57. Mi aprendizaje de una reasignación de deber
En enero de 2024, la líder de distrito me escribió para que fuera la líder del equipo de riego. Empecé a sentirme en un dilema y pensé: “Como líder del equipo de riego, sería responsable del trabajo de riego de alrededor de una docena de iglesias. ¡Eso sería muy ajetreado y agotador! Ahora solo estoy a cargo del trabajo de riego en dos iglesias, así que mi carne no está muy cansada. Así está bien. Además, tengo espondilosis cervical. Antes, tuve una hernia discal cervical que me comprimía los nervios y me causaba entumecimiento en la mitad del cuerpo, mareos por falta de riego sanguíneo al cerebro, insomnio y dolor en el corazón. Aunque ahora me siento mejor, ¡qué preocupación sería encargarme del trabajo de riego de tantas iglesias! En el pasado, desarrollé algunas enfermedades por trasnochar con frecuencia. Esta carga de trabajo será muy pesada. ¿Y si me enfermo por exceso de trabajo? Si al final ni siquiera puedo cumplir con mis deberes actuales, ¿aún podré ser salva en el futuro? No, tengo que ser lista. No debo tomarme los deberes con demasiada seriedad”. Al pensar esto, le dije a la líder: “Mi capacidad de trabajo es deficiente y no puedo asumir tanto trabajo. Sería mejor encontrar a alguien más adecuado”. Unos días después, la líder volvió a escribirme para hablar conmigo y me dijo: “Tú también puedes ver que los resultados de nuestro trabajo de riego no son buenos. Muchos regadores acaban de empezar a formarse, no están familiarizados con el trabajo y aún necesitan cultivo. Llevas mucho tiempo cumpliendo este deber y tienes algo de experiencia. En este momento, deberías tener consideración con la intención de Dios y asumir esta carga. Las exigencias de Dios para con nosotros no son altas. Siempre que lo demos todo, Él se sentirá satisfecho”. Después de leer la carta de mi hermana, me sentí muy culpable. Había muchos recién llegados que se unían a la iglesia y realmente necesitábamos gente para el trabajo de riego. Debería haberme desprendido de mis intereses carnales y haber aceptado este deber.
Pensé en cómo Dios había compartido sobre Noé y su actitud hacia la comisión de Dios, así que busqué ese pasaje para leerlo. Dios Todopoderoso dice: “En el transcurso de la construcción del arca, lo primero a lo que tuvo que enfrentarse Noé fue a la incomprensión de su familia, sus molestos comentarios, sus quejas e incluso sus insultos. Lo segundo fue a la calumnia, la ridiculización y el juicio por parte de quienes lo rodeaban: sus parientes, sus amigos y todo tipo de gente. Pero Noé tenía una única actitud: obedecer las palabras de Dios, llevarlas a cabo hasta el final y no desviarse nunca de ese camino. ¿Qué determinación tenía Noé? ‘Mientras esté vivo, mientras pueda moverme, no abandonaré la comisión de Dios’. Esta fue su motivación mientras llevaba a cabo la gran empresa de construir el arca, así como su actitud cuando se le presentaron las órdenes de Dios, y después de escuchar Sus palabras. Ante toda clase de problemas, dificultades y desafíos, Noé no retrocedió. Cuando a menudo fracasaban algunas de sus tareas de ingeniería más difíciles y estas sufrían daños, a pesar de que sentía disgusto y preocupación en el corazón, cuando pensaba en las palabras de Dios, cuando recordaba cada palabra que Dios le había ordenado y cómo Él lo había elevado, solía sentirse extremadamente motivado: ‘No puedo rendirme, no puedo ignorar lo que Dios me ha ordenado y encomendado hacer. Esta es la comisión de Dios, y puesto que la acepté, dado que oí las palabras que Dios pronunció y Su voz, y como acepté esto de parte de Él, debo someterme completamente, que es lo que debería hacer un ser humano’. Así que, sin importar el tipo de dificultades a las que se enfrentara, la clase de burlas o calumnias con las que se encontrara, y por muy agotado que estuviera su cuerpo y muy cansado que se sintiera, no abandonó lo que le había encomendado Dios, y tuvo siempre en mente cada una de las palabras de lo que Él había dicho y ordenado. Por mucho que cambiara su entorno y por muy grandes que fueran las dificultades que afrontara, confiaba en que nada de eso sería eterno, que solo las palabras de Dios perdurarían para siempre, y que únicamente se cumpliría con toda certeza aquello que Dios había ordenado hacer. Noé poseía verdadera fe en Dios y la sumisión que debía tener, y siguió construyendo el arca que Dios le había pedido construir. Día tras día, año tras año, Noé envejeció, pero su fe no disminuyó ni se produjo ningún cambio en su actitud ni en su determinación de completar la comisión de Dios. Aunque hubo momentos en los que su cuerpo se sintió cansado y exhausto, cayó enfermo y su corazón se debilitó, su determinación y perseverancia a la hora de completar la comisión de Dios y someterse a Sus palabras no decrecieron. Durante los años en que Noé construyó el arca, practicó la escucha de las palabras que Dios había pronunciado y la sumisión a estas, y también practicó una verdad importante de un ser creado y una persona corriente que debe completar la comisión de Dios” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión tres: Cómo obedecieron Noé y Abraham las palabras de Dios y se sometieron a Él (II)). La experiencia de Noé me conmovió de verdad. Vi que cuando Dios le ordenó a Noé que construyera el arca, el corazón de Noé era inocente. Escuchó las palabras de Dios y se sometió a Él. Incluso ante la enorme tarea de construir el arca, no se negó ni intentó eludirla, y nunca dijo que era demasiado viejo para construir un arca. Al contrario, con sensatez, se desprendió del trabajo que tenía entre manos y empezó a preparar diversos materiales para construir el arca. Noé también encontró muchas dificultades mientras construía el arca. Además, cada vez era más viejo. Su cuerpo se cansaba y agotaba cuando trabajaba mucho, y también sufría enfermedades y dolores, pero su determinación de construir el arca nunca flaqueó. Tuvo presente la comisión de Dios en todo momento y, finalmente, confió en Dios para completar el arca. Al compararme con él, me sentí realmente avergonzada y culpable. He escuchado tantas palabras de Dios y la iglesia me ha cultivado durante muchos años. Los resultados del trabajo de riego no eran buenos, y la líder me pidió que me hiciera cargo, pero no quise aceptarlo. Me preocupaba que mi cuerpo no pudiera soportar el estrés y el agotamiento mental de la pesada carga de trabajo y que mis enfermedades empeoraran, así que busqué varias excusas para negarme. Si hubiera tenido algo de razón, habría asumido este deber sin discutir condiciones ni motivos. Sin embargo, consideraba el deber como una carga, y no quería preocuparme ni esforzarme mentalmente por miedo a agotarme. No tenía en absoluto un corazón sumiso a Dios, y mucho menos consideración por Su intención. ¡Estaba muy lejos de ser como Noé! Después de entender la intención de Dios, estuve dispuesta a aprender de Noé, someterme, renunciar a mí misma, rebelarme contra la carne y cumplir bien mi deber. Después, le respondí a la líder diciéndole que estaba dispuesta a cumplir este deber.
Más tarde, reflexioné sobre mí misma y me pregunté: “¿Por qué siempre tuve en cuenta mi enfermedad y mi dolor físico, e incluso me negué a cumplir mi deber? ¿Qué carácter corrupto me estaba controlando?”. Justo entonces, la líder me envió un pasaje de las palabras de Dios: “Durante muchos años, los pensamientos en los que se han apoyado las personas para sobrevivir han corroído sus corazones hasta el punto de volverse astutas, cobardes y despreciables. No solo carecen de fuerza de voluntad y determinación, sino que también se han vuelto avariciosos, arrogantes y caprichosos. Carecen absolutamente de cualquier determinación que trascienda el yo, más aún, no tienen ni una pizca de valor para sacudirse la esclavitud de esas influencias oscuras. Los pensamientos y la vida de las personas están tan podridos que sus perspectivas de creer en Dios siguen siendo insoportablemente horribles, e incluso cuando las personas hablan de sus perspectivas de la creencia en Dios, oírlas es sencillamente insufrible. Todas las personas son cobardes, incompetentes, despreciables y frágiles. No sienten repugnancia por las fuerzas de la oscuridad ni amor por la luz y la verdad, sino que se esfuerzan al máximo por expulsarlas” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?). Dios deja en evidencia que, una vez que la gente ha sido corrompida por Satanás, se llena de diversos venenos satánicos. Se apoya en pensamientos que Satanás le ha inculcado para sus actos y su conducta propia, como “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “Date los gustos en vida”, etcétera. Al vivir según estas reglas satánicas de existencia, me volví cada vez más egoísta y despreciable, y solo consideraba mis propios intereses en mis palabras y acciones. Era muy consciente de que no había gente adecuada para cultivar a los regadores, y que los problemas de los recién llegados no podían resolverse a tiempo, lo que había afectado gravemente el trabajo de riego. Sin embargo, yo solo quería escoger las tareas fáciles y eludir el trabajo pesado, y no quería asumir esa carga. Siempre quería elegir deberes ligeros que hacer. Sentía que, como alguien que estaba enferma, tenía que prestar atención a cuidar de mi salud en el futuro y no podía volver a excederme en el trabajo. Incluso lamentaba no haberme tratado bien en el pasado por trasnochar, lo que me había dejado algunas enfermedades. Pensé que ahora tenía que ser más lista y no podía tomarme los deberes con demasiada seriedad. No tuve consideración con las intenciones de Dios, sino que a cada paso pensaba en mi propia carne. Llegué a ser falsa, dando un montón de excusas para eludir mi deber y sin considerar en lo más mínimo el trabajo de la iglesia. ¡Todo lo que había pensado era verdaderamente egoísta y despreciable, sin nada de humanidad! En el pasado, incluso había orado a Dios y hecho el propósito de que siempre cumpliría bien con mi deber y satisfaría a Dios en todo momento. Sin embargo, ahora, cuando me sobrevino un poco de enfermedad y dolor, fui indulgente con la carne y perdí la determinación de trabajar. Me di cuenta de que todo lo que le había dicho a Dios eran mentiras y engaños, y no demostraban ninguna lealtad. En el pasado, incluso había compartido con los recién llegados sobre el significado de cumplir los deberes, diciendo: “Cumplir su deber es crucial. Pueden obtener la verdad y ser salvos. ¡Vale la pena sufrir para cumplir bien su deber!”. Sin embargo, cuando el deber me llamó, fui indulgente con la carne y no quise sufrir. ¿Acaso mi enseñanza a los recién llegados no eran simples palabras y doctrinas? Que alguien como yo, sin la más mínima realidad, todavía quisiera ser salva por Dios y recibir Su bendición, ¡era una desvergüenza total! Al entender esto, me sentí en deuda con Dios, y por eso le oré: “Dios, no quiero herir más Tu corazón. Estoy dispuesta a poner mis enfermedades en Tus manos, sin pensar en lo que pasará en el futuro. Estoy dispuesta a poner el corazón en mi deber y a hacerme cargo del trabajo”.
Luego, la líder me pidió que resumiera los problemas y desviaciones en los deberes de los regadores, y, al mismo tiempo, que recopilara los problemas de los recién llegados y buscara palabras de Dios para resolverlos. De repente, tenía tantas cosas por delante y, además de eso, todavía tenía que escribir los sermones para predicar el evangelio. Sentía cada vez más presión, y mi corazón estaba en tensión todos los días. Apenas terminaba una tarea, ya tenía otra por hacer, y empecé a preocuparme: “Todo este trabajo requiere tiempo y esfuerzo mental. Si lo hago todo bien, no tendré mucho tiempo para descansar. Si esto sigue así, ¿podrá mi cuerpo soportarlo? ¿Se agravarán mis enfermedades?”. En ese momento, me di cuenta de que mi estado no era el correcto, y de nuevo estaba pensando en ser indulgente con la carne y eludiendo mis deberes. ¡Eso no era ser leal a Dios! Pensé que las exigencias de Dios para con nosotros no son altas. Mientras la gente haga todo lo que pueda dentro de sus capacidades físicas, está bien. Dios no pide que la gente se agote ni que se mate trabajando por Él. Recordé las palabras de Dios: “Dios no pidió que fueras un superhombre ni una eminencia, ni te dio alas para volar por el cielo. Simplemente te dio dos manos y dos piernas para caminar por el suelo paso a paso y correr cuando sea necesario. Los órganos internos que te creó Dios digieren y asimilan los alimentos y nutren todo tu cuerpo, por lo que debes mantener una rutina de tres comidas diarias. Dios te ha dado libre albedrío, el intelecto de la humanidad normal y la conciencia y la razón que debe tener un ser humano. Si aprovechas estas cosas bien y correctamente, obedeces las leyes de supervivencia del cuerpo físico, cuidas adecuadamente de tu salud, haces a rajatabla lo que Dios te pide y consigues lo que Dios te exige que consigas, con eso basta, y además es muy sencillo. ¿Te ha pedido Dios que mueras con las botas puestas? ¿Te ha pedido que te atormentes? (No). Dios no exige semejantes cosas. La gente no debe atormentarse, sino tener algo de sentido común y atender adecuadamente las diversas necesidades del cuerpo. Bebe agua cuando tengas sed, complementa tu dieta cuando tengas hambre, descansa cuando estés cansado, haz ejercicio después de estar sentado mucho tiempo, ve al médico cuando estés enfermo, cíñete a tus tres comidas al día y mantén una vida de humanidad normal. Por supuesto, también debes continuar con tus deberes normales. Si tus deberes implican algún conocimiento especializado que no entiendes, debes estudiarlo y practicarlo. Esto es la vida normal” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (12)). Dios nos dice que entendamos el sentido común de la vida y que tratemos correctamente las necesidades de nuestro cuerpo. Debemos comer cuando tenemos hambre y descansar cuando estamos cansados; cuando estamos sentados mucho tiempo mientras cumplimos nuestro deber y nos sentimos incómodos, debemos levantarnos y hacer ejercicio; cuando estamos enfermos, debemos ver a un médico. Al creer en Dios, nuestra fe no puede ser vaga, y no podemos desobedecer las leyes naturales de nuestro cuerpo. En el pasado, siempre había creído que la razón por la que padecía muchas dolencias era por mi pesada carga de trabajo y las preocupaciones de cumplir mi deber. Sin embargo, en realidad, Dios no quiere que la gente se doblegue ante la tarea y se esfuerce al máximo hasta el último aliento. Al contrario, Él quiere que la gente tenga un equilibrio entre el trabajo y el descanso al cumplir sus deberes. Antes, no sabía cómo planificar mi horario de trabajo y descanso de forma razonable. Siempre posponía las cosas y era ineficiente en mi trabajo, y constantemente trasnochaba, con lo que vulneraba las leyes naturales del cuerpo. Esto fue causado por mi propia necedad, y no fue el resultado de agotarme por cumplir mis deberes. Ahora, puedo organizar mi tiempo de forma razonable. Durante el día, mejoré mi eficiencia en el trabajo tanto como fue posible y no me quedé despierta hasta tarde por la noche. Después, organicé mis tareas según su importancia y las fui haciendo una por una. Al cabo de un mes, logré acostumbrarme a este deber. Por un lado, cultivaba a los regadores; por otro, de hecho, regaba a algunos recién llegados y resolvía sus problemas. El resto del tiempo, escribía sermones y artículos de testimonios vivenciales. A veces, cuando me sentía incómoda después de estar sentada mucho tiempo frente a la computadora, hacía algo de ejercicio. Aunque era un poco agotador cumplir mi deber de esta manera, mi cuadro no empeoró y pude cumplir mi deber de forma competente. Cada día era muy pleno y sentía el corazón en paz y tranquilo.
Pensé en un pasaje de las palabras de Dios que leí durante mis prácticas devocionales, y me di cuenta de cómo hay que vivir para que la vida tenga sentido. Dios Todopoderoso dice: “¿Qué valor tiene la vida de una persona? ¿Sirve meramente para disfrutar de placeres carnales como comer, beber y divertirse? (No es así). Entonces, ¿qué valor tiene? Compartid vuestros pensamientos. (Para cumplir con el deber de un ser creado, esto es al menos lo que una persona debe lograr en su vida). Así es. Decidme, si los pensamientos y acciones diarios de una persona a lo largo de toda su vida se centran únicamente en evitar la enfermedad y la muerte, en mantener su cuerpo sano y libre de enfermedades, y en esforzarse por alcanzar la longevidad, ¿hay algún valor, algún significado, en vivir así? (No). No tiene valor vivir de esta manera. Entonces, ¿cuál es el valor que debe tener? Hace un momento, alguien mencionó el cumplimiento del deber de un ser creado, que es un aspecto específico. ¿Hay algo más? Contadme los deseos que soléis tener mientras oráis o establecéis una determinación. (Someternos a los arreglos e instrumentaciones de Dios respecto a nosotros). (Desempeñar bien el papel que Él nos ha asignado y cumplir con nuestra misión y responsabilidad). ¿Algo más? Por una parte, se trata de cumplir con el deber de un ser creado. Por otra, se trata de hacer lo mejor que puedas todo aquello que esté dentro de tus posibilidades y de tu capacidad, alcanzando al menos un punto en el que tu conciencia no te acuse, en el que puedas estar en paz con tu propia conciencia y resultes aceptable a ojos de los demás. Si lo llevamos un poco más lejos, a lo largo de tu vida, con independencia de la familia en la que hayas nacido, tu formación académica o tu calibre, debes reflexionar sobre cuáles son las verdades más importantes que las personas han de entender en la vida; por ejemplo, qué clase de senda deberían caminar las personas, además de cómo deberían vivir para tener una vida significativa. Al menos deberías explorar un poco el verdadero valor de la vida; no puedes vivir esta vida en vano, no puedes venir a esta tierra en vano. En otro sentido, durante tu vida, debes cumplir tu misión; esto es lo más importante. No hablamos de completar una gran misión, deber o responsabilidad; pero como mínimo, debes cumplir con algo. […] No sometamos a las personas a estándares altos. Consideremos una situación en la que alguien se enfrenta a una tarea que debe o está dispuesto a hacer en la vida. Tras encontrar su lugar, se mantiene con firmeza en su puesto, conserva su posición, invierte toda la sangre de su corazón y toda su energía, y cumple y termina aquello en lo que debe trabajar y ha de completar. Cuando se presenta finalmente ante Dios para rendir cuentas, se siente relativamente satisfecho, no alberga acusaciones ni remordimientos en el corazón. Se siente reconfortado y piensa que ha conseguido algo, que ha vivido una vida valiosa” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (6)). Mientras reflexionaba sobre las palabras de Dios, entendí que el valor y el sentido de la vida de una persona es cumplir bien su deber como ser creado en la obra de salvación de la humanidad de Dios, dar testimonio de la obra y las palabras de Dios en la medida de lo posible, y llevar a más gente ante Él para que acepte Su salvación. Esto es lo que más complace a Dios. Aunque cumplir tu deber a veces pueda causar sufrimiento en la carne, al perseguir la verdad en este proceso, podemos entender muchos principios-verdad y desentrañar muchas cosas; también podemos entender nuestra propia corrupción y nuestras deficiencias. ¡Qué gran cosa es esta! Si solo pensara en cómo mantenerme o preservar mi salud de diversas maneras, como una no creyente, entonces, aunque mi cuerpo estuviera lleno de vitalidad y sano, al final, todo sería en vano si no cumpliera bien mi deber. No tendría ningún valor en absoluto. Recordé que, hace unos años, cuando fui al hospital de la ciudad para un tratamiento, justo cuando estaba estallando la COVID-19, el número de muertos aumentaba sin cesar, y todo el mundo vivía en pánico. En este entorno, mis hermanos y hermanas aún persistían en predicar el evangelio. Aunque tenían miedo de contraer la COVID-19, nunca olvidaron sus responsabilidades y persistieron en predicar el evangelio a aquellos que anhelaban la aparición de Dios. Solo así sus vidas podían tener sentido. Recordé un himno de las palabras de Dios que cantaba a menudo, “Deberías buscar el progreso positivo”: “Toda la vida de las personas está en las manos de Dios y de no ser por su determinación ante Él, ¿quién estaría dispuesto a vivir en vano en este mundo vacío del hombre? ¿Por qué preocuparse? Si entran y salen apresuradamente del mundo, si no hacen nada por Dios, ¿no habrán malgastado toda su vida? Aunque Dios no considere tus acciones dignas de mención, ¿no esbozarás una sonrisa agradecida en el momento de tu muerte? Deberías buscar el progreso positivo, no la regresión negativa; ¿no es esta una práctica mejor?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Interpretaciones de los misterios de “las palabras de Dios al universo entero”, Capítulo 39). Es verdad. La gente debe hacer algo por Dios mientras está viva. No puede vivir en vano. Si vives en la carne, comiendo, bebiendo y entreteniéndote, por muy bien que te cuides, todo es en vano. No conoces al Creador y no cumples bien el deber de un ser creado. No tiene sentido vivir así. Ahora, los desastres son cada vez más graves y la obra de Dios se acerca a su fin. No quedan muchas oportunidades para cumplir mi deber, así que debo valorar la oportunidad de hacerlo ahora. Debo compartir los principios-verdad que entiendo con los regadores, para que ellos puedan entender la verdad, captar los principios y regar a los recién llegados de manera más eficaz. Tengo que esforzarme por hacer todo lo que pueda sin dejar ningún lamento. Incluso si mis enfermedades realmente empeoran en el futuro, debo aprender a someterme, y ponerlas en manos de Dios, sometiéndome a Su orquestación y a Sus arreglos.
Después, leí otro pasaje de las palabras de Dios que resolvió mis recelos y preocupaciones sobre la enfermedad y el dolor. Dios Todopoderoso dice: “Si de verdad crees que todo está en manos de Dios, entonces deberías creer que todas estas cosas —ya se trate de enfermedades graves, importantes, menores o de cómo es la condición física de uno—, caen todas bajo la soberanía y los arreglos de Dios, así como que la aparición de una enfermedad grave y cómo será la salud de alguien a cierta edad no son cosas fortuitas. Esta es una especie de comprensión positiva y precisa. ¿Concuerda esto con la verdad? (Sí). Concuerda con la verdad, es la verdad, debes aceptarlo, y tu postura y puntos de vista sobre este asunto se deben transformar. ¿Y qué se resuelve en cuanto estas cosas se transforman? ¿No quedan resueltos tus sentimientos de angustia, ansiedad y preocupación? Al menos, tus emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación respecto a la enfermedad quedan en teoría resueltas. Dado que tu comprensión ha transformado tus pensamientos y puntos de vista, esta resuelve por tanto tus emociones negativas. Este es un aspecto: el que alguien se enferme o no, qué enfermedad grave contraerá y cómo será su salud en cada etapa de la vida no lo puede cambiar la voluntad del hombre, sino que todo está predestinado por Dios. […] Estamos hablando de la enfermedad; esto es algo que la mayoría de la gente experimentará durante su vida. Por consiguiente, el tipo de enfermedad que afligirá los cuerpos de las personas, en qué momento, a qué edad y cómo será su salud son todas cosas dispuestas por Dios y nadie puede decidir esto por su cuenta, del mismo modo que el momento en que alguien nace no es una decisión propia. Por tanto, ¿acaso no es una insensatez sentirse angustiado, ansioso y preocupado por cosas que uno no puede decidir por sí mismo? (Sí). La gente debe ocuparse de resolver las cosas que puede resolver por sí misma, y en cuanto a las que no, debe aguardar a Dios; debe someterse en silencio y pedirle a Dios que la proteja; esa es la mentalidad que debe tener la gente. Cuando la enfermedad golpea de verdad y la muerte está realmente cerca, entonces deben someterse y no quejarse ni rebelarse contra Dios o decir cosas que blasfemen contra Él o lo ataquen. En lugar de eso, las personas deben permanecer como seres creados y experimentar y apreciar todo lo que viene de Dios; no deben tratar de elegir las cosas por sí mismas. Esto podría ser una experiencia especial que enriquezca tu vida, y no es necesariamente algo malo, ¿verdad? Por tanto, cuando se trata de enfermedades, la gente debe resolver primero sus pensamientos y puntos de vista erróneos sobre el origen de estas, y entonces dejará de preocuparse del asunto. Además, la gente no tiene poder para controlar las cosas conocidas o desconocidas, ni tampoco es capaz de hacerlo, ya que todas están bajo la soberanía de Dios. La actitud y el principio de práctica que deben tener las personas son las de esperar y someterse. Desde la comprensión hasta la práctica, todo debe hacerse de acuerdo con los principios-verdad: esto es perseguir la verdad” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (4)). Por las palabras de Dios entendí que Dios es soberano y ordena la salud de una persona en cada etapa de su vida, qué enfermedades padece y si esas enfermedades serán graves. La gente no puede controlar ninguna de estas cosas, y las preocupaciones y recelos no sirven de nada. Cuando las enfermedades te sobrevienen, debes aprender a tratarlas correctamente y a someterte a la soberanía y los arreglos de Dios. En el pasado, a menudo me preocupaba y angustiaba por mis enfermedades, y vivía sumida en emociones negativas. Esto se debía a que no entendía la soberanía de Dios. Incluso creía que si cumplía muchos deberes, tenía una gran carga de trabajo y estaba físicamente agotada, eso empeoraría mi cuadro. Por lo tanto, estaba constantemente preocupada de que un día no pudiera soportarlo más y ni siquiera fuera capaz de cumplir mis deberes actuales. De hecho, que mi cuadro empeore o no depende por completo de Dios. No tiene nada que ver con la carga de trabajo de mi deber. Algunos hermanos y hermanas no gozan de buena salud y sus cargas son más pesadas que la mía, y no por ello han enfermado. Mi perspectiva de las cosas estaba muy distorsionada. Estas preocupaciones y recelos eran innecesarios y una manifestación de necedad e ignorancia. Incluso si mi enfermedad realmente empeora algún día, esto tendrá el permiso de Dios, y debo someterme a Su soberanía y arreglos. Pensé en cómo Job, cuando le sobrevinieron las pruebas y su cuerpo se cubrió de llagas dolorosas, fue capaz de aceptarlo de parte de Dios, y no se quejó de Él. Pudo enfrentarlo con calma y, finalmente, mantenerse firme en su testimonio de Dios. Al pensar esto, me sentí muy avergonzada, y estuve dispuesta a desprenderme de mis propias preocupaciones y recelos, encomendar mis enfermedades a las manos de Dios y dedicar mi corazón a mi deber. Busco tratamiento cuando lo necesito y hago ejercicios adecuados en mi tiempo libre. Al practicar de esta manera, mi corazón está mucho más tranquilo y liberado, y ya no me afectan demasiado las enfermedades.
Gracias a esta reasignación de mi deber, aprendí muchas lecciones y me di cuenta de que, como ser creado, debo aferrarme a mis deberes en todo momento y no debo ser indulgente con la carne. Al mismo tiempo, también entendí que el valor de la vida humana consiste en seguir las palabras de Dios y cumplir el deber con lealtad. Solo viviendo de esta manera puede uno sentir que es sincero y franco, y no tener lamentos.