Cómo perseguir la verdad (14)

Hace poco hablamos sobre el tema de distinguir las diferentes categorías de personas en función de su origen. Este es un tema especial que surge bajo el tema más amplio de las condiciones innatas, la humanidad y las actitudes corruptas de las personas. Hablamos sobre algo de contenido relativo a este tema especial; ¿qué es lo que se incluyó? (Dios categorizó a las personas en tres tipos conforme a su origen: las reencarnadas de animales, las reencarnadas de diablos y las reencarnadas de humanos. La primera vez, Dios compartió sobre las cuatro características de aquellos reencarnados de animales: lo primero es que tienen una comprensión distorsionada; lo segundo es que son particularmente insensibles; lo tercero es que son particularmente atolondrados; y la cuarta característica es que son necios. La segunda vez, Dios compartió sobre las características de los reencarnados de diablos: en primer lugar, son unos mentirosos empedernidos; en segundo, son unos degenerados; y en tercero, son malvados. El foco principal de la charla estaba en las dos manifestaciones de que fueran mentirosos empedernidos y degenerados). La principal manifestación de ser un mentiroso empedernido es el engaño. En cuanto a las manifestaciones de ser un degenerado, también las categorizamos; ¿cuántas manifestaciones había? (Eran tres. La primera tiene que ver con el carácter; en concreto, con ser siniestro y anormal. La segunda tiene que ver con la perversa lujuria de la carne. Y la otra es ser extraño; es decir, experimentar a menudo alucinaciones auditivas y de otros sentidos y exhibir siempre comportamientos anormales). En general, esto era lo que estaba incluido.

En la ocasión anterior, compartimos sobre algunas manifestaciones del aspecto degenerado de las personas reencarnadas de diablos. Leí sobre las manifestaciones de una persona en los documentos de expulsión recopilados por la iglesia; que todo el mundo lo escuche y vea si sus manifestaciones guardan relación con lo que hemos compartido. Este individuo era el responsable de cultivar las verduras en una granja. Sus principales manifestaciones se describían así: “Su humanidad es malévola y su actitud hacia lo Alto es irreverente”; se enumeraban varias manifestaciones específicas. La primera manifestación era: “Eligió a la ligera un lugar para cultivar verduras para lo Alto. Más adelante, se descubrió que este lugar era un terreno bajo propenso a encharcarse. El agua arrastraba el fertilizante que se aplicaba allí, lo que daba lugar a que las verduras que producía fueran muy pequeñas. Él sabía que el fertilizante debería aplicarse de nuevo, pero simplemente no lo hacía. Observaba que las verduras no crecían bien pero no hacía nada; le daba a sabiendas unas verduras mal cultivadas a lo Alto para que comiera”. Esta fue la primera manifestación. La segunda fue: “Normalmente, solo se ocupaba de las verduras que cultivaba para los hermanos y hermanas y luego se marchaba. En cuanto a las verduras cultivadas para lo Alto, no las atendía ni las gestionaba; no se preocupaba por el asunto ni hacia nada al respecto”. La tercera manifestación fue esta: “Sabía que montones de plagas habían infestado las verduras; las habían mordisqueado hasta convertirlas en un amasijo lleno de marcas de aspecto asqueroso que las volvía incomibles, pero él se limitaba a regarlas de pesticida como si nada, sin importarle si eso era efectivo. Cuando otros le recordaban que eliminara las plagas de las verduras, se mostraba completamente indiferente, pensaba: ‘No es para tanto, ¿no? Tengo muchas tareas que hacer; ¡no puedo estar pendiente de esas verduras a diario!’”. Fíjate, esto es lo que pensaba en su corazón; incluso cuando los demás se lo recordaban, seguía sin actuar. La cuarta manifestación era: “Lo que pensaba en su corazón sobre plantar verduras para lo Alto era: ‘Salgan como salgan las verduras que cultive, eso es lo que tendrás para comer. Si salen buenas, comerás buenas verduras. Si no he cultivado ninguna buena, entonces no las comas. En cualquier caso, las he cultivado para ti, ¡me tienes que estar agradecido!’”. Estos eran los pensamientos malévolos en su corazón y se los contó a aquellos con los que vivía. “Cuando otros le recordaron que no usara la canasta para las hojas podridas al entregarle verduras a lo Alto, dijo: ‘Eso no lo puedo garantizar’”. Como ves, los demás se lo recordaban y él seguía sin escuchar. Se limitaba a hacer lo que él quería. Esta fue la cuarta manifestación. La quinta fue: “Trataba las verduras que cultivaba para lo Alto así, sin ninguna conciencia en su corazón, sin el menor remordimiento. Cada vez que alguien se lo recordaba y le decía que tuviera más cuidado, se volvía reacio y sentía aversión. Odiaba a cualquiera que le hiciera tales sugerencias”. Los líderes y obreros resumieron cinco manifestaciones en total. Resumieron las manifestaciones habituales de este individuo, así como su actitud hacia la verdad y el deber, y además enumeraron ejemplos específicos. El resumen era bastante bueno. ¿Cómo os sentís después de oír esto? ¿Alguien con estas manifestaciones tiene buena humanidad? (No). ¿Cómo de mala era? ¿Se conforman las manifestaciones de esta persona con las de las personas reencarnadas de diablos sobre las que hemos hablado? (Sí). ¿Con qué manifestación se conforman? (Con la manifestación de tales personas de ser malvadas). Además de ser malvado, ¿contaba con alguna manifestación de ser degenerado propia de las personas reencarnadas de diablos? (Sí). ¿En qué se evidenciaba esto? (Al cultivar verduras para lo Alto, las personas corrientes convertirían en una prioridad elegir una buena tierra, pero él eligió ganarse el favor de los hermanos y hermanas; solo se ocupaba de las verduras cultivadas para ellos. En cuanto a las verduras cultivadas para lo Alto, eligió una tierra de mala calidad, no las atendió ni se ocupó de las plagas; siempre le daba a lo Alto verduras mal cultivadas para que las comiera. Su actitud hacia lo Alto, hacia Dios, era de enemistad). ¿Por qué era su actitud hacia lo Alto de enemistad? ¿Acaso lo Alto lo había ofendido? (No. Su actitud venía determinada por su esencia-naturaleza; odiaba a Dios y odiaba las cosas positivas). Nunca conocí de veras a este individuo; nunca había tenido trato de ningún tipo con él. Entonces, ¿cómo podía albergar un odio tan profundo en su corazón? Es un problema relativo a su naturaleza. Por un lado, era malvada; por otro, era degenerada, ¿o no? ¿Acaso no es igual que la del gran dragón rojo? (Sí). En cuanto a cómo trataba a Dios y las cosas positivas, había una especie de odio en su corazón. Si le preguntaras lo que estaba ocurriendo, él mismo no sería capaz de explicarlo con claridad; solo sentía odio. Odiaba especialmente a Dios y la verdad, odiaba en particular las cosas positivas. ¿Acaso no es eso ser degenerado? (Sí). Esta clase de persona es un diablo. Si le preguntaras: “¿En quién crees?”, sin duda diría que cree en Dios. Cree en Dios y, sin embargo, odia a Dios; así se revela la mentalidad de un diablo. Esto es ser degenerado. ¿Por qué lo digo? En primer lugar, Yo no conocía a esta persona en absoluto y nunca la había podado, sin embargo, albergaba un profundo odio hacia Mí; esto es ser degenerado. En segundo lugar, los hermanos y hermanas fueron los que dispusieron que él cultivara estas verduras. Si no estaba dispuesto a hacerlo, podría haber sacado el tema, pero en cambio pagó su rabia con la parcela destinada al cultivo de las verduras. Después de plantarlas, no la atendió adecuadamente y le daba a lo Alto verduras mal cultivadas para comer. Tercero, estaba bastante dispuesto en lo que se refería a cultivar verduras para los hermanos y hermanas y las cuidaba bastante bien, pero cuando se trataba de cultivar verduras para lo Alto, no estaba dispuesto de corazón. Estaba particularmente lleno de odio sin un motivo claro; nadie lo había ofendido, sin embargo, trataba a lo Alto y a Dios de esta manera. ¿No es esto ser degenerado? (Sí). ¡Este impulso de ser degenerado es muy grande! Por una parte, es malvado; por otra, es degenerado; esta es la naturaleza de un diablo. Por muy tolerante y paciente que sea el trato amoroso que le da la casa de Dios a los diablos, por mucho que la casa de Dios les dé oportunidades para lograr la salvación, ellos no entienden en absoluto estas cosas. En su corazón, simplemente odian a Dios y la casa de Dios. Esto se debe por completo a que la naturaleza de un diablo es precisamente odiar a Dios y las cosas positivas. Nadie puede decir con claridad que la razón para esto sea que los diablos simplemente albergan un odio sin fundamento alguno hacia Dios y las cosas positivas. Esto es lo que se conoce como ser degenerado. ¿En qué pensaba a diario? “Salgan como salgan las verduras que cultive, eso es lo que tendrás para comer. Si salen buenas, comerás buenas verduras. Si no he cultivado ninguna buena, entonces no las comas. En cualquier caso, las he cultivado para ti, ¡me tienes que estar agradecido!”. ¿Acaso las cosas en su corazón no eran degeneradas? Todo lo que él pensaba era perverso, siniestro y anormal. Las personas con conciencia y razón sienten que sus pensamientos son inconcebibles; no pueden entender por qué él pensaba de esta manera. Así es como actúan precisamente los diablos. Todo lo que pensaba y lo que contemplaba en su corazón eran cosas oscuras y profundas. ¿Puede alguien así, un diablo, aceptar la verdad? (No). No poseía siquiera la moral humana básica ni tampoco conciencia y razón. Cuando se mencionaba a Dios, se ponía iracundo y sentía odio. Cuando otros le pedían que hiciera alguna otra tarea, no era tan reacio; solo era particularmente reacio cuando se trataba de cultivar verduras para lo Alto. Esto es ser malvado; es ser degenerado. Podrías preguntarle por qué es tan reacio; se trata de una cuestión del corazón y puede que no fuera capaz de decir con claridad dónde reside la raíz. ¿Podéis ver con claridad dónde radica la raíz del problema? ¿Por qué trataba a Dios de esta manera? A la mayoría de las personas esto les resultaría sumamente desconcertante: “¿Cómo podría alguien que cree en Dios tratarlo así? ¿Acaso no es un no creyente?”. Ahora, por medio de compartir la verdad, ¿sois capaces de ver con un poco de mayor claridad la esencia y el origen de los diferentes tipos de personas? (Sí). Deberíais ser capaces de comprenderlo ahora con un poco de mayor claridad; estas son precisamente la clase de personas que se han reencarnado de los diablos y su naturaleza es la de odiar a Dios.

Decidme, ¿las personas reencarnadas de diablos pueden cambiar? (No). Son iguales por completo al gran dragón rojo. También pueden decir las palabras adecuadas; decir palabras que se conformen a la conciencia y la moralidad, pero no pueden en absoluto llevar a cabo las cosas que dicen. Pueden decir muchas palabras que suenan agradables, pero cuando llega el momento de hacer cosas reales, no pueden hacer ni una sola. ¿Por qué no pueden hacerlas? Porque en su interior, son diablos. Se sentirían incómodas y angustiadas por dentro si hicieran cosas positivas y que se conforman al estándar de la conciencia humana. Solo se sienten cómodas y alegres por dentro cuando hacen maldad, cuando hacen lo que hacen los diablos y piensan lo que piensan los diablos. Esta es la verdadera cara de esta clase de personas. Si charlas ociosamente con ellas, hablas sobre asuntos de la vida carnal o incluso debates sobre acontecimientos y política actuales, son capaces de sentarse quietas. Sin embargo, una vez que el contenido de la charla trata sobre cosas positivas, la verdad, Dios, la identidad de Dios, Su esencia, Su obra y las intenciones y los requisitos de Dios hacia el hombre, sienten aversión y se muestran reacias en su corazón; no quieren escuchar. Empiezan a rascarse las orejas y las mejillas, como si no pudieran estarse quietas. Su corazón empieza a retorcerse agitado e intranquilo como si una maraña de malas hierbas creciera en su interior. Sienten que quedarse siquiera un segundo más es igual que un tormento y algunas incluso se levantan y se marchan en ese preciso instante. Aunque algunas personas, en aras de las apariencias, se sientan allí con mucha educación y no se marchan, su mente ya está divagando; sus pensamientos hace mucho que han volado más allá de las nubes y simplemente no escuchan lo que estás diciendo. ¿Por qué exhiben estas manifestaciones? Porque en su corazón sienten repulsión hacia Dios y las cosas positivas. No les interesa la verdad; no pueden asimilarla y no están dispuestas a aceptarla. En cuanto se comparte la verdad durante una reunión, se les ocurren toda clase de excusas para marcharse, dicen: “Tengo que ir a ocuparme de algo” o “tengo que devolver una llamada”. Lo único que quieren es buscarse cualquier excusa para huir. Es tan sencillo como que tales personas son degeneradas. Si alguien reconoce que cree en Dios y lo sigue, entonces no debería tener esas manifestaciones. Sin embargo, en lo que respecta a asuntos relacionados con cosas positivas o que involucran a Dios, las personas reencarnadas de los diablos tienen estas manifestaciones; esto va más allá de su propio control y es una cuestión de su esencia-naturaleza. Lo determina su origen y nadie puede cambiar este hecho. Cuando compartes la verdad, las cosas positivas, las intenciones y las palabras de Dios, para ellas es como si las juzgaras, como si fuera a acabar con su vida. Este es el verdadero estado interior de cómo tratan a Dios, la verdad y las cosas positivas. Por supuesto, también es una especie de manifestación de la esencia perversa de tales personas. Como sienten repulsión hacia las cosas positivas, la verdad y Dios, como detestan todo ello, lo que piensan y contemplan en su mundo interior cada día no tiene nada que ver en absoluto con las cosas positivas, la verdad o la obra de Dios. Lo único que piensan en su corazón está relacionado con lo que es degenerado. Piensan en cómo jactarse para así poder tener estatus y prestigio entre las personas, en cómo actuar para desorientar a las personas, ganar estatus y hacer que otras las aprueben y admiren, en cómo actuar para ganarse el corazón de los demás y obtener su aprobación, así como la manera de ganar reconocimiento y ascensos de la casa de Dios o de los líderes de todos los niveles. En lo único que piensan y lo único que hacen conlleva la naturaleza de competir, luchar, arrebatar, engañar, intrigar, conspirar, incitar, seducir, controlar y desorientar, ¿verdad? (Sí). No reparan en gastos al hacer estas cosas; están dispuestas a sufrir cualquier adversidad. Durante el proceso completo de su sufrimiento, están urdiendo planes e intrigan sobre qué mal hacer, en contra de quién calcular y qué objetivos lograr. En todo lo que hacen hay estrategia; hay una intención específica. De cara al exterior, no dicen públicamente nada que vaya en contra de la verdad ni hacen cosas públicamente que trastornen ni perturben el trabajo de la iglesia y, más si cabe, no juzgan, atacan ni blasfeman públicamente contra Dios. No hacen estas acciones malvadas obvias. Pero en su mundo interior nunca piensan sobre nada relacionado con la verdad o las cosas positivas y ni siquiera consideran nunca nada relacionado con la conciencia y la razón humanas o con la moralidad. Por tanto, ¿qué es lo que consideran? Su mente está del todo atrapada en artimañas, argucias, cálculos, conspiraciones y complots. Por lo que, aunque en apariencia no los veas resistirse públicamente a Dios ni los oigas decir palabras de queja contra Él, de sospecha hacia Él, de juicio a Dios o incluso de blasfemia contra Él, no obstante, en su corazón están llenas de una actitud de desprecio, burla e irreverencia hacia las palabras y la obra de Dios y hacia cualquier cosa relacionada con Su obra. Diga lo que diga Dios, sean cuales sean los requerimientos de Dios para las personas, sean cuales sean las intenciones de Dios o qué principios haya detrás de las diversas clases de obra que hace Dios, nunca les prestan atención ni los aceptan; dentro de estas personas, simplemente no hay un continente para recibir estas cosas positivas. Aunque no las veas resistirse públicamente a estas cosas positivas ni condenarlas, desde la perspectiva del fondo de su corazón, sienten repulsión por ellas y las detestan. Cuando escuchan sermones, no reflexionan sobre cómo aceptar la verdad y practicarla, sino más bien sobre cómo resumir la luz y las frases nuevas que oyen y que convierten en sus propias palabras para charlar y compartir con otros, con el propósito de hacer que las personas las admiren e idolatren. Piensan: “Si luego le predico estas palabras a aquellos que se acaban de unir a la iglesia. Seré más capaz si cabe de ganarme la admiración y la idolatría de las personas y tendré incluso un mayor estatus entre ellas. Este estatus estará basado en cuánta doctrina entienda y capte y en cómo de exhaustivamente las capte”. Aunque se sienten allí escuchando sermones —e incluso escuchen con mucha atención y diligencia y dediquen bastante esfuerzo— su actitud no es positiva y su motivación no es pura. No escuchan con una actitud de aceptar la verdad, sino que lo contemplan como que están estudiando teología; comparan lo que se dice en los sermones con la Biblia. No aceptan las palabras de Dios ni se comparan con ellas, a fin de entender sus propios y variados problemas y de encontrar en ellas tanto una senda de resolución como principios para la práctica, de modo que puedan llegar a conocerse a sí mismas, desarrollar auténtico remordimiento, desechar sus actitudes corruptas, actuar y comportarse de una manera que sea acorde con los principios-verdad, así como satisfacer las intenciones de Dios; este no es en absoluto su objetivo. ¿Cuál es su objetivo? Es el de equiparse con más doctrinas, de modo que puedan lucirse y jactarse y hacer que la gente los admire y los idolatre. Este es el primer objetivo. Su segundo objetivo es encontrar la senda más simple para obtener bendiciones. Después de escuchar sermones y confirmar que este es el camino verdadero, empiezan a reflexionar respecto a cuánta esperanza tienen de obtener bendiciones, cuánta esperanza tienen de lograr la salvación. Entonces deciden hacer uso del método de soportar la adversidad y pagar un precio para obtener fraudulentamente la confianza del pueblo escogido de Dios y de la casa de Dios, así como hacer que Él vea las adversidades que sufren y el precio que pagan. Piensan que pueden conseguir grandes bendiciones y un maravilloso destino al creer en Dios de esta manera. Ya ves, su actitud hacia los sermones y hacia cada aspecto de la verdad no es simplemente la de aceptar y luego practicar y experimentar; más bien, tienen planes e intrigas ocultas. Siempre están esperando hacer uso de ciertas frases o citas clásicas de los sermones y la enseñanza para equipar su propia mente y su arsenal retórico, de modo que desorientan a los hermanos y hermanas, hacen que todo el mundo las idolatre, se permiten ganar una posición entre las personas y son capaces de disfrutar de la alta estima de los demás. ¿Acaso estos pensamientos, intenciones y actitudes que tienen cuando escuchan sermones no son suficientes para mostrar que tales personas son muy degeneradas? (Sí). ¿Puede alguien corregir la fuerza impulsora de esta degeneración en ellas? Si les dijeras: “Pensar de esta manera no es aceptar la verdad; no es la actitud que debería tener alguien que persigue la verdad. Si piensas de esta manera, la verdad no tendrá ningún efecto en ti; no te capacitará para lograr la salvación. Deberías aceptar la verdad, encontrar en ella los principios para la práctica y practicar y experimentar las palabras de Dios en la vida real, de modo que Sus palabras se conviertan en tu realidad-verdad y al final se acaben convirtiendo en tu vida”; ¿serían capaces estas personas de lograr esto? (No). ¿Por qué no? ¿Es porque no han puesto suficiente esfuerzo o porque nuestra enseñanza de la verdad no ha tenido en cuenta sus sentimientos o no ha incluido un sustento apropiado de la verdad dirigido hacia su estado? (Nada de esto es el caso). Entonces, ¿cuál es la razón? (Viene determinada por su esencia de odiar la verdad). Por tanto, se debe decir que las manifestaciones de estas personas no se pueden separar de su esencia; están conectadas íntimamente. Nadie puede corregir los pensamientos en su corazón y nadie puede cambiar la perversa esencia-naturaleza de estas personas que son diablos. Odian la verdad y la rechazan, así que la verdad es incapaz de cambiarlas. Entonces, ¿se puede decir que ya es imposible ayudar a esta clase de personas? (Sí). Sin duda, la respuesta es sí. ¿Por qué? Porque su esencia-naturaleza es la de los diablos. Todo lo que revelan está gobernado enteramente por la naturaleza de los diablos; no es en absoluto una revelación temporal de corrupción ni es una revelación de las actitudes corruptas perversas de la especie humana corrupta. Es porque son diablos, no seres humanos creados; esta es la raíz del problema.

Esta clase de personas poseen algunas manifestaciones adicionales cuando escuchan sermones; cada vez que la casa de Dios comparte la verdad y eso implica dejar en evidencia y diseccionar las acciones malvadas y las manifestaciones de ciertas personas, dicen cosas como: “¿Es que no estás hablando de ese incidente que ocurrió antes? Conozco toda la historia. Sé exactamente cuál es tu objetivo al sacar esto. ¿Acaso no estás intentando usar la enseñanza y diseccionar este asunto para establecer tu propia autoridad y hacer que la gente te escuche? ¿No se trata solo de que quieras darles una lección a algunas personas y reprimirlas? ¿Acaso no es esto lanzar una campaña? ¡Solo un tonto creería lo que dices! ¡Solo un tonto te escucharía y practicaría de acuerdo con los principios-verdad!”. Como ves, incluso cuando oyen algunos ejemplos, enunciados o manifestaciones específicas de las personas, que guardan relación con algún aspecto de la verdad, lo que entienden es completamente diferente a lo que entienden los otros. No pueden comprender ni tratar estas cosas correctamente y pueden incluso retorcer los hechos y juzgar y condenar las cosas positivas. Lo que piensan en su corazón siempre es muy oscuro, sin embargo, sienten que son particularmente inteligentes y conocen la historia real. ¿No es esto degenerado? Es igual que el gran dragón rojo; el gran dragón rojo dice que cuando la Iglesia de Dios Todopoderoso desecha a las personas o las expulsa, lo hace como una exhibición de poder para que los demás lo vean, pero nunca dice que cuando la casa de Dios —la iglesia— las desecha, eso es purificar la iglesia. Esto es porque son diablos no creyentes que no pueden comprender la verdad; siempre retuercen, juzgan y condenan las cosas positivas y no van a tratar en absoluto las cosas positivas con una mentalidad correcta. Prefieren creer que evolucionaron de los simios o que son descendientes de dragones a admitir que Dios creó a los humanos. Hace poco, incluso oí a algunos investigadores científicos decir que una especie de rata gigante de hace cientos de millones de años era el ancestro de la especie humana, ¡qué teoría más ridícula y extraña! Si intentas hacerles admitir y creer que Dios creó a los humanos, rechazan admitirlo lo digas como lo digas. Incluso con este hecho ante sus ojos, siguen sin creer. Solo creen que los humanos evolucionaron de los simios o que descienden de las ratas o de los dragones. Preferirían creer esta clase de palabras endiabladas a creer que Dios creó a los humanos; que Dios otorgó a los humanos su vida y su aliento. No lo creen, no lo admiten y no están dispuestos a aceptar este hecho. ¿No es esto degenerado? (Sí). Si les dices que son descendientes de dragones, están encantados. Si dices que evolucionaron y son descendientes de los simios o que una rata gigante es su ancestro, dicen: “¡Sí, qué honor!”. Pero si dices que Dios creó a los humanos, se vuelven hostiles; sus ojos se encienden de ira y se llenan de odio hacia ti. ¡Esto es muy degenerado!

Aquellos reencarnados de diablos están muy poco dispuestos a oír palabras de enseñanza sobre la verdad. En especial, cuando tales palabras tratan sobre conocerse a uno mismo, diseccionar los estados de diversas clases de personas, sobre cómo entrar en las realidades-verdad o los principios de practicar la verdad, sienten una repulsión extrema en su corazón y, al mismo tiempo, difunden entendimientos y opiniones distorsionados. Por ejemplo, cuando la iglesia desecha a algunos malhechores, esta clase de personas incitan a los demás diciendo cosas como: “La casa de dios no tiene amor por las personas. Es como matar al buey una vez que se ha arado el campo” o “se echó a estas personas porque ofendieron a los líderes superiores”. Son incapaces de tratar correctamente el trabajo de purificar la iglesia dentro de la casa de Dios y no tienen una comprensión pura; piensan y hablan sobre ello de una manera retorcida. No oirás ninguna palabra de conciencia o razón de su boca ni tampoco palabras que sean cosas positivas, mucho menos cualquier cosa que se conforme a los principios-verdad. Su corazón está lleno de quejas, desafío y penas. Cuando expresan sus puntos de vista sin restricciones, las cosas que dicen y los pensamientos y puntos de vista que revelan son todos degenerados y retorcidos. Te parece inconcebible; piensas en cómo han creído en Dios y han escuchado los sermones durante tantos años y en que, desde fuera, parece que su conducta es buena y no es mala y te preguntas cómo podrían decir estas cosas irracionales en momentos críticos. Han desvelado al fin sus verdaderos pensamientos, las cosas que han ocultado en su corazón durante mucho tiempo; ¿acaso esto no revela realmente su problema? (Sí). Los verdaderos pensamientos que han desvelado son argumentos y herejías sumamente retorcidos. Por tanto, ¿les dieron voz a estos retorcidos argumentos y herejías debido a un mal humor transitorio? (No). En absoluto. Por muchos años que hayan creído en Dios y escuchado sermones, estos pensamientos siempre han estado ocultos en su corazón, nunca han visto la luz del día. Pero cuando llega un momento crucial y ya no pueden callarse lo que quieren decir, esto erupciona como un volcán; ha estado fermentando con demasiada intensidad dentro de ellos y un día ya no pueden contenerlo y esta ira degenerada estalla. Cuando estalla su naturaleza endiablada, surgen toda clase de retorcidos argumentos, herejías y falacias —dicen palabras para quejarse de Dios, palabras para blasfemar contra Él e insultarlo, palabras de celos y odio hacia las personas, palabras de incitación—, brotan toda clase de palabras endiabladas y solo entonces te das cuenta de que es un diablo y de que ha sido revelado por completo. Con anterioridad, notaste que los sermones siempre le resbalaban y que nunca ha entendido la verdad en todos los años que ha creído en Dios. Asumías que tenía escaso calibre y que la verdad no estaba a su alcance, así que lo considerabas como un hermano o una hermana e intentabas ayudarlo. Confiabas en él y hablabas de cómo se habían purificado tus propias actitudes corruptas. Pero, por mucho que compartieras con él, nunca se sinceró para decir cómo era realmente. Nunca lograste entenderlo: ¿por qué no podía sincerarse? ¿Por qué no puso al descubierto su estado real? ¿Es posible que nunca revelara actitudes corruptas? Nunca fuiste capaz de desentrañarlo e incluso pensabas que su comportamiento era bueno, simple e ingenuo. Solo ahora, cuando ha brotado su naturaleza endiablada y ha dicho muchas cosas para quejarse y blasfemar de Dios, comprendes que en realidad no tiene humanidad y su naturaleza es completamente endiablada. Sientes que: “¡Esta persona es aterradora! ¡Ha creído en Dios todos estos años, pero resulta que siempre ha odiado y se ha resistido a la verdad en su corazón! ¡No es una sorpresa que nunca se sincerara con nadie; le daba miedo que los demás desentrañaran su naturaleza endiablada! ¡Es un diablo de manual!”. Una vez que desentrañas su esencia, sientes que has estado sumamente ciego todos estos años; has hecho tu deber cada día y has vivido la vida de iglesia con él, mientras pensabas que era una buena persona, un miembro de la casa de Dios, uno del pueblo escogido de Dios, y sin tener discernimiento alguno respecto a él. ¡Esa es una situación muy aterradora! Si vives e interactúas con los hermanos y hermanas y descubres que una persona tiene actitudes corruptas o vulnera los principios en su deber, y compartes la verdad con ella, la ayudas y esta es capaz de aceptarla y de expresar gratitud, entonces te sentirás bastante satisfecho; te parecerá que esta persona es muy buena, que ama la verdad; para nada sentirás repulsión hacia ella. Pero si te asocias con un diablo durante varios años y siempre lo tratas como un hermano o hermana y lo ayudas a menudo, lo apoyas y le muestras amor, paciencia y tolerancia y, pese a ello, te considera con gran hostilidad, siempre se guarda en tu contra como si fueras su enemigo y, cada vez más, te das cuenta de que en su corazón no acepta la verdad en lo más mínimo y que no es otra cosa más que un diablo; ¿cómo te sentirías? En cuanto a la persona a la que se expulsó que acabamos de mencionar, si os asociarais con esta clase de persona y un día descubrierais que su humanidad es tan malvada, que no solo odia a Dios en su corazón y no acepta la verdad para nada, sino que también odia a aquellos que lo ayudan por amor, con lo que obtienes la certeza de que esta clase de persona es un auténtico diablo, ¿cómo te sentirías? (Sentiría que he sido realmente necio). En primer lugar, sentirías que has sido un necio y te preguntarías cómo entregaste tanto esfuerzo inútil a una persona así. ¿Qué más? (Me sentiría algo asqueado). ¿Asqueado con quién? ¿Con ella o contigo mismo? (Con ella, pero también conmigo mismo por no ser capaz de discernirla). Entonces, ¿aún querrías verla o asociarte con ella en el futuro? (No). Así pues, ¿qué clase de relación querrías tener con ella? ¿Qué clase de enfoque querrías tener al asociarte con ella? (Nunca querría volver a verla; mientras más lejos me mantuviera de ella, mejor). Entonces qué sucede si, durante el transcurso del cumplimiento de tu deber, a veces todavía tuvieras que verla o debatir sobre el trabajo con ella y no pudieras evitarla; ¿qué harías entonces? ¿Habéis resumido algún principio y senda de práctica para esto? Os da asco, así que queréis evitarla y no verla, pero si evitáis verla en vuestro deber, eso demorará el trabajo y causará impacto en él; ¿qué deberíais hacer entonces? ¿Se os ocurren algunas buenas soluciones? (No). Entonces os daré dos. La primera es que, si esta clase de persona puede permanecer en la iglesia para rendir servicio, entonces, cuando no necesitéis estar en contacto con ella en vuestro deber, no tenéis que hacerlo. Esto es porque esta persona te da asco, estar en contacto con ella te provoca una sensación extraña y dolorosa y porque ella también nota que te da asco, lo cual le resulta molesto. Por tanto, ya no necesitas poner al descubierto tu corazón y expresarle tus pensamientos más íntimos, como hacías antes. En cambio, limítate a ser tolerante y paciente e interactúa con ella usando métodos sabios; con eso es suficiente. Este es un principio. El otro es que, cuando debas estar en contacto con ella en tu trabajo, tienes que explicarle con claridad la tarea que se le ha asignado y los principios-verdad relacionados. Aquí hay un ejemplo al que debes prestar atención; tienes que ver si es capaz de completar con éxito el trabajo que se le ha asignado. Si suele ser capaz de hacer algo de este trabajo, entonces comparte con ella y lidia con el asunto de una manera imparcial y objetiva. Pero si siempre es negligente e irresponsable en este trabajo, entonces no puedes sentirte en calma al encargárselo y deberías elegir a otra en su lugar. Si llegados a este punto no hay un candidato apropiado y no te queda otra opción que no sea hacer uso de ella, entonces, ¿qué deberías hacer? Deberías arreglar que alguien la supervise. En cuanto se averigüe que no hace trabajo real o que se comporta de una manera que hace surgir perturbaciones o trastornos, se debe informar con prontitud. Si la persona que la supervisa no lo hace de manera eficaz, entonces hay una solución más. Los líderes y obreros deberían supervisarla en persona y hacer un seguimiento del trabajo; la frecuencia de estos seguimientos debería ser un poco más alta. Esto es porque tales personas son extremadamente poco fiables; en cuanto no se las vigila de cerca, es probable que cometan maldad y trastornen y perturben el trabajo de la iglesia y entonces las pérdidas resultantes de usarlas superarán a lo que se gana al hacerlo. Por tanto, si debes interactuar con ellas para trabajar, no puedes evitarlo. No puedes distanciarte de ellas ni ignorarlas solo porque seas capaz de discernirlas y conozcas su verdadero rostro; eso sería una manifestación de irresponsabilidad. Dado que eres capaz de discernirlas y, ya que sabes que su esencia-naturaleza es la de un diablo y que puede cometer maldad y causar perturbaciones, entonces más si cabe tienes la responsabilidad de supervisar y hacer seguimiento de ellas, en lugar de ignorarlas por miedo o asco. Como líder u obrero, tu mayor responsabilidad es guardar las puertas de la casa de Dios, proteger el trabajo de esta y cuidar de los hermanos y hermanas. Ahora que un diablo ha revelado su verdadera forma y ya lo has desentrañado y sabes bien qué clase de miserable es, con más razón deberías supervisarlo bien, de modo que rinda servicio de manera efectiva en la mayor medida posible; esto es lo que deberías hacer. Dado que lo has desentrañado, no debes negarte a prestarle atención ni dejar de explicarle con claridad el trabajo que se le debe explicar, así como tampoco debes negarte a compartir con él, aunque te pregunte por problemas relacionados con el trabajo. ¿Acaso no es eso pagar tu rabia con el trabajo de la casa de Dios? ¿Acaso no es eso ignorar el trabajo de la casa de Dios y la entrada en la vida de los hermanos y hermanas? Si haces esto, estás equivocado; significa que no has cumplido con tu responsabilidad. En tu vida personal, puede que no tengas tratos con él en absoluto y que ya no te asocies con él como hacías antes. Pero si el trabajo de la casa de Dios requiere que interactúes y te asocies con él, entonces no puedes evitar esta responsabilidad; este es tu deber y tu responsabilidad y no puedes poner excusas para evitarlo. En lo que respecta a los diablos, el enfoque de meramente mantener la distancia, rechazarlos, evitarlos y sentir odio y aversión hacia ellos en tu corazón no es el que se conforma a las intenciones de Dios. También debes supervisarlos y frenarlos. Si están dispuestos a rendir servicio, deberías ayudarlos y hacer uso de ellos para rendir servicio adecuadamente; eso facilitará que rindan servicio de manera efectiva en la mayor medida posible. Si no rinden servicio adecuadamente y, cuando se les deja de vigilar siquiera un momento, pueden perturbar y estropear el trabajo de la iglesia, entonces el daño que causan tiene más peso que su utilidad y se les debe echar de inmediato. Tales ejemplos negativos se deberían someter a disección cuando sea necesario, de modo que los hermanos y hermanas puedan obtener discernimiento, desentrañar la esencia-naturaleza de los diablos y satanases y luego rechazarlos de corazón, sin que los desorienten, perturben o controlen. Esto es lo que significa hacer uso de los diablos y los satanases, hacer uso de todas las cosas para servir al pueblo escogido de Dios. Esta es vuestra responsabilidad; es lo que deberíais hacer. Sin embargo, no tenéis este sentido de la responsabilidad. Es como lo que decíais antes; una vez que tenéis discernimiento sobre esta clase de personas, os sentís asqueados y ya no queréis verlas; si las veis, dais un rodeo para estar lo más lejos posible de ellas. Esa es la única solución que tenéis. No tenéis sentido de la carga en absoluto para el trabajo de la casa de Dios, para los intereses de esta o para la entrada en la vida de los hermanos y hermanas. Esta es vuestra estatura; se ha revelado, ¿verdad? Desentrañas la esencia de un diablo y luego lo evitas cada vez que lo ves. Pero no proteges a los hermanos y hermanas y, por consiguiente, sufren daño. No logras cumplir con tu responsabilidad como líder u obrero; esta es una dejación de la responsabilidad. Cuando el diablo no se ha revelado aún, deberías hacer sonar la alarma para los hermanos y hermanas, recordarles que se guarden contra las personas malvadas, decirles lo que hizo el diablo, por qué hizo tales cosas, cuál es la naturaleza de sus acciones, qué efectos pueden causar estas acciones y qué consecuencias pueden traer, cómo califica Dios a este diablo y de qué manera se le debería tratar. Una vez que los hermanos y hermanas hayan ganado discernimiento y el diablo haya acabado de rendir servicio y no tenga valor para los hermanos y hermanas o para la casa de Dios, entonces deberías echarlo, terminar con la propia vida de este diablo y de Satanás. A esto se le llama sabiduría; esto es hacer trabajo con principios y tener una senda de práctica. Es cosa tuya cómo te asocies con esta clase de persona en tu vida personal; es tu libertad. Pero como líder u obrero, hay una responsabilidad que debes asumir: debes proteger a los hermanos y hermanas, así como salvaguardar los intereses de la casa de Dios y el trabajo de la iglesia. Sobre la base de este principio, respecto a esta clase de persona que es un diablo, si en este momento rinde servicio, no deberías apresurarte a actuar contra él. deberías supervisar su trabajo y observar de cerca cada uno de sus movimientos para ver lo que está haciendo. En cuanto aparezcan algunas señales de que algo va mal, debes practicar con prontitud el dejarlo en evidencia y podarlo, o bien apartarlo de su puesto. Si después de dejarlo en evidencia y podarlo es capaz de rendir un poco de servicio, esto es beneficioso para el trabajo de la iglesia. Pero una vez que se descubre que no desea rendir servicio, que no toma una buena senda y que está a punto de trastornar y perturbar, así como que extiende sus garras endiabladas para desorientar a los hermanos y hermanas, ahí es cuando el diablo revela su verdadera forma y es exactamente el momento justo para actuar contra él. Se le dio la oportunidad de rendir servicio, pero no lo hizo adecuadamente; entonces, envíalo a un grupo B. Si la situación es grave, practica echarlo o expulsarlo; este es también el momento de llevar a su final el sino de Satanás. Mientras os ciñáis a estos dos principios, seréis capaces de tratar a las personas malvadas y a los diablos con principios. ¿Hacerlo de esta manera supone cumplir con tu responsabilidad? (Sí). Por un lado, tendrás discernimiento respecto a los diablos, ya no te desorientarán ni perturbarán y ya no harás cosas necias; como mínimo, ya no compartirás más la verdad con personas como esta que son diablos. En tu corazón sabrás que: este tipo es un diablo; compartir la verdad con él es lo mismo que poner miel en la boca de un asno; por mucho que se le comparta la verdad, será en vano. Así pues, no vas a continuar haciendo cosas necias. Solo le hablarás sobre algunas doctrinas que debería entender y sobre los preceptos a los que debería ceñirse; con eso es suficiente. Si practicas de esta manera, el trabajo de la iglesia no se verá afectado. Si no entiendes los principios, sin embargo, es posible que hagas cosas necias. Por otro lado, los líderes y obreros deben supervisar adecuadamente y hacer uso de estos servidores y diablos que no aceptan la verdad en lo más mínimo. Practicar de esta manera puede asegurar que el trabajo de la iglesia no se vea perjudicado, al tiempo que además se protege a los hermanos y hermanas de que los diablos y satanases los desorienten y perturben. ¿Lo entiendes? (Sí). No debes en absoluto tratar a las personas malvadas y a los diablos como hermanos y hermanas. Mientras tengas algo de discernimiento hacia los diablos y las personas malvadas, ya no harás cosas necias. En el pasado, las personas carecían de discernimiento y hacían muchas cosas estúpidas; siempre trataban a las personas malvadas y a los diablos como hermanos y hermanas, con lo que solo lograban que los diablos se rieran sin cesar a su costa. Cuando te sinceraste para compartir con los diablos, pensaron: “Eres muy honesto, muy puro y abierto, ¡eres realmente estúpido!”, mientras se burlaban de ti en su fuero interno. Ahora que tienes discernimiento respecto a los diablos, ya no volverás a hacer esta clase de necedad. Ahora sabes que cuando te sinceras al compartir con alguien o para apoyar y ayudar a alguien, debes hacerlo con hermanos y hermanas auténticos, con aquellos que persiguen la verdad y tienen humanidad; no con diablos. Este es un aspecto. Otro es que ya no te sientes cohibido ni con miedo a los diablos. Sabes que son diablos y sabes lo que están pensando en su corazón. Ahora que tienes discernimiento hacia ellos, sabes cómo tratarlos de manera apropiada. Siempre debes vigilarlos de cerca, ver lo que tratan de hacer, lo que están calculando y están conspirando en su corazón, en qué partes del trabajo podrían trastornar, perturbar y sabotear, qué clase de palabras podrían usar para incitar y desorientar a otros y qué objetivos están intentando lograr. En cuanto veas con claridad todas estas cosas, sabrás cómo actuar adecuadamente y te estarás ciñendo a los principios-verdad.

La mayoría de vosotros, después de hablar sobre el discernimiento de las manifestaciones degeneradas de las personas que se han reencarnado de diablos, es probable que ahora tengáis algo de claridad en vuestro corazón y además un poco de discernimiento; como qué personas parecen diablos después de todos estos años de interacción con ellas, con quién ya no compartiréis vuestros verdaderos sentimientos. Asimismo, qué personas son hermanos y hermanas, con quién os asociaréis más, a quién os acercaréis y —cuando surja algo— con quién compartiréis más. De esta manera, trataréis a cada clase de persona con principios y no cometeréis errores. Pero ¿pueden la mayoría de las personas llegar al punto de discernir a los diablos o de desentrañar la naturaleza de estos? Y si un diablo está dispuesto a rendir servicio, ¿pueden hacer uso del servicio del diablo? La mayoría de los hermanos y hermanas son incapaces de practicar de esta manera; pero los líderes y obreros deben ser capaces de hacerlo. ¿Por qué digo que deben ser capaces de hacerlo? Porque tú, como líder u obrero, debes revisar bien las cosas. Una vez que descubres que una persona malvada está cometiendo maldad, debes ser capaz de dejarla en evidencia y diseccionarla con prontitud, así como de contener tus perturbaciones y trastornos. Si puedes practicar de esta manera, serás capaz de asegurar la progresión normal del trabajo de iglesia y los hermanos y hermanas estarán protegidos; aumentará su discernimiento y su entrada en la vida no sufrirá pérdidas debido a las perturbaciones de los diablos. Si eres incapaz de practicar de esta manera —si no puedes contener a los diablos, si no puedes guardar la puerta—, entonces los diablos vendrán constantemente a perturbar. Hoy perturban a una persona, la vuelven negativa y provocan que caiga en la desgana al predicar el evangelio; mañana perturban a otra, lo que da lugar a que no quiera hacer su deber, lo cual demora el trabajo y te obliga a encontrar un reemplazo. Tendrás constantemente que lidiar con algunas situaciones repentinas e inesperadas. ¿Acaso hacer así el trabajo no es muy pasivo? (Sí). Entonces, como líder u obrero, ¿acaso no estás lejos de ser acorde al estándar? Si no estuvieras sirviendo como líder u obrero, serías capaz de gestionar tu propia entrada en la vida, tu propio comer y beber de las palabras de Dios y tu deber. Pero una vez que empiezas a servir como líder u obrero, estás ocupado a diario; corres de un lado a otro frenéticamente, sin parar un momento. O un anticristo o una persona malvada aparecen y perturban la iglesia; o bien algunos hermanos y hermanas se vuelven negativos y no quieren hacer su deber; o un nuevo creyente se desorienta a causa de los rumores y no quiere seguir creyendo y abandona. El trabajo no se está haciendo adecuadamente, lo que causa que los problemas sigan apareciendo por todas partes y que ocurran constantemente estos problemas que te dejan abrumado y agotado e incapaz de afrontarlos a diario, incapaz de comer o dormir bien; e incluso entonces, el trabajo no se hace bien. Esto es ser sumamente incompetente para el trabajo. Tal líder u obrero no es completamente acorde al estándar. ¿Por qué digo que no eres acorde al estándar? Porque no compartías con claridad y de antemano sobre estos problemas que estaban destinados a aparecer, a fin de permitir que todo el mundo entendiera la verdad y ganara discernimiento, de modo que los problemas se pudieran resolver con prontitud cuando surgieran. En otras palabras, no inoculaste a la mayoría de las personas para equiparlas con la capacidad de soportar estas cosas. Al final, cuando estas ocurrieron una después de otra, te volviste muy pasivo; siempre estabas limpiando un embrollo, siempre limpiando las secuelas. Esto significa que estás lejos de ser acorde al estándar como líder u obrero. En cómo tratas a las diversas clases de diablos, tus métodos para lidiar con ellos no son los apropiados, la obra que haces no es apropiada, de modo que la obra de la iglesia se ve perturbada constantemente y siempre está llena de problemas. Siempre tienes que remediar las cosas y arreglarlas, de modo que te sientes extremadamente ocupado y hacer este trabajo se vuelve muy extenuante.

¿Recordáis los dos principios para tratar a las personas que se han reencarnado de diablos? ¿Cuál es el principal? No tengáis miedo de los diablos y satanases; no los evitéis. En su lugar, aprended a discernirlos, a desentrañar su esencia y a captar la inclinación de sus pensamientos; es decir, comprended con claridad lo que quieren hacer en la iglesia y qué objetivos quieren lograr. De esta manera, podéis convertir la pasividad en iniciativa y poneros activamente a la ofensiva para dejarlos en evidencia y lidiar con ellos. Si al ver a los diablos y satanases hablar y actuar, solo os sentís asqueados y no queréis prestarles atención ni trabajar con ellos y eso es todo —incluso hacéis caso omiso cuando los veis perturbar y trastornar el trabajo de la iglesia—, ¿se conforma a las intenciones de Dios actuar de esta manera? (No). Después de que los diablos y satanases se infiltren en la iglesia, no vivirán la vida de iglesia de una manera que se atenga a las reglas ni mucho menos rendirán servicio de ese modo. Será inevitable que alcen la voz y hagan cosas, incluso hasta el punto de no parar hasta que se logren sus objetivos. Así pues, debes ser sabio y actuar de acuerdo con los principios-verdad cuando trates con los diablos. A aquellos a los que se debería dejar en evidencia y rechazar, se les debe dejar en evidencia y rechazarlos. Cuando un diablo no se ha revelado aún, si está dispuesto a rendir servicio, entonces úsalo para rendir servicio y vigílalo de cerca mientras lo haga. Por ejemplo, si no puedes llegar a desentrañar a cierto supervisor a cargo de un punto del trabajo en particular —ves que no es tan simple ni abierto como los otros hermanos y hermanas, que nunca le dice toda la verdad a nadie y que, cuando se encuentra con dificultades o problemas en el trabajo, no busca solución—, entonces es necesario que tomes la iniciativa para llegar al fondo de su situación. No debes ser pasivo, esperar hasta que haya estropeado el trabajo y luego intentar ponerle remedio cuando ya no hay solución. Necesitas hablar con él y ver cuál es su actitud hacia su deber, si tiene planes y arreglos específicos para el trabajo, si tiene principios para hacer trabajo, si puede trabajar de acuerdo con los arreglos del trabajo y si es capaz de engañar a aquellos por encima y ocultarles cosas a los que están por debajo, así como de hacer las cosas a su manera. ¿Acaso no son esas las cosas a las que deberías prestar atención? (Sí). Supongamos que descubres que alguien es un diablo, así que no interactúas con él, incluso dices: “Este diablo es sumamente aterrador; siento asco solo con verlo. No voy a volver a hablar con él. Necesito trazar una línea clara entre él y yo, así como hacer que los hermanos y hermanas también tracen una línea clara; todo el mundo debería ignorarlo”. ¿Está bien actuar de esta manera? Esta es una manera necia de actuar. No es ni inteligente ni sabio y no es poseer estatura. ¿Piensas que eres inteligente solo porque no le hablas? ¿Eres alguien que es considerado con las intenciones de Dios? ¿Has cumplido con tu responsabilidad? ¿Has asumido la carga de guardar el rebaño y vigilar la puerta de la casa de Dios? ¿Acaso no deberías pensar también sobre estas cosas? El requisito de Dios hacia las personas de que tengan discernimiento respecto a los diablos no significa en absoluto que simplemente sea suficiente con rechazar a los diablos. También debes ser capaz de supervisar y restringir a los diablos; si no se ha revelado todavía a un diablo y este quiere rendir servicio, también debes poder hacer uso de él; estas cosas son también el deber que deberías hacer, la responsabilidad que deberías cumplir y es por entero para salvaguardar el trabajo de la iglesia. Si ves que alguien es extraordinariamente inescrutable, que todo lo que dice es hermético y nadie puede descubrirlo, entonces esta persona es muy peligrosa y no es digna de confianza. En especial, si ves a alguien que se comporta de una manera especialmente siniestra, anormal, insidiosa y taimada —que nunca dice toda la verdad a nadie y al que la mayoría de los hermanos y hermanas que interactúan o se asocian con él no pueden desentrañar—, entonces a tal persona no se la puede dejar de lado y sola sin más. En su lugar, debes acercarte a ella, entablar contacto y hablar con ella, de modo que aumente tu discernimiento y perspicacia, veas lo que está pensando, veas cuál es el origen y la motivación de sus acciones, qué está planeando hacer, si es capaz de asumir el trabajo cuando hace su deber, si podría perturbar el trabajo de la iglesia y establecer un reino independiente y si el hecho de que haga deber provoca más perjuicios que beneficios y acaba por ser una pérdida más que una ganancia. Fíjate, ¿es que ser líder u obrero es un asunto simple? Cuando se descubre a tal persona en la iglesia, no solo no debes distanciarte de ella ni evitarla, sino que en cambio debes acercarte a ella activamente y entablar contacto con ella. ¿Cuál es el propósito de hacer esto? Entender su situación y adoptar medidas cautelares. Por ejemplo, si te encuentras con un agente o un espía del PCCh que siempre está buscando la ocasión de husmear en tu información personal y sientes en tu corazón que es un espía, deberías guardarte de él y, desde luego, no debes contarle tu situación real. También debes recordar una cuestión incluso más importante: no puedes hacerle saber tu número de teléfono, tu cuenta de correo electrónico y demás. Sin embargo, si solo te guardas de que indague en tu propia situación, pero ignoras por completo y dejas pasar otras cosas como con quién más entabla contacto, de quién es la información por la que pregunta y por qué situación de la iglesia se interesa —e incluso piensas que hacer esto es bastante inteligente por tu parte—, ¿cómo es entonces tu manejo de esta cuestión? ¿Has mostrado algo de sabiduría? ¿Has mostrado que tienes estatura? ¿Has cumplido con tu responsabilidad? ¿Has salvaguardado los intereses de la casa de Dios y protegido a los hermanos y hermanas? Si no consideras en absoluto estos asuntos, entonces eres una persona egoísta y despreciable, de la cabeza a los pies. Digamos que te encuentras con alguien que es un diablo y te pregunta de dónde eres y si alguien en tu familia cree en Dios; sabes que está tratando de sacar información, así que dices algunas cosas sin importancia para quitártelo de encima sin desvelar tu situación real y luego le das la vuelta a las preguntas y lo interrogas: “¿De dónde eres? ¿Quién de tu familia cree en Dios? ¿Cómo es la vida de iglesia en la iglesia de tu ciudad? ¿Arresta el PCCh a los creyentes allí? ¿Alguna vez te han arrestado?”. Al oír esto, el agente o espía del PCCh piensa: “Siempre he sido yo el que hace las preguntas, nadie le ha dado la vuelta a la tortilla y me ha interrogado a mí. ¡Esta persona tiene cerebro!”. Al ver que sigues haciéndole preguntas, se preocupa de que su identidad se deje en evidencia, así que cambia de tema. Debes observar con cuidado a esta clase de persona. Si tienes la certeza de que es extremadamente sospechosa y hay una probabilidad de un ochenta por ciento de que sea un espía del PCCh, entonces debes guardarte de ella; no debes divulgar siquiera un poco de información respecto a los hermanos y hermanas. Si los hermanos y hermanas no se guardan de ella en absoluto y le dicen todo lo que saben, sin reservas; si están dispuestos a hablar sobre cualquier cosa, entonces es fácil que esto ponga en peligro a la iglesia y a los hermanos y hermanas. Por tanto, debes vigilar de cerca a una persona así; observa todo el tiempo con quién se pone en contacto, de quién intenta siempre extraer información, si está comprobando en secreto los números de teléfono de los hermanos y hermanas o las cuentas de sus computadoras o buscando información externa de la casa de Dios a espaldas de la gente. Debes vigilarla de cerca; no debes permitir que tenga éxito. Además, necesitas decirles a los hermanos y hermanas que se protejan de esta persona; si no para de indagar en busca de información, se la debería evitar y advertirle de que no acose a los demás. Asimismo, también necesitas ver qué herejías y falacias está difundiendo para desorientar a los hermanos y hermanas; si descubres tales cuestiones, entonces deberías lidiar con ellas y resolverlas con prontitud. Practicar de esta manera es salvaguardar el trabajo de la iglesia y proteger a los hermanos y hermanas; esta es la responsabilidad de los líderes y obreros, así como es además la responsabilidad del pueblo escogido de Dios. Si te quedas quieto y no haces nada, si le permites ir por ahí indagando, es posible que algunas personas necias o los nuevos fieles con una base superficial en la fe se lo cuenten todo. Después de eso, la policía de la China continental puede que empiece de inmediato a arrestar a los miembros de su familia y a sus parientes, lo que causará problemas a ciertas iglesias y a ciertos hermanos y hermanas. No importa qué clase de problema surja, en cualquier caso, si como líder u obrero descubres que alguien es un diablo pero no tomas medidas con prontitud, no llevas a cabo adecuadamente el trabajo cautelar y, como resultado, algunas personas necias e ignorantes divulgan muchas cosas que no deberían y filtran la información de los hermanos y hermanas, lo que provoca problemas en el trabajo de la iglesia y a los hermanos y hermanas, entonces esto es una dejación de la responsabilidad por tu parte. Dime, ¿cómo ha sido tu cumplimiento del deber en este caso? ¿Lo has hecho bien? (No). No hacer bien tu deber; ¿es esta una cuestión en la que has fallado a Dios? (Sí). Esto es fallarle a Dios. Si vosotros mismos estáis bastante a salvo en el extranjero, pero un agente del PCCh os engaña por culpa de vuestra propia necedad, esto acarreará consecuencias peligrosas; llevará al desastre a las iglesias y a los hermanos y hermanas en tu ciudad en el continente. ¿Estáis dispuestos a ver tal consecuencia? (No). Si uno tiene un poco de conciencia y humanidad, no debería estar dispuesto a ver cómo ocurre algo de este tipo; esté donde esté, no desea ver que ningún hermano y hermana del continente sufra persecución. Si alguien dice: “Bueno, ahora estoy a salvo en el extranjero, ¡a quién le importa a quién arresten! ¿Qué tiene que ver conmigo que alguien sufra? Ni siquiera me importa mi propia familia. No tengo afectos”; ¿tiene tal persona humanidad? (No). No tiene humanidad; uno no debe pensar así. Si aseguras que tienes conciencia y humanidad, entonces, al menos no debes causar problemas a tus parientes ni a la iglesia en el continente. Por tanto, cuando te estás enfrentando a diablos, no basta meramente con tener discernimiento respecto a ellos; también debes pensar exhaustivamente. Debes pensar en cómo actuar de una manera que garantice que no te dejes en evidencia a ti mismo, al tiempo que también garantizas que tus padres, tus parientes y los hermanos y hermanas en el continente no se vean perjudicados. Debes cumplir con tu responsabilidad de salvaguardar el trabajo de la iglesia y guardar la puerta de la casa de Dios. Esta es la responsabilidad que las personas deberían cumplir. Si te has esforzado al máximo, entonces, incluso si algo fuera mal porque hubo cosas que fuiste incapaz de hacer o porque no desentrañaste algún asunto, no se te debe culpar; todo está en manos de Dios. Pero desde la perspectiva de las personas, debes tener clara la responsabilidad que estas deberían cumplir. No debes evitarla y no puedes pensar solo en ti mismo; además debes tener en consideración a los hermanos y hermanas a tu alrededor y el trabajo de la iglesia. ¿Está ahora clara esta senda de práctica? (Sí). Como ves, si no se compartieran estos asuntos, habríais pasado por alto las cosas más cruciales e importantes y todavía habríais sentido que sabíais cómo tratar a los diablos y satanases. En realidad, no entendéis los principios de práctica; esta es vuestra estatura real.

Seas o no capaz de percibir la actitud de los diablos hacia la verdad, las cosas positivas y Dios, su esencia es, en cualquier caso, la del odio a la verdad, a las cosas positivas y a Dios. Esto es ser degenerado. Ya lo revelen a partir de las palabras o bien a partir de los pensamientos y puntos de vista en su corazón, es posible ver su actitud hacia la verdad, hacia las cosas positivas y hacia Dios. A juzgar por esta actitud, se puede decir con certeza que los diablos no aceptan en absoluto la verdad ni las cosas positivas y, por supuesto, no adoran a Dios en absoluto. Por tanto, no aceptan ninguna sugerencia, enunciado o exhortación correctos por parte de las personas. Entonces, en cuanto a los principios-verdad de Dios, a Sus amonestaciones, Sus requisitos y enseñanzas para las personas, llegan incluso a descartar todo esto y a no aceptarlo nunca. En su lugar, en su corazón intrigan respecto a cualquier cosa que les guste, a lo que sea que les beneficie. Intrigan por estatus, reputación, orgullo y destino; intrigan por cualquier beneficio que quieran disfrutar, obtener y adquirir en la vida real. Este es su mundo interior y es suficiente para mostrar que su esencia-naturaleza es perversa. Esta esencia-naturaleza degenerada nunca va a cambiar. De principio a fin, nada de lo que hacen y ninguno de sus pensamientos y puntos de vista guardan relación de ningún tipo con la realidad-verdad ni tienen nada que ver con las enseñanzas de Dios ni con la senda correcta de la vida humana; son todas cosas negativas y perversas. No importa cómo le compartas la verdad a personas con una esencia perversa, da igual cómo intentes ayudarlas con amor, no puedes conmoverlas, no puedes cambiar sus pensamientos y puntos de vista ni tampoco su modo de vida, en el que lo único que piensan a diario es maldad. Por supuesto, tampoco puedes cambiar los objetivos que buscan ni la manera ni la dirección en la que plantean cada cuestión. Estas personas que son diablos siguen siendo las mismas de principio a fin. Su esencia perversa no va a cambiar. Aunque siempre hayan hecho deber en la casa de Dios, sin renunciar al nombre de Dios ni dejar el camino verdadero, dado que no aceptan la verdad y que en lo único que piensan y en lo que reflexionan está relacionado con cosas negativas y perversas, sus actitudes corruptas no se pueden desechar de ninguna manera y tampoco es posible que su humanidad experimente ningún cambio. Por supuesto, una cosa es segura: es imposible que estas personas puedan lograr la salvación. En cuanto a cuál es su destino, eso no hace falta decirlo. Aquí no estamos hablando sobre cuál es su destino. En lo que nos estamos enfocando es en discernir y diseccionar su esencia-naturaleza.

Ahora ya hemos compartido por completo la primera manifestación de la esencia-naturaleza degenerada de las personas reencarnadas de diablos, la de “ser siniestras y anormales”. Lo que compartimos principalmente fueron sus diversas actitudes y manifestaciones respecto a cómo tratar las cosas positivas, además de los diversos pensamientos y puntos de vista que albergan y tienen en su corazón. Ya sean estas sus revelaciones y manifestaciones concretas o las cosas ocultas en el fondo de su corazón que no se atreven a dejar al descubierto, todo esto prueba que no son humanos corruptos corrientes. No poseen la conciencia y la razón de los humanos corruptos corrientes. Se puede decir también que estas personas no poseen la humanidad de los humanos corruptos corrientes. Dicho de manera sencilla, estas personas no tienen humanidad. Por muy perversos que sean sus pensamientos y puntos de vista, por muy perversos e incompatibles con la humanidad que sean sus enunciados, acciones, comportamientos y conductas, no tienen conciencia alguna de ellos. Nunca califican su propia esencia-naturaleza de perversa, contraria a la verdad u hostil hacia ella. Da igual cómo compartas con ellas, siguen viviendo en el ámbito de sus actitudes corruptas. Estas personas se llevan especialmente bien cuando se asocian entre ellas; son especialmente parecidas en su inmundicia. Sin embargo, en su corazón sienten suma repulsión hacia las personas que entienden la verdad y la persiguen; las detestan.

La vez anterior, al discutir la esencia-naturaleza degenerada de las personas reencarnadas de diablos, mencionamos su “lascivia” y “provocación sexual”, dos clases de manifestaciones del deseo sexual de la carne. Además de esos dos, hay otro aspecto que está relacionado con la “lascivia” y la “provocación sexual”, una especie de comportamiento externo o forma de vivir de la humanidad, que es la “licenciosidad”. La “lascivia” y la “licenciosidad” suelen ir emparejadas. ¿Sabes qué significa la “licenciosidad”? (El comportamiento y la conducta que son disolutos y descontrolados, así como el coqueteo frívolo con otros). “Licenciosidad” significa indulgencia; significa ser disoluto y descontrolado. Estos tres aspectos deberían ser suficientes para diseccionar las perversas manifestaciones de esta clase de personas respecto al deseo sexual de la carne. Los adultos deberían ser capaces de entender las manifestaciones de lascivia, provocación sexual y licenciosidad. Esto no es abstracto, porque es común ver y oír tales asuntos y a tales personas en la vida cotidiana. Por tanto, ¿cuáles son las manifestaciones de tales personas? En lo que respecta a las relaciones entre hombres y mujeres, son desenfrenadas, no tienen límites ni sentido de la integridad ni de la vergüenza. Son especialmente indulgentes cuando se trata de su deseo sexual, no lo refrenan y no tienen ninguna contención en absoluto. Al mismo tiempo, no sienten vergüenza de ningún tipo en lo que respecta a satisfacer su deseo sexual. Con independencia de la edad que tengan, de su género o de su estado conyugal, tienen un interés especial en el sexo opuesto y le prestan particular atención. Cada vez que se encuentran con un grupo de personas, le prestan atención a los miembros del sexo opuesto en los que están interesados. Su atención no consiste solo en mirarlos más de lo habitual, charlar o relacionarse con ellos con normalidad; lo que sucede es que se ven atrapados en el deseo sexual entre hombres y mujeres; se adentran en relaciones románticas. Cuando se trata de alguien que les gusta, sin importar la edad de esa persona ni si la otra parte consiente o no, mientras les guste esa persona, tomarán la iniciativa de coquetear con ella; llegarán incluso al punto de llevar a cabo algunas actuaciones o comportamientos inusuales para atraer la atención de la otra parte. Por ejemplo, de vez en cuando prepararán una buena comida para la otra persona; durante las vacaciones, le harán regalos; o, exista un motivo o no, le enviarán mensajes. Por la mañana le preguntan: “Te has levantado ya” y, por la noche: “¿Te has duchado?”. Unos pocos días después dirán: “Últimamente ha estado muy frío el tiempo; asegúrate de llevar varias capas de ropa y no pases frío. ¡Si necesitas algo, puedes pedirme ayuda!”. A menudo expresan preocupación, algo que ponen como excusa para acosar a la otra persona. Esta clase de personas nunca coquetean solo con uno o dos individuos ni con dos o tres; coquetean con cualquiera que les guste. Les atrae todo el que ven; en cuanto encuentran a alguien atractivo o que les causa buena sensación, desarrollan de inmediato pensamientos lujuriosos hacia esa persona e intentan seducirla. Da igual en qué grupo estén o en qué entorno se hallen, nunca olvidan esta cuestión. Vayan donde vayan, siempre apuntan a tres o cuatro, o a una docena o así de amigos o confidentes del sexo opuesto que les gustan. Si pueden tener contacto físico, consideran que esto es lograr el objetivo de entablar una relación romántica. Y si aún no ha alcanzado al nivel de una relación romántica, solo coquetear con otros de esta manera ya los hace sentir bastante maravillosamente; sus días les parecen dulces y satisfactorios. Si el entorno no lo permite y no pueden coquetear con el sexo opuesto, se sienten molestas. Si alguien les recuerda que tal comportamiento es inapropiado, le guardan rencor en su corazón. Si alguien restringe su coqueteo imprudente con los demás, se vuelven reacias y se oponen de corazón e incluso piensan: “Es mi derecho; ¿qué te cualifica para limitarme? ¡Lo que hago es mi libertad! No estoy quebrantando la ley ni cometiendo ningún delito, así que, ¿quién eres tú para intentar controlarme?”. El entorno no importa, esta clase de persona siempre siente la necesidad de encontrar una especie de diversión en la que ocuparse. Siempre sienten la necesidad de encontrar a unos cuantos amigos del sexo opuesto o parejas sexuales para pasar el tiempo, para rellenar su vida y hacerla más placentera. De lo contrario, sienten que su vida está vacía, es aburrida y carece de interés. Algunas personas, después de que coqueteen con ellas sin descanso, no pueden evitar visionar pornografía en internet, vivir en el deseo sexual de su carne, disolutas y descontroladas, y, en tanto que las condiciones lo permitan, son capaces de hacer cualquier cosa. Las personas reencarnadas de diablos, sea cual sea la ocasión o el entorno, por muy difícil que sea su vida, con independencia de lo grande que sea la carga de trabajo que tengan y de si el entorno lo permite o no, siempre necesitan satisfacer su deseo sexual y buscar oportunidades para entablar contacto y coquetear con el sexo opuesto, para así satisfacer por completo su deseo sexual. Si no se puede satisfacer el deseo sexual de su carne, entonces incluso gratificar el deseo de su mente servirá. A esto se le llama ser degenerado; son muy degenerados. Algunas personas ya tienen una edad avanzada, incluso hijos ya casados con familia propia, sin embargo, son sumamente indulgentes y desenfrenadas respecto a su deseo sexual; no tienen para nada sentido de la integridad ni de la vergüenza. Cuando ven a un miembro del sexo opuesto que les gusta, piensan en cualquier manera de crear oportunidades para estar a solas con él. Entonces toman de la mano, abrazan o tocan a la otra persona y hacen algunos comentarios coquetos y juguetones o dicen algunas cosas provocativas. Al hacer eso, poco a poco acaban por causar perturbaciones a algunos miembros del sexo opuesto. Esto es ser lascivo. ¿En qué medida es lasciva esta clase de persona? Cuando ven a alguien del sexo opuesto que es atractivo o tiene buena figura, empieza a tener pensamientos lascivos. Incluso le basta con oír a alguien del sexo opuesto hablar con una voz suave, magnética y relativamente agradable para despertar en ella pensamientos lujuriosos. Una vez que se despiertan estos pensamientos lujuriosos, no solo piensa ocasionalmente sobre estas cosas, sino que piensa en ellas muy a menudo. Piensa en ellas mientras come, mientras trabaja, incluso en sueños; su mente rebosa a diario de estos pensamientos lujuriosos. Como posee la esencia perversa que es la lascivia, satisfará el deseo sexual de su carne sin ningún tipo de freno. Incluso cuando ve a alguien de buena familia que tiene riqueza y estatus —una joven rica o una esposa adinerada, o bien un hombre alto, rico y guapo o un hombre de negocios acaudalado—, empieza a tener pensamientos lujuriosos. ¡No tenéis más que fijaros en lo gravemente lascivas que son tales personas! Y hay casos incluso peores. En la iglesia había un hermano que cantaba bien. No es que fuera una especie de cantante al nivel de una “estrella”, pero su voz no sonaba mal. Al parecer, después de escucharlo cantar, en algunas mujeres nacían buenos sentimientos hacia él y querían casarse con él. Estas mujeres nunca habían visto qué aspecto tenía este hermano. No sabían qué edad tenía, su tipo de personalidad, su nivel de educación ni cómo era su calibre o su fe en Dios. No consideraban ninguna de estas cosas, sin embargo, todavía querían casarse con él; sus pensamientos lujuriosos bullían con solo oír su voz. Decidme, ¿acaso tales diablos tienen una naturaleza degenerada? Una persona normal, al oír a alguien cantar bien, sentiría como mucho algo de envidia, pero nunca consideraría casarse con esa persona. Si de veras quisiera casarse con alguien, conocería la calidad humana de esa persona y su situación familiar antes de tomar tal decisión, como qué edad tiene, cuál es su aspecto, cómo es su calidad humana, cómo es su familia… solo si todos los aspectos fueran satisfactorios consideraría casarse con él. Sin embargo, las personas que son diablos son diferentes; algunas mujeres, después de oír a un hombre cantar bien, quieren dar el paso y casarse con él; algunos hombres, al ver a una mujer atractiva, quieren dar el paso y casarse con ella. ¿Acaso estas personas no dan miedo? ¡Dan miedo y repugnancia! Cada vez que ven a alguien con estatus, conocimiento, elocuencia o una fortaleza particular, o si ven a alguien hermoso o guapo, empiezan a tener pensamientos lujuriosos. Cuando ven a tales personas, siempre se las comen con los ojos, sin pestañear; fijan su mirada, pero su mente está muy activa y se despierta su deseo sexual; esto es tener pensamientos lujuriosos. Cada vez que haya alguien que constantemente se coma con los ojos a los miembros del sexo opuesto sin apartar la vista —e incluso los hay que revelan una mirada perversa en sus ojos o babean con la boca abierta—, esto es tener pensamientos lujuriosos. Una vez que bullen sus pensamientos lujuriosos, empieza a manosear a los demás. A esto se le llama ser un degenerado. Sea cual sea la situación, mientras se active su lujuria visual, su lujuria auditiva o su deseo sexual de la carne, tendrá pensamientos lujuriosos; tales personas son diablos. ¿Limita o frena la conciencia y la razón de la humanidad el deseo sexual de los diablos? Este no se frena, por tanto, su deseo sexual se desborda constantemente y exhiben continuas manifestaciones de licenciosidad; son especialmente indulgentes. No les importa cuántas personas estén a su alrededor, cuál es su propia edad o si a la otra parte les gustan o les dan asco y los detestan; mientras sea alguien que les guste a ellos, tendrán pensamientos lujuriosos y disfrutarán de fantasías, de modo que satisfarán su deseo sexual en gran medida. ¿Acaso no da asco? La gente como esta es sumamente lasciva. Aunque no pueda encontrar una oportunidad para tener relaciones con el sexo opuesto, sigue queriendo coquetear con otros. Las manifestaciones de este comportamiento son que envían con frecuencia señales de flirteo lanzándote miraditas, piensan en cualquier manera posible de entablar contacto contigo y de acercarse a ti —te rozan la mano, el hombro o la espalda de manera deliberada cuando pasan a tu lado— y dicen cosas coquetas con toda intención. Esto muestra que su corazón ya está lleno de lujuria. Los adultos normales, cuando interactúan con miembros del sexo opuesto, mantienen los límites, la moderación y las restricciones. Ya sea respecto a cosas como el deseo sexual, los pensamientos, el discurso, el contacto o la distancia física entre las personas, todo ello lo gobierna y lo frena su conciencia y razón. Pero las personas que son lascivas y licenciosas no son así. Da igual la ocasión, cuánta gente haya alrededor o cuál sea la situación en ese momento; con independencia de su propia edad y estado conyugal, de si la otra parte está dispuesta o de si siente repulsión hacia tal persona, ellas siguen haciendo lo que quieren, satisfaciendo descaradamente sus deseos sexuales. Esto es lo que se llama ser licencioso. A las personas así no las refrena nada; no se atienen siquiera a los límites morales; son completamente indulgentes. Es más, ¿hasta qué punto llegan algunas personas en su indulgencia? Llegan a comerse con los ojos y a mirar abiertamente las zonas íntimas del sexo opuesto. Si alguien del sexo opuesto tiene unos ojos bonitos y brillantes, buscarán cualquier oportunidad para compartir lo que hay en su corazón, para charlar o discutir sobre el trabajo con él, para mirarlo fijamente a los ojos. Si alguien del sexo opuesto tiene la piel clara, lisa y delicada, lo miran a menudo, ya sea con o sin intención. Si alguien del sexo opuesto tiene una figura alta y delgada, lo miran en secreto desde detrás, se lo comen con los ojos sin apartar la vista. Esto es rebosar de deseo sexual. ¿Son degeneradas las personas como esta? (Sí). También hay algunos menores o adultos casados que ven a menudo pornografía o concursos de belleza como Miss Mundo, donde el vestuario de las mujeres es muy revelador; lo suficiente para satisfacer su lujuria visual. Mientras más disfrutan de esto, más difícil se hace frenar su deseo sexual y sus pensamientos lujuriosos y controlarlos. ¿Es esta una manifestación de los diablos? (Sí). ¿Vivirían las personas normales de esta manera? ¿Se comportarían así? (No). Algunos hombres orientales son relativamente conservadores y, cuando vienen a occidente y ven a muchas mujeres con un vestuario revelador, les entra curiosidad y quieren mirar un par de veces más, pero pasado un tiempo se acostumbran y pierden la curiosidad; esta es una manifestación normal. También los hay que no están casados y tienen un poco de curiosidad respecto a cuestiones de deseo sexual o que, ocasionalmente, debido a un entorno objetivo, desarrollan algo de lujuria perversa. Son reacciones fisiológicas normales; a esto no se le puede llamar ser degenerado. Pero las personas que son diablos no son iguales que las corrientes. Su degeneración excede a la de las personas normales; es particularmente anormal. No es solo que tengan curiosidad por el deseo sexual o que tengan reacciones o necesidades fisiológicas normales, sino que son disolutos y promiscuos. Cuando disfrutan de la lujuria perversa, no sienten vergüenza en absoluto. A esto se le llama ser degenerado. ¿Hasta qué punto son degenerados? Solo con mirar la piel, los ojos, la figura o la apariencia del sexo opuesto —o solo con oír su voz—, empiezan a tener pensamientos lujuriosos y luego crean cualquier oportunidad posible para entrar en contacto o acercarse a la otra persona, llegan incluso tan lejos como para realizar acciones que satisfacen su deseo sexual. A esto se le llama ser degenerado.

Otra manifestación de ser degenerado es que estas personas, sea cual sea el entorno en el que estén, siempre están rodeadas de personas diferentes del sexo opuesto. Tal persona coqueteará con varios miembros del sexo opuesto al mismo tiempo y mantendrá a menudo relaciones ambiguas con múltiples personas. ¿Qué quiere decir que una relación sea ambigua? Es una relación que es como una amistad pero que también es romántica; nadie puede decir con claridad qué clase de relación hay en realidad. No tiene unos límites claros con el sexo opuesto; sus relaciones son especialmente ambiguas; hay un constante coqueteo y cosas que son turbias y nada claras. ¿Están gobernadas estas manifestaciones por una naturaleza lasciva? (Sí). En términos de moralidad y de ética de las relaciones humanas, las tendencias malvadas del mundo de hoy ya ni siquiera critican esta clase de fenómeno. Las personas llaman a esto ser capaz, seguir la tendencia; lo llaman estar sexualmente liberadas. Por tanto, algunas personas llevan esta clase de pensamientos y puntos de vista a la iglesia. Creen que: “No importa con cuántas personas del sexo opuesto tengan relaciones románticas, esa es mi libertad. Ahora ni siquiera la ley condena esto, así que tengo derecho a elegir con cuántas amistades del sexo opuesto tengo una relación romántica; tengo derecho a elegir cómo lidiar con mi deseo sexual. No debería perjudicarme a mí mismo; necesito dar rienda suelta por completo a mi deseo sexual”. ¿Acaso no es este un argumento perverso? (Sí). Da igual cuántas personas estén de acuerdo con las opiniones promovidas por las tendencias de la sociedad o cuántas aboguen por ellas, da igual cuántas las practiquen; a ojos de Dios, a esta clase de herejías y falacias se las califica como “degeneradas” y a aquellas que se aferran a esta clase de herejías y falacias también se las califica como “degeneradas”. Para ser específicos, son “lascivas” y “licenciosas”. ¿Es precisa esta calificación? (Sí). Cada función e instinto del cuerpo de las personas requiere un nivel fundamental de precepto basado en la humanidad. ¿Y de qué depende este precepto? Depende de la conciencia y razón de las personas. El sentido de la integridad y la vergüenza dentro de la conciencia y razón debería regular adecuadamente las necesidades fisiológicas de una persona y su deseo sexual. Si no lo regulas o lo frenas, sino que, en su lugar, te entregas al deseo sexual, entonces a esto se le llama ser licencioso, a eso se le llama ser lascivo. Si tienes tales manifestaciones, entonces eres un degenerado. La degeneración es algo negativo; no es en absoluto algo positivo. Esto es porque va más allá de los límites del sentido de la integridad y la vergüenza que posee la humanidad de las personas, más allá de los límites de la racionalidad normal que Dios requiere de ellas; rebasa los límites de la humanidad y constituye la perturbación y el daño a la vida normal de los hermanos y hermanas. Por tanto, la degeneración se califica completamente como algo perverso, como algo negativo; no es para nada una cosa positiva. La iglesia, la casa de Dios, no promueve en absoluto la liberación sexual. ¿Qué promueve la casa de Dios? (Ser digno y decente y vivir una humanidad normal). La casa de Dios promueve tener el decoro de los santos y comportarse con conciencia y razón. Como poco, en lo que respecta al deseo sexual y a las necesidades fisiológicas, uno debe tener un sentido de la integridad y la vergüenza. Es decir, si quieres contraer matrimonio, si quieres tener una relación romántica normal, entonces debe ser conforme a los principios del matrimonio que Dios ha ordenado para las personas; no puede implicar incesto, licenciosidad o lascivia. ¿Lo entendéis? (Sí).

Ahora mismo acabamos de compartir sobre algunas manifestaciones de la degeneración de las personas que son diablos. ¿Es bueno que hayamos compartido sobre esta clase de tema para ayudar a obtener algún discernimiento? (Sí). No importa cuál sea la manifestación, si excede al ámbito de las actitudes corruptas de las personas normales o va más allá del ámbito de la naturaleza y los instintos innatos de las personas, entonces es anormal; es una manifestación de los diablos. Entre lo que hemos compartido, aparte de esas personas cuyos pensamientos y comportamientos son especialmente siniestros y anormales, hay otra clase de persona que puede que no exhibiera estas manifestaciones obviamente siniestras y anormales, pero cuya clara manifestación está siendo especialmente lasciva y licenciosa. Tener esas claras manifestaciones prueba también que tienen un aspecto de la esencia degenerada de los diablos. Entonces, ¿se puede decir con certeza que las personas que tienen estas claras manifestaciones son diablos? (Sí). Dan rienda suelta a su deseo sexual en cualquier momento, su corazón rebosa de perversa lujuria y están especialmente interesadas en asuntos relacionados con el deseo sexual de la carne; su interés va más allá de las necesidades fisiológicas de las personas normales. Es decir, no importa qué edad tengan, de qué género sean o cuál sea su estado conyugal; sus manifestaciones de deseo sexual de la carne van más allá de las de las personas normales y además van más allá de las necesidades de las personas normales. Esto es suficiente para que se diga que sus manifestaciones en este campo no son normales. Se usan dos palabras para calificarlas: son especialmente “lascivas” y “licenciosas”. Es decir, sus necesidades fisiológicas son extremadamente anormales. Cada vez que ven que alguien del sexo opuesto tiene cierto punto fuerte o una condición innata favorable en algún campo, pueden tener pensamientos lujuriosos y dar rienda suelta a su deseo carnal. Por ejemplo, cuando ven a alguien del sexo opuesto con los dientes blancos y rectos, cuya sonrisa es especialmente hermosa y dulce, o con un cabello o unos ojos especialmente hermosos, puede que tengan pensamientos lujuriosos. Sea cual sea el rasgo del sexo opuesto que les cause buena impresión o les parezca hermoso, es posible que tengan pensamientos lujuriosos. Además, se sirven de dar rienda suelta al deseo sexual como una manera de expresar su gusto y apreciación por la otra persona. ¿Acaso no es esto asqueroso? ¡Es sumamente asqueroso! Algunas personas perversas desarrollan pensamientos lujuriosos cada vez que ven a alguien del sexo opuesto con una expresión particular en la cara, como levantar las cejas ligeramente mientras habla o que aparezcan hoyuelos en ella o exhiba una mirada particularmente encantadora cuando sonríe. La frecuencia y el número de veces que bullen pensamientos lujuriosos en ellas es inconcebible e inimaginable. Las personas normales lo encuentran desconcertante: “Si alguien tiene buen aspecto, está bien mirarle una o dos veces más de lo normal, pero ¿cómo podría eso llevar a pensamientos lujuriosos y a dar rienda suelta al deseo sexual? ¿No es eso retorcido?”. Cosas que las personas normales piensan que no provocarían pensamientos lujuriosos pueden causar que las personas perversas tengan pensamientos lujuriosos y den rienda suelta a su lujuria; las personas normales no pueden entenderlo. A esto se le llama ser degenerado. En palabras sencillas, se le llama ser retorcido y pervertido. Algunas mujeres, incluso cuando ven a un hombre con unos músculos bien desarrollados, unos rasgos faciales bien definidos y de alta estatura, pueden tener pensamientos lujuriosos. O cuando ven a un hombre que tiene algunas habilidades, alguna capacidad y, además de todo eso posee riqueza y estatus, dentro de ellas bullen constantemente pensamientos lujuriosos. No es solo que lo aprecien o piensen que es decente, que sientan un poco de cariño por él y quieran involucrarse románticamente o buscar una relación con él, sino que dentro de ellas bullen constantes pensamientos lujuriosos. Decidme, ¿acaso no es asqueroso? ¿No es esto degenerado? (Sí). La frecuente ebullición de pensamientos lujuriosos es anormal, es degenerada.

Terminamos aquí nuestra charla sobre las manifestaciones de lascivia y licenciosidad en las personas que se han reencarnado de diablos. Ahora vamos a hablar sobre la “provocación sexual”. La provocación sexual está realmente relacionada tanto con la lascivia como con la licenciosidad; es solo una manera de hablar sobre lo mismo desde una perspectiva diferente. Se refiere a cómo algunas personas, a fin de seducir al sexo opuesto y causar una impresión favorable en este, despliegan a menudo sus encantos de seducción delante de los miembros del sexo opuesto. Por ejemplo, a algunas mujeres les gusta ponerse pintalabios de un rojo vívido y sensual, hacer que sus ojos parezcan muy atrayentes con maquillaje e incluso aplicarse colorete a pesar de ser bastante viejas. Cuando eligen su atuendo, siempre se centran en ser sexis y cautivadoras para que las miren; cuando hablan, se empeñan en ser coquetas o lindas de una manera que pueda cautivar al sexo opuesto; entre otras cosas. Algunos hombres se suelen presentar como héroes de brazos fuertes en los que las mujeres pueden confiar. Exhiben a menudo sus músculos delante de las mujeres y se quitan la camisa a la mínima para mostrar sus abdominales; hacen uso de estos métodos para atraer al sexo opuesto. Su objetivo no es meramente hacer que los miembros del sexo opuesto tengan una buena impresión de ellos ni encontrar a alguien con quien salir, sino seducirlos, interesarlos y luego atraparlos en el deseo sexual. Este es su objetivo. ¿Acaso no es esto ser provocativo sexualmente? (Sí). Esto es ser provocativo. Los no creyentes llaman a tales personas “furcias”. ¿Qué clase de cosas hacen estas “furcias?”. Si se trata de una mujer, es quisquillosa incluso en cuanto al lápiz de labios que elige. No usará bálsamo labial corriente y además desdeña el lápiz de labios que usan las personas dignas y decentes, pues no le resulta lo bastante exclusivo. Elige especialmente colores sensuales que hacen que sus labios luzcan especialmente sexis y atrayentes cuando se los aplican, con el objetivo de agitar el corazón de los hombres, hechizarlos y hacer que se vuelvan completamente locos por ella y caigan rendidos. En sus interacciones con los hombres, suele revelar comportamientos provocativos, da rienda suelta al deseo sexual, todo con el objetivo de seducirlos. Mientras más hombres hay presentes, especialmente del tipo que le gustan a ella, más animada y activa se pone y más se esfuerza al máximo para exhibirse; hace alarde de su elocuencia, usa un vocabulario más refinado, presta una especial atención a sus expresiones faciales y viste de una manera especialmente coqueta. A esto se le llama ser provocativo. ¿Hay diferencia entre las personas provocativas y las lascivas? ¿Son del mismo tipo? (Sí). Están cortadas por el mismo patrón inmundo. Una seduce proactivamente, la otra se entrega de ese modo a la lujuria. Ambas son manifestaciones de entregarse al deseo sexual, manifestaciones de desbordar de deseo sexual y de ser disoluto, todo gobernado por una esencia-naturaleza degenerada. Las personas de este tipo provocativo, ya sean de género masculino o femenino, con independencia de su edad o su estatus conyugal, no refrenan su comportamiento en ningún escenario ni contienen ni gestionan su deseo sexual. En cambio, son disolutas y casuales, incluso realizan avances de manera proactiva; llevan ropa especial, usan expresiones especiales, un lenguaje especial, maneras especiales de hablar y hacen algunas cosas especiales para atraer la atención del sexo opuesto, para provocar una conversación, hacer que piquen el anzuelo y demás. Por tanto, tales personas no son meramente lujuriosas, sino también provocativas. La palabra “provocativa” es en realidad bastante repugnante. En resumen, si tales personas exhiben lascivia o provocación, la manera en la que dan rienda suelta al deseo sexual es licenciosa, la naturaleza de que den rienda suelta al deseo sexual es licenciosa y su esencia es degenerada. Las manifestaciones de tales personas, ya sean lascivas o provocativas, exceden las necesidades fisiológicas de las personas normales y carecen del freno de la conciencia y la razón. Por tanto, tales personas son perversas de la cabeza a los pies. Da igual cómo lo mires, no son buenas personas, sino diablos. En cualquier grupo, la presencia siquiera de un diablo tal causará perturbaciones. Las personas dignas y decentes sienten asco hacia él, pero el diablo desorienta y acosa a menudo a aquellas de poca estatura o a las que no tienen discernimiento ni postura de ningún tipo, en especial a aquellas que se han reencarnado de animales. En resumen, los diablos que exhiben estas manifestaciones perversas son el azote de cualquier grupo en el que estén, no causan beneficios ni ayudan a nadie, porque su deseo sexual suele desbordarse, con lo que a menudo perturban la vida diaria y los pensamientos normales de algunas personas.

Decidme, ¿son fáciles de discernir las personas perversas de este tipo lascivo, licencioso y provocativo? (Sí). Los adultos pueden discernirlas y, hoy en día, tal vez incluso los niños menores de edad pueden hacerlo. Por tanto, la mayoría de las personas, cuando se encuentran a aquellos con la esencia perversa de los diablos, deberían sentir algo, tener algún discernimiento; no serán tan necias como para no distinguirlas. Por tanto, cuando os encontráis con tales personas, ¿sabéis como tratarlas? ¿Las rechazaréis? Si conoces a alguien que no es de tu gusto, podrías rechazarlo. Pero si es alguien que te gusta realmente —tu amor soñado, tu cónyuge ideal—, ¿te resultará fácil rechazarlo? Sabes muy bien que pertenece a este tipo de persona, pero como su aspecto es demasiado cautivador o alguna fortaleza suya te remueve demasiado, te roba el corazón y te cautiva. En una situación de este tipo, se te hace difícil rechazarlo. Si no lo rechazas, ¿acaso no estás en peligro? (Sí, eso es caer en la tentación). ¿Es meramente caer en la tentación? Esto es caer en el torbellino del deseo sexual. ¿Le resulta fácil a alguien atrapado en el torbellino del deseo sexual salir de este? (No). Esta persona muestra hacia ti preocupación y consideración, amor y cuidado, además de ofrecerte constantemente pequeños favores. Sientes un calor excepcional por dentro, piensas: “No hay nadie más en el mundo que me trate así de bien; este es mi príncipe azul, mi amor soñado”. No logras darte cuenta de que, si es alguien lascivo y licencioso, es que trata a otros del mismo modo. Solo eres uno más entre todos sus amigos del sexo opuesto; eres meramente alguien que va de paso —solo una parada en boxes— en su largo camino por la vida. Cuando se ha divertido lo suficiente contigo y ya no le atraes de ninguna manera, te conviertes en alguien que descarta. Te descarta de manera tan implacable como quien tira una prenda o un trapo y ahí es cuando sentirás el dolor. Cuando decide descartarte, tu llanto y tus ruegos son inútiles, incluso arrodillarte ante él resulta inútil; hay quien llega a suicidarse, pero eso tampoco sirve; nada puede conmoverlos. Una vez que ya no tiene necesidades sexuales hacia ti, dirá que no tiene sentimientos por ti, que ya no te ama, e irá en busca de la siguiente presa para sustituirte. Entonces es cuando descubres que tales personas no son los cónyuges adecuados, que toda idea de un príncipe azul, un alma gemela o un amor soñado no es más que un truco engañoso; solo entonces te das cuenta de que el deseo sexual no es amor verdadero. No importa con quién salgan tales personas lascivas y licenciosas, solo tienen deseo sexual y no tienen amor verdadero. Nunca tienen intención de estar contigo para siempre ni de cumplir con ninguna responsabilidad. Solo disfrutan del juego del deseo sexual. Una vez que se han divertido bastante y se ha satisfecho su deseo sexual, no querrán siquiera volver a mirarte ni se molestarán en tenerte lástima. Una vez que encuentran su nuevo interés, tú pasas de moda y lo único que puedes hacer es llorar. Por tanto, ya seas hombre o mujer, cuando se tienen citas o se busca un compañero, uno se encuentra a veces con tales personas perversas. Desarrollan pensamientos lujuriosos hacia ti y te seducen hasta conducirte a su trampa, pese a lo cual, tú crees que te aman de veras y le confías a esa persona la felicidad de tu vida. Solo cuando te echa a un lado y te deja, te das cuenta de que la has juzgado mal, que esta persona no es alguien con humanidad que pueda cumplir con las responsabilidades, sino una persona lasciva y licenciosa. Para entonces ya es demasiado tarde para lamentarse; esto es tomar un camino tortuoso en lo que respecta al matrimonio. A alguien con humanidad normal, la experiencia de que jueguen con él puede causarle un dolor que le dure toda la vida, pero los diablos siguen anclados en la indiferencia; aunque jueguen con muchas personas; se sienten incluso afortunados, alegres y satisfechos, desean con ansia poder coquetear y jugar con incluso más miembros del sexo opuesto. Consideran esto como una felicidad para toda la vida, lo llaman su habilidad y su capacidad. Las personas normales no pueden soportar el peaje de lidiar con ellos. Por tanto, si quieres estar en una relación, mantén los ojos abiertos y percibe las cosas con claridad; hagas lo que hagas, no elijas a un diablo. Si sales con una persona normal, aunque rompáis, no te hará un daño demasiado profundo; como poco, podéis seguir siendo amigos con normalidad. Pero si te involucras con un diablo, tu vida entera se arruinará en sus manos. Dime, ¿cuánta sinceridad y verdadero afecto tiene una persona normal? ¿Cuánta energía tiene en esta vida? Si cada vez que empiezas una relación con alguien, te acaban dejando, de modo que te provoca un profundo daño que te engañen y jueguen contigo, entonces vas a caminar bajo esta sombra por la senda de tu vida entera, con lo que tendrás una existencia dolorosa. Por tanto, si tienes citas o te asocias con el sexo opuesto, de los que más deberías guardarte sería de estas personas lascivas y licenciosas. Ya seas hombre o mujer, si no puedes desentrañar a las personas y no sabes si alguien es lascivo y licencioso, entonces no te asocies con ellos con imprudencia, para así evitar que te dejen y sufras remordimientos toda la vida. Una vez que surgen las amargas consecuencias, eres el único que tiene que enfrentarse a ellas; nadie puede ocupar tu lugar ni consolar tu corazón herido. Aunque digas que puedes desentrañar a las personas, puede que no seas capaz de hacerlo con precisión. Estos días no puedes estar seguro de nadie. Antes de que una persona reciba la salvación, solo tiene el deseo de perseguir la verdad; puede que parezca que tiene una humanidad decente, pero no hay ninguna certeza de cómo van a ser las cosas si vives con ella. Cualquiera que no entienda la verdad y no se haya salvado no es fiable. ¿Por qué no es fiable? Decidme, al vivir en este mundo malvado, ¿hay alguien que, sin obtener la verdad, pueda resistirse a cualquier tentación y mantenerse firme entre cualquier tendencia malvada? Ni uno. Por tanto, no hay personas fiables. ¿Qué significa que no hay personas fiables? Significa que, para cualquiera, ya sea hombre o mujer, contraer matrimonio es el comienzo de la tragedia. Al tener que ocuparse de las necesidades diarias y afrontar las diversas trivialidades y molestias de la vida cotidiana, es difícil de saber si las dos personas pueden llegar hasta el final, si van a apoyarse entre ellas a lo largo del camino, si habrá felicidad y si habrá un terreno y una búsqueda común. Por tanto, una vez que uno entra en el matrimonio y afronta la vida real, empieza el sufrimiento. Ves, cuando estás soltero, todo es fácil de manejar; puedes decidir las cosas por tu cuenta. Pero cuando dos personas viven juntas, ¿puedes simplemente tomar tú mismo todas las decisiones por tu cuenta? ¿Se adaptará a ti la otra persona? ¿Te adaptarás tú a ella? ¿Le importarás y será considerada contigo? ¿Te importará ella a ti? No se sabe nada de esto. Aunque la persona que conozcas no sea lasciva ni licenciosa y sientas que sois adecuados el uno para el otro y podéis contraer matrimonio, no se sabe si al final puede cumplir con las responsabilidades dentro del marco del matrimonio y también se desconoce si puedes caminar con ella hasta el final dentro de este marco. Careces de seguridad y confianza incluso respecto a ti mismo, lo que prueba que a los demás les pasa igual; eso no hace falta ni decirlo, ¿verdad? (No).

Si en tu vida diaria te encuentras a personas de este tipo lascivo, provocativo y licencioso e intentan acercarse a ti, deberías saber cuál es su propósito al hacerlo. Si no las rechazas o les permites salirse con la suya debido a tu timidez, ingenuidad, necedad, ignorancia o falta de conocimiento vivencial, lo que lleva al surgimiento de consecuencias adversas, entonces, al final serás tú el que sufra las consecuencias. Las personas lascivas y licenciosas —los diablos— nunca sienten ninguna culpa o remordimiento por dar rienda suelta a su deseo sexual o hacer cosas inmorales. Sienten que no importa; piensan que se están aprovechando y que así es cómo deberían ser las personas en la vida. Pero si eres una persona normal, la conciencia y razón dentro de tu humanidad simplemente no son capaces de soportar tales golpes, tal tormento y ese perjuicio gravoso. Por tanto, si te encuentras con tales personas lascivas y licenciosas, debes tener cuidado. Debes orar a Dios, pedirle que te proteja para que no caigas en la tentación. En especial, si la otra persona esconde muchos trucos bajo la manga, es un conquistador experimentado y también tu amor soñado, el que sueñas con buscar, entonces puedes caer muy fácilmente en la tentación y acabar muy fácil en una situación irreparable, hasta el final sufrir un mal desenlace que nadie quiere ver. Para ese momento, tu corazón, tu mente y tu carne ya habrán sufrido todos cierta devastación. Después de eso, cuando llegues a hacer tu deber y acudas ante Dios para seguirlo, muchas cosas serán diferentes; nunca serán como al principio y no pueden volver nunca a ser como eran antes. Una vez que alguien ha pasado por algunas experiencias anormales o tortuosas relacionadas con el deseo sexual, eso deja algunas huellas terribles en su corazón que cualquier individuo normal no olvidará fácilmente en toda su vida. Aunque, a medida que poco a poco pasa el tiempo, estos recuerdos y este dolor pueden desaparecer gradualmente, si estos acontecimientos te causaron cierto perjuicio y devastación, entonces se mantendrán siempre en tu corazón como una pesadilla permanente. En esta vida, nunca serás capaz de regresar a tu antigua vida; tu mundo interior ya no será tan puro y simple como antes y será imposible para ti recuperar tu estado anterior. Llegados a este punto, cuando vayas a hacer tu deber, tendrás un peso adicional en tu corazón del que querrás deshacerte, pero no podrás. ¿A qué se refiere este peso? Se refiere a los diversos recuerdos de la experiencia de haber sufrido daño. Pensar en estos recuerdos resultará nauseabundo y perturbarán con frecuencia tu corazón y tus emociones. Así, tu mundo interior ya no será tan puro ni tan simple como antes; tus emociones ahora contienen muchas cosas que no deberían existir en la humanidad normal. Hasta cierto punto, esto interferirá con tu vida, tu cumplimiento del deber y además interferirá con tu fe en Dios y tu búsqueda de la verdad. A esto se le llama carga. Por tanto, con independencia de la edad, una vez que alguien cae en la tentación de una relación romántica con un diablo, se sume de manera natural en un abatimiento inexplicable. Para una persona normal, este no es un buen fenómeno.

En la vida real, las personas se encuentran a menudo con algunos individuos lascivos y licenciosos. Después de que hemos compartido hoy estas palabras, dado que habéis obtenido discernimiento respecto a este tipo de persona y sabéis que no son personas normales sino diablos, cuando traten de seducirte, puedes rechazarlas con firmeza. No las rechaces implícitamente ni con tacto ni te sientas demasiado avergonzado para rechazarlas o incluso temas a tales personas. Por supuesto, si no te importa que sea un diablo y dices: “Ya tengo treinta o cuarenta años y todavía no he experimentado el matrimonio; si alguien tiene realmente este tipo de necesidad hacia mí, lo aceptaré encantado”, entonces, ya que no te importa qué consecuencias pueda haber ni las cicatrices psicológicas, no diré más. Mi propósito al decir esto es permitir que algunas personas necias, que no se guardan ni toman precauciones contra la seducción del sexo opuesto, sepan la actitud correcta que deberían adoptar cuando la tentación recaiga sobre ellas. Si no te importa que alguien sea lascivo y licencioso, no te importa que sea un diablo y te sientes muy honrado simplemente por gustarle —como dice el dicho de los no creyentes: “Una dama se embellece para quienes la admiran, mientras que un caballero sacrifica la vida por quienes lo comprenden”— y piensas: “Como mujer, si realmente le gusto a alguien, eso demuestra que mi aspecto es aceptable, así que debería sentirme extremadamente honrada. Deja que venga a mí con valentía, le doy la bienvenida y lo recibiré con los brazos abiertos”; ¿cómo es esta clase de actitud? Decidme, ¿es el dicho “una dama se embellece para quienes la admiran” respetuoso con las mujeres? (No). Un hombre debe sacrificar su vida para quienes lo comprenden y una dama se debe embellecer para quien la admira; ¿es correcto este dicho? (No). ¿Por qué se degrada tanto a las mujeres? A los hombres también se los degrada. Entonces, los hombres tienen que poner su vida a disposición de los demás. Sea quien sea tu confidente, es tu amo, es por quién debes sacrificar tu vida; ¿por qué vale tan poco tu vida? ¿Podría ser que tu vida pertenezca a otros y no a ti mismo? Dios atesora más la vida humana, porque esta vida, este aliento, lo da Dios; es la condición básica para que la carne creada sea capaz de moverse y convertirse en un ser vivo. Si no aprecias tu vida, sino que se la entregas a otros a la ligera y la sacrificas por ellos, ¿qué demuestra esto? ¿Acaso no demuestra que te has rebajado? (Sí). Demuestra que tu vida no vale nada. No aprecias tu vida, no usas tu vida para hacer cosas sumamente significativas y valiosas, sino que puedes morir a la ligera por cualquiera que te entienda. Eso demuestra que tu vida es demasiado barata; solo es una vida podrida, tan inútil como la de un perro, un gato o un pollo. Por tanto, ¿es correcto el dicho “un caballero sacrifica la vida por quienes lo comprenden”? (No). Este dicho degrada a las personas, les falta al respeto; es un dicho que no aprecia la vida. Morir fácilmente por otros; ¿es fácil la vida humana? La vida no es fácil; uno no puede limitarse a morir tan fácilmente. Por tanto, el dicho “un caballero sacrifica la vida por quienes lo comprenden” es incorrecto e inviable. Entonces, ¿es correcto el dicho “una dama se embellece para quienes la admiran”? (Tampoco es correcto). ¿De qué manera es incorrecto? ¿Os gustó realmente este dicho alguna vez, lo aprobasteis de verdad, lo llegasteis a considerar la verdad, un lema? ¿Ha habido alguna vez alguien que te admirara? Si la persona que te admiraba era alguien que te gustaba, ¿te sentías honrado? (No exactamente honrado, tal vez feliz por dentro). Entonces, eso no queda lejos de sentirse honrado. ¿Es buena esta felicidad? (No). ¿Por qué no? (Que una mujer se vista para que el hombre la aprecie y le tenga cariño, que viva solo para los hombres, que le dedique todos sus pensamientos a ello; siento que vivir así es bastante degradante). ¿Hay opiniones diferentes? El dicho “una dama se embellece para quienes la admiran” coloca por sí mismo a las mujeres en una posición desigual a la de los hombres. Requiere que las mujeres se embellezcan para complacer a los hombres, para vivir por la felicidad de los hombres y para sentirse honradas cada vez que le gustan a alguien o tienen su admiración. Esto no es igualitario; esto es, en sí mismo, un verdadero reflejo del estatus inferior de las mujeres. La implicación del dicho “una dama se embellece para quienes la admiran” es que, si una mujer le gusta a los demás debido a su buena apariencia o atrae el cariño de los hombres porque sabe adornarse para resultar agradable a la vista, debería sentirse feliz y honrada por ello. Esto es en sí mismo una degradación de las mujeres. Este dicho les indica a las mujeres que el valor de su existencia —la fuente de su felicidad— es gustarle a alguien y que, si no le gustan a nadie, deberían sentirse desgraciadas y molestas, así como reflexionar sobre por qué no le gustan a nadie y sobre si, como mujeres, están viviendo una vida inútil y fallida. Por tanto, ¿acaso el dicho de que “una dama se embellece para quienes la admiran” no es una degradación de la mujer? (Sí). En la frase: “Una dama se embellece para quienes la admiran”, ¿acaso el admirador no suele referirse al hombre? Este dicho mismo coloca al hombre en la posición de los amos, por encima de las mujeres. Significa que una mujer se debería sentir honrada de gustarle a un hombre —un amo— y de que este la aprecie. Si no le gusta a un hombre —a un amo—, entonces es que ella tiene algo de malo, no se la puede amar, es un fracaso en la vida y no está cualificada para ser una mujer. Ya ves, esto eleva de manera imperceptible el estatus del hombre, le permite pisarles el cuello a las mujeres y elevarse sobre ellas. Ahí es donde radica el error del dicho “una dama se embellece para quienes la admiran”. Además, ¿a los hombres les gustan las mujeres solo por su apariencia y sus adornos? ¿O les gustan las mujeres solo porque ven que son amables, virtuosas, dignas y llenas de gracia? ¿A los hombres les gustan las mujeres meramente para agradarse la vista? (No, es para satisfacer el deseo sexual de la carne). Entonces, ¿qué propósito tiene que las mujeres intenten agradar a los hombres y las hagan felices? (Es también el de satisfacer el deseo sexual de la carne). Es decir, tanto los hombres como las mujeres tienen necesidades en lo que respecta al otro y la más básica de estas es la del deseo sexual de la carne. La necesidad de un hombre de una mujer no consiste solo en que le guste su apariencia, sino que, en función de eso, obtenerla de una manera física. Dicho sin rodeos, obtener su cuerpo para satisfacer su propio deseo sexual. Por tanto, el propósito detrás del dicho de que “una dama se embellece para quienes la admiran” es en realidad satisfacer el deseo sexual del hombre. No solo requiere de las mujeres que hagan que su apariencia y adornos sean agradables para los hombres, sino además satisfacer el deseo sexual de estos. ¿No es esta una manera muy baja de vivir? Si las mujeres siguen pensando que este dicho es correcto, que es algo que debería lograrse y a lo que ceñirse, entonces las mujeres se están degradando a sí mismas. Los hombres tienen necesidades sexuales respecto a las mujeres y quieren jugar con sus cuerpos; si las mujeres, en lugar de que esto les parezca despreciable y odioso, se siguen embelleciendo para sus admiradores, sintiendo que es el honor más grande de su vida, un increíble honor, ¿acaso no se están degradando? (Sí). Esto es privar por completo a las mujeres de sus derechos. No solo priva a las mujeres de su derecho a existir, su dignidad y sus derechos humanos, sino que también las hace pensar que es el mayor honor. ¿No es esto cruel? ¡Es sumamente cruel! Aparte de no tener autonomía ni derechos humanos de ningún tipo, la felicidad de una mujer, su alegría y el deleite solo se pueden lograr a partir de la base de complacer a los hombres y satisfacerlos por completo. No importa qué clase de tratamiento inhumano sufran las mujeres, se requiere de ellas que se enorgullezcan de este. ¿No es eso maltratar a las mujeres y ultrajarlas? Ya sean mujeres modernas o antiguas, todas toman como lema el dicho “una dama se embellece para quienes la admiran”; es el objetivo de su vida. ¿Acaso no es esto completamente equivocado? ¿Acaso no es este un truco que usa Satanás para maltratar y desorientar a las personas? (Sí). Si eres una mujer y un hombre obtiene placer de ti, con el corazón lleno de perversa lujuria hacia ti, ¿te sentirías asqueada o extremadamente honrada si lo supieras? (Asqueada). Cuando piensa en ti, solo piensa en tu cuerpo y tu apariencia, mientras que también da rienda suelta a su propio deseo sexual. Mientras más placer obtiene de ti, más rebosa de deseo sexual hacia ti; lo que bulle en él cuando acude a ti son solo pensamientos lujuriosos. Incluso trata por todos los medios de poseerte para así disfrutar de tu cuerpo, satisfacer por completo su deseo sexual y dar rienda suelta a este. De haber sabido que él tenía tales intenciones respecto a ti, ¿seguirías pensando que es correcto el dicho “una dama se embellece para quienes la admiran”? ¿Seguirías sintiendo que es un honor gustarle a alguien y que te aprecie? (No). Si eres una mujer con un sentido de la integridad, la vergüenza y la dignidad, entonces debería darte asco este dicho y detestar y rechazar gustarle a tales personas. Solo al vivir de esta manera tienes dignidad. Alguien que de veras disfruta de ti y te aprecia lo hace por tu calidad humana, tus búsquedas, porque entiendes la verdad y además quiere obtener algo edificante de ti y recibir ayuda de ti; no porque quiera apreciar tu cuerpo para complacer su deseo sexual y satisfacerlo. Si alguien te aprecia con independencia de tu calidad humana o de si persigues la verdad o no, si solo lo hace porque tu apariencia y tu figura son agradables a la vista y puedes satisfacer por completo su deseo sexual y, pese a ello, no sientes repulsión por esto ni lo detestas, y en su lugar sientes que le gustas —en particular, como ha realizado avances físicos hacia ti, tienes si cabe una mayor sensación de que le gustas— e incluso te sientes honrada por ello, entonces te estás degradando tú sola. Si sea quien sea el que tenga designios o perversas intenciones hacia tu cuerpo, no te importa y, mientras le gustes, lo consideras tu honor especial y te sientes honrado por ello, entonces no eres alguien con integridad ni dignidad y no eres una buena mujer. Supongamos que alguien tiene necesidades sexuales hacia ti y sientes que has encontrado a alguien que te entiende y, además una oportunidad para dar rienda suelta al deseo sexual; es cosa de dos, os juntáis porque estáis cortados por el mismo patrón. En ese caso, eres alguien sin integridad ni dignidad, indigna de gustarle a nadie; eres del mismo tipo que los lascivos y los licenciosos. Si de veras eres una mujer con dignidad, deberías detestar gustarle a personas tan lascivas y licenciosas, deberías sentir repulsión y asco por ello. Por supuesto, si la razón por la que le gustas a alguien es en realidad tu humanidad, tus búsquedas o que tengas cierta fortaleza, eso tampoco es nada por lo que merezca la pena sentirse honrado. Sin duda, el propósito de que las personas digan que “una dama se embellece para quienes la admiran” no es tan simple como que un hombre aprecie a una mujer. Pone por completo a los hombres en una posición donde se elevan sobre las mujeres. Para ser más precisos, este dicho surge a partir de la mentalidad de que los hombres son superiores y las mujeres son inferiores. Asimismo, la realidad es que las mujeres son un grupo vulnerable en cualquier sistema social, que se las contempla como apéndices de los hombres; como sus juguetes. Por tanto, el dicho de “una dama se embellece para quienes la admiran” es una absoluta desgracia para todas las mujeres. Si las mujeres aprueban este dicho en particular, es una pena para ellas y uno debería sentir desprecio por todas las mujeres que lo aprueben. Entonces, ¿deberían los hombres aprobar el punto de vista de que “una dama se embellece para quienes la admiran”? (No). Si un hombre ve a una mujer embellecerse para quienes la admiran, ¿acaso no siente que esa mujer vive de una manera muy degradante y no la va a mirar también con desprecio? (Sí).

¿Veis ahora con claridad si es correcto o no el dicho “una dama se embellece para quienes la admiran”? (Es incorrecto). Este dicho no es una cosa positiva ni tampoco un pensamiento ni un punto de vista correctos. Mirad en la Biblia y en las palabras que expresó Dios; ¿hay alguna frase que diga que una dama se debe embellecer para quienes la admiran? ¿Hay alguna frase que divida el estatus de los hombres y las mujeres en niveles, que diga que los hombres están por encima de las mujeres? No la hay. Lo registrado en el libro del Génesis en la Biblia es que la mujer es hueso de los huesos del hombre y carne de su carne. Tanto los hombres como las mujeres son seres humanos creados por Dios; son iguales ante Dios, sin división de niveles, sin distinción entre superior e inferior. Dividir a las personas entre superiores e inferiores y hacer una distinción del nivel de estatus es algo que hace Satanás; es una prueba real de la opresión y la persecución a las mujeres por parte de Satanás. Desde que Dios creó a la especie humana al principio, los hombres y mujeres han sido iguales a ojos de Dios. Ambos son seres creados y objetos de la salvación de Dios. Dios nunca ha dicho que los hombres sean superiores y las mujeres sean inferiores. Él tampoco ha dicho que los hombres deberían ser los jefes ni los amos de las mujeres, que los hombres deberían elevarse sobre las mujeres, que los hombres deberían tener predominancia sobre las mujeres en cualquier trabajo o que los hombres tengan sus propias opiniones y lleven la voz cantante mientras las mujeres deberían escucharlos más a ellos. Dios nunca ha dicho tales cosas. Que surjan entre las personas dichos sobre que los hombres son superiores y las mujeres inferiores solo se debe a la corrupción de Satanás. Luego, esta tendencia se extendió por toda la sociedad y toda la especie humana, con lo que se reprimió constantemente a las mujeres bajo la autoridad del hombre. Debido a la falta de entendimiento de la verdad, después de que a las mujeres las influyan y las desorienten toda clase de tendencias malvadas de Satanás, se sienten secundarias respecto a los hombres o de un estatus inferior al de estos. Por eso, incluso en el presente, muchas mujeres siguen creyendo que el dicho “una dama se embellece para quienes la admiran” es correcto. Es algo muy triste. Si las personas no entienden la verdad, los diversos pensamientos y puntos de vista de Satanás las siguen desorientando y controlando en muchas cuestiones específicas. Incluso este asunto menor resulta muy ilustrativo, ¿verdad? (Sí). ¿Cuál es la razón por la que las mujeres se rebajan a sí mismas voluntariamente? En general, el entorno social está configurado de tal modo que las mujeres no pueden tener el mismo estatus que los hombres y, por tanto, las mujeres deben cederles su lugar a los hombres y crear condiciones favorables para ellos, así como deben también hacer muchos sacrificios y pagar un gran precio para satisfacer a los hombres. Esto lo causa la sociedad, las diversas tendencias malvadas que lidera Satanás. Así que ahora, después de entender la verdad a este respecto, ¿acaso no hay una conclusión definitiva relativa al dicho “una dama se embellece para quienes la admiran”? (Sí). Este dicho es falaz y no se conforma a la verdad, ¿cierto? (Sí). Después de oír la situación real, ¿acaso no sienten las mujeres que todos estos años su vida se ha visto muy agraviada y sofocada? Entonces, ¿deberían las mujeres seguir embelleciéndose para quienes las admiran? (No). Como miembros de la especie humana creada, las mujeres difieren de los hombres solo en el género y la fisiología; en otros aspectos, no hay ninguna diferencia en absoluto. A ojos de Dios, no hay diferencia de ningún tipo en cuanto a estatus entre hombres y mujeres. Dios nunca, en ninguna circunstancia, le exigió nada diferente a la mujer en relación con lo que Él requiere del hombre. En aspectos tales como el número de personas que Dios escoge, la esperanza de salvación, sus oportunidades para cumplir deberes, los deberes que pueden cumplir y el trabajo que pueden hacer, las mujeres son básicamente iguales a los hombres; las mujeres no son menos que los hombres. Esta es la situación real.

Con anterioridad, hemos hablado sobre las manifestaciones de lascivia, licenciosidad y provocación de esas personas perversas que tienen la esencia-naturaleza de los diablos, así como también sobre cómo tratar a las personas perversas si uno se topa con ellas en lo que se refiere a entablar relaciones románticas o buscar pareja. ¿Tenéis la esperanza de conocer a tal persona para experimentar un episodio romántico y, por una vez, actuar con despreocupación y daros ese gusto? (No). Entonces, ¿esperáis conocer a vuestro amor soñado, a vuestra alma gemela, al señor Perfecto o la señora Perfecta? (No). Tengas o no esa esperanza, eso no importa. Lo fundamental es que debes tener discernimiento respecto a estas personas lascivas, licenciosas y provocativas, cuya esencia-naturaleza es perversa, y debes mantenerte lejos de ellas. En palabras de los no creyentes, la mayoría de estas personas son conquistadores experimentados, canallas y románticos. La mayoría de los adultos deberían ser capaces de reconocer a este tipo de personas cuando se las encuentran; tal vez después de interactuar con ellas un par de veces, la mayoría de los adultos sabrán que pertenecen a ese tipo. Esta clase de personas coquetea con los demás de manera indiscriminada; da igual la edad que tengas, mientras tu aspecto sea razonablemente atractivo, puede que coquetee contigo, lo que causará que caigas en la trampa sin la menor conciencia de lo que te está pasando. Siempre te dicen palabras tiernas y amables; muestran preocupación, cuidado y consideración hacia ti. Buscan oportunidades para lanzarte miraditas, servirte té o agua y, a veces, incluso te compran regalitos, bombones y cosas así. Cuando estás completamente desprotegido, quiebran tus defensas y entran en tu corazón. De manera inconsciente, solo con pensar en ellas sientes mariposas en el estómago. Si no las ves durante unos cuantos días, sientes que te falta algo, piensas: “Nadie a mi alrededor me cuida como él o ella. Parece que me he enamorado. ¿Se habrá enamorado también de mí?”. ¿Qué clase de estado es este? (Es caer en la tentación). A algunos conquistadores experimentados se les da bien atraer a otros por medio de soltarlos; después de mostrar durante un tiempo que les importas y de abrirte el apetito, luego te hacen el vacío, logran que tú mismo muerdas el anzuelo. Cuando te das cuenta de que te has enamorado de ellos y no puedes vivir sin ellos, ya has caído en las redes del amor y estás hechizado. Una vez que estás hechizado, te tienen totalmente atrapado. ¿Qué es este enredo amoroso en el que caen las personas? No es afecto familiar ni amistad ni tampoco el cuidado y el amor entre las personas, sino la red del deseo sexual. Una vez que caes en las redes del deseo sexual, puedes perder el control con facilidad. Más del noventa y cinco por ciento de las personas, en especial de las jóvenes, no pueden superarlo ni escapar de una trampa tal. ¿Qué se debería hacer entonces? Dado que sabes que es muy duro escapar de una trampa semejante, no te permitas caer en ella. Haz todo lo posible para alejarte de las personas, las cosas o los entornos que podrían conducirte a la trampa. Mantén las distancias durante un tiempo y ora a Dios y lee Sus palabras. De manera gradual, tus necesidades sexuales se desvanecerán y desaparecerán, la trampa ya no te retendrá y, básicamente, habrás superado esta tentación. Sin embargo, no se sabe cómo te irá la próxima vez que te encuentres con tales tentaciones y trampas, si vas a ser capaz de superarlas. La única manera es acudir con frecuencia ante Dios para orar y buscar la verdad, así como mantenerte alejado de diversas tentaciones. Por supuesto, equiparte con la verdad y entenderla son las cosas más fundamentales. Pero equiparte con la verdad no es simple. Requiere que pases por algunas experiencias; tu estatura no crece tan rápidamente, de modo que tus defensas en diversos aspectos tampoco se pueden establecer tan deprisa. ¿Qué se debería hacer entonces? Debes vivir a menudo ante Dios, tener la guía de Sus palabras, la obra del Espíritu Santo y la protección de Dios. Con todas estas cosas en su lugar, más tu resolución personal, contarás con medidas defensivas cuando afrontes tales tentaciones. Además, cuando conozcas la naturaleza del asunto y las consecuencias que va a acarrear, evitarás tales entornos conscientemente, lo que probará que posees la determinación de rechazar tales tentaciones. Entonces, debido a tu actitud y a tu deseo subjetivo, Dios te ayudará a escapar de tales tentaciones. Si te encuentras con un entorno tal y sientes aversión y odio en tu corazón, pero no sabes cómo negarte, entonces ora a Dios, pídele que te proteja y elimine ese entorno para ti. Cuando tengas tales súplicas y deseos, tal vez, debido a las necesidades del trabajo de la iglesia, manden a otro lugar a la persona que supone una tentación peligrosa para ti, por lo que ya no resultará fácil que vuelva a contactar contigo ni te la encontrarás más. Esta es la ayuda y protección de Dios. Como Dios ve tu deseo, actitud, determinación y decisión personales, Él te ayudará de manera proactiva y exhaustiva a cumplir con tu deseo, por lo que consigue protegerte. Cuando esta persona te deja y ya no te acosa, te podrías sentir un poco vacío por dentro, piensas que da algo de pena que se marchara e incluso fantaseas: “Si siguiera aquí, ¿nos llevaríamos bien?”. En ocasiones, podrían surgir tales pensamientos, pero con la protección de Dios, al final se te mantiene apartado de la tentación. De manera inconsciente, este asunto desaparece poco a poco de tu corazón, se retira de manera gradual de ti y, con el tiempo, recobras tu paz, regresas a tu anterior estado de vida y a tu mentalidad normal. En este punto, el asunto llega a su fin. No ha supuesto ninguna amenaza ni perturbación para ti, sino que, en cambio, se ha convertido en una prueba y un testimonio poderoso de tu victoria sobre Satanás y tu evitación de la maldad y tu rechazo de ella. ¿Acaso no es esto muy bueno? (Sí). Cuando esta tentación estaba a punto de suponerte una amenaza, en este momento peligroso, debido a tu actitud y cooperación. Dios te protegió, Dios planteó un entorno apropiado para ti; te permitió mantenerte firme. Esto promueve el crecimiento de tu estatura; incrementará tu fe, incrementará tu determinación y tu deseo de practicar la verdad, te dará motivación y permitirá que tu estatura crezca. Si cuando cae sobre ti esta tentación, no estás dispuesto a rechazarla ni evitarla y careces de la voluntad de practicar la verdad, te limitas a dejar que se desarrolle libremente y estás dispuesto a aceptar esta tentación, incluso a aceptar el acoso y el enredo del diablo, así como a disfrutar cada vez más de tal estado; estás cada vez más dispuesto a vivir en tal entorno y no oras activamente a Dios para pedirle que elimine un entorno tal. Al ver que tu actitud hacia este asunto es así, Dios no te forzará. Él nunca obliga a nadie en Sus acciones. Dado que te gusta tanto esta persona, ya que sientes que puede causarte una felicidad y una alegría tan grandes, que te da placer, Dios no te privará de tal alegría y felicidad ni se llevará lejos a esa persona. En cuanto a las consecuencias, debes cargar tú solo con ellas. Lo que ocurrirá es que caerás de manera gradual en la tentación y en la trampa lujuriosa de los diablos, de las personas perversas, lascivas y licenciosas, hasta acabar por perder el reproche de tu conciencia y la presencia de Dios. Después de disfrutar de la felicidad y la alegría de complacer los deseos sexuales de la carne, no sientes vergüenza y no puedes apartarte de semejante tentación; a esto se le llama abandonarte a la depravación. Sientes que eres muy feliz, disfrutas mucho de esta felicidad y alegría, te sientes afortunado de tener tal felicidad y alegría, así como estás muy satisfecho atrapado en tal trampa de amor. Entonces, ¿qué podría decir y hacer Dios aún? Dios no te dará ninguna pista, no te advertirá de nada ni hará nada. Adelante y disfruta sin más. Las consecuencias finales para aquellos atrapados en la trampa de los deseos sexuales son predecibles. Nadie que cae en la trampa del amor acaba feliz o alegre; al contrario, el desenlace solo puede ser doloroso y trágico. Solo tú debes cargar con tales consecuencias y mereces cargar con ellas. ¿Actúa Dios con principios? (Sí). Dios respeta tus opciones. No pienses: “Dios me vigilará y me tendrá controlado; no me dejará tener citas ni satisfacer mis necesidades sexuales”. Estás equivocado; Dios no interfiere contigo. Lo que Dios quiere hacer es protegerte de caer en la tentación, de que te desorienten las personas malvadas, de que Satanás te destroce y te dañe gravemente. Pero si eliges seguirle la corriente a Satanás, Dios dice que esa es tu libertad y tu elección; mientras estés dispuesto, mientras no te arrepientas, Dios no te obligará; solo tú recoges lo que siembras y, cuando llegue el momento y llores miserablemente, no te quejes de que Dios no te lo recordara ni de que Él no te protegiera. Él quiere protegerte, Dios quiere que te mantengas alejado de la tentación, pero tú te niegas. Si Dios fuera a trasladar a la persona que te gusta, esa persona con la que estás enredado en la trampa del amor, irías a buscarla, actuarías como si estuvieras loco, perderías el control, te quejarías sobre Dios, le recriminarías que fuera desconsiderado con tus sentimientos y no comprendiera tus dificultades. Por tanto, Dios no hará eso; Dios no hará que las personas hagan cosas que no están dispuestas a hacer. Dado que tú mismo elegiste la senda, solo tú debes cargar con las terribles consecuencias que surgen al final. Nadie va a recibir el golpe en tu lugar. ¿Está claro ahora este asunto? (Sí).

Si algunas personas se topan con los enredos de los demonios y los satanases —de las personas perversas— y no los rechazan, sino que están dispuestas a pasar su vida con ellos, esto es por su propia elección. Cuando acabe dando lugar a consecuencias amargas, no deberían culpar a los demás; solo pueden odiarse a sí mismas por rebajarse demasiado y ser demasiado degeneradas, así como deberían abofetearse su propio rostro y maldecirse a sí mismas. Sea cual sea el fruto amargo que acabes por recoger, no tiene nada que ver con Dios. No digas: “¿Por qué no me protegió Dios? ¿Por qué no me paró Dios en aquel momento?”. Te lo digo, Dios no tiene tal obligación; ya te ha dicho con claridad lo que debería decirte. Eres una persona con capacidad para pensar con independencia; Dios te ha concedido libre albedrío y tienes derecho a elegir libremente. Por tanto, cuando encuentras cualquier cosa, Dios te da derecho a elegir. Dado que tienes derecho a elegir, el fruto amargo que acabas recogiendo es por elección propia, así que no deberías quejarte de Dios ni echarle la culpa a otros siempre que puedas. La obra que hace Dios es para decirte la verdad y mostrarte la senda de la salvación. En cuanto a si eliges seguir a Dios o seguir a Satanás, eso depende de ti. Si eres una persona bendecida y estás dispuesta a perseguir la verdad, entonces sigue a Dios. Si no amas la verdad, sino que más bien amas el mundo y la perversidad —si tu vida es simplemente inútil—, entonces elige seguir a Satanás; nadie te lo impide. Todavía hoy, algunas personas siguen malinterpretando a Dios y a Su casa, siempre se quejan: “Ya ando por los treinta o cuarenta años, todavía no he tenido citas ni me he casado; ¡la casa de Dios no lo permite!”. ¿Cuándo ha restringido la casa de Dios a las personas para que no tengan citas ni se casen? Eso es tu libertad; la casa de Dios no interfiere. Sin embargo, hay una condición. Si lo haces, entonces no puedes hacer deber en una iglesia a tiempo completo, porque estar en una relación romántica y dejar de estar centrado en hacer tu deber impedirá el trabajo de la iglesia. Si de veras quieres tener citas y casarte, lo primero es que cedas el trabajo del que eres responsable y nos separemos de manera temporal. ¿Tiene claro todo el mundo los principios a este respecto? (Sí). Si alguien quiere tener citas o casarse, no hay el menor problema; nadie lo restringe. Sin embargo, coquetear de manera indiscriminada con el sexo opuesto y perturbar la vida de iglesia no es aceptable. Aquellos que coquetean de manera indiscriminada con los demás son diablos; son perversos, lascivos y licenciosos; la casa de Dios no permite en absoluto la presencia de tales personas. Este tipo de personas coquetea de manera indiscriminada y acosa a otros con independencia de cuál sea el grupo de personas en el que se encuentren. Como una plaga, causan pánico y siempre hacen que la gente se sienta inquieta e intranquila. Sea donde sea que vivan la vida de iglesia, sus perturbaciones crean una atmósfera tóxica y convierten a la iglesia en un embrollo desordenado. No solo sabotean el trabajo de la iglesia, sino que además perturban el orden normal de los hermanos y hermanas que hacen su deber. A tales personas se las debe vigilar y restringir de manera estricta; a las que causen un grave impacto se las debe aislar o echar. Algunas dicen: “Solo le hecho daño a unas cuantas personas; eso no es un gran problema, ¿no?”. Si puedes hacer daño a unas cuantas, también eres capaz de hacer daño a docenas. Así de miserable eres. Coquetear con los demás de manera imprudente y dar rienda suelta al deseo sexual en la iglesia inapropiadamente —causando así daño a las personas— es inaceptable. Si quieres coquetear con las personas, acude a lugares de libertinaje del mundo no creyente; allí nadie te restringe. Pero la casa de Dios, el lugar donde los hermanos y hermanas cumplen sus deberes, es solemne, tranquila y sagrada; no permite que ningún diablo ni Satanás la perturbe o sabotee. Si alguien quiere convertir la iglesia en un lugar para tener citas o ser promiscuo, para complacer el deseo sexual a discreción, ¡eso es sumamente inaceptable! Esta es la iglesia, la sede de la obra de Dios, el lugar donde obra el Espíritu Santo para purificar y perfeccionar a las personas. Ya sea hombre o mujer, todo el mundo debe ser digno y decente y ocuparse del trabajo que le corresponde. No está permitido coquetear de manera indiscriminada ni tampoco dar rienda suelta al deseo sexual inapropiadamente. Si no puedes controlar tu deseo sexual y solo quieres darle rienda suelta, entonces elige a una persona adecuada para casarte; no coquetees con los demás de manera indiscriminada dentro de la iglesia. A cualquiera que coquetee de manera indiscriminada con los demás y cause la indignación de los hermanos y hermanas se le debería echar o expulsar para que no siga perturbando la vida de iglesia. ¿Entendido? (Entendido). Debe haber límites entre hombres y mujeres. Si un hombre siempre ronda a los grupos de mujeres, no por razones de trabajo ni porque haya asuntos importantes que se deben atender, sino para exhibirse entre ellas, para dar rienda suelta al deseo sexual y coquetear con las mujeres indiscriminadamente, esto es acoso. Si una mujer, con o sin causa, siempre ronda a los grupos de hombres, siempre coquetea con ellos de manera imprudente, les lanza miraditas y exhibe sus encantos, a ella también se la debería tratar como a un diablo. Si estás discutiendo o compartiendo el trabajo con normalidad, esto es aceptable, pero coquetear de manera indiscriminada y flirtear con otros no lo es. Cualquier comportamiento que cause una conmoción constituye perturbar la vida de iglesia y destroza el orden normal del trabajo de la iglesia; no está permitido en la casa de Dios. Todo el mundo debería rechazar a estos diablos lascivos, licenciosos, sexualmente provocativos y mantenerse alejado de ellos. Cuando la mayoría de las personas se alzan para rechazarlos, dejarlos en evidencia y evitarlos, para garantizar que fracasen sus intentos de coquetear con los demás, y de modo que no se salgan con la suya en ninguna situación, estos pararán poco a poco lo que están haciendo. Si no pueden desempeñar su deber con normalidad y solo coquetean de manera imprudente y perturban a los demás cada vez que tienen un momento libre, van corriendo de un lado a otro entablando relaciones románticas y disfrutan de la sensación de estar en una relación romántica, entonces échalos de inmediato. Corta rápidamente el nudo gordiano y ocúpate de estos individuos promiscuos; no les des ninguna oportunidad de perturbar a la gente. ¿Está ahora claro este asunto gracias a nuestra enseñanza? (Sí). ¿Habéis obtenido algo? ¿Disponéis de una senda de práctica? ¿Tenéis ahora discernimiento respecto a este tipo de persona lasciva y licenciosa? (Sí). ¿Tenéis claro cómo comportaros, cómo manteneros en el lugar que os corresponde y cómo hacer lo que deberíais hacer dentro de la humanidad normal? (Sí). Dentro de esto, hay verdades que las personas deberían entender y principios de discernimiento que deberían tener claros y, por supuesto, también hay principios-verdad que deberían practicar y sendas que deberían tomar. Después de haber aclarado todo esto, ya se ha planteado por completo esta cuestión.

Con esto concluye nuestra enseñanza de hoy. ¡Adiós!

11 de febrero de 2024

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