19. Ya no persigo el dinero, la fama y el provecho
Crecí en una familia pobre y éramos once hermanos. Desde pequeña, quise ganar mucho dinero para sacar a mi familia de la pobreza. Me sentí especialmente inspirada cuando, en la universidad, un compañero me invitó a un seminario de negocios en el que los ponentes compartieron sus experiencias de cómo pasaron de la pobreza a la riqueza. Yo también quise ser una empresaria de éxito, ganar mucho dinero, tener casa y coche propios, y viajar por el mundo. Así, la gente que me conocía me vería como un ejemplo a seguir de una chica pobre que logró salir de la pobreza y me admirarían.
Después de graduarme, me fui a los Emiratos Árabes Unidos y trabajé como recepcionista en una empresa. Como mi sueldo era bajo, buscaba sin parar trabajos a tiempo parcial y también intenté hacer varias inversiones. A menudo, trabajaba de día y por la noche tenía otro negocio. Todas mis inversiones fracasaron y mi vida se volvió aún más difícil. En esa época me sentía muy desanimada y no entendía, pensaba: “He trabajado muy duro para ganar dinero, ¿por qué todo me sale así? ¿Por qué sigo fracasando por mucho que trabaje o invierta?”. Me sentía completamente agotada. En febrero de 2020, acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. Hubo un pasaje de las palabras de Dios que me conmovió mucho. Dios Todopoderoso dice: “Como miembros de la raza humana y cristianos devotos, es responsabilidad y obligación de todos nosotros ofrecer nuestra mente y nuestro cuerpo para el cumplimiento de la comisión de Dios, porque todo nuestro ser vino de Él y existe gracias a Su soberanía. Si nuestras mentes y nuestros cuerpos no están dedicados a la comisión de Dios ni a la causa recta de la humanidad, nuestras almas se sentirán avergonzadas ante aquellos que fueron martirizados a causa de la comisión de Dios, y aún más ante Dios, que nos ha provisto de todo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice II: Dios tiene soberanía sobre el porvenir de toda la humanidad). Por las palabras de Dios Todopoderoso, entendí que, como seres creados, debemos cumplir con nuestras obligaciones y responsabilidades, y cumplir bien con el deber de un ser creado. Esto es porque Dios ha arreglado todo para nosotros, incluida la familia, los padres y el entorno en el que crecemos. Todo esto fue predestinado por Dios hace mucho tiempo y, como seres creados, debemos corresponder a Su amor. Me conmovieron mucho las palabras de Dios y quise cumplir mi deber para corresponder a Su amor. Pero entendía tan poca verdad que no pude resistir la tentación del dinero y mi corazón seguía centrado en ganar dinero.
Más tarde, pasé de ser recepcionista a asistente de Recursos Humanos y mi sueldo también aumentó. Pero no estaba muy contenta, porque ese trabajo no me iba a hacer rica ni iba a conseguir que los demás me admiraran. Si seguía así, ¿cuándo podría construir una casa en mi país, mejorar la vida de mi familia y llevarlos de viaje? Así que necesitaba encontrar un trabajo mejor pagado o conseguir más trabajos extra. Envié más currículums y, poco después, empecé un nuevo trabajo en otra empresa como asistente administrativa en el departamento de ventas. Estaba muy feliz, porque además de un sueldo fijo, había comisiones y, si me desempeñaba bien, también recibiría bonificaciones. Pensé: “Por fin tengo la oportunidad de ganar más dinero. Cuando construya la casa en mi país, la gente de allí seguro que me admirará y me tendrá en alta estima”. Como era un trabajo nuevo y no tenía experiencia, tuve que dedicar mucho tiempo a aprender para poder ganar el sueldo alto que quería. Para ganar más dinero, a menudo trabajaba horas extra. En esa época, dediqué todo mi tiempo y energía al trabajo. En el trabajo, a menudo comía a deshoras o incluso me olvidaba de comer. Sobre todo cuando mi jefe o mis compañeros necesitaban algo urgente, incluso si estaba enferma, tenía que seguir trabajando. En ese momento, yo era una trabajadora evangélica, pero estaba demasiado ocupada con el trabajo como para predicar el evangelio. Todos los días solo pensaba en el trabajo. Incluso al llegar a casa, seguía trabajando. A veces quería predicar el evangelio, pero después de un día de trabajo estaba muy cansada y solo quería descansar. A veces el líder me pedía que acogiera las reuniones, pero casi siempre me negaba porque no tenía tiempo para reflexionar en las palabras de Dios y, después de trabajar todo el día, no me quedaban energías para acogerlas. Durante las reuniones, a menudo estaba distraída. Muchas veces asistía a las reuniones en línea mientras seguía trabajando. A veces hasta me quedaba dormida durante las reuniones. Como solo estaba centrada en ganar más dinero, mis resultados al predicar el evangelio eran malos y me sentía muy culpable. “Para el trabajo, estaba dispuesta a seguir adelante incluso cansada o enferma, pero mi deber lo trataba de manera superficial y lo hacía pasivamente”. Aunque sentía algo de remordimiento, se me daba bien perdonarme a mí misma y pensaba: “Todavía soy nueva en ventas. En cuanto domine más el trabajo, tendré más tiempo para mi deber”. Sin embargo, las cosas no salieron como yo esperaba. Cuanto más me familiarizaba con el trabajo, más tiempo tenía que dedicarle. No solo no tenía más tiempo libre, sino que cada vez estaba más ocupada. Mi corazón empezó a sentirse intranquilo. Sabía que, como ser creado, mi deber era lo más importante, mi obligación y mi responsabilidad, y que debía cumplirlo bien para corresponder al amor de Dios. Al mismo tiempo, también tenía mucho miedo porque, al estar siempre persiguiendo cosas del mundo, mi corazón se estaba alejando cada vez más de Dios. No podía sentir la obra del Espíritu Santo en mi deber y mi predicación del evangelio no daba fruto. Oré a Dios en mi corazón: “Dios Todopoderoso, siento que he perdido el rumbo. No puedo sentir la obra del Espíritu Santo ni Tu guía. Por favor, ayúdame”.
Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios: “¿Acaso no hay muchos entre vosotros que han fluctuado entre lo correcto y lo incorrecto? En todas las luchas entre lo positivo y lo negativo, lo blanco y lo negro —entre la familia y Dios, los hijos y Dios, la armonía y la ruptura, la riqueza y la pobreza, el estatus y lo ordinario, ser apoyados y ser rechazados y así sucesivamente— ¡seguro que no ignoráis las elecciones que habéis hecho! Entre una familia armoniosa y una fracturada, elegisteis la primera, y sin ninguna vacilación; entre la riqueza y el deber, de nuevo elegisteis la primera, aun careciendo de la voluntad de regresar a la orilla; entre el lujo y la pobreza, elegisteis lo primero; entre vuestros hijos e hijas, esposa, marido y Yo, elegisteis lo primero; y entre la noción y la verdad, seguisteis eligiendo la primera. Al enfrentarme a toda forma de acciones malvadas de vuestra parte, simplemente he perdido la fe en vosotros, simplemente he estado asombrado. Inesperadamente, vuestro corazón es muy incapaz de ablandarse. La sangre del corazón que he gastado durante muchos años sorprendentemente solo me ha traído vuestro abandono y resignación, pero Mis esperanzas hacia vosotros crecen con cada día que pasa, porque Mi día ha sido completamente expuesto ante todos. Sin embargo, ahora todavía estáis persiguiendo cosas oscuras y malvadas, y os negáis a dejarlas ir. Entonces, ¿cuál será vuestro resultado? ¿Habéis considerado alguna vez esto con detenimiento? Si se os pidiera que eligierais de nuevo, ¿cuál sería, entonces, vuestra postura? ¿Seguiría siendo la primera? ¿Seguiríais dándome decepciones y una tristeza miserable? ¿Seguirían vuestros corazones solo teniendo un ápice de calidez? ¿Seguiríais sin ser conscientes de qué hacer para consolar a Mi corazón? En este momento, ¿qué escogéis?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿A quién eres leal?). Lo que Dios expone es nuestro estado real. Muchas veces, sabemos lo que está bien y lo que está mal, qué son las cosas positivas y qué son las negativas, pero aun así elegimos las cosas malas y negativas. Como yo. Desde que acepté la obra de Dios Todopoderoso, sabía que como ser creado debía cumplir bien mi deber, pero al enfrentarme a situaciones de la vida real, seguía persiguiendo el dinero, la reputación y el estatus. Dediqué muchísima energía a ser admirada y tenida en alta estima por los demás, y a ganar más dinero para disfrutar de una vida material mejor, pero desde que me convertí en creyente, no había cumplido mi deber de todo corazón. Me pasaba los días ocupada con el trabajo. Y por la noche, después de trabajar, cuando debería haber estado dedicando tiempo a mi deber, solo pensaba en cómo ganar más dinero. Creía que con tal de estar cumpliendo mi deber era suficiente, y no me importaba en lo más mínimo si este producía algún resultado. Vi que mi actitud hacia mi deber era muy irreverente y caprichosa. ¡Había sido muy rebelde! Creía en Dios, pero no era capaz de seguirlo de verdad. Seguía eligiendo las cosas del mundo y recorriendo la senda de una no creyente. Dado que Dios todavía me daba la oportunidad de cumplir mi deber, debía valorarla y centrar mi energía en perseguir la verdad y cumplir bien mi deber. Esto es lo más valioso y significativo. Desde entonces, empecé a asistir activamente a las reuniones. Por muy ajustado que fuera el tiempo, ya no dejaba que el trabajo retrasara mi deber. Antes, siempre hacía horas extra al volver a casa, incluso atendía llamadas de trabajo a las once de la noche. Pero ahora, dejé de recibir llamadas y mensajes de trabajo después de las ocho de la noche. Además, antes rara vez oraba y no tenía prácticas devocionales regulares, pero ahora me levantaba temprano para mis prácticas, para leer las palabras de Dios, escuchar los himnos de la iglesia y ver los vídeos de testimonios vivenciales de los hermanos y hermanas. Por las mañanas, invitaba a los destinatarios potenciales del evangelio a las reuniones, y por las tardes, me reunía con ellos. Incluso aprovechaba mis descansos en el trabajo para cumplir mi deber. Practicar de esta manera llenó mi corazón de paz y alegría.
Poco después, un amigo me invitó a participar en una inversión. Antes no me había unido porque no tenía suficiente dinero. Pero, en octubre de 2023, un día mi antigua empresa me dio una suma de dinero como finiquito, así que ya tenía suficiente para unirme a la inversión. Me prometieron que, si participaba, ganaría mucho dinero; que no solo podría comprar un coche, sino también construir una casa e incluso viajar a otros países. ¡Esos eran todos mis sueños! Pensé para mis adentros: “Invertir es solo poner dinero y cada mes habrá ganancias, así que no afectará a mi deber”. Así que mi hermana y yo nos unimos juntas a la inversión y gastamos quinientos mil pesos para obtener nuestro contrato. Los dos primeros meses después de invertir, recibimos ganancias, pero al tercer mes ya no pudieron pagar más. Les pedimos que nos devolvieran el dinero, pero no paraban de poner excusas y se negaron. Estaba furiosa. Quería recuperar el capital, pero por mucho que lo intenté, no pude conseguirlo. Estaba muy afectada y quería encontrar rápidamente una forma de recuperar el dinero que había perdido, ya que era el dinero que había ahorrado para construir una casa en mi pueblo. Así que empecé a trabajar aún más duro, haciendo horas extra a menudo. Pero mi sueldo se retrasó debido a una reestructuración de la empresa. En ese momento, solo me quedaba un poco de dinero, y hasta pagar el alquiler o comprar comida se convirtió en un problema. Estas cosas ocupaban mi corazón y, una vez más, me volví pasiva y superficial en mi deber. Solo invitaba a los destinatarios potenciales del evangelio a las reuniones, pero en realidad no les hacía ningún seguimiento. Me di cuenta de que, si seguía así, mi estado empeoraría cada vez más, y que podría acabar perdiendo la obra del Espíritu Santo y ser abandonada por Dios. Así que me presenté ante Dios y oré: “Dios, por favor, perdóname por ser tan rebelde contigo. Durante estos últimos tres meses, me he preocupado más por mi trabajo que por mi deber. Mi corazón ha estado completamente ocupado en ganar más dinero y recuperar mi inversión. Dios mío, por favor, no me abandones. Por favor, esclaréceme y guíame de vuelta a Tu lado, de vuelta a la senda correcta. Quiero desprenderme de esas cosas que perturban mi corazón y me alejan de Ti”.
Después de esto, leí un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso. Dios dice: “La suerte del hombre está controlada por las manos de Dios. Tú eres incapaz de controlarte a ti mismo: aunque el hombre siempre se apresura y se ocupa de sus propios asuntos, sigue siendo incapaz de controlarse. Si pudieras conocer tus propias perspectivas, si pudieras controlar tu propio sino, ¿se te seguiría llamando un ser creado? En resumen, independientemente de cómo obre Dios, toda Su obra es por el bien del hombre. Es como cuando Dios creó el cielo, la tierra y todas las cosas para servir al hombre: Dios creó la luna, el sol y las estrellas para el hombre, Él creó los animales y las plantas para el hombre, Él hizo la primavera, el verano, el otoño y el invierno para el hombre, entre otras cosas, todo esto se creó en beneficio de la existencia del hombre. Y así, independientemente de cómo Dios castigue y juzgue al hombre, todo es por el bien de la salvación de este. Aunque despoje al hombre de sus esperanzas carnales, es por el bien de su purificación, y su purificación es en beneficio de la existencia del hombre. El destino del hombre está en manos del Creador, por tanto, ¿cómo podría el hombre controlarse a sí mismo?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso). Por las palabras de Dios, llegué a entender que el sino de una persona está en las manos de Dios y que la gente no puede cambiar su suerte. Por mucho que la gente trabaje para alcanzar sus metas o por mucho que anhele una vida cómoda y hermosa, que lo consigan o no, no depende de ellos. Como en mi caso: quise cambiar de trabajo e invertir para ganar más dinero y cumplir mis sueños, y tener un futuro brillante. Pero no solo no gané más dinero, sino que mi inversión fracasó y perdí mucho. También acabé malgastando mucho tiempo y energía. No cumplí bien mi deber, perdí la obra del Espíritu Santo y mi vida empeoró aún más. Esto me hizo entender que, si una persona vive una vida de riqueza o de pobreza, todo ha sido predestinado desde mucho antes de que naciera. Si Dios no me ha predestinado para tener una gran riqueza y fortuna, entonces por mucho que trabaje para ganar dinero, solo acabaré fracasando.
Más tarde, leí más de las palabras de Dios y vi mis problemas con mayor claridad. Dios Todopoderoso dice: “‘El dinero mueve el mundo’ es una filosofía de Satanás. Prevalece en toda la humanidad, en cada sociedad humana; podríais decir que es una tendencia. Esto se debe a que se ha inculcado en el corazón de cada persona que, al principio, no aceptaba este dicho, pero luego lo aceptó tácitamente cuando entró en contacto con la vida real, y empezó a sentir que estas palabras eran de hecho ciertas. ¿Acaso no es este un proceso por el que Satanás corrompe al hombre? Quizás las personas no tengan el mismo grado de conocimiento vivencial sobre este dicho, pero cada uno tiene diferentes grados de interpretación y reconocimiento de este dicho en base a cosas que han acontecido a su alrededor y a sus propias experiencias personales, ¿no es ese el caso? Independientemente de cuánta experiencia tenga alguien con este dicho, ¿cuál es el efecto negativo que puede producir en el corazón de alguien? Algo es revelado por medio del carácter humano de las personas en este mundo, incluyéndoos a todos y cada uno de vosotros. ¿Qué es? Es la adoración al dinero. ¿Es difícil eliminar esto del corazón de alguien? ¡Es muy difícil! ¡Parece que la corrupción del hombre por parte de Satanás es realmente profunda! Satanás utiliza el dinero para tentar a la gente y la corrompe para que adore el dinero y venere las cosas materiales. ¿Cómo se manifiesta esta adoración por el dinero en las personas? ¿Os parece que no podríais sobrevivir sin dinero en este mundo, que pasar un solo día sin dinero sería imposible? El estatus de las personas y el respeto que imponen se basan en el dinero que tienen. Las espaldas de los pobres se encorvan por la vergüenza, mientras que los ricos disfrutan de su elevada posición. Se alzan llenos de soberbia, hablando en voz alta y viviendo con arrogancia. ¿Qué aportan a las personas este dicho y esta tendencia? ¿No es cierto que mucha gente realiza cualquier sacrificio a fin de conseguir dinero? ¿No pierden muchos su dignidad y su integridad en la búsqueda de más dinero? ¿No pierde mucha gente la oportunidad de cumplir con su deber y seguir a Dios en aras del dinero? ¿Acaso perder la oportunidad de recibir la verdad y ser salvadas no es la mayor pérdida de todas para las personas? ¿No es Satanás siniestro al usar este método y este dicho para corromper al hombre hasta ese punto? ¿No es una artimaña malévola?” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único V). A través de las palabras de Dios, entendí que “El dinero mueve el mundo” es una filosofía satánica. Al principio, no tenía discernimiento sobre este dicho. Solo sabía que sin dinero, la gente no podía tener una buena vida ni conseguir lo que quería. Ahora que lo pienso, es en verdad una trampa de Satanás para corromper a las personas. Satanás corrompe y tienta con el dinero, haciéndoles creer que solo si lo tienen serán respetadas, podrán hacerse un lugar en la sociedad y serán admiradas. Yo vivía según estas reglas de supervivencia y estaba llena de una sed por ganar dinero. No me conformaba con un sueldo fijo mensual y caí en la trampa de Satanás al invertir. Pensé que así podría ganar más dinero y hacer realidad mis sueños: construir una casa, viajar con mi familia y vivir una vida que otros admirarían y respetarían. Por perseguir el dinero y el placer material, dejé mi deber a un lado una y otra vez, y mi corazón se alejó cada vez más de Dios. Vivía en la oscuridad y no podía sentir la obra del Espíritu Santo. Entonces vi con claridad las artimañas y conspiraciones que Satanás usa para desorientar a la gente: atraparla en la red del dinero, haciendo que su corazón se aleje de Dios y lo traicione, hasta que finalmente es arrojada al infierno con él. También vi a muchas personas ricas. Aunque llevan una vida de lujo y pueden comprar lo que quieran, como casas hermosas, coches caros y demás, y parecen vivir sin preocupaciones, en realidad no son felices. Algunos mueren de enfermedades graves causadas por el abuso prolongado del alcohol y las drogas, y ni toda su riqueza o fama pueden salvarles la vida. Otros montan empresas, pero después de muchos años de duro trabajo, acaban en la quiebra y hundidos en deudas. Algunas personas no soportan la presión, caen en una depresión prolongada y acaban suicidándose. Hay muchísimos ejemplos así. Satanás usa el dinero y una vida de lujos para tentar a la gente, haciendo que vivan vidas cada vez más vacías, malvadas y depravadas. Después de este fracaso, ya no pensé en cómo recuperar mi inversión. Estuve dispuesta a someterme a la soberanía y los arreglos de Dios, y a poner mi corazón en mi deber.
El 2 de enero de 2024, llegó un nuevo gerente a la empresa y mi carga de trabajo aumentó. Además de mi trabajo original, también me convertí en su asistente personal. Esto hizo que mi trabajo fuera aún más ajetreado; estaba disponible para el trabajo prácticamente las 24 horas del día. Pero esta vez, me dije a mí misma que, pasara lo que pasara, no podía dejar que esto afectara mi deber. Más tarde, un supervisor de la iglesia me preguntó si estaba dispuesta a formarme para dar sermones y predicar el evangelio, y acepté. Sentí una alegría inmensa; creí que era una oportunidad que Dios me daba. Llevaba mucho tiempo creyendo en Dios, pero siempre había perseguido el dinero y no había cumplido bien mi deber, así que esta vez, realmente valoraría esta oportunidad. A partir de entonces, dediqué más tiempo a predicar el evangelio. Pero mi trabajo era cada vez más intenso. Incluso por la noche, después de llegar a casa, mi gerente me llamaba o enviaba mensajes a menudo. A veces, mientras estaba compartiendo con un destinatario potencial del evangelio, me llamaban mi gerente o mis compañeros, y no podía sosegar mi corazón mientras cumplía mi deber. Pero no quería volver a perder la oportunidad de cumplir mi deber, así que le oré a Dios que me guiara y me diera fuerzas. Recordé las palabras del Señor Jesús: “¿Qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?” (Mateo 16:26). Por las palabras del Señor, llegué a entender que, aunque ganara una gran fortuna y obtuviera estatus y reputación, si no tenía la protección de Dios y no había ganado la verdad y vida, al final, mi fin seguiría siendo la destrucción. En este mundo, mucha gente rica tiene abundantes bienes materiales, pero cuando lleguen las catástrofes, su dinero no podrá salvarlos en absoluto, y si ese es su sino, perecerán igualmente. El dinero y el estatus son inútiles frente a las catástrofes. Luego leí un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso: “Existe una forma muy simple de liberarse de este estado, que es decir adiós a la antigua forma de vida de uno, a los anteriores objetivos en la vida, resumir y diseccionar el estilo de vida, la visión de la vida, las búsquedas, los deseos y los ideales anteriores y compararlos después con las intenciones y las exigencias de Dios para el hombre, y ver si alguno de ellos es acorde con estas, si alguno de ellos transmite los valores correctos de la vida, lleva a uno a un mayor entendimiento de la verdad y le permite vivir con humanidad y la semejanza de un ser humano. Cuando investigas repetidamente y diseccionas cuidadosamente los diversos objetivos que las personas persiguen en la vida y sus miles de formas diferentes de vivir, verás que ninguno de ellos encaja con el propósito original del Creador con el que creó a la humanidad. Todos ellos apartan a las personas de Su soberanía y Su cuidado; todos son trampas que provocan que las personas se vuelvan depravadas y que las llevan al infierno. Después de que reconozcas esto, tu tarea es dejar de lado tu antigua visión de la vida, mantenerte alejado de diversas trampas, dejar que Dios se haga cargo de tu vida y haga arreglos para ti, buscar someterte solamente a las orquestaciones y la dirección de Dios, vivir sin tener elección personal y convertirte en una persona que lo adora a Él” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). Por las palabras de Dios, entendí que debía abandonar mi antiguo estilo de vida y vivir según las intenciones y los requisitos de Dios. Reflexionando sobre mí misma, vi que, aunque llevaba varios años creyendo en Dios, como mis puntos de vista sobre las cosas no habían cambiado, siempre quería ganar mucho dinero y perseguía el estatus y la fama para que otros me admiraran. Siempre estaba ocupada con el trabajo, cumpliendo mi deber de manera superficial y sin sentir ninguna carga. Como resultado, perdí la obra del Espíritu Santo y viví en el vacío y la oscuridad, con lo que perdí muchas oportunidades de practicar la verdad y cumplir mi deber. El disfrute que el dinero, la fama y el provecho me daban era solo temporal y no podía salvar mi vida. Solo al perseguir la verdad podría despojarme de mi carácter corrupto y alcanzar la salvación. Durante ese tiempo, oraba a menudo, pidiéndole a Dios que me guiara para tomar la decisión correcta.
El 6 de febrero de 2024, le entregué mi renuncia a mi gerente. Se sorprendió mucho y me preguntó por qué renunciaba. Incluso dijo que no lo aceptaría. Pero le dije con firmeza: “Tengo cosas más importantes que hacer por las noches y en mis días libres, así que no puedo seguir más con este trabajo”. Al final, no tuvo más remedio que aceptar y firmar. El 12 de febrero, dejé la empresa. Sentí un gran alivio al irme, como si me hubieran quitado un gran peso del corazón. Sentí de verdad alegría y felicidad en mi interior. El 28 de febrero de 2024, me aceptaron en un nuevo trabajo que había solicitado. Los beneficios eran decentes y el gerente me prometió un aumento después de seis meses. Este trabajo era realmente tentador. Pero pensé: “Este trabajo será tan ajetreado como el anterior, ¿cómo voy a poder cumplir mi deber?”. Le oré a Dios que me guiara para tomar la decisión correcta. Pensé en las palabras de Dios: “Como alguien que es normal y que busca el amor por Dios, la entrada al reino para convertirse en uno del pueblo de Dios es vuestro verdadero futuro, y es una vida que tiene el mayor valor y significado; nadie está más bendecido que vosotros. ¿Por qué digo esto? Porque los que no creen en Dios viven para la carne y viven para Satanás, pero hoy vivís para Dios y vivís para seguir la voluntad de Dios. Es por esto que digo que vuestras vidas tienen el mayor significado. Solo este grupo de personas, que Dios ha seleccionado, puede vivir una vida con el mayor significado: nadie más en la tierra puede vivir una vida de tal valor y significado” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra más reciente de Dios y seguir Sus huellas). Por las palabras de Dios, entendí que perseguir la verdad y cumplir bien el deber es lo que le da verdadero valor y sentido a la vida, y que eso era lo que yo, como ser creado, debía perseguir. Solo quienes aman y persiguen la verdad están cualificados para entrar en el reino de Dios; ellos son los verdaderamente bendecidos. Pero quienes persiguen constantemente el dinero, la riqueza, la fama y el provecho viven bajo la influencia de Satanás y, al final, serán abandonados por Dios. Si volviera a abandonar mi deber por un trabajo, seguro acabaría viviendo de nuevo en la oscuridad y el vacío, y al final arruinaría mi oportunidad de salvación. Así que rechacé el trabajo. De esa manera, podría tener más tiempo para cumplir mi deber. Seis meses después, encontré un trabajo adecuado. El horario no interfería con mi deber y no había horas extra. Recibía un sueldo fijo cada mes y, aunque era un poco más bajo, me sentía en paz, porque ahora tenía tiempo para cumplir mi deber. Ahora, estoy cumpliendo mi deber en la casa de Dios y tengo la oportunidad de predicar el evangelio y dar testimonio de la obra de Dios de los últimos días. ¡Esto es una verdadera bendición! He llegado a darme cuenta de que es suficiente con tener qué vestir y qué comer, y que cumplir bien nuestros deberes y perseguir la verdad para alcanzar la salvación de Dios son las cosas más importantes y valiosas. ¡Gracias a Dios!