40. Cómo reflexionar sobre mi egoísmo y entenderlo

Por Yan Zhen, China

En abril de 2024, me eligieron líder de distrito y, por ese entonces, sentía mucha presión. Sentía que la responsabilidad de ese deber era muy pesada, que había muchas dificultades que afrontar y que tendría que cargar con muchas preocupaciones y pagar un precio muy alto. Sin embargo, entendí que este deber era Dios que me otorgaba Su gracia y que no debía pensar solo en mis intereses carnales, así que lo acepté de buen grado. Como era nueva en este deber, el trabajo que me asignaron al principio era relativamente leve y solo estaba a cargo del trabajo relacionado con textos y de la vida de iglesia. En mi tiempo libre, también podía ver videos y escuchar himnos. Sentía que cumplir mi deber de esta manera estaba bastante bien. Poco tiempo después, destituyeron a una hermana que colaboraba conmigo por no hacer trabajo real, así que me hice cargo del trabajo de depuración que ella había tenido a cargo. Fue solo durante el traspaso que me di cuenta de que el trabajo de depuración tenía muchos problemas, que no había suficientes personas para organizar los materiales de depuración y que se habían acumulado muchos de estos materiales pendientes que había que revisar. Sentí que mi carga de trabajo había aumentado drásticamente. No paraba de recibir tareas, una tras otra, y tenía la agenda diaria repleta.

Un día, mientras estaba ocupada con mis tareas, mi compañera, la hermana Qiu Yan, dijo: “Ha habido dificultades con el trabajo evangélico y los resultados han decaído considerablemente. Tenemos que dialogar entre todos para buscar una solución juntos”. Cuando antes había sido líder de la iglesia, había aprendido un poco sobre estas situaciones. Cuando los hermanos y hermanas tenían dificultades al predicar el evangelio, solían retroceder, mientras que los líderes y obreros no se centraban en resolver estos problemas reales y solo seguían insistiendo en avanzar. Esta era la principal razón por la que el trabajo evangélico obtenía malos resultados. Quería decir algo sobre este tema, pero luego pensé: “El trabajo de depuración que tengo a cargo también tiene muchos problemas. Siempre tengo la mente puesta en ello todos los días, así que, si también participo en el trabajo evangélico, ¿no me supondrá un esfuerzo adicional? ¿De dónde voy a sacar toda esta energía extra?”. Así que sentí que debía centrarme en el trabajo que tenía a cargo y, con eso en mente, no dije nada y simplemente continué con mis tareas. En ese momento, Qiu Yan me preguntó: “Tú fuiste líder de la iglesia antes, así que deberías tener cierta comprensión del trabajo evangélico de la iglesia. ¿Tienes alguna sugerencia útil?”. Pensé: “Aún no he terminado de hacer mis propias tareas. Si hablo del trabajo evangélico ahora, ¿no retrasará el trabajo que tengo que hacer?”. Así que me rehusé y dije: “Puedes hablarlo simplemente con Li Yue. Ahora mismo tengo muchas tareas urgentes que manejar”. Después, volví a mis propias tareas. Li Yue vio mi actitud y me dijo con severidad: “Después de todo, la perspectiva de una sola persona es limitada. Resolver las dificultades del trabajo requiere de la participación de todos. ¡No estás siendo responsable!”. Al oír la crítica de la hermana, me sentí culpable y pensé que mi comportamiento había sido demasiado egoísta. Solo entonces dejé lo que estaba haciendo y participé en el diálogo. También hablé de los problemas que había notado mientras cumplía mis deberes en la iglesia y, en poco tiempo y a través de la plática, encontramos una solución.

Unos días después, Li Yue y Qiu Yan estaban hablando sobre cultivar regadores. Dijeron que algunos líderes de la iglesia no se centraban en cultivar a la gente, lo que llevaba a una escasez de regadores en la iglesia y hacía que algunos nuevos fieles no recibieran a tiempo el riego necesario, lo que obstaculizaba gravemente el trabajo de regar a los nuevos fieles. Dijeron que teníamos que escribir a los líderes de la iglesia para comunicarles esto. Me pidieron que participara en el diálogo sobre cómo resolver este problema, pero pensé: “Esto no es algo que se pueda resolver de una tacada. Habrá que dedicar mucho tiempo y energía mental a estos temas, y el trabajo de riego ni siquiera es mi responsabilidad. Hablar sobre esto retrasará el trabajo que estoy haciendo y, después, si se me acumula el trabajo, tendré que dedicar tiempo adicional para encargarme de ello. Además, resolver el problema no me dará ningún mérito. Le dedicaré tiempo y energía y retrasaré mi propio trabajo, así que, ¿qué sentido tiene?”. Entonces, respondí de forma superficial: “No capto muy bien estos asuntos y no tengo ningún buen consejo para dar. Háblenlo entre ustedes primero, luego escriban una carta para compartir con los líderes de la iglesia y, cuando la hayan escrito, la podemos revisar juntas”. Tras oír mi respuesta, las hermanas no dijeron nada y no tuvieron más remedio que hablar sobre el tema entre ellas. Más tarde, Qiu Yan terminó de escribir la carta y nos pidió sugerencias. La ojeé brevemente y pensé que había partes que no estaban claras y que había que complementar y mejorar, pero no quería hacer el esfuerzo de revisarla, así que solo le mencioné de pasada algunos de los problemas. Después de escuchar mis comentarios, Qiu Yan aún no sabía cómo hacer las adiciones y dijo con nerviosismo: “No se me da muy bien escribir cartas y también me cuesta hacer revisiones; ¿podrías ayudar a revisarla y complementarla? Así no se retrasará el trabajo”. Yo seguí insistiendo en que fuera ella la que hiciera la revisión. Al ver que ponía tantas excusas, finalmente me criticó: “No participaste en la discusión de ayer y, ahora que ya hemos escrito la carta, tampoco quieres ayudar a revisarla. El trabajo de la iglesia es un esfuerzo colectivo y todos compartimos la responsabilidad, pero tú solo te preocupas por tu propia carga de trabajo. ¡Estás siendo totalmente egoísta y despreciable!”. Cuando la oí decir esto, me sentí muy agraviada, empecé a formarme una opinión negativa sobre las hermanas al pensar que no entendían mis dificultades en absoluto. Pensé: “Llevo poco tiempo en este deber y ya tengo mucho trabajo que hacer cada día. Ahora quieren que dedique tiempo extra al trabajo que ustedes tienen a cargo y, cuando su trabajo obtenga resultados, el mérito será de ustedes. Yo estaría entre bastidores y no ganaría nada de ello. Además, mi propio trabajo se acumularía y también tendría que dedicar tiempo y esfuerzo a encargarme de ello. ¡No me vale la pena!”. Sin embargo, al ver que la hermana parecía incapaz de hacerlo, accedí a regañadientes y revisé la carta. Pero me sentía muy reprimida y creía que este deber era demasiado difícil. No solo tenía que dar seguimiento a mis propias responsabilidades, sino también ocuparme del trabajo de las hermanas y solo quería huir de esa situación. Durante esa época, cumplía mi deber en un estado de aturdimiento e insensibilidad, sin sentir la obra del Espíritu Santo en absoluto, y simplemente cumplía mi deber cada día en piloto automático. En mi dolor, llevé mi estado ante Dios y oré y busqué: “Dios, siento mucha presión por los problemas en mi deber, pero también tengo que participar en el trabajo general y mi corazón se siente reacio. Sé que mi estado no es correcto, pero no soy capaz de someterme. Dios, te ruego que me guíes para que pueda buscar la verdad y entender Tu intención”.

Durante mis prácticas devocionales, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Si crees en la soberanía de Dios, entonces tienes que creer que los sucesos cotidianos, sean buenos o malos, no suceden al azar. No es que alguien esté siendo deliberadamente duro contigo o teniéndote en la mira; todo esto fue dispuesto y orquestado por Dios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para ganar la verdad, uno debe aprender de las personas, los acontecimientos y las cosas cercanas). Las palabras de Dios desataron al instante el nudo en mi corazón. Las personas, acontecimientos y cosas que aparecen en mi vida cada día son parte de la soberanía y los arreglos de Dios, y tenía que sosegarme ante Él para aprender lecciones y conocer mi propio carácter corrupto. Sin embargo, ahora, en la situación en la que estaba, sentía que mis hermanas no entendían mis dificultades. Vivía en un estado en el que me concentraba en las personas y las cosas, y no me sometía en absoluto. Debía ponerme a un lado, acudir a Dios para buscar la verdad y reflexionar sobre mí misma.

Más tarde, leí las palabras de Dios: “Independientemente del trabajo que lleven a cabo, los anticristos no piensan para nada en los intereses de la casa de Dios. Solo consideran si los suyos propios van a verse afectados, solo piensan en ese poquito de trabajo frente a ellos que los beneficia. Para ellos, la obra principal de la iglesia solo es algo que hacen en su tiempo libre. No se la toman en serio para nada. Solo se mueven cuando se los empuja a actuar, solo hacen lo que les gusta y solo hacen el trabajo destinado a mantener su estatus y su poder. A sus ojos, toda labor dispuesta por la casa de Dios, la labor de difundir el evangelio y la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios no son importantes. No importa qué dificultades tengan otras personas en su trabajo, qué cuestiones hayan identificado o les hayan informado, o lo sinceras que sean sus palabras, los anticristos no prestan atención, no se involucran, es como si no tuviera nada que ver con ellos. Por muy importantes que sean los problemas que surjan en la labor de la iglesia, ellos son totalmente indiferentes. Incluso cuando tienen un problema delante, solo lo abordan de manera superficial. Solo cuando lo Alto los poda directamente y se les ordena que resuelvan un problema, hacen a regañadientes un poco de trabajo real y le muestran algo a lo Alto. Poco después, siguen con sus propios asuntos. Con respecto a la obra de la iglesia, a las cosas importantes en el contexto más amplio, no les interesan ni les hacen caso. Incluso ignoran los problemas que descubren, y dan respuestas superficiales o titubean cuando se les pregunta por los problemas, y solo los abordan con gran reticencia. ¿Acaso no es esto la manifestación del egoísmo y la vileza?(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión cuatro: Resumen de la calidad humana de los anticristos y de su esencia-carácter (I)). “Si uno cree en Dios, pero no presta atención a Sus palabras ni acepta la verdad ni se somete a Sus arreglos e instrumentaciones; si únicamente exhibe determinadas buenas conductas, pero es incapaz de rebelarse contra la carne y no cede nada en su orgullo o sus intereses; pese a que en apariencia cumple el deber, si sigue viviendo según sus actitudes satánicas, no ha renunciado en absoluto a las filosofías y maneras de vivir de Satanás ni las ha cambiado, ¿cómo es posible que crea en Dios? Eso es creer en la religión. Las personas que son así renuncian a las cosas y se esfuerzan superficialmente, pero para fijarse en la senda que recorren y en el origen y el punto de partida de todo lo que hacen no se fundamentan en las palabras de Dios ni en la verdad; por el contrario, siguen actuando según sus nociones y figuraciones, sus suposiciones subjetivas y sus ambiciones y deseos. Las filosofías y actitudes de Satanás continúan sirviendo de base para su existencia y sus actos. En los asuntos en los que no entienden la verdad, no la buscan; en los asuntos en los que sí la entienden, no la practican ni la valoran ni honran la grandeza de Dios. Aunque creen en Dios y lo reconocen, tanto aparente como explícitamente, y a pesar de que pueda parecer que son capaces de cumplir un deber y seguir a Dios, viven de acuerdo con su carácter satánico en todo lo que dicen y hacen. Todas las cosas que dicen y hacen son revelaciones de un carácter corrupto. No verás que practiquen o experimenten las palabras de Dios, y mucho menos que manifiesten buscar y someterse a la verdad en todas las cosas. En sus acciones, piensan primero en sus propios intereses, y satisfacen sus propios deseos y propósitos antes que nada. ¿Acaso son personas que siguen a Dios? (No). […] Por muchos años que hayan creído, no han establecido una relación normal con Dios; al margen de lo que hagan o de lo que les pase, lo primero que piensan es: ‘Qué quiero hacer; qué redundaría en mi interés y qué no; qué ocurriría si hiciera tal y tal cosa’. Eso es lo primero que tienen en cuenta. No se paran a pensar en qué tipo de práctica glorificaría a Dios, daría testimonio de Él o satisfaría Sus intenciones, ni oran para averiguar cuáles son Sus requisitos y qué dicen Sus palabras. Nunca prestan atención a cuáles son las intenciones o los requisitos de Dios ni a cómo se debe practicar para satisfacerlo. Aunque en alguna ocasión tal vez oren ante Dios y compartan con Él, simplemente hablan consigo mismos, sin buscar sinceramente la verdad. Cuando oran a Dios y leen Sus palabras, no las relacionan con las cosas que se encuentran en la vida real. Por tanto, en el entorno que Dios ha dispuesto, ¿cómo tratan Su soberanía, Sus arreglos y Sus instrumentaciones? Al enfrentarse a cosas que no satisfacen sus deseos, las evitan y se resisten a ellas en el corazón. Al afrontar cosas que causan una pérdida en sus intereses o impiden que estos se satisfagan, intentan buscar una salida por todos los medios, se esfuerzan por maximizar sus beneficios y procuran evitar cualquier agravio. No buscan satisfacer las intenciones de Dios, sino únicamente sus propios deseos. ¿Es eso tener fe en Dios? ¿Tienen las personas así una relación con Dios? No. Viven de manera vulgar, despreciable, intransigente y horrible. No solo no tienen ninguna relación con Dios, sino que también van en contra de Su soberanía y Sus arreglos constantemente. Suelen decir: ‘Que Dios tenga soberanía y gobierne sobre todo en mi vida. Estoy dispuesto a permitir que Él tome el trono, reine y rija en mi corazón. Estoy dispuesto a someterme a Sus arreglos e instrumentaciones’. Sin embargo, cuando las cosas a las que se enfrentan perjudican sus intereses, no pueden someterse. En lugar de buscar la verdad en un entorno dispuesto por Dios, pretenden darse la vuelta y huir de ese entorno. No quieren someterse a los arreglos e instrumentaciones de Dios, sino hacer las cosas según su propia voluntad, solo en tanto que sus intereses no se vean perjudicados. Ignoran por completo las intenciones de Dios y solo se preocupan por sus propios intereses, circunstancias, estados de ánimo y sentimientos. ¿Es eso creer en Dios? (No)” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. No es posible salvarse por creer en la religión ni participar en ceremonias religiosas). La enseñanza de Dios es muy clara. Una persona que realmente cree en Dios puede buscar la verdad y someterse a la obra de Dios cuando se encuentra con cosas que no están de acuerdo con sus nociones. Si, ante cosas que no concuerdan con sus nociones, una persona no busca en absoluto la verdad y solo piensa en sus propios intereses y en cómo librarse de la situación, esa persona no es una auténtica creyente en Dios y no recibe Su aprobación. Los anticristos son exactamente ese tipo de persona. Jamás tienen en cuenta los intereses de la casa de Dios ni la situación en general al cumplir sus deberes y solo hacen lo que les beneficia en términos de fama, provecho o estatus. Si algo no los beneficia, entonces, aunque vean un problema o alguien les pida ayuda, los anticristos hacen la vista gorda y oídos sordos. Son totalmente desalmados, implacables, egoístas, despreciables y carentes de humanidad. Ante la exposición de las palabras de Dios, me sentí avergonzada y apenada. En ese momento, todas mis quejas, mi resistencia y desobediencia me parecieron totalmente irracionales a la luz de las palabras de Dios. Pensé en que había creído en Dios durante muchos años. En apariencia, había abandonado a mi familia y mi carrera, y parecía que creía de verdad en Dios, pero, al hacer mis deberes, todos mis pensamientos y consideraciones se centraban en mi propio beneficio y no protegía en absoluto la obra de la casa de Dios. ¿De qué manera podía decir que era un miembro de la casa de Dios? Cuando mis hermanas hablaron sobre los problemas del trabajo evangélico y quisieron buscar soluciones juntas, aunque yo entendía las situaciones concretas, tuve miedo de que tendría que involucrarme en buscar una solución si decía algo, lo que retrasaría mi propio trabajo, así que puse la excusa de que estaba ocupada para negarme a participar. Cuando faltaban regadores en la iglesia y hubo que enviar con urgencia una carta a los líderes para compartir sobre el tema de cultivar a más gente, yo tuve miedo de que mi carga de trabajo aumentara y pensé que, aunque lo hiciera bien, no recibiría ningún reconocimiento por ello, así que respondí de manera superficial y no quise involucrarme. Cuando la hermana escribió la carta y me pidió que la revisara, vi que tenía problemas que corregir, pero no quise dedicar tiempo a revisarlos. En todas estas tareas, no era que no supiera detectar los problemas ni cómo resolverlos, sino que era demasiado egoísta y despreciable y solo me preocupaban mis propios intereses. Además, si algo no beneficiaba a mi reputación o estatus, no quería hacerlo. ¿De qué manera tenía un lugar para Dios en mi corazón? Con esa actitud, cuando mi hermana me podó por ser egoísta y despreciable, hasta me sentí agraviada y quise evitar y abandonar ese deber. ¡Estaba siendo muy irracional! Sobre todo, al leer estas palabras de Dios: “No buscan satisfacer las intenciones de Dios, sino únicamente sus propios deseos. ¿Es eso tener fe en Dios? ¿Tienen las personas así una relación con Dios? No”. Me sentí un poco conmovida. Había creído en Dios durante muchos años, había comido y bebido muchísimas de Sus palabras y había disfrutado de muchas gracias y bendiciones, pero, cuando vi que surgían problemas en áreas clave como el trabajo evangélico y el de riego, simplemente los ignoré. ¿Cómo podía considerarme una creyente en Dios? ¡Ni siquiera había sido leal como servidora! Solo tras darme cuenta de estas cosas entendí la gravedad de mi carácter corrupto y sentí algo de temor. Así que me presenté ante Dios y oré: “Dios, veo que mi estado es realmente peligroso. ¡He estado actuando y comportándome según un carácter satánico y he sido totalmente egoísta y rebelde! Dios, te ruego que me esclarezcas y me guíes para que realmente pueda conocer mi carácter corrupto”.

Un día, leí las palabras de Dios: “Después de que Satanás haya corrompido a alguien, este individuo pierde su conciencia y razón. Satanás desorienta por completo su corazón y esa persona acepta muchos pensamientos y puntos de vista que provienen de Satanás, además de algunos dichos y opiniones salidos de las tendencias malvadas. Cuando las cosas llegan a este punto, su conciencia y razón se corrompen y corroen por completo; se podría decir que, en este momento, su conciencia y razón están completamente perdidas. Lo que se demuestra es que su calidad humana es muy pobre y malvada. Es decir, antes de que haya aceptado cosas positivas, ya ha aceptado en su corazón muchas cosas falaces de Satanás. Estas cosas han corrompido gravemente su humanidad, lo que resulta en que esta sea muy pobre. Por ejemplo, después de que acepte el pensamiento y el punto de vista satánico del mundo que afirma que “cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, ¿mejorará su conciencia, seguirá siendo la misma o se deteriorará? (Se deteriorará). ¿Y cuáles son las manifestaciones específicas de este deterioro? (Solo considera sus propios intereses en todo lo que hace). En aras de su propio propósito e intereses, no se detiene ante nada. Es capaz de engañar y perjudicar a otros y de hacer cualquier cosa que vaya en contra de la moralidad y la conciencia. Mientras más lo hace, más implacables se vuelven sus acciones, más se oscurece su corazón, menos sentido de la conciencia posee y menos humanidad conserva. En favor de sus propios intereses, timará y engañará a cualquiera […]. ¿Cuál es la razón por la que esta persona puede engañar a cualquiera? ¿Cuál es la causa principal? Es porque ha aceptado los pensamientos y los puntos de vista de Satanás y actúa bajo el dominio de estos. Al final, la conciencia y razón de su humanidad ya no funcionan; es decir, las cosas básicas que la humanidad debería poseer dejan de funcionar por completo, están completamente erosionadas y controladas por los pensamientos malvados de Satanás. El proceso de erosión y control es el de su aceptación de estos pensamientos y puntos de vista y, por supuesto, es además el proceso por el que esta persona se corrompe(La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (10)). Las palabras de Dios expusieron que la raíz de mi negativa a participar en el trabajo general era que estaba influenciada por los venenos de Satanás, los cuales me habían vuelto verdaderamente egoísta, despreciable y carente de humanidad. Había estado viviendo según las filosofías satánicas para los asuntos mundanos, como: “Que cada quien se ocupe de lo suyo” y “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”. Me había vuelto extremadamente egoísta e interesada, y juzgaba todo lo que hacía en función de si me beneficiaba o no. Me esforzaba en hacer las cosas que beneficiaban mi reputación y estatus, pero ignoraba todo lo que no me beneficiaba. Incluso cuando los demás me pedían ayuda o me lo recordaban, no me ocupaba de esas cosas y hasta pensaba que era normal que, si algo no era mi responsabilidad, aunque hubiera un problema, no tenía nada que ver conmigo y yo tenía todo el derecho a ignorarlo. Bajo la influencia de estos pensamientos y opiniones, ignoraba el trabajo evangélico y, cuando las hermanas me pedían ayuda, hacía oídos sordos. Incluso cuando el trabajo evangélico se veía obstaculizado, no quería participar, aunque tuviera algunas ideas para encontrar una solución. Cuando la escasez de regadores en la iglesia ya había afectado el trabajo de riego, yo temía retrasar mi propio trabajo, lo que no beneficiaría mi reputación ni mi estatus, así que no quería colaborar en armonía con las hermanas para resolver el problema y no sentía ningún remordimiento, aunque eso retrasara el trabajo de riego. Mi conducta egoísta y despreciable era muy evidente, pero cuando la hermana señaló mi egoísmo, me seguía negando a aceptarlo, le rebatí, me sentí reacia y no tuve la menor vergüenza por no haber logrado defender los intereses de la casa de Dios debido a mi egoísmo y a lo despreciable que era. Vivía según los venenos de Satanás y no protegía en absoluto los intereses de la casa de Dios. Mi conciencia y mi razón se habían adormecido. Con tal de evitarme preocupaciones y cargas adicionales, ignoraba por completo las intenciones de Dios y los intereses de Su casa. En realidad, ¡la forma en que trataba mi deber era un rechazo de ese deber y una traición a Dios! Al darme cuenta de estas cosas, finalmente sentí odio hacia mi carácter corrupto, egoísta y despreciable.

Durante una de mis prácticas devocionales, leí las palabras de Dios: “Para todos los que cumplen con un deber, da igual lo profundo o superficial que sea su entendimiento de la verdad, la manera más sencilla de practicar la entrada en la realidad-verdad es pensar en los intereses de la casa de Dios en todo, y desprenderse de los propios deseos egoístas, de las intenciones, motivos, orgullo y estatus personales. Poner los intereses de la casa de Dios en primer lugar; esto es lo mínimo que se debe hacer. Si una persona que lleva a cabo un deber ni siquiera puede hacer esto, entonces ¿cómo se puede decir que está llevando a cabo su deber? Esto no es llevar a cabo el propio deber. Primero debes pensar en los intereses de la casa de Dios, tener en cuenta las intenciones de Dios y considerar la obra de la iglesia. Antepón estas cosas a todo; solo después de eso puedes pensar en la estabilidad de tu estatus o en cómo te consideran los demás. ¿No os parece que esto se vuelve un poco más fácil cuando lo dividís en dos pasos y hacéis algunas concesiones? Si practicas de esta manera durante un tiempo, llegarás a sentir que satisfacer a Dios no es algo tan difícil. Además, deberías ser capaz de cumplir con tus responsabilidades, llevar a cabo tus obligaciones y tu deber, dejar de lado tus deseos egoístas, tus intenciones y motivos. Debes mostrar consideración hacia las intenciones de Dios y anteponer los intereses de la casa de Dios, la obra de la iglesia y el deber que se supone que has de cumplir. Después de experimentar esto durante un tiempo, considerarás que esta es una buena forma de comportarte. Es vivir sin rodeos y honestamente, y no ser una persona vulgar y vil; es vivir de forma recta y honorable, en vez de ser despreciable, vulgar y un inútil. Considerarás que así es como una persona debe actuar y la imagen que debe vivir. Poco a poco, disminuirá tu deseo de satisfacer tus propios intereses(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando el carácter corrupto). Las palabras de Dios me señalaron una senda de práctica. Cuando mi deber entra en conflicto con mis intereses personales, debo dar prioridad a los intereses de la casa de Dios en todo. Esa es la actitud que debe tener una persona que es leal a su deber. Aunque nos habíamos dividido las responsabilidades, cuando surgían problemas en el trabajo de las hermanas, yo debía dar prioridad al trabajo general de la iglesia. Cosas como predicar el evangelio, regar a los nuevos fieles y elegir a los líderes y diáconos de la iglesia son tareas importantes de la iglesia y, si surgen problemas en estas tareas y no se resuelven a tiempo, esto retrasa u obstaculiza el trabajo. Debía saber distinguir lo que era prioritario. Aunque tuviera mucho trabajo entre manos, si aprovechaba mejor el tiempo, no se retrasaría demasiado mi propio trabajo. No podía centrarme solo en mi carga de trabajo, sino que debía tener consideración con el trabajo general. Aunque, a veces, participar en debates y toma de decisiones sobre el trabajo general requería más tiempo y esfuerzo al buscar y dialogar de verdad, de a poco capté algunos principios, sin siquiera darme cuenta. Esto también era una forma que yo tenía de mejorar. En realidad, no era una cuestión de sufrir, sino algo que me beneficiaba mucho. Antes solía sentirme agotada porque no tenía la mentalidad correcta, pero cuando la cambié, ya dejé de sentir que estaba sufriendo.

Un día, leí más de las palabras de Dios: “La forma en que la gente cumple sus deberes en la casa de Dios es completamente diferente a cómo se hacen las cosas entre los no creyentes. ¿Cuál es la diferencia? Los hermanos y hermanas leen juntos la palabra de Dios y están conectados en espíritu. Pueden vivir en armonía unos con otros y ser sinceros sobre lo que piensan. Pueden compartir la verdad de modo simple y sincero con los demás, disfrutar de la palabra de Dios y ayudarse mutuamente. Si alguien tiene dificultades, buscan juntos la verdad para resolver el asunto, pueden alcanzar la unidad de espíritu y pueden someterse ante la verdad y ante Dios. Los no creyentes son diferentes. Todos tienen sus propios secretos, no se comunican con sinceridad, están a la defensiva unos con otros e incluso traman y compiten entre sí. Al final, se separan en malos términos y siguen sus propias sendas(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La cooperación en armonía). Las palabras de Dios me permitieron entender que, para lograr buenos resultados en nuestros deberes en la casa de Dios, debemos colaborar con el mismo pensar y sentir. Debía dejar de lado mis deseos egoístas, dar prioridad a la obra de la casa de Dios e, independientemente de a quién le correspondiera el trabajo en problemas, debíamos buscar soluciones juntos para obtener con mayor facilidad la obra del Espíritu Santo y aumentar la eficacia en nuestros deberes. Tal como dijo el Señor Jesús: “Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos(Mateo 18:19). Todos tenemos defectos y nos falta comprensión, capacidad o claridad en algunos aspectos, y no hay ningún trabajo que pueda hacer una sola persona por su cuenta. Tenemos que colaborar en armonía y aprovechar los puntos fuertes y las habilidades de cada persona. Solo así podemos cumplir bien con nuestros deberes. La obra de la casa de Dios es un esfuerzo colectivo e, independientemente de la tarea que tenga problemas, todos debemos colaborar para resolverlos. Al entenderlo, ya no me sentí reacia a participar en el trabajo general. Más adelante, al cumplir nuestros deberes, todos nos centramos en colaborar en armonía y, cuando surgían asuntos en el trabajo que no estaban claros o que no entendíamos, los mencionábamos de forma activa para compartirlos y hablar sobre ellos. Mediante esta colaboración real, adquirí un punto de vista más amplio de los problemas, sentí mucha menos presión en mi deber y los problemas también se pudieron resolver con mayor rapidez.

Un par de semanas después, los resultados del trabajo evangélico seguían sin mejorar, así que queríamos reunirnos para compartir y analizar. Pensé: “Los problemas del trabajo evangélico no se pueden aclarar del todo con solo unas pocas palabras. Tendremos que revisar los informes de trabajo de cada iglesia y, luego, entender los problemas y las dificultades que enfrentan los hermanos al predicar el evangelio para poder resolverlos. Sin embargo, aún tengo varias cartas que debo responder. Además, hablar del trabajo evangélico llevará mucho tiempo y retrasará mis propias tareas”. Al pensar en todas estas cosas, me sentí algo renuente a participar. En ese momento, me di cuenta de que estaba volviendo a revelar mi egoísmo, así que acudí a las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “No importa lo grande o lo pequeña que sea la tarea, no importa quién te la asigne, si la casa de Dios te la encomienda o un líder u obrero de la iglesia te la asigna, tu actitud debería ser: ‘Dado que se me ha asignado este deber, es la exaltación y la gracia de Dios. Debería hacerlo bien, conforme a los principios-verdad. Pese a tener solo un calibre promedio, quiero asumir esta responsabilidad y dar todo de mí para hacerlo bien. Si hago un trabajo deficiente, debería responsabilizarme de ello, y si hago un buen trabajo, esto no es atribuirme el mérito. Esto es lo que debo hacer’. ¿Por qué digo que la forma en que una persona trata su deber es una cuestión de principios? Si de verdad tienes sentido de la responsabilidad y eres una persona responsable, entonces serás capaz de encargarte del trabajo de la iglesia y cumplir bien el deber que te corresponde(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (8)). Las palabras de Dios me permitieron entender que un líder que cumple con el estándar debe tener, ante todo, sentido de responsabilidad y debe dar prioridad a los intereses de la casa de Dios. Aunque mi compañera era la principal responsable de este trabajo, estaba relacionado con que el trabajo evangélico de la iglesia progresara sin problemas. Como líder, yo también tenía parte de responsabilidad por esto y no podía pensar solo en mis propios intereses; eso sería carecer por completo de humanidad. Tenía que priorizar las cosas de forma adecuada y dejar de lado mis intereses personales. Me di cuenta de que, de hecho, podía posponer mis propias tareas, así que tomé la iniciativa de participar en el análisis y el diálogo. Cuando había cosas que no se entendían del todo en la conversación, tomaba la iniciativa de establecer una mayor comunicación y, en el proceso de colaborar, veía la guía de Dios. También encontré algunos métodos y sendas para resolver los problemas y sentí una gran paz en mi corazón.

Al experimentar esa revelación, adquirí cierto discernimiento sobre mi carácter satánico, egoísta y despreciable. En el pasado, no creía que el egoísmo fuera tan grave, pero, ahora, mediante la exposición de las palabras de Dios, veo con claridad que, cuando la gente vive según su carácter corrupto, egoísta y despreciable, se vuelve cada vez más carente de humanidad, no tiene conciencia ni razón y no puede obtener buenos resultados en sus deberes. Solo al vivir según las palabras de Dios, al practicar la verdad y al actuar de acuerdo con los principios puede uno vivir conforme a una verdadera semejanza humana. Solo así puede uno tener paz y tranquilidad verdaderas en el corazón. ¡Gracias a Dios por permitirme llegar a comprender y a conseguir estas cosas!

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