88. Cómo me liberé de las cadenas de la fama y la ganancia

Por Su Mi, China

En 2002, tenía 18 años y trabajaba en una fábrica de ropa. Siempre que veía a los protagonistas de las telenovelas que iban vestidos con ropa bonita y a la moda, con bisutería de oro y plata, quienes vivían en mansiones lujosas y conducían coches de alta gama, se los recibía y despedida con afecto dondequiera que iban y tenían un aire muy glamuroso, envidiaba tener ese tipo de vida. Soñaba con que, una vez que formara una familia, trabajaría duro para vivir una vida con ese prestigio. Para alcanzar mi sueño, poco después de casarnos, mi marido y yo nos fuimos a trabajar fuera de nuestro pueblo. Para ganar más dinero, seguía trabajando y cosía ropa más de diez horas al día incluso cuando estaba embarazada de siete u ocho meses. Debido a la fatiga constante, mi salud se deterioró gravemente y perdí más de cinco kilos. Mi marido tuvo cálculos renales por pasar demasiado tiempo sentado y no beber suficiente agua, por lo que ya no pudo seguir trabajando conmigo confeccionando ropa. Más tarde, mi marido consiguió un empleo en una empresa y, en poco tiempo, se ganó la confianza del jefe. El jefe le encargó muchos asuntos de la empresa y, cuando conseguimos ahorrar algo de dinero luego de unos años, pedimos un préstamo para comprar una casa en la ciudad. A mi marido le iba bien en el trabajo y también planeábamos comprar un coche. Siempre que volvíamos a nuestro pueblo, los demás vecinos nos admiraban por habernos asentado en la ciudad a tan temprana edad y decían que éramos personas muy capaces. Al escuchar esos elogios, me sentía muy orgullosa, como si caminara entre las nubes. Pensaba que tener dinero era estupendo; dondequiera que iba, me admiraban y elogiaban. Pero, con el tiempo, empecé a sentir un vacío inexplicable por dentro. Iba a comprar ropa y productos de belleza de gama alta o me iba de viaje y subía fotos a las redes sociales, pero nada conseguía llenar ese vacío en mi corazón. No podía sino preguntarme: “¿De verdad he trabajado tan duro solo para comer, vestirme y vivir bien, y recibir la admiración de los demás? ¿Por qué sigo sintiéndome tan vacía por dentro después de haber conseguido todo esto?”. Vivía la vida de forma superficial y sentía que la vida era agotadora.

En 2019, la empresa de mi marido se vio envuelta en un litigio financiero. Mi marido estaba a cargo de las finanzas de la empresa, así que también se vio implicado. Tuvimos que pagar una indemnización de 400 000 yuanes. Además, mi marido tuvo que ir a juicio y lo condenaron a cuatro años y medio de cárcel. Sentí que el mundo se me venía abajo. Mi marido había sido el pilar de nuestra familia. Ahora que estaba en la cárcel, ya no había nadie que ganara dinero para mantenernos. Aún teníamos que pagar la hipoteca cada mes, además de los gastos de la educación de nuestros dos hijos y los gastos diarios. También habíamos pedido mucho dinero prestado para poder pagar la indemnización. Toda esa presión recayó sobre mí. Además de la carga económica, también tenía que aguantar las miradas de desprecio y desdén de quienes me rodeaban. La vida me parecía un tormento y llegué a pensar que sería mejor morir. Pero, justo entonces, mis dos hijos me necesitaban más que nunca, así que no podía pensar en abandonarlos. Lloraba todos los días y no sabía qué iba a hacer para enfrentar el futuro. Justo cuando sentía que no había escapatoria, mi madre me predicó el evangelio de Dios Todopoderoso de los últimos días. Al leer las palabras de Dios y escuchar las enseñanzas de los hermanos y hermanas, comprendí que, al principio, en el Jardín del Edén, las personas no tenían preocupaciones, penas ni sufrimiento. Pero, luego de que Satanás corrompiera a los seres humanos, estos adquirieron diferente ambiciones, deseos y perspectivas engañosas detrás de su búsqueda propia. Por eso hay tanto dolor y angustia. Esta vez, Dios ha venido a obrar para liberar a la humanidad del daño de Satanás y devolverle la vida que alguna vez tuvo en el Jardín del Edén. Solo al aceptar la salvación de Dios Todopoderoso de los últimos días puede uno librarse del daño de Satanás y recibir la salvación de Dios. Sentí que por fin tenía algo en lo que confiar, y el dolor en mi corazón se alivió muchísimo. Me dispuse a ir a las reuniones y a leer las palabras de Dios.

A partir de entonces, asistía a las reuniones, además de confeccionar ropa. Como se me daba bien la confección, el dinero que ganaba no solo cubría los gastos diarios de mi familia, sino que también me permitía ahorrar un poco. Empecé a hacer planes para el futuro y pensé: “Si sigo trabajando unos años más, ganaré algo de dinero y entonces la gente ya no me menospreciará ni se burlará de mí por ser pobre”. Pero tenía que asistir a reuniones tres veces por semana y, aunque esto beneficiaba mi entrada en la vida, significaba que trabajaba menos horas y ganaba menos dinero que antes. Así que pensé: “¿Y si voy a las reuniones solo una vez por semana? Así podré ganar unos cuantos miles de yuanes más al mes y aún me sobrará dinero después de pagar la hipoteca. Si ahorro durante unos años, podré pagar mis deudas y, si luego compro un coche, podré salir con más dignidad”. Más adelante, gracias a las enseñanzas de los hermanos y hermanas en las reuniones, me di cuenta de que, si solo me centraba en ganar dinero y no podía asistir a las reuniones con frecuencia, terminaría alejándome de Dios. Entonces, ¿cómo podría recibir el cuidado y la protección de Dios? Cuando llegan los desastres, ¡no puedes recuperar tu vida con el dinero! Recordé haber oído que hacer prendas protectoras era muy rentable durante la pandemia y que algunas personas que trabajaban día y noche para ganar dinero acababan muriendo en la fábrica. Hay bastantes casos así. Tenía que desentrañar las tramas de Satanás y no perder la oportunidad de ganar la vida por culpa del dinero. Tenía que seguir asistiendo a las reuniones con frecuencia. Al principio, podía ir a tres reuniones por semana, pero, con el tiempo, mi sueldo mensual bajó bastante porque trabajaba menos y empecé a preocuparme. “Asistir a más reuniones me ayuda a entender más verdades y beneficia mi entrada en la vida, pero, ahora mismo, hay muchos pedidos en la fábrica, la paga es buena y es el momento perfecto para ganar dinero. Si me pierdo esta temporada, después habrá menos trabajo y la ropa que confeccione no será muy rentable. No, ahora tengo que dar prioridad al dinero. Ya asistiré a más reuniones cuando haya menos trabajo en la fábrica durante la temporada baja”. Así que decidí asistir a las reuniones dos veces por semana. Después de cada reunión, me iba de prisa a la fábrica para trabajar y hasta seguía trabajando después de que los demás terminaban su jornada. Durante ese tiempo, no tenía tiempo para leer las palabras de Dios, ni siquiera sabía qué decirle a Dios cuando oraba y mi corazón se alejó cada vez más de Él.

Más tarde, durante la temporada baja, la fábrica cerró durante un tiempo. Podría haber aprovechado ese descanso para asistir a más reuniones y equiparme con más verdades, pero quería ganar más dinero rápido para volver a recibir la admiración que tenía cuando era rica, así que me fui a otra fábrica a confeccionar prendas protectoras. A veces, para ganar más dinero, me quedaba trabajando pasada la hora de salida y, cuando llegaba a casa, mi hermana ya me estaba esperando para reunirnos. Pero me dolía todo el cuerpo después de pasarme el día entero de trabajo, y me dolían tanto los brazos que no podía ni levantarlos. Solo quería irme a descansar temprano, así que las reuniones no tenían eficacia. Para ganar más dinero, me levantaba cada día a las 5:30 a. m. para preparar el desayuno y, para ahorrar tiempo, me llevaba la comida del almuerzo al trabajo. Como tuve hábitos alimenticios desordenados durante tanto tiempo y mi almuerzo siempre estaba frío, un día, un mes después, de repente tuve vómitos y diarrea severos. El médico dijo que tenía gastroenteritis aguda, que era bastante grave y que tenía que quedarme en casa para recuperarme. Recostada en la cama, empecé a reflexionar: “No he estado haciendo mis prácticas devocionales ni he asistido a las reuniones con frecuencia. Solo me he centrado en ganar dinero y tener una buena vida para ganarme la admiración de la gente. ¿Está esto de acuerdo con la intención de Dios?”. Durante una reunión, una hermana leyó un pasaje de las palabras de Dios que abordaba mi estado específicamente: “La fe en Dios de Job no era solo de palabra: él era el modelo representativo de un creyente sincero. Por todo oraba a Dios. Cuando estaba preocupado por las celebraciones de sus hijos, oraba y se los encomendaba a Él, y sin duda oraba frecuentemente sobre cómo criar a su ganado. Todo lo encomendaba a las manos de Dios. Si hubiera actuado como un no creyente, siempre planeando y calculando la forma de criar a su ganado con la voluntad del hombre, confiando en su propia mente e imaginación y devanándose los sesos para cumplir sus objetivos, ¿hubiese podido ver la mano de Dios, Su soberanía y Sus planes incluso tras vivir muchos fracasos y contratiempos? […] ¿Por qué las personas se devanan los sesos usando métodos humanos para lograr sus metas en lugar de confiar en Dios? ¿Buscan los deseos de Dios cuando hacen planes? ¿Tienen una actitud sumisa, diciendo: ‘No sé qué es lo que Dios hará. Haré este plan, este cálculo, pero no sé si con él conseguiré lo que me propongo o no. Es solo un plan. Si logro mi objetivo, entonces será una bendición de Dios. Si no, habrá sido por mi propia ceguera; mi plan no era conforme a Sus intenciones’? ¿Tienen esa actitud? (No). Entonces, ¿cómo surgen estas formas de proceder? Son nociones y figuraciones humanas, deseos humanos, exigencias irracionales de los humanos hacia Dios, y nacen de actitudes corruptas. Ese es un aspecto. Además, ¿tienen esas personas un corazón sumiso a Dios? (No). ¿Cómo os dais cuenta de que no lo tienen? (Sienten una necesidad imperiosa de cumplir los planes que hacen). ¿Qué actitud es esa? Es arrogancia y rebelión. Creen que Dios las bendice, pero, cuando aparecen sus propios deseos y cálculos, lo apartan. Es un carácter arrogante. ¿Están siendo sumisos cuando apartan a Dios? No, y no tienen a Dios en su corazón. No tienen en cuenta en absoluto cómo Dios dispone las cosas y es soberano sobre ellas, y mucho menos tienen en cuenta de qué manera Él quiere hacerlas. No consideran estos temas. ¿Qué se infiere de eso? Que no buscan nada, ni se someten, ni tienen un corazón temeroso de Dios. Primero hacen sus propios planes y luego actúan y se esfuerzan en pos de estos, confiando en métodos humanos, figuraciones y nociones, sin pensar para nada en las intenciones de Dios. Cuando se trata de criar a su ganado, las personas al menos deberían saber en su corazón que ‘el hombre debe esforzarse por hacer lo que debe y someterse a la voluntad del cielo’, que es lo mismo que decir: ‘Cumpliré con mi responsabilidad de alimentar al ganado; no permitiré que los animales estén malnutridos ni que pasen frío o hambre o se enfermen. La cantidad de crías que tengan el próximo año está en manos de Dios. No lo sé, no tengo exigencias y no haré planes. Todas esas cuestiones dependen de Dios’. Si persisten en actuar basándose en nociones y figuraciones humanas, ¿tienen una actitud sumisa a Dios? (No). ¿Cuál de estas dos formas de proceder viene de la voluntad del hombre y cuál es sumisa a Dios? (La primera viene de la voluntad del hombre y es la forma de proceder de los incrédulos; la segunda es la de aquellos que creen en Dios sinceramente y buscan la verdad). Todos ellos creen en Dios y todos hacen lo mismo, pero la motivación, la raíz y el objetivo de sus acciones son diferentes, así como también sus principios. De esa manera, la senda de las personas queda a la vista(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Principios de práctica de la sumisión a Dios). La hermana compartió que Job era una persona que creía verdaderamente en Dios. En la vida, independientemente de lo que pasara, Job no tenía planes ni intenciones personales y no actuaba según su propia voluntad. Se sometía a la soberanía y los arreglos de Dios en todas las cosas. Pero nosotros, aunque creemos en Dios, no creemos realmente en Su soberanía. Siempre queremos confiar en nuestros propios esfuerzos para cambiar nuestro porvenir y, como consecuencia, vivimos con sufrimiento y agotados. Yo no paraba de asentir mientras escuchaba la enseñanza de la hermana. Pensé en cómo, antes de encontrar a Dios, siempre quería confiar en mis propios esfuerzos y trabajaba de forma desenfrenada para hacerme rica. Pero, al final, no solo no logré hacerme rica, sino que también acabé con muchas deudas. Ahora, quería confiar en mi habilidad como costurera para trabajar más y ganar dinero. Quería recuperar el estilo de vida opulento que tenía antes, así que trabajaba horas extra y hacía todo lo posible para ganar dinero, pero acabé agotada, me enfermé y tuve que gastar casi todo el dinero que había ganado en gastos médicos. Mi sino no es algo que pueda planear ni calcular por mí misma. No podía conseguir la fama y la ganancia que deseaba solo con mis esfuerzos, y todo está bajo la soberanía y los arreglos de Dios. Ahora que había encontrado a Dios, si aún seguía sin creer en Su soberanía y seguía confiando en mis propios esfuerzos para intentar cambiar mi porvenir, entonces sería igual que una no creyente. Sería una incrédula. Al comprender esto, oré a Dios: “Dios, he sido demasiado rebelde. Estoy dispuesta a encomendarte todo en Tus manos”. A partir de entonces, asistía con frecuencia a las reuniones y cumplía mis deberes lo mejor que podía.

Un día, durante mis prácticas devocionales, escuché un himno de las palabras de Dios titulado “Dios lamenta el futuro de la humanidad”:

1  En el vasto mundo, los océanos se convierten en campos y los campos se convierten en océanos innumerables veces. Excepto por Él, que tiene soberanía sobre todo entre todas las cosas, no hay nadie que sea capaz de guiar y dirigir a esta raza humana. No hay “poderoso” que se esfuerce o haga los preparativos para esta raza humana, y mucho menos hay alguien que pueda llevar a esta raza humana al destino de la luz y liberarla de las injusticias del mundo del hombre. Dios lamenta el futuro de la especie humana, se aflige por la caída de la especie humana y le duele que esta se dirija, paso a paso, hacia la decadencia y la senda sin regreso. Nadie ha pensado nunca en esto: ¿hacia dónde podría ir dicha especie humana, que ha roto el corazón de Dios por completo y ha renunciado a Él para ir en busca del maligno?

2  Es precisamente por esta razón que nadie intenta sentir la ira de Dios, que nadie busca la manera que lo complace ni trata de acercarse a Él y, lo que es más, que nadie intenta apreciar el sufrimiento y el dolor de Dios. Incluso después de escuchar la voz de Dios, el hombre continúa en su propia senda, sigue apartándose de Dios, sigue evadiendo la gracia y el cuidado de Dios, y rehuyendo Su verdad, y prefiere venderse a sí mismo a Satanás, el enemigo de Dios. Y ¿quién ha pensado, si el hombre persiste en su obstinación, en cómo Dios tratará a esta especie humana que lo ignora tan profundamente?

3  Nadie sabe que la razón de los repetidos recordatorios y exhortaciones de Dios hacia el hombre es que Él ha preparado en Sus manos una calamidad como jamás se ha visto, una calamidad que será insoportable para la carne y el alma del hombre, que no es solamente un castigo de la carne, sino uno que tiene como objetivo el alma del hombre. Necesitas saber esto: ¿qué clase de ira desatará Dios cuando Su plan fracase y cuando Sus recordatorios y exhortaciones no sean retribuidos? No se parecerá en nada a lo que algún ser creado haya experimentado o conocido. Así pues, Yo digo que esta calamidad no tiene precedentes y jamás se repetirá, pues el plan de Dios es crear a la especie humana una sola vez y salvarla una sola vez. Es la primera vez y, también, la última. Por tanto, nadie puede apreciar las meticulosas intenciones y la ferviente expectativa con las que Dios salva a la especie humana esta vez.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios es la fuente de la vida del hombre

Al reflexionar sobre la letra, sentí que Dios se lamenta por el futuro y el destino de la humanidad y que, al mismo tiempo, avisa a las personas y las exhorta sin cesar. Él espera que la gente acuda a Él y acepte Su salvación, y que dejen de ser obstinados y de eludirla. Estas son palabras sentidas de Dios y cada una de ellas es real y verdadera. Pensé en cómo, después de aceptar la obra de Dios de los últimos días, llegué a entender que Él es quien tiene soberanía sobre el porvenir del hombre y que solo al creer en Dios y adorarlo puede uno vivir una vida valiosa. Pero, por querer tener una vida de opulencia y ganarme la admiración de los demás, me entregué por completo al trabajo. Veía las reuniones como una carga y mi relación con Dios se fue volviendo cada vez más distante. Si no hubiera enfermado, seguiría atrapada en la vorágine de ganar dinero, sin poder liberarme. Al pensar en esto, oré a Dios: “Dios, deseo arrepentirme y liberarme de la esclavitud del dinero, pero no tengo la capacidad de hacerlo por mi cuenta. Te ruego que me guíes”. Entonces, recordé un pasaje de las palabras de Dios: “¡Debes prestar atención! ¡Los que son inteligentes deben despertarse rápidamente a la verdad! Renuncia a todas las cosas de las que no estás dispuesto a deshacerte. ¡Te digo, una vez más, que estas cosas son realmente dañinas para tu vida y no son beneficiosas!(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 14). Las palabras de Dios hicieron que me diera cuenta de que perseguir la riqueza, la fama y la ganancia arruinaría mi vida. Al igual que la esposa de Lot, cuando Dios estaba a punto de destruir Sodoma, ella no pudo desprenderse de sus posesiones, se empeñó en mirar atrás y se convirtió en una estatua de sal como resultado. Si solo me centro en los beneficios inmediatos y no persigo la verdad ni cambiar de carácter, entonces, cuando la obra de Dios termine, perderé mi oportunidad de obtener la salvación. Al comprender el amor de Dios por la humanidad y Sus intenciones urgentes de salvar a las personas, decidí asistir más a las reuniones y comer y beber más de las palabras de Dios. Más adelante, solía asistir a reuniones con hermanos y hermanas para compartir las palabras de Dios. Cada día era pleno y liberador, y mi salud mejoró rápidamente. Creer en Dios y leer Sus palabras me parecía mucho más significativo que esforzarme sin descanso para ganar dinero.

Más tarde, volví a casa de mis padres. Mi tía, que antes me saludaba con cariño desde la distancia, me dio la espalda y me ignoró. Mi hermana pequeña, que solía contarme sus frustraciones y sus cosas íntimas, dejó de confiar en mí después de que mi familia pasara por dificultades económicas. Hasta hizo algunos comentarios sarcásticos sobre mí, tanto a propósito como sin intención. Esto me hizo sentir ciertas cosas desagradables. Antes, me admiraban dondequiera que iba, pero ahora que no tenía dinero, mi tía me miraba con otros ojos y hasta mi hermana pequeña ya no me tomaba en serio. Parecía que era mejor tener dinero; la gente te toma en serio solo cuando tienes dinero, y una persona no debería tener que aguantar que la menosprecien. Así que decidí volver a trabajar para ganar dinero. Pero luego pensé que, una vez que empezara a trabajar, eso afectaría mi capacidad de asistir a las reuniones y de comer y beber las palabras de Dios, y mi corazón volvería a alejarse de Dios. Pero, si no trabajaba, no tendría dinero y la gente me menospreciaría. Tenía el corazón dividido. Al final pensé que, mientras asistiera a las reuniones con frecuencia, seguro que Dios se compadecería de mí por ser una nueva fiel y por no haber crecido en estatura, y que podía tomarme mi tiempo para perseguir la verdad. Así que volví a trabajar en la fábrica de ropa.

Al principio, aún podía asistir con frecuencia a las reuniones, pero, más adelante, cuando me di cuenta de que mi salario era mucho más bajo que el de mis compañeros de trabajo, empecé a pensar: “¿Cómo puedo aprovechar cada momento para coser más rápido y ganar más dinero?”. Mi corazón estaba totalmente volcado a mi trabajo. En ese momento, solo participaba en las reuniones de manera superficial y, en cuanto terminaban, me iba de inmediato a la fábrica. En la fábrica, pisaba el pedal de la máquina de coser sin descanso y hasta sentía que la máquina era demasiado lenta. Así, sin más, volví a mi antigua forma de vida y, como una máquina, trabajaba sin cesar para ganar dinero. No tenía tiempo para comer ni beber las palabras de Dios y me sentía cada vez más lejos de Él. A veces, me sentía culpable y pensaba: “¿Por qué no puedo desprenderme del dinero? ¿Por qué soy tan deshonesta con Dios y nunca consigo cumplir con mi palabra?”. Estaba tan enfadada conmigo misma que quería darme una bofetada yo sola. Acudí a Dios en oración: “Dios, quiero asistir a las reuniones y comer y beber Tus palabras de forma adecuada, pero no puedo desprenderme de mi deseo de ganar dinero. Te ruego que me liberes de la trampa del dinero”.

Un día, durante una reunión, leí las palabras de Dios: “‘El dinero mueve el mundo’ es una filosofía de Satanás. Prevalece en toda la humanidad, en cada sociedad humana; podríais decir que es una tendencia. Esto se debe a que se ha introducido en el corazón de cada persona que, al principio, no aceptaba este dicho, pero luego lo aceptó tácitamente cuando entró en contacto con la vida real, y empezó a sentir que estas palabras eran de hecho ciertas. ¿Acaso no es este un proceso por el que Satanás corrompe al hombre? […] Satanás utiliza el dinero para tentar a la gente y la corrompe para que adore el dinero y venere las cosas materiales. ¿Cómo se manifiesta esta adoración por el dinero en las personas? ¿Os parece que no podríais sobrevivir sin dinero en este mundo, que pasar un solo día sin dinero sería imposible? El estatus de las personas y el respeto que imponen se basan en el dinero que tienen. Las espaldas de los pobres se encorvan por la vergüenza, mientras que los ricos disfrutan de su elevada posición. Se alzan llenos de soberbia, hablando en voz alta y viviendo con arrogancia. ¿Qué aportan a las personas este dicho y esta tendencia? ¿No es cierto que mucha gente realiza cualquier sacrificio a fin de conseguir dinero? ¿No sacrifican muchos su dignidad y su integridad en la búsqueda de más dinero? ¿No pierde mucha gente la oportunidad de cumplir con su deber y seguir a Dios por culpa del dinero? ¿Acaso perder la oportunidad de recibir la verdad y ser salvadas no es la mayor pérdida de todas para las personas? ¿No es Satanás siniestro al usar este método y este dicho para corromper al hombre hasta ese punto? ¿No es una artimaña malévola? Conforme pasas de la objeción a este dicho popular a aceptarlo finalmente como verdad, tu corazón cae por completo en las garras de Satanás y, por tanto, sin darte cuenta acabas viviendo por este dicho. ¿En qué grado te ha afectado este dicho? Podrías conocer el camino verdadero, y podrías conocer la verdad, pero no tienes poder para perseguirla. Puedes conocer claramente que las palabras de Dios son la verdad, pero no estás dispuesto a pagar el precio o a sufrir para ganar la verdad. En su lugar, sacrificarías tu propio futuro y suerte para oponerte a Dios hasta el final. Por mucho que Dios diga, por mucho que haga, por muy profundo y grande que sea el amor que Dios siente hacia ti, en la medida en que seas capaz de comprenderlo, mantendrás tozudamente tu propio rumbo y pagarás el precio por este dicho. Es decir, este dicho ya ha desorientado tus pensamientos y los ha controlado, ya ha dominado tu comportamiento, y preferirías que rija tu porvenir antes que dejar de lado tu búsqueda de riqueza. Que la gente actúe así, que pueda ser controlada y manipulada por las palabras de Satanás, ¿acaso no significa que este la ha desorientado y corrompido? ¿Acaso la filosofía, la mentalidad y el carácter de Satanás no se han arraigado en tu corazón? Cuando ciegamente persigues riqueza y abandonas la búsqueda de la verdad, ¿no ha logrado Satanás su objetivo de desorientarte?(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único V). “En realidad, independientemente de lo nobles que sean los ideales del hombre, de lo realistas que sean sus deseos o de lo adecuados que puedan ser, todo lo que el hombre quiere lograr, todo lo que busca está inextricablemente vinculado a dos palabras. Ambas son de vital importancia para la vida de cada persona y son cosas que Satanás pretende infundir en el hombre. ¿Qué dos palabras son? Son ‘fama’ y ‘provecho’. Satanás usa un método muy suave, un método muy de acuerdo con las nociones de las personas y que no es muy agresivo, para hacer que estas acepten sin darse cuenta sus medios y leyes de supervivencia, desarrollen objetivos y una dirección en la vida y lleguen a tener aspiraciones en ella. Por muy altisonantes que parezcan las palabras que las personas usan para hablar sobre sus aspiraciones en la vida, estas aspiraciones están inextricablemente vinculadas a la ‘fama’ y el ‘provecho’. Todo lo que persigue cualquier persona importante o famosa —o, de hecho, cualquier persona— a lo largo de su vida solo guarda relación con estas dos palabras: ‘fama’ y ‘provecho’. Las personas piensan que una vez que han obtenido fama y provecho, tienen capital que pueden usar para disfrutar de un estatus alto y de una gran riqueza, así como para disfrutar de la vida. Piensan que, una vez que tengan fama y provecho, tienen capital que pueden usar para buscar placer y participar en el disfrute excesivo de la carne. En nombre de esta fama y provecho que desean, de buena gana, aunque sin saberlo, las personas entregan su cuerpo, su corazón e incluso todo lo que tienen, incluidas sus expectativas y su porvenir a Satanás. Lo hacen sin reservas, sin dudarlo ni un momento y sin saber jamás reclamar todo lo que una vez tuvieron. ¿Pueden las personas conservar algún control sobre sí mismas una vez que se han entregado a Satanás y se han vuelto leales a él de esta manera? Desde luego que no. Están total y completamente controladas por Satanás. Se han hundido de un modo completo y total en un cenagal y son incapaces de liberarse a sí mismas(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI). Una hermana compartió: “Satanás usa la fama, la ganancia y el dinero para corromper y atar a las personas. Venenos como ‘El dinero no es omnipotente, pero sin él no se puede hacer absolutamente nada’, ‘Quien tiene dinero, lo tiene todo’ y ‘El dinero mueve el mundo’ se han convertido en la mayor tendencia en la sociedad actual y en las reglas que rigen la vida de las personas. Las personas creen que, cuanto más dinero tienes, más alto es tu estatus y más respetada y gloriosa es tu vida, así que no escatiman esfuerzos en ganar dinero para alcanzar ese objetivo. Una vez que caen en la trampa de Satanás, pierden el control. Satanás controla tanto su cuerpo como su mente y ya no tienen tiempo para perseguir la verdad ni adorar a Dios. La vida se vuelve cada vez más agotadora y se alejan cada vez más de Dios”. Tras escuchar la enseñanza de la hermana, me di cuenta de que yo era exactamente así. Mi sueño siempre había sido hacerme rica y pensaba que así podría tener una vida feliz. Para lograrlo, trabajaba sin descanso para ganar dinero y ponía toda mi energía en ello. Incluso hacía horas extra cuando estaba embarazada. Más tarde, surgió un litigio financiero inesperado. Enviaron a mi marido a la cárcel, nuestra familia acumuló deudas y mi vida se puso patas para arriba. Tenía miedo de que los demás me menospreciaran si veían cómo había caído en desgracia, así que trabajé con aún mayor desenfreno para ganar dinero. Después de encontrar a Dios, sabía muy bien que Él se ha encarnado para expresar la verdad y salvar a las personas en los últimos días, que esta era una oportunidad tremendamente única y que debía asistir a más reuniones y comer y beber más de las palabras de Dios para entender más verdades. Pero mi corazón estaba lleno de deseos de obtener dinero, fama y ganancia, y pensaba que asistir a las reuniones afectaría mi capacidad para ganar dinero, así que seguía eligiendo asistir a menos reuniones y a veces ni siquiera asistía a ninguna. Cuando no había mucho trabajo en la fábrica en la que solía trabajar, trabajaba en otra, y, aunque me agoté del tal manera que caí enferma, aún así me negué a parar. Cuando vi que mi familia me trataba mal, decidí ganar dinero para salvar mi reputación. Satanás usaba el dinero, la fama y la ganancia para atarme con fuerza y atraparme en su vorágine de la que no podía escapar. Valoraba más la búsqueda de dinero, fama y ganancia que la búsqueda de la verdad, e incluso más que la vida misma. Si seguía por ese camino y no cambiaba, en última instancia, acabaría perdiendo mi oportunidad de alcanzar la salvación. Fue entonces cuando vi con claridad las malvadas intenciones de Satanás de corromper a las personas con el dinero, la fama y la ganancia. Comprendí que Dios me había dado una habilidad para que pudiera sobrevivir en el mundo y ganarme la vida, pero no para que usara esa habilidad para satisfacer mis ambiciones desmedidas de fama, ganancia y estatus. Conformarse con solamente tener ropa y comida hace la vida más fácil y deja tiempo suficiente para adorar a Dios. Al comprender estas cosas, ya no quise seguir trabajando de forma desenfrenada ni que Satanás me engañara e hiriera, y me dispuse a asistir a las reuniones y a perseguir la verdad como debía.

Más tarde, también reflexioné: “¿Realmente puedo conseguir la fama y la ganancia que deseo solo con mis propios esfuerzos?”. Recordé que Dios dijo: “Sea cual sea tu trasfondo y sea cual sea el viaje que tengas por delante, en cualquier caso, nadie puede escapar de las orquestaciones y arreglos del Cielo y nadie puede controlar su propio sino, pues solo Aquel que es soberano sobre todas las cosas es capaz de llevar a cabo semejante obra(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios es la fuente de la vida del hombre). El sino de una persona está en manos de Dios y no se puede cambiar con el esfuerzo que uno hace. El tipo de vida que llevo, tanto si es gloriosa y prestigiosa como si es pobre y común y corriente, no es algo que yo pueda decidir y debo someterme a la soberanía y los arreglos de Dios. Solo al perseguir la verdad y despojarme del carácter corrupto de Satanás puedo convertirme en una persona a la que Dios aprueba. Solo una vida así es valiosa y significativa. A partir de entonces, dejé de trabajar con desenfreno para ganar dinero y pude asistir a las reuniones y comer y beber de las palabras de Dios de forma habitual.

En 2020, la líder de la iglesia dijo que había muchos nuevos fieles que se habían convertido y me preguntó si estaba dispuesta a regarlos. Pensé: “Si riego a los nuevos fieles, no tendré tiempo para trabajar y ganar dinero. Entonces, ¿qué haré si se me acaba el dinero? Volver a disfrutar de mis días de gloria ya ni siquiera es una opción. Sin embargo, este también es un momento crucial para difundir el evangelio y, si estos nuevos fieles que no entienden la verdad no tienen a nadie que los riegue, Satanás puede arrebatarlos en cualquier momento”. Pensé en que, cuando encontré a Dios por primera vez y no entendía nada, si los hermanos y hermanas no hubieran dedicado su tiempo y energía a regarme y apoyarme a tiempo, no habría llegado a tener certeza sobre el Dios verdadero ni habría recibido Su salvación. Así que ahora que me había tocado a mí asumir este deber, ¿no carecería completamente de conciencia si me negaba a hacerlo? Entonces, encontré un pasaje de las palabras de Dios: “El hombre debe buscar vivir una vida que tenga sentido y no debería estar satisfecho con sus circunstancias actuales. Para vivir la imagen de Pedro, debe tener el conocimiento y las experiencias de Pedro. El hombre debe buscar las cosas que son más elevadas y más profundas. Debe buscar un amor más profundo y más puro por Dios, y una vida que tenga valor y sentido. Solo esto es vida; solo entonces el hombre será igual a Pedro. Te debes enfocar en entrar de manera proactiva en el lado positivo y no debes permitirte pasivamente retroceder en aras de la comodidad temporal, ignorando verdades más profundas, más detalladas y más prácticas. Debes poseer un amor práctico y debes encontrar maneras para liberarte de esta vida depravada y despreocupada que no es diferente a la de un animal. Debes vivir una vida que tenga sentido, una vida que tenga valor y no debes engañarte a ti mismo o tratar tu vida como un juguete con el que se juega. Para cualquiera que aspire a amar a Dios, no hay verdades imposibles de conseguir y ninguna rectitud por la que no puedan permanecer firmes. ¿Cómo deberías vivir tu vida? ¿Cómo debes amar a Dios y usar ese amor para satisfacer Sus intenciones? No hay asunto mayor en tu vida. Sobre todo, debes tener este tipo de aspiraciones y perseverancia, y no debes ser como esos débiles sin carácter. Debes aprender cómo experimentar una vida que tenga sentido y cómo experimentar verdades significativas, y de esa manera no deberías tratarte a ti mismo de manera superficial. Sin que te des cuenta, tu vida pasará; después de eso, ¿tendrás otra oportunidad para amar a Dios? ¿Puede el hombre amar a Dios una vez que haya muerto? Debes tener las mismas aspiraciones y conciencia que Pedro; tu vida debe tener sentido y no debes jugar juegos contigo mismo. Como ser humano y como una persona que busca a Dios, tienes que considerar cuidadosamente cómo tratas tu vida, cómo te ofreces a Dios, cómo debes tener una fe más significativa en Dios y cómo, ya que amas a Dios, lo debes amar de una manera que sea más pura, más hermosa y mejor(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio). Tras leer las palabras de Dios, entendí que uno debe perseguir la verdad y vivir una vida con sentido, como Pedro. Debe vivir solo para buscar amar a Dios y cumplir bien con el deber de un ser creado. Solo así se puede obtener la aprobación de Dios. Antes, trabajaba duro para tener una buena vida y ganarme la admiración de los demás, pero, al final, todos mis esfuerzos fueron en vano. Nuestra familia perdió todo su dinero, acabamos endeudados y me enfermé debido al agotamiento. Aunque obtuve fama y ganancia, recibí la admiración y los elogios de la gente y se satisfizo mi vanidad, esas cosas superficiales no pudieron llenar el vacío en mi corazón. Desde que encontré a Dios, viví la vida de iglesia y compartí las palabras de Dios con los hermanos y hermanas, entendí algunas verdades y mi corazón ganó estabilidad, paz y confianza. Sobre todo, cuando cumplía mi deber, podía acudir a menudo ante Dios, leer Sus palabras y recibir el esclarecimiento y la guía de Sus palabras, y sentía una gran alegría en el corazón. Siempre que tenía problemas con mi estado, los hermanos y hermanas compartían conmigo a tiempo. También obtuve cierta comprensión sobre mi carácter corrupto y sentí que mi vida crecía rápidamente. Me di cuenta de que solo podía entender más verdades y vivir una vida con sentido al cumplir mi deber. Los hermanos y hermanas cumplían sus deberes de forma activa y se centraban en perseguir la verdad y resolver sus actitudes corruptas al hacerlo. Si yo seguía sin perseguir la verdad, entonces, sin las palabras de Dios como mi base, sería propensa a quejarme en futuras pruebas y puede que incluso me rebelara contra Dios, me le resistiera y perdiera mi oportunidad de salvación. Entonces, acabaría en el desastre, llorando y crujiendo los dientes. Al pensar en esto, me decidí a cumplir mi deber adecuadamente. Al día siguiente, le dije a la líder que estaba dispuesta a regar a los nuevos fieles. A partir de entonces, me dediqué con todo corazón a mi deber y dejé de ir a trabajar. Cuando vi que los nuevos fieles no asistían de forma activa a las reuniones, compartí mis experiencias con ellos, lo que los llenó de entusiasmo.

Más adelante, mi suegra vio que no me encontraba bien y me dijo que cuidara mi salud y que no me preocupara por las deudas, ya que ella, mi suegro y mi cuñada se encargarían de ellas. Con el dinero que había ganado trabajando, pagué la hipoteca y pude pagarla puntualmente cada mes. Sabía que esto era el amor de Dios, y mi fe en Él se fortaleció aún más. Gracias a Dios por haberme salvado del poder de Satanás. Estoy dispuesta a cumplir mis deberes adecuadamente en los días venideros y a perseguir la verdad para lograr cambiar mi carácter.

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