68. No me volveré a quejar de mi sino

Por Xiaoyun, China

Nací en una familia corriente y, al contrario que los niños que nacieron en cuna de oro, mi punto de partida en la vida fue más bajo que el suyo. Lo qué fue incluso más desgraciado fue el hecho de que mis padres se divorciaran cuando estaba en primaria, mi padre me mandara con una familia de acogida cerca de mi escuela y, más adelante, me mudara con mi tía y mi abuela. Cuando los niños de mi edad descubrían el trasfondo de mi familia, se distanciaban de mí y siempre me sentía inferior a los demás. Por las noches, lloraba a menudo y sentía que era injusto, me preguntaba: “¿Por qué me ha tocado un sino tan malo?”. Me encerré en mí misma y apenas hablaba con nadie. Veía a empresarias en televisión rodeadas de flores y esplendor y las envidiaba, consideraba que ellas sí habían logrado un verdadero buen sino. Pensaba en mi vida bajo el techo de otra persona y en cómo se me menospreciaba, así que decidí en mi fuero interno: “Cuando me haga mayor, seré una mujer de provecho, como las de la televisión, y haré que me vean diferente los que me menosprecian”.

Sin embargo, el divorcio de mis padres ensombreció mi infancia, a menudo sentía dolor y tristeza y me volví tímida y solitaria. Más tarde, seguí a mi abuela en su fe en el Señor Jesús y, cuando tenía 16 años, acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. Descubrí que el origen del sufrimiento humano es la corrupción de Satanás y que la obra de Dios en esta etapa es la de salvar a las personas del pecado y conducirlas a un hermoso destino. Pensé en lo rara que es la oportunidad de la salvación de Dios en los últimos días y en que Su obra está a punto de terminar, así que abandoné los estudios y me formé para hacer mis deberes en la iglesia. En ella veía que, cada vez que los hermanos y hermanas tenían problemas, preguntaban a los líderes y estos compartían soluciones con ellos. Todos los hermanos y hermanas parecían tenerlos en alta consideración y los envidiaba, pensaba: “Tengo que buscar bien, tal vez así pueda convertirme en líder u obrero en el futuro, entonces no seré una seguidora corriente, sino una figura de liderazgo”. Después de eso, fueran cuales fueran las tareas que me asignara la iglesia, intentaba hacerlas lo mejor posible y los hermanos y hermanas me elogiaban por tener tan buen calibre siendo tan joven y me alentaban a buscar bien. Me sentía muy complacida, pensaba: “¡Parece que soy una candidata prometedora para el cultivo! ¡Tengo que seguir buscando bien!”. Así que cumplía mis deberes activamente, no me sentía cansada cuando tenía que viajar lejos para regar a los nuevos fieles y, con sol o lluvia, no demoraba mis deberes en absoluto. Solo esperaba que los hermanos y hermanas notaran mis esfuerzos y sacrificios y que, algún día, fuera elegida líder u obrero. Sin embargo, cada vez que había una elección en la iglesia, no me seleccionaban y, después de tres años, todavía estaba haciendo trabajo relacionado con textos. Yo no lo entendía y me preguntaba: “¿Solo estoy destinada a hacer deberes relacionados con textos? ¿De veras es este mi lugar en la iglesia?”.

En febrero de 2019, supervisaba el trabajo relacionado con textos de la iglesia y me sentía bastante complacida, creía que era un punto de inflexión y pensaba: “Tal vez Dios me está formando por adelantado. Parece que todavía tengo futuro en la casa de Dios. Para ser líder, uno debe ser capaz de compartir la verdad para resolver problemas, de modo que yo también debo practicar compartir las palabras de Dios para resolver los problemas de los hermanos y hermanas. Acabo de empezar a supervisar el trabajo relacionado con textos y, después de formarme durante un tiempo, tal vez pueda convertirme en líder”. Una vez, durante una reunión, oí por casualidad que habían elegido líder a un nuevo fiel y sentí amargura, pensé: “Este nuevo fiel que solo ha creído durante algo más de un año está asumiendo un papel muy importante. Yo he creído en Dios varios años, ¿por qué no me ha surgido esa oportunidad? ¿Por qué estoy estancada en el mismo lugar? Los deberes relacionados con textos son importantes, pero no tan visibles como ser líder u obrero. Hay una gran diferencia entre los dos”. No pude evitar llorar mientras empujaba mi bicicleta. Después de eso, perdí el ánimo para hacer mis deberes. En 2022, reasignaron al personal de textos, pero yo continué haciendo los mismos deberes. Me sentía realmente abatida y pensé: “¿Cómo es que, después de tantos años de fe en Dios, sigo haciendo deberes relacionados con textos? ¿Solo soy apta para esta clase de deberes? ¿Puede ser que mi sino no sea convertirme en líder? ¿Acaso no dicen las palabras de Dios que, sea cual sea el deber que desempeñemos y sea cuando sea, todo se conforma a la predestinación y la soberanía de Dios? Tal vez solo esté destinada a hacer deberes relacionados con textos”. Pensé en un hermano algunos años mayor que yo. Poco después de encontrar a Dios, se convirtió en líder en la iglesia y, más adelante, en predicador. Me parecía que había nacido para ser líder, pero que, por mucho que yo lo intentara, nunca tendría la ocasión de convertirme en líder u obrero, que no tenía futuro para desarrollarme y que así es como sería mi vida exactamente. Después de esto, cada vez que el supervisor me pedía que hiciera algo, lo hacía, pero ya no me esforzaba activamente para hacerlo mejor y, a veces, cuando notaba problemas en mis deberes, no sentía motivación para resolverlos. Los resultados de mi trabajo eran cada vez peores y el supervisor me podó por la falta de progreso en mi deber y por mi actitud pasiva. En el fondo, sabía que estaba siendo pasiva en mis deberes, pero no entendía muy bien mis problemas.

Más adelante, leí las palabras de Dios que dejaban en evidencia el problema del abatimiento y, solo entonces, empecé a entender mi estado. Dios Todopoderoso dice: “Ves a alguien que está siempre abatido y pasivo cuando hace cosas, incapaz de hacer acopio de energía alguna, sus emociones y su actitud no son muy positivas u optimistas, y siempre expresa esa actitud negativa, culposa y desesperada. Le das consejos pero nunca los escucha, aunque admite que el camino que le has indicado es el correcto y tu razonamiento es maravilloso. Sin embargo, al hacer cosas no puede reunir ninguna energía y sigue siendo negativo y pasivo. En los casos graves, ya en sus movimientos corporales, su figura, su modo de caminar, su tono al hablar y las palabras que dice, puedes ver que las emociones de esta persona son particularmente abatidas, que le falta energía en todo lo que hace y es como una fruta aplastada, y quien pase mucho tiempo con ella se verá afectado por tales emociones. ¿De qué va todo esto? Los diversos comportamientos, expresiones faciales, tonos al hablar e incluso los pensamientos y puntos de vista expresados por las personas que viven con abatimiento tienen cualidades negativas. Entonces, ¿qué razón hay detrás de estos fenómenos negativos? ¿Cuál es su origen? Por supuesto, la causa fundamental para el surgimiento de la emoción negativa del abatimiento es diferente en cada uno. La emoción de abatimiento de cierta persona puede surgir de su constante creencia en su propio terrible sino. ¿No es esta una causa? (Sí). […] Una vez que han empezado a creer en Dios, se proponen cumplir bien con su deber en la casa de Dios, se vuelven capaces de soportar adversidades y trabajar duro, capaces de aguantar más que nadie en cualquier asunto, y se esfuerzan por ganarse la aprobación y la estima de la mayoría de la gente. Les parece que incluso pueden llegar a ser elegidos líderes de la iglesia, alguien responsable o un líder de equipo, y ¿no estarán entonces honrando a sus antepasados y a su familia? ¿No habrán cambiado su sino? Sin embargo, la realidad no está a la altura de sus deseos y se sienten abatidos y piensan: ‘Llevo años creyendo en Dios y me relaciono muy bien con mis hermanos y hermanas, pero ¿cómo es posible que cada vez que llega el momento de elegir a un líder, a un responsable o a un líder de equipo nunca me toca a mí? ¿Será porque mi aspecto es muy sencillo o porque no he rendido lo suficiente y nadie se ha fijado en mí? Cada vez que hay una votación, tengo una ligera esperanza, e incluso me alegraría que me eligiesen líder de equipo. Me entusiasma mucho retribuirle a Dios, pero acabo decepcionado cada vez que hay una votación y me dejan fuera de todo. ¿Qué es lo que pasa? ¿Será que en realidad solo soy capaz de ser una persona mediocre, corriente, alguien anodino toda mi vida? Cuando recuerdo mi infancia, mi juventud y mis años de mediana edad, esta senda que he recorrido siempre ha sido muy mediocre y no he hecho nada digno de mención. No es que no posea ninguna ambición o mi calibre sea demasiado escaso, y no es que no me esfuerce lo suficiente o que no pueda soportar las adversidades. Tengo determinación y metas, e incluso puede decirse que también ambición. Entonces, ¿por qué nunca puedo destacar entre la multitud? A fin de cuentas, simplemente tengo un mal sino y estoy condenado a sufrir, y así es como Dios ha dispuesto las cosas para mí’. Cuanto más piensan en ello, peor creen que es su sino(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (2)). Después de leer las palabras de Dios, al final entendí que mi pasividad y negatividad crecientes en mis deberes se debían a las perspectivas falaces sobre las cosas. Pensé que no poder convertirme en líder u obrero ni destacar significaba que tenía un mal sino y que solo convertirme en líder u obrero me otorgaría un futuro y demostraría que tenía un buen sino. Para ser elegida líder u obrero, trabajé con afán para equiparme con las palabras de Dios y cuando notaba problemas en los estados de los hermanos y hermanas, buscaba activamente las palabras de Dios para compartir y ayudar. Cuando mi enseñanza lograba resultados, pensaba que tenía calibre y podía resolver problemas reales y que, algún día, si todo el mundo veía mis capacidades, puede que me eligieran líder. Sin embargo, por mucho empeño que pusiera, seguía estancada en el deber relacionado con textos. En particular, cuando veía a hermanos y hermanas que habían creído en Dios durante menos tiempo que yo y ya se habían convertido en líderes y obreros, pensaba que su sino era bueno y habían nacido para ser líderes y obreros. Sin embargo, después de varios años de hacer deberes relacionados con textos, me sentía estancada, desapercibida en la iglesia y, simplemente, una persona corriente. Así que culpé de este problema a mi mal sino, pensaba que Dios no me favorecía y que el deber que Él había predestinado y dispuesto para mí era pobre, así que cada vez estaba menos motivada en mis deberes. Cuando los resultados de mi trabajo fueron malos, no reflexioné sobre mí misma y, cuando hallé problemas, no quise dedicar esfuerzo mental a resolverlos. Sabía bien que carecía de experiencia práctica y necesitaba practicar más y equiparme con más verdades, pero no estaba dispuesta a esforzarme y renuncié a mí misma. Era como si estuviera atrapada en un pantano, consumiéndome poco a poco e incapaz de escapar. ¡El impacto de mi abatimiento era realmente enorme!

Más adelante, vi la exposición de las palabras de Dios y empecé a entender mis perspectivas falaces. Dios Todopoderoso dice: “Hace mucho que Dios predestinó los sinos de las personas, y son inmutables. Este ‘buen sino’ y este ‘mal sino’ difieren de una persona a otra, y dependen del entorno, de cómo se sienten las personas y de lo que buscan. Por eso el sino no es ni bueno ni malo. Puede que vivas una vida muy dura, pero tal vez pienses: ‘No busco vivir una vida de lujo. Me basta con tener suficiente para comer y vestirme. Todo el mundo sufre a lo largo de su vida. La gente mundana dice: “No puedes ver un arcoíris a menos que esté lloviendo”, así que el sufrimiento tiene su valor. Esto no es tan malo, y mi sino no es malo. El cielo me ha dado algo de dolor, algunas pruebas y tribulaciones. Eso es porque Él me tiene en alta estima. Este es un buen sino’. Algunas personas piensan que el sufrimiento es algo malo, que implica que tienen un mal sino, y que solo una vida sin sufrimiento, con comodidad y tranquilidad, significa que tienen un buen sino. Los no creyentes llaman a esto ‘una cuestión de opinión’. ¿Cómo consideran los creyentes en Dios esta cuestión del ‘sino’? ¿Hablamos de tener un ‘buen sino’ o un ‘mal sino’? (No). No decimos cosas así. Digamos que tienes un buen sino porque crees en Dios, entonces si no sigues la senda correcta en tu fe, si eres castigado, puesto en evidencia y descartado, ¿significa eso que tienes un buen o un mal sino? Si no crees en Dios, no puedes ser puesto en evidencia o descartado. Los no creyentes y la gente religiosa no hablan de poner en evidencia o discernir a la gente, y tampoco de expulsarla o descartarla. Debería significar que las personas tienen un buen sino cuando son capaces de creer en Dios, pero si al final son castigadas, ¿significa entonces que tienen un mal sino? Su sino es bueno en un momento y malo al siguiente, así que ¿cuál de los dos es? Si alguien tiene un buen sino o no, no es algo que se pueda juzgar, la gente no puede juzgar este asunto. Todo lo hace Dios y todo lo que Él dispone es bueno. Lo único que ocurre es que la trayectoria del sino de cada individuo, o su entorno, y las personas, los acontecimientos y las cosas con las que se encuentra, y la senda vital que experimenta a lo largo de su vida son todos diferentes; estas cosas difieren de una persona a otra. El entorno vital y en el que crece cada persona, ambos dispuestos para ella por Dios, son todos diferentes. Las cosas que cada individuo experimenta durante su vida son todas diferentes. No existe un supuesto sino bueno o sino malo: Dios lo arregla y lo hace todo. Si consideramos el asunto desde la perspectiva de que todo lo hace Dios, todo es bueno y correcto. Lo que ocurre es que, desde la perspectiva de las predilecciones, los sentimientos y las elecciones de las personas, algunas eligen vivir una vida cómoda, tener fama, ganancia, una buena reputación y tener prosperidad en el mundo y llegar a lo más alto. Creen que eso significa que tienen un buen sino, y que una vida de mediocridad y de no tener éxito, viviendo siempre en lo más bajo de la sociedad, es un mal sino. Así es como se ven las cosas desde la perspectiva de los no creyentes y de la gente mundana que busca cosas mundanas y vivir en el mundo, y así es como surge la idea del buen sino y del mal sino. Esta idea solo surge de la estrecha comprensión de los seres humanos y de su percepción superficial del sino y, entre otras cosas, de los juicios de la gente sobre cuánto sufrimiento físico soportan, cuánto disfrute tienen, y cuánta fama y ganancia obtienen. De hecho, si lo miramos desde la perspectiva de los arreglos y la soberanía de Dios sobre el sino del hombre, no existen tales interpretaciones de buen o mal sino. ¿Acaso esto no es exacto? (Sí). Si consideras el sino del hombre desde la perspectiva de la soberanía de Dios, entonces todo lo que Él hace es bueno, y es lo que cada individuo necesita. Esto se debe a que la causa y el efecto desempeñan un papel en las vidas pasadas y presentes, están predestinados por Dios, Él tiene soberanía sobre ellos y los planifica y arregla: la humanidad no tiene elección. Si lo consideramos desde este planteamiento, la gente no debería juzgar su propio sino como bueno o malo, ¿verdad? Si la gente emite juicios casuales sobre este asunto, ¿no está cometiendo un terrible error? ¿Acaso no están cometiendo el error de juzgar los planes, los arreglos y la soberanía de Dios? (Así es). ¿Y no es grave ese error? ¿Acaso no afectará a la senda por la que caminan en la vida? (Sí). Entonces ese error los llevará a la destrucción(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (2)). Dios expone que algunas personas piensan que poder destacar y lograr fama y ganancia significa tener un buen sino. Por otro lado, tener una vida de mediocridad y falta de éxito, así como una vida de sufrimiento, implica que una persona tiene mal sino. Piensan que tener una vida cómoda, apacible y pacífica significa tener un buen sino. Todas estas ideas sobre un buen o mal sino se basan en búsquedas y deseos subjetivos. Ya que la trayectoria de vida de todo el mundo se conforma a la soberanía y los arreglos de Dios, Él dispone las cosas según las necesidades de las personas y todo es beneficioso para sus vidas, no existe eso que se llama un buen o mal sino. Decir que tienes un mal sino según tus preferencias personales es no someterse a las situaciones que Dios ha dispuesto y no creer en Su soberanía. En realidad, todo lo que Dios dispone es bueno. Es igual que cuando en mi juventud experimenté desgracias familiares, fui descuidada, ignorada y menospreciada; si no hubiera padecido estos reveses y aflicciones, puede que no hubiera acudido ante Dios. La oportunidad de leer las palabras de Dios y formarme en mis deberes se debe por completo a Su amor y salvación. Sin embargo, pensaba que convertirme en una persona de renombre, destacar y que los demás te admiren es tener un buen sino, mientras que vivir una vida corriente, mediocre y en la que te menosprecien significa tener un mal sino. Eran perspectivas propias de un incrédulo. Después de encontrar a Dios, cuando veía a los líderes y obreros a los que los hermanos y hermanas respetaban y admiraban por su capacidad para resolver problemas, pensaba que solo tendría futuro en mi desarrollo si era líder u obrero y que estos tenían un mejor sino que los hermanos y hermanas corrientes. Como después de creer en Dios durante todos estos años solo cumplía deberes relacionados con textos, sentía que no se me valoraba y no tenía futuro en mi desarrollo, así que perdí la motivación en mis deberes. Pero, pensándolo bien, ¿de veras el ascenso a líder u obrero indica un buen sino? En realidad, si una persona no persigue la verdad y su carácter corrupto no se puede purificar ni cambiar, aunque obtenga la admiración y adoración humanas, no se la puede salvar ni perfeccionar. Es igual que algunos líderes y obreros que no persiguen la verdad y se sirven de sus muchos años de experiencia en el trabajo como capital para constreñir continuamente a los demás, trabajar como les da la gana, impedir y perturbar el trabajo de la iglesia y, al final, se los revela y descarta. Por otra parte, hay quienes nunca han sido líderes pero cumplen su deber de acuerdo con su posición. Se concentran en perseguir la verdad y en reflexionar sobre sus intenciones, perspectivas y carácter corrupto y aún reciben el esclarecimiento y la guía de Dios, obtienen resultados en sus deberes y crecen en su vida. Da igual el deber que hagamos, la clave es perseguir la verdad. No existe el buen ni el mal sino. Al darme cuenta de esto, se me iluminó un poco el corazón. Comprendí que había estado demasiado centrada en la fama, la ganancia y el estatus y poco dispuesta a hacer mi deber con los pies en la tierra como un ser creado, que siempre quería usar mi oportunidad de hacer mi deber como medio para buscar renombre. Sin embargo, si se hubieran satisfecho mis deseos, mi anhelo de fama, ganancia y estatus solo se habría intensificado y me habría vuelto más arrogante y vanidosa y me habría creído mejor que los demás. Es probable que esto no hubiera sido bueno para mí. En realidad, me di cuenta de que todo lo que Dios dispone es bueno y detrás de todo están Sus meticulosas intenciones.

Después de eso, volví a pensar: “¿Qué actitud debería tener hacia las situaciones que Dios ha dictaminado y dispuesto?”. Leí un pasaje de las palabras de Dios: “En cuanto a cómo se siente la gente respecto al sino, es posible que alberguen buenos y malos sentimientos, puede haber sinos en los que todo va bien, otros llenos de obstáculos, unos difíciles y otros infelices; no existen sinos buenos ni malos. ¿Qué actitud debe tener la gente hacia el sino? Debes cumplir con los arreglos del Creador, buscar activa y enérgicamente el propósito y la intención del Creador en Su arreglo de todas estas cosas y lograr la comprensión de la verdad, desempeñar las mayores funciones en esta vida que Dios ha arreglado para ti, cumplir bien los deberes, responsabilidades y obligaciones de un ser creado, y volver tu vida más significativa y de mayor valor, hasta que finalmente el Creador te acepte y te recuerde. Por supuesto, lo que sería aún mejor sería alcanzar la salvación a través de tu búsqueda y denodado esfuerzo; ese sería el mejor resultado. En cualquier caso, con respecto al sino, la actitud más apropiada que debería tener la humanidad creada no es la de juzgar y definir sin sentido, ni la de utilizar métodos extremos para enfrentarse a dicho sino. Por supuesto, mucho menos deberían las personas intentar resistirse, elegir o cambiar su porvenir, sino que deberían usar su corazón para apreciarlo, buscarlo, explorarlo y cumplirlo, y luego afrontarlo positivamente. Por último, en el entorno vital y en el periplo que Dios te ha marcado en la vida, debes buscar la forma de conducta que Él te enseña, buscar la senda que Dios te exige que sigas, y experimentar el sino que Dios ha dispuesto para ti de esta forma, y al final, serás bendecido. Cuando experimentas el sino que el Creador ha dispuesto para ti de esta manera, lo que llegas a apreciar no es solo pena, tristeza, lágrimas, dolor, frustración y fracaso, sino, lo que es más importante, experimentarás alegría, paz y consuelo, así como el esclarecimiento y la iluminación de la verdad que el Creador te otorga. Es más, cuando te pierdas en la senda de la vida, cuando te enfrentes a la frustración y al fracaso, y tengas que tomar una decisión, experimentarás la guía del Creador, y al final alcanzarás la comprensión, la experiencia y la apreciación de cómo vivir la vida con mayor sentido. Entonces ya no volverás a perderte en la vida, ya no volverás a estar en un constante estado de ansiedad y, por supuesto, jamás volverás a quejarte sobre tener un mal sino, y mucho menos caerás en la emoción de abatimiento porque sientas que tu sino es malo. Si tienes esta actitud y usas este método para afrontar el sino que el Creador ha arreglado para ti, no solo sucederá que tu humanidad se volverá más normal, tendrás una humanidad normal y poseerás el pensamiento, los puntos de vista y los principios para ver las cosas que corresponden a la humanidad normal, sino que, aún más, llegarás, naturalmente, a poseer los puntos de vista y la comprensión respecto al significado de la vida que los no creyentes nunca tendrán(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (2)). Después de leer las palabras de Dios, entendí que, con independencia de que una persona sienta que su sino es bueno o malo, debería someterse a las orquestaciones y arreglos de Dios, buscar cuál es Su intención en una situación y cumplir bien sus deberes y responsabilidades. Esto es lo que se conforma a la intención de Dios. Así que reflexioné: “Siempre he estado haciendo deberes relacionados con textos; ¿cuál es la intención de Dios en esto?”. Pensé en que, cuando sucedían cosas, no sabía cómo buscar la verdad y rara vez dedicaba esfuerzo a meditar sobre las palabras de Dios. Haciendo deberes relacionados con textos, pude compensar estas deficiencias, lo que me permitió aprender a meditar con diligencia sobre las palabras de Dios y reflexionar sobre mi carácter corrupto. Esto era beneficioso para mi entrada en la vida. Al mismo tiempo, esta situación reveló que valoraba demasiado el estatus y que, cuando no se satisfacía mi deseo de este, quería rendirme. Me di cuenta de que lo que perseguía en mi fe era estatus, no la verdad. Después de encontrarme continuos reveses, empecé a ser consciente de la senda incorrecta de buscar estatus y pude desprenderme de la ambición de convertirme en líder y hacer mis deberes de manera seria e íntegra. Además, reflexioné sobre por qué no me habían elegido líder. Sobre todo, fue porque carecía de sentido de la responsabilidad en mis deberes y porque mi capacidad de trabajo no era suficiente, no tenía calibre ni cumplía los criterios para ser líder. Esto no tenía nada que ver con que tuviera un buen o un mal sino. Al darme cuenta de esto, pude tratar mis fallos y deficiencias correctamente, someterme a las situaciones que Dios instrumentaba y actuar de manera adecuada de acuerdo con los principios en mis deberes actuales. Más adelante, los hermanos y hermanas me eligieron para ser diaconisa de riego y, tras unas pocas semanas de formación, debido a la falta de personal, los líderes me reasignaron a deberes relacionados con textos. Esta vez no me quejé ni me sentí abatida. En cambio, pensé en cómo me había cultivado la iglesia para hacer deberes relacionados con textos durante muchos años y en que contaba con algunos puntos fuertes en este campo. Comparado con ser diaconisa, los deberes relacionados con textos eran más apropiados para mí y me sometí desde el fondo de mi corazón. Pensaba: “En el pasado, dejé algunos remordimientos a mi paso cuando hice deberes relacionados con textos, pero esta vez tengo que hacerlos con todo mi empeño”. Pasado un tiempo, mis deberes dieron algunos resultados y sentí un gran alivio.

Después de pasar por toda esta experiencia, comprendí que las situaciones que Dios dispone como parte de Su soberanía siempre son buenas y exactamente lo que mi vida necesita. El hecho de que me las arreglara para obtener este entendimiento y dar marcha atrás fue resultado de las palabras de Dios. ¡Gracias a Dios!

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