45. Lo que gané al experimentar persecución y tribulación

Por Lu Ning, China

En junio de 2022, nuestra iglesia se enfrentó a una gran cantidad de arrestos del PCCh. Me invadió una gran tristeza al enterarme de que hermanos y hermanas a mi alrededor estaban siendo arrestados uno tras otro. Al mismo tiempo, también me preocupaba mi propia seguridad y pensaba: “He estado en contacto con varios de los hermanos y hermanas que han arrestado. Incluso he hecho deberes y he viajado en el mismo auto con algunos de ellos. Si la policía comprueba las imágenes de las cámaras de vigilancia, no podré evitar que me impliquen. Padezco lupus y tengo los pies hinchados. Si la policía llegara a detenerme y torturarme, mi cuerpo no podría resistirlo de ninguna manera. Además, en la cárcel no podría comer ni dormir bien. De todos modos, mi salud es tan mala que, aunque la policía no me matara a golpes, mi enfermedad me mataría en la cárcel. Si muriera, perdería mi oportunidad de salvación”. Al pensar esto, sentí mucho miedo en mi corazón. Un día, fui a enviar una carta a una líder, la hermana Zhao Yan. Había dicho que, cuando salía, notaba que, aparentemente, alguien la estaba siguiendo. Más tarde, daba vueltas por muchos sitios y solo regresaba a casa cuando veía que había despistado a esa persona. Al oír esto, me puse un poco nerviosa. Me dije para mis adentros: “Tengo que entregarle cartas dos o tres veces al día. Si la están siguiendo, ¿me veré implicada?”. Quería ocultarme y dejar de entregar cartas. Sin embargo, luego pensé que, como el ambiente era tan adverso, los líderes no podían hacer su labor en persona. Muchas tareas tenían que realizarse por carta. Si las cartas no se entregaban a los líderes a tiempo, el trabajo se retrasaría. Le di vueltas en la cabeza y decidí que tenía que armarme de valor y seguir cumpliendo con este deber. Además de enviar y recibir cartas, también regaba a los recién llegados. Una vez, una hermana que había sido arrestada visitó un lugar de reunión para nuevos fieles. Como no encontrábamos una familia de acogida adecuada y no podíamos interrumpir las reuniones de recién llegados, después de sopesar la situación general, decidimos que podríamos seguir usando el lugar en cuestión siempre que estuviéramos alerta. Continuamos reuniéndonos allí. Sin embargo, me preocupaba que, si la policía descubría la existencia de este lugar, pudiera venir a arrestarnos en cualquier momento. Cuando nos reuníamos, no podía calmar mi corazón. Por entonces, algunos nuevos fieles estaban atados por el trabajo y otros sufrían una persecución por parte de sus familias. No reflexioné sobre qué enseñanzas compartir para resolver el estado de los recién llegados. Cuando asistía a las reuniones, me limitaba a seguir el procedimiento. Poco a poco, dejaron de reunirse con regularidad. Más adelante, me di cuenta de que mi propio estado era incorrecto, y busqué la verdad para resolver mis propios problemas.

Durante mis devocionales, leí estas palabras de Dios: “Cuando comienzo formalmente Mi obra, todas las personas se mueven cuando Yo me muevo, de tal manera que, en todo el universo, las personas se mantienen ocupadas siguiendo el mismo paso que Yo; todo el universo está en un estado de ‘ajetreo festivo’, y el hombre es impulsado por Mí. Como consecuencia, el gran dragón rojo mismo es puesto por Mí en un estado de frenesí y de desconcierto y sirve a Mi obra, y, a pesar de no estar dispuesto, es incapaz de seguir sus propios deseos, pero no le queda otra opción más que ‘someterse a Mis instrumentaciones’. En todos Mis planes, el gran dragón rojo es Mi contraste, Mi enemigo, y, también, Mi sirviente; así pues, nunca he flexibilizado Mis ‘requisitos’ con respecto a él. Por lo tanto, la etapa final de la obra de Mi encarnación se completa en su casa, lo que es más propicio para que el gran dragón rojo me sirva a Mí de forma adecuada, por medio de lo cual Yo lo conquistaré y completaré Mi plan. Mientras obro, todos los ángeles se embarcan conmigo en la batalla decisiva, resueltos a satisfacer Mis intenciones en la etapa final, para que la gente en la tierra se rinda ante Mí como los ángeles y no tenga deseo alguno de oponerse a Mí, ni de hacer nada para traicionarme. Estas son las dinámicas de Mi obra a lo largo del universo(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 29). Tras leer Sus palabras, comprendí que el gran dragón rojo es un objeto de servicio en la obra de Dios. Él utiliza la persecución del gran dragón rojo para revelar a toda suerte de personas. Revelará quiénes son la cizaña y quiénes son el trigo. Los auténticos creyentes que tienen verdadera fe en Dios son capaces de persistir en el cumplimiento de su deber sin importar el ambiente que afronten o lo peligroso que sea. Quienes no creen verdaderamente en Dios serán tímidos y se echarán atrás cuando se enfrenten al arresto y la persecución. Vi que, cuando me hallaba ante un ambiente peligroso, ni siquiera quería cumplir con mi deber por timidez y miedo, y solo quería ocultarme. Lo único que consideraba era mi seguridad personal. No consideraba en lo más mínimo la labor de la iglesia. Incluso fui negligente a la hora de regar a los recién llegados. ¿No era mi comportamiento una traición a Dios? Si seguía así, ¿no sería yo una cizaña que habría que aventar?

Leí más palabras de Dios: “Independientemente de lo ‘poderoso’, lo audaz y ambicioso que sea Satanás, de lo grande que sea su capacidad de infligir daño, del amplio espectro de las técnicas con las que corrompe y atrae al hombre, lo ingeniosos que sean los trucos y las artimañas con las que intimida al hombre y de lo cambiante que sea la forma en la que existe, nunca ha sido capaz de crear una simple cosa viva ni de establecer leyes o normas para la existencia de todas las cosas, ni de gobernar y controlar ningún objeto, animado o inanimado. En el cosmos y el firmamento no existe una sola persona u objeto que haya nacido de él o que exista por él; no hay una sola persona u objeto gobernados o controlados por él. Por el contrario, no solo tiene que vivir bajo el dominio de Dios, sino que, además, debe someterse a todas Sus órdenes y Sus mandatos. Sin el permiso de Dios, le resulta difícil incluso tocar una gota de agua o un grano de arena sobre la tierra; ni siquiera es libre para mover a las hormigas sobre la tierra, y mucho menos a la humanidad creada por Dios(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I). Tras leer Sus palabras, comprendí que todas las cosas y acontecimientos están en manos de Dios. Por muy desenfrenado que esté Satanás, no se atreve a actuar a su antojo sin el permiso de Dios. Pensé en la experiencia de Job. Cuando Satanás hizo una apuesta con Dios, Dios no permitió que Satanás le quitara la vida a Job, así que Satanás no se atrevió a hacerlo. Satanás actúa dentro del ámbito permitido por Dios y no se atreve a sobrepasarlo ni un ápice. Vi que yo no había comprendido la soberanía de Dios. No dejaba de creer que, si me escondía en casa, no me arrestarían, mientras que si trabajaba fuera me atraparían. Cuando tenía que entregar varias cartas en un día o ir a regar a los recién llegados, sentía resistencia en mi corazón. Creía que, al hacerlo siempre, corría el peligro de que la policía estuviera vigilándome y me arrestara. Tras leer las palabras de Dios, comprendí que aunque cada día pasara bajo la mirada de todo tipo de cámaras de vigilancia, la policía no podría detenerme sin el permiso de Dios. Pensé en la experiencia de una hermana. La policía la había parado en un control y estaba a punto de arrestarla. Parecía imposible que pudiera escapar, pero se escabulló sin dificultad ante sus ojos. Yo era creyente desde hacía muchos años, pero carecía de una verdadera comprensión de la omnipotencia, la soberanía y la autoridad de Dios. Cuando me hallaba ante un ambiente peligroso, solo quería evitarlo y esconderme para protegerme, como una tortuga que se mete en su caparazón. ¡Qué poca fe tenía! Mientras reflexionaba sobre las palabras de Dios, mi estado mejoró un poco. Más adelante, cuando volví a entregar cartas, no sentí tanto miedo. Solo quería entregar las cartas lo más rápido posible para que la labor de la iglesia no se viera retrasada. Cuando me invadían pensamientos de timidez mientras iba a regar a los nuevos fieles, oraba conscientemente a Dios, y le pedía que protegiera mi corazón para que pudiera calmarse. En mi interior, me concentraba en meditar sobre las palabras de Dios para combinarlas con los problemas de los recién llegados durante mi enseñanza. Todos los nuevos fieles dijeron que habían ganado cosas de las reuniones y que podían volver a reunirse con regularidad.

Más tarde, reflexioné sobre mí misma. ¿Por qué siempre consideraba solo mi propia seguridad en cuanto me enfrentaba a un ambiente peligroso? Leí estas palabras de Dios: “En el entorno de China continental, ¿es posible evitar asumir cualquier riesgo y asegurar que nada malo ocurra mientras se lleva a cabo un deber? Ni siquiera la persona más cauta puede garantizar esto. Sin embargo, la cautela es necesaria. Prepararse bien con antelación mejorará un poco las cosas y puede ayudar a minimizar pérdidas cuando algo sale mal. Si no hay preparación en absoluto, las pérdidas serán sustanciales. ¿Veis con claridad la diferencia entre estas dos situaciones? Por tanto, no importa si se refiere a las reuniones o al desempeño de cualquier clase de deber, es mejor ser cauto y es necesario tomar algunas medidas preventivas. Cuando una persona leal cumple su deber, es capaz de pensar de forma un poco más exhaustiva y concienzuda. Quiere organizar las cosas lo mejor posible para que, si algo sale mal, las pérdidas sean mínimas. Considera que debe alcanzar este resultado. Alguien que carece de lealtad no tiene en cuenta estas cosas. Piensa que no tienen importancia y no las considera su responsabilidad ni su deber. Cuando algo sale mal, no se siente culpable. Esta es una manifestación de falta de lealtad. Los anticristos no muestran lealtad a Dios. Cuando se les asigna un trabajo, lo aceptan con bastante alegría, y hacen algunas declaraciones bonitas, pero cuando llega el peligro, son los que huyen más rápido, los primeros en echar a correr, los primeros en escapar. Esto demuestra que su egoísmo y despreciabilidad son particularmente graves. No tienen ningún sentido de la responsabilidad ni de la lealtad. Cuando se enfrentan a un problema, solo saben huir y esconderse, y piensan únicamente en protegerse a sí mismos, sin tener nunca en cuenta sus responsabilidades y deberes. En aras de su propia seguridad personal, los anticristos muestran constantemente su naturaleza egoísta y despreciable. No dan prioridad a la obra de la casa de Dios ni a sus propios deberes. Y menos aún dan prioridad a los intereses de la casa de Dios. En cambio, priorizan su propia seguridad(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (II)). Las palabras de Dios dejan en evidencia lo particularmente egoístas y despreciables que son los anticristos. No importa a qué se enfrenten, lo único que contemplan es su beneficio personal. En especial, cuando se enfrentan a un ambiente peligroso, en cuanto hay un mínimo indicio de peligro, lo primero que consideran es su seguridad personal. No tienen en cuenta si la labor de la iglesia se verá perjudicada. Vi que el carácter que yo había revelado era el mismo que el de un anticristo. Esta vez, habían detenido a muchos hermanos y hermanas. Lo primero que pensé fue en que yo había estado en contacto con las personas arrestadas, por lo que existía un peligro potencial para mi propia seguridad. Cuando los líderes dispusieron que entregara cartas, temí que me arrestaran y que la policía me matara a golpes. Entonces, en el futuro, no tendría un buen resultado ni un buen destino. Sentía que me ponía en peligro de muerte al cumplir este deber: implicaba demasiado riesgo. Por lo que quise rechazarlo. Más adelante, aunque de cara al exterior parecía someterme, me estaba obligando yo misma a llevarlo a cabo. En cuanto había el menor indicio de peligro, me volvía tímida y temerosa y siempre quería ocultarme. Sabía perfectamente que regar a los recién llegados formaba parte de mi deber. Sin embargo, a causa de mi timidez y mi miedo, era incapaz de calmar mi corazón y reunirme con los recién llegados. Esto significaba que sus problemas no podrían resolverse, y vivían en la negatividad, con reticencia a asistir a las reuniones. A cada instante, pensaba en mi propia seguridad y en cómo protegerme. Dejaba de lado la labor de la iglesia y la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas. ¡Carecía de humanidad! ¡Qué egoísta y despreciable era! Desde lo más hondo del corazón, sentí remordimientos. Estaba dispuesta a desprenderme del beneficio personal, y cumplir con mi deber tanto si me arrestaban como si no. Al pensar esto, mi corazón se sintió mucho más calmado.

Luego, me llegaban oleadas constantes de noticias sobre el arresto de más hermanos y hermanas, y mi corazón volvió a ponerse tenso. Uno de los hermanos detenidos conocía varios lugares de reunión. Unos días antes, yo incluso lo había llevado a uno de esos lugares, y no estaba segura de si me habrían visto y me habrían seguido. Tenía la sensación de que me arrestarían en cualquier momento. En ese caso, aunque no me mataran a golpes, la enfermedad me mataría en la cárcel. Cuanto más pensaba en ello, más y más asustaba, y quise volver a ocultarme. Pero entonces tuve otro pensamiento: “Si me marcho, ¿qué pasará con el trabajo aquí? No puedo vivir de forma egoísta y despreciable como un anticristo. No puedo desatender la labor de la iglesia por protegerme”. Aunque en apariencia cumplía con mi deber, en mi corazón seguía tímida y temerosa. Una vez, durante mi devocional, leí estas palabras de Dios: “En China continental, todo el pueblo escogido de Dios ha sufrido la represión y los arrestos del gran dragón rojo, y además ha experimentado algunas tentaciones. Da igual cuántas veces hayan sido débiles y fallado, todos aquellos que son capaces de perseguir la verdad han crecido gradualmente en estatura y han tenido entrada en la vida. Si de nuevo se encuentran con los entornos y las tentaciones que experimentaron en el pasado, tendrán algo de fe. Si un día su experiencia los lleva hasta el punto de no tenerle miedo a la muerte y poder ver con claridad que la vida y la muerte de las personas están en efecto en manos de Dios y que han sido instrumentadas y dispuestas por Él, ¿no significará eso que ha aumentado su fe? Es igual que en la era del Antiguo Testamento: ¿por qué los leones no mordieron a Daniel cuando lo arrojaron a su guarida? El motivo por el que Dios no permitió que los leones lo mordieran es porque tenía fe. Entonces, ¿qué pensaba Daniel en su corazón? No se quejó de Dios. En su fuero interno dijo: ‘Dios me ha arrojado a la guarida de los leones. Tanto yo como los leones somos creaciones. Si Dios les permite que me coman, entonces es mi momento de morir. Si Dios no lo permite, los leones no me comerán. Esto demuestra que todavía debería vivir en manos de Dios y que mi vida no ha terminado aún, así como que no me toca morir. Eso lo determina el Creador’. Cuando Daniel se enfrentó a este problema, en primer lugar, no negó el nombre de Dios; en segundo lugar, no tuvo sospechas sobre lo que hizo Dios, no emitió juicios sobre ello ni lo condenó y no se rebeló contra Él, además de ser capaz de someterse a los arreglos de Dios. De este modo, Satanás fue derrotado y humillado. Por tanto, ¿qué fueron las acciones y manifestaciones de Daniel? Fueron testimonios. Solo cuando tengas tal estatura te enfrentarás a pruebas así. Digamos que, aunque Dios te coloque en la guarida del león, no tienes miedo y los leones no se atreven a comerte, entonces eso demuestra que tienes verdadera fe y que te has embarcado en la senda de ser hecho perfecto. El crecimiento en la vida es exactamente así. Que te arrojen a la guarida de los leones también es una prueba, igual que cuando se le arrebataron a Job sus inmensas riquezas. ¿Cuál fue la manifestación de Job? (La sumisión). ¿Por qué fue capaz de someterse? Porque Job no tenía dudas sobre lo que hizo Dios. A Job le parecían bien ambas cosas, tanto que Dios le concediera recompensas como que le quitara cosas. Aunque Dios un día le diera y al día siguiente le quitara, Job seguía sometiéndose. Independientemente de cómo obrara Dios, a Job le parecía bien; podía dejar que Dios instrumentara según Su voluntad y someterse a Él. Era compatible con Dios. Daba igual cómo obrara Dios, aunque jugara con él, Job podía seguir sometiéndose […]. La auténtica fe incluye auténtica sumisión y la auténtica sumisión da lugar a auténtica fe. Si tienes auténtica fe y puedes lograr auténtica sumisión, ¿qué prueba puede derrotarte? ¿Qué entorno puede vencerte? Ninguno. Aunque se te arroje a la guarida de los leones, estos no se atreverán a comerte. ¿Acaso no es eso algo bueno? (Sí)” (La comunión de Dios). Las palabras de Dios me hicieron comprender que si eres creyente en China, un país ateo, no puedes evitar el arresto y la persecución. Sin embargo, por peligroso que sea el entorno, si pueden arriesgar sus vidas, sin miedo a la muerte, es que tienen verdadera fe en Dios. Es como Daniel. Daniel creía en la soberanía de Dios y tenía fe en Él. Cuando lo arrojaron al foso de los leones, no se quejó a Dios. Viviera o muriera, se puso a merced de Su orquestación. Dios nos hizo experimentar esta persecución y tribulación para que con ella nuestra verdadera fe en Dios pudiera ser hecha perfecta. Yo debería ser como Daniel y poner mi vida o mi muerte en manos de Dios. Si Dios permitía que la policía me arrestara, entonces me sometería a Sus arreglos. Si Dios no permitía que me arrestaran, estaba dispuesta a cumplir bien con mi deber.

Más tarde, oí un himno de la iglesia que me conmovió mucho.

Al seguir a Cristo, nunca daré marcha atrás, incluso hasta la muerte

1  Satanás, el gran dragón rojo, reprime y arresta salvajemente al pueblo escogido de Dios. Los que siguen a Cristo arriesgan la vida por cumplir con su deber. Puede que algún día me arresten y me persigan por dar testimonio de Dios. En mi fuero interno, comprendo claramente que se trata de una persecución por la justicia. Tal vez mi vida desaparezca como un efímero fuego artificial. En esta vida, seguir y dar testimonio de Cristo llena de orgullo mi corazón. Aunque no pueda ver el espectáculo sin precedentes de la expansión del reino, no tendré remordimientos ni quejas y ofreceré mis mejores deseos. Aunque no llegue a ver el día en el que el reino se haga realidad, hoy, me satisface poder dar testimonio para humillar a Satanás.

2  […] Si un día soy mártir y ya no puedo dar testimonio de Dios, el evangelio del reino será difundido igualmente por infinidad de santos. Aunque no sepa hasta dónde puedo recorrer este duro camino, seguiré dando testimonio de Dios y ofreceré mi corazón, que lo ama. Todo lo que quiero hacer es cumplir la voluntad de Dios y dar testimonio de la aparición y obra de Cristo. Es un honor para mí entregarme a la proclamación y el testimonio de Cristo. Sin miedo ante la adversidad, como oro puro forjado en el horno, más allá de la influencia de Satanás, aparece un grupo de soldados victoriosos.

[…]

Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos

Escuché esta canción una y otra vez. Me inspiraba, aunque también me sentía avergonzada. Mis hermanos y hermanas estaban dispuestos a sacrificar sus vidas para predicar el Evangelio y dar testimonio de Dios. Aunque terminaran martirizados, se mantendrían firmes en su testimonio. Por el contrario, yo solo me enfrentaba a algunas amenazas potenciales a mi seguridad; nada que ver con sacrificar mi vida. Pero aun así, me asusté tanto que quise dejar de cumplir con mis deberes. Yo no era nada en comparación con esos hermanos y hermanas. ¡Me importaba demasiado mi propio pellejo! Pensé en los discípulos de la Era de la Gracia, que sufrieron tanta persecución para dar testimonio de la obra del Señor Jesús. Sin embargo, nunca dejaron de predicar el Evangelio ni de dar testimonio de Dios por miedo a la muerte. Al final, dieron su vida como mártires por Dios. Aunque su carne murió, sus almas no murieron; siguieron viviendo de otra manera. Su testimonio recibió la aprobación de Dios, y sus muertes fueron valiosas y significativas. Por el contrario, las personas tímidas, asustadas y que solo se preocuparon por salvarse el pellejo se convirtieron en Judas y traicionaron a Dios para preservar sus propias vidas. Aunque vivieron por un tiempo, sus espíritus, almas y cuerpos fueron finalmente destruidos para toda la eternidad. Tras comprender esto, dejé de sentirme tímida y constreñida por la muerte. Si un día realmente me arrestaban, ese sería un testimonio que debería dar. Prefería morir antes que convertirme en Judas y traicionar a Dios. Pensé en un pasaje de las palabras de Dios: “No importa lo que Dios te pida, solo necesitas trabajar con todas tus fuerzas para lograrlo, y espero que seas capaz de cumplir tu lealtad a Dios ante Él en estos últimos días. Siempre que puedas ver la sonrisa de satisfacción de Dios mientras está sentado en Su trono, aun si esta es la hora señalada de tu muerte, debes ser capaz de reír y sonreír mientras cierras los ojos(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Interpretaciones de los misterios de “las palabras de Dios al universo entero”, Capítulo 41). No importa a qué ambiente me enfrente, soy un ser creado y debo cumplir bien con mi deber. Debo seguir a Dios y cumplir bien con mi deber aunque dé mi vida por ello. Después, cumplí con mi deber normalmente. Me apresuré avisar a las familias de acogida en las que había estado el hermano arrestado, para que pudieran mudarse. Ningún otro hermano o hermana se vio implicado por esto. Cuando algunos hermanos y hermanas se encontraban en mal estado porque temían ser arrestados, los buscaba y compartía enseñanzas con ellos. Al aumentar el número de personas que aceptaban la obra de Dios de los últimos días, los líderes me pidieron que regara a estos nuevos fieles. Cooperé activamente.

Por medio de esta experiencia, gané cierta comprensión de la autoridad de Dios, así como de mi propia naturaleza satánica, egoísta y despreciable. Desde el fondo de mi corazón, ¡doy gracias a Dios Todopoderoso!

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