66. Escapé de la esclavitud de los celos

Por An Xia, China

En otoño de 2021, yo estaba haciendo deberes relacionados con textos. Por esa época, una hermana llamada Cheng Xin se unió a nuestro equipo. Cheng Xin era de buen calibre y su comprensión era pura. Aunque no captaba con solidez los principios, podía buscar de manera proactiva y aceptar sugerencias de los demás. A veces, las hermanas con las que trabajaba elogiaban a Cheng Xin delante de mí, decían que, en cuanto se la orientó sobre algunas cuestiones, las desviaciones y problemas de su trabajo se redujeron. Pasado un tiempo, como los resultados de un equipo del que éramos responsables no eran buenos, la supervisora discutió con nosotros sobre disponer que Cheng Xin se reuniera y compartiera con ellos. Pensé: “Cheng Xin lleva aquí apenas un mes y aún no capta del todo los principios. Dispusiste que fuera ella sin siquiera preguntarme a mí si quería ir. ¿Crees que Cheng Xin tiene mejor calibre que yo y que los resultados de su enseñanza serán mejores que los míos? Nunca pensé que, después de tantos años de formación, yo no sería tan buena como una recién llegada”. Sin embargo, luego pensé en la última vez que fui a compartir y en que los resultados no habían sido muy buenos, así que no dije nada. Después, cuando vi que la supervisora guiaba el trabajo de Cheng Xin de manera individual, me sentí muy descontenta, pensé: “Cheng Xin acaba de llegar y la supervisora ya la valora y cultiva directamente. Parece que no soy tan buena como ella. Lo mejor sería que esta vez Cheng Xin fuera a la reunión pero que no lograra buenos resultados. Entonces, la supervisora ya no la valoraría tanto”. Más tarde, Cheng Xin regresó de la reunión y le contó a la supervisora cómo había resuelto el problema. Me sentí muy incómoda al oír esto, pensé: “Cuando empezaba a formarme, tuve muchos problemas. Lo estás haciendo mejor que yo. ¿No te hace eso parecer mejor? No puede ser. ¡Debo buscar tus defectos!”. Pero no encontré ningún problema en ella y me sentí muy decepcionada.

Más tarde, vi que surgieron algunos contratiempos en el deber de Cheng Xin, por lo que hubo que rehacer el trabajo. Me alegré bastante de esto, pensé: “Mientras más problemas tengas, mejor. Tal vez a ojos de los demás se me siga considerando mejor que tú y sin tantos problemas”. A veces, una idea cruzaba mi mente: “¿Estoy celosa de Cheng Xin?”. Sin embargo, no quería admitir que fuera para tanto, así que no reflexioné al respecto. Luego, vi que Cheng Xin no captaba los principios al hacer su deber y consideraba los problemas de manera bastante unilateral, así que se lo señalé. Quería buscarle defectos para empañar su positividad, lo que no esperaba era que lo pudiera tratar correctamente y continuara haciendo su deber con normalidad. Me sentí muy decepcionada, pensé: “¿Por qué no estás negativa?”. Pasado un tiempo, Cheng Xin había dominado algunos principios y podía resolver los problemas en el trabajo de manera independiente, así que ocurrían menos contratiempos. La supervisora dijo alegremente: “Cheng Xin ha hecho progresos durante este tiempo”. Sin embargo, yo no estaba para nada alegre, pensaba: “Cheng Xin acaba de empezar a formarse, pero ha progresado mucho. Ha llegado desde atrás para colocarse en la delantera. ¿Hace esto que mi calibre parezca peor que el suyo?”. Mientras más lo pensaba, más inestable me sentía: “Debería haber sabido que era mejor no decirte todo lo que debías tener en cuenta. ¡Entonces no hubieras progresado tan rápido!”. Vivía con celos, con la mente invadida por mi propio orgullo y estatus, pensaba constantemente en buscar desviaciones y fallos en el deber de Cheng Xin, desesperada por que cometiera muchos errores. Como vivía en un estado incorrecto, mi corazón era oscuro y turbio y no notaba muchos de los problemas en mi deber.

Una noche, me preparaba para irme a la cama cuando rememoré mi estado al hacer mi deber en ese periodo. Me suponía un gran esfuerzo contemplar los problemas y mi cabeza parecía envuelta en una nube gris. No era capaz de ver las cuestiones con tanta claridad como antes y no percibía el liderazgo ni la guía de Dios. Me sentía un poco inquieta, así que le oré: “Dios mío, últimamente no soporto que le vaya bien a Cheng Xin y además no puedo aquietar mi corazón cuando estoy cumpliendo mi deber. No sé cómo entenderme a mí misma. Esclaréceme y guíame”. Después de orar, leí las palabras de Dios: “Como líder de la iglesia no solo has de aprender a usar la verdad para resolver los problemas, también tienes que descubrir y cultivar a la gente de talento, a quienes de ninguna manera debes envidiar ni reprimir. Practicar de esta manera es beneficioso para la obra de la iglesia. Si puedes formar a algunos que persigan la verdad para que cooperen contigo y realicen bien todo el trabajo y, al final, todos vosotros tengáis testimonios vivenciales, entonces eres un líder u obrero cualificado. Si eres capaz de manejar todas las cosas según los principios, entonces estás comprometido con tu lealtad. Algunas personas siempre temen que otros sean mejores que ellas o estén por encima de ellas, que otros obtengan reconocimiento mientras a ellas se les pasa por alto, y esto lleva a que ataquen y excluyan a los demás. ¿Acaso no es eso envidiar a las personas con talento? ¿No es egoísta y despreciable? ¿Qué tipo de carácter es este? ¡Es malicia! Aquellos que solo piensan en los intereses propios, que solo satisfacen sus propios deseos egoístas, sin pensar en nadie más ni considerar los intereses de la casa de Dios tienen un carácter malo y Dios no los ama. Si realmente puedes mostrar consideración con las intenciones de Dios, podrás tratar a otras personas de manera justa(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando el carácter corrupto). Después de leer las palabras de Dios, admití que, en efecto, vivía en un estado de celos. Cuando vi que el calibre de Cheng Xin era bueno y la supervisora la valoraba y cultivaba, sentí celos y no estuve dispuesta a aceptarlo, pues me preocupaba que su trabajo obtuviera mejores resultados que el mío, que ella me eclipsara y yo pareciera inferior. Siempre estaba deseando que hubiera muchas desviaciones y problemas en su deber y, con tal de parecer mejor que ella, trataba de buscarle defectos y de infravalorarla, para volverla negativa e incapaz de hacer su trabajo. ¿No era eso reprimirla y excluirla? ¡Lo que yo había revelado era un carácter egoísta y malévolo! Nadie sabía lo que yo pensaba, pero bajo el escrutinio de Dios estaba todo claro. En el pasado, siempre había pensado que no tendría celos de los demás y, menos aún, que intentaría reprimirlos. ¡Nunca pensé que fuera tan malévola y falta de humanidad! Sabía bien que mi calibre era promedio y que los resultados que obtenía al hacer mi deber no eran muy buenos, pero aun así quería competir con Cheng Xin por reputación y estatus. ¡Carecía por completo de autoconciencia y razón! Me sentía muy avergonzada.

Entonces, leí más palabras de Dios: “Incluso mientras los anticristos comen de la casa de Dios, disfrutan Sus palabras y gozan de todos los beneficios de Su casa, a menudo están deseando tener una oportunidad de reírse de la casa de Dios. Esperan con ansias que todos los que creen en Dios sean dispersados y que la obra de Dios quede sin la posibilidad de seguir avanzando. Por tanto, cuando algo le sucede a la casa de Dios, en lugar de defenderla, de pensar maneras de resolver el problema, de proteger a los hermanos y hermanas con todo su poder o de unir fuerzas con ellos para encargarse del problema juntos, presentándose ante Dios y sometiéndose a Su soberanía de manera conjunta, los anticristos se mantienen al margen, riéndose, dando malos consejos, destruyendo y perturbando. En un momento crítico, incluso tenderán una mano a personas externas a expensas de la casa de Dios, actuando, de esa manera, como unos esbirros de Satanás que perturban y quebrantan las cosas adrede. Una persona así, ¿no es enemiga de Dios? Cuanto más crítica sea la situación, más claramente queda al descubierto su semejanza endiablada; cuanto más crítica y ajetreada sea la situación, más queda en evidencia, con el mayor detalle y en toda su extensión, su semejanza endiablada. Cuanto más crítica es la situación, más ayuda brindará a personas externas a expensas de la casa de Dios. ¿Qué clase de cosa son? ¿Son hermanos y hermanas? Son personas que hacen cosas destructivas y abominables; son enemigas de Dios; son diablos y satanases; son personas malvadas, anticristos. No son hermanos y hermanas ni son candidatos para la salvación. Si de verdad fuesen hermanos y hermanas, si fuesen personas de la casa de Dios, entonces, ante cada problema que surgiera en la casa de Dios, se unirían en cuerpo y mente con otros hermanos y hermanas para afrontarlo y encargarse de él juntos. No serían espectadores y mucho menos mirarían y se reirían. Solo las personas como los anticristos se quedarían al margen y se reirían, esperando con ansias que sucedan cosas malas en la casa de Dios(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (I)). Dios deja en evidencia que los que siempre quieren reírse de la casa de Dios y esperan que el trabajo de esta vaya mal son diablos. Me pareció que Dios es profundamente iracundo con tales personas y estaba muy asustada. Siempre quería buscarle defectos a Cheng Xin para atacarla y anhelaba que tuviera problemas en su deber: cuantos más, mejor. Mientras más errores cometiera, más inferior a mí parecería, por lo que estaba deseando que se volviera tan negativa que no pudiera hacer su deber. Cheng Xin estaba haciendo el trabajo de la iglesia, así que cuando yo deseaba constantemente que cometiera errores en su deber, ¿acaso no esperaba que surgieran problemas en el trabajo de la iglesia? ¿Qué diferencia hay entre esto y la manera en la que los anticristos, cuando no se satisface su deseo de reputación y estatus, maldicen el trabajo de la casa de Dios para que falle y se ríen de ella? ¡Mi corazón era realmente malévolo! Una persona con conciencia y razón se alegraría al ver que el trabajo de la casa de Dios avanzaba con normalidad y se pondría triste si detectara muchos problemas. Sin embargo, cuando yo observaba que aparecían problemas en el deber de Cheng Xin, no pensaba en cómo compartir con ella y ayudarla ni en cómo cooperar de común acuerdo para hacer bien el trabajo. En cambio, mi mente estaba llena de pensamientos sobre cómo descubrir más problemas en su trabajo, para así atacarla y ser yo la que quedara bien. Incluso tenía el deseo desesperado de que cometiera errores: cuantos más, mejor. Disfrutaba de la provisión de las palabras de Dios, pero al mismo tiempo me reía de Su casa como un anticristo. Realmente no tenía en lo más mínimo un corazón temeroso de Dios; ¿cómo iba a formar parte de Su casa? En apariencia, no perturbaba ni trastornaba directamente el trabajo de la iglesia como hacen los diablos y satanases, pero las intenciones que revelaba y la naturaleza de mis acciones eran idénticas a las de estos; ¡me estaba resistiendo a Dios! Si no hubiera sido por la revelación de Dios y la exposición de Sus palabras, no habría sido capaz de descubrir mis propias intenciones ni de desentrañar la esencia del problema y mi propia apariencia externa me habría desorientado. Estaba muy asustada y me sentía triste y culpable. Era claramente consciente de que Cheng Xin era de buen calibre y comprendía rápido, así como de que era mejor que yo en estos aspectos, pero estaba celosa de ella y la reprimía sin considerar los intereses de la casa de Dios en lo más mínimo. ¿Cómo pude hacer tal cosa? ¡Carecía realmente de humanidad! Oré a Dios: “Dios mío, simplemente soy demasiado horrible. Guíame para que me libere de la esclavitud de los celos. Ya no quiero vivir en mi carácter corrupto”.

Más tarde, reflexioné sobre mí misma. ¿Qué me estaba controlando para que tuviera celos de los demás? Leí las palabras de Dios: “A los anticristos les gusta mucho la reputación y el estatus. La reputación y el estatus son su sustento; les parece que la vida no tiene sentido sin reputación ni estatus, y les falta energía para hacer cualquier cosa sin reputación ni estatus. Para los anticristos, tanto la reputación como el estatus están ligados estrechamente a sus intereses personales, son su punto fatal. Por esta razón, todo lo que hacen los anticristos gira en torno al estatus y la reputación. Si no fuera por estas cosas, puede que no harían ningún trabajo en absoluto. No importa que estos anticristos tengan estatus o no, el objetivo por el que luchan y el sentido en el que se esfuerzan se dirige hacia estas dos cosas, la reputación y el estatus. […] Los anticristos nunca hacen ningún trabajo real para la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios ni para diseminar el evangelio del reino. Cuando pagan un precio, fíjate en por qué lo hacen. Cuando debaten un tema con fervor, observa por qué lo debaten. Cuando discuten o condenan a una persona, considera qué intención y objetivo tienen. Cuando están molestos o enfadados por algo, mira qué carácter revelan. La gente no puede ver el interior del corazón de las personas, pero Dios sí. Cuando Él mira dentro del corazón de la gente, ¿cómo mide la esencia de lo que esta dice y hace? Se sirve de la verdad. A ojos del hombre, lo apropiado es proteger la reputación y el estatus de uno. Entonces, ¿por qué a ojos de Dios se cataloga como la revelación y expresión de los anticristos, así como su esencia? Esto se basa en el ímpetu y la motivación respecto a todo lo que hacen los anticristos. Dios escruta el ímpetu y la motivación de lo que hacen y, al final, concluye que todo es por su propia reputación y estatus, en lugar de en aras de cumplir su deber, y mucho menos de practicar la verdad y someterse a Dios(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (II)). A partir de las palabras de Dios, me di cuenta de que la razón principal de que tuviera celos de los demás era que mi deseo de reputación y estatus era demasiado fuerte. Vivía según venenos satánicos como “El orgullo es tan necesario para la gente como respirar”, “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela” y “El hombre lucha hacia arriba; el agua fluye hacia abajo”. Creía que la estima y el elogio de los demás me otorgaban dignidad y confianza en la vida y me sentía avergonzada y degradada cuando los demás eran mejores que yo. Por tanto, en todo momento consideraba mi propia reputación y estatus al hacer mi deber. Cuando vi qué la supervisora dispuso que Cheng Xin fuera a la reunión y que compartía con ella de manera individual, sentí celos de que la supervisora valorara y cultivara a Cheng Xin. Me devané los sesos para encontrar desviaciones y problemas en el deber de Cheng Xin con el fin de infravalorarla, pues me aterraba que fuera mejor que yo. Cuando descubrí problemas en su deber, me quedé encantada y me pareció haber encontrado un sentido del equilibrio. Mi cabeza se llenaba de pensamientos relativos a quién tenía un estatus más alto en este grupo y quién más bajo, quién era mejor y quién más débil y sobre cómo podía causar yo mejor impresión. La reputación y el estatus me causaban felicidad y preocupación. Todos mis pensamientos estaban orientados a la reputación y el estatus y para nada a hacer bien el deber de un ser creado y satisfacer a Dios. Vivía según los venenos satánicos y mi naturaleza era particularmente arrogante. Siempre quería esforzarme por destacar sobre quien hubiera a mi alrededor y no permitía que nadie fuera mejor que yo. Solo quería dar una buena impresión y evitar que otros tuvieran protagonismo. Incluso he reprimido a personas y he acabado con ellas por reputación y estatus. Comprendí que la senda que recorría era la de los anticristos. En este momento, sentí muchos remordimientos y me odié a mí misma porque mi deseo de reputación y estatus era demasiado fuerte. Si no me arrepentía, ¡solo acabaría desdeñada y descartada por Dios! Recordé Sus palabras: “Todas las personas tienen algunos estados incorrectos en ellas, como la negatividad, la debilidad, el desaliento y la fragilidad; o tienen intenciones viles; o están constantemente atribuladas por su orgullo, deseos egoístas y su propia conveniencia; o creen que son de poco calibre y experimentan estados negativos. Te resultará muy difícil obtener la obra del Espíritu Santo si vives siempre en estos estados. Si es difícil para ti obtener la obra del Espíritu Santo, entonces los elementos activos en ti serán pocos, y los elementos negativos surgirán y te perturbarán. La gente siempre confía en su propia voluntad para reprimir esos estados negativos y adversos, pero no importa cuánto los repriman, no pueden sacudírselos de encima. La razón principal de esto es que las personas no pueden discernir completamente estas cosas negativas y adversas; no pueden percibir claramente su esencia. Esto hace que les resulte muy difícil rebelarse contra la carne y contra Satanás. Además, siempre se quedan atascadas en estos estados negativos, melancólicos y degenerados, y no oran ni acuden a Dios, sino que simplemente salen del paso con ellos. En consecuencia, el Espíritu Santo no obra en ellas, y por tanto son incapaces de entender la verdad, carecen de senda en todo lo que hacen, y no pueden ver ningún asunto con claridad. Hay demasiadas cosas negativas y adversas dentro de ti, y han llenado tu corazón, por lo que a menudo eres negativo, melancólico de espíritu, y te alejas cada vez más de Dios y te vuelves cada vez más débil. Si no puedes obtener el esclarecimiento y la obra del Espíritu Santo, no podrás escapar de estos estados, y tu estado negativo no cambiará, porque si el Espíritu Santo no está obrando en ti, no podrás encontrar una senda. Debido a estas dos razones, te será muy difícil desprenderte de tu estado negativo y entrar en uno normal(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando el carácter corrupto). Sentí la enorme justicia del carácter de Dios. Dios detesta el mal y las cosas adversas. Al considerar constantemente mi orgullo y estatus al hacer mi deber, seguía teniendo celos de Cheng Xin y vivía en un estado de competencia por reputación y estatus, tenía el corazón lleno de cosas negativas y adversas y, en consecuencia, Dios escondía Su rostro de mí. Sin el trabajo y el liderazgo del Espíritu Santo, vivía en la oscuridad y era muy difícil hacer mi deber. En lo único que pensaba era en mi orgullo y estatus y, simplemente, no tuve valor para reflexionar sobre los problemas que había en mi deber ni en cómo practicar para estar de acuerdo con las intenciones de Dios. ¿Cómo iba a poder hacer bien mi deber así? Para proteger mi inútil orgullo y estatus, dejé a un lado mi deber y mis responsabilidades y provoqué la aversión de Dios. ¡Era demasiado idiota!

A continuación, leí más palabras de Dios: “Si realmente puedes mostrar consideración con las intenciones de Dios, podrás tratar a otras personas de manera justa. Si recomiendas a una buena persona y permites que reciba formación y cumpla un deber, con lo que la casa de Dios gana así a una persona talentosa, ¿no facilitará eso tu trabajo? ¿No estarás mostrando lealtad en tu deber? Se trata de una buena obra ante Dios, es el mínimo de conciencia y razón que debe poseer alguien que sirve como líder. Aquellos capaces de poner en práctica la verdad pueden aceptar el escrutinio de Dios en las cosas que hacen. Cuando aceptes el escrutinio de Dios, tu corazón se enderezará. Si solo haces las cosas para que otros las vean, y siempre quieres ganarte los elogios y la admiración de los demás, y no aceptas el escrutinio de Dios, ¿sigue estando Dios en tu corazón? Estas personas no tienen un corazón temeroso de Dios. No hagas siempre las cosas para tu propio beneficio y no consideres constantemente tus propios intereses; no consideres los intereses humanos ni tengas en cuenta tu propio orgullo, reputación y estatus. Primero debes considerar los intereses de la casa de Dios y hacer de ellos tu prioridad. Debes ser considerado con las intenciones de Dios y empezar por contemplar si ha habido impurezas en el cumplimiento de tu deber, si has sido leal, has cumplido con tus responsabilidades y lo has dado todo, y si has estado pensando de todo corazón en tu deber y en la obra de la iglesia. Debes meditar sobre estas cosas. Si piensas en ellas con frecuencia y las comprendes, te será más fácil cumplir bien con el deber. Si tu calibre es bajo, si tu experiencia es superficial, o si no eres experto en tu ocupación profesional, puede haber algunos errores o deficiencias en tu obra y puede que no consigas buenos resultados, pero habrás hecho todo lo posible. No satisfaces tus propios deseos egoístas ni preferencias. Por el contrario, consideras de forma constante la obra de la iglesia y los intereses de la casa de Dios. Aunque puede que no logres buenos resultados con tu deber, se habrá enderezado tu corazón; si además puedes buscar la verdad para resolver los problemas en tu deber, entonces estarás a la altura en el cumplimiento de este y, al mismo tiempo, podrás entrar en la realidad-verdad. Eso es lo que significa poseer testimonio(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando el carácter corrupto). Después de meditar sobre las palabras de Dios, entendí que las personas que consideran Sus intenciones recomiendan y cultivan a los que tienen buen calibre cuando los ven. Aunque Cheng Xin llevaba poco tiempo formándose y no había captado muchos principios, tenía buen calibre y, si se la cultivaba, habría una persona más para encargarse del trabajo y tendríamos ayuda adicional. Esto beneficiaría al trabajo de la iglesia. Pensé que no quería admitir que Cheng Xin era mejor que yo porque yo tenía una opinión equivocada. Creía que, como había estado haciendo deber relacionado con textos durante muchos años, yo debía ser mejor que los demás en todos los sentidos y tenían que valorarme y cultivarme. Pero, si lo pensaba, aunque había estado haciendo deber relacionado con textos durante muchos años, mi calibre era promedio y debía experimentar muchos fracasos y revelaciones para entender y captar algunos principios. Sin embargo, que Cheng Xin fuera capaz de captar la esencia de los principios en poco tiempo probaba que tenía mejor calibre que yo. Debía aceptar este hecho, ver mi propio calibre y estatura con claridad y colocarme en el lugar que me correspondía. No podía tener celos de Cheng Xin ni excluirla como hacía antes; debía corregir mis intenciones y cooperar con ella en armonía para hacer bien nuestros deberes. Después, oré a Dios conscientemente, le supliqué que me guiara para librarme de mis celos, considerar los intereses de la iglesia y corregir mi mentalidad para hacer mi deber. Entonces, dejé de buscarle defectos a Cheng Xin y, en su lugar, pensé en cómo trabajar juntas resumiendo los problemas de nuestros deberes y encontrando principios relevantes que discutir con ella. Cuando cambié mi estado incorrecto, me desprendí de los celos y corregí mi mentalidad para hacer mi deber, sentí el trabajo y el liderazgo del Espíritu Santo y pude ver los problemas con mayor claridad. Luego, cuando elegimos a una supervisora para nuestro equipo, voté por Cheng Xin. Cuando salieron los resultados, la elegida como supervisora fue ella y yo me lo tomé bien y trabajé con Cheng Xin en armonía. El liderazgo de las palabras de Dios me permitió obtener algo de entendimiento sobre mi carácter corrupto celoso de los demás y logré cambiarlo un poco. ¡Gracias a Dios!

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