21. Lo que había detrás de mi falta de supervisión y seguimiento

Por Martin, Birmania

En noviembre de 2023, me eligieron predicador. Como solía guiar y darle seguimiento al trabajo de Anna, una líder de la iglesia, descubrí que ella estaba progresando al hacer su deber y era más eficiente que antes en poner en práctica el trabajo, por lo que estaba obteniendo mejores resultados. Pensé que esta hermana asumía una carga al hacer su deber y hacía un trabajo bastante sólido, por lo que estaba bastante relajado respecto a ella. A partir de entonces, me centré únicamente en supervisar y darle seguimiento al trabajo del resto de los líderes de la iglesia, pero dejé de hacerlo con el trabajo de Anna. Después de un tiempo, los resultados del trabajo evangélico en las iglesias que tenía a cargo comenzaron a decaer. Me reuní con los líderes de iglesia para averiguar cómo resolvían los problemas y, cuando los descubría, les daba pláticas, orientación y ayuda. Sin embargo, como confiaba en Anna, no fui a averiguar sobre su trabajo y solo le di un simple recordatorio para que resumiera las desviaciones y los problemas del trabajo evangélico. Anna lo aceptó en ese momento. El trabajo que Anna tenía a cargo había dado resultados en el pasado, pero en esta ocasión sus resultados habían decaído, por lo que, cuando los líderes superiores se dieron cuenta de que yo no estaba centrándome en dar seguimiento al trabajo de Anna, me enviaron un recordatorio especial para que verificara realmente su trabajo lo antes posible. Pensé: “Justo le di un recordatorio el otro día. Si voy a revisar su trabajo ahora, ¿pensará que no confío en ella?”. Al pensar esto, no fui a revisar su trabajo. Como consecuencia, después de un tiempo, los resultados del trabajo evangélico que Anna tenía a cargo siguieron decayendo. Solo cuando realmente indagué sobre su trabajo descubrí que Anna se limitaba a poner en práctica el trabajo transmitiendo órdenes y que, en realidad, no estaba resolviendo problemas reales en absoluto, por lo que los problemas y dificultades que enfrentaban los hermanos y hermanas al predicar el evangelio se quedaban sin resolver. Esto afectó el trabajo evangélico. Recién en ese momento me di cuenta de que, sencillamente, yo mismo no había estado haciendo ningún trabajo real, y sentí algo de remordimiento en mi corazón. Me reuní con Anna para compartir con ella y le señalé sus problemas. Después, vi que Anna estaba enderezando el rumbo y había hecho ciertos trabajos más concretos, por lo que no resumí mis propios problemas ni reflexioné sobre ellos.

En abril de 2024, los líderes superiores me pusieron a cargo del trabajo evangélico de dos iglesias más. Después de dar seguimiento por un tiempo, descubrí que Martha, la líder de una de las iglesias, tenía una aptitud relativamente buena, podía poner en práctica el trabajo necesario a tiempo y descubrir problemas al resumir su trabajo. Como consecuencia, tenía una buena opinión de ella y sentía que tenía mayor capacidad de hacer trabajo real que el resto de los líderes de la iglesia. Cuando vi que los resultados del trabajo evangélico que Martha tenía a cargo eran bastante buenos, confié aún más en ella y muy rara vez le pregunté en detalle sobre su trabajo. En junio, los resultados de la predicación del evangelio en la iglesia que Martha tenía a cargo disminuyeron un poco. En ese momento, me reuní con ella para conocer la situación y descubrí que estaba pasando por dificultades porque tenía problemas con Internet cuando intentaba poner en práctica el trabajo, y que ya no asumía una carga al hacer su deber. Le señalé sus problemas y le hablé sobre cómo confiar en Dios para cumplir su deber cuando enfrentara este tipo de dificultad; no podía retrasar el trabajo. Una semana después, la hermana con la que colaboraba, Wilma, me recordó que debía dar seguimiento a la situación del trabajo de Martha y enterarme de lo que pasaba. Pensé: “Hace apenas unos días que he compartido con ella, así que es probable que esté en pleno proceso de cambiar las cosas. Tiene cierta capacidad de trabajo, así que no habrá grandes problemas”. Por lo tanto, no me reuní con ella. Solo unos días después, cuando Wilma me lo volvió a recordar, intenté organizar una reunión con Martha para averiguar cómo iba su trabajo. Sin embargo, no conseguía organizar la reunión. Ella seguía diciendo que tenía problemas con Internet o que todavía estaba ocupada. En ese momento, no le di demasiada importancia. Pensé que, mientras estuviera trabajando, todo iría bien. No me esperaba que, dos semanas después, los resultados del trabajo evangélico en la iglesia que Martha tenía a cargo decayeran de forma drástica. Solo entonces me preocupé por averiguar la razón y descubrí que el diácono del evangelio y varios trabajadores evangélicos solo se ocupaban de asuntos personales y no predicaban el evangelio. A causa de esto, Martha vivía sumida en la negatividad y no compartía para resolver los problemas a tiempo. Esto significaba que los trabajadores evangélicos asumían cada vez menos carga y no estaban cumpliendo realmente su deber. Me quedé atónito al ver esos problemas tan graves en el ámbito que mi hermana tenía a cargo. Yo tenía una responsabilidad ineludible en la aparición de estos problemas: mi falta de seguimiento oportuno al trabajo de mi hermana había causado todos estos problemas. Me sentí extremadamente triste y oré a Dios entre lágrimas: “Querido Dios, quiero cumplir bien con mi deber, pero mira el desastre que he hecho. Siento que realmente no merezco cumplir este deber. Te ruego que me guíes y orientes para aprender lecciones de este asunto y entender lo que debo hacer a continuación para cumplir bien con este deber”.

Una vez, los líderes superiores vinieron a hacer una reunión con nosotros y leímos un pasaje de las palabras de Dios que hablaba específicamente sobre mi estado. Dios Todopoderoso dice: “Los falsos líderes nunca indagan sobre los supervisores que no hacen un trabajo real o que no se ocupan del trabajo que les corresponde. Piensan que basta con elegir a un supervisor y que con eso se acaba el asunto, y que a partir de ese momento, el supervisor puede lidiar con todas las cuestiones del trabajo por su cuenta. Así que los falsos líderes solo celebran reuniones muy de vez en cuando y no supervisan el trabajo ni preguntan cómo va, y actúan como jefes que se mantienen al margen. Si alguien informa de un problema con un supervisor, un falso líder dirá: ‘Es un problema menor, no pasa nada. Podéis ocuparos vosotros mismos. No me preguntéis a mí’. La persona que informó del problema dice: ‘Ese supervisor es un comilón perezoso. Solo se centra en la comida y el entretenimiento; es un tremendo holgazán. No quiere sufrir ni la más mínima dificultad en el deber, y siempre holgazanea con engaños y pone excusas para eludir su trabajo y evitar sus responsabilidades. No es apto para ser supervisor’. El falso líder responde: ‘Era genial cuando lo eligieron supervisor. Lo que dices no es cierto, y si lo es, es solo una manifestación temporal’. El falso líder no intentará averiguar más sobre la situación del supervisor, en cambio juzgará y emitirá un veredicto sobre el asunto según sus impresiones anteriores de ese supervisor. Sea quien sea aquel que denuncie problemas relacionados con el supervisor, el falso líder los ignorará. El supervisor no hace trabajo real y el trabajo de la iglesia casi llega a detenerse, pero al falso líder no le importa, es como si ni siquiera estuviera involucrado. Ya resulta bastante nauseabundo que haga la vista gorda cuando alguien denuncia los problemas del supervisor. Pero ¿qué es lo más detestable de todo? Cuando la gente denuncie ante ellos problemas realmente graves del supervisor, no tratará de resolverlos, e incluso se le ocurrirán todo tipo de excusas: ‘Conozco a este supervisor, cree de verdad en Dios, nunca tendría problemas. Incluso si tuviera un pequeño problema, Dios lo protegería y lo disciplinaría. Si comete algún error, eso queda entre él y Dios; no tenemos de qué preocuparnos’. Los falsos líderes trabajan según sus propias nociones y figuraciones de esta manera. […] los falsos líderes tienen un defecto fatal: se apresuran a confiar en la gente basándose en sus propias imaginaciones. Y esto se debe a que no entienden la verdad, ¿no es así? ¿Cómo revela la palabra de Dios la esencia de la especie humana corrupta? ¿Por qué deberían confiar en la gente cuando Dios no lo hace? Los falsos líderes son demasiado arrogantes y sentenciosos, ¿no es así? Lo que piensan es: ‘No es posible que haya juzgado mal a esta persona, no debería haber ningún problema con alguien que a mi juicio es apta; desde luego no es una persona que se entregue a la comida, la bebida y el entretenimiento ni al que le guste la comodidad y odie el trabajo arduo. Es totalmente fiable y de confianza. No va a cambiar; si lo hiciera, eso significaría que me he equivocado con ella, ¿no?’. ¿Qué clase de lógica es esta? ¿Acaso eres una especie de experto? ¿Tienes visión de rayos X? ¿Tienes esta habilidad especial? Podrías vivir con una persona durante uno o dos años, pero ¿serías capaz de ver quién es en realidad sin un entorno adecuado que deje su esencia-naturaleza totalmente al descubierto? Si Dios no la revelara, podrías vivir junto a ella durante tres o incluso cinco años, y seguirías teniendo dificultades para ver qué tipo de esencia-naturaleza tiene. ¿Y cuánto más tiene esto de cierto si rara vez la ves o estás con ella? Los falsos líderes confían alegremente en alguien en función de una impresión temporal o de la valoración positiva de un tercero, y se atreven a confiar el trabajo de la iglesia a una persona semejante. Así, ¿acaso no están siendo extremadamente ciegos? ¿Es que no obran con imprudencia? Y cuando trabajan así, ¿acaso los falsos líderes no están siendo extremadamente irresponsables?(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (3)). Al enfrentar la exposición de las palabras de Dios, mi corazón se sintió extremadamente incómodo. Dios expuso que un falso líder, al trabajar, depende de nociones e imaginaciones, y confía en las personas con facilidad. Cuando ve que alguien se desempeña bien durante un tiempo, piensa de inmediato que todo acerca de esa persona es bueno y que siempre será así. Incluso si los demás dicen que esa persona tiene un problema, lo negará en su corazón y no supervisará ni verificará en serio el trabajo de esa persona. Pensé en cómo, durante ese período, confié a ciegas en las personas, exactamente de esta manera, cuando cumplía mi deber. Vi que Anna podía hacer trabajo real y trabajaba bastante bien, por lo que no di seguimiento a su trabajo ni lo verifiqué. Incluso cuando los líderes superiores me lo recordaron, no me lo tomé en serio. Mi corazón todavía confiaba en Anna, y pensaba que ella haría el trabajo. Por lo tanto, solo le di un recordatorio breve para que resumiera los problemas del trabajo evangélico y no di un seguimiento específico a su trabajo. No esperaba que cuando Anna trabajaba, se limitara a transmitir mensajes y no resolviera problemas reales. Esto hizo que los resultados del trabajo evangélico decayeran. Todo esto se debió a que confié a ciegas en Anna y no di seguimiento a su trabajo. Luego, hice lo mismo cuando di seguimiento al trabajo de Martha. Pensé que ella tenía cierta capacidad de trabajo y podía hacer trabajo real, por lo que deposité mucha confianza en ella. Rara vez le pregunté sobre los detalles de cómo cumplía su deber y no supervisaba ni verificaba su trabajo. Cuando la hermana con la que colaboraba me dio un recordatorio, no le presté atención ni di seguimiento al trabajo de Martha. Como consecuencia, los problemas de sus hermanos y hermanas no se resolvieron con rapidez y ella vivía sumida en la negatividad, lo que afectaba el trabajo. Dios dijo que los líderes y obreros deben dar seguimiento al trabajo con frecuencia, conocer el estado y las dificultades de sus hermanos y hermanas, captar los problemas y las desviaciones que existen en el deber de cada uno, y también hacer visitas en persona para conocer y guiar el trabajo, así como resolver los problemas a tiempo cuando los descubren. Esta es la responsabilidad que deben cumplir los líderes y obreros: solo al cumplir el deber de esta manera se actúa conforme a la voluntad de Dios. Sin embargo, yo vivía siempre dependiendo de mis propias ideas e imaginaciones y confiando a ciegas en las personas. Creía que Anna y Martha podían hacer trabajo real, el cual no hacía falta supervisar ni verificar, por lo que rara vez daba un seguimiento específico a su trabajo. ¿No era mi comportamiento el de un falso líder? No podía desentrañar la esencia de las personas, pero, aun así, confiaba en ellas despreocupadamente y no daba seguimiento a su trabajo. ¡Era realmente tan ciego y arrogante! Cuando lo entendí, sentí tal incomodidad en mi corazón que parecía como si me lo estuvieran apuñalando. Había tratado mi deber de forma irresponsable, pero Dios no me había descartado, sino que me había dado la oportunidad de arrepentirme. Tenía que seguir reflexionando y entendiéndome a mí mismo.

Un día, leí otro pasaje de las palabras de Dios y tuve una idea más clara de mis problemas. Dios Todopoderoso dice: “La mayoría considera verdad el dicho ‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’ y se deja desorientar y atar por él. Se sienten perturbados por él y dejan que les influya al elegir o usar a gente y hasta permiten que les dicte sus actos. En consecuencia, muchos líderes y obreros tienen dificultades y dudas cada vez que revisan el trabajo de la iglesia y promocionan y usan a personas. Al final, lo único que pueden hacer es consolarse con las palabras ‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’. Cada vez que inspeccionan o preguntan por el trabajo, piensan: ‘“Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas”. Debo confiar en mis hermanos y hermanas y, después de todo, el Espíritu Santo escruta a la gente, así que no debo estar siempre dudando de los demás y supervisándolos’. Les ha influido este refrán, ¿no? ¿Qué consecuencias acarrea la influencia de esta frase? En primer lugar, si alguien suscribe esta idea de que ‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’, ¿inspeccionará y guiará el trabajo de los demás? ¿Supervisará y hará el seguimiento del trabajo de la gente? Si esta persona confía en todas aquellas a las que usa y nunca las supervisa ni guía en su trabajo, ¿cumple lealmente su deber? ¿Puede llevar a cabo el trabajo de la iglesia de manera competente y completar la comisión de Dios? ¿Es leal a lo que Dios le ha confiado? En segundo lugar, esto no es simplemente que no te atengas a la palabra de Dios y a tus deberes, sino que adoptas los ardides de Satanás y su filosofía para los asuntos mundanos como si fueran la verdad, los sigues y los practicas. Obedeces a Satanás y vives de acuerdo con una filosofía satánica, ¿verdad? Esto significa que eres una persona que no se somete a Dios y ni mucho menos acata Sus palabras. Eres un canalla total. ¡Dejar de lado las palabras de Dios y, por el contrario, adoptar una frase satánica y practicarla como verdad es traicionar la verdad y a Dios! Trabajas en la casa de Dios, pero los principios para tus acciones siguen la lógica satánica y su filosofía para los asuntos mundanos; ¿qué clase de persona eres? Una que traiciona a Dios y lo deshonra gravemente. ¿Cuál es la esencia de esta acción? Condenar abiertamente a Dios y negar abiertamente la verdad. ¿No es esa su esencia? (Lo es). Aparte de no seguir la voluntad de Dios, permites que proliferen en la iglesia los diabólicos dichos de Satanás y las filosofías satánicas para los asuntos mundanos. Con ello te conviertes en cómplice de Satanás ayudándole a llevar a cabo sus actividades en la iglesia y a trastornar y perturbar la obra de la iglesia. La esencia de este problema es grave, ¿no es verdad?(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión uno: Qué es la verdad). Después de reflexionar sobre las palabras de Dios, entendí que la razón por la que no había verificado el trabajo de estas dos hermanas era porque me había influenciado la filosofía satánica de “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas”. Antes, cuando había dado seguimiento al trabajo, vi que podían resolver algunos problemas reales y tenían cierta capacidad de trabajo, por lo que deposité mucha confianza en ellas. Pensé que no hacía falta dar seguimiento a su trabajo ni verificarlo constantemente, sino que bastaba con preguntar, de vez en cuando y en pocas palabras, sobre su estado y sus dificultades, y que con eso estaría bien. Como no supervisé ni verifiqué su trabajo y no pude descubrir ni resolver a tiempo sus verdaderas dificultades, el progreso del trabajo se vio afectado. Era muy consciente de que dar seguimiento al trabajo y verificarlo era mi responsabilidad, y que tenía que descubrir y resolver a tiempo las dificultades y los problemas del trabajo. Esta era la única manera en la que el trabajo podría seguir avanzando. Sin embargo, mi conducta y mis actos dependían de la idea y la opinión de “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas”. Traté mi deber con extrema falta de respeto, fui negligente y no tuve sentido de la responsabilidad. No verifiqué ni le di seguimiento al trabajo como correspondía, lo que afectó el progreso del trabajo evangélico. En realidad, a veces, cuando veía que los resultados del trabajo evangélico decaían o que los hermanos y hermanas no eran muy proactivos al cumplir su deber, me daba cuenta de que debía dar seguimiento a su trabajo y verificarlo. Sin embargo, al basarme en mis nociones e imaginaciones, pensaba que lo harían y que no haría falta darles seguimiento, por lo que depositaba mucha confianza en ellos. Consideraba la noción de “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas” como la verdad y la practicaba y me adhería a ella como tal. No cumplía mi deber de acuerdo con los principios y terminé retrasando el trabajo sin darme cuenta. Vivía confiando sin cesar en la filosofía satánica para los asuntos mundanos de “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas”, y pensaba que, si daba seguimiento a su trabajo, estaría desconfiando de ellos. No practicaba de acuerdo con las palabras de Dios. ¡La naturaleza de esto es negar la verdad y resistirse a Dios! Si estos pensamientos y opiniones seguían rigiendo mi vida, no podría cumplir bien con mi deber y, en última instancia, solo quedaría en evidencia y me descartarían. Cuando pensé en esto, sentí arrepentimiento y remordimiento, y no paraba de llorar. Acudí a Dios en oración: “Querido Dios, confié en las personas de manera imprudente y no cumplí bien con mi deber, por lo que cometí transgresiones. Estoy dispuesto a arrepentirme ante Ti”. Después de orar, mi corazón se sintió muy tranquilo. Más tarde, di seguimiento a su trabajo y lo verifiqué constantemente, y resolví de a poco los problemas. Mis hermanos y hermanas también fueron más proactivos que antes en su deber.

Una mañana, durante las prácticas devocionales, leí un artículo de un testimonio vivencial que citaba un pasaje de las palabras de Dios, el cual cambió mi perspectiva sobre las cosas. Dios Todopoderoso dice: “¿Creéis correcto el dicho ‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’? ¿Es verdad? ¿Por qué tendría él que utilizarlo en el trabajo de la casa de Dios y en el cumplimiento del deber? ¿Qué problema hay? Estas son claramente las palabras de los no creyentes, palabras que vienen de Satanás; entonces, ¿por qué las trata como la verdad? ¿Por qué no puede decir si están bien o mal? Estas son evidentemente las palabras del hombre, las palabras de la humanidad corrupta; simplemente no son la verdad, están totalmente en desacuerdo con las palabras de Dios, y la gente no debe adoptarlas como criterios para su actuación, para su conducta, ni para la adoración de Dios. Entonces, ¿cómo debe abordarse esta frase? Si eres realmente capaz de discernir, ¿qué tipo de principio-verdad debes emplear en su lugar para que te sirva de principio de práctica? Debería ser ‘cumple el deber con todo tu corazón, toda tu alma y toda tu mente’. Actuar con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente significa no estar limitado por nadie; significa tener un solo corazón y una sola mente, y nada más. Esta es tu responsabilidad y es tu deber, y debes cumplirlo bien, pues es perfectamente natural y justificado. Sean cuales sean los problemas que encuentres, debes actuar de acuerdo con los principios. Aplícalos como corresponda; si hay que podar, que así sea, y si es necesario reemplazar, que así sea. En resumen, actúa basándote en las palabras de Dios y en la verdad. ¿Acaso no es este el principio? ¿No es esto exactamente lo contrario del dicho ‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’? ¿Qué significa este refrán? Significa que si has empleado a una persona, no debes dudar de ella, debes darle carta blanca, no supervisarla y dejar que haga lo que quiera; y si dudas de ella, no debes emplearla. ¿No es eso lo que significa? Está terriblemente equivocado. La humanidad ha sido profundamente corrompida por Satanás. Toda persona tiene un carácter satánico y es capaz de traicionar a Dios y resistirse a Él. Se podría decir que nadie es de fiar. Incluso si una persona jura hasta el fin del mundo, no sirve de nada porque las personas están constreñidas por sus actitudes corruptas y no pueden controlarse. Deben aceptar el juicio y el castigo de Dios para poder resolver el problema de su carácter corrupto, y solucionar completamente el problema de su resistencia y traición a Dios; resolver la raíz de los pecados de la gente. Todos aquellos que no han pasado por el juicio y la purificación de Dios y no han alcanzado la salvación no son de fiar. No son dignos de confianza. Por tanto, cuando uses a alguien, debes supervisarlo y dirigirlo. También debes podarlo, y compartirle con frecuencia la verdad. Solo de esta manera podrás ver claramente si lo puedes seguir usando. Si hay algunas personas que puedan aceptar la verdad y aceptar la poda, que son capaces de cumplir su deber con lealtad, y que tienen un progreso continuo en su vida, entonces solo estas personas son verdaderamente aptas para ser usadas(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión uno: Qué es la verdad). Después de reflexionar sobre las palabras de Dios, entendí que, independientemente de la capacidad de trabajo de una persona, de cuál sea su aptitud, de si sabe hacer el trabajo o de cuánto entiende de la verdad, siempre se debe supervisar su trabajo. Esto se debe a que Satanás ha corrompido en exceso a las personas, quienes son propensas a actuar según sus actitudes corruptas. Nadie, sin importar quién sea, es fiable o digno de confianza antes de haber obtenido la verdad y haber alcanzado la salvación. Como líderes y obreros, debemos supervisar y verificar el trabajo sin demora, averiguar cómo avanza, señalar los problemas y ayudar donde sea necesario cuando descubramos dificultades, podar a las personas cuando haya problemas graves, y descubrir y resolver a tiempo los problemas. Solo esto es hacer trabajo real. A partir de entonces, di seguimiento real al trabajo de los hermanos y hermanas, y lo supervisé y verifiqué.

En una ocasión, estaba dando seguimiento al trabajo de Martha y averiguando sobre este y descubrí que un diácono del evangelio no estaba haciendo trabajo real y había que destituirlo. Por lo tanto, Martha y yo destituimos al diácono. Después de la destitución, teníamos que organizar elecciones extraordinarias para el puesto de diácono. Le pedí a Martha que las presidiera y hablé con ella sobre cómo debía hacer de forma específica el trabajo siguiente. Pensé: “Ella ya ha realizado estas tareas antes. También le he hablado sobre el tema ahora, así que seguro que las hará bien. No hace falta que la supervise más”. En ese momento, me di cuenta de que mis pensamientos no eran correctos. Recordé cómo había confiado a ciegas en las personas y no había verificado su trabajo ni le había dado seguimiento, lo que afectó gravemente el trabajo. No podía permitir que mi antiguo problema volviera a asomar cabeza. Recordé un pasaje de las palabras de Dios que había leído antes: “Cuando las personas aún no han obtenido la verdad, son poco fiables y no se puede confiar en ellas. ¿Qué significa que no se puede confiar en ellas? Significa que cuando se encuentran con dificultades o contratiempos, es probable que se derrumben y se vuelvan negativas y débiles. ¿Se puede confiar en alguien que suele ser negativo y débil? Por supuesto que no. Pero las personas que entienden la verdad son diferentes. Las que realmente entienden la verdad están destinadas a tener un corazón temeroso de Dios y sumiso a Él, y solo las personas con un corazón temeroso de Dios son dignas de confianza; las que no tienen un corazón temeroso de Dios no lo son. ¿Cómo se debe tratar a las personas que no tienen un corazón temeroso de Dios? Por supuesto, hay que proporcionarles ayuda y apoyo afectuosos. Hay que hacerles un mayor seguimiento a medida que cumplen con su deber, y ofrecerles más ayuda e instrucciones; solo así se puede garantizar que hagan su deber de forma eficaz. ¿Y cuál es el objetivo de hacer esto? El objetivo principal es mantener la obra de la casa de Dios. El objetivo secundario es identificar con prontitud los problemas, proveer sin demora a tales personas, apoyarlas o podarlas, corrigiendo sus desviaciones y supliendo sus carencias y deficiencias. Esto es beneficioso para las personas; no existe nada malévolo en ello(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (7)). Al meditar en las palabras de Dios, ya no me atrevía a seguir confiando en mí mismo. Me reuní con Martha de inmediato para conocer la situación de la elección extraordinaria del diácono. Como consecuencia, descubrí que ella estaba ocupada con otros trabajos y había suspendido la elección por el momento. Más tarde, la expuse por no asumir una carga en su deber y retrasar el trabajo, y ella se apresuró a organizar la elección extraordinaria. Luego, indagué realmente sobre el resto de las tareas que Martha tenía a cargo y descubrí que también tenían ciertos problemas. Compartí sin demora para resolver estos problemas y, después de un tiempo, el trabajo de la iglesia comenzó a mostrar avances. Cuando practiqué de esta manera, mi corazón se sintió mucho más tranquilo.

A través de las experiencias vividas en este período, vi con claridad que la idea de “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas” que Satanás inculca en las personas es errónea y absurda. Además, es hostil a la verdad. También entendí cómo supervisar el trabajo y darle seguimiento de acuerdo con los principios-verdad. ¡Gracias a Dios!

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