79. Por fin puedo aceptar mi deber tranquila

Por Su Hang, China

En noviembre de 2023, me eligieron para ser predicadora, responsable del trabajo de dos iglesias. Cuando me enteré del resultado, me sorprendí bastante y sentí un poco de nervios. Pensé: “Los predicadores tienen una jurisdicción amplia y una pesada responsabilidad. He sido predicadora antes, pero, debido a que no hacía un trabajo real, disfrutaba de los beneficios del estatus y los varios aspectos del trabajo de la iglesia no daban resultados, me destituyeron. Ahora, hay grandes olas de detenciones por parte del PCCh por doquier y el entorno es muy adverso. Si no arreglo correctamente el trabajo y daño los intereses de la casa de Dios, seguramente me harán responsable. Puede que incluso me destituyan. Si hago demasiado mal y me revelan y descartan, entonces perderé mi oportunidad de salvarme. En ese caso, después de creer en Dios todos estos años, ¿no me quedaría sin nada? ¿No sería como si nadara y nadara y me ahogara a la orilla? Sería mejor tener solamente la responsabilida de liderar una sola iglesia. De esa forma, no me veré tan comprometida”. Planeaba escribir una carta a los líderes superiores para explicarles que mi comprensión de las cosas era lenta y que debían buscar otro candidato para no retrasar el trabajo de la iglesia y la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas. Sin embargo, después pensé: “Dios es soberano y dispone sobre todas las personas, acontecimientos y cosas que encuentro a diario. Ya fallé al cumplir este deber antes. ¿Podría ser que Dios me esté dando la oportunidad de arrepentirme al cumplir nuevamente este deber? Es más, muchos hermanos y hermanas fueron detenidos y se necesitan personas para el trabajo de la iglesia. Esta vez no puedo ir en contra de mi conciencia y rechazar el deber. Eso sería demasiado doloroso para Dios”. Quería satisfacer a Dios, pero también temía no cumplir bien mi deber y que me hagan responsable. Sentía un gran conflicto en mi interior, y esa noche me revolví y di vueltas en la cama, sin poder dormir. Sentía que una roca enorme me oprimía el corazón.

La mañana siguiente, me sinceré con la hermana que colaboraba conmigo, Wang Nan, y busqué con ella sobre mi estado. Ella buscó un pasaje de las palabras de Dios para mí. Dios dice: “Los anticristos albergan estas cosas en su corazón, que son malentendidos, oposición, juicio y resistencia contra Dios. No tienen ningún conocimiento de la obra de Dios en absoluto. Mientras indagan en las palabras de Dios, en Su carácter, identidad y esencia, llegan a tales conclusiones. Entierran estas cosas profundamente en su corazón y se advierten a sí mismos: ‘La precaución es la madre de la seguridad; es mejor pasar inadvertido; las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen; y ¡la cima es un lugar solitario! No importa cuándo, nunca seas esa espiga que sobresale, nunca escales demasiado alto; cuanto más alto trepes, más fuerte caerás’. No creen que las palabras de Dios son la verdad ni que Su carácter es justo y santo. Consideran todo esto mediante las nociones e imaginaciones humanas, y abordan la obra de Dios con perspectivas, ideas y astucia humanas, empleando la lógica y el pensamiento de Satanás para delimitar el carácter, la identidad y la esencia de Dios. Obviamente, los anticristos no solo no aceptan ni reconocen el carácter, la identidad y la esencia de Dios, sino que, por el contrario, albergan multitud de nociones, oposición y rebeldía hacia Dios y no tienen ni el más mínimo conocimiento verdadero de Él. Para los anticristos, la definición de la obra, el carácter y el amor de Dios es un interrogante, una duda, y rebosan escepticismo, rechazo y calumnia hacia tal definición; y entonces, ¿qué pasa con Su identidad? El carácter de Dios representa Su identidad; tal como consideran ellos el carácter de Dios, es evidente su consideración de la identidad de Dios: de rechazo directo. Esta es la esencia de los anticristos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (VI)). Dios dejó en evidencia que los anticristos no admiten que Sus palabras son la verdad. No creen en la justicia de Dios y creen todavía menos que la verdad reina en Su casa. Confían en sus nociones e imaginaciones para sopesar a Dios y circunscribir Su identidad y esencia, y están llenos de dudas sobre Su justicia. Ellos niegan la honradez y la justicia de Dios, y creen que Él no es imparcial ni justo. Esto es blasfemar contra Dios. Al compararme con lo que dejaban en evidencia las palabras de Dios, vi que el carácter que había revelado era idéntico al de un anticristo. En esta elección me habían escogido como predicadora, pero mi corazón estaba lleno de reservas y dudas hacia Dios. Me preocupaba que mi jurisdicción sería demasiado extensa y la responsabilidad, demasiado pesada. Si no cumplía bien mi deber y trastornaba el trabajo de la iglesia, no solo me destituirían, sino que también correría el riesgo de que me descartaran. Usé mi propio cerebro, mis nociones e imaginaciones para ver la obra de Dios, y creía equivocadamente que, si alguien carga una gran responsabilidad en su deber, será revelado rápidamente, por lo que buscaba excusas para rechazar mi deber. No comprendía el carácter justo de Dios y pensaba que Su casa era igual que el mundo y que también carecía de equidad y justicia. Esto es blasfemar contra Dios. Pensé en que la casa de Dios destituye y descarta a las personas de acuerdo a los principios. Nadie será eliminado solamente por no cumplir bien el trabajo, sino que depende de las circunstancias. Algunas personas son destituidas porque aparecen problemas y desviaciones en su deber y no hacen nada para cambiarlo después de haberles ofrecido enseñanzas y ayuda en varias ocasiones. Como en la época que fui predicadora antes y no hice ningún trabajo real. En ese entonces, los líderes y obreros compartieron conmigo y me ayudaron, pero yo nunca cambié, causé trastornos en el trabajo y por ello me destituyeron. Sin embargo, destituir no es lo mismo que descartar. Cuando hice introspección y me sometí al arrepentimiento y al cambio, la iglesia dispuso nuevamente que cumpliera un deber apropiado para mí. Vi que la destitución era una forma que Dios tenía de salvarme. El calibre de algunas personas es bastante pobre, y no están a la altura de hacer cierto trabajo. En esta situación, se las puede reasignar a un deber más adecuado que beneficie su entrada en la vida y el trabajo de la iglesia. Sin embargo, las personas malvadas y los anticristos continuamente causan trastornos y perturbaciones en su deber. Nunca cambian las cosas por más que se hable con ellos. Se niegan a arrepentirse con obstinación y cometen un sinfín de acciones malvadas. Entonces, se debe echarlos o expulsarlos de la iglesia. La casa de Dios trata a las personas de acuerdo a los principios. En la casa de Dios, reinan la verdad y la justicia. Yo debía ver a las personas de acuerdo con las palabras de Dios. Que Dios me otorgara su gracia al permitirme cumplir nuevamente el deber de predicadora era Su forma de darme una oportunidad de arrepentirme y cambiar. Esto era Su amor, y no debía ponerme a la defensiva contra Él ni malinterpretarlo. Oré a Dios, dispuesta a cambiar las cosas y busqué la verdad para resolver mis propios problemas.

Mientras me preparaba para hacerme cargo del deber de predicadora, mi corazón aún seguía un poco en ascuas. Dio la casualidad de que la hermana Liu Xin también se había encontrado en este estado antes. Así que ella buscó varios artículos de testimonios vivenciales para que yo leyera, y uno de los pasajes de las palabras de Dios que citaban me ayudó mucho. Dios Todopoderoso dice: “Algunas personas tienen miedo de asumir responsabilidades en el cumplimiento de su deber. Si la iglesia les da un trabajo que hacer, consideran primero si el trabajo requiere asumir responsabilidad y, si es así, no lo aceptan. Sus condiciones para cumplir con un deber son, primero, que debe ser un trabajo ligero; segundo, que no sea cansado ni les quite tiempo; y tercero que, hagan lo que hagan, no asuman ninguna responsabilidad. Ese es el único deber que aceptan. ¿Qué clase de persona es esta? ¿Acaso no es una persona esquiva y falsa? No quieren asumir siquiera la menor responsabilidad. Incluso tienen miedo de que las hojas de los árboles les caigan encima y les abran la cabeza. ¿Qué deber puede cumplir una persona así? ¿Qué utilidad puede tener en la casa de Dios? La obra de la casa de Dios tiene que ver con la tarea de batallar contra Satanás, además de difundir el evangelio del reino. ¿Qué deber no conlleva responsabilidades? ¿Diríais que ser líder requiere responsabilidad? ¿Acaso sus responsabilidades no son aun mayores y no deben asumirlas en mayor medida? Por mucho que prediques el evangelio, des testimonio, hagas vídeos y cosas así, sea cual sea el trabajo que hagas, siempre que esté relacionado con los principios-verdad, conlleva responsabilidades. Si tu cumplimiento del deber no tiene principios, afectará a la obra de la casa de Dios, y si tienes miedo de asumir responsabilidad, entonces no puedes cumplir con ningún deber. ¿Es cobarde alguien que teme asumir responsabilidades al cumplir con su deber o es que existe un problema con su carácter? Hay que saber diferenciarlo. El hecho es que no se trata de una cuestión de cobardía. Si esa persona fuera en busca de riquezas o estuviera haciendo algo en su propio interés, ¿cómo no habría de ser tan valiente? Asumiría cualquier riesgo. Pero cuando hacen cosas por la iglesia, por la casa de Dios, no asumen ninguno. Tales personas son egoístas y viles, las más traicioneras de todas. Quien no asume responsabilidades al cumplir con su deber no es en absoluto sincero con Dios, ya no hablemos de su lealtad. ¿Qué clase de persona se atreve a asumir responsabilidades? ¿Qué clase de persona tiene el valor de llevar una pesada carga? Alguien que asume el liderazgo y da un paso adelante con valentía en el momento más crucial de la obra de la casa de Dios, que no teme cargar con una gran responsabilidad y soportar grandes dificultades, cuando ve la obra más importante y crucial. Se trata de alguien leal a Dios, un buen soldado de Cristo. ¿Es que todos los que temen asumir responsabilidades en su deber lo hacen porque no entienden la verdad? No; es un problema de su humanidad. No tienen sentido de la rectitud ni de la responsabilidad. Son personas egoístas y viles, no son creyentes sinceros de Dios, y no aceptan la verdad en lo más mínimo. Por esta razón, no pueden ser salvados. Los creyentes en Dios deben pagar un alto precio a fin de ganar la verdad, y se toparán con muchos obstáculos para practicarla. Deben renunciar a las cosas, abandonar sus intereses carnales y soportar cierto sufrimiento. Solo entonces podrán poner en práctica la verdad. Entonces, ¿puede practicar la verdad quien teme asumir responsabilidades? Desde luego que no puede practicar la verdad, y menos aún obtenerla. Tiene miedo de practicar la verdad, de incurrir en una pérdida para sus intereses; tiene miedo de ser humillado, de ser despreciado y de ser juzgado, y no se atreve a poner en práctica la verdad. Por consiguiente, no puede obtenerla, y no importa cuántos años crea en Dios, no puede alcanzar Su salvación(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Dios dice que la gente que teme aceptar la responsabilidad de cumplir su deber es egoísta, despreciable, engañosa y falsa. Esta clase de personas carece de humanidad y no cree verdaderamente en Dios. Dios solo puede desdeñarlas y descartarlas. Pensé en mi comportamiento reciente. Vi que yo era la clase de persona que Dios desenmascaraba, temerosa de que las hojas que caen de los árboles me rompieran la cabeza. Cuando me escogieron para ser predicadora, aunque era consciente de que el entorno era adverso y que faltaba gente en varios aspectos del trabajo, fui egoísta, despreciable y me protegí a mí misma. Enarbolaba la bandera de la protección del trabajo de la iglesia y la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas, pero de manera encubierta rechazaba mi deber e incluso creía que hacer eso era sensato. En realidad, en cada pensamiento, velaba por mi propio bien. ¡Vi que mi carácter era verdaderamente engañoso y falso! Vivía de acuerdo a los venenos satánicos de: “No muevas un dedo si no hay recompensa” y “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”. Todo lo que hacía, lo hacía por mí. Creía en Dios, pero Dios no estaba en mi corazón. Era igual a los incrédulos. Si no cambiaba, me arruinaría. Aquellos hermanos y hermanas que verdaderamente creen en Dios y son leales a Él pueden mostrar consideración por Sus intenciones. Sin importar lo adverso que sea el entorno, están dispuestos a asumir una carga pesada a fin de difundir el evangelio del reino, y cumplen su deber de forma positiva y activa, sin considerar ganancias o pérdidas personales. Algunos hermanos y hermanas incluso hacen múltiples trabajos: una persona asume varios deberes, sufre, paga un precio y, al final, obtiene buenos resultados. Sin embargo, cuando me comparaba con ellos, yo había querido rechazar mi deber en un momento crucial en el que se necesitaban personas para el trabajo en la casa de Dios. ¡Carecía completamente de conciencia! Pensé en que antes ya me habían destituido por disfrutar de los beneficios del estatus y no hacer trabajo real. Dios no me trató de acuerdo a mis transgresiones, sino que además me dio una oportunidad para arrepentirme. Debía valorarlo aún más, aceptar este deber y asumir la responsabilidad. Cuando comprendí la intención de Dios, estuve dispuesta a aceptar este deber desde el fondo de mi corazón.

Luego, acudí otra vez a Dios en oración y le pedí poder encontrar qué era lo que constantemente me hacía pensar y planear una forma de escapar a mi deber. Leí las palabras de Dios: “No es casualidad que los anticristos sean capaces de desempeñar su deber; sin duda, lo hacen con sus propias intenciones y propósitos y con el deseo de obtener bendiciones. Sea cual sea el deber que realicen, su propósito y actitud no se pueden separar, por supuesto, del afán de lograr bendiciones, un buen destino y buenas expectativas y un buen porvenir. Piensan en esto y se preocupan día y noche. Son como empresarios que no hablan sobre nada que no sea su trabajo. Hagan lo que hagan los anticristos, todo está vinculado a la fama, las ganancias y el estatus; todo guarda relación con obtener bendiciones y expectativas y un porvenir. En el fondo, su corazón está lleno de estas cosas; esta es la esencia-naturaleza de los anticristos. Precisamente debido a esta clase de esencia-naturaleza, los demás pueden ver con claridad que al final van a acabar descartados(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VII)). Dios deja en evidencia que los anticristos mezclan la intención de ganar bendiciones con su fe en Dios, y tratan de negociar con Él. Simplemente no creen en Dios para perseguir un cambio en sus actitudes ni ganar la verdad para nada. Recorren la senda incorrecta, y su final será el descarte. Cuando me comparaba con las palabras de Dios, veía que la perspectiva detrás de mi búsqueda era igual a la de un anticristo. Desde que comencé a creer en Dios, solo había tenido un objetivo: ganar bendiciones. Pensé en cómo antes, a fin de tener un buen final y destino, ser salva y sobrevivir en el futuro, estuve dispuesta a creen en Dios y cumplir mi deber a pesar de la persecución de mi familia, aunque significara tener que dejarla atrás. Una vez, la policía casi me detiene, pero después de eso no retrocedí y seguí cumpliendo mi deber activamente, como antes. Ahora que el deber de predicadora me llamaba de nuevo, temía no cumplirlo bien, que me hicieran responsable y no tener un buen final. Por eso, quería rechazar el deber para preservarme. Sin importar si estaba dispuesta a cumplir mi deber o no, lo primero que consideraba eran mis propios intereses, y todo a fin de ganar bendiciones. Vi que mi naturaleza era egoísta y falsa, y que mi fe en Dios en realidad era intentar negociar con Él y engañarlo. Mezclé la intención de ganar bendiciones con mi fe en Dios, y no podía simplemente cumplir mi deber para satisfacerlo. Solo me entregaba de alguna manera cuando había beneficios a cambio. Cumplir así mi deber era puramente transaccional, y no había nada de sinceridad en ello. En mi fe en Dios, la perspectiva detrás de lo que perseguía estaba equivocada, y la senda que transitaba iba en dirección opuesta a los requerimientos de Dios. ¿Cómo podía salvarme si seguía así? Si no daba la vuelta, solo terminaría siendo descartada por Dios.

Luego, leí Sus palabras: “Entonces, ¿cómo debería comportarse una persona honesta? Debe someterse a los arreglos de Dios, ser leal al deber que le corresponde cumplir, y esforzarse por satisfacer las intenciones de Dios. Esto se manifiesta de diferentes maneras. Una es aceptar tu deber con un corazón honesto, no considerar tus intereses carnales, no ser desganado en él, y no conspirar por tu propio bien. Estas son manifestaciones de honestidad. Otra es dedicar todo el corazón y todas tus fuerzas a cumplir bien con tu deber, haciendo las cosas en forma adecuada y poniendo el corazón y tu amor en el deber a fin de satisfacer a Dios. Estas son las manifestaciones que debería tener una persona honesta cuando cumple con su deber(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Comprendí que para ser una persona honesta, primero hay que tener un corazón honesto y cumplir bien el deber propio con el único fin de satisfacer a Dios, sin considerarse a uno mismo ni hacer planes para sí. Sin embargo, mientras cumplía mi deber, conspiraba a mi favor a cada momento. ¡Mi corazón era demasiado falso! Pensé en Noé. Él tenía un corazón simple y honesto. Cuando Dios le indicó que construyera el arca, él pudo mostrar consideración por el corazón de Dios y aceptar Su comisión. Fue obediente y sumiso, y no pensaba en bendiciones ni calamidades. Al final, completó el arca conforme a los requerimientos de Dios. Aunque no soy digna de compararme con Noé, debo imitarlo, ser una persona obediente y sumisa, aceptar mi deber con un corazón simple y honesto, dar mi mejor esfuerzo para hacer las cosas de las que soy capaz, y tratar de cumplir los requerimientos para ser una persona honesta. Dos días después, respondí a los líderes y les dije que estaba dispuesta cumplir el deber de predicadora.

Después, llegó una carta de los líderes superiores que decía que el trabajo de una iglesia había quedado paralizado tras una importante ola de detenciones y que era necesario que se encargaran de lidiar con las consecuencias. Me preguntaron si podía encargarme. Cuando leí la carta, mi corazón dio un vuelco: “Si no hago bien el trabajo, la responsabilidad final recaerá sobre mí”. Me di cuenta de que este pensamiento era incorrecto y de que aún temía asumir la responsabilidad. Leí las palabras de Dios: “Tienes que cooperar de forma proactiva y positiva, hacer cuanto puedas para llevar a cabo adecuadamente el deber que te corresponde y cumplir tus responsabilidades y obligaciones. Eso es lo que un ser creado debe hacer(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo con la búsqueda de la verdad se pueden corregir las nociones y los malentendidos propios acerca de Dios). “Si realmente tienes sentido de la carga y crees que cumplir con el deber es responsabilidad personal tuya, que, si no lo haces, no eres apto para vivir y eres una bestia y que solo si cumples correctamente con el deber eres digno de ser calificado de humano, y eres capaz de enfrentarte a tu propia conciencia —si tienes este sentido de la carga cuando cumples con el deber—, entonces podrás hacerlo todo a conciencia y sabrás buscar la verdad y hacer las cosas de acuerdo con los principios, con lo que sabrás cumplir correctamente con el deber y satisfacer a Dios. Si eres digno de la misión que Dios te ha otorgado, de todo lo que Él ha sacrificado por ti y de lo que espera de ti, entonces esto es lo que supone esforzarse de verdad(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para cumplir bien con el deber, al menos se ha de tener conciencia y razón). Las palabras de Dios me señalaron una senda de práctica. Tenía que cumplir mi deber de forma positiva y proactiva. El trabajo de esta iglesia estaba paralizado y se necesitaba planificar y disponer en detalle; además debían encargarse del trabajo de lidiar con las consecuencias lo más rápido posible. Los intereses de la casa de Dios y preservar la seguridad de mis hermanos y hermanas eran mi responsabilidad. Si, por miedo a hacerme responsable, seguía pensando en cómo escapar en lugar de en mi deber, entonces no era digna de ser humana.

Después, me dirigí a la iglesia para encargarme de lidiar con las consecuencias. En esa época, encontré muchas dificultades; confié en Dios para las cosas que no comprendía, busqué la ayuda de los líderes superiores y trabajé en armonía con mis hermanos y hermanas. Luego, Dios nos guió para trasladar sin peligro los libros de las palabras de Dios, y mis hermanos y hermanas cumplieron sus deberes lo mejor que pudieron. Aunque el trabajo evangélico seguía sin progresar, yo le dedicaba toda mi fuerza y ya no temía asumir la responsabilidad. Sabía que este era mi deber y mi responsabilidad, y lo que legítimamente debía hacer. Cuando pensé esto, me sentí en calma y en paz. Leí más de las palabras de Dios: “Por ahora, no te centres en cuál será tu destino o tu desenlace, en lo que sucederá, en lo que te deparará el futuro ni en si podrás evitar el desastre y la muerte; no pienses en estas cosas ni hagas peticiones en relación a ellas. Concéntrate únicamente en las palabras de Dios y en Sus exigencias, llega a perseguir la verdad, cumple bien con tu deber, satisface las intenciones de Dios y evita defraudar a Sus seis mil años de espera y Sus seis mil años de expectativa. Concédele a Dios algo de consuelo; permítele ver que hay esperanza en ti, y deja que se cumplan en ti Sus deseos. Dime, ¿te trataría Dios injustamente si lo hicieras? ¡Por supuesto que no! E, incluso si los resultados finales no son como hubieras deseado, como ser creado, ¿cómo debes tratar ese hecho? Debes someterte en todo a las instrumentaciones y las disposiciones de Dios, sin tener ningún plan personal. ¿Acaso no es esta la perspectiva que deben adoptar los seres creados? (Sí). Es correcto tener esta mentalidad(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. ¿Por qué debe el hombre perseguir la verdad?). Después de escuchar las sinceras palabras de Dios, sentí cómo Sus intenciones eran, de manera meticulosa, salvar a las personas, y me sentí muy conmovida de corazón. El plan de gestión de seis mil años de Dios tiene como fin salvar a la humanidad. Dios espera que persigamos la verdad con seriedad, que cambiemos nuestras actitudes, que vivamos con una semejanza humana verdadera y que seamos capaces de obedecer Sus palabras, someternos a Él y adorarlo. De esta forma, Su corazón se consolará. Sin importar cuál sea mi final en el futuro, lo más importante que tengo que hacer ahora es perseguir la verdad y cumplir bien mi deber para satisfacer a Dios. ¡Gracias a Dios!

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