10. ¿Buscar solamente disfrutar de la gracia de Dios es realmente creer en Dios?

Por Musheng, China

Antes de encontrar al Señor Jesús, sufrí muchos dolores, calvarios, fracasos y reveses. Primero, tuve hijos gemelos que nacieron prematuros y no sobrevivieron. Luego, tuve varios negocios que fracasaron y hubo gente que urdió tramas en mi contra, hasta el punto de que me fui a la quiebra. Pero lo más difícil fue soportar la traición de mi marido. Todos estos golpes, uno tras otro, me torturaron hasta el punto de que casi perdí el valor para seguir viviendo. No fue hasta 2001, cuando encontré al Señor Jesús, que vi un rayo de esperanza. Después de encontrar al Señor, empecé a leer la Biblia, a asistir a reuniones, a orar al Señor todos los días y a encomendarle mis cargas y sufrimientos. Sin darme cuenta, mi sufrimiento y mis preocupaciones desaparecieron y mi corazón sintió una paz y una tranquilidad que nunca antes había sentido. También me volví una persona mucho más feliz y relajada. Más adelante, tuve otro hijo, y la vida se volvió más fácil de a poco. Estos cambios me hicieron sentir que el Señor Jesús es verdaderamente fiel y maravilloso. Me sentía muy feliz de haber encontrado al Señor Jesús y le estaba profundamente agradecida por Su salvación.

En mayo de 2003, acepté la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso y di la bienvenida al regreso del Señor. Aprendí que esta es la etapa final de la obra de Dios para salvar a la humanidad y que tiene como objetivo resolver la raíz del pecado del hombre y sus actitudes corruptas y, en última instancia, llevar a las personas salvas al reino de Dios. Me sentí realmente bendecida, estaba extremadamente emocionada y feliz, y decidí dedicarme con diligencia. A partir de entonces, oraba y leía las palabras de Dios Todopoderoso todos los días y asistía sin falta a las reuniones, lloviera o tronara. Aunque mi marido se oponía a mi fe, no me sentía limitada, hacía el deber de acogida en casa y predicaba el evangelio siempre que tenía tiempo. Pensaba que, al dedicarme con tanto entusiasmo, no cabía duda de que recibiría la aprobación de Dios, que Él me daría aún más gracia y bendiciones, y que me concedería una vida de paz y seguridad en el futuro.

Después, mi hijo de un año empezó a tener fiebres constantes y a veces llegaba a tener hasta 39 grados, además de tener asma severa. A veces vomitaba, la medicación para la fiebre no le surtía efecto y tenía que llevarlo al hospital para que le dieran tratamiento intravenoso continuo durante varios días, o incluso medio mes, antes de que mejorara. Ver a mi hijo recibir inyecciones o tomar medicación todos los días, ver cómo su carita regordeta perdía su color rosado y su brillo, y cómo su cuerpo se volvía cada vez más delgado me partía el corazón y me hacía llorar, y solo deseaba que fuera yo la que tuviera esa enfermedad en su lugar. El médico dijo que era asma alérgica congénita y que era una enfermedad bastante problemática. Mi hijo era muy pequeño y tenía las defensas bajas. No había un tratamiento especial disponible, sino que solo existía uno convencional para controlar la enfermedad, pero dijeron que podría mejorar de su afección a medida que creciera. Escuchar esas palabras tan poco claras del médico me llenaba de dolor e impotencia. A menudo oraba a Dios y le pedía que sanara la enfermedad de mi hijo, pero mi hijo no mejoraba. Empecé a tener nociones y pensé: “Mi búsqueda siempre ha sido fervorosa, oro y leo las palabras de Dios todos los días, nunca he retrasado las reuniones y siempre he cumplido mis deberes de forma activa. Dios debería bendecirme, ¿no? Cuando creía en el Señor Jesús, tenía gracia, bendiciones, paz y alegría. Pero ahora que creo en Dios Todopoderoso, ¿por qué Él no ha sanado la enfermedad de mi hijo? Dios es todopoderoso, ¿acaso no podría curar la enfermedad de mi hijo con una sola palabra? ¿Por qué Dios no escucha mis oraciones?”. En especial, recordé al hijo de una pariente que quedó con daño cerebral por no haberle tratado a tiempo una fiebre alta. Mi hijo aún era muy pequeño, y me preguntaba si esas fiebres altas y frecuentes podrían dañar su cerebro y afectar su inteligencia. Solo pensarlo me llenaba de un dolor desgarrador. Los hijos gemelos que había tenido antes ya no estaban, y el médico dijo que, debido a mi organismo, me resultaba difícil quedar embarazada, así que ¿cómo iba a seguir adelante si algo le ocurría a mi hijo? Al pensar en todo esto, no podía sino llorar con amargura y oraba entre lágrimas y con desesperación a Dios para pedirle que tuviera misericordia, protegiera a mi hijo y lo sanara pronto. Pero, por más que oraba, parecía que Dios no me escuchaba. Con el tiempo, mi hijo no solo no mejoró de su enfermedad, sino que empezó a tener fiebre con aún mayor frecuencia y, cada vez que tenía fiebre, no podía respirar bien ni comer nada y vomitaba después de comer. Ver a mi hijo soportar tanto sufrimiento siendo tan pequeño era casi más angustia de la que yo podía soportar. Empecé a tener dudas sobre Dios y pensé: “Cuando creía en el Señor Jesús, siempre nos curaba cuando oraba por una enfermedad, pero, ahora que creo en Dios Todopoderoso, ¿por qué mis oraciones no funcionan? ¿Estaré creyendo en el dios equivocado? ¿Es Dios Todopoderoso realmente el Señor Jesús que ha regresado?”. Como mi hijo estaba enfermo tan a menudo, toda mi atención se centraba en cuidarlo. Ya no asistía con frecuencia a las reuniones ni podía centrarme en comer y beber las palabras de Dios y no tenía nada que decir en mis oraciones. Mi corazón se estaba alejando de Dios.

Más adelante, algunas hermanas vinieron a ayudarme y apoyarme, y buscaron unos pasajes de las palabras de Dios para que los leyera. Leí estas palabras de Dios Todopoderoso: “En cada paso de la obra que Dios hace en las personas, externamente parece que se producen interacciones entre ellas, como si hubiera nacido de disposiciones humanas o de la perturbación humana. Sin embargo, detrás de bambalinas, cada etapa de la obra y todo lo que acontece es una apuesta hecha por Satanás ante Dios y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. Mira cuando Job fue probado, por ejemplo: detrás de escena, Satanás estaba haciendo una apuesta con Dios, y lo que aconteció a Job fue obra de los hombres y la perturbación de estos. Detrás de cada paso de la obra que Dios hace en vosotros está la apuesta de Satanás con Él, detrás de todo ello hay una batalla. […] Todo lo que las personas hacen exige un determinado precio en sus esfuerzos. Sin dificultades reales no pueden satisfacer a Dios; ni siquiera se acercan a ello, ¡y solo están repitiendo eslóganes vacíos! ¿Pueden estos eslóganes vacíos satisfacer a Dios? Cuando Él y Satanás luchan en el reino espiritual, ¿cómo deberías satisfacer a Dios? Y ¿cómo deberías mantenerte firme en el testimonio de Él? Deberías saber que todo lo que te ocurre es una gran prueba y es el momento en que Dios necesita que des testimonio(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él). Una de mis hermanas dijo: “En nuestras vidas ocurrirán muchas cosas decepcionantes y, detrás de cada una de ellas, se libra una batalla espiritual. Del lado de Dios, Él nos pone a prueba para ver si tenemos fe en Él y podemos mantenernos firmes en nuestro testimonio. Del lado de Satanás, él nos ataca y nos tienta para hacernos dudar de la obra de Dios y hacer que lo neguemos y traicionemos. Al igual que Job, en apariencia, parecía que unos ladrones le habían robado sus bienes y que tenía el cuerpo cubierto de llagas, pero, en realidad, era Satanás que apostaba con Dios para ver qué lado elegiría Job. Hoy, Dios Todopoderoso ha venido a expresar la verdad para salvarnos. Como Satanás no lo soporta, usa la enfermedad de nuestros hijos para atacarnos y perturbarnos, intenta hacernos dudar de Dios o incluso negarlo y abandonarlo. Tenemos que orar más a Dios y confiar más en Él para desentrañar las artimañas de Satanás”. Tras oír la enseñanza de la hermana, reflexioné sobre mi conducta y las cosas que estaba revelando y vi que no tenía verdadera fe en Dios ni me sometía realmente a Él, y que tampoco podía discernir las artimañas de Satanás. Solo confiaba en el entusiasmo que sentía por la fe. Además, debido a mis nociones e imaginaciones sobre el Señor Jesús que sanó a los enfermos, expulsó los demonios y otorgó gracia y bendiciones, yo pensaba que, como Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que ha regresado, seguro podía mostrar señales y prodigios para sanar a los enfermos y expulsar a los demonios, así que yo seguía orando y pidiéndole a Dios que sanara a mi hijo. Pensaba que era seguro que Dios tendría en cuenta mi ferviente búsqueda y sanaría pronto a mi hijo. Pero, cuando la realidad fue totalmente contraria a lo que yo pensaba y mi hijo no solo no mejoró de su afección, sino que empeoró, empecé a dudar de Dios y perdí la motivación para orar, asistir a reuniones y cumplir mis deberes. Revelé muchísima corrupción, sin darme cuenta siquiera. Hasta pensaba que mis ideas eran totalmente correctas, pero me di cuenta de que tenía una total confusión en mi fe en Dios. Al darme cuenta de mis carencias, comí y bebí conscientemente más de las palabras de Dios y asistí a más reuniones. Además, oré a Dios y le pedí que me diera fe y fortaleza para mantenerme firme en esta situación y aprender lecciones de la enfermedad de mi hijo.

Un día, leí algunos pasajes de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “En las nociones del hombre, Dios siempre debe hacer señales y maravillas, siempre debe sanar a los enfermos y echar fuera demonios, y siempre debe ser como Jesús. Pero esta vez Dios no es así en absoluto. Si durante los últimos días, Dios siguiera exhibiendo señales y maravillas, echara fuera demonios y sanara a los enfermos —si hiciera exactamente lo mismo que Jesús—, Dios estaría repitiendo la misma obra, y la de Jesús no tendría importancia ni valor. Así pues, Dios lleva a cabo una etapa de la obra en cada era. Una vez completada cada etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan pronto, y después de que Satanás empieza a pisarle los talones a Dios, este cambia a un método diferente. Una vez que Dios ha completado una etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan. Debéis tener claro esto. ¿Por qué es diferente la obra de Dios hoy de la de Jesús? ¿Por qué no exhibe Dios hoy señales y maravillas, no echa fuera demonios, y no sana a los enfermos? Si la obra de Jesús fuera la misma que la realizada durante la Era de la Ley, ¿podría Él haber representado al Dios de la Era de la Gracia? ¿Podría Él haber completado la obra de la crucifixión? Si como en la Era de la Ley, Jesús hubiera entrado en el templo y observado el día de reposo, nadie lo habría perseguido y todos lo habrían aceptado. Si esto fuera así, ¿podría haber sido crucificado? ¿Podría haber completado la obra de redención? ¿Cuál sería el sentido de que el Dios encarnado de los últimos días exhibiese señales y maravillas, como Jesús? Solo si Dios realiza otra parte de Su obra durante los últimos días, una que represente parte de Su plan de gestión, puede el hombre obtener un conocimiento más profundo de Dios, y solo entonces puede completarse dicho plan de gestión(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra de Dios hoy). “La obra llevada a cabo por Dios durante esta era es, principalmente, la provisión de las palabras de la vida para el hombre, el desenmascaramiento de la esencia-naturaleza y el carácter corrupto del hombre, y la eliminación de las nociones religiosas, del pensamiento feudal, el pensamiento obsoleto y el conocimiento y la cultura humanos. Todas estas cuestiones deben purificarse mediante el desenmascaramiento por parte de las palabras de Dios. En los últimos días, Él usa palabras, no señales y maravillas, para perfeccionar al hombre. Usa Sus palabras para revelar, juzgar, castigar y perfeccionar al hombre, para que en Sus palabras este llegue a ver la sabiduría y la belleza de Dios, y a entender Su carácter, y así, a través de las palabras de Dios, el hombre vea Sus hechos(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra de Dios hoy). “Hoy, debería quedar claro para todos vosotros que, en los últimos días, Dios cumple principalmente la realidad de ‘la Palabra se hace carne’. A través de Su obra práctica en la tierra, hace que el hombre lo conozca, y esté en contacto con Él, y vea Sus hechos prácticos. Hace que el hombre vea claramente que Él es capaz de exhibir señales y maravillas, y que también hay momentos en los que es incapaz de hacerlo, y esto depende de la era. A partir de esto puedes ver que Dios no es incapaz de mostrar señales y prodigios, sino que cambia Su modo de obrar de acuerdo a la obra que hay que hacer y a la era. En la etapa actual de la obra, Él no muestra señales y maravillas; que lo hiciera en la era de Jesús se debió a que Su obra en esa era fue diferente. Dios no hace esa obra hoy, y algunas personas creen que es incapaz de exhibir señales y maravillas, o piensan que si no lo hace, no es Dios. ¿No es esto una falacia? Dios es capaz de mostrar señales y maravillas, pero está obrando en una era diferente, y por eso no hace esa obra. Como es una era diferente, y una etapa distinta de la obra de Dios, los hechos revelados por Dios también lo son. La creencia del hombre en Dios no es la creencia en señales y maravillas ni en milagros, sino en Su obra práctica durante la nueva era. El hombre llega a conocer a Dios a través de la manera en que Él obra, y este conocimiento produce en él la creencia en Dios, es decir, la creencia en la obra y los hechos de Dios. En esta etapa de la obra, Él principalmente habla. No esperes ver señales y maravillas; ¡no las verás! Esto se debe a que no naciste durante la Era de la Gracia. De haberlo hecho, podrías haberlas visto, pero naciste durante los últimos días, y por eso sólo puedes ver la practicidad y la normalidad de Dios. No esperes ver al Jesús sobrenatural durante los últimos días. Sólo eres capaz de ver al Dios encarnado práctico, que no es diferente a cualquier otro ser humano normal. En cada era, Dios revela diferentes hechos. En cada era, Él revela parte de Sus hechos, y la obra de cada era representa una parte del carácter de Dios, y una parte de los hechos de Dios. Los hechos que Él revela varían con la era en la que obra, pero todos dan al hombre un conocimiento de Él que es más profundo, una creencia en Dios más cierta y más sólida. El hombre cree en Dios por todos Sus hechos, y porque Él es maravilloso, muy grande, porque es todopoderoso, e insondable(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra de Dios hoy).

Después de leer las palabras de Dios, sentí mucha más alegría en el corazón. Adquirí cierta comprensión sobre la obra que Dios está haciendo en los últimos días. Cuando Dios hace la obra de los últimos días, no es que no pueda mostrar señales y prodigios, sino que, en esta etapa final, Dios ya no obra de esa manera. La obra que Dios está haciendo ahora es la de perfeccionar y purificar a las personas. Mediante Sus palabras, expone cosas como las actitudes satánicas y corruptas de las personas, los pensamientos antiguos de las personas y las distintas nociones religiosas que tienen sobre Dios, y les permite liberarse de sus actitudes satánicas y corruptas. Si la obra de Dios en los últimos días aún consistiera en sanar a los enfermos, expulsar a los demonios y mostrar señales y prodigios, eso permitiría a la gente ver a Dios como alguien especialmente sobrenatural las actitudes corruptas de las personas no se revelarían con tanta facilidad y no se rebelarían contra Dios ni se resistirían a Él. De esta forma, nunca llegaríamos a darnos cuenta de todo lo que tenemos dentro que se rebela contra Dios y se resiste a Él, y mucho menos seríamos purificados o perfeccionados. Al igual que pasaba conmigo, si la enfermedad de mi hijo se hubiera curado inmediatamente después de orar, yo no habría tenido ninguna noción sobre Dios ni habría dudado de Él y pensaría que tenía una gran fe en Dios y que mi búsqueda era verdadera. Pero, cuando mi hijo no se curó de su enfermedad, empecé a malinterpretar a Dios y a tener nociones sobre Él, me quejé de que no escuchaba mis oraciones y hasta llegué a dudar de Él. No quería orar ni asistir a reuniones y mi entusiasmo inicial se esfumó con rapidez. Gracias a estas revelaciones reales y prácticas, mi corrupción, mi rebeldía y mis nociones sobre Dios quedaron expuestas en su totalidad. Solo entonces me di cuenta de que había estado evaluando que la obra fuera de Dios en función de que mostrara señales y prodigios o curara las enfermedades de la gente y expulsara a demonios, pero esta opinión es falaz. Dios realiza una etapa de la obra en cada era, y una nueva era requiere una nueva obra. En la Era de la Gracia, el Señor Jesús llevó a cabo la obra de redención y sanó a los enfermos, expulsó a los demonios y mostró algunas señales y prodigios. Pero ahora estamos en la Era del Reino, la última era, y Dios está realizando la obra de juzgar y purificar a las personas a través de Sus palabras. Así, clasifica a todas las personas según su tipo y después recompensa a los buenos, castiga a los malvados y pone fin a esta vieja era. Si Dios Todopoderoso siguiera obrando como el Señor Jesús, mostrara señales y prodigios, sanara a los enfermos y expulsara a los demonios, ¿no estaría repitiendo Su obra? Entonces, ¿cómo podría la era llegar a su fin? Además, los espíritus malignos también pueden imitar la obra que Dios ya ha hecho y, si yo evaluara si una obra viene de Dios basándome en si se muestran señales y prodigios o si sana las enfermedades de la gente, ¡acabaría considerando la obra de Satanás y de los espíritus malignos como si fuera obra de Dios y estaría blasfemando contra Dios! En apariencia, había aceptado la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días, pero no entendía en absoluto a Dios y seguía viendo Su obra más reciente con la perspectiva de comerme el pan y saciarme como en la Era de la Gracia. Solo estaba intentando transitar la antigua senda con zapatos nuevos. Este tipo de fe no cuenta con la aprobación de Dios. La obra de Dios en los últimos días no busca perfeccionar a las personas mediante señales y prodigios, sino mediante Sus palabras. ¡Esto sí que demuestra la omnipotencia y la sabiduría de Dios! Si mostrara señales y prodigios, todas las personas creerían al verlos y nadie se resistiría. Entonces, ¿cómo sería posible distinguir entre las cabras y las ovejas, la cizaña y el trigo, los verdaderos creyentes y los falsos, y los buenos siervos y los malvados? ¿Cómo podría Dios hacer la obra de perfeccionar, revelar y descartar a las personas? Ahora, Dios Todopoderoso obra al expresar la verdad para conquistar y salvar a las personas, y no muestra señales ni prodigios. Solo se fija en si las personas pueden aceptar la verdad y, de este modo, solo los que realmente creen en Dios pueden ser salvos, mientras que se revelará y descartará a quienes pertenecen al diablo, Satanás. Veo que cuanto más normal y práctica es la obra de Dios, más sabiduría encierra. ¡Esta forma en que Dios obra es verdaderamente maravillosa! Si no fuera por la revelación de los hechos y la exposición de las palabras de Dios, jamás me habría dado cuenta de que estaba creyendo en Dios de manera vaga y con nociones, tampoco me habría dado cuenta de que aún me resistía a Dios y me rebelaba contra Él, y mucho menos habría llegado a entender nada sobre la obra práctica de Dios. En ese momento, tuve una gran sensación de paz y liberación en mi corazón, y ya no ansié con desesperación que Dios mostrara señales y prodigios para curar la enfermedad de mi hijo.

Después, leí más de las palabras de Dios: “¿Entendéis ahora lo que es creer en Dios? ¿Acaso significa contemplar señales y prodigios? ¿Significa ascender al cielo? Creer en Dios no es, para nada, fácil. Esas prácticas religiosas deben ser eliminadas; buscar la sanación de los enfermos y la expulsión de demonios, enfocarse en señales y prodigios, codiciar más de la gracia, la paz y el gozo de Dios, buscar las perspectivas y comodidades de la carne, estas son prácticas religiosas, y esas prácticas religiosas son una forma vaga de creencia. ¿Qué es, hoy, creer realmente en Dios? Es aceptar Su palabra como tu realidad-vida y conocer a Dios a partir de Su palabra para lograr un amor verdadero hacia Él. Para decirlo con claridad: creer en Dios tiene como propósito que puedas someterte a Él, amarle y cumplir el deber que debe cumplir un ser creado. Este es el objetivo de creer en Dios. Debes obtener el conocimiento de la hermosura de Dios, de cuán digno de veneración Él es, de cómo Él lleva a cabo la obra de salvación y perfeccionamiento en Sus seres creados; esto es lo esencial de tu fe en Dios. Creer en Dios es, principalmente, el cambio de una vida de la carne a una vida de amar a Dios; de vivir dentro de la corrupción a vivir dentro de la vida de las palabras de Dios. Es dejar de estar bajo el poder de Satanás y vivir bajo el cuidado y la protección de Dios; es ser capaz de lograr someterse a Dios y no a la carne; es permitir que Él gane la totalidad de tu corazón, permitirle que te perfeccione y liberarte del carácter satánico corrupto. Creer en Dios tiene como objetivo, principalmente, que Su gran poder y Su gloria puedan manifestarse en ti, que puedas seguir Su voluntad, que cumplas Su plan y seas capaz de dar testimonio de Él delante de Satanás. La fe en Dios no debería girar alrededor del deseo de contemplar señales y prodigios ni tener como propósito el beneficio de tu carne personal. Debe consistir en buscar conocer a Dios y ser capaz de someterse a Él, y, como Pedro, someterse a Él hasta la muerte. Estas son las metas principales de la fe en Dios. […] Si, en tu fe en Dios, siempre estás intentando contemplar señales y prodigios, el punto de vista de esta fe en Dios es erróneo. Creer en Dios es, sobre todo, la aceptación de Su palabra como la realidad-vida. La meta de Dios solo se logra poniendo en práctica las palabras provenientes de Su boca y llevándolas a cabo en tu interior. En su fe en Dios, el hombre debería esforzarse por que Dios lo perfeccione, por ser capaz de someterse a Él y por someterse plenamente. Si puedes someterte a Dios sin quejarte, ser considerado con Sus intenciones, alcanzar la estatura de Pedro y poseer el estilo de Pedro del que Dios habla, ese será el momento en el que habrás tenido éxito en tu fe en Dios, y esto significará que Dios te ha ganado(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Todo se logra por la palabra de Dios). Gracias a las palabras de Dios, pude entender la fe desde la perspectiva correcta. La fe no es para recibir gracia y bendiciones ni tampoco para tener una vida carnal tranquila y fácil. Eso no es fe verdadera. Dios espera que podamos perseguir la verdad, vivir según Sus palabras cuando nos ocurren cosas y usar las experiencias que vivimos para dar testimonio de Él y glorificarlo. Eso es la fe verdadera. Yo solo me centraba en esperar que mi hijo se curara de su enfermedad, pero no sabía cuál era la intención de Dios ni cómo se suponía que debía mantenerme firme en mi testimonio de Él. Me hundía por completo en mi carácter corrupto, juzgaba y delimitaba a Dios según mis propias nociones y hasta llegué a dudar de Él y negar Su obra. ¿Qué clase de fe verdadera en Dios y sumisión real a Él eran aquellas? ¡Realmente no tenía ningún testimonio! Cuando mi hijo estaba enfermo, Dios también estaba escrutando mi actitud para ver si tenía fe verdadera en Él y me sometía realmente a Él. Tenía que dejar de lado mis propias nociones y, pasara lo que pasara con la enfermedad de mi hijo, no podía seguir siendo tan negativa o débil ni apartarme de Dios.

Pero es fácil hacer resoluciones. Lo difícil es practicar realmente la verdad. Una tarde, justo cuando estábamos por reunirnos, le volvió a dar fiebre a mi hijo y tuve claro en mi corazón que era Satanás, que intentaba tentarme para hacer que faltara a la reunión. Pensé en las palabras de Dios: “Si no puedes dar testimonio ante Satanás, este se reirá de ti, se burlará de ti, te tratará como un juguete, te pondrá frecuentemente en ridículo, y te volverá loco(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él). Satanás sabía que lo que más me preocupaba era mi hijo, así que seguía usando su enfermedad para intentar perturbarme e impedir que me reuniera. Antes, no entendía la verdad y no podía desentrañar las artimañas de Satanás. Además, cada vez que la enfermedad de mi hijo coincidía con una reunión, entraba en pánico y desistía de inmediato de la reunión para llevar a mi hijo al médico. Como consecuencia, Satanás me manipulaba como le daba a gana. Cuando no tenía una reunión, mi hijo no tenía fiebre, pero, en cuanto la tenía, a él le daba fiebre. Cuanto más lo pensaba, más claro tenía que todo esto era una artimaña de Satanás y supe que no podía dejar que él me siguiera controlando y atando. Oré a Dios en mi corazón: “Dios, ya no quiero que Satanás me embauque ni me atormente más. Quiero reunirme con mis hermanos y hermanas. Te ruego que me ayudes”. Después de orar, mi corazón se calmó un poco. Fui a ver cómo estaba mi hijo y vi que tenía poca fiebre y parecía estar de buen humor, así que lo dejé con mi suegra, le pedí que le diera un poco de medicación para la fiebre y me fui a la reunión. Para mi sorpresa, después de la reunión, cuando volví, me encontré a mi hijo jugando felizmente con sus juguetes. Mi suegra dijo que la fiebre había bajado sin tomar medicación. Me puse tan contenta y me emocioné tanto que rompí a llorar. Pensé en que, antes, la fiebre de mi hijo no bajaba nunca y teníamos que ir al hospital a ponerle suero intravenoso para que se mejorara, pero esta vez se le fue la fiebre sin tomar ningún medicamento. Apenas me lo podía creer y no paraba de dar gracias y alabar a Dios en mi corazón. Gracias a esta experiencia, también entendí que, aunque al principio oré a Dios cuando mi hijo estaba enfermo, Dios no lo curó, y esto fue sabio de Su parte. En ese momento, mi corazón estaba lleno de nociones, imaginaciones y delimitaciones sobre Dios, no entendía en absoluto la obra de Dios en los últimos días, que conquista y perfecciona a las personas mediante Sus palabras, y tampoco discernía nada sobre las tentaciones y las perturbaciones de Satanás. Así que Dios permitió que continuaran las perturbaciones y tentaciones de Satanás para purificarme y que pudiera entender la verdad y conocer a Dios. En ese proceso, revelé que tenía nociones de Dios, lo malinterpretaba y me quejaba y dudaba de Él. Entonces, Dios usó Sus palabras para esclarecerme y guiarme, expuso y juzgó mis nociones y mi corrupción, y me permitió entender la naturaleza normal y práctica de la obra de Dios en los últimos días. Asimismo, me permitió reconocer mi propia rebeldía y renuencia, y también me ayudó a ver con claridad la batalla espiritual y a aprender a discernir las artimañas de Satanás. En última instancia, pude dejar de lado mis nociones, rebelarme contra mi carne y practicar la verdad. Vi que esta forma de obrar de Dios es realmente omnipotente, práctica y extremadamente sabia. Gracias a esta experiencia, llegué a reconocer realmente la autoridad y el poder de las palabras de Dios y vi que Él usa palabras y obra prácticas para conquistar y perfeccionar a las personas y para ganarse sus corazones. Esta forma de obrar de Dios en los últimos días es mucho más significativa que mostrar señales y milagros. Esto me recordó un pasaje de las palabras de Dios: “En la obra de los últimos días, el poder de la palabra es mayor que el de la manifestación de señales y maravillas, y la autoridad de la palabra sobrepasa la de las señales y las maravillas(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)). ¡Estas palabras son tan reales!

Después leí dos pasajes más de las palabras de Dios y obtuve cierta comprensión sobre mi carácter corrupto. Dios Todopoderoso dice: “Muchos creen en Mí solo para que pueda sanarlos. Muchos creen en Mí solo para que use Mi poder para expulsar espíritus inmundos de sus cuerpos y muchos creen en Mí simplemente para poder recibir de Mí paz y gozo. Muchos creen en Mí solo para exigir de Mí una mayor riqueza material. Muchos creen en Mí solo para pasar esta vida en paz y estar sanos y salvos en el mundo venidero. Muchos creen en Mí para evitar el sufrimiento del infierno y recibir las bendiciones del cielo. Muchos creen en Mí solo por una comodidad temporal, sin embargo, no buscan obtener nada en el mundo venidero. Cuando descargo Mi furia sobre las personas y les quito todo el gozo y la paz que antes poseían, tienen dudas. Cuando les descargo el sufrimiento del infierno y recupero las bendiciones del cielo, se enfurecen. Cuando las personas me piden que las sane y Yo no les presto atención y siento aborrecimiento hacia ellas, se alejan de Mí para, en su lugar, buscar el camino de la medicina maligna y la hechicería. Cuando les quito todo lo que me han exigido, todas desaparecen sin dejar rastro. Así, digo que la gente tiene fe en Mí porque Mi gracia es demasiado abundante y porque hay demasiados beneficios que ganar(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Qué sabes de la fe?). “Debéis entender por qué creéis en Mí, si solamente queréis ser Mis aprendices o Mis pacientes, o convertiros en uno de Mis santos en el cielo, entonces el que me sigáis no tendrá sentido. Seguirme de esa manera sería sencillamente una pérdida de energía; tener esta clase de fe en Mí sería solamente perder el tiempo, desperdiciar vuestra juventud. Y al final no recibiríais nada. ¿Acaso no sería esta una labor en vano? Hace mucho que me he apartado de los judíos y ya no soy un médico del hombre ni la medicina para el hombre. Ya no soy una bestia de carga para que el hombre conduzca o masacre a voluntad; más bien, he venido entre los hombres para juzgar y castigar al hombre, para que el hombre pueda conocerme. Tú debes saber que una vez llevé a cabo la obra de redención; una vez fui Jesús, pero no podía seguir siendo Jesús para siempre, al igual que una vez fui Jehová, pero después me convertí en Jesús. Yo soy el Dios de la humanidad, el Señor de la creación, pero no puedo ser para siempre Jesús o Jehová. He sido lo que el hombre considera un médico, pero no puede decirse que Dios es solo un médico para la humanidad. Así que, si mantienes las viejas opiniones en tu fe en Mí, entonces no alcanzarás nada. Sin importar cómo me alabes hoy: ‘Qué amoroso es Dios con el hombre; Él me sana y me da bendiciones, paz y gozo. Qué bueno es Dios con el hombre; si solo tenemos fe en Él, entonces no tenemos que preocuparnos por el dinero y la riqueza…’, todavía no puedo trastornar Mi obra original. Si hoy crees en Mí, recibirás solo Mi gloria y serás digno de dar testimonio de Mí, y todo lo demás será secundario. Esto debes saberlo claramente(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Qué sabes de la fe?). Al meditar en las palabras de Dios, vi las intenciones despreciables que tenía con mi fe. Cuando antes creía en el Señor Jesús, disfrutaba de la gracia, la paz y la alegría que Él me daba, por lo que pensaba que era realmente bendecida al creer en el Señor. Pero, tras encontrar a Dios Todopoderoso, vi cómo Dios expresa la verdad para salvar a las personas y, en última instancia, llevarlas al reino de los cielos, así que me volví aún más activa en mi búsqueda. Cada día comía y bebía las palabras de Dios y le oraba, nunca llegaba tarde a las reuniones y también predicaba el evangelio y cumplía el deber de acogida. Hacía todas estas cosas para agradar a Dios y pensaba que, así, Él me concedería aún más gracia y bendiciones. Vi que solo creía en Dios para usarlo y satisfacer mi deseo de recibir bendiciones. No me importaba en absoluto qué obra estaba haciendo Dios ni me preocupaba lo que Él exigía a las personas, cómo debían creer en Dios para estar de acuerdo con Sus intenciones y complacerlo, qué tipo de personas podían entrar en el reino, si mi forma de creer contaba con la aprobación de Dios ni cuál es la opinión correcta sobre la fe en Dios. No sabía ninguna de estas cosas y ni siquiera me las había planteado. Solo confiaba en mi entusiasmo para reunirme y predicar el evangelio y pensaba que, al hacer estas cosas, ya estaba complaciendo a Dios y debía recibir Sus bendiciones. Cuando mi hijo tuvo una fiebre alta que no bajaba, la gracia y las bendiciones que pedí en oración no aparecieron por ninguna parte, pero no busqué la verdad ni reflexioné sobre mí misma. Al contrario, en mi corazón, dudé de Dios y negué Su obra. Vi que mi deseo de recibir bendiciones era demasiado fuerte. Dios es el Creador y yo soy un ser creado, así que es perfectamente natural y justificado que un ser creado tenga fe en Dios y cumpla su deber. No debería intentar negociar con Dios y mucho menos hacerle exigencias inadmisibles. Ahora entendía realmente que las buenas intenciones de Dios estaban detrás de la enfermedad de mi hijo. Eso me permitió reflexionar y entender mi carácter satánico y mis opiniones erróneas sobre la fe. También me di cuenta de que, al valorar si algo es realmente la obra de Dios, no debería basarme en si se muestran señales y prodigios, sana a los enfermos y expulsa a los demonios u otorga gracia y bendiciones. En su lugar, lo debo valorar en función de si esa obra expresa la verdad, si puede llevar a las personas a tener una mejor comprensión de Dios, si puede purificar y transformar las actitudes corruptas y satánicas de las personas y si las puede salvar y perfeccionar. Si puede lograr estos efectos, entonces, no cabe duda de que se trata de la obra de Dios.

Al pasar por la enfermedad de mi hijo, obtuve cierta comprensión de Su obra, así como opiniones y una búsqueda correctas en mi fe. Esta es la verdadera salvación que Dios me da y el gran amor que tiene por mí. Este amor es infinidad de veces más grande que toda la gracia y las bendiciones que alguna vez pedí o deseé recibir. ¡Le di gracias a Dios desde lo más profundo de mi corazón! Al darme cuenta de esto, me sentí avergonzada y culpable por solo haber buscado gracia y bendiciones en mi fe y por no haber perseguido la verdad. Además, ¡vi que había sido realmente estúpida, ignorante y ciega! Debo desprenderme de mis intenciones de ganar bendiciones y debo transitar la senda correcta en mi fe.

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