a esta iglesia por primera vez y los hermanos y hermanas me informaron del problema de Zhao Zhen, yo solo le había hablado de su problema por encima, sin diseccionar la naturaleza y las consecuencias de que actuara en función de su carácter arrogante. En consecuencia, Zhao Zhen no tenía entendimiento de sí misma, y su carácter arrogante no había cambiado en absoluto. Además, Wang Hong vivía constantemente con miedo y no asistía a las reuniones. Ni siquiera estaba haciendo su deber. A pesar de esto, yo no había hablado con ella ni la había ayudado. Como líder de la iglesia, si al ver un problema en un hermano o una hermana no lo señalaba, no lo ayudaba ni cumplía con mis responsabilidades, ¿no significaba eso que no estaba haciendo un trabajo real? Al pensar esto, me sentí culpable e inquieta. Después, busqué a Zhao Zhen, expuse su carácter arrogante y lo diseccioné. Tras escucharme, ella logró entenderse un poco mejor y se mostró dispuesta a cambiar. Más tarde, fui a ver a Wang Hong con la diaconisa de riego. Hablamos sobre sus problemas, los diseccionamos a la luz de las palabras de Dios, y Wang Hong comprendió su carácter corrupto, egoísta y despreciable. Después de eso, empezó a hacer su deber de nuevo. Al ver que el resultado no era, como yo imaginaba, que se ofendieran, sino que, por el contrario, las había ayudado, me arrepentí de no haber hablado con ellas antes.
Después, reflexioné sobre mí misma: “¿Qué carácter corrupto me impide atreverme a exponer y diseccionar los problemas de los hermanos y hermanas?”. Oré a Dios: “Dios, como líder, cuando descubro problemas en los hermanos y hermanas, debería compartir la verdad, señalar los problemas y ayudarlos. Pero por miedo a ofenderlos, no me atreví a hablar con ellos y a exponer sus problemas. Sé que esto no es conforme a Tus intenciones. Por favor, esclaréceme y guíame para que pueda entenderme a mí misma y aprender lecciones”. Mientras buscaba, leí estas palabras de Dios: “Hay un dogma en las filosofías para los asuntos mundanos que dice: ‘Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena’. Esto significa que, para preservar esta buena amistad, uno debe guardar silencio sobre los problemas de su amigo, incluso si los percibe claramente. Respetan los principios de no pegarle a la gente en la cara ni llamarle la atención por sus defectos. Se engañan mutuamente, se ocultan el uno del otro e intrigan contra el otro. Aunque sepan con claridad absoluta qué clase de persona es el otro, no lo dicen abiertamente, sino que emplean métodos taimados para preservar su relación. ¿Por qué querría uno preservar esas relaciones? Se trata de no querer hacer enemigos en esta sociedad, dentro del propio grupo, lo cual significaría someterse a menudo a situaciones peligrosas. Al saber que alguien se convertirá en tu enemigo y te perjudicará después de que le hayas llamado la atención por sus defectos o le hayas hecho daño, y al no desear colocarte en esa situación, empleas el dogma de las filosofías para los asuntos mundanos que dice que ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’. A la luz de esto, si dos personas mantienen una relación de este tipo, ¿se considera que son verdaderos amigos? (No). No son verdaderos amigos, y mucho menos el confidente del otro. Entonces, ¿de qué tipo de relación se trata exactamente? ¿No es una relación social fundamental? (Sí). En este tipo de relaciones sociales, las personas no pueden entablar debates sinceros ni tener conexiones profundas ni hablar sobre lo que les venga en gana. No pueden decir en voz alta lo que hay en su corazón o los problemas que perciben en otras personas ni tampoco palabras que puedan beneficiar a otros. En cambio, optan por decir cosas agradables para conservar el favor de otros. No se atreven a decir la verdad ni a defender los principios, de modo que evitan que los demás desarrollen pensamientos hostiles hacia ellos. Cuando nadie supone una amenaza para alguien, ¿acaso esa persona no vive en relativa tranquilidad y paz? ¿No es este el objetivo de las personas que promueven el dicho ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’? (Así es). Es evidente que se trata de una forma de supervivencia torcida y falsa con un elemento de cautela, cuyo objetivo es la propia preservación. Al vivir de esta manera, las personas no tienen confidentes, ni amigos íntimos a los que puedan decirles lo que quieran. Entre las personas, solo hay cautela, explotación e intrigas mutuas, cada uno toma de la relación lo que le conviene. ¿No es así? En el fondo, el objetivo de ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’ es evitar ofender a otros y no ganarse enemigos, no causar daño a nadie para protegerse a uno mismo. Se trata de una técnica y un método que uno adopta para evitar ser lastimado” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (8)). Gracias al desenmascaramiento de las palabras de Dios, me di cuenta de que, si vives según la filosofía para los asuntos mundanos de “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”, solo te volverás cada vez más falso y traicionero. No podrás decirle a nadie lo que piensas de verdad; no te atreverás a decir las cosas, aunque sean para el bien del otro, y no serás de ninguna ayuda real para los demás. Esta es la forma en que los no creyentes manejan los asuntos mundanos. Todos esos años, había vivido según la filosofía para los asuntos mundanos de Satanás. Consideraba “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” como mi forma de sobrevivir. Creía que, al notar los problemas o defectos de otra persona, bastaba con mencionarlos con tacto, y que no debía exponerlos ni diseccionarlos para no ofender, ganarme un enemigo y perjudicarme. Cuando notaba los defectos de mis vecinos, nunca decía nada por miedo a ofenderlos y a que me aislaran. Después de empezar a creer en Dios, seguí viviendo según este punto de vista. Como líder de la iglesia, cuando veía alguna revelación de corrupción en los hermanos y hermanas, debería haberlos ayudado por amor y señalado sus problemas. Esta es la responsabilidad que debía cumplir, pero no hice ningún trabajo real en absoluto. Cuando los hermanos y hermanas informaron sobre el problema de Zhao Zhen, yo sabía perfectamente que, si no hablaba con ella y diseccionaba su problema para ayudarla a comprenderse y a cambiar, ella constreñiría a más hermanos y hermanas y afectaría la obra. Sin embargo, por miedo a ofenderla y a que luego fuera difícil llevarnos bien y hacer mi trabajo de liderazgo, me limité a mencionárselo por encima. En consecuencia, Zhao Zhen no entendía su carácter arrogante y no cambió en absoluto. Lo mismo pasó con Wang Hong. Vi claramente que vivía cohibida y con miedo, que no asistía a las reuniones ni hacía su deber, lo cual había retrasado la obra. Sin embargo, pensé que si exponía y diseccionaba sus problemas la primera vez que nos viéramos, diría que yo era muy poco considerada. ¿Qué haría si la ofendía? Por eso, no quise exponer ni señalar sus problemas, e incluso usé una pequeña artimaña para endosarle el problema a la diaconisa de riego. Usé las filosofías satánicas para mantener mis relaciones con la gente. Por fuera, parecía que reinaba la armonía, pero en realidad, había perjudicado a los hermanos y hermanas y había retrasado la obra. Si hubiera podido practicar la verdad antes, y hubiera expuesto y diseccionado los problemas de Zhao Zhen y Wang Hong, ellas se habrían comprendido a sí mismas antes, y se podría haber evitado el daño a la obra de la iglesia y a su entrada en la vida. Vi que “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” no es algo positivo, sino una forma escurridiza y falsa de manejar los asuntos mundanos, que es completamente contraria a la verdad. Si hubiera seguido viviendo según las filosofías de Satanás, en cualquier momento podría haber hecho algo que me perjudicara a mí y a los demás, causando trastorno y perturbación a la obra de la iglesia, y provocando el aborrecimiento y la repugnancia de Dios. Y al final, habría sido revelada y descartada.
Más tarde, leí más palabras de Dios: “¿La frase ‘llamar la atención’ en el dicho ‘si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’ es buena o mala? ¿La frase ‘llamar la atención’ tiene un sentido en el cual hace referencia a que las personas sean reveladas o puestas en evidencia en las palabras de Dios? (No). A Mi entender, la frase ‘llamar la atención’ tal y como se encuentra en el lenguaje humano, no significa eso. Su esencia es cierta forma maliciosa de poner en evidencia; significa desenmascarar los problemas y las deficiencias de la gente, o ciertas cosas y comportamientos desconocidos para los demás, como bien algunas intrigas, ideas o puntos de vista que operan en segundo plano. Este es el significado de la frase ‘llamar la atención’ en el dicho ‘si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’. Si dos personas se llevan bien y son confidentes, sin ninguna barrera entre ellas, y ambas confían en poder beneficiar y ayudar a la otra, entonces lo mejor será que se sienten juntas y expliquen los problemas de ambas de una forma franca y sincera. Esto es lo correcto, y no es llamar la atención sobre los defectos de los demás. Si descubres que otra persona tiene problemas, pero observas que aún no es capaz de aceptar tus consejos, basta con que no digas nada, para evitar peleas o conflictos. Si quieres ayudarla, puedes pedirle su opinión y primero preguntarle: ‘Veo que tienes un pequeño problema y me gustaría darte algún consejo. No sé si podrás aceptarlo. Si puedes, te lo digo. Si no, por ahora me lo guardaré para mí y no diré nada’. Si dice: ‘Confío en ti. Lo que digas no estará fuera de lugar; puedo aceptarlo’, eso significa que te concede permiso, y entonces puedes comunicarle sus problemas uno a uno. No solo aceptará completamente lo que digas, sino que también se beneficiará de ello, y los dos podréis seguir manteniendo una relación normal. ¿Acaso no es eso tratarse con sinceridad? (Sí). Este es el método correcto para relacionarse con los demás; no es llamarles la atención por sus defectos” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (8)). Gracias a las palabras de Dios, entendí qué es sacar los defectos de los demás y qué es señalar y ayudar de forma adecuada. Sacar los defectos de alguien es un ataque malévolo, que se aferra deliberadamente a las deficiencias, los asuntos privados e incluso a las cuestiones más intocables de los demás para exponer sus defectos; se hace con la intención de avergonzar a otros y solo les causa daño. En cambio, en la casa de Dios, cuando vemos a los hermanos y hermanas revelar su carácter corrupto o actuar en contra de los principios, nosotros exponemos, diseccionamos y señalamos sus problemas de acuerdo con las palabras de Dios, ayudándolos a comprender su carácter corrupto. Esto es beneficioso para su entrada la vida. Este tipo de disección y desenmascaramiento no es sacar los defectos, sino una ayuda amorosa. Al tratar el problema de Zhao Zhen, cuando expuse y diseccioné su carácter arrogante a la luz de las palabras de Dios, la estaba ayudando a reflexionar y a conocer sus problemas para que pudiera cambiar, tener entrada en la vida y cooperar en armonía con sus hermanos y hermanas para hacer bien su deber. Esto fue algo beneficioso para ella. Además, cuando hablé con Wang Hong y diseccioné su problema de ser egoísta y de protegerse a sí misma, el objetivo era ayudarla a comprender su esencia-naturaleza egoísta y despreciable, para que pudiera arrepentirse, cambiar y hacer su deber. Esto también era ayudar a Wang Hong. Este tipo de desenmascaramiento y disección se ajusta a los principios-verdad y es una cosa positiva; no es sacar los defectos de la gente. Para diferenciar entre sacar los defectos y la ayuda y orientación apropiadas, lo principal es fijarse en la intención y el punto de partida. Además, siempre me había preocupado que exponer y diseccionar los problemas de los demás pudiera ofenderlos y hacer que me trataran como a una enemiga, lo que dificultaría más mi labor como líder. Por eso, en todo momento, mantenía mis relaciones con los demás. En realidad, la casa de Dios es diferente de la sociedad. En la casa de Dios, reina la verdad. Para hacer bien el deber, debes actuar según los principios-verdad, y no es cierto que solo puedas hacer bien el trabajo manteniendo buenas relaciones con la gente. Me di cuenta de que mis ideas estaban muy distorsionadas y no se ajustaban en absoluto a la verdad.
Seguí buscando: “¿Qué tipo de carácter corrupto me ha llevado a no atreverme a exponer los problemas de los demás?”. Leí las palabras de Dios: “Tanto la conciencia como la razón deben ser componentes de la humanidad de una persona. Ambas son las más fundamentales e importantes. ¿Qué clase de persona es la que carece de conciencia y no tiene la razón de la humanidad normal? Hablando en términos generales, es una persona que carece de humanidad, una persona de una humanidad extremadamente pobre. Entrando en más detalle, ¿qué manifestaciones de falta de humanidad exhibe esta persona? Prueba a analizar qué características se hallan en tales personas y qué manifestaciones específicas presentan. (Son egoístas y vulgares). Las personas egoístas y vulgares son superficiales en sus acciones y se mantienen alejadas de las cosas que no les conciernen de manera personal. No consideran los intereses de la casa de Dios ni muestran consideración por las intenciones de Dios. No asumen ninguna carga de desempeñar sus deberes o de dar testimonio de Dios y no poseen ningún sentido de responsabilidad. […] ¿Tiene esta clase de persona conciencia y razón? (No). ¿Siente remordimiento una persona sin conciencia ni razón que se comporta de esta manera? Esa gente no tiene sensación alguna de remordimiento; la conciencia de esta clase de persona no le sirve para nada. Nunca ha sentido remordimiento de conciencia. Así pues, ¿puede percibir el reproche o la disciplina del Espíritu Santo? No” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entregando el corazón a Dios, se puede obtener la verdad). Después de leer las palabras de Dios, sentí un profundo dolor en el corazón; me sentí culpable e incómoda por lo que había hecho. Dios dice que las personas con conciencia y humanidad llevan una carga en sus deberes y tienen sentido de la responsabilidad, consideran en todo momento los intereses de la casa de Dios, y exponen y diseccionan a quienes hacen cosas que trastornan y perturban la obra de la iglesia. En cambio, en lo primero que piensan quienes no tienen humanidad es en su miedo a ofender a la gente y a ganarse enemigos. Solo protegen sus propios intereses y actúan como complacientes, sin proteger en absoluto los intereses de la casa de Dios. Al reflexionar sobre mí misma, vi que yo era justo ese tipo de persona egoísta y despreciable, de poca humanidad, que Dios había expuesto. Yo sabía perfectamente que los hermanos y hermanas se sentían constreñidos por Zhao Zhen, y que esto ya había afectado la obra de la iglesia y su entrada en la vida. Sin embargo, hice caso omiso. Además, Wang Hong usó los riesgos de seguridad como excusa para abandonar su deber. Como líder de la iglesia, debería haber hablado con ellas y diseccionado tales problemas lo antes posible, para que pudieran entender el daño y las consecuencias de seguir así, pudieran cambiar su estado a tiempo y hacer bien su deber. Pero temía que, si las ofendía, me guardaran rencor y me aislaran, así que no hablé con ellas. En todo momento, protegía mis propios intereses; solo pensaba en mantener buenas relaciones con la gente y dejarles una buena impresión. No consideré en absoluto los intereses de la iglesia ni si la vida de mis hermanos y hermanas sufriría algún perjuicio. ¡Fui totalmente egoísta y despreciable, sin el más mínimo sentido de la rectitud! No cumplía con mi deber en absoluto. ¡Hacía el mal y me oponía a Dios! Si no me arrepentía y cambiaba, al final sería aborrecida y descartada por Dios. Al comprender esto, lamenté lo que había hecho. Me sentí en deuda con Dios y sentí que había defraudado a los hermanos y hermanas. Entonces oré a Dios: “Dios, estoy dispuesta a arrepentirme y a convertirme en una persona con humanidad y sentido de la rectitud. En el futuro, quiero demostrar consideración por Tus intenciones y proteger los intereses de la iglesia”.
Mediante la oración y la búsqueda, encontré una senda de práctica en las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Si quieres establecer una relación normal con Dios, entonces tu corazón debe volverse hacia Él; con esto como fundamento, también tendrás una relación normal con otras personas. Si no tienes una relación normal con Dios, entonces no importa lo que hagas para mantener tus relaciones con otras personas, no importa qué tan duro trabajes o cuánta energía inviertas, todo esto se corresponderá con una filosofía humana para los asuntos mundanos. Estarás protegiendo tu posición entre las personas y logrando su elogio a través de perspectivas y filosofías humanas, en lugar de establecer relaciones interpersonales normales de acuerdo con la palabra de Dios. Si no te centras en tus relaciones con las personas y, en cambio, mantienes una relación normal con Dios, si estás dispuesto a darle tu corazón a Dios y a aprender a someterte a Él, entonces, de manera natural, tus relaciones interpersonales serán normales. Entonces estas relaciones no se erigirán sobre la carne sino sobre el fundamento del amor de Dios. Casi no tendrás interacciones carnales con los demás, pero a nivel espiritual tendrán comunicación y mutuo amor, consuelo y provisión. Todo esto se hace sobre el fundamento del deseo de complacer a Dios; estas relaciones no se mantienen a través de filosofías humanas para los asuntos mundanos, sino que se forman de una manera natural cuando se lleva una carga para Dios. No requieren de ningún esfuerzo humano artificial de tu parte, solo necesitas practicar según los principios de las palabras de Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Es muy importante establecer una relación normal con Dios). Gracias a las palabras de Dios, entendí que en nuestras relaciones con los hermanos y hermanas, debemos tratar a los demás de acuerdo con los principios-verdad. Cuando descubrimos que nuestros hermanos o hermanas tienen algún tipo de carácter corrupto, debemos hablar con ellos y ayudarlos por amor, para que puedan reflexionar, llegar a comprenderse y lograr cierta entrada en la vida. No debemos basarnos en las filosofías para los asuntos mundanos para mantener nuestras relaciones con los demás. A veces, ellos no pueden entender sus propios problemas, y se requiere exponerlos y diseccionarlos. Siempre que sean hermanos y hermanas que persiguen la verdad, podrán tratar esto correctamente y cambiar después. Sin embargo, quienes no persiguen la verdad replicarán y se opondrán cuando se les señalen y expongan las cosas. Esto es revelarlos y, al mismo tiempo, nos ayuda a discernirlos mejor. Más tarde, me di cuenta de que la diaconisa de riego no llevaba una carga en su deber. Dilataba las cosas a la hora de implementar el trabajo, e incluso ponía excusas, diciendo que su calibre era bajo y que no entendía la verdad. Quise señalarle sus problemas para que llevara más carga en su deber, pero entonces pensé: “Si expongo y señalo sus problemas directamente y la ofendo, ¿cómo vamos a cooperar en el futuro?”. Al pensar esto, dudé un poco. Luego, recordé unas palabras de Dios que había leído antes y me di cuenta de que otra vez estaba intentando mantener mis relaciones con los demás basándome en las filosofías para los asuntos mundanos de Satanás. Por muy bien que mantenga mis relaciones con los demás, eso no es practicar la verdad, y Dios no lo aprueba. Oré a Dios para que me diera la determinación de rebelarme contra la carne y practicar la verdad. Esta vez, tenía que practicar la verdad y actuar según los principios-verdad. Por lo tanto, le señalé a la diaconisa de riego su problema de ser negligente en su deber y hablé sobre la naturaleza y las consecuencias de dicha actitud. Después de la charla, ella entendió su problema y se mostró dispuesta a rebelarse contra sí misma y a practicar la verdad. Experimenté que, cuando eres capaz de tratar a la gente de acuerdo con los principios-verdad, te sientes tranquila. ¡Gracias a Dios!