42. ¿Cómo solucioné mis celos?
En octubre de 2019, cooperaba con Mo Han en el trabajo de fotografía. Como yo ya había estudiado fotografía, el porcentaje de fotos que sacaba acordes al estándar era mucho mayor que el de ella. Pensaba: “Parece que tengo algo de talento en la fotografía, ya que puedo producir mucho material listo para usar desde el principio. Sin duda, la supervisora considerará que tengo un talento poco común en este campo”. En mi fuero interno, me sentía secretamente complacida y además infravaloraba a Mo Han, y pensaba: “Aunque fuiste parte antes de una asociación de fotografía, ¡tus habilidades dejan mucho que desear!”. Después, durante una reunión, la supervisora elogió mis habilidades y mi dedicación a los deberes y le pidió a Mo Han que aprendiera más de mí. Esto era música para mis oídos. Después de eso, dediqué incluso más esfuerzo a mis deberes. A veces, al mediodía, soportaba el calor abrasador y hacia sesiones de fotos yo sola en campos de juncos. Una vez, aunque no me sentía bien, no paré de hacer fotos durante una gran tormenta. Pensaba que, mientras siguiera sacando buenas fotos, la gente me tendría incluso en mayor estima y que merecía la pena sufrir por ello. Pasado un tiempo, me quedó claro que la supervisora me valoraba mucho y, durante cada charla técnica, siempre me pedían que hablara sobre mi experiencia haciendo fotos. Durante las sesiones de formación, también era la primera a la que le pedían que analizara y resumiera. Ver cuánto me valoraba la supervisora me hacía sentir aún más que yo era una persona con talento.
Una noche, la supervisora visitó nuestro equipo y dijo que necesitábamos elegir a un líder para gestionar el trabajo. Después de compartir los principios, Mo Han y otra hermana me recomendaron para ser líder de equipo. En mi fuero interno, me sentía secretamente complacida, y pensaba: “Al final, mi esfuerzo en el deber no ha sido en vano. Todo el mundo lo ha notado”. Pero de cara al exterior, fingí humildad y dije: “Oh, no podría hacerlo. Aunque se me da bastante bien la parte técnica, tengo carencias en la entrada en la vida. No puedo asumir las responsabilidades de una líder de equipo”. Más tarde, la supervisora llevó a cabo una evaluación exhaustiva y eligió a Mo Han como líder de equipo. Pensé en lo firme que era Mo Han en su trabajo, en que podía captar ciertos principios y en que su entrada en la vida era mejor. Yo creía en Dios desde hacía menos tiempo y solo la superaba en el aspecto técnico, así que, en efecto, de momento era más apta para el trabajo de una sola tarea. Sin embargo, ver este resultado me generó sentimientos muy complicados y una gran sensación de pérdida. Me pasaba todo el día distraída y no encontraba motivación para hacer nada. Aunque sabía que Mo Han era la opción correcta como líder de equipo, me seguía sintiendo molesta y me preguntaba: “¿Acaso la supervisora piensa que no entiendo la verdad, que no tengo ninguna entrada en la vida, que solo soy mano de obra para hacer trabajo y entonces no tiene planes de cultivarme?”. Más adelante, cuando la supervisora se reunió con nosotros, empecé a observarla, ya que me preguntaba si me prestaba mayor atención a mí o a Mo Han. Noté que, a veces, la supervisora indagaba al detalle sobre el estado de Mo Han y, algunas veces, incluso compartía con ella en privado. Esto corroboró más mis ideas, y me pareció que la supervisora valoraba más a Mo Han. Me sentí muy desalentada y molesta e incluso empecé a estar resentida con Mo Han. La supervisora dijo en una ocasión que las fotos de Mo Han habían mejorado y le pidió que compartiera su experiencia en el asunto. Esto incluso me puso más celosa de Mo Han y me parecía que me había robado protagonismo. Después de eso, me sentía muy incómoda cerca de Mo Han. A veces, solo oírla hablar me molestaba y sentía deseos de contradecirla y oponerme a ella a propósito. Al ver mi actitud, Mo Han se sintió constreñida y, una vez, me comentó que la discusión constante conmigo y mi oposición la estaban angustiando, y que interactuar conmigo le parecía agotador. Yo sabía que mis celos hacia ella estaban mal, pero simplemente no podía controlarme. En el pasado, cada vez que encontraba buenos videotutoriales, se los recomendaba a Mo Han y, si notaba problemas en sus fotos, se los señalaba para ayudarla. Sin embargo, desde que me parecía que la supervisora la valoraba más, ya no quería ayudarla con los temas técnicos. A veces, incluso me burlaba de ella en su cara, le decía que sus composiciones eran flojas y carecían de belleza. Después de que esto pasara varias veces, Mo Han empezó a dudar de si su calibre era lo suficientemente bueno y de si era apta para este deber. Al notar que mis pullas habían causado que perdiera confianza, no solo no me sentí mal, sino en realidad un poco complacida, pues pensaba que, si se volvía negativa, la supervisora podría considerarla incapaz y empezaría a valorarme de nuevo a mí. Una vez, necesitábamos tomar unas fotos rápidas y me bastó ver a Mo Han trabajar todo el día con afán en busca de lugares para sentirme molesta. Temía que encontrara algun lugar genial y que le aceptaran algunas de las fotos que hiciera, en cuyo caso, la supervisora la valoraría incluso más. Por tanto, intenté minar su entusiasmo diciendo que solo trabajaba con afán para ganarse la admiración de los demás y que solo hacía todo esto por la reputación y el estatus. Al oírme decir esto, Mo Han se sintió constreñida en su deber. En otra ocasión, me di cuenta de que la supervisora no paraba de compartir para resolver el estado de Mo Han y me puse celosa. Cuando fue mi turno para compartir, usé el pretexto de conocerme a mí misma para hacer un esfuerzo y dije delante de la supervisora: “He sido demasiado exigente con Mo Han. Es que me parecía que, al llevar todos estos años creyendo en Dios, debería tener realidades-verdad, así que quería que me ayudara con mi entrada en la vida. Pero como no me ayudó, empecé a menospreciarla”. Además, mencioné cuánto me ayudaban otros hermanos y hermanas que había conocido antes y cosas del estilo. Después de decir esto, me sentí culpable. La supervisora le preguntó a Mo Han su opinión. Mo Han dijo: “Lo que ha dicho me hace sentir bastante angustiada. Me parece que, aunque entiendo algunas doctrinas después de creer en Dios durante tantos años, no tengo mucha realidad-verdad ni le tengo cariño”. Al ver que la hermana todavía podía aceptar por parte de Dios y reflexionar sobre sí misma, me sentí profundamente avergonzada y deseé que la tierra se abriera bajo mis pies y me tragara. Después de este incidente, empecé a reflexionar sobre mí misma y me di cuenta de que estaba reprimiendo y subestimando a Mo Han para beneficiar mi reputación y estatus. Más tarde, leí palabras de Dios que dejaban en evidencia cómo los anticristos reprimían y excluían a los disidentes para beneficiar su estatus, lo que me hizo entender un poco la corrupción que revelaba.
Dios Todopoderoso dice: “La supresión pública de la gente, su exclusión, los ataques contra ella y la exposición de sus problemas por parte de los anticristos es todo parte de su objetivo. Sin duda, utilizan medios como estos para atacar a aquellos que persiguen la verdad y pueden distinguirlos. Al derribar a estas personas, consiguen su objetivo de fortalecer su propia posición. Atacar y excluir a la gente de esta manera es de una naturaleza maliciosa. Hay agresividad en su lenguaje y en su forma de hablar: exposición, condena, difamación y calumnia malvada. Incluso tergiversan los hechos, hablando de cosas positivas como si fueran negativas y negativas como si fueran positivas. Invertir el blanco y el negro y mezclar lo correcto y lo incorrecto de esta manera logra el propósito de los anticristos de derrotar a la gente y arruinar su reputación. ¿Qué mentalidad da lugar a este ataque y exclusión de los disidentes? La mayoría de las veces, proviene de una mentalidad celosa. En un carácter cruel, los celos conllevan un fuerte odio; y como resultado de sus celos, los anticristos atacan y excluyen a la gente. En una situación como esta, si los anticristos son expuestos, denunciados, pierden su estatus y sufren un ataque, en su mente no se someterán ni se alegrarán por ello y les resultará todavía más fácil desarrollar una fuerte mentalidad de venganza. La venganza es un tipo de mentalidad, y también es un tipo de carácter corrupto. Cuando los anticristos ven que lo que alguien hizo les ha perjudicado, que otros son más capaces que ellos, o que las declaraciones y sugerencias de alguien son mejores o más sabias que las suyas, y todo el mundo está de acuerdo con las declaraciones y sugerencias de esa persona, los anticristos sienten que su posición está amenazada, surgen los celos y el odio en sus corazones, y atacan y se vengan. Al vengarse, los anticristos generalmente dan un golpe de prevención a su objetivo. Son proactivos al atacar y doblegar a la gente, hasta que la otra parte se somete. Solo entonces sienten que se han desahogado. ¿Qué otras manifestaciones existen para atacar y excluir a las personas? (Menospreciar a los demás). Menospreciar a los demás es una de las formas en que se manifiesta; no importa lo bien que hagas un trabajo, los anticristos seguirán menospreciándote o condenándote, hasta que seas negativo y débil y no puedas mantenerte en pie. Entonces estarán contentos y habrán logrado su objetivo” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 2: Atacan y excluyen a los disidentes). “¿Qué tipo de carácter se presenta cuando una persona ve a alguien que es mejor que ella y trata de derribarla, difundiendo rumores sobre tal persona o empleando medios despreciables para denigrarla y socavar su reputación —incluso pisoteándola— con el fin de proteger su propio lugar en la opinión de la gente? Esto no es solo arrogancia y vanidad, es el carácter de Satanás, es un carácter malicioso. Que esta persona pueda atacar y alienar a personas que son mejores y más fuertes que ella es mezquino y perverso. Y que no se detengan ante nada para derribar a la gente muestra que hay mucho de diablo en ellos. Viviendo según el carácter de Satanás, son capaces de menospreciar a las personas, de intentar que las culpen de algo que no han hecho, de ponerles las cosas difíciles. ¿No es esto hacer el mal? Y viviendo así, siguen pensando que no hay problema en ellos, que son buenas personas; sin embargo, cuando ven a alguien mejor que ellos, son propensos a hacérselo pasar mal, a pisotearlos. ¿Qué problema es este? Las personas que son capaces de cometer semejantes acciones malvadas, ¿acaso no son inescrupulosas y caprichosas? Esas personas solo piensan en sus intereses, solo consideran sus sentimientos, y lo único que quieren es concretar sus deseos, ambiciones y objetivos. No les importa el daño que causan a la obra de la iglesia y prefieren sacrificar los intereses de la casa de Dios para proteger su estatus en la opinión de la gente y su propia reputación. ¿Acaso no son las personas así arrogantes y sentenciosas, egoístas y viles? Estas personas no solo son arrogantes y sentenciosas, sino que también son extremadamente egoístas y viles. No son consideradas con las intenciones de Dios en absoluto. ¿Tienen estas personas un corazón temeroso de Dios? No tienen un corazón temeroso de Dios en absoluto. Esa es la razón por la que actúan arbitrariamente y hacen lo que les place, sin ningún sentido de culpa, sin ninguna inquietud, sin ninguna aprensión o preocupación y sin considerar las consecuencias. Esto es lo que suelen hacer y el modo en que se han comportado siempre. ¿Cuál es la naturaleza de tal comportamiento? Por decirlo suavemente, esas personas son demasiado envidiosas y tienen un deseo excesivo de reputación y estatus personales; son demasiado falsas y traicioneras. Dicho con mayor dureza, la esencia del problema es que esas personas no tienen un corazón temeroso de Dios en absoluto. No temen a Dios, creen que son sumamente importantes y consideran que cada aspecto de sí mismas es superior a Dios y a la verdad. En su corazón, Dios no merece mención y es insignificante y Dios no tiene absolutamente ningún estatus en su corazón” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las cinco condiciones que hay que cumplir para emprender el camino correcto de la fe en Dios). Leer las palabras de Dios me hizo sentir temor y angustia. Seguían viniendo a mi mente momentos en los que, mientras cumplía con mis deberes, cooperaba con Mo Han. Cuando empecé a obtener resultados con las fotos que había tomado y la supervisora me estaba prestando más atención, me creí talentosa. Cuando llegó el momento de seleccionar a un líder de equipo, pensé que me elegirían sin dudarlo. Pero cuando la elegida fue Mo Han, me sentí realmente negativa y desconsolada y empecé a sentir resentimiento y celos hacia Mo Han, pues creía que me había robado el protagonismo. Para recuperar mi posición a ojos de la supervisora, empecé a intentar presionar a Mo Han. No solo tomaba a menudo la postura contraria a la suya, sino que cuando notaba defectos en las fotos que hacía, la ridiculizaba y la subestimaba para minar su entusiasmo. Cuando veía que se circunscribía a sí misma, me regocijaba en secreto y tenía la esperanza de que se siguiera hundiendo más en la negatividad, de modo que la supervisora la viera incapaz y me valorara a mí de nuevo. Cuando la veía correr de un lado a otro buscando lugares, temía que pudiera hacer buenas fotos y la líder la valorara más, así que, para atacarla, la acusé de buscar reputación y estatus. Incluso me disgustaba que la supervisora compartiera más con ella durante las reuniones, así que la subestimaba delante de esta, intentaba que la supervisora viera que carecía de realidad-verdad y amor por los demás. ¡Mi falta de escrúpulos para tratar de reprimir a mi hermana era realmente despreciable y perversa! ¿En qué se diferenciaban mis acciones malvadas del comportamiento de los anticristos para proteger su estatus? Desde que empezamos a cooperar, Mo Han siempre se había mostrado tolerante y paciente conmigo. Cuando mi estado era malo a veces, ella compartía sus experiencias para guiarme y ayudarme. Era consciente de sus propias deficiencias técnicas, no paraba de esforzarse por aprender y trabajaba con afán para hacer buenas fotografías. Por muchas adversidades y agotamiento al que se enfrentara durante las sesiones en exteriores, rara vez se quejaba. Tanto en su entrada en la vida como en su actitud hacia sus deberes, era mejor que yo y su elección como líder de equipo estaba totalmente de acuerdo con los principios. Sin embargo, la reprimí y excluí continuamente por celos. ¡Qué falta total de humanidad! Dios ha estado diseccionando el carácter de los anticristos en la enseñanza, pero yo no pude contemplarme bajo esa luz ni reflexionar sobre mí misma, sino que seguí manteniendo mi carácter corrupto y reprimía a mi hermana. No tenía siquiera el más básico corazón temeroso de Dios. ¿Cómo no iban mis acciones a provocar Su repugnancia y odio? Mientras más recordaba mis interacciones con Mo Han, más remordimientos y culpa sentía. Me odiaba a mí misma por no perseguir la verdad y por seguir mi naturaleza satánica para cometer tantas maldades.
Durante este tiempo, me sentí muy abatida. Cada vez que pensaba en que había cometido maldad y recorrido la senda de los anticristos por reputación y estatus, me invadían los remordimientos. A menudo, en mitad de la noche, me escondía entre las mantas y lloraba en silencio. Ni siquiera me atrevía a sincerarme con los hermanos y hermanas, temía que les repugnara, que me rechazaran al saber que era así e incluso poder perder la oportunidad de hacer mis deberes. Tampoco me atrevía a orar a Dios, pues me parecía que, ante alguien como yo, Dios sentía repugnancia y odio hacía tiempo, por lo que no escucharía mis oraciones. Así pues, me sumí en un estado de extrema negatividad y dolor.
Un día, leí un pasaje de las palabras de Dios que me conmovió profundamente. Dios Todopoderoso dice: “Independientemente de cuán airado había estado Dios con los ninivitas, en cuanto declararon un ayuno y vistieron de cilicio y cenizas, Su corazón comenzó a ablandarse y Su opinión a cambiar. El momento previo a que Él les proclamara que destruiría su ciudad —el momento anterior a su confesión y arrepentimiento de sus pecados— Dios seguía airado con ellos. Una vez que hubieron llevado a cabo una serie de actos de arrepentimiento, el enojo de Dios por los habitantes de Nínive se transformó gradualmente en misericordia y tolerancia hacia ellos. No hay nada contradictorio acerca de la revelación coincidente de estos dos aspectos del carácter de Dios en el mismo acontecimiento. Entonces, ¿cómo debería uno entender y conocer esta ausencia de contradicción? Dios expresó y reveló sucesivamente cada una de estas esencias de los dos polos opuestos antes y después de que el pueblo de Nínive se arrepintiera, con lo que la gente pudo ver la realidad de la esencia de Dios y que esta no se puede ofender. Dios utilizó Su actitud para decirle a la gente: no es que Dios no tolere a las personas o que no quiera mostrarles misericordia; más bien es que las personas raramente se arrepienten verdaderamente ante Dios, y es raro que las personas se vuelvan verdaderamente de sus malos caminos y abandonen la violencia de sus manos. En otras palabras, cuando Dios está airado con el hombre, espera que este sea capaz de arrepentirse sinceramente y, en efecto, espera ver el arrepentimiento verdadero del hombre, en cuyo caso continuará concediendo entonces con liberalidad Su misericordia y tolerancia al hombre. Es decir, la conducta malvada del hombre provoca la ira de Dios, mientras que la misericordia y tolerancia de Dios se conceden a aquellos que escuchan a Dios y se arrepienten sinceramente delante de Él, a aquellos que pueden volverse de sus caminos malvados y abandonar la violencia de sus manos. La actitud de Dios se reveló muy claramente en Su trato con los ninivitas: la misericordia y la tolerancia de Dios no son en absoluto difíciles de conseguir, y lo que Él exige es el arrepentimiento sincero de uno. Siempre y cuando las personas se vuelvan de sus caminos malvados y abandonen su violencia, Dios cambiará Su opinión y Su actitud hacia ellas” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único II). Cuando leí este pasaje de las palabras de Dios, sentí una emoción indescriptible. Percibí la misericordia de Dios hacia mí. Era como ver un rayo de luz en un callejón oscuro. Pensé en toda la maldad que había hecho por reputación y estatus y en el daño que le había causado a mi hermana. Pese a ello, Dios no me había abandonado, sino que seguía esclareciéndome y guiándome con Sus palabras, me permitía ver los problemas en mi interior y entender que, tras ser revelado, es inútil hundirse en el abandono propio, la negatividad y la debilidad, y que lo más importante es arrepentirse. Pensé en la maldad que cometieron los pueblos de Sodoma y Nínive, hasta el punto de que Dios decidió destruirlos. Sin embargo, el pueblo de Nínive se dio cuenta de que sus acciones eran tan detestables para Dios que estaban al borde de la destrucción y pudo acudir ante Él a tiempo para arrepentirse y confesar sus pecados. Debido a su sincero arrepentimiento, recibió la misericordia de Dios. Comprendí que, aunque Él odia las acciones malvadas de las personas, le siguen importando las personas y tiene misericordia de ellas, y les concede muchas oportunidades de arrepentirse. Me conmoví profundamente. ¡El amor de Dios por la humanidad es muy real! Al rememorar mi trabajo con Mon Han durante casi un año, vi que siempre había estado celosa de ella y la había presionado, y que nunca reflexionaba sobre mí misma. Era muy insensible. De no ser por el juicio y la exposición de las palabras de Dios, no habría sido capaz en absoluto de ver los problemas en mi interior y hubiera continuado actuando según mi naturaleza satánica y cometiendo más maldades. ¡El juicio y castigo de Dios son Su protección y amor! Con esto en mente, logré decidirme y, en mi oración a Dios, le dije que estaba dispuesta a afrontar mis problemas internos directamente y a arrepentirme ante Él.
Después, leí las palabras de Dios: “Para los anticristos, la reputación y el estatus no son un requisito añadido y, ni mucho menos cosas que son externas a ellos de las que podrían prescindir. Forman parte de la naturaleza de los anticristos, los llevan en los huesos, en la sangre, son innatos en ellos. Los anticristos no son indiferentes a la posesión de reputación y estatus; su actitud no es esa. Entonces, ¿cuál es? La reputación y el estatus están íntimamente relacionados con su vida diaria, con su estado diario, con aquello que buscan día tras día. Por eso, para los anticristos el estatus y la reputación son su vida. Sin importar cómo vivan, el entorno en que vivan, el trabajo que realicen, lo que busquen, los objetivos que tengan y su rumbo en la vida, todo gira en torno a tener una buena reputación y un estatus alto. Y este objetivo no cambia, nunca pueden dejar de lado tales cosas. Este es el verdadero rostro de los anticristos, su esencia. Podrías dejarlos en un bosque primitivo en las profundidades de las montañas y seguirían sin dejar de lado su búsqueda de reputación y estatus. Puedes colocarlos en medio de cualquier grupo de gente e, igualmente, no pueden pensar más que en reputación y estatus. Si bien los anticristos también creen en Dios, consideran que la búsqueda de reputación y estatus es equivalente a la fe en Dios y le asignan la misma importancia. Es decir, a medida que recorren la senda de la fe en Dios, también persiguen la reputación y el estatus. Se puede decir que los anticristos creen de corazón que la búsqueda de la verdad en su fe en Dios es la búsqueda de reputación y estatus; que la búsqueda de reputación y estatus es también la búsqueda de la verdad, y que adquirir reputación y estatus supone adquirir la verdad y la vida. Si les parece que no tienen reputación, ganancias ni estatus, que nadie los admira ni los estima ni los sigue, se sienten muy decepcionados, creen que no tiene sentido creer en Dios, que no sirve de nada, y se dicen a sí mismos: ‘¿Es la fe en dios un fracaso? ¿Es inútil?’. A menudo reflexionan sobre estas cuestiones en su corazón, sobre cómo pueden hacerse un lugar en la casa de Dios, cómo pueden obtener una gran reputación en la iglesia, con el fin de que la gente los escuche cuando hablan, los apoye cuando actúen y los siga adondequiera que vayan, de forma que tengan la última palabra en la iglesia y fama, ganancias y estatus; tales son las cosas en las que de verdad se concentran en su fuero interno, son las cosas que buscan. ¿Por qué están pensando siempre en esas cosas? Tras leer las palabras de Dios, tras escuchar sermones, ¿realmente no entienden todo esto? ¿De verdad no son capaces de discernirlo todo? ¿Realmente las palabras de Dios y la verdad no pueden cambiar sus nociones, ideas y opiniones? No es así en absoluto. El problema radica en ellos, se debe enteramente a que no aman la verdad, porque, en su corazón, sienten aversión por la verdad y, como resultado, no la aceptan en absoluto, lo cual viene determinado por su esencia-naturaleza” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). Dios dice que todo lo que hacen los anticristos es por su propia reputación y estatus y que aprecian esas dos cosas como si fueran su propia vida. Nada los detendrá en su lucha por el estatus, aunque esta suponga perjudicar los intereses de la casa de Dios. Reflexioné sobre mi actitud hacia la reputación y el estatus, ¿acaso no era la misma actitud de los anticristos? Desde que logré algunos pequeños resultados en mi deber de fotografía y pude ganarme el aprecio de la supervisora, sentí que era destacable y disfrutaba mucho de que los demás me valoraran. Para mantener mi buena imagen a los ojos del líder, me parecía que cualquier coste o adversidad que soportara en mi deber merecía la pena, como si la admiración de los demás lo fuera todo para mí. Cuando vi que la supervisora eligió a Mo Han como líder de equipo, sentí que me había quitado el lugar que yo ocupaba en el corazón de los demás, y sentí un dolor insoportable. Para mí, el perder la gran estima que los demás tenían por mí era como perder mi temple. Me quedé totalmente paralizada. Para recuperar mi valor a ojos de la supervisora, me burlé de Mo Han, la ridiculicé, excluí y reprimí. No solo cometí maldad, hice daño a mi hermana y demoré el trabajo de la iglesia, sino que además caí en la oscuridad y viví en un inmenso sufrimiento. La causa de todo esto fue mi implacable búsqueda de reputación y estatus. Vivía según los venenos satánicos de: “Yo soy el único soberano del universo” y “Solo puede haber un macho alfa”, y quería ser la única que destacara. Cuando vi que la supervisora prestaba algo más de atención a mi hermana, sentí celos y resentimiento. Incluso la consideraba una enemiga y no conseguía aguantarla. ¡Estaba caminando por la senda de un anticristo! Comprendí que la reputación y la ganancia son grilletes invisibles que Satanás les pone a las personas, así como herramientas para corromperlas y perjudicarlas. Si no fuera porque mi corazón insensible despertó por la exposición y el juicio de las palabras de Dios, seguiría viviendo según mi carácter corrupto y, si continuaba así, tarde o temprano habría ofendido el carácter de Dios cometiendo toda clase de maldades y habría terminado descartarda y castigada por Dios.
Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Si las personas solo buscan fama, ganancia y estatus, si solo persiguen sus propios intereses, entonces nunca obtendrán la verdad y vida, y al final serán ellos los que sufran una pérdida. Dios salva a los que persiguen la verdad. Si no aceptas la verdad, y si eres incapaz de reflexionar y conocer tu propio carácter corrupto, entonces no te arrepentirás realmente y no tendrás entrada en la vida. Aceptar la verdad y conocerte a ti mismo es la senda para el crecimiento en la vida y para alcanzar la salvación, supone la oportunidad de presentarte ante Dios para aceptar Su escrutinio, Su juicio y Su castigo, y para ganar la verdad y vida. Si renuncias a perseguir la verdad en aras de la búsqueda de la fama, la ganancia y el estatus y de tus propios intereses, esto equivale a renunciar a la oportunidad de aceptar el juicio y castigo de Dios y de alcanzar la salvación. Eliges la fama, la ganancia y el estatus y tus propios intereses, pero a lo que renuncias es a la verdad, y lo que pierdes es la vida y la oportunidad de ser salvado. ¿Qué es más importante? Si eliges tus propios intereses y renuncias a la verdad, ¿acaso no es necio? Hablando de manera sencilla, es sufrir una gran pérdida en aras de una pequeña ventaja. La fama, la ganancia y el estatus, el dinero y los intereses son todos temporales, todos ellos se desvanecen como volutas de humo, mientras que la verdad y vida es eterna e inmutable. Si la gente resuelve su carácter corrupto que le hace buscar fama, ganancia y estatus, entonces tiene la esperanza de alcanzar la salvación. Además, las verdades que recibe la gente son eternas; ni Satanás ni nadie puede quitárselas. Tú renuncias a tus intereses, pero lo que ganas es la verdad y la salvación; estos resultados son tuyos y te los ganas para ti mismo. Si la gente opta por practicar la verdad, entonces, aunque se hayan quedado sin intereses, va a recibir la salvación de Dios y la vida eterna. Esas personas son las más inteligentes. Si la gente renuncia a la verdad por sus intereses, pierde la vida y la salvación de Dios; esas personas son las más necias” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El conocimiento del propio carácter es la base de su transformación). Después de leer las palabras de Dios, entendí que la obtención de fama, ganancia y estatus es solo temporal y que lo único eterno es obtener la verdad. La aprobación de Dios se obtiene al buscar Sus intenciones en lo que nos ocurre y desprendernos de los intereses personales para comportarnos de acuerdo con Sus requerimientos. Esta es la manera más valiosa de vivir la vida. Pensé en Job, que, a pesar de su ilustre posición y estatus, esto no le obsesionaba. Cuando tenía un estatus alto y los demás lo admiraban, no disfrutaba del placer, sino que seguía temiendo a Dios y evitando el mal. Cuando le sobrevinieron las pruebas de Dios y perdió su estatus, a sus hijos y sus posesiones, siguió alabando la justicia de Dios mientras se sentaba sobre las cenizas. No le preocupaba lo que los demás opinaban de él o cómo lo veían, sino que, en lugar de esto, simplemente se sometió a las circunstancias que Dios dispuso para él. Por medio de sus acciones, Job demostró la semejanza adecuada que debería vivir un ser creado. Si reflexionaba sobre mí misma, había obtenido un poco de admiración temporal de los demás solo por tener ciertas habilidades técnicas y tomar algunas buenas fotos, así que perdí de vista mi posición y mi estatus. Pensaba que era destacable y los demás debían considerarme importante. Cuando veía que otros me superaban, sentía celos y resentimiento. Incluso cometí el mal y los perjudiqué a otros. Comparada con Job, ¡era completamente irracional y desvergonzada!
Poco después, transfirieron a la hermana Zhang Nuo a nuestro grupo. No pasó mucho tiempo hasta que la eligieron líder de grupo. Al ver que las hermanas a mi alrededor consultaban a Zhang Nuo sobre las cosas que no entendían en su trabajo y que, a veces, la supervisora la elogiaba por su sentido de la carga en sus deberes y por su agilidad al estudiar habilidades técnicas, me sentí bastante molesta y alicaída. Antes, la supervisora me valoraba más, pero ahora, con Zhang Nuo cerca, parecía inferior a ella. Un día, sentada en mi ordenador, reflexioné sobre lo que estaba revelando. ¿Por qué me molestaba ver que Zhang Nuo se destacaba? ¿Por qué me sentía alicaída cuando las hermanas a mi alrededor la admiraban? ¿Acaso no era porque afectaba a mi reputación y estatus? Así que oré a Dios: “Dios Todopoderoso, ha resurgido mi deseo de competir. Ya no quiero estar limitada ni constreñida por la reputación y el estatus. No importa lo que otros piensen de mí, yo solo deseo hacer bien mi deber. Por favor, protege mi corazón”. Más adelante, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Si otra persona es mejor que tú y entiende la verdad mejor que tú, deberías aprender de ella; ¿acaso no es esto algo bueno? Es algo de lo que todo el mundo debería regocijarse. Por ejemplo, tenemos el caso de Job, uno de los seguidores de Dios en la historia de la humanidad. ¿Fue esto algo glorioso que ocurrió en los seis mil años de obra de gestión de Dios o fue una ignominia? (Fue algo glorioso). Lo fue. ¿Qué actitud deberías adoptar hacia este asunto? ¿Qué perspectiva deberías tener? Deberías estar feliz por Dios, celebrarlo y alabar Su poderío y el hecho de que Él ha ganado gloria; esto fue algo bueno” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 7: Son perversos, insidiosos y falsos (I)). Las palabras de Dios me lo aclararon todo de repente. En efecto, cuando los hermanos y hermanas logran mejorar los resultados en sus deberes, ¿acaso no se demuestra que la obra de Dios en las personas está dando fruto? Esto es algo que reconforta el corazón de Dios. ¡Es algo bueno! No podía seguir limitada por mi carácter corrupto y siendo hostil a Dios. Al día siguiente, tomé la iniciativa de sincerarme sobre mi estado con Zhang Nuo. Después de practicar así, sentí una gran sensación de liberación en mi corazón y mi relación con ella se volvió mucho más cercana. Más adelante, la supervisora todavía mencionaba a veces que Zhang Nuo estaba progresando rápido en sus habilidades técnicas y tenía potencial para el cultivo. Cuando veía que la supervisora le daba tanta importancia, aún me sentía alicaída a veces, pero ya no dolía tanto como antes. En cambio, me enfoqué en aprender de ella y aprovechar sus puntos fuertes. Practicar de esta manera me hizo sentir mucho más relajada y liberada en mi fuero interno y además, con su ayuda, mis habilidades técnicas mejoraron un poco.
La experiencia de que me revelaran me resultó dolorosa, pero también valiosa; le estoy realmente agradecida a Dios por disponer que experimentara tal situación. ¡Los cambios que he conseguido se deben por entero al amor de Dios!