72. Las lecciones que aprendí al experimentar la persecución y la tribulación

Por Chen Wen, China

En 2022, yo regaba a los nuevos fieles en la iglesia. A principios de agosto, me enteré de que el PCCh había arrestado a todos los líderes de nuestro distrito. En cuanto oí la noticia, me quedé atónita. “¿Cómo es que han arrestado a todos estos líderes? ¿Qué pasará con el trabajo de la iglesia?”. Entonces, recordé que, en la mañana del día de sus arrestos, dos de los líderes del distrito habían venido a mi casa y habíamos ido juntos a regar a los nuevos fieles. Había estado en contacto habitual con ellos. ¿Me estaría vigilando el PCCh a mí también? No mucho después, oí que habían arrestado a más hermanos y hermanas. Casi todas las personas a quienes habían arrestado habían venido a mi casa. Si no podían mantenerse firmes en su testimonio y me delataban, yo estaría en una situación muy peligrosa. Además, cuando empecé a creer en Dios, alguien me había denunciado, por lo que la policía había estado buscándome sin cesar durante los últimos años. Si me arrestaban, era seguro que la policía no me dejaría ir fácilmente. Antes, había tenido cáncer y me habían hecho una operación, lo que me dejó con mala salud. ¿Cómo haría para soportar la tortura? Poco después, recibí una carta. La carta mencionaba que uno de los líderes arrestados a quien habían liberado recientemente había dicho que la policía estaba vigilando la zona donde yo vivía y se me pidió que me fuera de casa y me escondiera lo antes posible. Este bombardeo constante de noticias me hacía vivir con miedo. Recogí mis cosas de prisa y me fui a otra casa. Pensé: “Será mejor que me quede en casa y no vuelva a asomar la cabeza”. Pero, entonces, me di cuenta de que yo era la líder del equipo de riego. Ahora que estaban arrestando y persiguiendo a las personas, los nuevos fieles necesitaban que los regaran y apoyaran. La tarea más urgente en ese momento era dar el apoyo adecuado a esos nuevos fieles. Sin embargo, ¿me rastrearía la policía si iba a regar a los nuevos fieles? La vigilancia del PCCh cubre todos los rincones. Si me arrestaban y no podía mantenerme firme en mi testimonio y me convertía en una judas, entonces, ¿no habría sido en vano mi fe durante todos esos años? ¿Cómo podría obtener un buen destino de esa manera? Para evitar que me arrestaran, le pedí a la hermana Xiaole, quien acababa de empezar a formarse para hacer el deber de riego, que se reuniera con los nuevos fieles.

Una vez, Xiaole regresó después de una reunión y dijo que uno de los nuevos fieles ya no se atrevía a creer en Dios por miedo a que lo arrestaran. Además, a otra de las recién llegadas le preocupaba que el futuro de su hijo se viera afectado si la arrestaban, por lo que tampoco se atrevía a creer más. Cuando oí esto, me puse muy ansiosa. Sabía que Xiaole solo llevaba poco tiempo creyendo en Dios y que nunca había regado antes a nuevos fieles. No podía resolver por completo algunos de los problemas y estados de los nuevos fieles. Había que compartir la verdad con los nuevos fieles para resolver sin demora sus problemas. De lo contrario, corrían el riesgo de alejarse de la iglesia. Sin embargo, si salía a regar a los nuevos fieles, me podrían arrestar en cualquier momento. Había tenido una enfermedad grave. ¿Cómo haría para soportar la tortura de la policía? Pensé en las imágenes de mis hermanos y hermanas que habían sido torturados. La policía los colgaba y les daba palizas, les echaba agua hirviendo encima, les daba descargas eléctricas, etcétera. No había método despreciable que no se rebajaran a usar. Muchos hermanos y hermanas habían sido torturados tras sus arrestos. Algunos quedaron discapacitados y a algunos hasta los mataron a golpes. Si me arrestaban y la policía me torturaba hasta matarme, perdería mi oportunidad de obtener la salvación. Cuanto más lo pensaba, más miedo tenía. Pensé: “Después de todo, tal vez sea mejor enviar a Xiaole a apoyar a los nuevos fieles. No mucha gente sabe que ella cree en Dios”. Sin embargo, cuando pensé de esta manera, me sentí un poco inquieta. “Xiaole apenas ha comenzado a formarse para regar a los nuevos fieles. No es muy clara a la hora de compartir sobre los problemas de los nuevos fieles. Si no entienden la verdad, es probable que se alejen y su vida sufrirá una pérdida. Además, estos nuevos fieles siempre han sido mi responsabilidad. Los demás no entienden sus situaciones. Lo más adecuado es que vaya yo y los apoye. Si los dejo de lado y no les presto atención por mi seguridad personal, ¿no estaría siendo irresponsable con mi deber?”. Sin embargo, tenía miedo de que me arrestaran si salía a la calle. Atascada en este dilema, oré a Dios y le pedí que me guiara para poder salvaguardar el trabajo de la iglesia en ese entorno. Después de orar, recordé un pasaje de las palabras de Dios: “Independientemente de lo ‘poderoso’, lo audaz y ambicioso que sea Satanás, de lo grande que sea su capacidad de infligir daño, del amplio espectro de las técnicas con las que corrompe y atrae al hombre, lo ingeniosos que sean los trucos y las artimañas con las que intimida al hombre y de lo cambiante que sea la forma en la que existe, nunca ha sido capaz de crear una simple cosa viva ni de establecer leyes o normas para la existencia de todas las cosas, ni de gobernar y controlar ningún objeto, animado o inanimado. En el cosmos y el firmamento no existe una sola persona u objeto que haya nacido de él o que exista por él; no hay una sola persona u objeto gobernados o controlados por él. Por el contrario, no solo tiene que vivir bajo el dominio de Dios, sino que, además, debe someterse a todas Sus órdenes y Sus mandatos. Sin el permiso de Dios, le resulta difícil incluso tocar una gota de agua o un grano de arena sobre la tierra; ni siquiera es libre para mover a las hormigas sobre la tierra, y mucho menos a la humanidad creada por Dios. A los ojos de Dios, Satanás es inferior a los lirios del campo, a las aves que vuelan en el aire, a los peces del mar y a los gusanos de la tierra. Su papel, entre todas las cosas, es servir a todas las cosas, a la especie humana y a la obra de Dios y a Su plan de gestión. Independientemente de lo malévola que es su naturaleza y lo malvado de su esencia, lo único que puede hacer es respetar sumisamente su función: estar al servicio de Dios, y ser un contraste para Él. Tales son la sustancia y la posición de Satanás. Su esencia está desconectada de la vida, del poder, de la autoridad; ¡es un simple juguete en las manos de Dios, tan solo una máquina a Su servicio!(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I). Las palabras de Dios me permitieron ver que, por muy desenfrenado que esté Satanás, siempre está en las manos de Dios. Debe escuchar las instrucciones y órdenes de Dios. Sin el permiso de Dios, no se atreve a tocar ni una gota de agua ni un grano de arena en la tierra. Las palabras de Dios me dieron fe en que Él controla todas las cosas y los acontecimientos. Que me arrestaran o no dependía de Dios. Ahora, había que resolver con urgencia los problemas de los nuevos fieles. No podía pensar solo en mi propia seguridad. Resolver los problemas de los nuevos fieles era vital. La próxima vez que hubiera una reunión de nuevos fieles, tenía que ir. Si realmente me arrestaban, entonces, Dios lo habría permitido. Sin el permiso de Dios, por muy desenfrenado que estuviera Satanás, yo estaría a salvo. El día de la reunión, salí temprano y di varias vueltas antes de ir al lugar de reunión. Al leer las palabras de Dios y hablar sobre la comprensión vivencial en la reunión, los nuevos fieles entendieron la intención de Dios y ya no se sintieron tan pusilánimes ni asustados. Aparecieron sonrisas en sus rostros y sus estados cambiaron. Mi corazón se sintió feliz y en paz.

En 2023, comencé a hacer el deber de líder en la iglesia. En la tarde del 6 de julio, arrestaron a la hermana Gao Li, que trabajaba conmigo, cuando estaba reuniéndose con tres nuevos fieles que eran líderes y diáconos. Cuando oí la noticia, el corazón me dio un vuelco. “Voy a la casa de Gao Li casi todos los días y suelo reunirme con esos tres nuevos fieles. Ellos no llevan mucho tiempo creyendo en Dios y solo tienen una comprensión superficial de la verdad. ¿Podrán resistir la persecución de la policía y mantenerse firmes en su testimonio? ¿Qué pasará si no pueden soportar la tortura y se convierten en un judas y me delatan? Yo ya estoy enferma. Si me arrestan, ¿cómo haré para soportar la tortura de la policía?”. Esos días, recibía cartas habitualmente que decían que habían arrestado a tal o cual hermano o hermana con quien había estado en contacto. Sentía que podrían arrestarme en cualquier momento y no podía calmar mi corazón. Pasaba cada día consumida por la tensión. Solo quería encontrar un lugar donde esconderme y no volver a mostrar la cara. Pero luego pensé que yo era una líder en la iglesia y que lidiar con las consecuencias era mi responsabilidad. En especial, pensé que Gao Li conocía muy bien las casas donde se salvaguardaban los libros de las palabras de Dios, por lo que había que trasladar los libros lo antes posible. Sin embargo, el entorno en ese momento era muy adverso y había vigilancia por todas partes. Si la policía me descubría trasladando todos esos libros, ¡las consecuencias serían demasiado horribles como para imaginarlas! Por no decir que yo era una líder en la iglesia. Si la policía descubría que era una líder, no cabe duda de que me torturarían hasta matarme. En cuanto pensé en las imágenes de la policía torturando a los hermanos y hermanas, me estremecí de terror. Si la policía me mataba a golpes, perdería para siempre mi oportunidad de obtener la salvación, y todos esos años creyendo en Dios habrían sido en vano. Sin embargo, si Gao Li no podía soportar la tortura, se convertía en una judas y no se trasladaban a tiempo los libros de las palabras de Dios, bien podrían caer en manos de la policía. En ese caso, estaría incumpliendo mi deber. ¡Eso sería una transgresión grave! El traslado de los libros de las palabras de Dios no podía demorarse ni un momento. Esa noche, oré a Dios varias veces, reflexioné sobre mí misma y vi que vivía sumida en el temor y con miedo a mostrar la cara, lo que no estaba de acuerdo con las intenciones de Dios, y que la pusilanimidad y el temor eran artimañas de Satanás. Recordé un pasaje de las palabras de Dios que solía leer: “Lo que deseo ahora es tu lealtad y sumisión, tu amor y tu testimonio. Incluso si en este momento no sabes lo que es el testimonio o lo que es el amor, debes entregarte por entero a Mí y entregarme los únicos tesoros que tienes: tu lealtad y tu sumisión. Debes saber que el testimonio de Mi derrota de Satanás está en la lealtad y la sumisión del hombre, del mismo modo que lo hace Mi testimonio de Mi conquista completa del hombre. El deber de tu fe en Mí es dar testimonio de Mí, ser leal a Mí y a ningún otro, y ser sumiso hasta el final. Antes de que Yo comience el siguiente paso de Mi obra, ¿cómo darás testimonio de Mí? ¿Cómo serás leal y sumiso a Mí? ¿Dedicas toda tu lealtad a tu función o simplemente te rendirás? ¿Preferirías someterte a cada arreglo Mío (aunque sea muerte o destrucción) o huir a mitad de camino para evitar Mi castigo?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Qué sabes de la fe?). Después de leer las palabras de Dios, comprendí Su intención. Dios me estaba escrutando en ese momento para ver si podía dar testimonio frente a Satanás y si era leal y sumisa a Dios. Ahora, el entorno era peligroso y había que trasladar con urgencia los libros de las palabras de Dios. Como líder de la iglesia, debía llevar a cabo esa tarea sin dudarlo. Pensé en lo perverso, despreciable y confabulador que es el PCCh. No sabía si los hermanos y hermanas a quienes habían arrestado serían capaces de mantenerse firmes frente a las amenazas y las provocaciones de la policía. Tenía que ocuparme de las consecuencias lo más rápido posible. El traslado de los libros no se podía retrasar ni un momento. No podía demorarme más. Hablé de forma urgente con el predicador sobre cómo trasladar los libros y oré a Dios para encomendarle el asunto. Bajo la protección de Dios, trasladamos con éxito todos los libros de las palabras de Dios a un lugar seguro. Solo entonces pude respirar aliviada.

Más tarde, recibí otra carta que decía que también habían arrestado a la hermana Li Jie, que habían matado a golpes a otra hermana tres días después de arrestarla y que la policía vigilaba y arrestaba constantemente a los hermanos y hermanas de la iglesia. Cuando oí esas noticias, volví a preocuparme. ¿Qué pasaría si me arrestaban, me torturaban y me mataban a golpes? De forma involuntaria, mi corazón se volvió pusilánime y temeroso. Pensaba que ya no podía salir a la calle y que debía esconderme en casa. Me di cuenta de que revelar estas ideas no era lo correcto y comencé a hacer introspección. ¿Por qué vivía con cobardía y miedo y quería escapar en cuanto enfrentaba una situación peligrosa? Oré a Dios sobre mi estado. Después de orar, leí las palabras de Dios: “Aparte de considerar su propia seguridad, ¿en qué piensan además ciertos anticristos? […] En cuanto oyen hablar de un líder al que denunciaron a la policía porque no vivía en un lugar seguro, o de otro líder al que los espías del gran dragón rojo persiguieron por salir demasiado a menudo para hacer su deber e interactuar con demasiadas personas, y de cómo estos acabaron arrestados y condenados, se asustan enseguida. Piensan: ‘Oh, no, ¿seré yo el siguiente al que arresten? Debo aprender de ello. No debería ser demasiado activo. Si puedo evitar hacer algo del trabajo de la iglesia, no lo desempeñaré. Si puedo evitar dejarme ver, lo evitaré. Minimizaré mi trabajo tanto como sea posible, evitaré salir y relacionarme con las personas y me aseguraré de que nadie sepa que soy líder. Estos días, ¿quién se puede permitir preocuparse por los demás? ¡Estar vivo ya supone un desafío!’. Desde que adoptan el papel de líder, aparte de acarrear una maleta y ocultarse, no hacen ningún trabajo. Viven con el alma en vilo, con el constante temor de que los atrapen y los condenen. Supongamos que oyen a alguien decir: ‘¡Si te atrapan, te matarán! Si no fueras líder, si solo fueras un creyente corriente, puede que te soltarían tras pagar solo una pequeña multa, pero dado que eres líder, es difícil saberlo. ¡Es demasiado peligroso! Algunos líderes u obreros a los que atraparon se negaron a revelar información alguna y la policía los golpeó hasta la muerte’. Una vez que oyen que han golpeado a alguien hasta la muerte, su miedo se intensifica y trabajar les aterra incluso más. En lo único que piensan todos los días es en cómo evitar que los atrapen, en evitar dejarse ver, en impedir que los vigilen y en evitar el contacto con los hermanos y hermanas. Se devanan los sesos pensando en estas cosas y se olvidan completamente de sus deberes. ¿Son leales estas personas? ¿Puede la gente así ocuparse de trabajo alguno? (No). La gente así es simplemente tímida y no podemos ponerles la etiqueta definitiva de anticristos solo en función de esta manifestación, pero ¿cuál es la naturaleza de esta manifestación? La esencia de esta manifestación es la de un incrédulo. No creen que Dios pueda proteger la seguridad de las personas y, desde luego, no creen que dedicarse a esforzarse por Dios sea consagrarse a la verdad ni sea algo que Él apruebe. No temen a Dios en su corazón; solo les asustan Satanás y los perversos partidos políticos. No creen en la existencia de Dios, no creen que todo esté en Sus manos y, por supuesto, no creen que Dios apruebe que una persona se gaste por completo para Él y en aras de seguir Su camino y de completar Su comisión. No son capaces de ver nada de esto. ¿En qué creen? Creen que, en caso de caer en manos del gran dragón rojo, tendrán un mal final, que se les sentenciará o incluso correrán el riesgo de perder la vida. En su corazón, solo consideran su propia seguridad y no la obra de la iglesia. ¿Acaso no son incrédulos? (Sí). ¿Qué dice la Biblia? ‘El que ha perdido su vida por mi causa, la hallará’ (Mateo 10:39). ¿Creen estas palabras? (No). Si se les pide que asuman un riesgo mientras hacen su deber, desearán esconderse y no permitir que nadie los vea; querrán ser invisibles. Así de asustados están. No creen que Dios sea el apoyo del hombre, que todo esté en manos de Dios, que si algo va realmente mal o de veras los atrapan es que Dios lo ha permitido y que esa gente debería tener un corazón sumiso. Estas personas no poseen este corazón, este entendimiento ni esta preparación. ¿Creen de verdad en Dios? (No). ¿No es la esencia de esta manifestación la de un incrédulo? (Sí)” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (II)). Lo que Dios exponía era exactamente mi estado. Desde que supe que habían arrestado a la hermana con la que trabajaba, vivía con tensión y pánico. Sabía que era una líder en la iglesia y que, cuando nos enfrentáramos a un entorno peligroso, debía dar prioridad a proteger las ofrendas de Dios y los libros de Sus palabras. Sin embargo, luego pensé en lo peligroso que era el entorno en ese momento y que había vigilancia en todas partes. Si trasladaba muchos libros en ese tipo de entorno, entonces, la policía no me dejaría ir fácilmente en cuanto me arrestara. Si me dejaban discapacitada de una paliza o incluso me mataban a golpes, perdería por completo mi oportunidad de obtener la salvación. Cuando pensé en estas terribles consecuencias, no me atreví a trasladar los libros. Quería delegar la tarea en el predicador. En este momento crucial, solo pensé en mi propia seguridad. Mi mente estaba llena de mis propios intereses y, sencillamente, no consideré en absoluto los intereses de la iglesia. ¡Fui demasiado egoísta, despreciable y carecía de humanidad! Antes de enfrentarnos a este entorno, solía hablar con mis hermanos y hermanas sobre cómo el gran dragón rojo es solo una herramienta al servicio de la obra de Dios y que Él usa la persecución del gran dragón rojo para revelar y perfeccionar a las personas. Sin embargo, cuando enfrenté el peligro, este me reveló. Vivía todo el día con cobardía y temor. Tenía miedo de que la policía me torturara hasta matarme. Mi fe en Dios no era genuina. Vi que, normalmente, todo lo que compartía eran solo palabras y doctrinas. No tenía ni la más mínima pizca de fe en Dios. ¡Era una incrédula que Dios había puesto al descubierto!

Más tarde, hice introspección. ¿Por qué siempre quería delegar mi deber en los demás apenas me enfrentara a un entorno peligroso? ¿Qué esencia-naturaleza causaba esto? Al buscar, leí las palabras de Dios: “Los anticristos son extremadamente egoístas y despreciables. No tienen verdadera fe en Dios, y mucho menos lealtad a Él. Cuando se topan con un problema, solo se protegen y se salvaguardan a sí mismos. Para ellos, nada es más importante que su propia seguridad. Siempre y cuando puedan vivir y no los detengan, no les importa el daño causado a la obra de la iglesia. […] Los anticristos abandonan la obra de la iglesia y las ofrendas de Dios, y no organizan que la gente se ocupe de la situación posterior. Eso equivale a permitir que el gran dragón rojo se apodere de las ofrendas de Dios y de Su pueblo escogido. ¿No es eso una traición encubierta a las ofrendas de Dios y a Su pueblo escogido? Cuando los que son leales a Dios tienen claro que es peligroso un entorno, pese a ello aceptan el riesgo de hacer la tarea de ocuparse de la situación posterior y mantienen en mínimos las pérdidas a la casa de Dios antes de retirarse. No priorizan su propia seguridad. Dime, en este perverso país del gran dragón rojo, ¿quién podría asegurar que no hay peligro alguno en creer en Dios y cumplir con un deber? Cualquiera que sea el deber que uno asuma, conlleva cierto riesgo; sin embargo, el cumplimiento del deber es una comisión de Dios y, al seguir a Dios, uno ha de asumir el riesgo de cumplir con su deber. Uno debe hacer un ejercicio de sabiduría y ha de tomar medidas para garantizar su seguridad, pero no debe priorizar su seguridad personal. Debe tener en cuenta las intenciones de Dios y priorizar el trabajo de Su casa y la difusión del evangelio. Lo principal, y lo primero, es cumplir con la comisión de Dios para uno. Los anticristos dan máxima prioridad a su seguridad personal, creen que lo demás no tiene que ver con ellos. No les importa que le pase algo a otra persona, sea quien sea. Mientras no les pase nada malo a los propios anticristos, ellos están tranquilos. Carecen de toda lealtad, lo cual viene determinado por la esencia-naturaleza de los anticristos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (II)). Dios expuso que los anticristos solo piensan en su propia seguridad cuando están en peligro. No consideran si los intereses de la casa de Dios se ven perjudicados ni prestan atención a la seguridad de sus hermanos y hermanas. ¡Son tan egoístas y despreciables! Cuando comparé el carácter que revelé con el de un anticristo, vi que eran idénticos. Vivía según el veneno: “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”. En entornos peligrosos, anteponía mis propios intereses. Hace un año, se dio un entorno en nuestra iglesia. Temía que me arrestaran y torturaran, así que no me atreví a salir a regar a los nuevos fieles. Esto implicó que los problemas de los nuevos fieles no se pudieran resolver a tiempo. Cuando arrestaron a la hermana con la que colaboraba y a varios líderes y diáconos, tenía que lidiar con las consecuencias urgentemente. Pero aún tenía miedo de que me arrestaran y torturaran y de que me mataran a golpes, así que quise delegar mi deber en los demás. Como líder en la iglesia, tenía la responsabilidad de proteger los intereses de la iglesia y la seguridad de mis hermanos y hermanas. Sin embargo, cuando enfrentaba un entorno peligroso, quería huir constantemente del frente de batalla y pensaba solo en salvar mi propio pellejo y delegar mi deber en manos de otras personas. Temía a la muerte, como una cobarde, y me aferraba a la vida a toda costa. Solo me preocupaba mi carne. Fui demasiado egoísta y despreciable. No tenía ninguna lealtad a Dios. Pensé en cómo Dios arriesga Su vida para entrar en persona en la guarida del tigre y salvar por completo a la humanidad del dominio de Satanás. El partido que gobierna en China ha perseguido sin descanso a Dios, pero Él nunca ha abandonado nuestra salvación, sino que ha seguido hablando y expresando palabras para guiarnos. ¡El amor que Dios tiene por las personas es tan inmenso! Las personas que son verdaderamente leales a Dios priorizan los intereses de Su casa. Incluso si tienen que correr riesgos, lidian bien con las consecuencias. Yo disfrutaba de la provisión y el pastoreo de las palabras de Dios, pero no sabía ser considerada con Sus intenciones ni pensaba en retribuir Su amor. ¡Carecía verdaderamente de conciencia y razón! No era diferente de un anticristo: era egoísta y despreciable, sin un ápice de humanidad. Si no me arrepentía, Dios me aborrecería y me descartaría. Cuando me di cuenta de esto, me arrodillé de inmediato para orar: “Querido Dios, cada vez que enfrento un entorno peligroso, solo pienso en mi propia seguridad. No tengo en consideración los intereses de la iglesia ni la seguridad de mis hermanos y hermanas. ¡Soy demasiado egoísta y despreciable! ¡Mi comportamiento te resulta aborrecible! Querido Dios, no estoy dispuesta a vivir según mi carácter corrupto. Quiero confiar en Ti para cumplir bien con mi deber”.

Luego, busqué pasajes de las palabras de Dios relacionados con mi estado de constante temor a que me arrestaran y mataran a golpes. Leí las palabras de Dios: “Los martirizados por predicar el evangelio del Señor Jesús, ¿hasta qué punto cumplieron con su deber? ¿Hasta el máximo logro? ¿Cómo se manifestó el máximo logro? (Ofrecieron sus vidas). Eso es, pagaron el precio con su vida. La familia, la riqueza y las cosas materiales de esta vida son cosas externas; lo único relacionado con uno mismo es la vida. Para cada persona viva, la vida es la cosa más digna de aprecio, la más preciada, y resulta que esas personas fueron capaces de ofrecer su posesión más preciada, la vida, como confirmación y testimonio del amor de Dios por la humanidad. Hasta el día de su muerte siguieron sin negar el nombre de Dios o Su obra y aprovecharon los últimos momentos de su vida para dar testimonio de la existencia de esta realidad; ¿no es esta la forma más elevada de testimonio? Esta es la mejor manera de cumplir con el deber, lo que significa cumplir con la responsabilidad. Cuando Satanás los amenazó y aterrorizó, y al final, incluso cuando les hizo pagar con su vida, no abandonaron su responsabilidad. Esto es cumplir con el deber hasta el fin. ¿Qué quiero decir con ello? ¿Quiero decir que utilicéis el mismo método para dar testimonio de Dios y difundir Su evangelio? No es necesario que lo hagas, pero debes entender que es tu responsabilidad, que si Dios necesita que lo hagas, debes aceptarlo como algo a lo que te obliga el honor. La gente de hoy alberga miedo y preocupación, pero ¿de qué sirven esos sentimientos? Si Dios no necesita que hagas esto, ¿de qué te sirve preocuparte por ello? Si Dios necesita que lo hagas, no debes eludir ni rechazar esta responsabilidad. Debes cooperar de manera proactiva y aceptarla sin preocuparte. Muera como muera una persona, no debe morir ante Satanás ni tampoco en las manos de este. Si uno va a morir, debe morir en las manos de Dios. Las personas vinieron de Dios y a Él regresan; estas son la razón y la actitud que ha de tener un ser creado(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Difundir el evangelio es el deber al que están obligados por honor todos los creyentes). Las palabras de Dios me permitieron entender Sus intenciones y exigencias. Si una persona paga con su vida para dar testimonio de Dios, este es el tipo de testimonio más elevado y Dios lo aprueba. Cuando alguien entrega su vida por la causa justa, aunque su carne muera, su espíritu y alma regresan a Dios. Tal como dice la Biblia: “El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por mi causa, la hallará(Mateo 10:39). Pedro fue crucificado cabeza abajo por Dios y perdió su vida carnal, pero dio testimonio de Dios y ganó la vida eterna. Asimismo, los hermanos y hermanas que prefirieron morir antes que volverse un judas bajo la tortura del gran dragón rojo murieron para dar testimonio de Dios. Dios recuerda este tipo de muerte. Yo temía constantemente que la policía me arrestara y me matara a golpes mientras cumplía con mi deber. Esto se debía a mi falta de comprensión sobre el significado de la vida y la muerte. Mi vida está en manos de Dios y Él tiene soberanía sobre ella; Dios me dio hasta el mismísimo aliento en los pulmones. Debía encomendar mi vida y mi muerte a Dios y someterme a Sus orquestaciones y arreglos. Incluso si la policía me arrestaba y me torturaba hasta matarme, eso tendría valor y significado si podía mantenerme firme en mi testimonio de Dios. El Señor Jesús dijo: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno(Mateo 10:28). Satanás solo puede dañar la carne de una persona. Incluso si el PCCh nos tortura por creer en Dios y sufrimos en la carne o hasta somos martirizados, con esto habremos dado testimonio firme ante Dios y Él lo aprueba. En esta vida, tuve la fortuna de aceptar el evangelio de Dios de los últimos días y Sus palabras me dieron mucha provisión y guía. Comprendí los misterios y el significado de la vida y me libré del daño y las artimañas de Satanás. Pude vivir bajo el cuidado y la protección del Creador. Estas cosas han sido la mayor bendición. Ahora, incluso si muriera, eso habría valido la pena: no habría vivido esta vida en vano. Después de comprender esto, la muerte ya no me limitó como lo había hecho antes. Estaba dispuesta a orar a Dios, confiar en Él y usar mi sabiduría para lidiar con las consecuencias.

Más tarde, una hermana me dijo que la policía había descubierto mi verdadero nombre. Cuando oí la noticia, pensé que debía ser aún más cautelosa en el futuro. Sin embargo, poco después, recibí una carta de los líderes superiores que decía que había que implementar con urgencia cierto trabajo, y que yo era la única persona que podía encontrar a alguien que supiera del tema. Pensé en cómo la policía había descubierto mi situación real y en que había vigilancia en todos los rincones. Si salía a la calle y me arrestaban y me mataban a golpes, ¿qué pasaría? En ese momento, me di cuenta de que, otra vez, mi estado no era el correcto. Recordé las palabras de Dios: “Sin el permiso de Dios, le resulta difícil incluso tocar una gota de agua o un grano de arena sobre la tierra; ni siquiera es libre para mover a las hormigas sobre la tierra, y mucho menos a la humanidad creada por Dios(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I). Que me arrestaran o no dependía de Dios. Incluso si me arrestaban, ese sería mi momento de mantenerme firme en mi testimonio. Incluso si la policía me mataba a golpes, lo aceptaría por mi propia voluntad y me sometería. Nunca me convertiría en una judas ni traicionaría a Dios. Con las palabras de Dios para guiarme y orientarme, mi corazón nervioso se calmó y ya no me sentí pusilánime ni temerosa. Así que me disfracé, salí a la calle y organicé todo sin contratiempos. En ese momento, mi corazón se sintió tranquilo y en paz. Después, aunque el entorno seguía siendo muy peligroso, con las palabras de Dios como guía, ya no me sentí pusilánime ni temerosa. En cambio, confié en Dios, usé mi sabiduría para completar mi trabajo y la vida de la iglesia volvió a la normalidad de a poco.

Después de experimentar esta serie de entornos, vi la sabiduría y la omnipotencia de Dios y experimenté en persona Su soberanía. También llegué a comprender un poco más lo despreciable y egoísta de mi propia naturaleza satánica. Aprendí a orar a Dios, a confiar en Él y sentí que mi relación con Dios se había vuelto más cercana. Ahora, el gran dragón rojo sigue arrestando de forma desenfrenada a los hermanos y hermanas, pero ya no vivo sumida en un estado de miedo a que me arresten. Estoy dispuesta a someterme a todas las orquestaciones y arreglos de Dios y a cumplir bien con mi deber en las tribulaciones. ¡Gracias a Dios!

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