99. Defender el deber durante la persecución y la tribulación
En abril de 2023, los líderes superiores me dijeron que habían arrestado a un líder de la Iglesia de Xingyuan y que la policía también había interrogado a otros dos líderes en sus casas, quienes ya no podían seguir haciendo su trabajo en la iglesia debido a los riesgos de seguridad. Así que los líderes superiores me pidieron que fuera a encargarme del trabajo de lidiar con las consecuencias y apoyar a los hermanos y hermanas. Al oír esto de los líderes, realmente sentí el peso de esta responsabilidad y también me preocupé un poco y pensé: “Este entorno es muy hostil. ¿Por qué organizaron que vaya yo? ¿Qué pasará si me arrestan? A muchos de los hermanos y hermanas que arrestan los terminan torturando brutalmente. Algunos no pueden soportar el tormento y traicionan a Dios y se convierten en un judas, mientras que a los demás los matan a golpes o dejan discapacitados. Los métodos que usa el gran dragón rojo para dañar a las personas son muy crueles. Si me arrestan y no puedo soportar la tortura, me convierto en una judas y traiciono a Dios, no seré salva. Entonces, ¿no habrá sido en vano mi fe?”. Pero luego pensé: “No puedo ser tan egoísta y pensar solo en mí misma. Han arrestado a un líder, los libros de las palabras de Dios están en peligro y hay que trasladarlos con urgencia, y los hermanos y hermanas están negativos, débiles y necesitan apoyo y ayuda. Debo ser considerada con la voluntad de Dios y aceptar este deber”. Así que acepté.
Después de llegar a la Iglesia de Xingyuan, me enteré de que la judas Zhang Fen había ido a las casas de la mayoría de los hermanos y hermanas, por lo que en todas peligraba la seguridad. Por ese entonces, solo la casa de la hermana Zhang Yu era relativamente segura y se podía usar temporalmente para hablar sobre el trabajo. Pero cuando me reuní con Zhang Yu, me enteré de que, años atrás, la policía había arrestado a varias hermanas en su casa, y de que, antes de que arrestaran a la judas Zhang Fen, ella también había visitado la casa de Zhang Yu. Al oír esto, mi corazón dio un vuelco: “¿Estará la policía vigilando y monitorizando en secreto? ¿Qué pasa si me arrestan? Si no soporto la tortura y me convierto en una judas, ¿no estaría todo perdido para mí? ¿Debería quedarme o irme de inmediato? Si me quedo, corro el riesgo de que me arresten, pero, si me voy, no habrá forma de hablar sobre el trabajo de lidiar con las consecuencias”. Oré en mi corazón para pedirle a Dios que me guiara sobre cómo practicar. Pensé en estas palabras de Dios: “¿Es fácil para una persona sin humanidad obtener la verdad? Es difícil para ella. Cuando se encuentra con un periodo de sufrimiento o tiene que pagar algún precio, piensa: ‘Vosotros seguid adelante primero soportando todo este sufrimiento y pagando el precio y cuando los resultados básicamente se logren, me uniré’. ¿Qué clase de humanidad es esta? Estos comportamientos se conocen colectivamente como ‘no poseer humanidad’. […] Cuando se enfrentan con el peligro, algunas personas solo se preocupan por esconderse. Otras protegen a los demás y no se preocupan de sí mismas. Cuando les sucede algo, algunas personas lo sobrellevan y otras luchan. Se trata de diferencias en la humanidad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entregando el corazón a Dios, se puede obtener la verdad). Las palabras de Dios me hicieron entender que las personas con buena calidad humana protegen primero a los demás cuando se enfrentan al peligro y que están dispuestas a poner en peligro sus vidas para salvaguardar los intereses de la casa de Dios y cumplir bien con sus responsabilidades. Los que no tienen humanidad son egoístas y despreciables, priorizan su propia seguridad y se salen en desbandada a esconderse cuando se acerca el peligro, sin preocuparse por el trabajo de la iglesia ni por la seguridad de los hermanos y hermanas. A la luz de las palabras de Dios, vi que había sido muy egoísta y que tenía un carácter muy deficiente. Ante el peligro, pensé primero en mí misma, tenía miedo de que me arrestaran y quise huir de inmediato, sin preocuparme por el trabajo de la iglesia ni por mi deber. Aunque la casa de Zhang Yu tenía algunos riesgos de seguridad, en ese momento era un lugar relativamente seguro dentro de la iglesia, en comparación con otras casas. Podía quedarme allí temporalmente para reunirme con los hermanos y hermanas y hablar del trabajo, y trasladarme a otro sitio cuando encontrara un lugar más adecuado. Si realmente me encontraba en una situación especial, debía orar a Dios y afrontar las cosas con fe y sabiduría. Así que oré a Dios y le pedí que me otorgara la fe y la voluntad para soportar el sufrimiento.
Al día siguiente, organicé que dos hermanos vinieran a la casa de Zhang Yu para hablar del trabajo. Li Bin, que era del mismo pueblo que Zhang Yu, me dijo al verme: “Hay dos personas malvadas en mi pueblo, cerca de la casa de Zhang Yu. Si ven que vienen forasteros al pueblo y descubren que son creyentes, llamarán a la policía. En mi pueblo, antes arrestaron a algunos hermanos y hermanas porque una de estas personas malvadas los denunció”. Al oír las palabras de Li Bin, me sentí un poco asustada y pensé: “No sé si esas personas malvadas me vieron cuando llegué. Si me denuncian, ¡seguro que me arrestarán!”. En ese momento, recordé un pasaje de las palabras de Dios y lo busqué para leerlo. Dios dice: “Independientemente de lo ‘poderoso’, lo audaz y ambicioso que sea Satanás, de lo grande que sea su capacidad de infligir daño, del amplio espectro de las técnicas con las que corrompe y atrae al hombre, lo ingeniosos que sean los trucos y las artimañas con las que intimida al hombre y de lo cambiante que sea la forma en la que existe, nunca ha sido capaz de crear una simple cosa viva ni de establecer leyes o normas para la existencia de todas las cosas, ni de gobernar y controlar ningún objeto, animado o inanimado. En el cosmos y el firmamento no existe una sola persona u objeto que haya nacido de él o que exista por él; no hay una sola persona u objeto gobernados o controlados por él. Por el contrario, no solo tiene que vivir bajo el dominio de Dios, sino que, además, debe someterse a todas Sus órdenes y Sus mandatos. Sin el permiso de Dios, le resulta difícil incluso tocar una gota de agua o un grano de arena sobre la tierra; ni siquiera es libre para mover a las hormigas sobre la tierra, y mucho menos a la humanidad creada por Dios. A los ojos de Dios, Satanás es inferior a los lirios del campo, a las aves que vuelan en el aire, a los peces del mar y a los gusanos de la tierra. Su papel, entre todas las cosas, es servir a todas las cosas, a la especie humana y a la obra de Dios y a Su plan de gestión. Independientemente de lo malévola que es su naturaleza y lo malvado de su esencia, lo único que puede hacer es respetar sumisamente su función: estar al servicio de Dios, y ser un contraste para Él. Tales son la sustancia y la posición de Satanás. Su esencia está desconectada de la vida, del poder, de la autoridad; ¡es un simple juguete en las manos de Dios, tan solo una máquina a Su servicio!” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I). Las palabras de Dios me dieron fe y fortaleza. Dios es soberano sobre todas las cosas y las controla. Todas las cosas y acontecimientos están en Sus manos. El PCCh y las personas malvadas están todos en las manos de Dios, por muy desenfrenados que sean. A los ojos de Dios, hasta son inferiores que los gusanos en la tierra. Son solo herramientas que rinden servicio para perfeccionar al pueblo escogido de Dios. El gran dragón rojo hace todo lo posible para capturar a quienes creen en Dios, pero no nos puede hacer nada sin el permiso de Dios. El PCCh persigue a los hermanos y hermanas y ofrece recompensas por la captura de algunos de ellos, gasta enormes recursos humanos y materiales para perseguirlos, rastrearlos y vigilarlos, y usa todo tipo de equipos de alta tecnología para supervisión, pero, aun así, no puede atraparlos sin el permiso de Dios. Ese día, me sentí timorata y asustada al oír que había personas malvadas que me podían denunciar. Vi que, aunque decía que creía en Dios, a la hora de la verdad, Dios parecía ausente de mi corazón. Mi fe en Dios era muy pequeña. Aunque el entorno era peligroso, estaba en manos de Dios que me arrestaran o no. Ese asunto dependía de Él. Al pensar en esto, ya no sentí tanto miedo. Vi que los dos hermanos estaban viviendo con miedo y cobardía, así que hablé con ellos sobre la autoridad y la soberanía de Dios. Después de escucharme, recuperaron la fe y estuvieron dispuestos a cumplir con sus deberes.
Luego me pregunté: “¿Por qué tenía tanto miedo de que me arrestaran y mataran a golpes? ¿En qué aspecto de la verdad debo entrar?”. Leí que las palabras de Dios dicen: “¿Cómo murieron esos discípulos del Señor Jesús? Entre los discípulos hubo quienes fueron lapidados, arrastrados por un caballo, crucificados cabeza abajo, desmembrados por cinco caballos; les acaecieron todo tipo de muertes. ¿Por qué murieron? ¿Los ejecutaron legalmente por sus delitos? No. Difundían el evangelio del Señor, pero la gente mundana no lo aceptó y, en cambio, los condenó, golpeó y vituperó, e incluso los asesinó; así los martirizaron. No hablemos del fin último de esos mártires ni de la definición de su conducta por parte de Dios; en cambio, preguntémonos esto: al llegar al final, ¿las formas en que afrontaron el fin de su vida se correspondieron con las nociones humanas? (No). Desde la perspectiva de las nociones humanas, pagaron un precio muy grande por difundir la obra de Dios, pero al final los mató Satanás. Esto no se corresponde con las nociones humanas, pero es precisamente lo que les sucedió. Es lo que permitió Dios. ¿Qué verdad es posible buscar en esto? Que Dios permitiera que murieran así, ¿fue Su maldición y Su condena, o Su plan y Su bendición? Ninguna de las dos. ¿Qué fue? La gente actual reflexiona sobre su muerte con mucha angustia, pero así eran las cosas. Los que creían en Dios morían de esa manera, ¿cómo se explica esto? Cuando mencionamos este tema, os ponéis en su lugar; ¿se os entristece entonces el corazón y sentís un dolor oculto? Pensáis: ‘Estas personas cumplieron con su deber de difundir el evangelio de Dios y se les debería considerar buenas personas; por tanto, ¿cómo pudieron llegar a ese fin y a tal resultado?’. En realidad, así fue cómo murieron y perecieron sus cuerpos; este fue su medio de partir del mundo humano, pero eso no significaba que su resultado fuera el mismo. No importa cuál fuera el modo de su muerte y partida, ni cómo sucediera, así no fue como Dios determinó los resultados finales de esas vidas, de esos seres creados. Esto es algo que has de tener claro. Por el contrario, aprovecharon precisamente esos medios para condenar este mundo y dar testimonio de las acciones de Dios. Estos seres creados usaron sus tan preciadas vidas, aprovecharon el último momento de ellas para dar testimonio de las obras de Dios, de Su gran poder, y declarar ante Satanás y el mundo que las obras de Dios son correctas, que el Señor Jesús es Dios, que Él es el Señor y Dios encarnado. Hasta el último momento de su vida siguieron sin negar el nombre del Señor Jesús. ¿No fue esta una forma de juzgar a este mundo? Aprovecharon su vida para proclamar al mundo, para confirmar a los seres humanos, que el Señor Jesús es el Señor, Cristo, Dios encarnado, que la obra de redimir a toda la especie humana que Él realizó le permite a esta continuar viviendo, una realidad que es eternamente inmutable. Los martirizados por predicar el evangelio del Señor Jesús, ¿hasta qué punto cumplieron con su deber? ¿Hasta el máximo logro? ¿Cómo se manifestó el máximo logro? (Ofrecieron sus vidas). Eso es, pagaron el precio con su vida. La familia, la riqueza y las cosas materiales de esta vida son cosas externas; lo único relacionado con uno mismo es la vida. Para cada persona viva, la vida es la cosa más digna de aprecio, la más preciada, y resulta que esas personas fueron capaces de ofrecer su posesión más preciada, la vida, como confirmación y testimonio del amor de Dios por la humanidad. Hasta el día de su muerte siguieron sin negar el nombre de Dios o Su obra y aprovecharon los últimos momentos de su vida para dar testimonio de la existencia de esta realidad; ¿no es esta la forma más elevada de testimonio? Esta es la mejor manera de cumplir con el deber, lo que significa cumplir con la responsabilidad. Cuando Satanás los amenazó y aterrorizó, y al final, incluso cuando les hizo pagar con su vida, no abandonaron su responsabilidad. Esto es cumplir con el deber hasta el fin. ¿Qué quiero decir con ello? ¿Quiero decir que utilicéis el mismo método para dar testimonio de Dios y difundir Su evangelio? No es necesario que lo hagas, pero debes entender que es tu responsabilidad, que si Dios necesita que lo hagas, debes aceptarlo como algo a lo que te obliga el honor. La gente de hoy alberga miedo y preocupación, pero ¿de qué sirven esos sentimientos? Si Dios no necesita que hagas esto, ¿de qué te sirve preocuparte por ello? Si Dios necesita que lo hagas, no debes eludir ni rechazar esta responsabilidad. Debes cooperar de manera proactiva y aceptarla sin preocuparte. Muera como muera una persona, no debe morir ante Satanás ni tampoco en las manos de este. Si uno va a morir, debe morir en las manos de Dios. Las personas vinieron de Dios y a Él regresan; estas son la razón y la actitud que ha de tener un ser creado” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Difundir el evangelio es el deber al que están obligados por honor todos los creyentes). Después de leer las palabras de Dios, entendí que los gobernantes y el mundo religioso persiguieron a los discípulos que siguieron al Señor Jesús por propagar el evangelio del Señor, y todos murieron de distintas maneras. Sin embargo, pagaron con sus vidas para dar un hermoso testimonio de Dios y humillar a Satanás. Aunque sus cuerpos murieron, sus almas estaban en las manos de Dios, y Él recordó sus muertes. Nosotros, que seguimos a Cristo de los últimos días, padecemos la cruel persecución del partido que gobierna en China por propagar el evangelio del reino. Han torturado a muchos hermanos y hermanas después de arrestarlos, pero, incluso al borde de la muerte, no negaron el nombre de Dios ni lo traicionaron. A algunos los persiguieron hasta la muerte, pero, aun así, no se convirtieron en un judas. Dieron sus vidas para dar testimonio de Dios, lo que tuvo sentido y fue valioso. Pero ¿qué hay de mí? Al ver este entorno peligroso, temí que me arrestaran y mataran a golpes, así que quise abandonar mi deber. ¡Realmente tenía miedo de morir! Si solo buscaba protegerme a mí misma y prolongar una existencia innoble, incluso si me protegía perfectamente, solo sería un cadáver ambulante. Si no cumplía bien con mi deber y no hacía buenas obras ni daba testimonio ante Dios, entonces, aunque mi carne viviera, no recibiría la aprobación de Dios y sería castigada en el infierno cuando muriera. Al entender esto, me sentí menos limitada por el miedo a la muerte.
Más tarde, leí otro pasaje de las palabras de Dios y conseguí entenderme mejor a mí misma. Dios dice: “Los anticristos son extremadamente egoístas y despreciables. No tienen verdadera fe en Dios, y mucho menos lealtad a Él. Cuando se topan con un problema, solo se protegen y se salvaguardan a sí mismos. Para ellos, nada es más importante que su propia seguridad. Siempre y cuando puedan vivir y no los detengan, no les importa el daño causado a la obra de la iglesia. Estas personas son egoístas hasta el extremo, no piensan en absoluto en los hermanos y hermanas ni en la obra de la iglesia, solo en su propia seguridad. Son anticristos. Entonces, cuando les ocurre lo mismo a los que son leales a Dios y tienen verdadera fe en Él, ¿cómo lo gestionan? Lo que hacen, ¿de qué modo difiere de lo que hacen los anticristos? […] Cuando los que son leales a Dios tienen claro que es peligroso un entorno, pese a ello aceptan el riesgo de hacer la tarea de ocuparse de la situación posterior y mantienen en mínimos las pérdidas a la casa de Dios antes de retirarse. No priorizan su propia seguridad. Dime, en este perverso país del gran dragón rojo, ¿quién podría asegurar que no hay peligro alguno en creer en Dios y cumplir con un deber? Cualquiera que sea el deber que uno asuma, conlleva cierto riesgo; sin embargo, el cumplimiento del deber es una comisión de Dios y, al seguir a Dios, uno ha de asumir el riesgo de cumplir con su deber. Uno debe hacer un ejercicio de sabiduría y ha de tomar medidas para garantizar su seguridad, pero no debe priorizar su seguridad personal. Debe tener en cuenta las intenciones de Dios y priorizar el trabajo de Su casa y la difusión del evangelio. Lo principal, y lo primero, es cumplir con la comisión de Dios para uno. Los anticristos dan máxima prioridad a su seguridad personal, creen que lo demás no tiene que ver con ellos. No les importa que le pase algo a otra persona, sea quien sea. Mientras no les pase nada malo a los propios anticristos, ellos están tranquilos. Carecen de toda lealtad, lo cual viene determinado por la esencia-naturaleza de los anticristos. En el entorno de China continental, ¿es posible evitar asumir cualquier riesgo y asegurar que nada malo ocurra mientras se lleva a cabo un deber? Ni siquiera la persona más cauta puede garantizar esto. Sin embargo, la cautela es necesaria. Prepararse bien con antelación mejorará un poco las cosas y puede ayudar a minimizar pérdidas cuando algo sale mal. Si no hay preparación en absoluto, las pérdidas serán sustanciales. ¿Veis con claridad la diferencia entre estas dos situaciones? Por tanto, no importa si se refiere a las reuniones o al desempeño de cualquier clase de deber, es mejor ser cauto y es necesario tomar algunas medidas preventivas. Cuando una persona leal cumple su deber, es capaz de pensar de forma un poco más exhaustiva y concienzuda. Quiere organizar las cosas lo mejor posible para que, si algo sale mal, las pérdidas sean mínimas. Considera que debe alcanzar este resultado. Alguien que carece de lealtad no tiene en cuenta estas cosas. Piensa que no tienen importancia y no las considera su responsabilidad ni su deber. Cuando algo sale mal, no se siente culpable. Esta es una manifestación de falta de lealtad. Los anticristos no muestran lealtad a Dios. Cuando se les asigna un trabajo, lo aceptan con bastante alegría, y hacen algunas declaraciones bonitas, pero cuando llega el peligro, son los que huyen más rápido, los primeros en echar a correr, los primeros en escapar. Esto demuestra que su egoísmo y despreciabilidad son particularmente graves. No tienen ningún sentido de la responsabilidad ni de la lealtad. Cuando se enfrentan a un problema, solo saben huir y esconderse, y piensan únicamente en protegerse a sí mismos, sin tener nunca en cuenta sus responsabilidades y deberes. En aras de su propia seguridad personal, los anticristos muestran constantemente su naturaleza egoísta y despreciable. No dan prioridad a la obra de la casa de Dios ni a sus propios deberes. Y menos aún dan prioridad a los intereses de la casa de Dios. En cambio, priorizan su propia seguridad” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (II)). Dios pone al descubierto que los anticristos son realmente egoístas y despreciables, y que son los primeros en huir y escapar cuando llega el peligro, como si el trabajo y los intereses de la casa de Dios y la vida de los hermanos y hermanas no tuvieran nada que ver con ellos. Al reflexionar sobre las palabras de Dios, hice introspección. ¿Acaso las cosas que yo revelaba no eran lo mismo que revelaba un anticristo? Cuando arrestaron a los líderes y obreros, la iglesia organizó que yo fuera a trasladar los libros de las palabras de Dios y apoyar a los hermanos y hermanas. Esto era crucial, pero me preocupaba que, si me arrestaban, no me mantendría firme y me convertiría en una judas, entonces, mi fe habría sido en vano. Así que no quería cumplir con este deber. Pensé en cómo había disfrutado del riego y la provisión de tantas de las palabras de Dios, pero, ante las dificultades, solo pensaba en mis propios intereses y mi seguridad, sin proteger en absoluto los intereses de la casa de Dios y sin pensar en cómo trasladar con rapidez los libros de las palabras de Dios ni en cómo apoyar a los hermanos y hermanas. ¡Realmente carecía de conciencia y humanidad! Al darme cuenta de esto, oré a Dios: “Dios, siempre me preocupa que me arresten y quiero escapar de este entorno e ignorar los intereses de la iglesia constantemente. ¡Soy realmente egoísta! Dios, está en Tus manos que me arresten o no. Si permites que me arresten, no podré escapar, pero, si no lo permites, la policía no podrá capturarme. Estoy dispuesta a someterme a Tus orquestaciones y arreglos y a cumplir bien con mi deber. Te ruego que me des la fe y la voluntad para soportar el sufrimiento”. Luego, me enteré de que la judas no había estado en la casa de He Fang, así que pedí a varios hermanos y hermanas que se reunieran allí. A través de leer las palabras de Dios y compartir juntos, los hermanos y hermanas llegaron a entender cómo confiar en Dios durante nuestras experiencias en tiempo de persecución y tribulación. Todos ganaron algo de fe y estuvieron dispuestos a cumplir con sus deberes. También trasladamos de manera segura los libros de las palabras de Dios.
Una tarde de noviembre de 2023, recibí una carta de los líderes superiores que decía que habían perdido el contacto con los líderes y varias hermanas de la iglesia de mi pueblo natal y que era probable que los hubieran arrestado, por lo que me pedían que fuera a investigar la situación. Si algo ocurría, debía lidiar con las consecuencias y trasladar las ofrendas y los libros de las palabras de Dios. Me sentí en conflicto y pensé: “El entorno en esa iglesia es muy nefasto y todos los hermanos y hermanas con los que hemos perdido el contacto me conocen. Si los han arrestado, ¿podría verme implicada? ¡Sería muy arriesgado para mí lidiar con las consecuencias!”. No quería ir. Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Algunas iglesias se encuentran en entornos hostiles en los que a menudo arrestan a la gente, debido a lo cual hay muchas posibilidades que la localización de las casas donde se guardan las ofrendas sean traicionadas y que el gran dragón rojo lleve a cabo redadas para registrarlas; las ofrendas pueden ser saqueadas por los demonios en cualquier momento. ¿Son esos lugares apropiados para guardar ofrendas? (No). Entonces, si ya se han depositado allí, ¿qué hay que hacer? Trasladarlas de inmediato. […] En cuanto surge una situación y prevén que las ofrendas corren peligro, deberían trasladarlas con prontitud, para evitar que el demonio del gran dragón rojo se apodere de ellas y las devore. Esta es la única manera de garantizar la seguridad de las ofrendas y de impedir que ocurra cualquier escollo o desliz. Esta es la labor que deberían desempeñar los líderes y obreros. En cuanto se vislumbre la menor señal de peligro, en cuanto arresten a alguien, en cuanto surja alguna situación, el primer pensamiento de los líderes y obreros debería ser si las ofrendas se hallan a salvo, si estas podrían caer en manos de personas malvadas, o pasar a estar en su posesión, o que las arrebaten demonios, y si las ofrendas han sufrido alguna pérdida. Deberían tomar medidas con prontitud a fin de protegerlas. Esta es la responsabilidad de los líderes y obreros” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (12)). Después de leer las palabras de Dios, entendí que proteger las ofrendas y los libros de las palabras de Dios es la responsabilidad de los líderes y obreros. Dado que el PCCh estaba poniendo mano dura en la iglesia de mi pueblo natal y nadie estaba lidiando con las consecuencias, como yo conocía relativamente bien esa iglesia, tenía que ser considerada con la intención de Dios y proteger el trabajo de la iglesia. Si evitaba lidiar con las consecuencias por miedo a que me arrestaran y el gran dragón rojo arrebataba las ofrendas y los libros, entonces, estaría haciendo el mal. Al darme cuenta de esto, regresé a la iglesia de mi pueblo natal esa misma noche.
Tras regresar, me enteré de que, en efecto, habían arrestado a los líderes de la iglesia y de que también estaban arrestando sin cesar a otros hermanos y hermanas. Había que trasladar con urgencia los libros que estaban guardados en algunas casas, pero no podía encontrar un lugar adecuado en ese momento, así que estaba en una situación difícil. Más tarde, vi el video del testimonio vivencial “Puesta a prueba por un doble dilema”, y la experiencia de la hermana me pareció muy edificante. La hermana, al enfrentarse al doble dilema de los arrestos de la policía y el confinamiento por la pandemia, insistió en cumplir con su deber de todas maneras. Mi entorno actual no era tan grave, así que debía confiar aún más en Dios para cumplir bien con mi deber. No mucho después, los líderes superiores enviaron una carta que decía que habían encontrado una casa en otra iglesia para guardar los libros, así que organizamos que un vehículo fuera de inmediato a trasladar los libros de las palabras de Dios hasta allí. Luego, con la colaboración de los hermanos y hermanas, trasladamos las ofrendas y los libros de las palabras de Dios a lugares seguros. A través de esta experiencia, gané algo de fe y entendí que, por muy nefasto que sea el entorno, perseverar en el deber que uno tiene y proteger el trabajo de la iglesia es lo que debe hacer un ser creado. ¡Gracias a Dios!