49. Señalar los problemas de alguien no es lo mismo que llamarle la atención por sus defectos
Desde niña, mi madre me decía: “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”, y “Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena”. Me dijo que si notaba problemas en otras personas, no debía decírselo en la cara bajo ningún concepto porque esto provocaría una mala reacción, y que tenía que hacer la vista gorda a todo para mantener relaciones amistosas con los demás. A partir de ese momento, guardé las palabras de mi madre en mi corazón. Ya fuera en la escuela o entre parientes y amigos, nunca hablaba de los problemas de los demás cuando los notaba.
Recuerdo que cuando estaba en la escuela secundaria, mi compañera de pupitre me dijo que los demás pensaban que era bastante caprichosa y dominante, y no querían pasar tiempo con ella. Me preguntó si realmente era así. En realidad, yo sabía que ella tenía esos problemas, y quería decirle la verdad, pero luego pensé: “Si le digo la verdad, ¿se sentirá avergonzada y ya no querrá pasar tiempo conmigo?”. Por lo tanto, en contra de lo que pensaba, dije: “No lo creo. No escuches las tonterías de los demás”. Después de oír esto, mi compañera de pupitre dijo felizmente: “Como pensaba, eres mejor que el resto. A los demás siempre les caigo mal. Eres la única que me entiende”. Después de eso, nuestra relación mejoró aún más. Pensé que esta era una buena forma de comportarme.
Más tarde, acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días y comencé a cumplir el deber de producción de imágenes en la iglesia. Las habilidades técnicas de la hermana Chloe eran relativamente pobres. Cuando discutíamos ideas de diseño, siempre le preguntábamos si tenía alguna dificultad, y respondíamos pacientemente a sus preguntas. Pensé que así progresaría rápido, pero luego descubrí que después de discutir las ideas, Chloe no comenzaba la producción de inmediato. En lugar de eso, escuchaba himnos un rato y luego pasaba un tiempo mirando noticias en internet que no tenían nada que ver con sus deberes. Al final, las imágenes que producía eran muy toscas. Vi que era superficial al cumplir su deber, y quise señalarle sus problemas. En una reunión, le pregunté a Chloe por qué tardaba tanto en hacer las imágenes. Dijo que era porque encontraba dificultades. Respondí: “Si encuentras dificultades, debes comunicarte con nosotros de inmediato. De esta manera, los problemas se pueden resolver lo más rápido posible y el trabajo no se retrasará”. Originalmente quise exponer cómo había sido superficial al cumplir sus deberes durante ese período. Sin embargo, noté que se estaba impacientando, así que me tragué las palabras que iba a decir. Otras hermanas también buscaron a Cloe para tener pláticas con ella. Ella dijo que yo no entendía sus dificultades y le exigía demasiado, pero que lo aceptaba de parte de Dios y cambiaría su actitud hacia el cumplimiento de su deber. Me preocupé un poco después de oír esto, y pensé: “Ahora que Chloe tiene un prejuicio contra mí, ¿cómo nos llevaremos en el futuro? ¿Pensarán mis otras hermanas que mi humanidad es mala y que no soy considerada?”. Después, noté que Chloe hacía imágenes más rápido que antes, y pensé que había cambiado un poco. Sin embargo, unos días después, descubrí que seguía sin tener ningún sentido de urgencia al cumplir sus deberes, e incluso estaba viendo videos del mundo no creyente. También se quejaba a menudo, diciendo cosas como: “El supervisor siempre nos pide que innovemos, ¡pero la innovación no es tan fácil! Todos acabamos de empezar a cumplir este deber. ¿Acaso exigirnos tanto no es obligarnos a hacer cosas que superan nuestras capacidades?” y “Cada vez que hago una imagen, siempre se señalan tantos problemas. ¡Se obsesiona demasiado con los detalles!”. Aunque otra hermana y yo a menudo la deteníamos para que no dijera esas cosas, ella no se contenía mucho. Sabía que debía diseccionar la naturaleza y las consecuencias de sus acciones, de lo contrario, afectaría a otras hermanas en el cumplimiento de sus deberes. Sin embargo, cuando pensé en el prejuicio que se había formado contra mí después de que hablé con ella la última vez, y que incluso había dicho delante de mis otras hermanas que la estaba obligando a hacer cosas que superaban sus capacidades, dudé. Pensé: “¿Qué pasa si sigo exponiendo y diseccionando sus problemas y mi relación con ella se tensa? Quizás debería informar de su situación al responsable en su lugar. Pero entonces, si Chloe se entera de esto, ¿pensará que la estoy apuñalando por la espalda y dirá que tengo mala humanidad?”. Después de pensarlo bien, todavía no tuve el valor de señalarle sus problemas, y tampoco me atreví a informarlos.
Poco después, el supervisor se enteró de que Chloe había estado cumpliendo su deber de manera superficial durante mucho tiempo y, por lo tanto, su deber fue reasignado. El supervisor también me podó y me dijo: “Viste a Chloe cumplir su deber de manera superficial y esparcir negatividad durante mucho tiempo, pero no la expusiste ni la reportaste. Eres una complaciente, y no protegiste el trabajo de la iglesia en lo más mínimo. ¡Eres demasiado egoísta! Deberías reflexionar sobre esto cuidadosamente”. Las palabras del supervisor fueron como una serie de bofetadas en mi cara. En ese momento, ¡solo quería desesperadamente que me tragara la tierra! Más tarde, me sentía muy incómoda cuando pensaba en lo que había dicho el supervisor. Me preguntaba una y otra vez en mi mente: “¿Por qué no tuve el valor de exponer o informar los problemas de Chloe?”. Un día, durante mis devociones espirituales, leí las palabras de Dios: “La mayoría de las personas desean perseguir y practicar la verdad, pero gran parte del tiempo simplemente tienen la determinación y el deseo de hacerlo; la verdad no se ha convertido en su vida. Como resultado, cuando se topan con las fuerzas de la perversidad o se encuentran con personas malvadas y malas que cometen actos malvados o con falsos líderes y anticristos que hacen las cosas de una forma que viola los principios —con lo que perturban el trabajo de la iglesia y perjudican al pueblo escogido de Dios— pierden el coraje de plantarse y decir lo que piensan. ¿Qué significa cuando no tienes coraje? ¿Significa que eres tímido o poco elocuente? ¿O que no tienes un entendimiento profundo y, por tanto, no tienes la confianza necesaria para decir lo que piensas? Ninguna de las dos cosas; esto es principalmente la consecuencia de estar limitado por actitudes corruptas. Una de las actitudes corruptas que revelas es un carácter falso; cuando te sucede algo, lo primero que piensas es en tus propios intereses, lo primero que consideras son las consecuencias, si te beneficiará. Este es un carácter falso, ¿verdad? Otro es un carácter egoísta y vil. Piensas: ‘¿Qué tiene que ver conmigo una pérdida para los intereses de la casa de Dios? Si no soy líder, ¿por qué debería importarme? No tiene nada que ver conmigo. No es responsabilidad mía’. No piensas de manera consciente estos pensamientos y palabras, estos representan el carácter corrupto que se revela cuando la gente se topa con un problema, son una creación de tu subconsciente. Tales actitudes corruptas gobiernan tu forma de pensar, te atan de manos y pies, y controlan lo que dices. En tu interior, quieres levantarte y hablar, pero tienes reticencias, e incluso cuando llegas a hablar, te vas por las ramas y dejas un margen de maniobra, o bien vacilas y no cuentas la verdad. La gente perspicaz lo ve; de hecho, en el fondo sabes que no has dicho todo lo que debías, que lo que has dicho no ha tenido efecto alguno, que simplemente actuabas sin convicción y que no se ha resuelto el problema. No has cumplido con tu responsabilidad, pero dices abiertamente que has cumplido con ella o que no tenías claro lo que estaba sucediendo. ¿Es eso cierto? ¿Y de verdad es lo que piensas? ¿No estás entonces completamente bajo el control de tu carácter satánico? […] No tienes poder sobre lo que dices o haces. Aunque quisieras, no podrías decir la verdad o lo que piensas realmente; aunque quisieras, no podrías practicar la verdad; aunque quisieras, no podrías cumplir con tus responsabilidades. Todo lo que haces, dices y practicas es una mentira, y eres superficial. Estás completamente encadenado y controlado por tu carácter satánico. Puede que quieras aceptar y practicar la verdad, pero eso no depende de ti. Cuando te controlan tus actitudes satánicas, dices y haces lo que tu carácter satánico te ordena. No eres más que una marioneta de carne corrupta, te has convertido en una herramienta de Satanás” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Mientras reflexionaba sobre las palabras de Dios, sentí que se me clavaba algo en el corazón. Yo era el tipo de persona que Dios había expuesto. Sabía todo sobre los problemas de Chloe, pero no me atrevía a exponerlos ni a diseccionarlos. Incluso cuando decía algo, no decía nada sustancial: solo mencionaba la mitad y me guardaba el resto, por miedo a ofender a Chloe. Para preservarme y mantener mi relación con ella, no hablaba de las cosas que había calado. ¡Qué egoísta y falsa era! Chloe había estado cumpliendo consistentemente su deber de manera superficial sin ninguna señal de arrepentimiento. También esparcía negatividad entre sus hermanos y hermanas; estaba desempeñando el papel de Satanás. No solo no la detuve, sino que incluso la encubrí y no informé de sus problemas a los líderes. ¿No estaba actuando como cómplice y escudo de Satanás? Disfrutaba de todo lo que venía de Dios, pero mordí la mano que me alimentaba, y no cumplía ninguna de mis responsabilidades en absoluto. ¡Realmente era indigna de vivir ante Dios! Al pensar esto, me sentí culpable e incómoda, y realmente lamenté lo que había hecho.
Más tarde, comencé a supervisar el trabajo de diseño artístico. Descubrí que la hermana Emily era bastante arrogante y sentenciosa, y no estaba dispuesta a aceptar las sugerencias de otras personas. Esto estaba afectando los resultados de la producción de imágenes. Sabía que debía señalar los problemas de Emily y ayudarla a revertir esta situación lo antes posible, pero luego pensé: “¿Sería demasiado hiriente si le señalara sus problemas en la cara? ¿Qué pasaría si no puede aceptarlo y forma un prejuicio en contra de mí? Pero si no lo digo, afectará el trabajo. ¿No estoy simplemente volviendo a mis viejas costumbres?”. Oré a Dios para que Él me diera la fuerza para practicar la verdad. Entonces, encontré un pasaje de las palabras de Dios que era específico para mi estado: “Si tienes la intención y la perspectiva de un complaciente, entonces, en todos los asuntos, no practicarás la verdad ni te adherirás a los principios y fracasarás y caerás siempre. Si no despiertas y no buscas nunca la verdad, entonces eres un incrédulo, y nunca obtendrás la verdad y vida. Así pues, ¿qué deberías hacer? Cuando te enfrentes con esas cosas, debes orar a Dios y llamarle, suplicando Su salvación y pidiéndole que te otorgue fe y fuerza, y te permita adherirte a los principios, hacer lo que debas hacer, manejar las cosas de acuerdo con los principios, mantenerte firme en la posición que debes defender, proteger los intereses de la casa de Dios y evitar que la obra de esta sufra ninguna pérdida. Si puedes rebelarte contra tus propios intereses, tu orgullo y tu punto de vista de complaciente y si haces lo que debes hacer con un corazón honesto y puro, entonces habrás derrotado a Satanás y habrás ganado este aspecto de la verdad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Las palabras de Dios iluminaron mi corazón. Comprendí que si quería dejar atrás los pensamientos e ideas de una complaciente, tenía que poner primero los intereses de la iglesia. No importaba lo que otros pensaran o si los ofendía, tenía que cumplir con mis responsabilidades y no permitir que el trabajo de la iglesia se viera afectado. La iglesia me designó como supervisora porque esperaban que asumiera la responsabilidad por mis hermanos y hermanas y protegiera los intereses de la iglesia. Si continuaba siendo una complaciente y no señalaba los problemas de Emily, entonces la estaría perjudicando a ella y también al trabajo de la iglesia. Después, abordé los problemas de Emily y diseccioné la naturaleza y las consecuencias de sus acciones a la luz de las palabras de Dios. También hablé del daño que mi anterior carácter arrogante había causado tanto al trabajo de la iglesia como a mí misma. Lo que no esperaba fue que, después de oír esto, Emily no solo no formó ningún prejuicio contra mí, sino que llegó a comprender sus problemas a la luz de las palabras de Dios y estuvo dispuesta a cambiar. Emily tampoco se distanció de mí por esto. Se abría en pláticas conmigo sobre la corrupción que revelaba al cumplir su deber o las dificultades que encontraba. En esta experiencia, probé la dulzura de practicar la verdad, y mi corazón se sintió particularmente tranquilo.
Pensé que había cambiado, pero solo cuando Dios dispuso otro entorno me di cuenta de cuán profundamente Satanás me había corrompido. En 2024, me eligieron líder de grupo, responsable de las reuniones de grupo. En las reuniones, descubrí que las pláticas de la hermana Alice a menudo se desviaban del tema, y que ella frecuentemente usaba sus pláticas para juzgar a los demás. Una vez, después de leer las palabras de Dios, Alice no las usó para entenderse a sí misma. En lugar de eso, dijo que Olivia tenía un carácter arrogante; afirmó que le había dado sugerencias a Olivia varias veces en el pasado, pero que ella se había mostrado muy reacia y le había hablado con dureza, lo que la limitó y la dañó. Luego habló de cómo había ayudado a Olivia por amor. Cuando la oí decir esto, pensé: “¿No está menospreciando a otros para enaltecerse a sí misma al decir esto? Si Olivia realmente tiene estos problemas, puede buscarla individualmente para señalárselos y ayudarla. No debería usar la reunión para desahogar su propia insatisfacción. Además, su plática se ha desviado del tema de la reunión. Tengo que detenerla rápidamente”. Sin embargo, luego pensé: “Si la interrumpo directamente, ¿no la avergonzaré y haré que tenga prejuicios contra mí? Olvídalo. Esperaré a que termine la reunión y hablaré con ella en privado”. Por lo tanto, no la detuve. Solo dije brevemente: “Todos deberían controlar el tiempo de sus pláticas, para que los demás tengan tiempo suficiente para compartir también”. Quería hablar con Alice sobre su problema después de la reunión, pero luego oí a dos hermanas hablar de cómo una hermana había ofendido a Alice antes, y entonces Alice había comenzado a hablar mal de esta hermana a sus espaldas. Alice incluso le puso mala cara, lo que la puso en una situación incómoda. Mi corazón se encogió, y pensé: “Si le señalo su problema y la ofendo, ¿me tratará de la misma manera? ¡Qué incómodo sería si tuviéramos que vernos a menudo en el futuro! Tal vez debería simplemente informar de su situación a los líderes”. Sin embargo, luego pensé: “Me llevo bastante bien con Alice. Ella también me cuida un poco en mi vida diaria. Si informo de sus problemas a sus espaldas, eso sería demasiado solapado. ¿No equivaldría a apuñalarla por la espalda? Si se enterara de que fui yo quien informó de sus problemas, ¿me guardaría rencor por ello y me juzgaría a mis espaldas? Olvídalo, no arruinemos la relación que tengo con ella ahora”. Al pensar esto, renuncié a la idea de señalarle sus problemas a Alice.
Poco después, dos hermanas me informaron de la situación de Alice. Una de las hermanas dijo que Alice siempre se desviaba del tema cuando compartía las palabras de Dios, lo que ocupaba mucho tiempo en las reuniones sin ser de ningún beneficio ni edificación para nadie. La otra hermana dijo que, en las reuniones, Alice siempre juzgaba a los demás y hablaba de los problemas que tenían. Esto arrastraba a la gente a enredarse en discusiones insignificantes sobre lo correcto y lo incorrecto, y perturbaba un poco la vida de iglesia. Cuando oí a mis hermanas decir esto, me sentí un poco culpable. Era muy consciente de los problemas de Alice, pero no los señalé ni los informé. Todo esto fue consecuencia de mi irresponsabilidad. Durante mis devocionales espirituales, vi un video de testimonio vivencial. Dos pasajes de las palabras de Dios que se citaban allí tocaron mi corazón. Dios Todopoderoso dice: “Todos vosotros decís que tenéis consideración por la carga de Dios y que defenderéis el testimonio de la iglesia, pero ¿quién de vosotros ha considerado realmente la carga de Dios? Hazte esta pregunta: ¿Eres alguien que ha mostrado consideración por Su carga? ¿Puedes tú practicar la justicia por Él? ¿Puedes levantarte y hablar por Mí? ¿Puedes poner firmemente en práctica la verdad? ¿Eres lo bastante valiente para luchar contra todos los hechos de Satanás? ¿Serías capaz de dejar de lado tus sentimientos y dejar a Satanás al descubierto por causa de Mi verdad? ¿Puedes permitir que Mis intenciones se satisfagan en ti? ¿Has ofrecido tu corazón en el momento más crucial? ¿Eres alguien que sigue Mi voluntad? Hazte estas preguntas y piensa en ellas a menudo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 13). “Una vez que la verdad se haya convertido en vida en ti, cuando observes a alguien que es blasfemo hacia Dios, no es temeroso de Él, y es superficial al cumplir con su deber, o que trastorna y perturba el trabajo de la iglesia, responderás de acuerdo con los principios-verdad, y serás capaz de identificarlos y exponerlos cuando sea necesario. Si la verdad no se ha convertido en tu vida y todavía vives inmerso en tu carácter satánico, entonces cuando descubras a personas malvadas y a demonios que causen trastornos y perturbaciones en el trabajo de la iglesia, harás la vista gorda y oídos sordos; los desestimarás sin que te lo reproche tu conciencia. Llegarás a creer que cualquiera que perturbe el trabajo de la iglesia no tiene nada que ver contigo. Por más que se resientan el trabajo de la iglesia y los intereses de la casa de Dios, a ti no te importa, ni intervienes ni te sientes culpable, lo que te convierte en alguien sin conciencia ni razón, un incrédulo, un contribuyente de mano de obra. Comes de lo que es de Dios, bebes de lo que es de Dios y disfrutas de todo lo que viene de Dios, pero crees que ningún perjuicio a los intereses de la casa de Dios tiene que ver contigo, lo que te convierte en un traidor que muerde la mano que le da de comer. Si no proteges los intereses de la casa de Dios, ¿eres siquiera humano? Eres un demonio que se ha introducido en la iglesia. Finges creer en Dios, ser uno de Su pueblo escogido, y quieres gorronear en la casa de Dios. No estás viviendo la vida de un ser humano, eres más un demonio que una persona y, obviamente, eres un incrédulo. Si eres alguien que cree realmente en Dios, entonces, aunque aún no hayas obtenido la verdad y vida, al menos hablarás y actuarás desde el lado de Dios; al menos no te quedarás impasible cuando veas que los intereses de la casa de Dios están comprometidos. Cuando tengas el impulso de hacer la vista gorda, te sentirás culpable, a disgusto, y te dirás a ti mismo: ‘No puedo quedarme aquí sentado sin hacer nada, debo levantarme y decir algo, debo asumir la responsabilidad, debo desenmascarar este mal comportamiento, debo detenerlo para que los intereses de la casa de Dios no se vean perjudicados, y la vida de iglesia no se vea perturbada’. Si la verdad se ha convertido en tu vida, entonces no solo tendrás este valor y esta determinación y serás capaz de comprender el asunto del todo, sino que también cumplirás con la responsabilidad que te corresponde en la obra de Dios y en los intereses de Su casa, con lo que cumplirás con tu deber. Si pudieras considerar tu deber como tu responsabilidad y obligación y como la comisión de Dios, y te pareciera necesario para estar cara a cara con Él y afrontar tu conciencia, ¿no vivirías entonces con la integridad y dignidad de la humanidad normal? Tus acciones y conducta serán el ‘temor de Dios y la evitación del mal’ de los que Él habla. Estarás practicando la esencia de estas palabras y viviendo su realidad. Cuando la verdad se convierte en la vida de una persona, esta es capaz de vivir esta realidad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Después de leer las palabras de Dios, me sentí culpable y angustiada. Como creyentes en Dios, cuando vemos a gente trastornando y perturbando la vida de la iglesia, deberíamos tener consideración con la intención de Dios y levantarnos para detenerlo, para que nuestros hermanos y hermanas puedan comer y beber las palabras de Dios y compartir sobre la verdad en un ambiente tranquilo. Reflexioné sobre mí misma. Era muy consciente de que Alice a menudo se desviaba del tema en las reuniones y siempre juzgaba y menospreciaba a los demás a sus espaldas, y que todo esto estaba trastornando y perturbando la vida de iglesia. Sin embargo, para no ofenderla, me encogí en mi caparazón como una tortuga, actué tímidamente y no me atreví a detenerla. Tampoco me atreví a exponer o diseccionar la naturaleza de sus acciones. ¡Qué patética era mi forma de vivir! Era egoísta y despreciable, solo sabía cómo preservarme a mí misma. Comía y bebía las palabras de Dios, pero no podía ponerlas en práctica. Me quedé de brazos cruzados mientras Alice perturbaba la vida de la iglesia. ¿Acaso era yo una creyente en Dios? Había mordido la mano que me había alimentado. ¡Era indigna de vivir ante Dios! Me sentí extremadamente culpable e incómoda, y me escondí en el baño donde me abofeteé. Me pregunté una y otra vez: “¿Por qué me resulta tan difícil decir siquiera una palabra de la verdad? ¿Por qué soy tan egoísta?”. De vuelta en mi habitación, oré a Dios. “Dios mío, me equivoqué. No quiero seguir viviendo así. Quiero practicar la verdad y ser una persona con sentido de la rectitud. Guíame para que pueda obtener una verdadera comprensión de mí misma”.
Después, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Hay un dogma en las filosofías para los asuntos mundanos que dice: ‘Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena’. Esto significa que, para preservar esta buena amistad, uno debe guardar silencio sobre los problemas de su amigo, incluso si los percibe claramente. Respetan los principios de no pegarle a la gente en la cara ni llamarle la atención por sus defectos. Se engañan mutuamente, se ocultan el uno del otro e intrigan contra el otro. Aunque sepan con claridad absoluta qué clase de persona es el otro, no lo dicen abiertamente, sino que emplean métodos taimados para preservar su relación. ¿Por qué querría uno preservar esas relaciones? Se trata de no querer hacer enemigos en esta sociedad, dentro del propio grupo, lo cual significaría someterse a menudo a situaciones peligrosas. Al saber que alguien se convertirá en tu enemigo y te perjudicará después de que le hayas llamado la atención por sus defectos o le hayas hecho daño, y al no desear colocarte en esa situación, empleas el dogma de las filosofías para los asuntos mundanos que dice que ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’. A la luz de esto, si dos personas mantienen una relación de este tipo, ¿se considera que son verdaderos amigos? (No). No son verdaderos amigos, y mucho menos el confidente del otro. Entonces, ¿de qué tipo de relación se trata exactamente? ¿No es una relación social fundamental? (Sí). En este tipo de relaciones sociales, las personas no pueden entablar debates sinceros ni tener conexiones profundas ni hablar sobre lo que les venga en gana. No pueden decir en voz alta lo que hay en su corazón o los problemas que perciben en otras personas ni tampoco palabras que puedan beneficiar a otros. En cambio, optan por decir cosas agradables para conservar el favor de otros. No se atreven a decir la verdad ni a defender los principios, de modo que evitan que los demás desarrollen pensamientos hostiles hacia ellos. Cuando nadie supone una amenaza para alguien, ¿acaso esa persona no vive en relativa tranquilidad y paz? ¿No es este el objetivo de las personas que promueven el dicho ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’? (Así es). Es evidente que se trata de una forma de supervivencia torcida y falsa con un elemento de cautela, cuyo objetivo es la propia preservación. Al vivir de esta manera, las personas no tienen confidentes, ni amigos íntimos a los que puedan decirles lo que quieran. Entre las personas, solo hay cautela, explotación e intrigas mutuas, cada uno toma de la relación lo que le conviene. ¿No es así? En el fondo, el objetivo de ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’ es evitar ofender a otros y no ganarse enemigos, no causar daño a nadie para protegerse a uno mismo. Se trata de una técnica y un método que uno adopta para evitar ser lastimado. Si observamos estas facetas diversas de su esencia, ¿es noble exigir de la conducta moral de la gente ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’? ¿Es positivo? (No). Entonces, ¿qué es lo que enseña esto a la gente? Que no debes ofender ni herir a nadie para que no seas tú el que termine herido; asimismo, que no se debe confiar en nadie. Si haces daño a un buen amigo tuyo, la amistad empezará a cambiar sutilmente; pasará de ser un buen amigo, un amigo íntimo, a ser un desconocido o un enemigo. ¿Qué problemas se resuelven enseñando a las personas a actuar así? Aunque al actuar de esta manera no te crees enemigos e incluso pierdas unos cuantos, ¿acaso esto hará que la gente te admire o te apruebe y te tenga siempre como amigo? ¿Con esto se alcanza plenamente el estándar de conducta moral? En el mejor de los casos, no es más que una filosofía para los asuntos mundanos” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (8)). Mientras reflexionaba sobre las palabras de Dios, comprendí por qué no podía practicar la verdad y no me atrevía a señalar los problemas de otras personas. Todo se debía a que las filosofías y leyes satánicas se habían arraigado profundamente en mi corazón. Mis padres me enseñaron desde niña que “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”, “Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena” y “di palabras de bien de acuerdo con los sentimientos y la razón de los demás, pues la franqueza incomoda”. Me enseñaron a ser muy cautelosa y circunspecta en mis relaciones con los demás y a no exponer nunca los problemas de otras personas en su cara para evitar ofenderlos y ser objeto de su venganza y daño. Había vivido constantemente según estos pensamientos e ideas. Cuando estaba en la escuela, vi a mi compañera de pupitre ser dominante y autoritaria, y cómo la rechazaban nuestros compañeros, pero, por miedo a ofenderla, nunca le señalé sus problemas. Incluso la engañé, pues le dije cosas que iban en contra de lo que había en mi corazón. Después de que empecé a creer en Dios, Chloe y yo cumplimos nuestros deberes juntas. Era muy consciente de que ella era superficial al cumplir su deber y también esparcía negatividad, lo que perturbaba a otros en el cumplimiento de su deber, pero para preservarme, nunca estuve dispuesta a exponer o diseccionar sus problemas. Noté que Alice a menudo se desviaba del tema en sus pláticas en las reuniones, e incluso juzgaba a los demás. Sin embargo, nunca estuve dispuesta a compartir sobre sus problemas o a diseccionarlos porque temía que se vengara de mí y me juzgara, así que me quedé de brazos cruzados mientras ella perturbaba la vida de la iglesia. Por vivir según estas filosofías y leyes satánicas, me había vuelto escurridiza y falsa, y no tenía ninguna sinceridad en mis interacciones con los demás. A primera vista, era una persona amable, y me llevaba bien con Chloe y Alice. Sin embargo, cuando veía sus problemas, no les ofrecía ninguna ayuda sustancial, y no les mostraba ningún amor verdadero. Mi amabilidad hacia ellas era toda falsa e hipócrita, con el objetivo de que me vieran como una buena amiga y nos lleváramos armoniosamente. ¡Realmente era completamente escurridiza y falsa! Me di cuenta de que, por vivir según las filosofías y leyes satánicas, había perdido mi conciencia y razón hacía mucho tiempo; me había vuelto extremadamente egoísta y cobarde; me había convertido en cómplice y escudo involuntario de Satanás; y había dañado el trabajo de la iglesia. Si continuaba así sin cambiar, ¡seguramente sería detestada y descartada por Dios!
Luego, leí más palabras de Dios: “¿La frase ‘llamar la atención’ en el dicho ‘si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’ es buena o mala? ¿La frase ‘llamar la atención’ tiene un sentido en el cual hace referencia a que las personas sean reveladas o puestas en evidencia en las palabras de Dios? (No). A Mi entender, la frase ‘llamar la atención’ tal y como se encuentra en el lenguaje humano, no significa eso. Su esencia es cierta forma maliciosa de poner en evidencia; significa desenmascarar los problemas y las deficiencias de la gente, o ciertas cosas y comportamientos desconocidos para los demás, como bien algunas intrigas, ideas o puntos de vista que operan en segundo plano. Este es el significado de la frase ‘llamar la atención’ en el dicho ‘si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’. Si dos personas se llevan bien y son confidentes, sin ninguna barrera entre ellas, y ambas confían en poder beneficiar y ayudar a la otra, entonces lo mejor será que se sienten juntas y expliquen los problemas de ambas de una forma franca y sincera. Esto es lo correcto, y no es llamar la atención sobre los defectos de los demás. Si descubres que otra persona tiene problemas, pero observas que aún no es capaz de aceptar tus consejos, basta con que no digas nada, para evitar peleas o conflictos. Si quieres ayudarla, puedes pedirle su opinión y primero preguntarle: ‘Veo que tienes un pequeño problema y me gustaría darte algún consejo. No sé si podrás aceptarlo. Si puedes, te lo digo. Si no, por ahora me lo guardaré para mí y no diré nada’. Si dice: ‘Confío en ti. Lo que digas no estará fuera de lugar; puedo aceptarlo’, eso significa que te concede permiso, y entonces puedes comunicarle sus problemas uno a uno. No solo aceptará completamente lo que digas, sino que también se beneficiará de ello, y los dos podréis seguir manteniendo una relación normal. ¿Acaso no es eso tratarse con sinceridad? (Sí). Este es el método correcto para relacionarse con los demás; no es llamarles la atención por sus defectos. ¿Qué significa no ‘llamar la atención por los defectos de los demás’, como dice el dicho en cuestión? Supone no hablar de las deficiencias de los demás, no hablar de aquellos problemas que constituyen su mayor tabú, no exponer la esencia de sus problemas y no ser tan descarado a la hora de llamar la atención al respecto. Supone limitarse a hacer algunos comentarios someros, decir cosas que todo el mundo suele decir, decir cosas que la propia persona ya es capaz de percibir, y no poner al descubierto errores que la persona haya cometido anteriormente ni tampoco temas delicados. ¿En qué beneficia a la otra persona si actúas así? Puede que no la hayas ofendido o no te hayas enemistado con ella, pero lo que has hecho no le ayuda ni le beneficia en absoluto. Por tanto, la propia frase ‘no le llames la atención por sus defectos’ es esquiva y una forma de engaño que no permite que exista sinceridad en el trato recíproco de las personas. Se podría decir que actuar así es albergar malas intenciones; no es la manera correcta de relacionarse con los demás. Los no creyentes incluso consideran que la frase ‘si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’ es algo que debería hacer una persona de noble moral. Se trata claramente de una manera taimada de interactuar con los demás, que las personas adoptan para protegerse a sí mismas; en absoluto es un modo adecuado de interacción. No llamar la atención por los defectos de los demás es en sí mismo poco sincero y, al llamar la atención sobre los defectos ajenos, quizá haya una segunda intención” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (8)). “El pueblo escogido de Dios debería, como mínimo, poseer conciencia y razón, así como interactuar, relacionarse y trabajar con los demás de acuerdo con los principios y los estándares que Dios exige de las personas. Esto constituye el mejor enfoque. Esto puede satisfacer a Dios. Así pues, ¿cuáles son los principios-verdad que exige Dios? Que la gente sea comprensiva con los demás cuando estos se muestren débiles y negativos, que tenga consideración por su dolor y dificultades, y entonces indague sobre estas cosas, les ofrezca ayuda y apoyo, y les lea las palabras de Dios para ayudarles a resolver sus problemas, con lo que les permite entender las intenciones de Dios y dejar de ser débiles, y los lleva ante Dios. ¿Acaso esta forma de practicar no concuerda con los principios? Practicar de esta manera está en consonancia con los principios-verdad. Naturalmente, las relaciones de este tipo están aún más en consonancia con ellos. Cuando las personas trastornan y perturban de manera deliberada, o son superficiales en su deber de manera intencionada, si te das cuenta de ello y eres capaz de señalarles estas cosas, reprenderlas y ayudarlas de acuerdo con los principios, esto concuerda entonces con los principios-verdad. Si haces la vista gorda o toleras su comportamiento y las encubres, e incluso llegas a decirles cosas agradables para elogiarlas y aplaudirlas, tales formas de relacionarte con la gente, de tratar los asuntos y de lidiar con los problemas, están claramente en desacuerdo con los principios-verdad y no tienen ninguna base en las palabras de Dios. Así pues, estas formas de relacionarse con la gente y de gestionar los asuntos son claramente impropias, y esto realmente no es fácil de detectar si no se lo disecciona y discierne de acuerdo con las palabras de Dios” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (14)). Las palabras de Dios desataron el nudo en mi corazón. Solía pensar que señalar los problemas y las deficiencias de otras personas era increparlos, y que las lastimaría. Ahora comprendí que si descubrimos a alguien cumpliendo su deber de manera superficial o trastornando y perturbando la vida de iglesia, deberíamos actuar según los principios y señalar sus problemas de manera oportuna; cuando sea necesario, podemos podarlos. Incluso si hablamos con dureza, siempre que lo que digamos sea conforme a los hechos, y nuestra intención sea ayudarlos y proteger el trabajo de la iglesia, todo esto es legítimo. Si, después de la poda, no aceptan ni se arrepienten, también podemos denunciarlos a los líderes superiores. Esto no es increparlos ni apuñalarlos por la espalda. Es proteger el trabajo de la iglesia. Cuando se increpa a alguien, se lo hace con un motivo oculto, con prejuicio y hostilidad hacia dicha persona. Es obsesionarse con sus problemas menores y hacer un escándalo de ellos; es ridiculizarlos, menospreciarlos y burlarse de ellos; es herirlos intencionalmente. No puede traerles ninguna edificación ni beneficio, y solo puede hacerlos sentir negativos y miserables. Esto es realmente increpar a las personas. También tenía un punto de vista equivocado en mi interior, al creer que informar los problemas de otras personas a los líderes era hacer acusaciones malévolas o apuñalarlos por la espalda. De hecho, informar rápidamente de los problemas cuando se descubren es proteger el trabajo de la iglesia. Es una responsabilidad que la gente debe cumplir. Apuñalar a alguien por la espalda o hacer acusaciones malévolas es distorsionar los hechos y difundir rumores infundados para calumniar a esa persona a sus espaldas. Tiene como objetivo atormentar a otros para lograr los propios fines despreciables. Esta vez, descubrí que la plática de Alice en las reuniones se desviaba del tema y que a menudo juzgaba a los demás. Otras hermanas también dijeron que este era el comportamiento habitual de Alice, y aunque se había tenido pláticas con ella sobre esto muchas veces, todavía no había cambiado. Debería haberle señalado sus problemas, e informárselos a los líderes lo antes posible para que pudieran entender su situación rápidamente y pudieran hacer los arreglos apropiados según su comportamiento. Esta era la única manera de asegurar que la vida de iglesia no fuera perturbada.
Más tarde, después de una reunión, señalé los problemas de Alice a la luz de las palabras de Dios, y expuse que la forma en que juzgaba a los demás en las reuniones estaba perturbando la vida de iglesia. Alice no lo aceptó al principio, pero dejó de resistirse después de que otras hermanas se unieron para compartir y señalarle sus problemas. Incluso lloró y dijo que este era realmente un problema que tenía. Poco después, me enteré de que estaba juzgando a otros en presencia de una hermana de nuevo, así que informé de su situación a los líderes de la iglesia. Los líderes expusieron y diseccionaron sus problemas, y desde entonces, nunca más la he visto comportarse de manera sentenciosa. Agradezco a Dios por guiarme a practicar algo de verdad. Mi corazón se siente muy tranquilo. Son las palabras de Dios las que me han llevado a estos cambios.