94. Las consecuencias de escoger las tareas fáciles y rehuir las difíciles en el deber
En octubre de 2023, los líderes me asignaron hacer efectos especiales. Al principio, solo aprendí algunas operaciones básicas, y esto no requería mucha habilidad técnica. Después de estudiar, no tardé en crear algunos efectos. Para poder crear efectos especiales mejores y más realistas, necesitaba aprender más técnicas. Pero tenía mis dudas: “Estas técnicas son bastante difíciles y no sé si seré capaz de aprenderlas”. Más tarde, mientras estudiaba los tutoriales, había algunas operaciones que recordaba en el momento, pero que luego se me olvidaban. A veces no entendía los puntos que se explicaban en el tutorial, así que me costaba mucho aprenderlos. Después de estudiar por un tiempo, sentí que era demasiado agotador mentalmente, así que quise echarme para atrás. En ese momento, vi a un hermano del equipo que estaba aprendiendo diseño gráfico, y pensé: “¿Por qué el supervisor no me ha puesto a mí a hacer diseño gráfico? Yo ya he estudiado eso antes, así que me resultaría más fácil empezar, y de paso podría tomármelo con un poco más de calma”. Más tarde, le conté al hermano lo que pensaba, pero me dijo que no había suficiente gente en el deber de efectos especiales, así que me sugirieron que siguiera estudiando. Me pareció que tenía sentido, y decidí continuar. Dos o tres meses después, ya había estudiado algunos tutoriales y empecé a trabajar en efectos especiales más difíciles. Cuando me encontraba con alguna dificultad, no me molestaba en investigar, sino que iba directamente a preguntarle al hermano con el que cooperaba. El hermano me explicaba con paciencia y el problema se resolvía enseguida. Yo pensaba: “La próxima vez que tenga una dificultad, se la preguntaré a mi compañero y ya está. Así es mucho más fácil y no tengo que preocuparme ni pensar tanto”. Con el tiempo, dejé de centrarme en estudiar y profundizar en los conocimientos técnicos, y normalmente me limitaba a hacer algunos efectos especiales sencillos, por lo que mis habilidades mejoraban muy lentamente. A finales de marzo de 2024, teníamos que crear un efecto especial más complejo, y pensé: “Va a ser un lío hacerlo. Tendré que esforzarme mucho para estudiar los tutoriales, buscar información de varias fuentes y será agotador físicamente. Mejor que lo haga mi compañero”. Más tarde, vi que mi compañero había mejorado sus habilidades técnicas al hacer este efecto especial, mientras que yo, en cambio, no había progresado nada, así que me sentí un poco culpable y arrepentido. Para empezar, mis habilidades no eran tan buenas, y si hubiera profundizado en algunos efectos especiales complejos junto con mi compañero, yo también podría haber mejorado algunas de mis habilidades.
Después de eso, empecé a preguntarme: “¿Por qué nunca quiero esforzarme en estudiar, investigar y superar las dificultades en mi deber?”. Más tarde, leí las palabras de Dios: “Codiciar las comodidades de la carne también es un problema grave. ¿Cuáles creéis que son algunas de las manifestaciones de codiciar las comodidades de la carne? ¿Qué ejemplos podéis aportar a partir de lo que habéis visto en vuestras propias experiencias? ¿Cuenta como tales manifestaciones disfrutar de los beneficios del estatus? (Sí). ¿Algo más? (Preferir tareas fáciles a las difíciles cuando se desempeña el deber, y querer siempre optar por el trabajo liviano). Al hacer un deber, la gente siempre escoge el trabajo liviano, el menos cansado y que no implique desafiar a las condiciones climáticas a la intemperie. Eso implica elegir trabajos fáciles y eludir los complicados, y se trata de una manifestación de codicia de las comodidades de la carne. ¿Qué más? (Quejarse siempre cuando el deber es un poco duro, un poco agotador, cuando implica pagar un precio). (Preocuparse por la comida y la ropa, y por los placeres carnales). Todas estas son manifestaciones de codicia de las comodidades de la carne. Cuando una persona así ve que una tarea es demasiado laboriosa o arriesgada, se la endosa a otra; se limita a hacer trabajo tranquilo, y pone excusas, dice que tiene escaso calibre, que le falta capacidad de trabajo y no puede hacerse cargo de esta tarea, de hecho, el verdadero motivo es que codicia las comodidades de la carne. No desea sufrir, sea cual sea el trabajo que haga o el deber que cumpla. […] También están los que siempre se quejan de las dificultades mientras hacen su deber, que no quieren esforzarse, que, en cuanto tienen un poco de tiempo muerto, descansan, charlan distraídos o disfrutan del ocio y el entretenimiento. Y cuando el trabajo se intensifica y rompe el ritmo y la rutina de sus vidas, se sienten infelices e insatisfechos por ello. Gruñen y se quejan, y se vuelven negligentes al hacer su deber. Esto es codiciar las comodidades de la carne, ¿verdad? […] ¿Son las personas que se entregan a las comodidades de la carne aptas para desempeñar un deber? En cuanto alguien saca el tema de hacer su deber o habla de pagar un precio y de sufrir penurias, no paran de negar con la cabeza. Tienen demasiados problemas, les embargan las quejas y están llenas de negatividad. Esas personas son inútiles, no están cualificadas para hacer su deber y se las debería descartar” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (2)). Después de leer las palabras de Dios, me di cuenta de que quejarse siempre de las adversidades, echarse para atrás cuando se afrontan dificultades en el deber y pensar solo en hacer las tareas fáciles y cómodas es escoger el trabajo fácil y disfrutar de la comodidad carnal. Las personas que no quieren soportar ninguna dificultad ni pagar ningún precio son incapaces de hacer ningún trabajo real. Este tipo de gente es inútil y solo puede ser descartado. Yo era exactamente el tipo de persona perezosa que Dios expuso. Sabía muy bien que en el deber de efectos especiales faltaba personal, pero pensé que aprender esta habilidad requería demasiado esfuerzo y era un gran desgaste mental, y cada vez que tenía dificultades, quería echarme para atrás, no estaba dispuesto a sufrir y pagar el precio por aprender. Cuando vi a un hermano del equipo aprender diseño gráfico, pensé que, como yo tenía algo de experiencia en ese campo y no era muy difícil, quise dedicarme al diseño gráfico para librarme del deber de los efectos especiales. Más tarde, al hacer efectos especiales más complejos, cada vez que me encontraba con problemas técnicos difíciles, se los preguntaba directamente a mi compañero para que los resolviera. Yo no estudiaba ni investigaba a fondo, lo que hacía que mis habilidades mejoraran muy lentamente. Escogía los deberes que eran más fáciles de hacer, solo quería ocuparme de tareas sencillas y fáciles que no requirieran mucho esfuerzo mental o físico, y cada vez que me encontraba con dificultades, quería abandonar mi deber, sin la menor intención de superar los desafíos y satisfacer a Dios. Con esta actitud, no podía aprender ninguna habilidad, y mucho menos cumplir bien con mis deberes. Solo me convertiría en un inútil y sería descartado por Dios. No quería seguir así. Más tarde, tomé la iniciativa de estudiar técnicas de efectos especiales más complejas y descubrí que no eran tan difíciles como había imaginado. Después de un tiempo, mis habilidades técnicas mejoraron considerablemente. Los conceptos que al principio no entendía se volvieron más claros y ya podía resolver la mayoría de los problemas. Me sentí muy feliz.
Pero al cabo de un tiempo, volví a conformarme con el statu quo. A veces, cuando veía a mi compañero profundizar en técnicas complejas, pensaba para mis adentros: “Dominar esas técnicas será bastante difícil, y todos esos códigos que no conozco me dan dolor de cabeza. Aprenderlos requeriría pagar un gran precio y mucho esfuerzo mental. ¡Sería agotador! Ya es bastante bueno que haya llegado hasta aquí. No hay necesidad de complicarme más la vida. Dejaré que mi compañero investigue esas técnicas difíciles y yo me limitaré a hacer lo que pueda”. Mi compañero me preguntó si quería aprender técnicas más difíciles, y de palabra le dije que sí, que las aprendería si tenía tiempo, pero en realidad, nunca las estudié. Una vez, se dio cuenta de que yo seguía estudiando el mismo conjunto de tutoriales de antes y me dijo: “Llevas ocho o nueve meses en este deber, ¿cómo es que todavía no has terminado estos tutoriales?”. Sus palabras me dolieron, pero tenía razón. En realidad, si hubiera estudiado esos tutoriales como es debido, podría haberlos terminado en tres o cuatro meses, pero dejé de centrarme en estudiarlos en serio una vez que dominé algunas técnicas, así que todavía no lo había terminado. ¿Cómo podía progresar así? Ver esta actitud constante mía hacia mi deber me hizo sentir muy incómodo, así que me presenté ante Dios en oración, pidiéndole que me guiara para conocerme a mí mismo y aprender mis lecciones.
Leí las palabras de Dios: “Las personas perezosas no son capaces de hacer nada. Resumido en dos palabras, son personas inútiles; tienen una discapacidad de segunda clase. Por muy bueno que sea el calibre de los perezosos, no es más que una fachada; aunque tienen buen calibre, no sirve para nada. Son demasiado perezosos, saben lo que deben hacer, pero no lo hacen y, aunque tengan conocimiento de que algo supone un problema, no buscan la verdad para resolverlo, y si bien saben qué dificultades deben sufrir para que el trabajo sea efectivo, no están dispuestos a soportar ese sufrimiento aunque merezca la pena, así que no pueden obtener ninguna verdad ni realizar ningún trabajo real. No desean soportar las penurias que a las personas les toca soportar; solo saben disfrutar de la comodidad, de los momentos de alegría y ocio, y de una vida libre y relajada. ¿Acaso no son inútiles? Las personas que no pueden soportar la adversidad no merecen vivir. Aquellos que siempre desean vivir la vida de un parásito son personas sin conciencia ni razón, bestias, y tales personas no son aptas siquiera para ser mano de obra. Como no pueden soportar la adversidad, ni siquiera cuando son mano de obra son capaces de hacerlo bien y, si desean obtener la verdad, hay incluso menos esperanzas de ello. Alguien que no puede sufrir y no ama la verdad es una persona inútil, no está cualificada siquiera para ser mano de obra. Es una bestia sin pizca de humanidad. A tales personas se las debe descartar, solo esto concuerda con las intenciones de Dios” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (8)). Dios expone que la gente perezosa es inútil, parásita y carente de humanidad, y Dios realmente detesta a esa gente. Contemplando las palabras de Dios, reflexioné sobre mi comportamiento en mi deber: consideraba las dificultades como algo molesto, me echaba para atrás cuando me enfrentaba a adversidades y no quería sufrir ni un poco. Al ver a mi compañero estudiar y profundizar en nuevas técnicas, sentí que eran demasiado difíciles y problemáticas, así que no quise estudiarlas. Pensaba que ya era bastante bueno haber alcanzado el nivel de habilidad que tenía, y que no deberían exigirme tanto. De verdad que yo no tenía remedio. Aunque en apariencia estaba cumpliendo mi deber, no me esforzaba en mejorar mis habilidades ni profundizaba en nuevas técnicas, lo que significaba que no podía crear efectos complejos. Un conjunto de tutoriales que podría haberse completado en tres o cuatro meses me llevó nueve. Estaba comiendo la comida de la casa de Dios y disfrutando de la gracia de Dios, y aun así me sentía con la conciencia tranquila haciendo solo este poco de trabajo, sin pensar en cómo mejorar mis habilidades profesionales y mi eficiencia en el trabajo. Estaba viviendo la vida de un parásito. Realmente me faltaba humanidad, y era exactamente el tipo de bestia sin conciencia ni razón que Dios expuso. Si me hubiera esforzado en estudiar, mis habilidades sin duda habrían mejorado. Pero disfrutaba de la comodidad física y no estaba dispuesto a sufrir y pagar un precio. Siempre me quedaba en mi zona de confort, sin ganas de esforzarme, y simplemente cosechaba los frutos del trabajo de los demás. Aunque mi carne no se cansaba, mis habilidades progresaron muy poco y no podía desempeñar un papel clave en mi deber. Esto era tal como dijo Dios: “Las personas perezosas no son capaces de hacer nada”. ¡La forma en que cumplía mi deber no era inteligente, sino tonta!
Más tarde, leí las palabras de Dios: “Hay quienes parecen tener sumisión al desempeñar su deber y hacen todo lo que dispone lo Alto. Pero, cuando les preguntan: ‘¿Haces tu deber de manera superficial? ¿Lo haces conforme a los principios?’, no pueden dar ninguna respuesta definida, solo dicen: ‘Hago lo que indica lo Alto y no me atrevo a cometer fechorías de forma imprudente’. Al preguntarles si han cumplido con su responsabilidad, dicen: ‘En cualquier caso, hago lo que debo hacer’. ¿Veis? Siempre tienen esta clase de actitud al hacer su deber; no tienen prisa, hacen las cosas despacio y sin sentido de la urgencia. En realidad, no puedes encontrarles defectos, sin embargo, si cotejas su cumplimiento del deber con los principios-verdad, este resulta ineficiente y no cumple con el estándar. Y, aun así, no les importa, siguen actuando como lo hacían antes y sin hacer aquello que deberían tomar la iniciativa de hacer; no cambian en absoluto. ¿Acaso no son tozudos de una forma desvergonzada? Siempre mantienen esta actitud: ‘Puede que tengas mil planes brillantes, pero yo tengo mis propias reglas. Así es como soy. Veamos qué puedes hacerme. ¡Esta es mi actitud!’. No han hecho nada sumamente traicionero ni malvado, pero tampoco muchas buenas acciones. ¿Qué senda dirías que caminan? ¿Son buenas sus actitudes hacia su creencia en Dios y su deber? (No). En la Biblia, Dios dice esto: ‘Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca’ (Apocalipsis 3:16). ¿Es una buena actitud la de ser tibio, ni frío ni caliente? (No). Alguna gente piensa: ‘Si hago el mal y causo trastornos, me condenarán enseguida. Sin embargo, si hago las cosas de manera positiva y proactiva, me cansaré y, si cometo un error al hacer algo, podrían podarme o incluso destituirme, ¡lo cual sería muy vergonzoso! Así que permanezco tibio, ni frío ni caliente. De cualquier cosa que me pidas que haga, haré un poco. Sin embargo, si no me dices que haga algo, yo no voy a intervenir. De esta manera, no me cansaré y además la gente no podrá encontrarme defectos. ¡Este enfoque es genial!’. ¿Es buena esta manera de comportarse? (No)” (La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (11)). Dios expone que la gente solo hace un trabajo superficial en su deber, y no cumple con sus responsabilidades de forma activa y proactiva. Esto es cumplir con el deber de manera somera y tibia, y esta gente al final será descartada por Dios. Sentí que mi estado era muy peligroso. Me faltaba una actitud activa y proactiva en mi deber. Siempre iba con el piloto automático, ni frío ni caliente, y me conformaba con que las cosas parecieran estar bien por fuera y poder arreglármelas sin causar ningún trastorno ni perturbación. Estaba progresando muy poco en mi deber, simplemente hacía tareas sencillas para salir del paso. Al cumplir mi deber de manera tibia, estaba actuando con una terquedad desvergonzada, tal como Dios expone, no quería sufrir físicamente y solo quería esforzarme un poco a la ligera para conseguir un resultado en el que no muriera. Podía engañarme a mí mismo, pero no a Dios, y si no me arrepentía, al final sería descartado.
Después, me puse a reflexionar: “¿Por qué soy tan perezoso y por qué disfruto de la comodidad? ¿Cuál es la raíz de este problema?”. Más tarde, leí las palabras de Dios: “Durante muchos años, los pensamientos en los que se han apoyado las personas para sobrevivir han corroído sus corazones hasta el punto de volverse astutas, cobardes y despreciables. No solo carecen de fuerza de voluntad y determinación, sino que también se han vuelto avariciosos, arrogantes y caprichosos. Carecen absolutamente de cualquier determinación que trascienda el yo, más aún, no tienen ni una pizca de valor para sacudirse la esclavitud de esas influencias oscuras. Los pensamientos y la vida de las personas están tan podridos que sus perspectivas de creer en Dios siguen siendo insoportablemente horribles, e incluso cuando las personas hablan de sus perspectivas de la creencia en Dios, oírlas es sencillamente insufrible. Todas las personas son cobardes, incompetentes, despreciables y frágiles. No sienten repugnancia por las fuerzas de la oscuridad ni amor por la luz y la verdad, sino que se esfuerzan al máximo por expulsarlas” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?). Después de ser corrompidas por Satanás, las personas viven según venenos satánicos como “La vida solo consiste en comer rico y vestirse bien”, “La vida es breve; disfruta mientras puedas” y “Date los gustos”. Hacen de la búsqueda del disfrute carnal su meta; piensan que vivir una vida fácil y despreocupada es la felicidad y lo que significa disfrutar de la vida, así que en todo lo que hacen, no quieren sufrir ni pagar un precio. Recordando el pasado, cuando trabajaba en una ciudad pequeña con un ritmo más lento, el trabajo era relativamente fácil, y yo disfrutaba de ese tipo de vida tranquila y relajada. Aunque el sueldo era un poco bajo, no me importaba. Sentía que mientras fuera ahorrador, estaba bien. Después de encontrar a Dios, seguí igual. Cumplía mis deberes sin buscar progresar, y siempre era tibio y me conformaba con el statu quo. Cuando vi que mi deber de efectos especiales requería aprender técnicas difíciles, me regodeé en la dificultad sin esforzarme por progresar, y no quise aprender las técnicas a pesar de que podría haberlas dominado pagando un precio. Me conformaba con mantenerme a flote y conservar el statu quo, y no tenía ningún deseo de satisfacer o tener en consideración a Dios. Dios me concedió la gracia de la oportunidad de cumplir mi deber, con la intención de que, en el proceso, yo persiguiera la verdad, me despojara de mi carácter corrupto y lo cumpliera bien. Pero siempre disfruté de la comodidad carnal y no estuve dispuesto a sufrir ni a pagar un precio para cumplir bien mi deber. Después de tantos años cumpliendo mi deber, todavía no había dominado ninguna habilidad profesional, y no había aprendido ninguna técnica. Era incapaz de encargarme de las cosas por mi cuenta, era un cero a la izquierda. Vi que estaba viviendo según los pensamientos y puntos de vista de Satanás, sin dignidad ni integridad, y no solo no cumplía bien mi deber, sino que, más importante aún, no podía obtener la verdad y no sería salvado por Dios. Los venenos satánicos son cosas negativas que desorientan a la gente, haciendo que caiga en la depravación. Ya no quería seguir viviendo así. Oré a Dios, dispuesto a cambiar mi actitud hacia mi deber, a rebelarme contra mi carne y a cumplir mi deber de todo corazón.
Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios sobre cómo Noé trató la comisión de Dios, y encontré algunas sendas de práctica. Dios Todopoderoso dice: “Ante toda clase de problemas, dificultades y desafíos, Noé no retrocedió. Cuando a menudo fracasaban algunas de sus tareas de ingeniería más difíciles y estas sufrían daños, a pesar de que sentía disgusto y preocupación en el corazón, cuando pensaba en las palabras de Dios, cuando recordaba cada palabra que Dios le había ordenado y cómo Él lo había elevado, solía sentirse extremadamente motivado: ‘No puedo rendirme, no puedo ignorar lo que Dios me ha ordenado y encomendado hacer. Esta es la comisión de Dios, y puesto que la acepté, dado que oí las palabras que Dios pronunció y Su voz, y como acepté esto de parte de Él, debo someterme completamente, que es lo que debería hacer un ser humano’. Así que, sin importar el tipo de dificultades a las que se enfrentara, la clase de burlas o calumnias con las que se encontrara, y por muy agotado que estuviera su cuerpo y muy cansado que se sintiera, no abandonó lo que le había encomendado Dios, y tuvo siempre en mente cada una de las palabras de lo que Él había dicho y ordenado. Por mucho que cambiara su entorno y por muy grandes que fueran las dificultades que afrontara, confiaba en que nada de eso sería eterno, que solo las palabras de Dios perdurarían para siempre, y que únicamente se cumpliría con toda certeza aquello que Dios había ordenado hacer. Noé poseía verdadera fe en Dios y la sumisión que debía tener, y siguió construyendo el arca que Dios le había pedido construir. Día tras día, año tras año, Noé envejeció, pero su fe no disminuyó ni se produjo ningún cambio en su actitud ni en su determinación de completar la comisión de Dios. Aunque hubo momentos en los que su cuerpo se sintió cansado y exhausto, cayó enfermo y su corazón se debilitó, su determinación y perseverancia a la hora de completar la comisión de Dios y someterse a Sus palabras no decrecieron. Durante los años en que Noé construyó el arca, practicó la escucha de las palabras que Dios había pronunciado y la sumisión a estas, y también practicó una verdad importante de un ser creado y una persona corriente que debe completar la comisión de Dios” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión tres: Cómo obedecieron Noé y Abraham las palabras de Dios y se sometieron a Él (II)). Pensándolo bien, sin importar cuán grandes fueran las dificultades que Noé enfrentó al construir el arca, nunca se quejó, y mucho menos se echó para atrás. Nunca olvidó la comisión de Dios, perseveró durante 120 años y finalmente completó el arca, con lo que cumplió la comisión de Dios. La determinación y perseverancia de Noé para cumplir la comisión de Dios y someterse a Sus palabras obtuvieron la aprobación de Dios. Luego me miré a mí mismo de nuevo. Al enfrentar la más mínima dificultad en mi deber, quería echarme para atrás, y me faltaba la determinación para sufrir y pagar un precio, y la voluntad de cumplir bien mi deber para satisfacer a Dios. De hecho, tenía tutoriales listos para aprender las técnicas y también podía consultar a mi compañero, así que no es que fuera incapaz de aprender estas cosas, pero como tenía que sufrir y pagar un precio, no quise estudiar. Vi que me faltaba toda lealtad hacia mi deber, y que si yo hubiera estado involucrado en la construcción del arca, me habría escapado hacía mucho tiempo, y el arca nunca se habría completado. Dios habló sobre el ejemplo de Noé con tanto detalle, esperando que pudiéramos emular la actitud de Noé hacia la comisión de Dios. Cuando me enfrentara a dificultades en mi deber en el futuro, no debía escapar ni echarme para atrás de nuevo. Tenía que dejar de querer hacer solo el trabajo más fácil y disfrutar de la comodidad carnal, y tenía que cumplir con las responsabilidades que me correspondían. Además, tenía que pagar un precio mayor para aprender habilidades profesionales y cumplir bien mi deber.
Después de eso, organicé mi tiempo para aprender nuevas habilidades. A principios de octubre de 2024, necesitábamos crear un nuevo efecto especial. Este tipo de efecto siempre lo había creado mi compañero, así que pensé que si lo hacía yo, en caso de encontrar dificultades, tendría que dedicar un montón de tiempo y esfuerzo mental a sopesarlas, y sería demasiado complicado. Me di cuenta de que otra vez estaba considerando mi carne, así que sentí que esta vez no podía echarme para atrás solo porque pareciera complicado. Entonces dije: “Este efecto lo haré yo”. Pensé en las palabras de Dios: “Si hubieras sido capaz de orar a Dios, de buscar la verdad y de poner todo tu corazón y toda tu mente en ello, si hubieras podido cooperar así, Dios lo habría preparado todo para ti de antemano, para que, cuando tú te ocuparas de los asuntos, todo encajara en su lugar y obtuvieras buenos resultados. No necesitarías dedicar una enorme cantidad de energía; si hubieras dedicado tu mayor esfuerzo a cooperar, Dios ya lo habría dispuesto todo para ti” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Dios mira la actitud de las personas ante los deberes que les sobrevienen. Si la gente tiene un corazón cooperador, Dios les abrirá un camino. Así que, aunque nunca antes había hecho este tipo de efecto especial, debía confiar en Dios para cooperar. Después, oré a Dios y le pedí Su guía, y mientras trabajaba, busqué información y rápidamente se me ocurrieron algunas ideas. Aunque más tarde encontré algunas dificultades durante el proceso de creación de los efectos especiales, a través del estudio y la exploración, al final los problemas se resolvieron, y me sentí bastante a gusto. Además, en cuanto a mis habilidades, mejoré un poco.
En diciembre, quise investigar un nuevo método para crear efectos especiales. Si funcionaba, mejoraría la eficiencia. Al principio todo fue bastante bien, pero a mitad de camino me encontré con un desafío técnico. Probé todo tipo de métodos, pero no lograba resolverlo. Mi compañero también vino a ayudarme a analizarlo, pero no se nos ocurrió una buena solución. Pensé para mis adentros: “Este problema no se puede resolver con mis técnicas actuales, así que quizás debería retomarlo cuando mis habilidades hayan mejorado”. Pero entonces recordé cómo en el pasado, al cumplir mi deber, siempre me echaba para atrás a la primera señal de dificultad, así que ahora no quería rendirme tan fácilmente, y oré a Dios pidiendo Su guía. Al día siguiente, continué mi investigación y, después de repetidas pruebas, inesperadamente, el problema se resolvió. Me sentí muy feliz y le agradecí a Dios por Su guía. Me di cuenta de que si ponemos nuestro corazón en el deber y pagamos un precio, seremos capaces de cumplirlo bien, y mientras estemos dispuestos a cooperar con Dios, Él nos guiará. Ahora todavía tengo muchas carencias en mis habilidades técnicas, y he comenzado a aprender técnicas más difíciles. Al aprender nuevas técnicas, ya no me regodeo en la dificultad, sino que oro y confío en Dios para cumplir bien mi deber. ¡Siento que cumplir el deber así, con la guía de Dios, es realmente genial! ¡Gracias a Dios!