62. Proteger el trabajo de la iglesia es mi responsabilidad
En 2019, hacía deberes relacionados con textos en la iglesia. Un día, me enteré de que habían elegido líder a la hermana Yuan Li, de la iglesia de Qingyuan. Cuando oí la noticia, me quedé un poco atónita. Conocía muy bien a Yuan Li. Cumplía su deber con mucho entusiasmo y siempre había sido muy activa al predicar el evangelio. No tenía miedo de sufrir ni del agotamiento. Sin embargo, cuando fue líder antes, siempre persiguió la reputación y el estatus, se ensalzaba a sí misma y alardeaba. Además, cuando surgían problemas, no guiaba a sus hermanos y hermanas para buscar la verdad y aprender lecciones. En cambio, sembraba discordia, de modo que sus hermanos y hermanas vivían sumidos en un estado de confusión sobre lo correcto e incorrecto y el trabajo de la iglesia también se veía afectado. Aunque los líderes superiores le dieron consejos y la ayudaron en muchas ocasiones, ella no lo aceptó y hasta buscó razones para justificarse. Al final, la destituyeron. Luego, no odió su propia corrupción ni se arrepintió de ella de forma genuina. Yuan Li no parecía alguien que persiguiera la verdad. No era apta para ser líder. Según los principios, las personas a quienes se elige líderes deben ser personas que persigan la verdad. De lo contrario, la entrada en la vida de todos los hermanos y hermanas en la iglesia se ve afectada y el trabajo de la iglesia se retrasa. Quería informar a los líderes superiores sobre el comportamiento de Yuan Li, pero luego pensé que la iglesia de Qingyuan había sufrido varias oleadas grandes de detenciones. El PCCh había arrestado a muchos hermanos y hermanas, por lo que había verdaderas dificultades para elegir un líder. Si expresaba una opinión diferente, ¿pensarían los líderes superiores que estaba siendo quisquillosa y los estaba poniendo en una situación difícil? No haría nada que ofendiera a los líderes. Además, hacía tiempo que había dejado la iglesia de Qingyuan. Tal vez Yuan Li había adquirido algo de entendimiento y se había arrepentido durante todo ese tiempo. Luego, pensé que, en efecto, Yuan Li no había perseguido la verdad en el pasado. Podría escribir una carta a los líderes superiores para decirles lo que pensaba y preguntar si Yuan Li había mostrado algún signo de arrepentimiento. Esto cumpliría con mi responsabilidad. Pero cuando me puse a escribirla, empecé a pensar: “Si eligieron a Yuan Li, entonces, seguro que los líderes superiores la deben conocer y la deben haber evaluado. Los líderes superiores comprenden más de la verdad y captan mejor los principios que yo. Si se han puesto de acuerdo, Yuan Li debe ser apta para que la elijan. No hace falta que lo mencione. Además, solo estoy haciendo deberes relacionados con textos, mientras que Yuan Li es una líder de la iglesia. Incluso si no es apta para este deber, eso es asunto de los líderes superiores y no me incumbe. Si informo sobre los problemas de Yuan Li, ¿pensarán que me estoy metiendo en asuntos que no me conciernen y tendrán una mala opinión de mí? Mejor dejo las cosas así”. Así que no informé sobre ella.
Más tarde, nos mudamos a una nueva casa de acogida en la zona de la iglesia de la que Yuan Li estaba a cargo. Cuando Yuan Li vino a traernos cartas, hablamos juntas sobre nuestros estados. Yuan Li dijo que la hermana con la que colaboraba, Zhang Hua, tenía poca aptitud y no podía hacer nada bien. Otra líder, Ranran, tenía buena aptitud, pero satisfacía su carne y no asumía una carga al hacer su deber. Más tarde, habló sobre cómo ella sí asumía una carga al hacer su propio deber. Pensé: “¿Por qué Yuan Li sigue menospreciando a los demás y ensalzándose a sí misma?”. En realidad, yo conocía un poco a Zhang Hua y a Ranran. Zhang Hua era mayor, y era cierto que tenía poca aptitud, pero asumía una carga al hacer su deber. Era verdad que Ranran tenía algunas dificultades para asumir una carga en su deber, pero era capaz de cumplir su deber con normalidad si recibía pláticas y supervisión con frecuencia. No era tan mala como decía Yuan Li. La forma en que lo dijo hizo que pareciera que estas dos líderes no hacían ningún trabajo en absoluto y que ella hacía todo sola. En ese momento, Yuan Li también dijo que Ranran tenía mala humanidad y enumeró una serie de incidentes. En realidad, Yuan Li estaba distorsionando los hechos. Me había enterado por Ranran que Yuan Li siempre se entrometía entre Zhang Hua y ella, le decía a cada una de ellas lo que la otra había hecho mal y causaba problemas. Esto hizo que Ranran y Zhang Hua se predispusieran la una contra la otra y no pudieran colaborar en armonía, lo que resultó en que varios aspectos del trabajo en la iglesia no dieran resultados. Por lo tanto, le señalé a Yuan Li la naturaleza de lo que estaba haciendo y sus consecuencias. Yuan Li puso mala cara y buscó razones para justificarse. Cuando Yuan Li se fue, mi corazón no se sentía en paz en absoluto. Pensé: “A Yuan Li le encanta alardear y menospreciar a los demás y no acepta la verdad. Su comportamiento sigue siendo el mismo. Si evaluamos esto de acuerdo con los principios, es evidente que no se ha arrepentido de forma genuina y que no es apta para un deber tan importante como el de líder de la iglesia. Debería informar a los líderes superiores sobre los problemas de Yuan Li”. Sin embargo, cuando me puse a escribir la carta, me sentí en conflicto: “Normalmente, me llevo bien con Yuan Li. Si informo sobre su situación de forma detallada a los líderes, seguro que vendrán a verificar la situación y a averiguar qué está pasando. Para entonces, si Yuan Li descubre que fui yo quien informó sobre sus problemas, seguramente me odiará. ¿Cómo haré para llevarme bien con ella en el futuro? Además, si informo sobre este asunto, ¿dirán los líderes que no estoy cumpliendo bien con mi deber relacionado con textos y que me estoy metiendo en asuntos que no me conciernen, por lo que tendrán una mala impresión de mí? Eso acabará mal para mí tanto de una manera como de otra. Mejor no digo nada. Cuantos menos problemas, mejor. Con el tiempo, seguro que los líderes descubrirán sus problemas y la destituirán. Simplemente no me meteré en esto”. Sin embargo, después seguía sintiéndome un poco inquieta cada vez que pensaba en esto. Por la noche, estaba acostada en la cama dando vueltas y vueltas, sin poder dormir, así que oré a Dios: “Querido Dios, tengo claro en mi corazón que Yuan Li no es apta para hacer los deberes de líder de la iglesia. Sé que debería escribir una carta e informar sobre sus problemas, pero no he sido capaz de poner esto en práctica. Te ruego que me guíes y orientes”. Leí las palabras de Dios: “Seguir el camino de Dios no tiene que ver con observar preceptos superficiales; más bien, significa que, al enfrentarte a un problema, ante todo lo veas como una situación dispuesta por Dios, como una responsabilidad que Él te ha otorgado o una tarea que Él te ha confiado. Cuando te enfrentes a este problema, deberías considerarlo incluso como una prueba que te ha puesto Dios. Cuando te enfrentes a este problema, debes tener un estándar en tu corazón y debes pensar que este asunto procede de Dios. Debes reflexionar sobre cómo lidiar con ello de forma que puedas cumplir con tu responsabilidad al tiempo que le eres fiel a Dios, y sobre cómo hacerlo sin enfurecerle ni ofender Su carácter” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra). Después de leer las palabras de Dios, entendí que Él dispone todas las cosas con las que me encuentro cada día. No importa lo que enfrente, debo practicar conscientemente de acuerdo con las palabras de Dios, cumplir mi deber conforme a los principios, cumplir con mi responsabilidades y ser leal. Solo de esta manera puedo evitar hacer cosas que ofendan el carácter de Dios. Al pensar en cómo había tratado el asunto de Yuan Li, puede que otros no la conozcan bien, pero yo podía discernirla un poco. Yuan Li solo aparentaba tener algunos buenos comportamientos. Al cumplir su deber, solía ensalzarse y alardear. Cuando tenía problemas, no se centraba en buscar la verdad y aprender lecciones. Vivía en un estado de confusión sobre lo correcto e incorrecto y no aceptaba las indicaciones y la poda de sus hermanos y hermanas. Si ella lideraba a los hermanos y hermanas, todos acabarían siendo perjudicados. Yo sabía bien que Yuan Li no era apta para ser líder, pero no me atrevía a escribir una carta para informar sobre sus problemas. Me quedaba mirando mientras perjudicaban los intereses de la iglesia. ¡Realmente mi corazón no era temeroso de Dios en lo más mínimo! Vi que mi actitud hacia el trabajo de la iglesia era demasiado irrespetuosa. Simplemente no cumplía con mis responsabilidades ni era leal en absoluto. Estaba protegiendo únicamente mis propios intereses. ¡Carecía demasiado de humanidad! Sentí un gran remordimiento en mi corazón y me odié a mí misma. ¿Cómo podía haber sido tan egoísta?
Un día, leí las palabras de Dios: “Contar con ese conocimiento de la consciencia es tan valioso como tener la capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso y albergar un sentido de la rectitud cuando se trata de amar las cosas positivas. Estas tres cosas son las más deseables y valiosas en la humanidad normal. Si posees las tres, indudablemente serás capaz de practicar la verdad. Aunque solo tengas una o dos, aun así, serás capaz de practicar una parte de la verdad. Echemos un vistazo al conocimiento de la conciencia. Por ejemplo, si encuentras una persona malvada que perturba y trastorna la obra de la iglesia, ¿serás capaz de percibirla? ¿Puedes identificar hechos malvados evidentes? Por supuesto que sí. La gente malvada hace cosas malas, y la gente buena, cosas buenas; una persona normal puede distinguir ambas cosas a primera vista. Si posees el conocimiento de la conciencia, ¿acaso no tendrás sentimientos y opiniones? Si los tienes, entonces cumples una de las condiciones más básicas para practicar la verdad. Si puedes decir y sentir que esa persona está haciendo el mal, y eres capaz de percibirlo y de, posteriormente, ponerlo en evidencia, permitiendo al pueblo escogido de Dios discernir este asunto, ¿no se resolverá el problema? ¿Acaso esto no es practicar la verdad y atenerse a los principios? ¿Qué métodos se usan aquí para practicar la verdad? (Poner en evidencia, denunciar e impedir las fechorías). Correcto. Actuar de esa forma es practicar la verdad, y al hacerlo habrás cumplido tus responsabilidades. Si puedes actuar de conformidad con los principios-verdad que comprendes cuando te encuentras con situaciones como esta, eso es practicar la verdad, es hacer las cosas con principios. Pero si no poseyeras el conocimiento de la conciencia y vieras personas malvadas haciendo el mal, ¿serías consciente de ello? (No). ¿Y qué pensaría al respecto la gente sin conciencia? ‘¿Qué más me da a mí si esas personas hacen el mal? No me están haciendo daño, ¿por qué debería ofenderlas? ¿Es realmente necesario? ¿Qué beneficio me aportaría hacerlo?’. ¿Las personas así ponen en evidencia, denuncian e impiden que la gente malvada haga el mal? Desde luego que no. Entienden la verdad, pero no pueden practicarla. ¿Tienen conciencia y razón? No tienen una cosa ni la otra. ¿Por qué digo eso? Porque comprenden la verdad, pero no la practican, lo que quiere decir que carecen de conciencia y de razón, y se rebelan contra Dios. Tan solo se centran en proteger sus propios intereses ante cualquier daño; no tienen en cuenta si la obra de la iglesia sufre pérdidas o si resultan dañados los intereses del pueblo escogido de Dios. Únicamente tratan de protegerse a sí mismas y, si descubren problemas, no les prestan atención. Incluso cuando ven a alguien cometer una fechoría, hacen la vista gorda y piensan que no pasa nada, siempre y cuando no dañe sus intereses. Hagan lo que hagan los demás, no parece ser asunto suyo; no tienen ningún sentido de la responsabilidad y su conciencia no tiene ningún efecto sobre ellas. A juzgar por estas manifestaciones, ¿acaso tienen humanidad? Una persona sin conciencia ni razón es una persona sin humanidad. Todas las personas que carecen de ambas cosas son malvadas, son bestias disfrazadas de seres humanos capaces de todo tipo de cosas malas” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para cumplir bien con el deber, al menos se ha de tener conciencia y razón). Después de leer las palabras de Dios, entendí que una persona verdadera posee conciencia y razón. Es capaz de distinguir lo correcto de lo incorrecto y tiene un sentido de justicia que ama las cosas positivas. Cuando ve que una persona malvada trastorna y perturba el trabajo de la iglesia, puede discernirla y es capaz de denunciarla y exponerla a tiempo para proteger los intereses de la iglesia y evitar que sean perjudicados. Una persona que no tiene conciencia ni razón simplemente ignora los problemas, aunque los descubra. Solo piensa en proteger sus propios intereses y no se involucra cuando ve a personas que hacen el mal y trastornan y perturban el trabajo de la iglesia. No tiene ni una pizca de sentido de responsabilidad. Pensé en cómo la iglesia de Qingyuan había sufrido varias oleadas grandes de detenciones. Los hermanos y hermanas no tenían una buena vida de iglesia y esperaban con ansias a un buen líder que pudiera ayudarlos con su entrada en la vida. Sin embargo, yo sabía bien que Yuan Li no era apta para ser líder, pero tenía miedo de ofenderla, de que se predispusiera en mi contra y de que los líderes tuvieran una mala impresión de mí. Por lo tanto, a pesar de comprender la situación, me hice la tonta y no me atreví a informar sobre los problemas de Yuan Li. Me quedé de brazos cruzados viendo cómo se perjudicaba el trabajo de la iglesia y las vidas de mis hermanos y hermanas sufrían pérdidas. ¡Realmente fui tan egoísta y falsa! En el pasado, creía que podía hacer algunos deberes en la iglesia; en apariencia, tenía algunos buenos comportamientos y no hacía nada que trastornara el trabajo de la iglesia de manera obvia, por lo que parecía que tenía un poco de humanidad. Ahora vi que ni siquiera tenía la conciencia y la razón que una persona normal debería poseer. ¡No era digna de que me consideraran un ser humano! Si no me arrepentía ante Dios, de seguro Él me odiaría y descartaría. Cuando pensé de esta manera, mi corazón se llenó de remordimiento y autocrítica. Oré a Dios, dispuesta a practicar la verdad y cumplir con mi deber. Recordé estas palabras de Dios: “Haz todo lo que sea beneficioso para la obra de Dios y nada que vaya en detrimento de los intereses de la misma. Defiende el nombre, el testimonio y la obra de Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Sobre los decretos administrativos de Dios en la Era del Reino). “Debes defender y asumir la responsabilidad de todo lo que se relacione con los intereses de la casa de Dios o que se refiera a la obra de la casa de Dios y a Su nombre. Cada uno de vosotros tiene esta responsabilidad y obligación, y es eso lo que debéis hacer” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Sobre los decretos administrativos de Dios en la Era del Reino). Las palabras de Dios me hicieron entender que, cuando suceden cosas, uno debe desprenderse del beneficio propio y priorizar el trabajo de la iglesia. Si uno ve cosas en la iglesia que no están de acuerdo con los principios y perjudican los intereses de la iglesia, debe cumplir con su responsabilidad, defender los principios y proteger el trabajo de la iglesia. Solo entonces puede ser un miembro de la casa de Dios y obtener Su aprobación. Si se queda indiferente por miedo a ofender a las personas, eso no es proteger el trabajo de la iglesia, sino que es una ofensa contra Dios. Más tarde, escribí una carta a los líderes informándoles sobre los problemas de Yuan Li. Los líderes enviaron a alguien para que viniera a verificar la situación. Después de hacerlo, descubrieron que Yuan Li se ensalzaba a sí misma y alardeaba sistemáticamente. Cuando surgían problemas, no los abordaba de acuerdo con las palabras de Dios; vivía sumida en un estado de confusión sobre lo correcto e incorrecto. También sembraba discordia entre los hermanos y hermanas y representaba un trastorno y perturbación para el trabajo de la iglesia. Cuando se evaluó esto según los principios, se vio que no era apta para ser líder, por lo que la destituyeron. Cuando me enteré de esto, mi corazón se sintió mucho más en paz. Sentí que, cuando practicaba de acuerdo con los principios, no me reprochaba la conciencia y mi corazón se sentía liberado.
Más tarde, reflexioné: “¿Por qué no puedo practicar de acuerdo con los principios en cuanto mis propios intereses se ven involucrados? ¿Por qué me resulta tan agotador practicar la verdad?”. Leí las palabras de Dios: “Satanás corrompe a las personas mediante la educación y la influencia de gobiernos nacionales, de los famosos y los grandes. Sus palabras demoníacas se han convertido en la vida y naturaleza del hombre. ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’ es un conocido dicho satánico que ha sido infundido en todos y esto se ha convertido en la vida del hombre. Hay otras palabras de las filosofías para los asuntos mundanos que también son así. Satanás utiliza la cultura tradicional de cada nación para educar, desorientar y corromper a las personas, provocando que la humanidad caiga y sea envuelta en un abismo infinito de destrucción, y al final Dios destruye a las personas porque sirven a Satanás y se resisten a Dios. […] Satanás ha corrompido profundamente a la humanidad. El veneno de Satanás fluye por la sangre de todas las personas, y se puede decir que la naturaleza del hombre es corrupta, perversa, antagonista y opuesta a Dios, llena e inundada de las filosofías y los venenos de Satanás. Se ha convertido por entero en la esencia-naturaleza de Satanás. Por este motivo la gente se resiste y se opone a Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre). Después de leer este pasaje de las palabras de Dios, entendí que, para inculcarnos sus venenos, Satanás usa las palabras de varios tipos de personas famosas e importantes. Por ejemplo: “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “Cuando sepas que algo está mal, lo mejor es callar”, “Cuantos menos problemas, mejor”, y “Por la boca muere el pez”. Vivía según estos venenos satánicos y ponía mis propios intereses por encima de todo lo demás. Todo lo que hacía, lo evaluaba según si me beneficiaba o no. Si era algo que me beneficiaba, lo hacía de inmediato sin pensarlo dos veces; si era algo que no me beneficiaba y podía ofender a alguien, seguro que no lo hacía. Era especialmente egoísta y falsa. Sabía bien que Yuan Li no era apta para ser líder y quería informar de ello a los líderes superiores, pero tenía miedo de que, si lo hacía, los líderes superiores dijeran que no estaba cumpliendo mis propios deberes y que me estaba involucrando en asuntos que no me correspondían, por lo que tendrían una mala opinión de mí. También tenía miedo de ofender a Yuan Li y afectar nuestra relación, así que, una y otra vez, elegí quedarme en silencio. Creía que, al hacer esto, no ofendería a nadie y no sufriría ninguna pérdida. En apariencia, mi decisión parecía muy inteligente, pero, en realidad, estaba ofendiendo a Dios. Veía que el trabajo de la iglesia estaba siendo perjudicado y que mis hermanos y hermanas no tenían una buena vida de iglesia, pero no me preocupaba ni me entristecía, ni le prestaba atención. Estaba actuando como cómplice de Satanás. Dios escrutaba todo lo que hacía con total claridad, pero yo seguía pensando que era lista. ¡Qué patética! ¡Qué detestable! Vi que, al vivir según estos venenos satánicos, entendía con claridad la verdad, pero no podía ponerla en práctica. No podía distinguir lo correcto de lo incorrecto, no tenía sentido de justicia ni humanidad. Lo que mostraba en mi vida era, por completo, la horrible imagen de Satanás, que me repugnaba hasta a mí misma y que Dios aborrecía y odiaba aún más. Si seguía viviendo según estas filosofías satánicas y sin practicar la verdad, entonces, en última instancia, solo perdería por completo mi oportunidad de obtener la salvación y Dios me castigaría.
Al reflexionar, también me di cuenta de que tenía algunas opiniones incorrectas. No podía tratar a los líderes y obreros de forma correcta, lo que también hacía que no pudiera practicar la verdad. Leí las palabras de Dios: “Cuando en la iglesia alguien es ascendido y cultivado para que sea líder, solo se le asciende y cultiva en sentido directo; no quiere decir que ya sea acorde al estándar y competente como líder, que ya sea capaz de asumir la labor de liderazgo y hacer un trabajo real; eso no es así. La mayoría de la gente no puede desenmascarar estas cosas y, sobre la base de sus propias figuraciones, admira a quienes han ascendido. Esto es un error. Independientemente de cuántos años lleve creyendo en Dios, ¿alguien que es ascendido realmente posee la realidad-verdad? No necesariamente. ¿Es capaz de implementar los arreglos del trabajo de la casa de Dios? No necesariamente. ¿Tiene sentido de la responsabilidad? ¿Es leal? ¿Es capaz de someterse? Ante un problema, ¿es capaz de buscar la verdad? No se sabe. ¿Tiene esta persona un corazón temeroso de Dios? ¿Y cómo es de grande este corazón? ¿Es capaz de evitar seguir su propia voluntad al hacer las cosas? ¿Es capaz de buscar a Dios? Durante el período en que lleva a cabo el trabajo de liderazgo, ¿es capaz de presentarse ante Dios con frecuencia para buscar Sus intenciones? ¿Es capaz de guiar a la gente hacia la realidad-verdad? Sin duda es incapaz de tales cosas. No ha recibido formación y no han tenido bastantes experiencias, así que no puede hacer esas cosas. Es por eso que ascender y cultivar a alguien no quiere decir que ya entienda la verdad ni que ya sepa cumplir su deber de manera acorde al estándar. […] ¿Por qué digo esto? Para que todos sepan que han de abordar correctamente los diversos tipos de personas con talento ascendidos y cultivados por parte de la casa de Dios, que no han de ser duros en las exigencias a estas personas y que, por supuesto, no deben tener una opinión poco realista de ellas. Es de necios admirarlas excesivamente y venerarlas; es inhumano y poco realista imponerles exigencias demasiado duras. Entonces, ¿cuál es la manera más razonable de tratarlas? Considerarlas como personas corrientes y, cuando debas buscar a alguien con relación a algún problema, hablar con ellas, aprender de los respectivos puntos fuertes y complementarse unos a otros. Además, es responsabilidad de todos supervisar a los líderes y obreros para ver si hacen trabajo real, si pueden utilizar la verdad para resolver los problemas; estos son los estándares y principios para medir si un líder o un obrero cumple con el estándar. Si son capaces de tratar y resolver problemas generales, entonces son competentes. Pero, si no pueden tratar ni resolver problemas corrientes, no son aptos para ser líderes ni obreros, y deben ser despedidos rápidamente de su puesto. Se debe elegir a otro, y la obra de la casa de Dios no se debe demorar. Demorar la obra de la casa de Dios perjudica tanto a uno mismo como a los demás, no es bueno para nadie” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (5)). “Todo el mundo es igual ante la verdad y no hay distinciones de edad o de inferioridad o nobleza entre aquellos que hacen su deber en la casa de Dios. Todo el mundo es igual ante su deber, lo único que sucede es que hacen diferentes trabajos. No hay distinciones entre ellos en función de quién tiene antigüedad. Ante la verdad, todo el mundo debería mantener el corazón humilde, sumiso y receptivo. Todos deberían poseer esta razón y esta actitud” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VIII)). Las palabras de Dios me hicieron entender que todos los niveles de líderes en la iglesia se eligen de entre los hermanos y hermanas. Que hagan el deber de un líder muestra que poseen algo de aptitud para serlo. Pero, al ascenderlos, la casa de Dios solo les da una oportunidad para formarse. No significa que estén a la altura del estándar como líderes. Están en el período de perseguir cambiar su carácter, y es inevitable que tengan algunas desviaciones al cumplir su deber. Debemos tratar esto de forma correcta. Si hay problemas, podemos señalarlos y buscar juntos con los líderes. Además, los hermanos y hermanas tienen la responsabilidad de supervisar a los líderes y proteger el trabajo de la iglesia. Este es un deber que debemos cumplir. Tomemos como ejemplo la elección de Yuan Li. Más tarde, los líderes me dijeron que los acababan de trasladar desde otra iglesia y que, por lo tanto, no conocían bien el comportamiento sistemático de Yuan Li. En ese momento, consideraron que no había personas adecuadas en la iglesia y vieron que, en apariencia, Yuan Li era bastante activa al hacer su deber y lograba ciertos resultados al predicar el evangelio. Por lo tanto, acordaron que la debían elegir líder. También había desviaciones en sus trabajos. Los hechos me mostraron que todos tienen deficiencias y que nadie puede cumplir su deber a la perfección. Los hermanos y hermanas deben complementarse mutuamente. En el pasado, pensaba que los líderes revisaban las cosas y, por lo tanto, no podía haber ningún problema, pero esto era mis nociones e imaginaciones. Por otro lado, cuando hacemos nuestro deber en la casa de Dios, no importa si somos líderes o creyentes comunes y corrientes: solo hacemos deberes diferentes. En la casa de Dios, no hay un estatus más alto o más bajo. No es en absoluto el caso de que los líderes tengan un estatus más alto que los hermanos y hermanas comunes y corrientes y que deba hacerse lo que digan. La casa de Dios es diferente del mundo de los no creyentes. En la casa de Dios, la verdad y la justicia tienen poder. Como me educaron e indoctrinaron en el país del gran dragón rojo, creía que ser líder era lo mismo que ser funcionario, que se tenía poder y se estaba un nivel por encima de los creyentes comunes y corrientes. Aunque descubrí que había problemas con los líderes, no me atrevía a señalarlos, ya que pensaba que expresar mi opinión sería estar en otra sintonía que ellos y ponerlos en una posición incómoda. También creía que mi deber era el deber relacionado con textos y que no debía involucrarme en asuntos que tenían que ver con los líderes. Pensaba que, si me metía en cosas que no me incumbían, ofendería a los líderes y a mí me iría mal. Por mi propia supervivencia, traté a los líderes y obreros de la casa de Dios de la misma manera que los no creyentes tratan a los funcionarios. En mi corazón, simplemente no creía que la verdad tuviera poder en la casa de Dios. ¡Mis opiniones sobre las cosas eran simplemente demasiado ridículas! En realidad, en la casa de Dios, no importa quién expresa una opinión. Mientras esté de acuerdo con los principios-verdad y beneficie el trabajo de la casa de Dios y a los hermanos y hermanas, todos la aceptarán y la adoptarán. Es como cuando informé sobre los problemas de Yuan Li. Los líderes la destituyeron, después entender y verificar la situación. Esto me hizo ver con aún mayor claridad que, en la casa de Dios, es la verdad y la justicia las que tienen poder.
Un día en el 2022, conocí a Wang Min, una líder de la iglesia. Cuando escuché a Wang Min hablar de su estado, descubrí que disfrutaba de las comodidades y no llevaba una carga al hacer su deber. Dijo que, debido a asuntos personales, solía llegar tarde a las reuniones o ausentarse de ellas y que retrasaba el trabajo de la iglesia. Hablé con ella sobre el significado de cumplir el deber, pero ella puso la excusa de que tenía dificultades objetivas. Luego, Wang Min comenzó a hablar sobre cuando recién había empezado a creer en Dios y cómo los rumores infundados del PCCh la habían influenciado para formar algunas nociones sobre la obra de Dios, por lo que se había alejado y había dejado de creer. Más tarde, contrajo una enfermedad grave que no mejoraba. Solo entonces regresó y siguió creyendo en Dios. Mientras hablaba de esta experiencia, no mostró ni la más mínima comprensión o arrepentimiento por haber traicionado a Dios antes. Le pregunté qué reflexiones y entendimientos tenía sobre este incidente, pero no me dio una respuesta directa. Se defendió diciendo que, en ese momento, los rumores del PCCh eran muy fuertes y que esa fue la única razón por la que la desorientaron. Hasta repitió algunas palabras que blasfemaban contra Dios. Al oírla hablar de esta manera, me quedé realmente atónita. Era comprensible que, cuando recién había comenzado a creer en Dios, no pudiera discernir los rumores infundados del PCCh. Sin embargo, ahora, después de creer en Dios por más de una década, seguía repitiendo palabras que blasfemaban contra Dios. Lo que era peor, no se percataba en absoluto cuando las decía. Le leí algunas de las palabras de Dios relacionadas con temer a Dios y le hablé sobre la naturaleza de su manera de hablar y actuar. Después de leer las palabras de Dios, ella siguió sin mostrar reacción. Pensé que era una persona bastante insensible y quise escribir una carta a los líderes para informar sobre los problemas de Wang Min. Pero mi corazón estaba en conflicto y pensé: “He oído que los líderes superiores están pensando en cultivarla. Además, acabo de conocer a Wang Min. Si informo sobre sus problemas de inmediato, ¿no dirán los líderes superiores que soy realmente arrogante por haber discernido que esta persona tiene un problema tras solo haberla visto una vez? ¿No lo verán como que dudo de su capacidad de discernimiento? Además, si lo que digo es incorrecto y afecta a la decisión de la iglesia de ascender y cultivar a alguien, ¿no tendrán después los líderes una mala opinión de mí?”. Cuando pensé en esto, vacilé. Luego, me di cuenta de que estaba pensando de nuevo en cuidar de mis propios intereses, así que oré en silencio a Dios. Recordé las palabras de Dios: “No hagas siempre las cosas para tu propio beneficio y no consideres constantemente tus propios intereses; no consideres los intereses humanos ni tengas en cuenta tu propio orgullo, reputación y estatus. Primero debes considerar los intereses de la casa de Dios y hacer de ellos tu prioridad. Debes ser considerado con las intenciones de Dios y empezar por contemplar si ha habido impurezas en el cumplimiento de tu deber, si has sido leal, has cumplido con tus responsabilidades y lo has dado todo, y si has estado pensando de todo corazón en tu deber y en la obra de la iglesia. Debes meditar sobre estas cosas. Si piensas en ellas con frecuencia y las comprendes, te será más fácil cumplir bien con el deber” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando el carácter corrupto). Las palabras de Dios me dieron una senda de práctica y me hicieron sentir avergonzada y con remordimiento. Ya podía discernir que esta persona no era alguien que persiguiera la verdad y que no era apta para ser líder. Los líderes aún pensaban en cultivarla. Si realmente la ascendieran, ¿no se verían perjudicados los intereses de la casa de Dios? No podía seguir viviendo de una manera tan egoísta y despreciable. Debía proteger el trabajo de la iglesia y cumplir bien con mis responsabilidades y mi deber. Entonces, informé sobre los problemas de Wang Min a los líderes superiores. Tras conocer la situación, ellos vieron que Wang Min realmente no era apta para que la cultivaran y decidieron que no la ascenderían, por el momento.
En 2023, oí que habían arrestado a Wang Min y que se había convertido en una judas. La habían expulsado. Cuando me enteré de esto, me di cuenta de que, si no hubiera informado de la situación a tiempo para protegerme a mí misma, la iglesia habría sido perjudicada aún más si hubieran ascendido a Wang Min. No habría tenido la conciencia tranquila por el resto de mi vida. Al mismo tiempo, comprendí que tenía que informar a tiempo sobre las personas que no son adecuadas y defender los principios. ¡Es tan vital practicar este aspecto de la verdad! Incluso si tenemos un entendimiento superficial de la verdad, no podemos ver con claridad a algunas personas o cosas y somos algo imprecisos al informar sobre los problemas, eso no importa. Lo más importante es que, si podemos proteger el trabajo de la iglesia, nuestro corazón es realmente valioso. Después, cuando veía a alguien en la iglesia que actuaba de manera contraria a los principios, podía informárselo a los líderes a tiempo y cumplir con mi responsabilidad de proteger el trabajo de la iglesia. Al comportarme de esta manera, sentí que mi corazón estaba tranquilo y en paz. ¡Gracias a Dios por haberme guiado para lograr este cambio!