68. Ya no disfruto de la comodidad

Por Su Fei, China

En 2023, me eligieron líder de distrito. Como tenía mucho trabajo y una gran carga laboral, necesitaba hablar con frecuencia con los líderes de la iglesia, los diáconos y los miembros de los diversos equipos para poner en marcha las diversas tareas, resumir las desviaciones y resolver los problemas, me mantenía ocupada hasta muy tarde todos los días. Además, no gozaba de buena salud, me sentía débil y sin energía, y a veces tenía palpitaciones y sentía ansiedad. Me preocupaba que si seguía así a largo plazo, mi salud no lo soportaría.

Más tarde, fui principalmente responsable del trabajo relacionado con textos y del trabajo de riego. Hacer seguimiento del trabajo relacionado con textos requería mi participación real para resolver los problemas y dificultades de los hermanos y hermanas al cumplir con sus deberes, y también tenía que informar oportunamente a los líderes sobre el trabajo. En el trabajo de riego, además de cultivar regadores, también necesitábamos cultivar a los nuevos creyentes. Al ver que el trabajo de riego implicaba tantos detalles, pensé: “Ya estoy bastante ocupada solo con el seguimiento de estas tareas. ¿De dónde diablos voy a sacar tiempo para cultivar a nuevos creyentes? ¡Mi tiempo y energía son limitados y no puedo ocuparme de tantas tareas a la vez! Ya de por sí mi salud no es buena. ¿Cómo voy a soportarlo? Con que los regadores se encarguen, debería ser suficiente”. Entonces, usé la excusa de estar ocupada para pasarles a los regadores la tarea de cultivar a los nuevos creyentes. No prestaba mucha atención a los problemas que reportaban los regadores y, al implementar el trabajo, lo hacía solo de manera superficial. Ansiaba el momento en que pudiera tener un deber más fácil y no estar tan cansada todo el día. Al final, ni el trabajo relacionado con textos ni el de riego lograron ningún resultado. Sin embargo, no reflexionaba sobre mí misma ni resumía mis desviaciones, y creía que era porque no tenía el calibre para ser líder. Incluso pensé en asumir la culpa y renunciar. Sin embargo, luego también pensé que si renunciaba, la hermana con la que colaboraba simplemente no podría con todo el trabajo sola. Eso sería demasiado carente de humanidad de mi parte. Aunque en apariencia cumplía con mi deber, en realidad, lo hacía muy a mi pesar. Solo hacía mi trabajo todos los días porque no me quedaba otra, y mi estado empeoraba cada vez más. En junio de 2024, un día los líderes superiores me expusieron y podaron, diciendo que no hacía trabajo real, y que cuando me enfrentaba a dificultades en el trabajo, intentaba comprenderlas solo de manera superficial y no me esforzaba en resolverlas, y que los dos aspectos del trabajo de los que era responsable no habían dado ningún resultado en absoluto. En ese momento, me asusté. Me di cuenta claramente de que mi actitud hacia mi deber despertaba el aborrecimiento de Dios, y que si no buscaba la verdad para remediarlo de inmediato, sería muy peligroso.

Más tarde, busqué las palabras de Dios relacionadas con los problemas que mis líderes habían expuesto y reflexioné sobre mí misma. Leí un pasaje de las palabras de Dios: “¿Qué tipo de manifestaciones y características muestran aquellos que son excesivamente vagos? En primer lugar, hagan lo que hagan, actúan de forma superficial, pierden el tiempo, van a un ritmo pausado, descansan y procrastinan siempre que sea posible. En segundo lugar, ignoran el trabajo de la iglesia. Para ellos, quien quiera preocuparse por tales cosas puede hacerlo. Ellos no lo harán. Cuando se preocupan por algo, es en aras de su propia fama, ganancia y estatus, pues a ellos solo les importa poder disfrutar de los beneficios del estatus. En tercer lugar, se apartan de las dificultades en su trabajo; son incapaces de aceptar que este sea siquiera un poco agotador, se muestran muy resentidos si lo es y son incapaces de afrontar dificultades o de pagar un precio. En cuarto lugar, son incapaces de perseverar en cualquiera que sea el trabajo que hagan, siempre abandonan a medio camino y no llegan hasta el final en nada. Si están temporalmente de buen humor, podrían hacer algo de trabajo por diversión, pero si algo requiere un compromiso a largo plazo y les mantiene ocupados, les exige pensar mucho y su carne se fatiga, con el tiempo empiezan a quejarse. Por ejemplo, algunos líderes están a cargo del trabajo de la iglesia, y al principio lo ven como algo nuevo y fresco. Están muy motivados con su enseñanza de la verdad y cuando ven que los hermanos y las hermanas tienen problemas, son capaces de ayudarlos y de resolverlos. No obstante, después de dedicarle empeño durante un tiempo, el trabajo de liderazgo les empieza a parecer demasiado agotador y se vuelven negativos; quieren cambiar a un trabajo más fácil y no están dispuestos a afrontar dificultades. Tales personas carecen de perseverancia. En quinto lugar, otra característica que distingue a las personas vagas es su falta de voluntad para hacer trabajo real. En cuanto empiezan a sufrir en sus propias carnes, inventan excusas y evaden su trabajo y lo eluden, o bien se lo pasan a otro. Y cuando ese otro termina el trabajo, ellas se llevan el mérito con total desvergüenza. Estas son las cinco características principales de las personas vagas. Deberíais observar si hay tales personas vagas entre los líderes y obreros de las iglesias. Si encontráis a una, se la debería destituir de inmediato. ¿Las personas vagas pueden hacer una buena labor como líderes? Con independencia del calibre que tengan o de su calidad humana, si son vagas, no podrán hacer bien su trabajo, y retrasarán tanto este como las cuestiones importantes. El trabajo de la iglesia es polifacético, cada aspecto de este conlleva muchas minuciosas tareas y requiere compartir la verdad para resolver los problemas a fin de que se haga bien. Por tanto, los líderes y obreros deben ser diligentes —tienen que hablar y trabajar mucho a diario para garantizar la eficacia del trabajo—. Si hablan o hacen demasiado poco, no se obtendrán resultados. Por tanto, si un líder o un obrero es una persona vaga, en realidad, son falsos líderes e incapaces de hacer trabajo real. Las personas vagas no hacen trabajo real, ni mucho menos acuden ellas mismas a los lugares de trabajo y no están dispuestas a resolver problemas ni a involucrarse en un trabajo específico. No entienden ni comprenden lo más mínimo los problemas de ningún trabajo. Simplemente tienen una idea superficial y vaga en su cabeza a partir de escuchar lo que han dicho los demás, y salen del paso solo predicando un poco de doctrina. ¿Podéis discernir a este tipo de líder? ¿Sois capaces de identificar que son falsos líderes? (En cierta medida). Las personas vagas actúan por inercia en todos sus deberes. Sea cual sea el cometido, carecen de perseverancia, trabajan a trompicones y se quejan cada vez que padecen dificultades, al tiempo que profieren agravios interminables. Insultan a todos los que las critican o las podan, como una arpía que suelta insultos por la calle; siempre quieren descargar su ira sobre los demás y no quieren hacer su deber. ¿Qué muestra el hecho de que no quieran hacer su deber? Muestra que no llevan una carga, no quieren asumir responsabilidades y son personas vagas. No quieren padecer dificultades ni pagar el precio. Esto se aplica especialmente a los líderes y obreros; si no soportan una carga, ¿pueden cumplir las responsabilidades de los líderes y obreros? En absoluto(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (4)). Lo que Dios expuso era exactamente mi estado. Mientras cumplía con mis deberes, constantemente disfrutaba de la comodidad, temía sufrir y preocuparme, y no hacía trabajo real. A pesar de ser muy consciente de lo que debía hacer, no lo hacía. No tenía nada de humanidad. Dios dice que esas personas son demasiado perezosas y disfrutan constantemente de la comodidad. No son dignas de ser líderes u obreras. Ni siquiera pueden rendir un buen servicio y están destinadas a ser descartadas. Finalmente me di cuenta de que mi falta de voluntad para cumplir mi deber como líder no era un problema de mi calibre. En cambio, se debía principalmente a que era demasiado perezosa y valoraba demasiado la carne. Al principio, era bastante activa en mis deberes de liderazgo. Más tarde, cuando hacía un trabajo específico y mi deber era más ajetreado y agotador, y requería que dedicara más tiempo y esfuerzo, empecé a sentirme reacia y me quejaba. Constantemente temía que mi carne sufriera y que preocuparme demasiado agotara mi cuerpo. Entonces empecé a holgazanear y a actuar de forma evasiva, y les pasaba a mis hermanos y hermanas el trabajo que yo debería haber hecho. No prestaba ninguna atención a los problemas o dificultades que surgían, y, en consecuencia, los dos aspectos del trabajo de los que era responsable nunca dieron ningún resultado. Aun así, me sentía tranquila con ello. Cuando los líderes hacían seguimiento de mi trabajo, no solo no reflexionaba sobre mí misma, sino que tampoco paraba de lamentarme de mi sufrimiento y mis dificultades, diciendo que mi calibre era deficiente y que no podía resolver esas dificultades. Incluso quise asumir la culpa y renunciar, para poder tener un deber más fácil. Cumplía con mis deberes de líder, pero no realizaba el trabajo sustancial de un líder. ¡Qué irresponsable fui! Pensé en que los buenos líderes y obreros tienen sentido de la responsabilidad hacia sus deberes. Cuando cumplen con sus deberes, están dispuestos a pagar un precio y no temen al sufrimiento ni al agotamiento; cuando es necesario, van al lugar de trabajo y ofrecen una charla práctica, así como soluciones a los problemas que surgen en cada aspecto del trabajo. Si no pueden resolver el problema por sí mismos, pueden discutirlo con sus hermanos y hermanas o consultar con los líderes superiores. Sin embargo, yo era descuidada con mi deber, demostraba consideración por la carne y disfrutaba de los beneficios del estatus. ¿No era una falsa líder?

Leí más palabras de Dios: “Las personas perezosas no son capaces de hacer nada. Resumido en dos palabras, son personas inútiles; tienen una discapacidad de segunda clase. Por muy bueno que sea el calibre de los perezosos, no es más que una fachada; aunque tienen buen calibre, no sirve para nada. Son demasiado perezosos, saben lo que deben hacer, pero no lo hacen y, aunque tengan conocimiento de que algo supone un problema, no buscan la verdad para resolverlo, y si bien saben qué dificultades deben sufrir para que el trabajo sea efectivo, no están dispuestos a soportar ese sufrimiento aunque merezca la pena, así que no pueden obtener ninguna verdad ni realizar ningún trabajo real. No desean soportar las penurias que a las personas les toca soportar; solo saben disfrutar de la comodidad, de los momentos de alegría y ocio, y de una vida libre y relajada. ¿Acaso no son inútiles? Las personas que no pueden soportar la adversidad no merecen vivir. Aquellos que siempre desean vivir la vida de un parásito son personas sin conciencia ni razón, bestias, y tales personas no son aptas siquiera para ser mano de obra. Como no pueden soportar la adversidad, ni siquiera cuando son mano de obra son capaces de hacerlo bien y, si desean obtener la verdad, hay incluso menos esperanzas de ello. Alguien que no puede sufrir y no ama la verdad es una persona inútil, no es apta ni siquiera para ser mano de obra. Es una bestia sin pizca de humanidad. A tales personas se las debe descartar, solo esto concuerda con las intenciones de Dios(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (8)). Dios expone que la gente perezosa es gente inútil. Incluso si tiene calibre, este tipo de persona disfruta de la comodidad y no puede hacer ningún trabajo real. Al final, debe ser descartada. Comparándome con las palabras de Dios, vi que era una persona perezosa e inútil, tal como Dios lo había expuesto. Es posible que mi calibre sea deficiente, pero de todos modos era capaz de hacer algo de trabajo. Aunque como líder era responsable de mucho trabajo y enfrentaba muchas dificultades, si hubiera tenido carga, sentido de la responsabilidad y hubiera estado dispuesta a sufrir y pagar un precio, el trabajo aun así podría haber logrado algunos resultados reales. Pero era demasiado perezosa y no estaba dispuesta a preocuparme ni a sufrir. Cuando el trabajo relacionado con textos y el de riego encontraban problemas y requerían que hiciera un trabajo específico, me daba miendo el esfuerzo mental y se lo pasaba a mis hermanos y hermanas para que lo hicieran mientras yo disfrutaba de mi ocio. Había hecho un completo desastre en el cumplimiento de mi deber, no había hecho ningún trabajo real, e incluso mi contribución de mano de obra había causado más problemas que ayuda. Si seguía así, estaría completamente degradada y destinada al montón de chatarra. Dios despertó mi corazón insensible e intransigente a través de la poda de los líderes. De lo contrario, seguiría sin haber reflexionado sobre mí misma, y nunca me habría dado cuenta del trastorno y la perturbación que había causado al trabajo de la iglesia. Cuando entendí esto, experimenté la intención meticulosa de Dios que había detrás: Él quería que pudiera reflexionar sobre mí misma, conocerme y arrepentirme. También me dije en silencio: “Mientras no me destituyan, debo cumplir bien mi deber cada día. No basta con admitir mis errores de palabra, tengo que actuar. En mi deber, voy a dar mi máximo esfuerzo, no puedo seguir tratándolo como antes”.

Más tarde, continué reflexionando sobre mis propios problemas: ¿Por qué siempre era reacia a preocuparme o sufrir al cumplir mi deber? ¿Cuál era la causa profunda detrás de esto? Leí las palabras de Dios: “Esperas que tu fe en Dios no acarree ningún reto o tribulación ni la más mínima dificultad. Siempre buscas aquellas cosas que no tienen valor y no le otorgas ningún valor a la vida, poniendo en cambio tus propios pensamientos extravagantes antes que la verdad. ¡Eres tan despreciable! Vives como un cerdo, ¿qué diferencia hay entre tú y los cerdos y los perros? ¿No son bestias todos los que no persiguen la verdad y, en cambio, aman la carne? ¿No son cadáveres vivientes todos esos muertos sin espíritu? ¿Cuántas palabras se han hablado entre vosotros? ¿Se ha hecho solo un poco de obra entre vosotros? ¿Cuánto he provisto entre vosotros? ¿Y por qué no lo has obtenido? ¿De qué tienes que quejarte? ¿No será que no has obtenido nada porque estás demasiado enamorado de la carne? ¿Y no es porque tus pensamientos son muy extravagantes? ¿No es porque eres muy estúpido? Si no puedes obtener estas bendiciones, ¿puedes culpar a Dios por no salvarte?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio). “Mientras las personas no hayan experimentado la obra de Dios y no hayan comprendido la verdad, la naturaleza de Satanás es la que toma las riendas y las domina desde el interior. […] La filosofía y la lógica de Satanás se han convertido en la vida de las personas. Sea lo que sea lo que persigue la gente, lo hace para sí misma, por tanto solo vive para sí misma. ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’: esta es la filosofía de vida del hombre y también representa la naturaleza humana. Estas palabras se han convertido ya en la naturaleza de la humanidad corrupta y son el auténtico retrato de su naturaleza satánica. Dicha naturaleza satánica se ha convertido ya en la base de la existencia de la humanidad corrupta. La humanidad corrupta ha vivido según este veneno de Satanás durante varios miles de años y hasta nuestros días(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro). Al compararme con lo que dejan en evidencia las palabras de Dios, logré entender un poco la causa profunda de mi disfrute de la comodidad. Aunque llevaba muchos años creyendo en Dios, todavía seguía las reglas de la existencia que Satanás le había inculcado a la gente, como “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “La vida es breve; disfruta mientras puedas” y “date los gustos en vida”. Estos venenos satánicos se habían convertido en la base de mi existencia, y mis pensamientos e ideas se habían distorsionado. Creía que, en la vida, uno debía tratarse bien, saber cómo disfrutarla y no exigirle demasiado a su carne. Recordé que, cuando trabajaba en el pasado, me gustaban los trabajos con libertad y sin restricciones. Prefería ganar menos dinero que hacer un trabajo duro y agotador, porque sentía que eso era demasiado restrictivo y pesado. Creía que la vida de una persona es solo de unas pocas décadas y pasa en un abrir y cerrar de ojos, y que lo más importante era ser bueno con uno mismo. Después de que empecé a creer en Dios y a cumplir mi deber, seguí viviendo según esta opinión equivocada. Constantemente disfrutaba de la comodidad y valoraba la carne, no estaba dispuesta a preocuparme ni a asumir una carga en mi deber, evitaba el trabajo que implicara cansar mi carne, y me quejaba cuando encontraba dificultades. Siempre andaba buscando un deber más ligero para cumplir. Que pudiera cumplir el deber de líder de distrito era la exaltación de Dios, dándome más condiciones y oportunidades para entrar en la realidad-verdad. Aunque encontraba muchos problemas y dificultades al cumplir mi deber, lo cual podría haberme impulsado a confiar en Dios y buscar la verdad para resolver problemas y así acelerar el progreso de mi vida, no supe valorarlo, con el temor de que mi cuerpo no pudiera soportar el estrés y la preocupación. No colaboré con mis hermanos y hermanas para resolver las dificultades, y en cambio, les pasé estas dificultades a ellos, con lo que los puse bajo presión. Los problemas de los nuevos creyentes no se podían resolver a tiempo, y los nuevos creyentes que deberían haber sido cultivados, quedaron sin cultivar. Como líder, no llevaba ninguna carga en mi deber y lo abordaba sin la menor sentido de la responsabilidad. Lo único que me importaba era disfrutar del ocio. No desempeñé ningún papel para impulsar estos aspectos importantes del trabajo, e incluso aunque había hecho un completo desastre en el cumplimiento de mi deber, seguía sin reprocharme ni sentirme culpable. Incluso quise asumir la culpa y renunciar para poder disfrutar mejor de mi ocio. ¿Cómo puede una persona con humanidad hacer algo así? Aunque mi carne no sufrió preocupación ni agotamiento, mi vida no progresó en absoluto, el trabajo del que era responsable no dio resultados, el trabajo de la iglesia se retrasó gravemente, y solo dejé transgresiones y acciones malvadas a mi paso. ¿Cómo podría Dios no aborrecer mi actitud hacia mi deber? Solo entonces me di cuenta de que todos estos años había estado viviendo según estos pensamientos e ideas equivocados. No pude cumplir bien mi deber, y no sufrí ni pagué un precio por perseguir la verdad. En cambio, me dediqué a disfrutar de la comodidad y no pensaba en progresar, ¡con lo que perdí muchas oportunidades de obtener la verdad! Después, me dispuse a centrarme en practicar la verdad para resolver mi carácter corrupto.

Más tarde, leí más palabras de Dios: “Ante toda clase de problemas, dificultades y desafíos, Noé no retrocedió. Cuando a menudo fracasaban algunas de sus tareas de ingeniería más difíciles y estas sufrían daños, a pesar de que sentía disgusto y preocupación en el corazón, cuando pensaba en las palabras de Dios, cuando recordaba cada palabra que Dios le había ordenado y cómo Él lo había elevado, solía sentirse extremadamente motivado: ‘No puedo rendirme, no puedo ignorar lo que Dios me ha ordenado y encomendado hacer. Esta es la comisión de Dios, y puesto que la acepté, dado que oí las palabras que Dios pronunció y Su voz, y como acepté esto de parte de Él, debo someterme completamente, que es lo que debería hacer un ser humano’. Así que, sin importar el tipo de dificultades a las que se enfrentara, la clase de burlas o calumnias con las que se encontrara, y por muy agotado que estuviera su cuerpo y muy cansado que se sintiera, no abandonó lo que le había encomendado Dios, y tuvo siempre en mente cada una de las palabras de lo que Él había dicho y ordenado. Por mucho que cambiara su entorno y por muy grandes que fueran las dificultades que afrontara, confiaba en que nada de eso sería eterno, que solo las palabras de Dios perdurarían para siempre, y que únicamente se cumpliría con toda certeza aquello que Dios había ordenado hacer. Noé poseía verdadera fe en Dios y la sumisión que debía tener, y siguió construyendo el arca que Dios le había pedido construir. Día tras día, año tras año, Noé envejeció, pero su fe no disminuyó ni se produjo ningún cambio en su actitud ni en su determinación de completar la comisión de Dios. Aunque hubo momentos en los que su cuerpo se sintió cansado y exhausto, cayó enfermo y su corazón se debilitó, su determinación y perseverancia a la hora de completar la comisión de Dios y someterse a Sus palabras no decrecieron. Durante los años en que Noé construyó el arca, practicó la escucha de las palabras que Dios había pronunciado y la sumisión a estas, y también practicó una verdad importante de un ser creado y una persona corriente que debe completar la comisión de Dios(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión tres: Cómo obedecieron Noé y Abraham las palabras de Dios y se sometieron a Él (II)). Al compararme con la actitud de Noé hacia la comisión de Dios, ¡me sentí tan avergonzada! Noé tenía un corazón temeroso de Dios y trató la comisión de Dios con lealtad y sumisión. En aquellos días, no había industria moderna, y todo, desde la tala de madera hasta la construcción del arca, tuvo que hacerse a mano. Noé lo hizo todo por sí mismo, y su carne ciertamente se fatigaba por el duro trabajo. También enfrentó muchas dificultades, presiones y enfermedades, pero Noé nunca consideró su propia carne, y jamás renunció a la comisión de Dios por el sufrimiento y el agotamiento carnales. Sino que, con valentía, enfrentó sus dificultades y perseveró en la construcción del arca durante 120 años, y así finalmente completó la comisión de Dios. Había un mundo entero de diferencia entre mi manera de cumplir mis deberes y la de Noé. A partir de entonces, tenía que confiar en Dios para rebelarme contra la carne, y poner todo mi corazón y mente en mis deberes principales, especialmente cuando tocara sufrir o pagar un precio. El que mi condición empeore en el futuro está en manos de Dios. Dios es soberano sobre todo y controla el nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte de las personas. Si Dios no permite que mi enfermedad se agrave, entonces por más que se canse mi carne, no colapsará. ¿No eran innecesarias todas mis preocupaciones? Por lo tanto, oré a Dios, dispuesta a arrepentirme, a emular la actitud de Noé hacia su deber, a tratar mi deber con un corazón temeroso de Dios, y a no ser más considerada con mi carne ni a disfrutar más de la comodidad.

Desde entonces, cuando cumplo mi deber, hago conscientemente trabajo real, y participo de verdad en el trabajo que me toca hacer. Cuando me enfrento a problemas en el trabajo relacionado con textos, ya no huyo, sino que pienso en cómo resolver estas dificultades, busco caminos a seguir conversando al respecto con mis hermanos y hermanas. También hago seguimiento y superviso el trabajo de riego, y voy en persona a regar a los nuevos creyentes que vale la pena cultivar. También comparto sin demora sobre los problemas que reportan los regadores y ayudo a resolverlos. Cuando me involucro de verdad en estos aspectos del trabajo, sin duda, mi carne está más ocupada que antes. Sin embargo, cuando le pongo corazón a mi deber, por más agotada que esté mi carne, no me siento tan cansada. A veces, cuando sí me siento cansada, descanso lo necesario, y luego continúo trabajando. Al practicar de esta manera, mi corazón está en paz, y mi enfermedad también mejora gradualmente. Experimenté que sufrir para cumplir bien el deber no te agota el cuerpo. Aunque las tareas de las que soy responsable actualmente no han mostrado mucha mejora, a través de mis experiencias durante este período y el desenmascaramiento de las palabras de Dios, vi las consecuencias de disfrutar de la comodidad. Vi que las filosofías satánicas como “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “La vida es breve; disfruta mientras puedas” y “Date los gustos en vida” corroen los pensamientos de las personas y las corrompen. Hacen que la gente piense solo en la carne y viva de manera egoísta y degenerada, sin metas ni un rumbo que seguir. Además, también llegué a tener cierto entendimiento superficial de la causa profunda de mi disfrute de la comodidad y de mi esencia-naturaleza, y corregí mi actitud hacia mi deber. ¡Gracias a Dios por Su guía!

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