63. Estoy dispuesta a asumir la carga en mi deber

Por Xiao Yuxin, China

A mediados de julio de 2023, cumplía un deber relacionado con textos en la iglesia y trabajaba con otras dos hermanas: una de ellas era una nueva miembro, Wang Xue, y la otra era Lin Xi. A finales de agosto, los líderes pidieron a Lin Xi que realizara otra tarea por un tiempo, así que solo quedamos Wang Xue y yo en el equipo. Por lo general, después de que la supervisora hablara con nosotras sobre el trabajo, me pedía que me encargara de las tareas más difíciles y las pusiera en práctica, mientras que le asignaba a Wang Xue las tareas más sencillas. Al principio, pude asumirlo de manera correcta, pero, con el tiempo, tenía que preocuparme por gran parte del trabajo en el equipo, y la supervisora siempre me asignaba las tareas más difíciles, que llevaban mucho tiempo y esfuerzo hacer bien. Como consecuencia, tenía muy poco tiempo libre, me sentía algo desequilibrada en mi corazón y empecé a quejarme: “¿Por qué me asignan a mí todas las tareas difíciles? Aunque Wang Xue no lleva mucho tiempo formándose y aún no capta bien los principios, ha realizado deberes relacionados con textos antes y tiene una base. ¿No podría también formarse para hacer algunas tareas un poco más difíciles? Me asignan todo a mí, y tengo la cabeza todo el día a punto de estallar de tanto estrés. ¡Es demasiado agotador cumplir mi deber de esta manera!”. Cuanto más lo pensaba: más molesta me sentía.

Un día, los líderes me pidieron que escribiera algunas cartas para implementar una tarea relacionada con textos, que era bastante urgente. Me puse manos a la obra y escribí dos cartas seguidas, lo que me llevó mucha reflexión. Suspiré aliviada después de terminar de escribir las cartas y pensé: “Todavía queda una carta de comunicación por escribir y, se mire por donde se mire, le toca escribirla a Wang Xue. Así, yo también me relajo un poco”. Pero no esperaba que la supervisora me volviera a designar a mí para escribir la carta de comunicación y sentí mucha reticencia en el corazón. “¿Por qué otra vez yo? ¿Por qué no dejan que Wang Xue se forme en la redacción de cartas de comunicación? ¡Esa sería la única manera de que todo fuera justo y razonable! Aunque las habilidades profesionales de Wang Xue tienen ciertas carencias, ¿no sería mejor que yo complementara y mejorara lo que ella escriba? De esa manera, ahorraría algo de energía”. Sin embargo, la supervisora ya había dispuesto las cosas, así que realmente no podía rechazarlo. En esos días, cada vez que pensaba en cómo la supervisora siempre me asignaba una tarea tras otra y cómo, la mayoría de las veces era trabajo que requería mucho esfuerzo mental, me sentía reprimida e irritable, y deseaba que Lin Xi regresara pronto para que las cosas se tranquilizaran un poco para mí. Luego, ya no tenía la misma actitud positiva hacia mi deber como antes. Pensaba que, dado que solo éramos dos en el equipo, mientras no estuviera inactiva y lograra hacer un poco de trabajo cada día, con eso bastaría. Así, tampoco me cansaría tanto. Debido a que reduje mis exigencias conmigo misma y no planifiqué las cosas con rigurosidad, las tareas que podían completarse el mismo día se retrasaban hasta el día siguiente y, con frecuencia, se me solía pasar por la cabeza la idea de que ya no quería realizar este deber. Aunque me daba cuenta de que mi actitud hacia mi deber no era correcta y también leía algunas de las palabras de Dios sobre cómo cumplir el deber que uno tiene, nunca reflexioné seriamente sobre mis propios problemas, y estos estados no se resolvían. Cuando hablábamos del trabajo juntas, ni siquiera quería decir nada, por miedo a que la supervisora viera que tenía algunas ideas y me pusiera a hacer el trabajo. Más tarde, reflexioné sobre mi actitud hacia mi deber. Aunque hacía lo que la supervisora me había asignado, mi corazón seguía albergando muchas quejas. Dios no aprueba que siempre estemos cumpliendo con nuestro deber con tanta renuencia. Oré a Dios sobre mi estado para que me esclareciera y guiara para reflexionar y entenderme a mí misma.

Mientras hacía introspección durante mis prácticas devocionales, leí estas palabras de Dios: “El deber incluye un amplio ámbito y muchas áreas, pero, sea cual sea el deber que cumplas, simple y llanamente es tu obligación y algo que debes hacer. Siempre que te esfuerces por desempeñarlo bien, Dios te dará Su aprobación y te reconocerá como alguien que cree de verdad en Él. Seas quien seas, si siempre tratas de evitar tu deber o huir de él, entonces es un problema. Por decirlo suavemente, eres demasiado perezoso, demasiado escurridizo, eres ocioso, amas el placer y odias el trabajo. Si lo decimos con mayor seriedad, no estás dispuesto a cumplir con tu deber, y no tienes lealtad ni sumisión. Si ni siquiera puedes esforzarte físicamente para cargar con un poco de trabajo, ¿qué puedes hacer? ¿Qué eres capaz de hacer bien? Si una persona tiene realmente lealtad y sentido de la responsabilidad hacia su deber, mientras sea requerido por Dios y cuando sea necesario para la casa de Dios, hará cualquier cosa que se le pida, sin tomar sus propias decisiones. ¿Acaso uno de los principios de cumplir con un deber no es el de emprender y hacer bien aquel que uno puede y debe hacer? (Sí). […] Siempre es más fácil decir que hacer. Cuando las personas desempeñan una tarea, lo crucial es por un lado su calidad humana, y por otro si aman la verdad o no. Hablemos primero de la calidad humana. Si una persona tiene buena calidad humana, ve el lado positivo de todo, y es capaz de aceptar y comprender las cosas desde una perspectiva positiva y sobre la base de la verdad; es decir, su corazón, su calidad humana y su espíritu son rectos. Esto es desde la perspectiva de la calidad humana. A continuación, hablemos sobre otro aspecto: si se ama la verdad o no. Amar la verdad se refiere a ser capaz de aceptarla, es decir, más allá de si comprendes o no las palabras de Dios y de si entiendes o no Su intención, independientemente de si tu punto de vista, opinión y perspectiva sobre el trabajo o deber que debes desempeñar se ajustan a la verdad, eres igualmente capaz de aceptarlo de Dios; si eres sumiso y sincero, entonces con eso basta, eso te califica para cumplir con tu deber, y es el requisito mínimo. Si eres sumiso y sincero, cuando llevas a cabo tu tarea no serás superficial y no holgazanearás engañosamente, sino que pondrás todo tu corazón y fuerza en ello. Si el estado interior de una persona es incorrecto y surge negatividad en ella, esta pierde el incentivo y quiere ser superficial; en el fondo sabe muy bien que su estado no es el correcto y aun así no intenta corregirlo buscando la verdad. La gente así no tiene amor por la verdad y tiene solo una ligera disposición a cumplir con su deber. No les interesa hacer ningún esfuerzo ni sufrir dificultades, y siempre están intentando holgazanear engañosamente. De hecho, Dios ya ha escrutado todo esto. ¿Por qué no le presta atención a esta gente entonces? Dios solo está esperando que Su pueblo escogido se despierte, la discierna, la exponga y la descarte. Sin embargo, esta gente piensa todavía para sus adentros: ‘Mira qué listo soy. Comemos la misma comida, pero después de trabajar vosotros estáis completamente exhaustos, y yo no estoy nada cansado. Yo soy el inteligente. Yo no trabajo tan duro; el que trabaja duro es un idiota’. ¿Está bien que vean a la gente honesta de este modo? No. En efecto, los que trabajan duro cuando cumplen con el deber están practicando la verdad y satisfacen a Dios, por eso son los más inteligentes de todos. ¿Qué les hace ser inteligentes? Dicen: ‘No hago nada que Dios no me pida, y hago todo lo que Él me pide. Hago cualquier cosa que Él me pide, pongo en ello mi corazón y toda mi energía, no me dejo llevar por la inercia en absoluto. No lo hago por ninguna persona, lo hago por Dios. Él me ama mucho; debería hacer esto para satisfacerlo’. Esta es la mentalidad correcta. Como resultado, cuando la iglesia depura a la gente, todos los que son escurridizos en el cumplimiento de su deber son descartados, mientras que los que son gente honesta que acepta el escrutinio de Dios permanecen. Los estados de aquellas personas honestas mejoran cada vez más y cuentan con la protección de Dios en todo lo que les suceda. ¿Y qué les hace ganarse esta protección? Es porque, en sus corazones, son honestos. No temen las dificultades ni el cansancio cuando cumplen su deber, y no son quisquillosos con nada de lo que se les encarga. No preguntan por qué, simplemente hacen lo que se les dice, obedecen, sin hacer ninguna investigación ni análisis, sin tener en cuenta nada más. No hacen maquinaciones y son capaces de obedecer en todas las cosas. Su estado interior es siempre muy normal. Dios los protege cuando se enfrentan al peligro, Dios también les protege cuando les sobreviene una enfermedad o una plaga, y en el futuro solo disfrutarán de bendiciones. Algunas personas simplemente no pueden ver este asunto por lo que es. Cuando ven a gente honesta soportando adversidad y agotamiento de manera voluntaria al cumplir con su deber, piensan que estas personas son necias. Decidme, ¿es eso necedad? Eso es sinceridad, es fe verdadera. Sin fe verdadera, hay muchas cosas que uno nunca puede entender o explicar realmente. Solo aquellos que comprenden la verdad, aquellos que viven siempre ante Dios y se relacionan con Él de manera normal y aquellos que se someten realmente a Él y le temen de manera genuina saben con la máxima claridad, en su corazón, lo que está sucediendo realmente(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (IV)). Dios expone que quienes cumplen su deber, pero no quieren sufrir ni pagar un precio y siempre intentan escapar son personas perezosas, que aman el ocio y aborrecen el trabajo. Las personas así no tienen humanidad ni lealtad al cumplir su deber. Reflexioné sobre mi propio estado y comportamiento al compararlo con las palabras de Dios. Después de que reasignaran a Lin Xi, solo quedábamos Wang Xue y yo en el equipo. Si bien al principio estaba dispuesta a asumir mi deber, con el tiempo tuve que preocuparme por muchas tareas y la supervisora siempre me asignaba las tareas más difíciles, que requerían que hiciera un esfuerzo y pagara un precio, lo que hacía que todos los días tuviera la cabeza a punto de estallar de tanto estrés. Empecé a pensar que cumplir mi deber de esta manera implicaba demasiado sufrimiento, por lo que me quejaba y refunfuñaba. Para evitar que mi carne sufriera y se agotara, pensaba constantemente en pasar el trabajo a Wang Xue para poder estar más relajada, pero la supervisora seguía asignándome todas las tareas difíciles. Cuando no se satisfacían los intereses de mi carne, me sentía reticente e insatisfecha. Aunque hacía el trabajo, lo hacía porque no me quedaba otra opción y ansiaba de corazón que llegara el momento en que Lin Xi regresara para que pudiéramos compartir la carga de trabajo y, así, sufrir menos. Cuando hablábamos juntas sobre el trabajo, era escurridiza y no expresaba mis opiniones por miedo a que la supervisora me pidiera hacer más trabajo. Incluso ya ni quería cumplir este deber. Vi que era exactamente el tipo de persona perezosa que ama el ocio y aborrece el trabajo, tal como Dios expuso. Quienes cumplen su deber con lealtad lo consideran como parte de sus responsabilidades básicas. Por mucho que tengan que sufrir o por alto que sea el precio que deban pagar, siempre toman la iniciativa de asumir la carga de lo que les corresponde hacer y se dedican a ello con el corazón y la mente. No son perezosos ni escurridizos y son concienzudos al asumir la responsabilidad de cumplir bien con su deber. Esto tranquiliza a las personas y satisface a Dios. En cambio, yo siempre era considerada con mi carne al cumplir mi deber. Era perezosa y escurridiza, y no era capaz de dedicarme a mi deber con todo el corazón y la mente. Vi que era una persona con mal carácter, que usaba el pretexto de cumplir mi deber para disfrutar de la comodidad y comer a expensas de la casa de Dios. ¡Era demasiado despreciable y sórdida! Dios me dio la oportunidad de cumplir mi deber y obtener la verdad, pero yo solo tenía en cuenta la carne y no la valoré. Si llegara a perder esta oportunidad, sería demasiado tarde para arrepentirme. No podía seguir tratando mi deber de esta manera. Tenía que cambiar de rumbo de inmediato.

Más tarde, la supervisora se reunió con nosotras y leyó algunas de las palabras de Dios. Hubo un pasaje que describía exactamente mi estado. Dios Todopoderoso dice: “Mientras las personas no hayan experimentado la obra de Dios y no hayan comprendido la verdad, la naturaleza de Satanás es la que toma las riendas y las domina desde el interior. ¿Qué cosas específicas conlleva esa naturaleza? Por ejemplo, ¿por qué eres egoísta? ¿Por qué proteges tu propia posición? ¿Por qué tienes sentimientos tan fuertes? ¿Por qué te gustan esas cosas injustas? ¿Por qué te gustan esas maldades? ¿Cuál es la base para que te gusten estas cosas? ¿De dónde proceden? ¿Por qué las aceptas de tan buen grado? Para este momento, todos habéis llegado a comprender que esto se debe, principalmente, al veneno de Satanás que hay dentro del hombre. Entonces, ¿qué es el veneno de Satanás? ¿Cómo se puede expresar? Por ejemplo, si preguntas ‘¿Cómo debería vivir la gente? ¿Para qué debería vivir?’, te responderán: ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’. Esta sola frase expresa la raíz del problema. La filosofía y la lógica de Satanás se han convertido en la vida de las personas. Sea lo que sea lo que persigue la gente, lo hace para sí misma, por tanto solo vive para sí misma. ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’: esta es la filosofía de vida del hombre y también representa la naturaleza humana. Estas palabras se han convertido ya en la naturaleza de la humanidad corrupta y son el auténtico retrato de su naturaleza satánica. Dicha naturaleza satánica se ha convertido ya en la base de la existencia de la humanidad corrupta. La humanidad corrupta ha vivido según este veneno de Satanás durante varios miles de años y hasta nuestros días(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro). Después de leer las palabras de Dios, entendí algo sobre la raíz de mi reticencia a asumir cargas. Había vivido siempre según las reglas satánicas de supervivencia, como “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” y “Aprovecha la situación y sal ganando siempre”. Estas ideas se habían arraigado en lo profundo de mi corazón y se habían convertido en mi naturaleza. Al vivir según estos venenos satánicos, me había vuelto cada vez más egoísta y despreciable, y consideraba los intereses de mi carne en mi comportamiento y en todo lo que hacía. Al principio, éramos tres que trabajábamos juntas y todas podíamos compartir la carga de trabajo. No era demasiado agotador para la carne, y podía trabajar con normalidad. Sin embargo, después de que Lin Xi se marchara a cumplir otros deberes, mi naturaleza egoísta y despreciable quedó revelada. Cuando la supervisora me asignaba el trabajo más difícil, me quejaba, me sentía reticente y que yo era la que salía perdiendo. Simplemente no consideraba mi deber como mi responsabilidad en absoluto. En realidad, llevaba mucho tiempo haciendo mi deber relacionado con textos y ya captaba algunos principios. Era correcto que asumiera una mayor carga de trabajo: este era el deber que debía hacer. Sin embargo, fui egoísta, despreciable y no quise sufrir. No estaba dispuesta a dedicar todos mis esfuerzos y no pensaba en los resultados del trabajo. Realmente no tenía ningún sentido de la responsabilidad. Disfrutaba del riego y la provisión de las palabras de Dios, pero no me esforzaba con honestidad por Él para retribuir Su amor. Cuando mi deber entraba en conflicto con mis intereses carnales, no pensaba en el trabajo de la iglesia y ni siquiera quería cumplir bien con mi deber y mis responsabilidades. Sencillamente, ¡era demasiado egoísta y despreciable! Pensé en cómo el deber viene de parte de Dios y que la actitud que uno tiene hacia el deber es la actitud que tiene hacia Dios. ¡Querer rechazar mi deber y eludir mis responsabilidades es traicionar a Dios! Al pensar en esto, me sentí muy afligida y llena de remordimiento. Estaba dispuesta a arrepentirme ante Dios, cumplir con el deber que me correspondía y ser una persona con conciencia y razón.

Más tarde, la supervisora se sinceró y habló conmigo sobre el hecho de que me asignaba el trabajo de esa manera, sobre todo, porque que Wang Xue acababa de empezar a formarse y necesitaba tiempo para familiarizarse con el trabajo, mientras que yo llevaba mucho tiempo haciendo este deber y estaba más familiarizada con todos sus aspectos, incluidas las habilidades profesionales. Por eso me asignaba más tareas a mí. La supervisora también me leyó las palabras de Dios: “Si perseguís la verdad, debéis cambiar la manera de hacer las cosas. Debéis abandonar vuestros propios intereses, vuestras intenciones personales y vuestros deseos. En primer lugar, debéis hablar sobre la verdad al hacer las cosas, y entender las intenciones y los requisitos de Dios antes de repartiros las tareas, con la atención puesta en quién es bueno y malo en qué. Debéis aceptar lo que sois capaces de hacer y estar sujetos a vuestro deber. No luchéis ni intentéis aferraros a las cosas. Debéis aprender a ceder y a ser tolerantes. Si alguien acaba de comenzar a cumplir un deber o acaba de aprender las habilidades de un campo, pero no es capaz de realizar ciertas tareas, no debes forzarlo. Debes asignarle tareas que sean un poco más sencillas. De esta manera, le costará menos obtener resultados al cumplir su deber. Esto es ser tolerante y paciente, y tener principios. Forma parte de lo que la humanidad normal debe tener; es lo que Dios requiere a las personas y lo que estas deben practicar. Si tienes cierta habilidad en algún campo y has estado trabajando en él por más tiempo que la mayoría, se te debe asignar el trabajo más complicado. Debes aceptar de parte de Dios y someterte. No seas quisquilloso y te quejes diciendo: ‘¿Por qué me complican las cosas a mí? Les dan las tareas fáciles a los demás y a mí me dan las difíciles. ¿Acaso no intentan complicarme la vida?’. ‘Intentan complicarme la vida’, ¿qué quieres decir con eso? La organización del trabajo se adapta a cada persona: los que son más capaces hacen más. Si has aprendido mucho y Dios te ha dado mucho, corresponde que se te asigne una carga más pesada, no para complicarte la vida, sino porque eso es precisamente lo adecuado para ti. Es tu deber, así que no intentes elegir, negarte o zafarte. ¿Por qué te parece difícil? En realidad, si te esforzaras un poco, serías totalmente capaz de lograrlo. El hecho de que lo consideres difícil, que es injusto, que se meten contigo adrede, es revelación de un carácter corrupto. Es negarte a cumplir con el deber y no aceptar nada de parte de Dios. Eso supone no practicar la verdad. Cuando eliges qué deber cumplir y haces lo que es sencillo y fácil, y haces solo aquello que te hace quedar bien, este es un carácter satánico corrupto. El hecho de que no seas capaz de aceptar tu deber ni someterte demuestra que aún eres rebelde hacia Dios, que te opones a Él, lo rechazas y lo evitas. Ese es un carácter corrupto. Cuando te das cuenta de que se trata de un carácter corrupto, ¿qué debes hacer? Si crees que las tareas asignadas a otros se pueden cumplir fácilmente, mientras que las asignadas a ti te mantendrán ocupado durante mucho tiempo y requieren que dediques tiempo a investigar, y eso te hace infeliz, ¿está bien que te sientas así? Desde luego que no. Entonces, ¿qué debes hacer cuando sientas que esto no está bien? Si te resistes y dices: ‘Cada vez que reparten trabajos, me asignan los que son difíciles, ingratos y exigentes, y encargan a otros los que son ligeros, simples y notorios. ¿Creen que soy alguien a quien puedan avasallar? ¡Esta no es una manera justa de distribuir los trabajos!’. Si esa es tu forma de pensar, es errónea. Independientemente de si hay alguna desviación en la distribución de los trabajos, o de si se reparten razonablemente o no, ¿qué escudriña Dios? Lo que escudriña es el corazón de una persona. Se fija en si alguien tiene un corazón sumiso, si puede asumir algunas cargas por Dios y si ama a Dios. Según los requisitos de Dios, tus excusas no son válidas, tu manera de cumplir tu deber no está a la altura de las expectativas y te falta la realidad-verdad. No tienes sumisión alguna y te quejas cuando haces algunas tareas exigentes o ingratas. ¿Cuál es el problema aquí? En primer lugar, tu mentalidad es errónea. ¿Qué significa esto? Significa que tu actitud hacia tu deber es errónea. Si siempre piensas en tu propio orgullo y tus propios intereses, y no tienes consideración con las intenciones de Dios, ni tienes sumisión alguna, esa no es la actitud correcta que debes tener hacia tu deber. Si te esforzaras por Dios sinceramente y tuvieras un corazón amante de Dios, ¿cómo abordarías las tareas que son ingratas, exigentes o duras? Tu mentalidad sería diferente: elegirías hacer lo que sea difícil y buscarías asumir cargas pesadas. Aceptarías hacer lo que otras personas están poco dispuestas a hacer y lo harías simplemente por amor a Dios y para satisfacerlo. Rebosarías alegría por el hecho de hacerlo, sin ningún atisbo de queja. Las tareas ingratas, exigentes y difíciles revelan a las personas tal como son. ¿Hasta qué punto eres diferente de las personas que solo aceptan tareas ligeras y notorias? No eres mucho mejor que ellas. ¿Acaso no es así? Así es como debes ver estas cosas. Por tanto, lo que más revela a las personas tal como son es su manera de cumplir su deber. Algunas personas dicen grandes cosas la mayor parte del tiempo y manifiestan que están dispuestas a amar y a someterse a Dios, pero en el momento en el que se encuentran con una dificultad en el cumplimiento de su deber, se dedican a expresar toda clase de quejas y palabras negativas. Es obvio que son hipócritas. Si alguien ama la verdad, al enfrentarse a una dificultad en el cumplimiento de su deber orará a Dios y buscará la verdad, a la vez que abordará su deber con seriedad, aun en el caso de que no esté organizado de manera adecuada. No se quejará, incluso cuando realice tareas pesadas, ingratas o difíciles, y puede hacer bien sus tareas y cumplir bien su deber con un corazón sumiso a Dios. Siente un gran regocijo al hacerlo, y Dios se reconforta al verlo. Esta es la clase de persona que cuenta con la aprobación de Dios. Si alguien se muestra malhumorado o irritable apenas deba acometer tareas ingratas, duras o exigentes, y no permite que nadie lo critique, no es una persona que se esfuerce por Dios sinceramente. Lo único que puede pasarle es que se le ponga en evidencia y se le descarte(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Las palabras de Dios me hicieron sentir avergonzada. Pensé en cómo la iglesia me había cultivado durante años para realizar mi deber relacionado con textos y en que entendía más principios que Wang Xue. Era mi responsabilidad asumir la carga de que me asignaran las tareas más difíciles y no debería haber tratado de discutir ni evadirla. La supervisora asignaba las cosas de esa manera teniendo en cuenta lo que necesitaba el trabajo la iglesia, y lo que había dispuesto era razonable. Wang Xue acababa de empezar a formarse y todavía estaba familiarizándose con los principios. Si le hubieran asignado un trabajo difícil y complicado, eso habría retrasado el progreso del trabajo y le habría causado estrés. Así que, primero, debía recibir tareas más sencillas para poder formarse y, una vez que captara un mayor número de principios, podría asumir las tareas más difíciles que le asignaran. Sin embargo, yo no pensé en esto en lo más mínimo y hasta me contrarié. ¡Realmente carecía de humanidad y razón! Ahora entendí que, al cumplir nuestro deber, debemos proteger los intereses de la iglesia, aprender a ser tolerantes y comprensivos entre nosotros y hacer nuestra parte en nuestros deberes. Al trabajar juntas de esta manera, el trabajo se puede completar bien. Antes, solía pensar que no era justo que la supervisora siempre me asignara las tareas difíciles. Ahora me daba cuenta de que esta manera de pensar era errónea. En el deber, no existe eso de hacer más o menos trabajo ni de ser justo o injusto. Dios conoce la estatura y la aptitud de cada uno de nosotros y sabe cuánto podemos hacer. Asumir una carga es una bendición de Dios y también una oportunidad que Él nos da para formarnos. Aunque hacer un mayor número de las tareas difíciles requiere pensar y reflexionar con cuidado, también te ayuda a pensar más en los principios y a mejorar el nivel de tus habilidades profesionales. Además, si asumes más presión en tu deber, también puedes formarte para tener un corazón dispuesto a asumir responsabilidades. Todas estas son cosas buenas. Sin embargo, yo vivía según mi carácter satánico, egoísta y despreciable, no podía ver las intenciones meticulosas de Dios y hasta quería escapar constantemente de mi deber. Realmente no sabía lo que me convenía y defraudé las intenciones de Dios. Con la guía de Sus palabras, cambié un poco mi estado y decidí que lo que debía hacer ahora era someterme y atenerme a mi deber.

Más adelante, asignaron a Wang Xue a otra tarea por un tiempo y tuve que encargarme de muchas cosas. Tuve que planificar mis tareas diarias y procurar terminarlas todas el mismo día. Todos los días tenía la cabeza a punto de estallar de tanto estrés y ansiaba con desesperación que Lin Xi regresara pronto para poder estar más relajada. Cuando pensé en esto, recordé unas palabras de Dios que había leído antes: “Todo adulto debe asumir las responsabilidades como tal, con independencia de las presiones a las que se enfrente, como las adversidades, enfermedades e incluso las diversas dificultades: son cosas que todo el mundo debe experimentar y soportar. Forman parte de la vida de una persona normal. Si no puedes soportar la presión o tolerar sufrimiento, significa que eres demasiado frágil e inútil. Cualquiera que viva debe soportar este sufrimiento, y nadie puede evitarlo. Ya sea en la sociedad o en la casa de Dios, es igual para todos. Esta es la responsabilidad que debes asumir, la pesada carga que debe llevar un adulto, la que debe soportar, y no debes eludirla. Si siempre intentas escapar o desechar todo esto, entonces tus emociones represivas saldrán a la luz, y siempre estarás enmarañado en ellas. Sin embargo, si puedes comprender y aceptar todo esto de una forma adecuada y verlo como una parte necesaria de tu vida y existencia, entonces estas cuestiones no deberían ser motivo para que desarrolles emociones negativas. En un sentido, debes aprender a asumir las responsabilidades y obligaciones que los adultos deben tener y sobrellevar. En otro aspecto, debes aprender a coexistir en armonía con los demás en tu entorno vital y de trabajo con una humanidad normal. No te limites a hacer lo que te apetezca. ¿Cuál es el propósito de la coexistencia armoniosa? El de completar mejor el trabajo y cumplir mejor las obligaciones y responsabilidades que tú, como adulto, debes completar y desempeñar, minimizar las pérdidas causadas por los problemas a los que te enfrentas en tu trabajo y maximizar los resultados y la eficiencia de este. Eso es lo que debes conseguir. Si posees una humanidad normal, deberías lograrlo cuando trabajes entre la gente. En cuanto a la presión del trabajo, tanto si viene de lo Alto o de la casa de Dios, como si se trata de la presión que ejercen sobre ti tus hermanos y hermanas, es algo que debes soportar. No puedes decir: ‘Esto supone demasiada presión, así que no lo voy a hacer. Solo busco ocio, tranquilidad, felicidad y comodidad al cumplir con mi deber y trabajar en la casa de Dios’. Esto no vale; no es un pensamiento que un adulto normal deba poseer, y la casa de Dios no es un lugar para que te entregues a la comodidad. Toda persona asume cierta dosis de presión y riesgo en su vida y en su trabajo. En cualquier trabajo, especialmente durante el desempeño de tu deber en la casa de Dios, debes esforzarte por obtener resultados óptimos. A un nivel mayor, esa es la enseñanza y la exigencia de Dios. A un nivel menor, es la actitud, el punto de vista, el estándar y el principio que toda persona debe adoptar en su comportamiento y sus acciones. Cuando cumples con un deber en la casa de Dios, debes aprender a atenerte a los preceptos y sistemas de la casa de Dios, debes aprender a acatar, conocer las normas y comportarte de manera correcta. Esta es una parte esencial del comportamiento de uno(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (5)). Las palabras de Dios me permitieron entender que Él espera que nos comportemos según Sus exigencias y que, como adultos, asumamos las responsabilidades propias de los adultos, llenemos nuestro corazón de asuntos apropiados y hagamos nuestro trabajo apropiado. Debemos tener sentido de la responsabilidad cuando asumimos una tarea y, por muchos problemas o dificultades que encontremos, debemos orar a Dios, confiar en Él, buscar la verdad para resolverlos y completar todas las cosas que podamos hacer bien. Esto es lo que deberían hacer las personas con conciencia y razón. Pensé en cómo Dios había dispuesto este entorno para mí en los últimos dos meses. Por un lado, reveló mi carácter corrupto, egoísta y despreciable. Además, me enseñó a asumir una carga y responsabilidades y a ser una persona con conciencia y razón. No podía defraudar la intención de Dios. Debía confiar en Él y rebelarme contra la carne para cumplir bien con mi deber. Después, cambié mi mentalidad y planifiqué lo que haría cada día. Aunque tengo mucho trabajo que hacer y no me sobra el tiempo, puedo calmar mi corazón al cumplir mi deber. A veces, algunas tareas difíciles requieren mucho pensamiento y reflexión, pero las considero como oportunidades para obtener la verdad y entrar en los principios, así que, al final de cada día, siento que he ganado algo. Experimenté que, cuando practicas conforme a las palabras de Dios, tu corazón está en paz y tranquilo. El entorno que me tocó vivir en esos dos meses fue una revelación para mí y también la salvación de Dios. En mi corazón, doy gracias a Dios y lo alabo en silencio.

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