18. ¿Es correcta la idea de que “una dama se embellece para quienes la admiran”?
Desde tiempos antiguos, en China existe el dicho: “Una dama se embellece para quienes la admiran”. Para mostrar lo atractivas que son y agradar a los hombres que las admiran, muchas mujeres se esmeran en arreglarse y vestirse bien. Yo no era la excepción. Cuando tenía diecisiete años, entré en una escuela de formación profesional en la capital de mi provincia. Dejé mi pueblo natal en el campo y me fui a la gran ciudad a estudiar. Todo era muy nuevo y maravilloso. Durante mis estudios, conocí a mi actual esposo y, a menudo, charlábamos y quedábamos para vernos. Para causarle una buena impresión, siempre me esmeraba mucho en mi aspecto cuando nos veíamos. Él también solía llevarme a ver a su familia y sus amigos. Todos me querían mucho y solían elogiar mi belleza y encanto. Cada vez que me halagaban, mi novio se ponía muy contento. Decía que, cuando me invitaba a salir, yo lo hacía sentir orgulloso, así que siempre quería llevarme con él dondequiera que iba. En aquella época, éramos inseparables. Más adelante, nos casamos. Al principio, él era muy atento conmigo. Recuerdo que, cuando estaba embarazada, tenía náuseas matutinas muy fuertes y no podía comer ni beber nada. Siempre se acordaba de mí mientras estaba trabajando y volvía a casa para cuidar de mí, siempre que tenía un rato libre. Me sentía muy mimada. Pero, después de que nació nuestro hijo, mi vida dio un giro radical. Mi cuerpo cambió y dejé de ser igual de delgada y hermosa que antes. Cada día, cuidaba de nuestro hijo y de la familia, estaba tan ocupada que casi acababa extenuada y no tenía ni el tiempo ni la energía para arreglarme. Pasé de ser una chica joven a una vieja y agotada ama de casa, y mi esposo ya no tenía la misma actitud hacia mí que tenía antes. Ya no me llevaba a ningún sitio y, en su lugar, pasaba casi todos los días con sus amigos y apenas estaba en casa conmigo. Cada vez que yo quería que fuéramos a dar una vuelta juntos con el niño, él no tenía ganas; sin embargo, si lo llamaban sus amigos, se marchaba enseguida sin pensárselo. Le gustaba tener perros y, una vez, no cerré bien la puerta y, mientras no prestaba atención, el perro se escapó de casa y ya no regresó. Mi esposo se enfadó mucho conmigo y no volvió a casa en dos días. Hubo muchos episodios así. Sentía que no yo no le importaba en lo más mínimo y me sentía profundamente reprimida y dolida. Al principio, no entendía por qué la actitud de mi esposo hacia mí había cambiado tanto. Un día, mi prima vino a mi casa y llegó hasta burlarse de mí y me dijo: “¿Te has mirado al espejo últimamente? Estás hecha un desastre. ¿Qué hombre querría estar contigo? ¿Sabes por qué a tu esposo no le gusta volver a casa? A mí tampoco me gustaría si tuviera que volver a casa y encontrarme con una cara como la tuya”. Sus palabras me hirieron muchísimo. Resultó que mi esposo me trataba de esa manera porque ya no era tan hermosa como antes y se había cansado de mí. Para él, yo no era más que un adorno: demasiado insignificante como para valorarme, pero no lo suficiente como para desecharme. Sufría muchísimo, pero no sabía cómo arreglar esa situación. Más adelante, decidí empezar por intentar cambiar mi figura. Me centré en hacer tratamientos de belleza y en adelgazar. Para perder peso, solía tomar pastillas para adelgazar y me compré fajas. Hasta hice acupuntura y un tratamiento de ventosas. Probé todo tipo de métodos para adelgazar. Como me excedía intentando perder peso, solía sentirme mareada y tenía náuseas. Cuando los síntomas eran muy fuertes, ni siquiera podía moverme en la cama. Sufría muchísimo y no quería arruinarme de esa manera, pero, cuando pensaba en volver a ganarme el corazón de mi esposo, apretaba los dientes y me aguantaba el dolor. Al final, mi esfuerzo dio sus frutos. Gracias a mi constancia y empeño por adelgazar, logré perder bastante peso. Mi esposo empezó a mirarme de otra manera y a tratarme mucho mejor que antes. A veces, hasta me llevaba cuando se reunía con sus amigos. Parecía que por fin había recuperado aquella felicidad que había perdido y me sentía eufórica. En mi corazón, estaba cada vez más convencida de que el dicho: “Una dama se embellece para quienes la admiran” tenía sentido.
Pero los buenos momentos no duraron mucho. Mis cambios parecían ser solo una mera novedad a los ojos de mi esposo y, con el tiempo, volvió a sus viejas costumbres y a pasar muy poco tiempo conmigo en casa, como antes. Incluso cuando no tenía compromisos sociales a los que ir, se limitaba a dormir o ver la tele en casa y casi nunca se interesaba por mí ni charlaba conmigo. Me sentía profundamente angustiada y decepcionada. Había dejado mi trabajo, había cortado el contacto con todos mis círculos sociales de aquel entonces y había depositado todas mis esperanzas en él. Por él, no solo me ocupaba de todas las tareas del hogar, sino que también cuidaba tanto de los mayores como de los pequeños en la familia, además de centrarme en adelgazar y hacer tratamientos de belleza para intentar ganarme su corazón. Pero, a cambio, él no me mostraba nada más que indiferencia y desinterés. Solía sentirme sola, impotente, dolida y desesperanzada. Tantas veces caminé sola por la calle o el canal y realmente deseé quitarme la vida. Pero, cuando pensaba en mi hijo pequeño y mis padres mayores, no era capaz de darme por vencida. Una y otra vez, miraba al cielo y no paraba de gritar en mi interior: “¡Cielo santo! ¿Por qué mi vida es tan dolorosa? ¿Qué debo hacer?”.
Más adelante, recibí la salvación de Dios de los últimos días y, al comer y beber las palabras de Dios con los hermanos y hermanas en las reuniones, entendí que Dios ha estado velando por la humanidad, día y noche, pero que Satanás ha corrompido a la humanidad y que no sabemos de dónde venimos ni a dónde vamos, y mucho menos cómo vivir. Solo podemos luchar con impotencia, sumidos en el dolor. Todo esto es porque no escuchamos las palabras de Dios y nos hemos apartado del cuidado que Él nos da, debido a que Satanás nos ha desorientado y hecho daño. También entendí que, como ser creado, uno debe perseguir la verdad y cumplir bien sus deberes, y que solo entonces la vida tiene sentido. Cuando vi a los hermanos y hermanas predicar el evangelio, cumplir sus deberes y vivir una vida plena y alegre cada día, sentí mucha envidia. Mis días giraban en torno a los quehaceres domésticos y a mi esposo. Estaba viviendo una vida de mediocridad y, como consecuencia, no había obtenido nada, me habían pisoteado y dejado llena de heridas y me abrumaba un dolor insoportable. ¿Qué valor o sentido tenía una vida así? Busqué en mi corazón y me pregunté: “¿Es esta la vida que quiero realmente? No. No, no lo es. No puedo seguir viviendo así”. Así que empecé a cumplir mis deberes en la iglesia.
En ese momento, no medité en si la idea de que “una dama se embellece para quienes la admiran” era correcta, ni pensé en que mi búsqueda fuera problemática. No fue hasta más adelante, cuando leí que Dios expone los aspectos falaces del dicho: “Una dama se embellece para quienes la admiran”, que comencé a reflexionar sobre todo lo que me había pasado y empecé a darme cuenta de cuán absurdas y ridículas habían sido mis búsquedas anteriores. Dios Todopoderoso dice: “El dicho ‘una dama se embellece para quienes la admiran’ coloca por sí mismo a las mujeres en una posición desigual a la de los hombres. Requiere que las mujeres se embellezcan para complacer a los hombres, para vivir por la felicidad de los hombres y para sentirse honradas cada vez que le gustan a alguien o tienen su admiración. Esto no es igualitario; esto es, en sí mismo, un verdadero reflejo del estatus inferior de las mujeres. La implicación del dicho ‘una dama se embellece para quienes la admiran’ es que, si una mujer le gusta a los demás debido a su buena apariencia o atrae el cariño de los hombres porque sabe adornarse para resultar agradable a la vista, debería sentirse feliz y honrada por ello. Esto es en sí mismo una degradación de las mujeres. Este dicho les indica a las mujeres que el valor de su existencia —la fuente de su felicidad— es gustarle a alguien y que, si no le gustan a nadie, deberían sentirse desgraciadas y molestas, así como reflexionar sobre por qué no le gustan a nadie y sobre si, como mujeres, están viviendo una vida inútil y fallida. Por tanto, ¿acaso el dicho de que ‘una dama se embellece para quienes la admiran’ no es una degradación de la mujer? (Sí). En la frase: ‘Una dama se embellece para quienes la admiran’, ¿acaso el admirador no suele referirse al hombre? Este dicho mismo coloca al hombre en la posición de los amos, por encima de las mujeres. Significa que una mujer se debería sentir honrada de gustarle a un hombre —un amo— y de que este la aprecie. Si no le gusta a un hombre —a un amo—, entonces es que ella tiene algo de malo, no se la puede amar, es un fracaso en la vida y no está cualificada para ser una mujer. Ya ves, esto eleva de manera imperceptible el estatus del hombre, le permite pisarles el cuello a las mujeres y elevarse sobre ellas. Ahí es donde radica el error del dicho ‘una dama se embellece para quienes la admiran’” (La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (14)). Después de leer las palabras de Dios, entendí que la frase: “una dama se embellece para quienes la admiran” es intrínsecamente incorrecta. No cabe duda de que poner a los hombres por encima de las mujeres las infravalora. Hace que, de forma inconsciente, las mujeres vean a los hombres como sus jefes, piensen que la vida de una mujer debe girar en torno a un hombre y se sientan felices cuando se congracian con los hombres y reciben su admiración. Esta idea hace que las mujeres crean que, sin congraciarse con un hombre y recibir su admiración, su vida no tiene valor, como si, intrínsecamente, las mujeres vivieran únicamente para agradar a los hombres. Esta opinión es muy absurda e injusta para las mujeres. Desde que era adolescente, este dicho me había influenciado profundamente. Creía que, si una mujer lograba ganarse el afecto de un hombre, tendría una vida feliz y despreocupada. Así que, durante mucho tiempo, soñaba con encontrar un esposo que me quisiera y cuidara de mí, y pensaba que envejecer de la mano con él era la única manera de tener una vida verdaderamente feliz. Más tarde, conocí a mi actual esposo y, por aquel entonces, yo era joven, hermosa, tenía una buena figura y a él le gustaba mucho. Siempre que tenía tiempo, me invitaba a salir para pasarla bien y también me llevaba a ver a su familia y amigos. Todos elogiaban mi aspecto, lo que hacía que él me mimara aún más. Estaba inmersa en ese amor tan bonito y me sentía inmensamente feliz. Para mantener viva la chispa del amor, me esmeraba mucho en mi aspecto cada vez que nos veíamos para que viera mi lado más glamuroso. Después de casarnos, tuvimos un hijo y pasé de ser una chica joven a una vieja y agotada ama de casa. La actitud de mi esposo hacia mí empeoró y su admiración se convirtió de a poco en desprecio. Para congraciarme con él y mantener nuestro matrimonio feliz, me hice tratamientos de belleza, adelgacé e intenté de todo para tratar de cambiar mi apariencia. Aunque significara hacerle daño a mi cuerpo, no me importaba. Cuando veía que la actitud de mi esposo hacia mí mejoraba, me sentía muy satisfecha y veía cada vez más la frase: “una dama se embellece para quienes la admiran” como la clave para mantener nuestro matrimonio. También me encargaba de todas las tareas del hogar, mantenía la casa impecable y me arreglaba a la perfección. Dedicaba todo mi corazón y mis pensamientos a mi esposo, pero lo único que recibía a cambio era su indiferencia. Sentía que no había ninguna esperanza en la vida y ni siquiera tenía ganas de seguir viviendo. Al comer y beber de las palabras de Dios, entendí que Satanás me había infligido todo ese sufrimiento que había padecido. Había estado siguiendo la herejía y falacia satánica de que “una dama se embellece para quienes la admiran” y me pasaba todo el tiempo intentando encontrar la forma de agradar a mi esposo y mantener mi lugar en su corazón, lo que hacía que mi felicidad dependiera de él. Pero, a cambio, lo único que obtuve fue dolor y amargura. ¡Qué tonta y estúpida fui!
Leí otro pasaje de las palabras de Dios que me hizo ver con aún mayor claridad la falacia del dicho: “una dama se embellece para quienes la admiran”. Dios Todopoderoso dice: “¿a los hombres les gustan las mujeres solo por su apariencia y sus adornos? ¿O les gustan las mujeres solo porque ven que son amables, virtuosas, dignas y llenas de gracia? ¿A los hombres les gustan las mujeres meramente para agradarse la vista? (No, es para satisfacer el deseo sexual de la carne). Entonces, ¿qué propósito tiene que las mujeres intenten agradar a los hombres y las hagan felices? (Es también el de satisfacer el deseo sexual de la carne). Es decir, tanto los hombres como las mujeres tienen necesidades en lo que respecta al otro y la más básica de estas es la del deseo sexual de la carne. La necesidad de un hombre de una mujer no consiste solo en que le guste su apariencia, sino que, en función de eso, obtenerla de una manera física. Dicho sin rodeos, obtener su cuerpo para satisfacer su propio deseo sexual. Por tanto, el propósito detrás del dicho de que ‘una dama se embellece para quienes la admiran’ es en realidad satisfacer el deseo sexual del hombre. No solo requiere de las mujeres que hagan que su apariencia y adornos sean agradables para los hombres, sino además satisfacer el deseo sexual de estos. ¿No es esta una manera muy baja de vivir? Si las mujeres siguen pensando que este dicho es correcto, que es algo que debería lograrse y a lo que ceñirse, entonces las mujeres se están degradando a sí mismas. Los hombres tienen necesidades sexuales respecto a las mujeres y quieren jugar con sus cuerpos; si las mujeres, en lugar de que esto les parezca despreciable y odioso, se siguen embelleciendo para sus admiradores, sintiendo que es el honor más grande de su vida, un increíble honor, ¿acaso no se están degradando? (Sí). Esto es privar por completo a las mujeres de sus derechos. No solo priva a las mujeres de su derecho a existir, su dignidad y sus derechos humanos, sino que también las hace pensar que es el mayor honor. ¿No es esto cruel? ¡Es sumamente cruel! Aparte de no tener autonomía ni derechos humanos de ningún tipo, la felicidad de una mujer, su alegría y el deleite solo se pueden lograr a partir de la base de complacer a los hombres y satisfacerlos por completo. No importa qué clase de tratamiento inhumano sufran las mujeres, se requiere de ellas que se enorgullezcan de este. ¿No es eso maltratar a las mujeres y ultrajarlas? Ya sean mujeres modernas o antiguas, todas toman como lema el dicho ‘una dama se embellece para quienes la admiran’; es el objetivo de su vida. ¿Acaso no es esto completamente equivocado? ¿Acaso no es este un truco que usa Satanás para maltratar y desorientar a las personas? (Sí). […] El propósito de que las personas digan que ‘una dama se embellece para quienes la admiran’ no es tan simple como que un hombre aprecie a una mujer. Pone por completo a los hombres en una posición donde se elevan sobre las mujeres. Para ser más precisos, este dicho surge a partir de la mentalidad de que los hombres son superiores y las mujeres son inferiores. Asimismo, la realidad es que las mujeres son un grupo vulnerable en cualquier sistema social, que se las contempla como apéndices de los hombres; como sus juguetes. Por tanto, el dicho de ‘una dama se embellece para quienes la admiran’ es una absoluta desgracia para todas las mujeres. Si las mujeres aprueban este dicho en particular, es una pena para ellas y uno debería sentir desprecio por todas las mujeres que lo aprueben” (La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (14)). Las palabras de Dios me permitieron ver con claridad que, tanto si a los hombres les gustan las mujeres como si las mujeres intentan agradar a los hombres, su objetivo es disfrutar de los deseos de la carne. La humanidad corrupta no tiene ninguna opinión correcta de la vida y no sabe cómo vivir de forma adecuada ni cómo cumplir sus responsabilidades para tener una vida conyugal normal. Cuando un hombre y una mujer se juntan, en la mayoría de los casos, es solo para saciar sus deseos carnales. Para satisfacer los deseos de los hombres, las mujeres tienen que esmerarse mucho para arreglarse e intentar agradarlos. Sin embargo, los hombres juegan con las mujeres y esperan que ellas se embellezcan solo para que ellos disfruten. Esta lógica es completamente absurda. ¡Es un engaño de Satanás para pisotear y arruinar a las mujeres! Si Dios no hubiera expuesto todo esto, yo habría seguido creyendo que ese dicho era correcto. ¡Qué estúpida y rastrera fui! Al hacer memoria de cuando era joven, hermosa y tenía una buena figura, salir con mi esposo lo hacía quedar bien y alimentaba de sobra su vanidad, así que me trataba bien. Después de dar a luz, ya no era tan delgada y atractiva como antes, y entonces me mostró su verdadero rostro. Su antigua adoración y cariño se transformaron de a poco en desprecio y frialdad. Para recuperar el amor de mi esposo, intenté buscar formas de agradarle y probé de todo para embellecerme y adelgazar. Pero eso era una mera novedad que solo lo satisfacía brevemente y no servía de nada para mejorar nuestra vida conyugal. Vivíamos bajo el mismo techo, pero era como si fuésemos dos desconocidos. Esa sensación solía angustiarme y causarme dolor, y hasta me llevó a pensar en quitarme la vida. Fue solo después de leer las palabras de Dios que reflexioné y me di cuenta de que el cariño que mi esposo me había mostrado antes no había sido auténtico. Solo le gustaba mi aspecto. Dicho sin rodeos, solo le había gustado por mi juventud y mi belleza, así que, cuando dejé de ser atractiva y mi figura cambió, todo su desprecio y frialdad quedaron al descubierto. Nunca me había tenido cariño de verdad y no sabía cómo cumplir con sus responsabilidades como esposo. ¿Cómo iba a ser feliz un matrimonio así? Había vinculado mis opiniones sobre la vida y mis valores con complacer a los hombres, ya que pensaba de forma equivocada que ganarme el afecto de un hombre me permitiría quedarme con su corazón, que solo así tendría una vida feliz y alegre, y que así era como una mujer debía vivir. Como consecuencia, me atormenté a mí misma hasta sufrir una tristeza insoportable. Todo esto se debió a las perspectivas equivocadas que tenía detrás de mi búsqueda. Si una mujer vive según la idea de que “una dama se embellece para quienes la admiran”, al final, solo se convertirá en una víctima de Satanás. ¡Es realmente lamentable y trágico!
Leí más de las palabras de Dios: “¿Veis ahora con claridad si es correcto o no el dicho ‘una dama se embellece para quienes la admiran’? (Es incorrecto). Este dicho no es una cosa positiva ni tampoco un pensamiento ni un punto de vista correctos. Mirad en la Biblia y en las palabras que expresó Dios; ¿hay alguna frase que diga que una dama se debe embellecer para quienes la admiran? ¿Hay alguna frase que divida el estatus de los hombres y las mujeres en niveles, que diga que los hombres están por encima de las mujeres? No la hay. Lo registrado en el libro del Génesis en la Biblia es que la mujer es hueso de los huesos del hombre y carne de su carne. Tanto los hombres como las mujeres son seres humanos creados por Dios; son iguales ante Dios, sin división de niveles, sin distinción entre superior e inferior. Dividir a las personas entre superiores e inferiores y hacer una distinción del nivel de estatus es algo que hace Satanás; es una prueba real de la opresión y la persecución a las mujeres por parte de Satanás. Desde que Dios creó a la especie humana al principio, los hombres y mujeres han sido iguales a ojos de Dios. Ambos son seres creados y objetos de la salvación de Dios. Dios nunca ha dicho que los hombres sean superiores y las mujeres sean inferiores. Él tampoco ha dicho que los hombres deberían ser los jefes ni los amos de las mujeres, que los hombres deberían elevarse sobre las mujeres, que los hombres deberían tener predominancia sobre las mujeres en cualquier trabajo o que los hombres tengan sus propias opiniones y lleven la voz cantante mientras las mujeres deberían escucharlos más a ellos. Dios nunca ha dicho tales cosas. Que surjan entre las personas dichos sobre que los hombres son superiores y las mujeres inferiores solo se debe a la corrupción de Satanás. Luego, esta tendencia se extendió por toda la sociedad y toda la especie humana, con lo que se reprimió constantemente a las mujeres bajo la autoridad del hombre. Debido a la falta de entendimiento de la verdad, después de que a las mujeres las influyan y las desorienten toda clase de tendencias malvadas de Satanás, se sienten secundarias respecto a los hombres o de un estatus inferior al de estos. Por eso, incluso en el presente, muchas mujeres siguen creyendo que el dicho ‘una dama se embellece para quienes la admiran’ es correcto. Es algo muy triste. Si las personas no entienden la verdad, los diversos pensamientos y puntos de vista de Satanás las siguen desorientando y controlando en muchas cuestiones específicas. Incluso este asunto menor resulta muy ilustrativo, ¿verdad? (Sí) […] Como miembros de la especie humana creada, las mujeres difieren de los hombres solo en el género y la fisiología; en otros aspectos, no hay ninguna diferencia en absoluto. A ojos de Dios, no hay diferencia de ningún tipo en cuanto a estatus entre hombres y mujeres. Dios nunca, en ninguna circunstancia, le exigió nada diferente a la mujer en relación con lo que Él requiere del hombre. En aspectos tales como el número de personas que Dios escoge, la esperanza de salvación, sus oportunidades para cumplir deberes, los deberes que pueden cumplir y el trabajo que pueden hacer, las mujeres son básicamente iguales a los hombres; las mujeres no son menos que los hombres. Esta es la situación real” (La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (14)). Las palabras de Dios me permitieron entender que tanto los hombres como las mujeres son seres creados y que son iguales ante Dios. No existe eso de que el hombre sea superior y la mujer inferior. Dios creó al hombre y a la mujer, y les dio el matrimonio y la familia con la esperanza de que vivieran en armonía y cumplieran con las responsabilidades que tienen con el otro. Pero Satanás inculca en las personas herejías y falacias, como “una dama se embellece para quienes la admiran” y “los hombres son superiores a las mujeres”, con el propósito de oprimir y perseguir a las mujeres. En el pasado, siempre había vivido según la idea falaz de que “una dama se embellece para quienes la admiran” y trataba a mi esposo como mi apoyo y como si fuera todo en mi vida. Me devanaba los sesos buscando formas de agradarle y hasta cambiaba sin cesar por él. Pero las cosas no salieron como había imaginado y, por mucho que intenté agradarle, nunca conseguí que me quisiera de verdad y acabamos siendo como dos desconocidos. Yo me quejaba de que él no me quería ni se preocupaba por mí, y él se quejaba de que yo no lo entendía. No había amor ni consideración entre nosotros, empezamos a guardarnos rencor, nuestra relación se volvió irreparable y se encaminó de a poco hacia el colapso. En ese momento, al comer y beber de las palabras de Dios, entendí que en, la vida familiar, como esposa, solo tengo que cumplir con mis responsabilidades y no debería tener que preocuparme por retener el corazón de mi esposo ni intentar de todo para agradarle. Hacerlo es arruinarme a mí misma. Hay igualdad entre el esposo y la esposa, y cada uno tiene sus propias responsabilidades y obligaciones. Es decir, dentro del marco del matrimonio que Dios determina, deben cumplir con las responsabilidades que tienen con el otro y apoyarse mutuamente en todas las etapas de la vida.
Las palabras de Dios también me permitieron entender una de las verdades más importantes: como ser creado, uno debe cumplir con la comisión y la misión que Dios le ha dado. Ese es el verdadero sentido y valor de la vida, así como la búsqueda más correcta. Tal como dice Dios: “¿Qué valor tiene la vida de una persona? ¿Sirve meramente para disfrutar de placeres carnales como comer, beber y divertirse? (No es así). Entonces, ¿qué valor tiene? Compartid vuestros pensamientos. (Para cumplir con el deber de un ser creado, esto es al menos lo que una persona debe lograr en su vida). Así es. […] Por una parte, se trata de cumplir con el deber de un ser creado. Por otra, se trata de hacer lo mejor que puedas todo aquello que esté dentro de tus posibilidades y de tu capacidad, alcanzando al menos un punto en el que tu conciencia no te acuse, en el que puedas estar en paz con tu propia conciencia y resultes aceptable a ojos de los demás. Si lo llevamos un poco más lejos, a lo largo de tu vida, con independencia de la familia en la que hayas nacido, tu formación académica o tus aptitudes, debes entender los principios que las personas han de comprender en la vida. Por ejemplo, qué tipo de senda han de seguir, cómo deben vivir y la manera de tener una vida con sentido; al menos debes explorar un poco el verdadero valor de la vida. No puede vivirse en vano y uno no puede venir a esta tierra en balde. En otro sentido, durante tu vida, debes cumplir tu misión; esto es lo más importante. No hablamos de completar una gran misión, deber o responsabilidad; pero como mínimo, debes cumplir con algo. Por ejemplo, en la iglesia algunas personas ponen todo su empeño en la labor de predicar el evangelio, empleando la energía de toda su vida, pagando un precio enorme y ganando a mucha gente. Por eso, sienten que la vida no ha sido en vano y que tienen valor y consuelo. Cuando se enfrentan a la enfermedad o a la muerte, cuando hacen balance de toda su vida y recuerdan todo lo que han hecho, la senda que han recorrido, hallan consuelo en el corazón. No experimentan acusaciones ni remordimientos. Algunas personas no escatiman esfuerzos cuando son líderes en la iglesia o son responsables de un determinado aspecto del trabajo. Desatan su máximo potencial, empleando todas sus fuerzas, gastando toda la sangre de su corazón y pagando el precio del trabajo que realizan. Mediante su riego, liderazgo, asistencia y apoyo, ayudan a muchos sumidos en sus propias debilidades y negatividad a hacerse fuertes y mantenerse firmes, a no retraerse, sino a volver en su lugar a la presencia de Dios e incluso a dar finalmente testimonio de Él. Además, durante el periodo de su liderazgo, llevan a cabo muchas tareas significativas, eliminando a no pocos malvados, protegiendo a muchos de los escogidos de Dios y recuperando varias pérdidas importantes. Todos estos logros tienen lugar durante su liderazgo. Al volver la vista atrás hacia la senda que recorrieron, recordando el trabajo que hicieron y el precio que pagaron a lo largo de los años, no sienten remordimientos ni acusaciones. No sienten arrepentimiento alguno por hacer esas cosas y creen que han vivido una vida valiosa y tienen firmeza y consuelo en el corazón. Eso es una maravilla. ¿Acaso no son esos los frutos que han obtenido? (Sí). Este sentido de estabilidad y consuelo, esta falta de remordimientos, son el resultado y los frutos por su búsqueda de cosas positivas y de la verdad. No sometamos a las personas a estándares altos. Consideremos una situación en la que alguien se enfrenta a una tarea que debe o está dispuesto a hacer en la vida. Tras encontrar su lugar, se mantiene con firmeza en su puesto, conserva su posición, invierte toda la sangre de su corazón y toda su energía, y cumple y termina aquello en lo que debe trabajar y ha de completar. Cuando se presenta finalmente ante Dios para rendir cuentas, se siente relativamente satisfecho, no alberga acusaciones ni remordimientos en el corazón. Se siente reconfortado y piensa que ha conseguido algo, que ha vivido una vida valiosa” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (6)). Pensé en todas las mujeres que viven para sus esposos y se pasan toda la vida intentando agradarlos, tanto a ellos como a los hombres. Aunque logren mantener bien un matrimonio y una familia, no saben para qué debe vivir una persona ni cómo vivir una vida que tenga verdadero valor. Sin saber esto, ¿qué sentido tiene su vida? Al final, ¿no viven en vano? Pensé en cómo yo también había buscado antes la felicidad conyugal. Hice todo tipo de cosas sin sentido solo para tratar de agradar a mi esposo y padecí muchísimo sufrimiento innecesario. Sin embargo, al final, ¿qué conseguí, aparte de un cuerpo destrozado? Al reflexionar, esa experiencia se ha quedado grabada verdaderamente en mi memoria. Fue la peor etapa de mi vida y el momento en que más desesperación y sufrimiento sentí. Fueron las palabras de Dios las que me hicieron entender que la humanidad corrupta está llena de actitudes de Satanás y de lujuria e ignora totalmente lo que realmente es el amor, ni que decir de cómo mantener su propio matrimonio. Las personas solo se usan y se engañan entre ellas. No existe el amor verdadero. Solo el amor de Dios por la humanidad es abnegado, no negocia ni hace exigencias. Es el amor más verdadero y real. Si una mujer vive solo para intentar agradar a su esposo y no persigue la verdad ni cumple el deber de un ser creado, ¡entonces una vida así es verdaderamente rastrera!
Ahora, me he marchado de casa para cumplir mi deber y, en el proceso de hacerlo, me centro en examinar qué actitudes corruptas y qué pensamientos y opiniones falaces tengo, y busco la verdad conscientemente para resolverlos. Siento que solo una vida vivida así tiene sentido. ¡Gracias a Dios por guiarme para cambiar mis pensamientos y opiniones erróneos!